Nadie pensaría que una persona tan comunicativa e hiperactiva como Jaden Yuki tuviera un momento en que ni él mismo se atrevía a abrir los labios o emitir ruido siquiera pero eso sólo parecía ser cuando la fiebre de la mala le asaltaba en la academia.
No siempre sucedía pero cuando pasaba no se reprimía sus necesidades biológicas, lo único que aprendió a reprimir esas noches fueron sus gemidos o suspiros, a veces mordiéndose el labio, a veces por dentro de sus mejillas, otras mordiendo su lengua y cuando finalmente sus dientes le parecían lo más filoso del mundo usaba la almohada.
También buscaba no moverse demasiado en su cama aunque era relativamente imposible no retorcerse cuando se acercaba su clímax.
No sólo era la práctica del silencio en su habitación compartida, a veces era en uno de los cubículos del baño de hombres cuando estaba por quedarse dormido en clases, una estimulación silenciosa le devolvía un poco de esa energía que requería para no terminar castigado al final del día.
La parte más emocionante del asunto era el erotismo que despertaba en él al momento de no emitir sonido alguno ante un inminente sonrojo que sentía hasta las orejas, él conocía su voz y no proyectarla al sentir el éxtasis recorrerle cada fibra de su cuerpo le causaba una sensación extraña pero que aumentaba su lívido.
Cuando Jaden conoció a Jesse, este estuvo a nada de descubrir su pequeño secreto. Mira que estar masturbándose a plena luz del día y en la terraza de un edificio de la academia era algo nuevo en su lista de experiencias, no planeaba el exhibicionismo, igual estaba tras un par de calderas y bodegas así que hubiera sido imposible que alguien lo hubiera visto.
Desde ese día sólo podía pensar en aquel simpático chico con quien hizo clic de inmediato tras intercambiar un par de palabras que rebotaban en su mentecita incitándolo a querer tocar su cuerpo en silencio.
Y así lo hizo repetidas veces en su habitación y una de esas tantas veces en que se encontraba técnicamente sólo fue que sin previo aviso Jesse irrumpió en el cuarto del Osiris Rojo. Casi al instante Jaden buscó cubrirse sin contar con que su nuevo amigo lo detendría en el acto.
-Entonces no estaba loco, tú también piensas en mi ¿No, Jaden?
La sorpresa era realmente abrumante para ambos, un poco más para el fanático de los héroes elementales, sus miradas se encontraron por unos instantes en que parecían imanes destinados a unirse en un beso con pinta de ser nada tierno o romántico.
Estaban a centímetros cuando escucharon pasos dirigidos a la habitación, siendo nada más ni nadie menos que Syrus junto a Chumley. Ambos buscaron esconderse dentro del closet hasta que los recién llegados dejaran la habitación, gracias al reducido espacio del interior del mueble fue que Jesse no dejó pasar la oportunidad de averiguar qué tanta resistencia podría poner Jaden.
-¿Qué haces? – Dijo al sentir aprisionado su miembro erecto en las manos de su contrario.
-¿Cuánto puedes pasar sin levantar la voz?
Sus ojos se dilataron al escucharlo y su cuerpo se arqueó al sentir la fricción.