-En serio luces adorable, y mentiría si digo que no te había imaginado con ese atuendo.
¿Cuánta podía ser la sorpresa del ex faraón al tener frente a él a su pequeño compañero caracterizado como una de sus cartas de su propia baraja? No, no era la maga oscura, después de que se volviera una de las cartas preferidas de su amiga de la infancia, lo que menos quería era distraer su atención a momentos sin importancia. Tampoco de la carta por la cual compartían el mismo gusto aunque alguna vez ya lo haya vestido.
-Bueno, muchas veces pensé que nuestra similitud era coincidencia.
Yami se acercó hasta Yugi para apenas rozar su mejilla con su mano, nunca dejaba de sorprenderlo en ningún sentido y aunque pensaba en un inicio que era como un libro abierto, lo cierto era que escondía en sus páginas más de lo que pudiera imaginar. En específico esa faceta suya que recién le mostraba, que siempre había estado ahí esperando a manifestarse en el momento más oportuno.
-Yo pensé lo mismo, Aibou.
Parecía que si lo tocaba se desvanecería en cualquier instante, era simplemente perfecto el atuendo además de una leve capa de maquillaje para mejor apego al personaje, inclusive los accesorios. Lo mejor del asunto era la habilidad que en menor tenía para el asunto pues él mismo confeccionaba los trajes.
-Entonces te puedo declarar un pervertido, Yami.
Y buscó engancharse a él pasando sus brazos por su cuello mientras dejaba que la imaginación de Yami volara cuando su cuerpo hizo contacto con el suyo, el abrazo fue correspondido con un fuerte agarre desde la cintura de Yugi obligándolo a restregarse más contra él.
Aspiró esa fragancia ajena que de algún modo le daba un buen contraste, respiró su tibio aliento, producto de su nerviosismo, rozaron sus narices antes de fusionar sus labios en un tacto tierno que no buscaron profundizar por el momento, al separarse, Yami buscó acorralar a Yugi con sus pasos dirigiéndolo hasta ese destino que ambos buscaban frecuentemente.
Al tocar el borde de la cama Yami detuvo sus pasos dejando que Yugi se acomodara antes de abalanzársele cual fiera.
-Oye – dijo mientras retiraba de su rostro un par de mechones de esa peluca que pronto desparecería en un rincón del cuarto al igual que los ropajes.
-¿Qué? – Yugi tenía los ojos levemente cerrados para acostumbrarlos a la poca luz de la habitación.
-Las faldas no te van nada mal, sabes. Tal vez alguna ocasión puedas modelarme un traje de colegiala – Le ronroneó al oído – El ángel de la inyección Lily, tampoco está mal.
Yugi se estremeció por la idea, el atuendo de la maga silenciosa era reservado pero sabía explotar el lado sensual de los personajes que elegía, fueran masculinos o femeninos.
-De colegiala olvídalo – Acercó el rostro de Yami para morderle sus labios.
Era una de las mejores partes que les agradaba a ambos, usualmente esperaban hasta que Yugi terminara los arreglos para sus Cosplay, era entonces que ambos dejaban aflorar sus instintos voraces de piel