Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

MEMORIAS DE UN ASESINO por desire nemesis

[Reviews - 102]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

Los ojos melados estaban helados mientras miraba a los grises con fijeza.

 

¿Qu..—era difícil hablar con un cañón insertado en la boca.

47-Lobo entre ovejas

 

Los ojos melados estaban helados mientras miraba a los grises con fijeza.

 

¿Qu..—era difícil hablar con un cañón insertado en la boca.

 

Francamente estás cansándome con todo ese parloteo. Tus intentos de chantajearme. Sabes, por momentos siento que pierdo los estribos y que sería mejor que desaparecieras de una vez—dijo el rubio con una mirada casi aburrida, como el que mira la tele diciendo ¿Por qué diablos estoy mirando algo como esto? Mientras el ojos azules los miraba atónito y atónito a todos los que estaban a su alrededor, muñecos caídos de distintas maneras.

 

Despacio caminó entre los cuerpos tendidos para luego mirar a Wheeler que tenía esa arma firmemente apuntada a la cabeza de ese tipo, y aunque no le agradaba y le convenía su muerte, realmente por alguna razón no estaba  del todo de acuerdo en ser testigo de ese asesinato. Si bien Joseph había matado a otros, fue en defensa propia y no premeditado como ese.

 

¿Crees que podrás salirte con la tuya?—dijo el pelinegro cuando el arma salió de su boca pero se quedó apuntando de cerca a su cara.

 

¿Por qué no? Estamos en un verdadero lío. Tal vez uno de los hombres que asaltaron el lugar logró su cometido. ¿Por qué sospecharían de mí en una situación como esta?—dijo lentamente el melado con la cara algo ladeada y cierto deje de sonrisa.

 

Seto iba a decir algo para intervenir. Tenía que pararlo antes de que…

 

Nii san—apareció de pronto un hombretote enorme que Seto recordaba de su tiempo como rehén de Ikabe. Al ver la situación de su jefe se detuvo y su mano derecha buscó el arma.

 

No a menos que quieras ver los sesos de tu jefe—dijo con calma Joey—Tira esa arma hacia aquí—

 

¡No lo hagas!—gritó el ojos grises.

 

¿En serio quieres que no lo haga? Te he dejado vivir hasta ahora en recuerdo de lo que fuimos mein freund pero si insistes. Esperaba que no termináramos como esa vez—dijo el rubio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Febrero de 1945 (Dos meses antes de la muerte de Hitler y caída de Berlín a manos de los aliados, 7 meses antes del bombardeo norteamericano de Hiroshima y Nagasaki que acabaría con la segunda guerra mundial)

 

Así que así ha sido—dijo el hombre frente al empleado de la embajada alemana.

 

Así es, entiendo su desconcierto pero debido a ciertos asuntos he decidido entregarle esta información antes de volver a mi patria—exclamó el funcionario.

 

Los ojos verdes solo miraban el sobre encima de su escritorio, en cambio los de la otra persona eran fríos como el hielo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El gran cerezo no había florecido aún, ni siquiera sus hojas se veían aun en esa helada tarde de febrero. Es por eso que extrañó un poco al alemán la invitación de su anfitrión de tomar el té en el jardín.

 

Cuando llegó al lugar se encontraba sentado de la manera tradicional con la vestimenta propia de un señor de una casa feudal en medio de una tarima en donde se desplegaban dos tatamis y los utensilios.

 

¿Me piensas invitar a una fiesta de té?—preguntó Wilfred con ironía.

 

Pensé que era algo que querías conocer antes de irte de Japón—dijo Ikabe con una sonrisa—Y se llama “ceremonia del té” y no “fiesta”—agregó corrigiéndolo.

 

Shmidt abandonó sus zapatos occidentales en la orilla de la tarima y subió a uno de los dos tatamis.

 

Después de observarlo largo rato haciendo el té con la escobilla que parecía la de afeitar el melado aceptó la taza que le ofrecieron agradeciendo con un movimiento como viera antes en la mesa.

 

Te comportas sorprendentemente genial—apuntó Kaiba.

 

Gracias, ser cortes es mi atributo principal—contestó alegremente.

 

¿En serio? Hubiera pensado que tu atributo principal era tu inteligencia—contestó el otro mirándolo fijo.

 

 

 

 

 

 

 

Esa noche Wilfred Shmidt debería haber estado durmiendo, lo mismo que los sirvientes que se colaron a su habitación con veladas intenciones y que recibieron un silencioso disparo en la cabeza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando la puerta de su habitación se deslizó, el pelinegro esperaba ver otra clase de espectáculo. En todo caso pudo ver ante sí al alemán parado en sus pies y no como los japoneses que la abrían tradicionalmente sentados.

 

Es de mala educación dejarse los zapatos dentro de una casa japonesa—apuntó Ikabe.

 

Me disculpo por mi rudeza—contestó el otro con voz imperturbable, en su mano derecha llevaba una Veretta 9mm apuntada hacia el suelo y sus ojos como su rostro no mostraba emoción alguna.

 

Has despachado a los sirvientes que envié por ti—dijo sin sorpresa el ojos grises.

 

Era necesario—contestó el otro sin emoción—Si hubieras esperado me hubiera ido sin hacer estragos—

 

Eso no sería honorable de mi parte—dijo el pelinegro con media sonrisa.

 

Y matar a un huésped si—apuntó Wilfred.

 

Ellos no iban a matarte—contestó el ojigris y ambos se miraron unos momentos antes de que añadiera—Aquí—

 

Es una pena—dijo el rubio.

 

Concuerdo pero eras un lobo entre ovejas—dijo el Kaiba.

 

Jeje—rió un poco el melado—Un lobo entre coyotes más bien. No olvides que yo también te daba información, solo que creíste que yo no me daba cuenta de que por eso te me acercaste y que estaba jugando un doble juego. Lo que te duele en verdad no es tu honor Ikabe, es tu ego. Me alegro que Seto no esté aquí para ver tu final y para ver que justo yo lo provoco—añadió.

 

¿Por qué sacas a mi hermano ahora?—preguntó algo sorprendido el pelinegro.

 

Es algo que debo decirte antes. Tu hermano y yo fuimos amantes en aquellos días—le develó el alemán. 

 

¡Maldito seas! ¡Era un niño!—gritó encolerizado por primera vez el japonés.

 

No para morir por su país. ¿Verdad?—preguntó el rubio levantando su arma para apuntarla al pelinegro.

 

Ikabe resopló. Su mano se movió hacia la katana en el pequeño pedestal junto a él, era inútil y lo sabía pero no sería una simple diana, era un samurái y no se dejaría matar sin oponer resistencia, así que como todo un samurái cargó hacia el enemigo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El avión estaba empezando a hacer funcionar sus motores de rotor mientras el hombre de ojos verdes se acercaba a él en esa desolada mañana de febrero con tan solo 5 grados de temeratura. Pronto llegaría la primavera pero él ya estaría en Münich para cuando eso pasara. Abrió con rapidez la puerta de la aeronave.

 

Es un placer verle comisionado—dijo la persona sentada en el interior del vehículo.

 

¿Usted? ¿Qué hace aquí?—preguntó el hombre dando un paso hacia atrás espantado.

 

Vine a devolver un favor—dijo la figura y el hombre pudo ver como se paraba y salía del aparato mientras lo decía, sacaba una pistola y le disparaba sin misericordia.

 

Parado al lado de la aeronave dijo a las dos personas también paradas en el lugar—¡Volvamos a Berlín!—

 

Pronto el avión se elevó con dirección oeste, hacia Europa.

Notas finales:

Espero te haya gustado Fleir y otra vez gracias a todos los que leen mi historia

6/5/2018

 

mata ne

n.n


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).