-Lo siento, lo siento, lo siento.
Suplicaba Yuya con el poco air que aún contenían sus pulmones, resultado de la presión del peso de Yusaku Fukiji sobre él que lo tenía sin posibilidades de huir y aunque quisiera o tuviera oportunidad no podría, porque ya lo había desafiado sin siquiera proponérselo, de nuevo, y el astuto hacker ya había sobrepasado su límite de paciencia.
-Creí haberte dicho que no te iba a tolerar ni un segundo.
Tomó de los cabellos de la nuca de Yuya para restregar un poco su rostro contra el mosaico del piso esperando por una respuesta de su parte.
-So-sólo fueron 20 segundos, Yusaku.
El agarré a sus mechones se intensificó, lo había molestado aún más.
-Y aun así te atreves a contestar.
-Pe-pero…
-No quiero excusas, Yuya, sólo hechos y el hecho aquí fue tu impuntualidad.
Los ojos granate de Yuya asomaban ligeras lágrimas por el miedo y sobre todo el dolor de su espalda por tener la rodilla de Yusaku encima.
-Lo lamento mucho, por favor.
-Bueno, ya que estas tan dispuesto a aceptar las consecuencias, la próxima vez pondré una tolerancia de diez segundos ¿Me escuchaste?
Yuya asintió, ya sabía que un contundente castigo de Yusaku se aproximaba. No tuvo tiempo de levantarse cuando los labios del hacker aprisionaron con ferocidad los suyos, inmediatamente Yuya buscó abrazarse al mayor para profundizar el beso aunque no contó con que sus manos serían fuertemente retiradas a los lados.
-No tienes permiso de tocarme, no sé qué harás con tus manos, aférrate a algo o mastúrbate no me importa, tampoco quiero que me pidas que pare, no te escucharé. Lo único que quiero escuchar el día de hoy es mi nombre y nada más ¿Has entendido?
-S-si.
Las manos de Yusaku se enroscaron en el cuello de Yuya.
-¿No entendiste lo que dije?
-Me las-lastimas
La fuerza con que lo asfixiaba incrementó bajó la inexpresiva mirada de Fujiki que muy en el fondo estaba disfrutando esa cara tan adorable de Yuya.
-Yu-yusaku.
Podía pronunciar apenas en un hilo de voz pero comenzaba a cumplir con las órdenes del mencionado y paulatinamente entre más dijera su nombre, menos brusco sería. Pero no pretendía esperar milagros. Lo mejor era tener gacha la cabeza y esta vez obedecer por más descabelladas que fueran las indicaciones, pero ese día la suerte no estaba de su lado, Yusaku definitivamente lo llevaría al límite de sus propias decisiones.
-Bueno podemos comenzar.
Yusaku se puso de pie y Yuya trató de secundar su acción, para su mala fortuna a Yusaku le apetecía verlo en el suelo, a sus pies, suplicante y obediente.
-¿Cuándo dije que podías estar de pie? Sabes, hoy me siento un tanto demasiado estresado. Tenía que terminar a tiempo para pasar un rato contigo pero en vista de que quien se retrasó no fui yo, tendrás que compensarme.
Yusaku buscó un par de pinzas para ropa y las colocó en los pezones de Yuya.
-Has que me corra, por cada orgasmo que tenga te iré quitando una pinza.