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Esquemas del Corazón por AniBecker

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Notas del capitulo:

Después de unos meses, aquí traigo por fin la actualización, espero guste. 

Capítulo V

Nijimura, después de terminar su jornada en la universidad, se dirigió hasta la casa de su hijo, con el que comería el día de hoy. Liam, que también había terminado su trabajo, lo estaba esperando.

—¿Qué tal tu día? —preguntó dirigiéndose hacia la mesa, que estaba la comida servida.

—Bien, algo cansado. ¿Y el tuyo?

—También bien —se sentaron a comer, y durante unos minutos, se mantuvieron en silencio—. Te noto raro, ¿pasó algo?

—No me pasa nada —respondió comiendo lo que le quedaba en el plato.

—Pues pareciera que sí. ¿Me lo vas a contar? —insistió Liam, recogiendo los platos utilizados.

—Cuando venía de la fiesta el otro día, me encontré a un antiguo compañero.

—¿Y qué tiene de malo?

—Nada —suspiró—, sólo que hoy quedé con él para ir a su casa —el pelinegro, que iba dirección a la cocina, se paró para mirarlo.

—¿Quedaste con él? Vaya, ¿y cómo que vas a ir a su casa? Qué rápido todo —se burló, sin mala intención.

—Niño, no pienses cosas que no son —dijo avergonzado—, sólo iré porque él tiene una niña de ocho años, parece que le caigo bien a la pequeña.

—Eso es bueno, a la hija ya te la tienes ganada.

—No digas tonterías, ni que quisiera algo con él.

—¿No quisieras?

—No, no quisiera —desvió la mirada—, además, en el hipotético caso, no tendría nada qué hacer, tiene una hija con una mujer.

—¿Y? ¿Qué tiene que ver eso?

—Pues que no le gustan los hombres.

—¿Y tú qué sabes? A lo mejor sí. ¿Ves cómo sí quisieras algo con él?

—¡Que no quiero nada con él! —levantó la voz nervioso—. No quiero nada con nadie.

—Con nadie… —suspiró—. Lo primero que tienes que hacer es pasar página de una vez, y buscar a alguien con quién de verdad quieras.

—Claro, buscar a alguien, cómo si fuera tan fácil. Lo dice un niñito que piensa que la vida es fácil.

—No soy un niñito, y mejor dejemos esta conversación porque no tengo ganas de que me ataques —respondió molesto a su padre.

—Hijo, perdona, ya sé que sólo quieres ayudar y animar, pero todo no es tan sencillo cómo parece. Y mejor me marcho ya, sino llegaré tarde.

—Que te vaya bien, y deja de ser tan cerrado, aprovecha cualquier oportunidad —iba a decirle algo, pero prefirió despedirse de él con la mano.

.

Se encontraba nervioso, y no sabía por qué, sólo iba a visitar a un antiguo compañero, ya que su hija así quería, no había más.

Suspiró cuándo se vi en frente del edificio dónde vivía el peli gris, y después se adentró en él, llegando hasta la puerta indicada. No esperó mucho, cuándo se abrió.

—Hola, ¿te cotó mucho llegar hasta aquí? —preguntó dejándolo pasar.

—No, no te preocupes, no me resultó difícil. Bonito apartamento —dijo observando la estancia.

—Gracias, y gracias por venir, siéntate, voy a buscar a Tsubaki —al poco, la niña llegó corriendo hacia él, feliz de verlo ahí.

—¡Nijimura-san! —exclamó abrazándolo—. Gracias por venir, ven, tengo muchas cosas que quiero enseñarte.

—Hey, mocosa, espera un momento, no ha hecho nada más llegar y ya lo secuestras así de rápido —protestó Haizaki.

—Papi, él vino a verme a mí —se cruzó de brazos la pequeña—, no a ti.

—Pero lo estarás incomodando.

—No te preocupes, no me incomoda —sonrió el Nijimura, extendiéndola la mano a la niña para que la tomara—, ¿vamos y me enseñas todo eso que quieres mostrarme?

—¡Sí, vamos!

Estuvieron un buen rato en la habitación de Tsubaki, quién le mostró su infinidad de juguetes, entre peluches, muñecas y libros de cuentos. Después, salieron nuevamente a la sala, dónde los tres merendaron y la niña los obligó a ver una película infantil.

—Se quedó durmiendo —habló el pelinegro, agachando su rostro para ver dormir plácidamente a la peli gris, recargada en él.

—Mejor la llevaré a su cama —la cogió con delicadeza y la cargó hasta su habitación—. Luego se despertará en la noche y no me dejará dormir.

—Perdón, no debí haberla cansado tanto, te traerá problemas después.

—Tranquilo, más bien debería disculparme yo contigo, porque has tenido que aguantarla toda la tarde —preparó té y le ofreció una taza, sentándose en el sofá junto a él.

—Para nada, es encantadora, está llena de energía y contagia su sonrisa con mucha facilidad.

—También agota mucho —le sonrió, sin tampoco saber qué más hablar.

Haizaki soltó su taza de te vacía sobre la mesa de cristal, y se recargó en el respaldo del oscuro sofá.

—Bueno, ya pasé en su tiempo por eso, te puedo asegurar que Liam cuándo era pequeño, era un completo diablillo, no podía quitarle la vista de encima ni un segundo sin que hiciera alguna trastada.

—Me imagino que fue difícil la situación, de criarlo solo, puedo hacerme una idea —murmuró, intentando no herir al otro.

—Lo fue, aunque mi familia me apoyó en todo. También tuvo que ser difícil para ti, enterarte de la noche a la mañana que eres padre y te tienes que hacer cargo solo.

—Estás en lo cierto, pero ella es sólo mía, porque no tiene madre ni le hace falta una mujer como esa en su vida.

Nuevamente hubo un silencio incómodo, que acabó con el peli gris demasiado cerca de Nijimura, hasta acabar rozando tímidamente los labios ajenos, intensificándose poco a poco. Posó su mano en la pierna del otro, para subirla lentamente y colarla por debajo de la camiseta en una caricia.

El mayor, al volver a conectar su cerebro a la realidad, se separó rápidamente de él, levantándose.

—¿Qué crees que haces? ¿Te parece divertido?

—¿Divertido? ¿Qué quieres decir?

—¿Te entró la curiosidad de estar con otro hombre y quisiste probar o qué? Pues yo no soy tu conejillo de pruebas —le gritó, molesto.

—¡Por supuesto que no! Claro que no es por curiosidad, ni por querer probar —Nijimura se dispuso a ir hasta la puerta, para marcharse, pero Haizaki lo sujetó de la mano, evitando que se fuera—. ¡Espera! Perdona, no quería ofenderte, pero de verdad que no lo he hecho con malas intenciones.

—Ah, no, ¿y entonces?

—Me gustas, siempre me has gustado, siempre me has atraído —confesó, tirando de su brazo para acercarlo a él nuevamente.

—¿Perdona? Deja de decir tonterías, que ya somos mayorcitos para experimentos y juegos, ¿no crees?

—Te estoy diciendo la verdad, no son experimentos, de verdad que me siempre me has gustado —posó su mano en su mejilla.

—No es así, tú estás confundido —subió su mano, para ponerla sobre la de él—, a ti siempre te han gustado las mujeres, por eso tienes una hija con una.

—Con una valiente desgraciada que abandonó a su hija, si es que se le puede llamar mujer. Y sí, quizá sea cierto, no me gusten los hombres, sólo tú, que es muy diferente.

—No es diferente, es igual. Puedes encontrar una mujer con la que rehacer tu vida, una mujer que pueda ser una madre para Tsubaki.

—También puedes serlo tú —el pelinegro negó, intentando poner una sonrisa forzada.

—Eso no puede ser, te recuerdo que yo tengo un hijo con otro hombre.

—¿Y qué con eso? A mí no me importa, si es lo que piensas. A no ser que lo que me quieras decir, es que quisieras volver con el padre de tu hijo.

—Claro que no quiero —se soltó del agarre ajeno—, no me vayas a salir ahora con celos.

—¿Sigues sintiendo algo por él? Dímelo, es eso, ¿verdad? Aún lo amas y quieres encontrar una oportunidad de volver con él.

—No tengo por qué responderte a eso.

—Con esa respuesta me estás dando a entender que sí sigues sintiendo algo por él.

—Sintiera o no algo, no tendría nada qué hacer, porque él tiene su familia —susurró, desviando la mirada.

—Por eso mismo, tienes que pensar en ti y rehacer tu vida con otro, no te mereces estar siempre solo, ¿verdad? Date la oportunidad de ser feliz, dámela a mí.

—Lo siento… pienso que es mejor dejar todo cómo está… Será mejor que me vaya, despídeme de Tsubaki, y gracias por haberme invitado a tu casa —sin dejar que el otro se despidiera, salió del apartamento.

.

A la hora acortada, Kousuke llamó al apartamento de Liam, quién lo recibió.

—¡Hola! —saludó con energía—, ¿nos vamos?

—¿A dónde tienes pensado ir?

—Pues se me había ocurrido ir a la playa, ¿qué me dices?

—¿A la playa? Veo mejor ir otro día, y aprovechar el día entero, ¿no? Entre que vamos, con la hora que es… —dijo, mirando su reloj.

—Tienes razón, la verdad que no pensé en eso. Entonces, ¿te parece ir al centro comercial?

—Esa opción la veo mejor —le sonrió, cogiendo las llaves y cerrando la puerta detrás del pelirrojo.

Cerca del centro comercial, conectado con éste, se encontraba un acuario, en el que no dudaron en entrar. Liam nunca había estado en un acuario, por lo que le gustó mucho la idea de ir, pasándoselo muy bien.

Después, pasaron por algunas tiendas, hasta terminar tomándose un buen helado en la terraza de una cafetería.

Mientras se paraban en alguna tienda, o en algún lugar, incluso alguna que otra vez mientras caminaban, Kousuke no perdía el tiempo en sujetar al pelinegro de la espalda y en más de una ocasión, en bajar su mano hasta la cintura, cosa que, o a Liam no le importaba, o no se daba cuenta de esas intenciones.

Al terminar la salida, Kousuke lo acompañó hasta su casa, dónde en la puerta, se quiso despedir de él con un beso, que no fue rechazado.

—¿Puedo pasar? —preguntó entre besos, a lo que Liam sólo atinó a asentir, sin separase de los labios ajenos.

Unas manos fueron hasta la cintura, aferrándola levemente pero atrayéndola, las otras rodearon el cuello, caminando lentamente sin deshacer el contacto hasta sentir detrás de la espalda la fría pared.

Las manos que se mantenían en la cintura, se empezaron a mover con un rumbo fijo,  explorar cada centímetro de piel bajo la camiseta, que estaba empezando a estorbar. La empezó a levantar poco a poco, con intención de quitarla del camino y alejarla de la piel ajena y dejarla expuesta.

Los labios fueron abandonados para hacer un recorrido descendiente por la blanca piel del cuello, y seguir bajando para besar todo a su paso.

—Espera… Kagami-kun, espera, aquí no, por favor —habló, al darse cuenta que había levantado ambas piernas para que las enrollara en su cintura.

—Como quieras —susurró sobre sus labios, sujetándolo con más fuerza para poder caminar con él en brazos.

Entró en la primera habitación con la que se encontró, que para su suerte, vio que se trataba de la que ocupaba el pelinegro. Con suavidad, lo soltó en la cama, para después, deshacerse él de su propia camiseta.

Lo mismo que con la parte superior, la ropa inferior también estaba empezando a ser un estorbo, por lo que rápidamente, las de ambos, quedaron lejos del alcance por el momento. Con ello, las caricias se empezaron a intensificar, sintiendo cómo con el simple tacto, pareciera que quemaran, mandando pequeñas corrientes de placer por todo el cuerpo.

Los suspiros agitados y los leves gemidos, hicieron acto de presencia en cuanto ambas erecciones se rozaron sobre la tela de la ropa interior, mientras se besaban arduamente. Kousuke retiró dicha tela, para dejar expuesta la erección contraria que no tardó en ser atacada por la húmeda lengua del pelirrojo.

Dentro del delirio, Liam sintió cómo un dedo se colaba en su interior, haciendo que se estremeciera por la molestia. Cuando sintió que entraba y salía con facilidad, probó a insertar otro más, y así con un tercero más.

Ante tal placer de sentir atención en su erección y la penetración de esos falanges, Liam no pudo evitar venirse en la boca del pelirrojo, cosa que intentó evitar avisándole de que se separara de él, sin hacerle caso.

Aprovechando el líquido viscoso, embadurnó con él su miembro, para que no sea tan doloroso para el pelinegro, pero antes de que solamente rozara su entrada, el otro lo paró.

—Espera, espera —obedeció, pensando que sería su primera vez y aún no estaba mentalizado, pero Liam se apoyó sobre sus codos, para medio incorporarse en la cama y alargar una mano a la mesita de al lado—, póntelo, por favor.

—¿En serio? No se sentirá igual…

—Sólo son excusas, no quiero consecuencias —el pelirrojo abrió los ojos.

—¿Eres doncel?

—Claro que sí, y seguro que no querrás tener una sorpresa en unos meses, porque yo no.

—Está bien, aún es pronto, ya tendremos tiempo de formar una familia —lo besó, después de ponerse la protección.

—¿Qué? —se sorprendió, por supuesto que hablar justamente en ese momento de eso, no le apetecía, pero su mente dejó de pensar al sentirse penetrado.

—Tranquilo, no me moveré hasta que te acostumbres —le dijo besando su frente, ante la mueca de dolor que el más bajo puso.

—Puedes moverte ya, en serio —recibió un tierno beso antes de sentir cómo se movía lentamente—, Kagami-kun…

—No me llames por mi apellido, llámame por mi nombre.

La pequeña molestia que sentía fue desapareciendo con el paso de los minutos, en el que sólo oía cómo su corazón no paraba de latir agitado, mientras jadeaba en la oreja del pelirrojo su nombre sin parar, con las mejillas teñidas de color carmín, y los ojos vidriosos y entrecerrados por el placer.

No pasó mucho tiempo en el que, abandonados por el placer, llegaron a la cima gimiendo el nombre del otro entre los labios ajenos, para quedarse por unos segundos mirándose y acariciándose, disfrutando el reciente placer que aún no abandonaba sus cuerpos.

Sólo el sonido insistente del timbre, los hizo volver a la realidad. Se separaron y, mientras Kousuke se colocaba su ropa, Liam se puso una de sus camisetas que le quedaban un poco largas, para atender la puerta.

Su sorpresa fue mayúscula cuando vio a su padre en la puerta.

—¿Qué pasa, qué hacías que no abrías? ¿Ya estabas durmiendo?

—Eh… bueno, no… —su nerviosismo aumentó cuándo Kousuke salió de la habitación.

—Esto… yo mejor me marcho, mañana hablamos, buenas noches, Nijimura-san —se despidió con rapidez al ver al padre de Liam en el apartamento.

—Ah, ya veo por qué tardabas tanto en abrir, estarías bien entretenido. Al menos habrás sido precavido, ¿no?

—Sí, eso lo sé de sobra, tranquilo. ¿Qué haces aquí?

—¿Me lo preguntas por querer saber o porque te interrumpí y quieres evadir preguntas?

—Más bien porque has estado aquí este al medio día y por la hora que es —se sentó en frente de él, en el sofá—, ¿tiene algo que ver por haber visitado hoy a tu amigo?

—Bueno, en verdad no me apetecía llegar a mi casa.

—¿Qué pasó con él?

—No pasó nada, ¿tendría que pasar? —al haber estado siempre ellos dos, ser de la misma condición de doncel, tener las mismas preferencias sexuales y que se llevaban sólo una diferencia de apenas veintitrés años de diferencia, se llevaban demasiado bien y se contaban sus problemas aún siendo padre e hijo.

—Pues algo pasó, porque sino no estarías aquí, a esta hora en mi casa. ¿Me lo vas a contar?

—Está bien —suspiró—, me besó y me confesó que siempre le había atraído, es surrealista —dijo inclinándose hacia atrás para apoyarse en el respaldo del sofá.

—¿En serio? ¿Y qué tiene eso de malo? Más bien debería ser genial, ¿no? —preguntó, desconcertado.

—Tiene todo de malo. Seguro que sólo está confuso, o quiere experimentar salir con un hombre, porque él es hetero.

—¿Y eso cómo lo sabes?

—Tiene una hija con una mujer, ¿te parece poco?

—No me refiero a eso, sino a que quiere experimentar. Eso es una tontería, más bien lo que te pasa es que tienes miedo.

—¿Miedo? ¿Miedo de qué?

—De querer, de pensar que podría pasar lo mismo que en el pasado o que no saliera bien la relación. Por favor, olvida de una vez lo que pasó con mi padre y ve de una vez que te mereces ser feliz, yo vería bien que te dieras una oportunidad con él —confesó, mirándolo fijamente.

—No es tan sencillo, nada suele salir bien.

—Si no lo intentas, nunca lo sabrás. Y eso no siempre es así, que haya ocurrido una vez, no tiene por qué ocurrir de nuevo.

Nijimura soltó un sonoro suspiro, le estaba empezando a doler la cabeza con todo ese asunto. Sin decir nada, se levantó y fue hasta la cocina, para preparar un poco de té, después, le ofreció una taza a su hijo y se volvió a sentar para seguir conversando.

—¿Desde cuándo conoces a ese hombre?

—Desde la secundaria, estaba en el club de baloncesto también.

—¿Entonces estaba en la fiesta? ¿Quién era?

—No estaba, digamos que la relación de los demás y la de él nunca fue buena. En verdad siempre traía problemas y se saltaba los entrenamientos y los partidos, la mayoría de las veces me peleaba con él por sus irresponsabilidades.

—¿Por qué no quieres intentar nada con él?

—Liam, volvemos a la conversación de esta mañana, porque no quiero, ¿a la fuerza tengo que estar con alguien?

—No, claro que no, pero es que lo único que pareciera que haces, es huir. Huir del amor y pensar que nunca serás feliz.

—Por favor, dejemos este tema, la verdad que ya cansa un poco tanta insistencia. En vez de insistirme tanto, dime qué tipo de relación te traes con ese chico.

—Cómo te gusta evadirte —se quejó, pero suspiró, su padre no cambiaría—. Y bueno, la verdad que relación… salimos el día de hoy y bueno, pasó…

—¿Tienes intención de una relación con él?

—Bueno, si se da la relación, pues sí, se ve un buen chico e interesante —confesó, algo ruborizado.

—Sólo no te dejes jugar y no te busques problemas.

—Tranquilo, lo sé —le sonrió.

.

A la mañana siguiente, volvió a hablar con Aimi, buscando seguir acercándose a ella para saber más cosas sobre su hermana, cosa que ella, encantada.

Una vez terminó su trabajo, recibió una llamada de Kousuke, diciéndole si hoy se podían ver en la tarde, él tenía un partido con el equipo de su universidad y quería que Liam le fuera a ver jugar.

El pelinegro aceptó, y a la hora acordada, fue hasta el pabellón para ver el partido que jugaría Kousuke, tenía intriga de ver cómo jugaba y si era tan bueno cómo los rumores de que su padre lo era en su tiempo.

Le preguntó a Aimi si quería acompañarlo, y ella por supuesto le dio una afirmativa, ya que de todas formas iría a ver a sus amigos.

Cuando se dirigía hacia las gradas junto a su hermana, una voz a sus espaldas lo paró, sorprendiéndose de quién se trataba.

—Eh, Nijimura, tengo que hablar contigo un momento.

—¿Qué formas son esas de hablar sin respeto? 

—Dai-chan, ¿qué te ocurre, por qué le hablas así a Liam-kun?

—Aimi, déjame hablar con él un momento, por favor.

—Pero Daisuke, ¿qué pasa? —volvió a preguntar la chica, preocupada.

—No pasa nada, sólo quiero hablar con él.

—No te preocupes —le sonrió Liam—, ahora te veo, ve cogiendo un buen sitio, no tardaré.

—Está bien —se marchó, no muy convencida.

—¿Qué quieres hablar conmigo?

—Te vuelvo a decir qué es lo que te traes con Aimi, sé que estás jugando con ella.

—¿Qué te hace pensar en la estupidez de que estoy jugando con ella? —se cruzó de brazos, molesto por la actitud del peli azul.

—Ayer te vi, con Kagami, y te sigo viendo quedando con ella, cómo si nada. Eres un enfermo que te gusta estar con tíos mientras juegas con una pobre chica inocente.

—Eh, párate ahí, no te permito hablarme así —se molestó—, primero, lo que haga con mi vida no debe ser de tu incumbencia, y si salgo o no con Kousuke-kun, es mi problema, no el tuyo. Y yo no juego con Aimi, porque yo no la veo como una posible pareja o conquista, entre ella y yo, nunca puede pasar nada más que amistad.

—Sí, ya, y yo voy y me lo creo. A ella se le ve que le gustas, y tú te estás aprovechando de ello.

—Si fuera así, eso es un tema que tendría que hablar yo con ella, no contigo. Ella sabe que yo no tendría nada con ella. Sólo quiero saber de su vida, estar cerca de ella.

—¿Por qué quieres saber sobre su vida si no es porque quieres algo con ella? ¡habla! —lo cogió del cuello de su suéter—, eres un marica de mierda que no sabes qué es lo que quieres en la vida.

El empujón y el puñetazo que se llevó posterior hizo que acabara sentado en el suelo.

—Al decirme marica de mierda, primero, piensa que estás insultando también a tus padres, y a todos tus tíos. Segundo, no te voy a consentir ni que me insultes, ni faltes al respeto. Y tercero, deja de meterte en tu vida.

—¡Sólo sabes hablar, pero sé que sólo quieres jugar con ella! Y eso, no te lo voy a permitir, sólo quiero que te alejes de Aimi.

—No me voy a alejar sólo porque tú estés celoso y pienses que te puedo quitar la oportunidad —nuevamente, molesto, el moreno lo sujetó del cuello y lo estrelló contra la pared.

—No son mis celos, Aimi es muy importante para mí y no voy a consentir que juegues con ella, porque no me creo eso de que sólo quieres saber de su vida. ¿Para qué quieres saber de su vida!

—Que me sueltes, joder, maldito mocoso. ¡Entiende que nunca podré estar con ella, nunca!

—¿Y eso por qué! —le contestó, del mismo modo, gritando.

—¡Porque es mi hermana, joder, es mi hermana! —el agarre de su sudadera, se soltó de golpe.

—¿Cómo que eres su hermano? ¿De qué mierdas hablas?

—Aimi y yo somos hermanos, sólo acercarme a ella de ese modo, pero sin que ella sepa que es mi hermana, nunca tendría nada con ella, entiéndelo —un sonido de un vaso de refresco golpeando el suelo hizo que se giraran hacia ese lugar, quedándose estáticos.

—¿Qué? ¿Cómo que somos hermanos? —los orbes grises de Aimi junto a los de Liam, temblaban sin parar por tal revelación—. ¿De qué estás hablando?

Liam sabía que acababa de desatar el desastre, no sólo para él, sino para todas las personas implicadas en ese asunto, que debería haber seguido siendo un secreto, y no contado a voces, menos de esa manera.

 

 

 

 

Notas finales:

Perdón por el intento de lemon, aún soy nefasta narrándolo, prometo mejorar... 

Gracias por leer :)


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