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TÚ NOMBRE por 691396

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Notas del capitulo:

Aquí tienen otro capitulo ¡Disfruten!

 


 


 


Cap. V


 


 


 


Kimimaru y Kaguya


 


 


El llanto de un bebé le despertó, se levantó de casi un salto mirando con sudor frio a su alrededor, no había nada, todo limpio, ni una sola gota de sangre; respiró con alivió para arreglarse la ropa, sabía que era ese chillido, sabía que debía de conocer al nuevo integrante de la familia.


Se miró al espejo, su mejor mascara relucía con la brillante sonrisa, salió de la habitación, le daba igual el tener hermanos, pero por ese deseo egoísta de su padre, Naruto, su Naruto sería encadenado a Sasuke para siempre.


Su sonrisa desapareció por un momento, divagando en lo que su tesoro había sido obligado a convertirse, en una madre, un ser que da vida, que ama, que –según los libros –daría su vida por proteger a sus hijos, al principio consideraba al rubio como eso, le veía como una luz en esa casa asfixiante y luego…esa historia ya es conocida, más saborear esa palabra le era extraño ¿Qué es una madre? El creció sin una, no tenía, un hecho no explicado, que parecía no ser importante para su existencia, a veces se preguntaba qué sería de esa persona, tal vez escapó o Sasuke la asesinó, ahora era claro, cuando niño, se imaginaba a un hada que velaba sus sueños, soñaba en que esa figura le llevaría lejos, ya ni recordaba el rostro imaginario, sin darse cuenta Naruto reemplazo cualquier deseo materno, no tenía mayor caso romperse la cabeza, el hecho era que no estaba, que no había primera esposa pero si primogénito, por lo que su padre podía tomar a la madre del segundo hijo como esposa sin replicas –empuñó las manos -¡Malditas reglas! ¿Por qué los Uchiha debían ser considerados un clan? ¿Por qué se les permitía reinar con reglas propias? Respiró profundo, calmándose, para que en su retina se grabara a fuego una imagen que creyó imposible, Sasuke, el patriarca, el monstruo, su padre…su padre sonreía como loco mientras calmaba un bultito en sus brazos, era como otra dimensión, su cuerpo no se movía del marco de la puerta, hasta que, luego de unos minutos, la mirada cálida se transformó en helada al verle, tembló como un animalito herido, bajó la mirada por reflejo, la mirada de ese hombre era una sentencia de muerte, la cual no estaba dispuesto a sufrir, no cuando estaba lejos de lo que debía proteger.


-Entra –obedeció cual autómata, lo había dicho antes, su padre tenía mucho poder sobre él –Es tu hermana –sonrió dejando ver el bultito, un bebé de piel blanca, lanas plateadas y unas amatistas como ojos, se quedó embelesado ¡Hermoso! Fue la primera palabra que cruzó su mente, claro, debía serlo si Naruto le dio a luz, sonrió inconsciente queriendo tocarla, más le fue alejada, su padre le miraba serio –solo ver –voz tan fría como era costumbre, un sutil “No la toques con tus sucias manos”, la melancolía hizo mella en su rostro, aceptando con un cabeceo desalentado –se llama Kaguya, Uchiha Kaguya y espero que colabores para mantenerla a salvo, es el nuevo tesoro de la familia…no, es una adición a tal fortuna –Reiji asintió sin dudarlo, no le cabía duda que esa niña era lo segundo más precioso en la existencia en estado puro, tal belleza debía ser cuidada a cualquier costo, a toda costa, se burló se sí mismo, al darse cuenta ¿Quién lo diría? Era un hermano sobreprotector.


Naruto miraba embelesado al niño en sus brazos, los ojos esmeraldas le miraban con fascinación supernatural, ese pedacito de carne seria hermoso cuando creciera, sonreía con los gestos contrarios, confundía su mente ¿Hace cuánto tiempo que estaba tuvo a su primer hijo? ¿Cómo se vería ahora?


Lo recordaba como el pedacito de gente que una vez sostuvo en sus brazos, recordaba cuanto lo quería y se arrepentía de haberlo hecho, si tan solo sus sentimientos de amor no hubiesen sido tan evidentes Sasuke no se lo hubiese arrebatado, recordaba ese día como una de sus pesadillas más recurrentes; su hermano insistía en que intimaran aun cuando tenía que amamantar a Reiji, los celos que sentía el Uchiha llegaban a extremos demasiado violentos para su salud física, incluso cuando se embarazó por segunda vez, casi pierde al niño en el vientre por culpa de un ataque de celos injustificados, más, lo que hizo Sasuke fue arrebatarle a su primogénito, escudándose en la seguridad de la futura madre, desde allí no lo volvió a ver, no volvió a ver a ninguno de los niños a los que dio a luz después, su cabeza dolió, tuvo que hacer un gran esfuerzo para no soltar al recién nacido ¿Primer hijo? Él no tenía hijos, gimió, el dolor se hizo mayor ¿Lo había olvidado? Su primer hijo era Reiji, su niño, quien desde pequeño le visitaba, a quien tuvo en ese lugar luego de que Sasuke lo comprara como esclavo de una familia arruinada, más por algún motivo olvidaba las visitas, recordaba que el niño acostumbraba a refugiarse en sus brazos y luego nada ¿Estaba su enfermedad tan mal? Sasuke le diagnosticó con amnesia hace bastante, pero según tenía entendido, el pasado es lo único que se olvida, tendría que preguntarle al Uchiha por lo que ocurría, estaba comenzando a sentirse inútil, aún más al darse cuenta que recordaba a Reiji como a un infante ¿Cuándo fue la última vez que le visitó?


El pitido se volvió más fuerte, contuvo las arcadas y el mareo por el bien de quien traía en los brazos, más cayó de rodillas, las esmeraldas le miraban místicas; la última vez que vio a su primogénito se quedó dormido, se despertó cuando Sasuke se forzó en su interior, quiso gritar ante el recuerdo, gritar su odio al patriarca, sabia con todas sus fuerzas que odiaba al maldito, pero a veces tenía sus momentos de locura donde su mente le decía que lo amaba, que le estaba agradecido, incluso a veces disfrutaba de su toque, más como dijo, era locura, la confusión que con el tiempo parecía empeorar, las lagunas mentales no le hacían fácil el seguir con su vida, le hacían abrirse en más de una forma a su captor, solo son breves momentos de lujuria –se dijo –solo breves momentos en que el placer o la situación de encierro le hacía buscar compañía, acarició al niño en sus brazos.


-Kimimaru, Uzumaki Kimimaru –sonrió al pronunciar el nombre, su 17° hijo y aun podía alardear de conservar su figura, rio por el mal chiste ¿De qué servía conservarse si nadie importante para él le vería? Era muy pequeño cuando fue vendido, no recordaba más que esas cuatro paredes, de hecho, no recordaba haber dado a luz a Reiji, sus primeras memorias fueron un intento fallido de escape, recordaba el dolor en su cuerpo, las múltiples heridas y laceraciones y el cómo su cuerpo protegía al bebé de las patadas lanzadas, recuerda suplicar ante lo que le parecía una imponente figura, recuerda el peso del cuerpo contrario sobre su espalda, la respiración en su oreja, el agarre sobre sus muslos, la invasión, si cierra los ojos puede escuchar el llanto de Reiji, puede ver la cara de un hombre parecido a Sasuke frente a él, herido, tratando de tomarle la mano, el olor a sangre le invadió los sentidos en ese entonces ¿Quién era ese hombre? La expresión desgarradora de ese pelilargo se había grabado de forma permanente en su cerebro, sus ojos le veían de forma extraña, no recordaba la voz, no recordaba nada de él excepto esa expresión y la sangre que le cubría antes de desmayarse.


No había espejos en esa habitación, no podía observarse como quisiera, más debía ya haber pasado de los 20, al menos es lo que el reflejo del agua le decía, más eso sería imposible, las cosas se le hacían claras, a veces la bruma le dejaba pensar bien, había tenido catorce hijos, uno cada año, exceptuando el actual, Reiji ya no era un niño, debía de ser un adolecente, tal vez entre los 15 – 16; hace rato que debió pasar de los 30 y no recordaba la mayor parte de su vida, en la cual le habían permitido cuidar de sus niños por máximo un año, podía extenderlo unos meses más si se portaba como una puta lujuriosa y complaciente; miró al bebé que amamantaba, tan pequeño, tan hermoso, un nuevo pinchazo le hizo cerrar los ojos, estaba pasando mucho últimamente, justo antes de tener una laguna, el dolor se acrecentó, Kimimaru fue apretado aún más contra su pecho, una sonrisa apareció en su rostro, una muy diferente a la ternura.


-Pero mira que tenemos aquí –exclamó levantando al bebé frente a él –un nuevo amante –soltó eufórico para besar los pequeños labios –dulce –se lamió para volver a amamantarlo, su mirada se perdió en la nada por un momento –hoy el 10° cumple 11 años ¡Pero mira nada más Kimimaru! Naciste el mismo día que mi amado Gaara –Sonrió –Sasuke no debe tardar en llegar, debo darle un regalo –suspiró –Gaara… ¿Por qué me suena tanto ese nombre?


Oh si, Naruto había perdido mucho más que sus recuerdos.


Después de muchas suplicas su padre le dejó sostener a Kaguya, su corazón latía como loco cuando esas joyas le miraban, era cálido, tal vez lo que necesitaba su vacía vida además de Naruto, necesitaba a alguien débil a quien proteger, se arrepintió por un segundo de haberse deshecho de su descendencia, segundo que poco le importó, era porque ese pedacito de gente que tenía en los brazos era de Naruto que podía pensar así, ahora comprendía que sin importar lo que fuera si Naruto estaba involucrado… si Naruto daba amor, él amaría también al receptor de ese afecto.  


-Hola Kaguya –jamás creyó que su voz sonara tan tonta –soy Reiji, tu hermano –no pudo contener la boba risa, su padre le miraba sin decir nada, pero por primera vez pudo ver un intento de sonrisa dirigida a él, podía jurar, que por un momento, los ojos contrarios le miraron con orgullo, su corazón latió con algo que creía felicidad, ahora solo faltaba su tesoro en el cuadro, volvió a mirar a la niña, si lo miraba desde perspectiva genética, ella llevaba su sangre, la de Naruto y la suya, podía llamarle hija –sí –sonrió, era su hija, su linda niña, le beso la frente viendo el resplandor de la inocencia para devolverla a los brazos del mayor –la cuidaré con mi vida –anunció serio, lo haría, le cuidaría así muriera en el intento, una nueva razón de vivir había llegado, se alejó del cuarto, Sasuke comenzaba a darle biberón.


Se sentía tan terriblemente feliz que debería de ser ilegal ¡Más de diez años! ¡Diez años! Esperando por lo que tenía en brazos y ahora no podía contener las sonrisas idiotas que parecían habérsele contagiado a su hijo, Kaguya era un producto tan hermoso que parecía ser irreal, suspiró para volver a sonreír, su cara dolía por los músculos que no usaba, la bebé dormía en su pecho, se sentía a gusto con él, el primero de sus hijos que lo hacía, los demás se regaban a llorar como posesos cuando los tocaba, se percató de la hora, la sonrisa desapareció –cierto…-susurró para encaminarse, Naruto le estaría esperando.       


Lo primero que vio fue al bebé contenido por almohadas, simulando una cuna y a Naruto esperándolo frente a la puerta con su Kimono favorito puesto, entró sin mayor gana acomodando a su preciosa junto a su mellizo, aguantando un suspiro, solo faltaba ver la sonrisa de lujuria pura en el rostro contrario para saber cuál de todos los Naruto era, se acercó viendo que el rubio ya estaba listo para que sus manos fueran esposadas.


- ¿En cuál Habitación lo tienes? –estaba ansioso, aún más que con los otros, cosa que causo molestia en el mayor.


-Está en la otra ala –las palabras salían arrastradas, sin rastros de la emoción de hace unos momentos, quitó el grillete, podía oler el dulce aroma que el cuerpo contrario emanaba, se había preparado de forma especial para ese niño –frunció el ceño –maldita la hora en la que permitió que le pusiera el mismo nombre que a ese mapache, miró el cuerpo frente suyo –sonrió para acorralarlo contra la pared –tú cumplirás con tu ceremonia, pero yo no he cumplido con la mía, Naruto –susurró, podía sentirse el deseo en la voz, disfrutó el tacto de la tela en sus manos, el tacto de la piel en sus dedos, subió con suavidad el kimono, maravillándose de la forma en que las piernas aparecían, tomando los muslos y separándolos, se adentró con fuerza, el delicioso grito le hizo ponerse más duro –el dar a luz te hace ponerte aún más hermoso –embistió –lo hago un día tarde –jadeó –pero recibe la primera semilla del día –se burló escuchando los improperios del menor, bloqueando los forcejeos ¡Cuánto disfrutaba desgarrar tan hermosa figura! ¡Tan hermosa piel! ¡Tan hermoso ser! Se demoró un poco al esperar que Naruto recuperará la conciencia después de la tercera vez, el último golpe fue muy duro, le arrastró una vez abrió los ojos, desde ese sótano podían atravesar un pasadizo para llegar, el rubio caminaba lento ¿Cómo no hacerlo? Si le había empeorado las heridas, cada paso era perder sangre, hilos carmesí que resbalaban por sus muslos y caían al piso como migajas de pan para señalar el camino –sonrió con satisfacción –como dijo antes, solo cuando Naruto alumbra siente verdadero dolor ¡Y que dolor! Las expresiones son un viagra para él, aún más si llegan acompañadas de vulgaridades que no hacían sino aumentar su calentura, sinceramente, a pesar de los años, Naruto había sido el único en no aburrirle.


Llegaron a la nueva sección, los ojos azules brillaron ante el paisaje, una belleza de arquitectura subterránea, incluso con una fuente en la mitad, solo faltaba la luz del sol y los niños jugando para completar el paisaje, Sasuke lo jaló con rudeza hacia una puerta con el número diez en ella, puso el rostro frente a un panel junto con su dedo, la puerta abrió al escanearlos; adentro, un niño pintaba en lienzo con expresión tan seria que era difícil decir que era un infante.


- ¡Gaara! –la voz del rubio se oyó, el infante volteó extrañado, tratando de reconocer quien le llamaba, frunció el ceño para ver una foto al lado de su cama, intercalando su vista con ella y con la persona que le sonreía, su seño desapareció, una sonrisa se hizo presente, tiró todo lo que tenía en las manos para correr a abrazarle, Sasuke bufó para empujarles adentro y entrar, cerró la puerta, liberó las manos de su prisionero, se sentó mirando el reloj de muñeca.


-Tienes media hora –dictaminó viendo como Naruto se apoderaba de los labios del mocoso –suspiró –tal vez sería entretenido si los niños no fueran vírgenes.

Notas finales:

Oh, si, se me olvidaba decirlo ¡Sorpresa! hoy subiré 2.


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