No siempre terminaban uno debajo del otro, a veces sólo era ocio el mandar para ser obedecido y dicho de otra forma, a Kaito le encanta tener el control de Yuma Tsukumo por ese aire inocente que aún presenta además de su ingenuidad. Le es adorable en todo sentido, aún más cuando no se hace el difícil y acata al pie de la letra sus deseos que iban desde una broma hasta favores sexuales.
-Kaito ¿Es en serio muy necesario hacer esto?
Ya había hecho muchas veces el ridículo por decir un ejemplo, también fingir de vez en cuando ser su mascota pero lo que pedía esta vez era por mucho algo que lo mataba de vergüenza, pasar más de medio día sin uso de ropa interior.
-Sí, mucho.
Y esa sonrisa socarrona bien disimulada con un rictus de severidad lo dejaba completamente desarmado.
-Puedo hacer cualquier otra cosa pero esto…
-¿No puedes, Yuma?
Ya extrañaba que el menor se opusiera un poco a sus peticiones, por ello pensó en pedirle algo relativamente nuevo, ya le había pedido vestir tangas y ropa sumamente reveladora, claro que la mayoría de ella en privado.
Un poco menos de ropa no era gran cosa para lo que después tenía planeado pedir. Levantó su mentón para apreciar ese sonrojo que asomaba en la piel morena de Tsukumo.
-Yo…
-Bueno en ese caso si no cumples ordenes sabes que puedo castigarte ¿Cierto?
Yuma negó frenéticamente, jamás había sido castigado pues jamás había desobedecido a Kaito pero podía ver a través de su mirada y sus palabras que no le convenía tentarlo, porque así como podía ser considerado, podía ser peligroso si lo hacía enojar.
-¿Cuánto tiempo tengo que hacerlo?
Temblaba ligeramente por la idea pero si pensaba bien, podía de algún modo salir recompensado al final, tan sólo unos instantes y ya.
Kaito pareció meditar la pregunta a medida que imaginaba lo que Yuma debía estar pasando para aceptar y esa sensación le encantaba,
-Tal vez un par de minutos, no sé. Haremos esto, me voy a sentar en esta silla y voy a dictarte un par de cosas, si cumples correctamente y quedo satisfecho con tu desempeño te anulo tres horas, de lo contrario serán las seis ¿Quedamos?
No era buena señal que se pusiera exigente pero entre menos tiempo pasara sin sus calzoncillos mejor para él y su miembro.
-Trato.
Kaito tomó asiento y cruzó los brazos mientras pensaba en que situaciones le gustaría apreciar a su querido Yuma.
-Desvístete.
Ordenó. Era algo nuevo para Yuma, las veces que vistió aquellas incómodas y muy penosas tangas mínimo se cambiaba en privado, no a plena vista. Agachó la mirada y con las manos temblorosas buscó los bordes de la playera que ese día vestía.
-Sólo de la cintura para abajo, Yuma.
Inmediatamente soltó la tela y bajó a desabrochar su cinturón, el dudar siquiera un segundo ya era penalización asegurada sin compasión.
-Mírame a los ojos mientras lo haces.
Apretó un poco sus parpados y alzó la vista para encontrarse con los inquisitivos ojos que devoraban cada centímetro de su cuerpo, además de una descarada lengua que relamió sus labios.