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MEMORIAS DE UN ASESINO por desire nemesis

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Notas del capitulo:

 

Se iba a meter en su futon cuando unos sonidos en su puerta le hicieron mirar. Sabía de quien se trataba pues no era ilógico que él estuviera ahí después de lo acontecido. La verdad es que había estado esperándolo todo ese tiempo pero ahora dudaba en lo que tenía que hacer.

39-La última noche

 

Se iba a meter en su futon cuando unos sonidos en su puerta le hicieron mirar. Sabía de quien se trataba pues no era ilógico que él estuviera ahí después de lo acontecido. La verdad es que había estado esperándolo todo ese tiempo pero ahora dudaba en lo que tenía que hacer.

 

Cuando el sonido se repitió decidió abrirle para decirle—Deja de hacer escándalo, los sirvientes van a oírte—

 

Quiero hablarte—dijo el alemán en su puerta con cara seria.

 

Es tarde—contestó el ojos negriazules.

 

Aun no, sé que podemos hablarlo aún—dijo Wilfred con cara preocupada.

 

Hablaba de la hora—contestó el otro—Ahora vete, yo…--puso la mano como para volver a cerrar la puerta corrediza pero una mano más grande se cerró sobre la suya, impidiéndoselo y después el mayor lo empujó con su cuerpo y después de introducirse volteó para cerrarla.

 

Seto lo miró hacer para luego reaccionar--¿Qué hace? Aunque me explique yo…--sus labios fueron sellados por los ajenos luego de que el otro volteara intempestivamente.

 

Los labios del Shmidt absorbiendo los suyos para luego migrar por su piel. Kaiba empujó su pecho y le dijo--¿Qué va a decirme que lo explique? ¿Durmió con mi hermano, cierto? Dormiste con él aun cuando prometiste…--

 

Wilfred detuvo la mano en su pecho con la suya, apretándola firmemente, sabía que la acusación era verdad pero aun así… su boca corrió con la velocidad de la luz a la del otro sabiendo que con eso lo convencería.

 

Fue una sorpresa que el otro lo rechazara vehementemente--¡Estoy esperando! ¿Acaso es divertido? ¿Por qué? Dime porqué lo estás haciendo. Aun cuando me prometiste…--

 

Wilfred no podía decirle. Tenía todas las ganas del mundo pero decirle era…

 

¿Por qué razón?—preguntó el muchacho con furia en el rostro.

 

El alemán no podía decirle.

 

¿Con cuantos has hecho lo mismo?—dijo el Kaiba lleno de desdén, furia y celos--¿Mi hermano lo sabe? ¿Con cuantos te acuestas actualmente? ¿Y en tu país? ¿Cuántos fueron allá? ¿Cuántos son aquí?—preguntó el ojiazulado implacable.

 

“¡Ninguno! Ikabe fue…” Wilfred pensó, pero como decirle que su hermano había sido el primero, que unos meses antes, en Alemania no se le hubiera ocurrido acostarse con otro hombre y mucho menos tener alguna clase de relación. ¿Cómo decirle que todo aquello era fruto de la mente de alguien más?

 

Sé que lo que dices es lógico pero no hay nadie más—dijo el rubio.

 

¿Y como puedo creerte?—preguntó el ojos azules.

 

Una mano se apoyo en el maxilar inferior del Kaiba mientras unos labios occidentales se acercaban despacio a los orientales—No puedo dejarte ir esta noche. No me pidas eso—dijo el mayor mientras sus labios delicadamente se posaban en los otros para luego alejarse unos milímetros—No estoy dispuesto a perder la última noche que tendremos juntos—añadió.

 

Lo hubieras pensado antes de acostrarte con mi hermano—dijo el furioso chico empujándolo y dando un paso atrás. En sus ojos ardía una cólera profunda pero también había un profundo dolor que lastimó el corazón encallecido de Wilfred Shmidt.

 

El Sturmbannführer exclamó—Ya sé que no puedes confiar en mí, pero cree en esto al menos, yo… nunca sentí esto… así por nadie—al ver que los ojos del otro seguían con ese velo de dolor y sospecha cruzó su mente el pensamiento de irse pero no podía, pues al otro día Seto se embarcaría y lo perdería para siempre. Lo enfrentó con la dureza de todo un militar—Di que no sientes nada por mí y entonces me iré. Mañana te casarás. ¿No es cierto? ¿Y estás pidiéndome exclusividad? Eso es irónico—

 

¡Sabes que eso es diferente!—exclamó el japonés—Esto es mi deber. Mis padres han empeñado su palabra. Es como un regalo de despedida para ellos—

 

Esas palabras golpeaban cada vez mas duro. Wilfred sabía que todo eso se trataba de deber y honor, que nada tenía que reprochar y sin embargo.

 

¿Es que no lo entiendes? No me importa nada más. Quiero estar contigo esta noche—dijo el melado adelantando un paso hacia él.

 

¿Y crees que yo no quería? ¿Acaso en verdad pensaste que fui a ese lugar buscando a mi hermano? Quería verte. ¿Y como te encuentro? Saliendo de la cama con él. ¿Acaso eso te parece justo? ¿Crees que ahora puedo mirarte sin recordarlo?—preguntó el menor con repudio y dolor.

 

La mirada de Wilfred se desvió por un momento y luego volvió a enfocarla en Seto, detrás de todo ese disgusto se percibía muy vivo el dolor. De pronto se acercó y mientras sus labios acariciaban los del otro le dijo—Entonces cierra los ojos y olvida todo conmigo—luego le besó apasionadamente.

 

No había forma de que Seto no quisiera pasar la noche con él y con su ardiente beso el ojos azules se dio por vencido al fin. Su boca era un fuego y su cuerpo magma. Sus cuerpos comenzaron a rozarse por la ingle mientras el cuerpo del menor era recostado en el futon abierto.

 

No necesitamos decir nada más esta noche. No quiero pelear más, no quiero que digamos más cosas hirientes—dijo el melado—Mañana vas a casarte aunque no quiera pensar en ello pero lo peor es que te irás y no regresarás a mis brazos—

 

Esas palabras aquietaron el corazón nervioso de Seto quien repentinamente tomó las riendas y volteó la posición de ambos—Sí vas a ser mío esta noche, y voy a hacer que jamás logres olvidarla—

 

Esa noche las bocas de ambos recorrieron cada centímetro de la piel del otro. Wilfred empujó a Seto más adelante luego de darle unos besos y recorrió con sus labios el abdomen del otro hasta llegar a cierta parte que succionó y masajeó a placer hasta que el joven se vino pero para su sorpresa el otro hizo lo mismo y luego se subió a él.

 

Cada vez que Seto embestía a Wilfred sentía que se ahogaba en un calido mar que engullía todo su ser, sentía que por entero se metía en las profundidades de ese mar llamado Wilfred.

 

Pero como estaban en una casa con actividad nocturna el militar estaba restringiendo sus sonidos así que después de un rato el ojos negroazulados le dijo al oído mientras fornicaban—¡Deja ir tu voz!—

 

Pe…ro… los sirvientes—

 

Ellos no dirán nada aun si escuchan y si lo dicen… ¿Qué importa? Para mañana me habré ido y que no pueda escucharte esta noche es lo más cruel que puedes hacerme, senpai—dijo Seto usando un honorífico que nunca había usado antes y que de alguna manera hizo estremecer al alemán que de inmediato corrió a sus labios ahogando un poco sus fuertes gemidos dentro de la boca del joven que enfebreció sus embestidas.

 

Esa noche fue una que no olvidarían, hubo tanta entrega y pasión como no la demostraran antes y entonces la mañana llegó y Wilfred se fue luego de besar la frente del mediocastaño para entrar en su habitación y fingir haber dormido allí.

 

Cuando volvió a verlo esa mañana vestía la vestimenta negra del matrimonio shintoista. Solo se vieron a los ojos una vez durante el banquete y luego sus miradas se mantuvieron separadas. No había más nada que agregar. Todo se había transmitido el día antes.

Notas finales:

Mucho gusto en dejarles algo

espero les guste

XD


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