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Notas del capitulo:

Teniendo todo en mente y aún así lo que me costó terminar el capítulo... pero por fin aquí está xD 

Espero les guste :)

Capítulo V

Para Izuki la situación en la que se encontraba no podía ser más incómoda y molesta. Reunido junto a su familia y a la de su compañero de equipo, el mismo que días atrás, lo había marcado.

Mordiéndose el labio inferior y apretando sus puños con rabia e impotencia, escuchaba cómo prácticamente le obligaban, porque no había otra discusión, a tener que ser la pareja de Hyuga.

Lo peor, no era que quién creyó su mejor amigo, lo había forzado en su etapa de celo, hasta marcarlo cómo si fuera de su posesión, sino oír cómo su familia justificaba tal acto echándole a él la culpa de su instinto omega y no culpar al otro en lo más mínimo.

Él no tenía ni voz, ni voto en esa decisión.

Una vez terminada la reunión, que para él pareció una eternidad y una tortura, abandonó la sala para buscar un poco de aire fresco en el jardín, esa situación lo estaba sobrepasando.

Le parecían demasiado anticuados todos los pensamientos de esos familiares allí dentro reunidos, de cómo pensaban que estaba bien, en la época en la que se encontraban, de que un omega deba permanecer junto al alfa que lo marcó, sin poder elegir por su propia cuenta, a su propia pareja, sin importar, que no fueran destinados y que pudieran aparecer sus verdaderas parejas.

—Hey —oyó una voz a su espalda que reconoció perfectamente, más no se volvió tan si quiera—, lo siento por todo esto, si te sirve de consuelo, yo tampoco estoy de acuerdo con esto —Izuki siguió callado—. Podemos llegar a un acuerdo entre tú y yo, sólo tenemos que fingir estar juntos, en cuanto cada uno encuentre su destinado, romper este supuesto compromiso. Oye, di algo, no me dejes hablando como si lo estuviera haciendo a una pared —dijo molesto.

—¿Qué si me sirve de consuelo? —murmuró entre dientes, mientras tiraba al estanque de carpas una piedra, sin importarle hacerle algo a los animalitos—. ¡Por supuesto que no me sirve de consuelo! Me importa bien poco si estás de acuerdo o no. Para un estúpido alfa es muy fácil decirlo, culpar al instinto omega, al celo, para poder abusar y violar, ¿no? —tomo aire, para poder bajar su tono de voz—. Éramos amigos, ¿no? Joder, Hyuga, me violaste y ni siquiera has tenido la decencia de disculparte conmigo, actuando tan natural. Y para colmo, debo permanecer a ti como pareja en vez de poder ir a la policía y denunciarte.

—Ya te he dicho que cuando un omega está en celo, para un alfa es muy difícil contenerse. La culpa no es nuestra.

—Difícil mis cojones —se giró completamente molesto—. Oh, ahora yo tengo la culpa de que me violaras, qué bien. Lo más gracioso, es que tú ves muy fácil decir que finjamos estar juntos y si encontramos a nuestros destinados nos vayamos con ellos.

—Vamos, Izuki, ni tú ni yo queremos estar juntos, somos amigos, ¿no? Y los amigos no están juntos como pareja. Sólo debemos hacer el paripé que nuestras familias quieren y ya.

—Para un alfa, no hay problema que si encuentra su destinado o directamente quiere irse con otra persona, marque al omega y se vaya con él, rompiendo así el lazo con el otro. Pero para un omega marcado, es muy difícil que incluso su destinado lo quiera ya, por el simple hecho de tener esta estúpida marca en el cuello. ¡Me has obligado a estar contigo para siempre sin quererlo, o quedarme solo para el resto de la eternidad! —protestó exasperado.

—Y ya te he dicho lo siento, de verdad —agachó su cabeza, acercándose lentamente a él—. Te juro que el tiempo que estemos juntos hasta que encontremos nuestra pareja, no te pienso tocar nada más que en tu celo.

—No pienso permitir que me vuelvas a tocar, ni aunque sea en mi celo.

—Una vez con mi marca, vas a desear estar conmigo en tu celo —habló con normalidad—, pero bien, si así lo deseas.

—¿Cómo puedes ser tan cínico? Estás muy equivocado si pretendes que yo voy a estar sometido a ti sólo por llevar esta maldita marca —se señaló el cuello, cubierto por una venda.

—Te he dicho que sólo hasta que encontremos a nuestra pareja.

—Hyuga, déjame en paz, yo te tenía cómo mi mejor amigo, y tú a la mínima has abusado de mí, y para colmo, ni te disculpas, sólo hablas cómo si fuera la culpa de mi celo que hiciste lo que hiciste —molesto, pasó de largo de su amigo, marchándose de la casa para caminar un rato, no tenía ganas de seguir ahí por más tiempo.

.

Tanto Aomine como Kagami llegaron hasta el hospital Midorima, encontrándose en la sala de espera a sus amigos de la Generación de los Milagros. Algunos se sorprendieron ver cómo llegaban esos dos juntos, y otros, pudieron percatarse de que ambos tenían el mismo olor.

—¿Qué es lo que pasa con Akashi, para que estemos aquí todos, Satsuki? —preguntó Daiki, sentándose al lado de ella, con una mueca de dolor en el rostro.

—Akashi-kun llevaba varios días encontrándose mal y su padre y Mukkun le obligaron a venir para ver qué le pasaba —empezó a explicar, pero fue interrumpida por su amigo.

—¿No me digas que él es el primero en quedarse preñado del grupo? —el resto lo miró con cara de desaprobación.

—Deja las bromas, porque no es momento para ello. En un principio vinieron con esa posibilidad, pero el padre de Midorin que fue quién le atendió dijo que él tenía leucemia —terminó de hablar, con los ojos vidriosos y mirando hacia sus manos, que las apretaba en sus rodillas.

—¿Qué? ¿Cómo que tiene leucemia? Pero tiene cura, ¿verdad? ¿se pondrá bien?

—Es una enfermedad complicada, Aomine —habló el peli verde ajustándose sus gafas, mientras en su mano izquierda llevaba un pequeño patito de peluche, que era su lucky ítem de ese día.

—¿Y nosotros no podemos ayudar en algo? —preguntó Kagami.

—De momento tenemos que esperar, y darle todo nuestro apoyo —todos se miraron con cara de frustración.

—Yo tengo entendido que en estos casos se podría hacer un trasplante de médula, ¿no podemos donar?

—No es algo tan sencillo, primero tendríamos que haceros unas pruebas para saber si sois compatibles. Pero lo lógico es que donen primero la familia, en este caso el padre de Akashi, quién tiene más probabilidades de ser compatible —interrumpió la conversación el señor Midorima. En ese momento, llegó Masaomi, con un vaso de café en su mano—. Akashi-san, ven un momento, quería comentarte algo.

El hombre asintió y lo siguió hasta su consultorio, mientras los amigos, de poco en poco, podían pasar a ver a Akashi, quién seguía en compañía de Murasakibara. Se le veía completamente triste y decaído, se fijaron en que tenía ojeras y, si lo miraban con detenimiento, incluso un poco bajo de su peso.

—¿Qué es lo que quieres decirme, está todo bien con Seijuro, empeoró? —preguntó preocupado.

—Es sobre él, pero está bien —con su mano le indicó que se sentara en la silla enfrente de su escritorio—. Quería comentarte que en vez de empezar con la quimioterapia, realicemos el trasplante de médula.

—¿El trasplante, ya? ¿No primero había que realizar la quimioterapia?

—Normalmente deberíamos, pero pienso que hacerle pasar un mal momento a Seijuro, una quimioterapia te deja muy tocado, es muy dura… sin contar que si no funcionara, tendríamos que dejar un tiempo de recuperación hasta que su cuerpo pueda soportar someterse al trasplante —explicó apoyándose sobre sus manos, cerrando sus ojos.

—Tú eres el doctor, tú eres el que decide —suspiró—. ¿Hay posibilidades que sea satisfactorio el trasplante?

—Hay bastantes posibilidades si no lo rechaza. Esto es cómo una lucha, y contra antes busques una solución, más posibilidades hay. Si le hacemos el trasplante y resulta un éxito, sólo tenemos que preocuparnos del período de recuperación. Todo lo que sea actuar lo antes posible, mejor.

—Está bien, si dices que es mejor, acepto que se le haga el trasplante en vez de empezar con la quimioterapia —el peli verde sonrió.

—Perfecto, entonces te haremos las pruebas de compatibilidad hoy mismo para tener los resultados mañana por la mañana —Masaomi asintió e imitó a su amigo, que se levantó del lugar.

—¿Y si no fuera compatible?

—Sabes que si no lo fueras, lo que tienes qué hacer.

—Lo sé —suspiró—, pensé que nunca tendría que decir la verdad…

A la mañana siguiente, Masaomi esperaba nervioso en el consultorio del doctor Midorima a que éste llegara con los resultados de compatibilidad. Se levantó del asiento, sin poder evitar caminar de un lado a otro, impaciente.

Una vez vio entrar a su amigo, se le echó encima preguntándole sin parar.

—¿Y bien, soy compatible? Habla, Midorima.

—Cálmate, ni siquiera he visto yo los resultados —respondió sentándose y mirándolos detenidamente. Cerró los ojos, y suspiró antes de continuar hablando—. Lo siento, pero tú no eres compatible.

—¡No puede ser! ¿Y entonces qué?

—Sabes con quién tienes que hablar —murmuró entregándole esos resultados—, aunque no quieras, es hora de que salga a la luz ese secreto que has guardado durante tantos años, por el bien de tu hijo.

—Sí, ya sé… no tengo más opción, pero todo sea por el bien de mi hijo —se levantó, extendiéndole la mano al peli verde—, Gracias por todo, Midorima.

—Es mi trabajo, haremos todo lo posible para que salga todo bien, estaré esperando noticias.

—Claro, haré unas llamadas primero y después iré a ver a Seijuro antes de ir a mi destino —se despidió del doctor.

Llegó a la habitación de su hijo, llamando antes de entrar y obteniendo el permiso por parte del peli violeta.

—¿Está dormido? —preguntó al ver al pelirrojo descansando en la cama, mientras tenía sujeta una mano de su pareja. Atsushi asintió. Se acercó a él, acariciándole tiernamente sus cabellos—. Por ti soy capaz de cualquier cosa, así que no te preocupes por nada, todo estará bien.

Dicho esto, le dijo al de ojos morados que volvía dentro de un rato y que cualquier cosa le avisara, se marchó de la habitación con un objetivo en mente.

.

Después de pasar a ver a Akashi, los miembros de la Generación de los Milagros se despidieron diciéndole que lo visitarían mañana, y se marcharon cada uno por su lado.

Kise se dirigió hacia la casa de su senpai y pareja. Se había perdido el entrenamiento y, aunque le había mandado un mensaje a su capitán avisándole del contratiempo importante, seguro que en cuanto lo viera le daría una de sus características patadas.

Eran pareja desde el término del último año y, aunque había conseguido que el pelinegro le permitiera marcarlo, no vivían juntos, pero el rubio lo visitaba con frecuencia, incluso se quedaba en muchas ocasiones allí, en la habitación de invitados dónde tenía hasta parte de su ropa y cosas, aunque ni una sola vez durmió en ella.

Sacó la copia de la llave que le dio dos semanas atrás y abrió el apartamento, encontrándoselo vacío, cosa que le extrañó.

—¿Senpai? Qué raro, ¿se habrá quedado entrenando un poco más? ¿o tal vez estudiando para los exámenes? —se preguntó cerrando la puerta y entrando a la sala.

Al no verlo, fue hasta otro pasillo, que daba al baño, lavadero y habitaciones, dónde notó que pisaba algo. Al bajar su mirada, se sorprendió con encontrarse una camiseta suya en el suelo.

—¿Qué hace aquí, no se supone que debería estar en la cesta de la ropa para lavar? —al recogerla, se fijó que por todo el pasillo, viendo cómo algunas prendas suyas también estaban esparcidas por el suelo, que llegaban hasta la habitación de invitados, la suya —. ¿Senpai, estás aquí?

Al abrir la habitación, se encontró con una pequeña montaña de su propia ropa.

—Pero ¿qué? ¿senpai? —una mano salió de debajo de la ropa, agarrándole la sudadera color gris que llevaba.

—Dámela también —sacando la cabeza. Kise suspiró sin comprender y se la dio, viendo cómo el pelinegro la tomaba y la olía.

—¿Mejor?

—Debo parecer un pervertido fetiche de la ropa, ¿no? —dijo con vergüenza, al ver cómo el otro no dejaba de mirarlo. Pero no sé lo que me pasa… Iba a hacer la colada y cuando olí tu ropa no sé por qué, pero me entró la necesidad de tomar toda tu ropa en cuanto olí tu aroma en ella.

Kise sonrió y posó su mano en el rostro ajeno con un tierno gesto.

—Lo leí hace poco —el pelinegro lo miró con intriga para que siguiera hablando—, ¿no es esto un nido que hacen los omega?

—¿Un nido?

—Así es, cuando un omega está cerca de su celo reúnen cosas de su compañero y hacen un nido para pasar ahí su celo —le levantó un poco su camiseta y metió su mano por debajo de esta—. Y… sólo hay algo que se puede hacer en un nido, ¿verdad?

—Sé gentil —respondió estremeciéndose, sabiendo a lo que se refería su alfa—, sino quieres que te patee.  

—Sabes que siempre lo soy —le mordió el lóbulo de la oreja—, senpai.

—Y usa protección, no quiero un embarazo antes de graduarme —el rubio hizo una mueca de disgusto, dando a entender que no quería utilizarla.

—Sí… está bien… —sabía que si no la usaba, el pelinegro no le iba a permitir ni tan siquiera tocarlo.

.

Momoi se marchó junto con Aomine, pero a ellos se le unió Kagami. Sin entender muy bien qué hacía ahí o por qué aceptó, se vio junto a su antigua amiga de la infancia en casa del tigre. El pelirrojo les sirvió algo de beber mientras Satsuki hablaba y preguntaba feliz sobre el encuentro que habían tenido anteriormente sus dos amigos.

—Satsuki, cállate ya, no es asunto tuyo —dijo molesto Aomine, desviando la mirada con algo de vergüenza.

—No es justo —infló sus mejillas—, yo quería saber qué tal estuvo —comentó con desilusión—. ¡Dai-chan! —gritó de repente, asustando a los dos chicos—. ¿Tomaron precauciones? Mira que en el celo es dónde más probabilidades hay.

—Por supuesto que sí, no soy imbécil. Y deja ya de hablar del tema, me incomodas.

—Oye, Kagamin, ¿por qué no lo marcaste? —ignoró a su amigo y se dirigió al otro, que traía algo de comida.

—Pensé que no sería buena idea, de momento, vaya que se molestara conmigo.

—Por supuesto que me hubiera enfadado contigo, no te voy a permitir que me marques —protestó el moreno. Kagami iba a decir algo, cuando sonó el timbre de su apartamento. Se levantó y, al abrir la puerta se llevó una buena sorpresa

—¿Papá, qué haces aquí?

—Ni que estuvieras viendo un fantasma, ¿no puedo venir a visitar a mi hijo?

—Si estás al otro lado del mundo, se me hace extraño que estés aquí, y creo que no has venido sólo para verme. ¿Me vas a dejar pasar o no? —el pelirrojo asintió y se echó hacia un lado. Una vez en la sala, se percató de los dos presentes—. Vaya, veo que tienes visita.

—Son dos amigos, Aomine y Momoi —los presentó. El hombre le dedicó una sonrisa educada a la chica.

—¿Qué te trae entonces por aquí?

—Voy a abrir mi sucursal aquí, por lo que he venido para que todo esté a punto.

—¿Y te quedarás ya aquí o volverás a América?

—Me quedaré ya aquí. El padre de Tatsuya llevará la otra empresa desde allí —explicó aceptando la taza de té de parte de su hijo—. ¿Y Tatsuya?

—Pues en Akita, él está en el internado de su preparatoria.

—Ya veo, me hubiera gustado saludarlo —en ese momento, empezó a sonar su teléfono, levantándose para dirigirse al balcón para contestar—. Vaya, ¿después de tantos años te dignas a llamarme? ¿a qué se debe tal honor? Así que te has enterado de que estoy aquí en Japón… ¿hablar conmigo sobre algo? Está bien, estoy en casa de mi hijo, sí, aquí te espero entonces.

—¿Todo bien, papá?

—Sí, recibiré ahora una visita, espero que no te moleste —Kagami lo miró extrañado.

—No, pero si es de negocios, se me hace raro que sea aquí.

En ese momento, Satsuki recibió una llamada, extrañándose porque no reconocía el número.  Se disculpó de los presentes y se alejó un poco, ante la mirada atenta de Aomine. En cuanto vio que la chica elevaba un poco la voz mientras sollozaba, se preocupó y se acercó a ella.

—¿Todo bien? ¿Qué pasa, Satsuki, quién era?

—Mi… mi madre… que dice que se fue del país con el hombre que conoció la semana pasada y que… es su destinado y que… como yo soy beta e hija de un beta… no quiere saber nada de mí y que no abandonaría a su destinado ya que por fin lo encontró.

—Ven aquí —la abrazó cuando empezó a llorar con intensidad. Kagami, que no había perdido detalle de todo, chistó molesto al ver cómo el peli azul le daba un tierno beso en la frente sin dejar de abrazarla.

Debía confesar que sentía un poco de celos por esa escena. El padre del pelirrojo miraba todo atentamente. En cuanto vio a los amigos de su hijo, pudo detectar cómo la chica no tenía aroma, sabiendo así que era beta, y que el chico, tenía su aroma mezclado con el de su hijo, deduciendo que sería su omega.

Kagami se levantó y fue hasta ellos, aunque se sintiera molesto, al ver a la peli rosa llorar se preocupó por ella.

—¿Momoi, qué es lo que tienes? Tranquila, te traigo algo para que te calmes un poco.

—¿Ahora qué haré yo? —susurró en los brazos del moreno—. Me acaban de abandonar así de buenas a primeras.

—Tú de eso no te preocupes, tú te vienes a mi casa y punto. Sabes que a mis padres les encantará tenerte ahí y ninguno de los tres te dejaremos sola —trató de consolarla.

—¿Abandonada? Pero ¿qué está pasando?

—Te lo cuento en otro momento, ahora voy a llevarla a mi casa para que se tranquilice —el tigre asintió y, en ese momento, sonó el timbre de la puerta, y oírse cómo el hombre, decía que él recibía a la visita que llegaría.

Al ver entrar al hombre que acompañaba al señor Kagami, se quedaron completamente sorprendidos. ¿Qué era lo que hacía ahí el señor Akashi?

—Buenas tardes —saludó con voz casi nula debido al llanto la chica.

—Nosotros ya nos íbamos, no queremos molestar.

—Eh… yo los acompaño, así los dejo hablar con calma —habló Kagami, pero fue parado por Masaomi.

—¿Podrías quedarte tú también? Quisiera que te enteraras de lo que tengo que hablar con tu padre —el as de Seirin miró a su padre, y éste, con un gesto, le indicó que hiciera eso.

—Está bien —se dirigió a sus amigos que ya estaban en la puerta del apartamento—, os veo mañana en clases —los otros dos asintieron y se despidieron.

El pelirrojo recién llegado se sentó delante de padre e hijo, que esperaban impacientes por querer saber qué era lo que hacía ahí y esa cosa importante que tenía qué decir. Tomó con ambas manos la taza de té recién servida, antes de respirar hondo para empezar a hablar.

—Bueno… a tu hijo lo vi ayer en el hospital, por lo que eres amigo del mío, ¿no es así? —el mencionado asintió.

—¿Qué le pasa a tu hijo? —preguntó preocupado al haber oído la palabra hospital.

—Tiene leucemia… está en su fase inicial, por lo que me han recomendado mejor que se le realice un trasplante de médula —levantó su vista del poco té verde que le quedaba en su taza—, yo no soy compatible.

—Pero alguno de nosotros podemos serlo —interrumpió Kagami—, somos sus amigos, y estuvimos debatiendo querernos hacer las pruebas para saber si somos compatibles y donarle.

—El doctor me dijo que quiénes tienen una compatibilidad muy alta, aparte de los padres, suelen ser los hermanos.

—¿Hermanos? Hasta dónde sé Seijuro no tiene más hermanos —empezó a recordar, tratando de llegar a dónde el otro hombre quería.

—Sí lo tiene —susurró sin mirar a ninguno de los dos.

—¿Cómo? ¿Y quién o quiénes son? —Masaomi frunció sus labios, nervioso ante la revelación que iba a hacer.

—Me estoy refiriendo a tu hijo.

—¿Qué? —exclamaron padre e hijo abriendo los ojos con impresión—. Espera, ¿qué? Eso quiere decir que…

—Seijuro es tu hijo.

—¡Por favor, salvad a mi hijo! Os lo ruego.

Taiga y Tora se miraban entre sí, completamente sorprendidos, y desviaban la mirada al señor Akashi. No se esperaban para nada tal revelación.

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer :)

Bueno... el secreto de Masaomi salió a la luz... xD por eso quería poner que le pasaba eso a Akashi jejeje. No sé, me apetecía que fueran medio hermanos xD

La reacción de Seijuro se verá en otra ocasión xDDD

Y lo del nido de Kasamatsu, eso es que me me gustó esa escena en un manga omegaverse xD 

 


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