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Tres hombres y dos bebés por zandaleesol

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Título: Tres hombres y dos bebés

Pareja: Harry/Severus

Disclaimer: Los personajes pertenecen a J.K. Rowling., no percibo beneficio económico por esto.

Advertencias: AU. Mpreg. Chan. Contenido Hetero.


Capítulo 4.


La conversación, las impresiones y sorpresas de la noche otra vez habían conseguido que Harry y Ron se despertaran tarde esa mañana. Cuando Ron abrió los ojos trabajosamente y casi con flojera miró el reloj de su mesa de noche, se incorporó en la cama de golpe. Otra vez se retrasaba y esa mañana la primera clase del día era con Snape, que no era benevolente con los retrasados como el profesor Potter. Pero su preocupación por el profesor de Pociones, no era nada comparada con la idea de que se quedaría sin desayuno otra vez, mucho menos ahora que se había enterado del lío que se traía con Harry. Descorrió los doseles de su cama y comprobó que Harry tampoco se había levantado. Bajó de la cama y de inmediato fue a despertar a su amigo.


El muchacho moreno se removió pesadamente, pero no abrió los ojos. Ron procedió a sacudirlo, más suavemente de lo que hubiese hecho de no saber que esperaba un bebé.


-Harry, por favor despierta de una vez… es tarde y no quiero pasar del desayuno otra vez, tú tampoco debes hacerlo, tu bebé no puede pasar hambre.


Esas fueron las «palabras mágicas». Harry se incorporó en la cama medio alarmado.


-Los demás ya se fueron.

-Hmm… menos mal -dijo Harry dando un largo bostezo -. Últimamente tengo mucho sueño. Dijo el sanador de San Mungo que era normal en mi estado.

-Puedes ocupar el baño primero, supongo que ahora prefieres la privacidad -respondió Ron mientras buscaba su uniforme.

-No te apures Ron. No me da pudor aún, no se me nota nada ya después no podré mostrarme ante nadie… bueno a excepción de Severus.


Ron arrugó el ceño. La sola idea de imaginar a su amigo desnudo frente al temible «murciélago» le horrorizaba. Aún estaba impactado tras la revelación. Le había costado dormirse debido a que su cerebro pensaba una y otra vez en cómo sería que su amigo terminó amando al Snape. Y más aún, como el «murciélago» llegó a corresponderle cuando siempre le había tenido inquina debido a que desde hacía años Harry tenía a Slytherin sin ganar la Copa del Quiddich.


-Bueno si a ti no te incomoda a mí tampoco. Mejor, así ahorramos tiempo, tengo mucha hambre -respondió Ron mientras tomaba una toalla y se iba al baño.


Harry le imitó un segundo después.


No habían tardado más que un par de minutos en ducharse y ahora estaban terminando de ponerse el uniforme cuando la puerta del cuarto medio se abrió y se coló la voz de Hermione al interior.


-¿Están presentables? -preguntó la chica castaña.

-Yo sí, pero Harry aún está con su partes privadas al aire -mintió Ron.

-Mentira... Hermy puedes entrar ya estoy vestido.


La puerta se abrió un poco más y con cierta precaución Hermione asomó la cabeza. Al ver que Harry ataba los cordones de sus zapatos, la chica miró con enojo a Ron.


-Ron… Tan divertido como siempre -refunfuñó la muchacha.


Ron soltó una risilla traviesa.


-También te quedaste dormida -apuntó Harry.

-Sí, últimamente duermo más de la cuenta. Dijo madame Pomfrey…

-Que era normal en tu estado -concluyó la frase Ron -. Harry ha dicho que lo mismo le advirtió el sanador.


Hermione le sonrió a Harry y éste le devolvió la sonrisa. Ron puso los ojos en blanco.


-Voy a tener que embarazar a Lavander para estar a tono con ustedes.

-¡Ni se te ocurra! -exclamaron Hermione y Harry al mismo tiempo.


Ron los miró con asombro primero, luego arrugó el ceño.


-¿A caso no puedo ser irresponsable también? -contestó el pelirrojo.

-No Ron, no puedes -respondió Hermione -. Piensa en tus pobres padres.

-¿Y qué me dices de los tuyos? -preguntó Ron.

-Es diferente, es cierto que estarán algo decepcionados, pero aun así son más compresivos que los tuyos.

-Hermy dice la verdad Ron, si embarazaras a Lavander tu madre te mataría a Crucios.

-Y por otra parte -agregó Hermione -, tu novia no parece ser el tipo de chica que permita que su novio se sobrepase, de seguro que esperará a que te cases primero.


Esa fue la parte que menos le gustó a Ron, porque era totalmente cierto y dejaba en evidencia que él aún, a diferencia de sus dos amigos, era virgen, Lavender era su primera novia.


-Vamos a desayunar de una vez -fue toda la respuesta del pelirrojo.


Harry no dijo nada, sólo miró a Hermione de modo cómplice.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Por fin el trío llegó al vestíbulo, sólo tenían veinte minutos para desayunar antes de su primera clase. Entraron al Gran Comedor con prisa y mientras buscaban espacio en la mesa de Gryffindor se dieron cuenta de que todas las miradas, incluyendo las de los alumnos de las otras Casas se posaban de forma insistente sobre ellos. Intercambiaron una mirada de extrañeza.


-¿Es impresión mía o todos nos están observando? -preguntó Ron mirando en derredor -. Esta no es la primera vez que llegamos retrasados a desayunar.

-Algo sucede Hermy -le susurró Harry a su amiga -. Mira la mesa de profesores, también nos observan.

-Es cierto -respondió Hermione en el mismo tono. Con temor y vergüenza comprobó que las miradas de McGonagall y especialmente de James estaban clavadas en ella y Harry.


El corazón le dio un vuelco. Estaba casi segura de que la enfermera de la escuela ya había informado a la jefa de su casa del embarazo. McGonagall la observaba con severidad, pero no sólo a ella, sino también a Harry. En su caso lo comprendía, pero del estado de Harry nadie sabía aún, sólo Ron y ella. Era muy extraño.


Además la mirada que le había enviado James fue tan elocuente que no dudaba de que ya sabía y por supuesto tenía muy claro quién era el padre de su bebé. Hubiera querido decírselo ella misma tras la ceremonia de graduación, nunca tuvo la intención de ocultárselo y mucho menos negarle al bebé, era lo bastante madura como para no mezclar los asuntos de pareja con los de padres.


Pero ya no había remedio. James lo sabía, también McGonagall, y por ende muy pronto se enteraría el director y llamaría a sus padres. Estaba en un buen lio. Pero también mientras apartaba su mirada de la mesa de profesores finalmente para sentarse junto a Harry, notó que todos sus compañeros de mesa la observaban, sobre todo las chicas e intercambiaban palabras sigilosas entre ellas. ¿Qué demonios estaba pasando? Se preguntó la chica.


-Algo muy raro sucede -dijo Ron - ¿Por qué todos nos observan?


Hermione se iluminó. Volvió su rostro hacia la mesa de profesores otra vez. En ese momento veía a McGonagall hablarle a James y parecía muy molesta. El padre de Harry por su parte no dejaba de observarla mientras escuchaba las palabras de la profesora.


-Por Dios, Harry, creo ya todos lo saben -gimió Hermione nerviosa.


El chico volvió el rostro con brusquedad hacia su amiga.


-¿De qué hablas? -preguntó con nerviosismo el muchacho.

-Por eso todos me miran, Dios, pero cómo. No puedo creer que madame Pomfrey haya esparcido la noticia por toda la escuela.

-Hablas de… eso…

-Sí Harry, todos me miran… -la chica apenas se atrevía a levantar la vista, quería hacerlo para buscar a Ginny con los ojos y comprobar que sus temores eran fundados.

-Pero no eres la única, yo diría que nos miran a los dos… por qué será.


En ese momento Ginny se levantaba de su puesto y se acercaba hasta sus amigos y hermano.


-Ginny, ¿sabes qué sucede? ¿Por qué todos miran a Hermione y también a Harry? -preguntó en un susurró el pelirrojo.

-Chicos esto es muy malo -sentenció la chica pelirroja -. Todos están hablando de que Hermione espera un bebé y que el padre eres tú, Harry.

-¡Qué!-exclamó Harry con tono de voz tan elevado que todo el comedor se hundió en un repentino silencio.


Harry lamentó no haber controlado mejor la sorpresa que le causaba ser señalado como el padre del bebé de Hermione.


-¿De dónde han sacado eso Ginny? -preguntó Harry nervioso, le preocupaba terriblemente que tal rumor llegara a oídos de Severus, otra vez miró con más detención la mesa de profesores, ahora todos los ojos se clavaban en él, inclusive los del director. Pero recién cayó en cuenta de que Severus no estaba presente en el desayuno esa mañana. Su estómago se retorció, tal vez ya había oído el rumor y ahora estaba atrincherado en su despacho odiándolo con toda su alma.

-Por Merlín, Ginny ya suéltalo de una vez -pidió Ron nervioso a su hermana.

-Ronny -habló la chica con cierto tono mordaz -, tu noviecita desde ayer está diciendo a todos que Hermione está embarazada y que el padre del bebé es Harry. Ella y Padma, oyeron a McGonagall y a la enfermera hablando de eso.


Hermione se tapó la cara con ambas manos.


Harry parecía petrificado en su asiento. Rogaba a todo lo existente porque la ausencia de Severus no se relacionara con todo eso.


Ron enrojeció, pero a causa del enojo. Se levantó de golpe de la mesa y buscó con la vista a Lavender, que no estaba muy lejos, pero aun así Ron le gritó de tal modo que todos se asustaron.


-¡Lavander! ¿Cómo pudiste hacerlo? Eres una grandísima chismosa -gritó el pelirrojo a todo pulmón.


Harry miró asustado a su amigo. Pocas veces le había visto tan furioso como ahora. Volvió el rostro hacia le mesa de profesores. McGonagall se levantó muy enojada, pero era su padre quien dejaba su asiento con prisa, para acercarse a la mesa de Gryffindor.


El impacto de James fue grande cuando al llegar a la mesa con los demás profesores esa mañana la sub directora le informó de que su hijo había embarazado a su mejor amiga, Hermione Granger y, que por lo tanto él sería abuelo. Se quedó sin palabras. McGonagall le dio todos los detalles de lo sucedido con Hermione Granger la mañana anterior. Entonces pudo comprender el motivo por el cual la chica no llegó a clase de Defensa. Por ese motivo Harry y Ron llegaron tan retrasados. Era la razón por la que su hijo estuvo tan extraño durante la clase, en otro mundo. Pero era claro que Hermione no le había dicho la verdad, sino Harry le hubiese reclamado y con justa razón.


Finalmente llegó hasta donde estaban los chicos. Puso su mano en el hombro de Ron para intentar calmarlo.


-Ron, cálmate por favor -pidió James.


El muchacho pelirrojo recién se percató de la presencia de James. El verlo le hizo enfurecer más.


-¿Usted? -dijo Ron mirándole fuera de sí -. No tiene derecho a…


Harry reaccionó al instante. Ron estaba a punto de empeorar la situación.


-Ron cállate -ordenó Harry con tono duro -. Le estás hablando a mí padre… no lo olvides.


Tras esa exhortación tan elocuente Ron pareció bajar la guardia. Dio una mirada en derredor y comprendió que había agravado la situación. Sin decir palabra se sentó muy avergonzado.


Harry miró a su padre y lo notó bastante pálido. Tuvo una clara idea de lo que James estaba sintiendo. Le dolió verlo tan vulnerable y nervioso, y eso que aún faltaba la otra parte de todo esa historia de malos entendidos, la parte que le tocaba a Severus y al él.


La profesora McGonagall estaba furiosa con todo el escándalo. Se notaba en su entrecejo más fruncido que nunca. Unos segundos luego de que Ron se sentara se había acercado a la mesa de Gryffindor.


-Potter, Granger… me acompañaran al despacho del director ahora mismo -dijo la profesora mirándoles con indescriptible enojo.


Harry se mantuvo serio y fue el primero en levantarse y luego le tomó la mano a Hermione que estaba a punto de llorar a gritos.


James se sintió consternado al observar a Hermione. Todo lo que sucedía era su culpa, tuvo incontrolables deseos de abrazarla para que la verdad quedara clara de una vez para todos. Pero eso no ayudaría en nada, debía comportarse como adulto de una vez.


-James… Está muy claro que este asunto también te incumbe -le dijo McGonagall al profesor de Defensa.

-Naturalmente que es así.


McGonagall marchó delante de Harry que no soltó la mano de Hermione. James caminó detrás de su hijo y de la chica castaña, sintiéndose culpable como nunca en su vida.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

Severus esa mañana se levantó más tarde de lo que era su costumbre. A pesar de que su vida siempre había estado sujeta a normas estrictas, desde hace rato se sentía muy proclive a darse ciertas licencias. Después de todo se había dado la más trascendente en su vida, se había permitido amar a un alumno. Su carácter huraño y mal humorado tras comenzar aquel romance con Harry, era menos evidente, eso sí tal como le dijera al chico de ojos esmeraldas el día anterior, nunca abandonaría su papel de profesor temido, porque en realidad lo disfrutaba en grande. Una maliciosa sonrisa se dibujó en su cara tras pensar que aún, tras siete años de clases ininterrumpidas, Neville Longbottom seguía temiéndole como el primer día. En realidad todos los alumnos de Gryffindor le temían, exceptuando Harry.


Ahora le parecía increíble el hecho de que el chico le resultara antipático. Pero en eso tenía mucho que ver el que fuese tan parecido a James a esa edad y por otra parte sabía que era adorado por Sirius Black, a quien hasta la actualidad detestaba profundamente. Con Harry no habían tocado ese tema, era demasiado espinoso y ambos lo evitaban. Pero él sabía que sería precisamente Black, quien pondría el grito en el cielo cuando supiera de la relación que tenía con Harry. De seguro que le metería un montón de estupideces en la cabeza a James, para que intentara oponerse a la relación. Sin embargo, se sentía preparado para afrontar dificultades, Harry lo valía.


Decidió tomar el desayuno en su habitación privada y mientras lo hacía miraba con añoranza su cama. Deseaba que pronto llegara el día en que Harry despertara a su lado, que no tuviera que partir a hurtadillas después aquellos fogosos encuentros en los que se amaban como si fuera a terminarse el mundo al siguiente día. Su corazón latía fuerte al recordar el amor tan apasionado que Harry le entregaba en el lecho. El mismo lugar donde el chico le había entregado su inocencia junto con su amor hacía poco más de un año. Nunca olvidaría aquella tarde lluviosa de marzo en que tras meses de ser acosado y perseguido por el chico de diecisiete años, él había transigido finalmente aceptando que lo amaba con todo su corazón.


Su mente se quedó por mucho tiempo deleitándose con aquel recuerdo maravilloso, hasta que finalmente volvió al presente. Miró el reloj de piedra que estaba sobre la mesilla de noche, llevaba diez minutos de retraso para impartir su clase de Pociones, donde vería a Harry. Sonrió para sí al pensar que ahora, de todos los cursos a los que debía darle clases de Pociones al que esperaba con más agrado era al de séptimo, de Gryffindor. Nunca antes lo hubiese creído, antes le agradaba porque le restaba puntos a la Casa de los leones, pero ahora le encantaba porque tenía la oportunidad de flirtear con Harry. Además que fingían las disputas de siempre, y comenzaban porque Harry se mostraba irrespetuoso y desafiante; y él en vez de restarle puntos lo castigaba todo el tiempo obligándole a quedarse después de la clase a limpiar calderos o clasificar ingredientes, o a veces por inventiva del mismo Harry; hacía que se quedara a escribir cien veces la frase: «No debo ser arrogante con mi profesor de Pociones».


Terminado el café finalmente se levantó y salió de la habitación. Se dirigió con paso lento hacia el aula de Pociones. Al llegar comprobó que los alumnos ya estaban dentro, y para variar los Gryffindor discutían con los Slytherin, como siempre. Aunque tal parecía que esta vez era cierto que los de su Casa se burlaban de los leones. Abrió la puerta con brusquedad y todo se quedó en silencio. Caminó en dirección a su escritorio como todos los días sin mirar a ningún alumno. Luego se volvió hacia la clase. Le llamó la atención vera a Ron Weasley mirando amenazante a Draco Malfoy, y éste riendo más burlonamente de lo habitual. Naturalmente que de inmediato notó la ausencia de Harry.


-¿Y bien, cual es el motivo de la discusión ahora?


Se dio perfecta cuenta de la mirada de odio que le dirigió ese pelirrojo, amigo de Harry.


Draco se adelantó con una sonrisa.


-Profesor, se perdió el desayuno más divertido que hemos tenido en mucho tiempo en Hogwarts.


Severus alzó una ceja en su estilo sin comprender.


-Ah ya veo señor Malfoy… y cual fue el motivo para un desayuno tan «divertido».

-La sabelotodo Granger está embarazada, profesor.


Severus intentó no mostrarse sorprendido, aunque lo estaba y mucho.


-¿Y eso es lo gracioso, señor Malfoy? -preguntó el profesor con desgana.

-No es todo profesor, Weasley, Potter y Granger dieron tremendo espectáculo en el desayuno.

-Potter -repitió Severus.

-Sí, toda la escuela se enteró en el desayuno del embarazo de Granger y, ¿adivine quién es el padre del bebé?

-Detesto la Adivinación, señor Malfoy.

-Potter, profesor… Potter es el idiota que embarazó a Granger.


El rostro de Severus se transfiguró en un segundo. Y Ron intentó abalanzarse sobre Draco para golpearlo, pero Seamus y Dean lo sujetaron.


Severus tragó saliva y respiró hondo. Su corazón se había disparado a mil por hora. Se acercó un poco más a Ron y éste pese a su enojo se sintió como siempre intimidado ante la mirada casi asesina de su profesor.


-¿Es cierto eso, Weasley?


Ron eligió el momento más inoportuno para perder el habla, pero sí negó con la cabeza efusivamente.


-Draco no miente profesor -intervino Pansy -. Durante el desayuno todos hablaban de eso. Brown y Patil escucharon a madame Pomfrey decírselo a la profesora McGonagall. Hasta el director lo sabe ya, llamó a Potter y Granger a su despacho.


Severus volvió a mirar a Ron, esperando que desmintiera aquello. Pero ahora Ron estaba como petrificado al ver como el rostro de su profesor se iba endureciendo a cada segundo.


Tardó apenas un segundo en tomar una decisión. Sin mirar a ningún alumno salió con prisa del aula, dejando a todos impactados, menos a Ron por supuesto. El pelirrojo pensó que ahora el desastre era inminente.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

Era tal la conmoción que una vez que estuvo fuera del aula de Pociones debió por un instante recostarse en la pared. Su corazón latía con tanta violencia que parecía querer escapar de su pecho. Solo algo relacionado con Harry podía hacerle abandonar su característica frialdad. Estaba completamente aturdido después de oír a Draco y Pansy. Se preguntó cómo era posible que Harry lo engañara de ese modo tan miserable, que se burlara a ese extremo; y como él siendo el hombre que era se había dejado embaucar por un chico de diecisiete años. A su atribulada mente vinieron los recuerdos de la pasada noche, y recordó que Harry le había mencionado algo sobre el deseo de tener hijos con él. ¡Por Merlín! Cómo podía ser tan embustero, había embarazado a la chica que decía que era como una hermana para él.


La decepción y el dolor eran tan insoportables que luego de unos minutos todo se convirtió en ira. Había juzgado a Harry como el ser más puro e inocente del mundo. Sólo media hora antes había estado recordando la primera vez que Harry se había entregado a él, parecía tan enamorado. Y ahora que pasaba un año del inicio de esa relación, seguía mostrándose igual de entusiasta, seguía entregándole esa desbordante pasión y esa ternura juvenil que hacían vibrar hasta la última fibra de su cuerpo.


En su cerebro todas las evidencias le gritaban que Harry era culpable. Pero su corazón era otra cosa, se negaba a aceptarlo, no podía, no quería aceptarlo. El sentimiento era tan fuerte que su amor se impuso a la razón; Harry no era culpable de nada, no, la culpable de todo era esa mocosa sabelotodo insoportable de Granger, pensó Severus. Siempre pegada a Harry, adherida a él como una sanguijuela, sin dejarlo ni respirar, esa Granger sedujo a Harry. Ahora recordaba el pasado baile de Navidad, aquello de que no había conseguido pareja para el baile no era más que una farsa para estar con Harry; y él que se sentió tan relajado de ver al chico bailar con su «casi hermana».


No le permitiría a Granger salirse con la suya. Harry le pertenecía a él, lo amaba a él, si ahora estaba embarazada sólo ella tenía la culpa. De seguro que Harry se había involucrado con ella por lástima. Finalmente sus ideas estaban claras, lucharía por lo que era suyo. No dejaría que la historia se repitiera por segunda vez, no sería el perdedor nuevamente como le había sucedido con la madre de Harry. Amaba al chico más que a su vida y estaba dispuesto a todo, si tenía que escapar con Harry al fin del mundo, lo haría sin el menor remordimiento. Harry era su razón para existir.


Con esta idea golpeando su cerebro subió al vestíbulo y luego se encaminó al despacho del director. Iba dispuesto a perderlo todo, su trabajo de profesor, su reputación, la estima de Dumbledore, su amistad con James, todo, menos a Harry.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Los casi veinte minutos que habían tardado en llegar al despacho del director, parecieron siglos para Hermione y Harry. Hicieron todo el trayecto hacia el quinto piso tomados de la mano. De esa forma se daban valor el uno a la otra. Hermione afectada por todo lo sucedido en el Gran Comedor, temblaba como una hoja y dejaba caer una que otra lágrima. Harry le apretaba la mano a modo de consuelo, pretendiendo infundirle confianza. Aunque él también estaba temeroso al no saber cómo terminaría toda esa historia. La situación era totalmente volátil y lo que más temía era que Severus se enteraría de lo ocurrido, tal vez en ese preciso momento los alumnos de Slytherin le relataban todo lo acontecido en el desayuno de esa mañana.


Finalmente se encontraban frente al director. No le sorprendió a Harry el que ya estuviese ahí madame Pomfrey, se armó del valor necesario para enfrentar la situación.


La profesora McGonagall fue la primera en hablar.


-Bueno Albus, aquí están Potter y Granger.


El director se acomodó en su sillón en una pose que no era nada relajada.


James posó su mano en el hombro de Harry y lo apretó suavemente.


-No te preocupes, todo estará bien -le dijo al chico con tono tranquilo.


Harry no tenía la confianza de su padre, éste y todos los presentes, a excepción de su amiga conocían solo la mitad de la historia. La de Hermione y de forma muy errada, de su propia historia no tenían idea, ni siquiera lo sospechaban.


-No James -le espetó la profesora -, lo que ha sucedido en el Gran Comedor fue vergonzoso, nada estará bien.

-Quisiera escuchar a la señorita Granger y a Harry ¿Qué explicación tienen para lo sucedido? -intervino el director.

-Harry no tiene nada que explicar -terció James.


La profesora McGonagall le miró enojada.


-Por supuesto que sí -dijo McGonagall -. La falta cometida me parece que es bastante grave.

-Harry no ha cometido ninguna falta -dijo James con voz firme.


Harry sintió mucha culpa al oír ese tono confiado de su padre.


-Papá, no es necesario que me defiendas.

-Ante todo eres mi hijo, no permitiré que te acusen injustamente.


El director miró sorprendido a James. Estaba consciente del amor incondicional que tenía por su hijo, pero no estaba de acuerdo en que quisiera restarle importancia a la falta de Harry.


-James, tus sentimientos son comprensibles, pero aquí ha sucedido algo fuera de las normas de Hogwarts y no podemos simplemente ignorarlo.

-Lo entiendo director, pero no es a Harry a quien deben culpar -respondió James.

-Papá... por favor deja que yo resuelva esto.

-¿Resolverlo cómo, asumiendo una culpa que no te corresponde? No puedo permitirlo Harry, ¿Qué clase de padre sería? -dijo James y luego miró a Hermione que tenía la vista clavada en el suelo -. Hermione… lo siento mucho, jamás fue mi intención…


La puerta del despacho se abrió de golpe y todos se sobresaltaron al ver la figura del profesor de Pociones y mucho más asombro experimentaron al ver su rostro desencajado.


Harry tembló de miedo como ya lo hacía Hermione. Lo que más había deseado que no sucediera, ocurría inevitablemente. Severus acababa de enterarse del escándalo en el Gran Comedor. Por la expresión de su rostro Harry comprendió que había creído lo mismo que todos.


El director se levantó de su silla con evidente preocupación.


-Severus, ¿qué sucede?


El profesor entró al despacho y la puerta se cerró tras él.


-Acabo de enterarme de lo sucedido durante el desayuno… y...

-Severus lo sucedido no involucra a ningún alumno de tu Casa, por lo tanto me parece que tu presencia no es necesaria -dijo el director tranquilamente.

-Es cierto, no involucra a ningún alumno de Slytherin, pero sí a Harry… y eso significa que sí es de mi incumbencia -respondió Severus.


James miró con asombro al profesor de Pociones tal como lo hicieron todos, a excepción de los dos jóvenes acusados.


Harry experimentó miedo y sorpresa a la vez.


-No te comprendo, Severus -respondió el director.

-Sólo vine aquí para decirle a Granger en su cara que no se saldrá con la suya -dijo Severus con tono frio y luego le habló directamente a la chica -. No lo permitiré.


James estaba absolutamente confuso. Hermione sintió miedo al ver la reacción del profesor y se ocultó tras de Harry.


-No Severus… éstas equivocado -respondió Harry mirando con temor al hombre de ojos negros que parecía estar a punto de sacar su varita y enviarle una maldición a Hermione.

-¿Severus? -repitió James con tono desconcertado -¿Desde cuándo hay tanta confianza en tu trato con el profesor Snape, Harry?


La verdad es que Harry apenas le prestó atención a la pregunta de su padre. Le daba ya igual el escándalo, la decepción de James y el quebrantamiento de las normas de la escuela; sólo veía la angustia que sentía Severus en ese momento provocada por el miedo a perderlo.


-Severus, te he dicho siempre la verdad, todo esto es un mal entendido, no soy el padre del bebé de Hermione.

-No… -susurró el profesor mirando a la chica otra vez -, pero todos dicen que tú…

-No, jamás Severus… Yo te amo sólo a ti -dijo Harry acercándose al profesor con precipitación, olvidando que los presentes exceptuando a su amiga aún desconocían la otra parte de esa historia de enredos. La parte que le tocaba a Severus y a él.


James abrió la boca con la misma incredulidad que los demás que habían oído la declaración de Harry.


-¿Harry, has dicho que amas a Severus? -preguntó James con asombro.


El muchacho se volvió a mirar a su padre. No tenía intención de seguir ocultando sus sentimientos, muchos menos luego de comprobar que Severus, pese a toda la confusión y creer también que el bebé de Hermione era suyo, no lo culpaba. El hombre de ojos negros había dejado claro que culpaba de todo a su pobre amiga que ya no daba más y parecía estar a punto de desmayarse y nadie reparaba en ello.


-Sí papá, amo a Severus… y eso no es todo. Yo… pues, Hermione no es la única que espera un bebé. Yo también, soy un mago fértil.


Aquella confesión dejó a todos sin palabras. La profesora McGonagall parecía a punto de desmayarse y el director le convocó una silla y lo mismo hizo con Hermione.


-Señorita Granger será mejor que tome asiento. Igual tú Minerva.


Hermione agradeció el gesto porque sus pies la sostenían apenas.


James tras semejante noticia, no sabía cómo reaccionar. Estaba confundido y sorprendido a la vez. Por otra parte no se creía el más indicado para reclamarle a su hijo, cuando gracias a él Hermione estaba en las mismas circunstancias, pero en ese instante el padre que había en él se imponía al hombre.


-¿Desde cuándo Harry? -preguntó al chico y luego miró a Severus -. Creo que tengo derecho a saber desde cuando te relacionas con mi hijo.

-El mes pasado… nuestra relación cumplió un año -respondió Severus.

-Un año -susurró James atónito, luego miró a su hijo otra vez -. Harry, ¿durante un año me has ocultado tu relación con Severus?

-Tú me ocultaste tu relación con Hermione -respondió Harry a la defensiva.


Esta vez todos los ojos del director, McGonagall, madame Pomfrey y Severus se posaron en James.


-Mi relación con Hermione comenzó hace un mes, pero tú has estado un año con Severus, tuviste mucho tiempo para decírmelo, Harry.


El director dejó su escritorio para acercarse a James.


-James, la falta cometida por Severus y por ti tiene la misma gravedad, sin importar cuál de los dos ha estado en falta más tiempo. Ustedes conocían los estatutos de la escuela, y a pesar de eso se han involucrado con sus alumnos. El que Harry sea tu hijo no tiene mayor importancia. La señorita Granger también tiene padres y de seguro que sus sentimientos serán los mismos que tienes tú con respecto a Harry en este instante.


James miró al director, y naturalmente comprendió que no tenía ningún derecho a juzgar a Harry y Severus. Miró luego a Hermione que sentada en la silla no dejaba de llorar silenciosamente, se acercó a ella y le tomó la mano, aunque ella no se atrevía a levantar la mirada.


-Perdóname mi pequeña por hacerte vivir todo esto -dijo y luego arrodilló junto a ella -. Lo siento de verás, si no me hubiese comportado de forma tan cobarde nada de esto estaría pasando, me habrías dicho lo del bebé y… Lo siento.


Se hizo un silencio, pero duró muy poco pues Severus se adelantó dispuesto a asumir su responsabilidad en todos los sentidos.


-Director, sé que debería decir que lamento lo sucedido, que lamento haber roto las normas de la escuela, pero no lo haré -dijo Severus -. Porque al hacerlo estaría diciendo que lamento haberme enamorado de Harry y que me avergüenzo de mis sentimientos y no es así. Pero reconozco que he cometido una falta grave, por lo mismo presento mi renuncia al cargo de profesor de Pociones.


James al oír aquello comprendió muchas cosas.


-Severus… debo decir que te has comportado de forma mil veces más honesta y honorable que yo. Has venido aquí con la frente en alto, sin temerle a la censura y lo has hecho sin saber que Harry esperaba un hijo, debí actuar igual, debí aclarar durante el desayuno que el hijo que espera Hermione es mío y no permitir que las cosas llegaran a este punto. Si de algo debo avergonzarme es de no haber actuado como un verdadero Gryffindor. Renuncio a mi puesto de profesor de Defensa, ya no me siento digno de enseñar a los alumnos de esta escuela, la valentía y el coraje del que tanto me he jactado siempre no es más que una mentira.


Harry miró a su padre conmovido, le dolía mucho verlo tan derrotado. Se acercó a James y lo abrazó.


El director sabía que estaba en sus manos resolver de un mejor modo todo lo sucedido. No sabía cómo haría para ordenar aquello, pero no era una opción para él perder a sus dos mejores profesores.



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