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Mi dulce señor por zandaleesol

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Título: Mi dulce señor

Pareja: Harry/Lucius

Disclaimer: Los personajes de esta historia pertenecen a J.K. Rowling, yo sólo los tomo prestados para divertirme y espero que también para entretener a los lectores, no percibo ningún beneficio económico por este trabajo.

Advertencias: AU. Mpreg. Violación.


Capítulo 25. El indulto y la felicidad

El Wizengamot estuvo reunido casi todo el día y aún no había respuesta para la petición de indulto que presentara Dumbledore. Harry estaba tan nervioso por el resultado, temía que el testimonio que dio ante aquellos magos no resultara convincente, aunque sólo se limitó a decir la verdad. Inclusive estuvo dispuesto a contarle al tribunal quien realmente había engendrado al hijo que llevaba en su vientre, pero esto fue algo a lo que tanto Lucius como su hijo se opusieron terminantemente. Draco no estaba dispuesto a conseguir ese indulto que tanto deseaba a cambio de la humillación de Harry.


Sirius agradeció aquel gesto del muchacho rubio, tampoco quería ver a Harry expuesto a las habladurías de la comunidad mágica. Además que el chico estaba en su octavo mes de gestación y no deseaban provocarle ninguna alteración que pudiera adelantar el nacimiento del bebé.


La reunión del Wizengamot se llevaba a cabo en completo hermetismo. No se dio publicidad al asunto de la petición en consideración a Lucius. Si las cosas no resultaban satisfactorias para Draco, era mejor que nadie se enterara. Era lo que Lucius había pedido y casi todos los que fueron cercanos a él en los años que ejerció como jefe de aurores estuvieron de acuerdo.


Por supuesto que el testimonio que debía dar el mismo Draco era muy importante para el Wizengamot. Y esa fue la decisión más difícil que debió tomar el chico rubio. Pues si el resultado no era el deseado por todos, iría a parar directo a Azkaban, pues aún era considerado un prófugo. Esta circunstancia era la que tenía muertos de angustia tanto a Lucius como a Sirius. Pero en este punto Dumbledore les aseguró a los dos magos que en caso de ser el veredicto negativo estaba seguro de que por un propicio hecho fortuito, Draco jamás llegaría a Azkaban.


Naturalmente que el apoyo de Dumbledore, de Kingsley Shacklebolt, Arthur Weasley y otros magos contribuía poderosamente a la causa de Draco. Fue muy importante para el tribunal también el que Neville Longbottom, asegurara que de no ser por Draco Malfoy él hubiese sido torturado hasta la muerte o quizá hasta quedar en el mismo estado que sus padres, ambos aurores vivían recluidos en San Mungo, tras a haber perdido la razón.


El tribunal estaba divido. Los que eran cercanos a Dumbledore compartían con éste la idea de que no debía negársele una segunda oportunidad a un muchacho tan joven y cuyo padre había luchado tan fervientemente por ganar la guerra. Pero estaban los otros, aquellos que pensaban que los crímenes cometidos no podían quedar impunes, el arrepentimiento no borraba el mal causado decían muchos de ellos.


Eran casi las siete de la tarde y Lucius se paseaba fuera de la sala del tribunal. Sirius lo acompañaba y estaba tan nervioso como el hombre rubio. Esperaba que esos magos le dieran una oportunidad al muchacho que amaba, en realidad esa oportunidad para Draco implicaba mucho más que su vida futura, aquella decisión influiría también en la felicidad de Lucius y Harry.


Finalmente la puerta del tribunal se abrió y Dumbledore con el rostro serio le hizo una seña a Lucius y Sirius. Finalmente habían llegado a una decisión, tras escuchar por tercera vez el testimonio de Draco. Sirius creía que eso no era una buena señal, pero Lucius tenía esperanza al respecto. Ambos hombres entraron a la sala con el rostro visiblemente preocupado. Vieron con pesar que el muchacho rubio ocupaba aquella silla en que se habían sentado otros mortífagos, todos condenados y encerrados actualmente en Azkaban, rogaban porque el destino de Draco no fuese el mismo.


En todo caso Sirius ya había trazado planes para huir con Draco en caso de que el muchacho no consiguiera aquel indulto. Estaba tranquilo con respecto a Harry, el chico ahora estaba con Lucius y era feliz, sabía que de tener que marcharse lejos con Draco extrañaría mucho a su ahijado, pero confiaba en que nunca dejarían de verse, ellos como magos conocían métodos muy efectivos para vivir y seguir en contacto a pesar de hacerlo al margen de la ley mágica. Aunque no era lo que deseaba ya estaba hecho a la idea y sabía que por Draco sería capaz de abandonar el mundo mágico para siempre sin sentirlo como un sacrificio, Draco lo valía. Sabía que era un pensamiento egoísta, pero tenía derecho a luchar con lo que estuviera a su alcance para ser feliz.


Sirius le dirigió una mirada intensa al muchacho rubio, para su sorpresa el chico rubio le sonrió con tranquilidad, parecía que Draco ya no temía enfrentarse a lo que esos magos decidieran para él. En cuanto a Azkaban sabía que no lo soportaría, prefería morir antes, y aunque deseaba vivir su amor junto a Sirius no creía tener mucho derecho a la felicidad luego de haber hecho tanto daño a seres inocentes. Si resultaba condenado pues ya tenía en el bolsillo de su túnica un potente veneno que le quitaría la vida en unos cuantos segundos. En su departamento del Londres muggle había dejado tres cartas. Una para Sirius, otra para su padre y la tercera para Harry. Estaba seguro que en ellas había dicho todo lo necesario para que no se sintieran culpables en caso de que las cosas no tuvieran el final que ellos esperaban.


Se formó un silencio tenso luego de que Lucius y Sirius tomaran asiento en las sillas dispuestas en la primera fila. Dumbledore no quería prolongar por más tiempo aquella terrible situación, en ese momento se llevaría a cabo la votación a mano alzada en relación al destino de Draco. Si los magos del tribunal estaban convencidos de que el muchacho merecía una segunda oportunidad nada los haría cambiar, como tampoco cambiarían los que pensaban que Draco debía pagar por sus delitos tal como ya lo hacían otros que pasaron por el tribunal.


El anciano mago simplemente se limitó a dar su propia opinión sobre el asunto que trataban y pidió a los magos que votaran con el corazón, estaba seguro que Draco Malfoy estaba arrepentido de sus acciones, pero que en el futuro haría todo lo que estuviera a su alcance por hacer el bien a sus semejantes. Para Dumbledore eso era mejor a que el muchacho se pasara el resto de su existencia viviendo encerrado entre muros y culpas que no devolverían la vida a nadie.


Tras unos segundos de silencio, Dumbledore pidió la decisión final. Las manos poco a poco comenzaron a levantarse y Draco con los ojos húmedos vio que la mayoría estaba por darle una segunda oportunidad. Su padre junto con Dumbledore logró lo que parecía imposible, su absolución. Era libre. Todo el aire que había estado conteniendo en sus pulmones salió y ocultó el rostro entre las manos, esto le impidió ver como Sirius se levantaba precipitadamente de su asiento para acercarse. Sólo sintió los brazos cálidos del hombre y entonces ya no se contuvo, en ese minuto dejó salir las lágrimas que estuvo reprimiendo por tanto tiempo.


Un poco después escuchó la voz de su padre dándole las gracias por su tremenda valentía. Abrazó al hombre una vez que pudo librarse de los brazos de Sirius, mientras los magos poco a poco abandonaban la sala, hablando en voz baja y dando miradas discretas al muchacho rubio y los dos hombres mayores que lo abrazaban plenos de felicidad.


Draco Malfoy esa noche abandonó el Ministerio de la magia con la frente en alto, pese que por el horario ya no había nadie que pudiera verlo. Era libre. Ya no era necesario ocultarse, sabía que pese al indulto del Wizengamot muchos no dejarían de considerarlo un criminal, sabía que era verdad, pero ahora tendría la oportunidad de mostrarle a todo el mundo que había cambiado, dedicaría su vida a ayudar a esos que tanto odió, estaba seguro que ese sería un medio de reparar en algo todo el daño que causó en el pasado.


Al salir del Ministerio los tres se dirigieron a la mansión donde sabían que Harry los esperaría con ansiedad. El muchacho moreno ya había padecido bastante con toda esa situación ahora por fin tendría algo de tranquilidad y podría disfrutar feliz los últimos días de su embarazo.


Draco y Sirius postergarían su celebración privada, porque no renunciarían a ella, la merecían después de tanta angustia y se juraron que sería inolvidable.


*~*~*~*~*~*~


Winka lo acompañaba, la elfina no había querido apartarse ni un momento de su lado y por orden del sanador le dio una poción calmante. Así que en ahora estaba acostado de lado sobre la cama mirando taciturno como crepitaban suavemente las llamas de la chimenea. Aunque le preocupaba mucho en lo que hubiera terminado la audiencia de Draco, no sentía angustia ni miedo y, eso no era debido a un exceso de confianza, sino simplemente el efecto de la poción. Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que ni siquiera se percató de que la puerta de la habitación se abría con suavidad.


La elfina atenta como siempre a cualquier movimiento de inmediato se levantó, pero Lucius se llevó el dedo índice a los labios en señal de silencio. La pequeña criatura le imitó y tras un gesto de la mano del hombre rubio salió por la puerta sin que Harry siquiera lo advirtiera.


Luego de quedar a solas Lucius se acercó con cautela a la cama y se tendió junto a Harry suponiendo que el chico se había dormido, pero Harry estaba completamente alerta y de inmediato percibió al rubio y movió su mano para buscar la de Lucius sin cambiar su posición.


-¿Cómo salió todo? -preguntó con tono suave.

-Draco es libre mi amor, lo conseguimos.


Harry sonrió y apretó más fuertemente la mano del rubio.


-Gracias a Merlín.

-Y gracias a Dumbledore. Pero tú también ayudaste y, ese chico Longbottom.

-Me alegro por Draco y por Sirius. Estoy seguro de que ninguno hubiese soportado si la condena hubiese sido Azkaban de por vida.

-Pero ahora mi hijo ya es libre y puede estar junto a Sirius sin tener que ocultarse. Aunque igual las cosas no serán fáciles para ellos. Mucha gente les mirará con desprecio. Draco está libre de Azkaban, pero nunca lo estará del resentimiento de los que perdieron a sus seres queridos en la guerra.

-Es cierto. Y no podemos culparlos por eso, todos perdimos algo en esa guerra. Yo perdí a mis padres…

-Harry, no sigas, yo sé que todavía es difícil para ti, pero por favor intenta olvidar lo sucedido.

-No te preocupes amor no iba a referirme a cosas tristes, ahora soy demasiado feliz como para recordar lo malo, sólo quería decir que a pesar de todo el sufrimiento gané lo que ahora me hace inmensamente feliz.

-¿Y eso es?

-A ti, que llegaste a mi vida en el momento en que creía que no existían esperanzas para mí y, mírame ahora, soy inmensamente feliz.

-Coincido contigo plenamente. Yo también creía que después de terminada la guerra ya no había nada por lo que luchar, pero tú cambiaste eso, te convertiste en mi lucha personal, deseaba tanto que recuperaras el deseo de vivir, la alegría.

-Y fuiste tan dulce y persistente que lo lograste.


*~*~*~*~*~*~


Draco y Sirius regresaron al apartamento del muchacho rubio para celebrar el resultado de la audiencia.


-Es maravilloso poder estar aquí sin sentir que me oculto, sino que estoy realmente en mi hogar -dijo Draco dejándose caer en el sofá.

-¿Has pensado en aceptar la oferta de tu padre de regresar a vivir a la mansión?

-Sabes, mientras estaba aquí solo sin poder regresar al mundo mágico, deseaba intensamente volver a vivir en la mansión, inclusive sentía algo de envidia por causa de Harry, que estaba allí con mi padre, pero ahora veo las cosas de forma distinta. Esto no es lujoso y nunca lo será, pero es mi hogar.

-Entonces debo entender que seguirás viviendo aquí. Y supongo que continuarás en ese empleo tan peculiar que tienes.


Draco sonrió, sabía que Sirius detestaba que él siguiera quitándose la ropa para entretener a otros.


-Pero el que me quiera quedar aquí no significa que seguiré trabajando como desnudista en el bar.

-Ya no seguirás en ese trabajo.

-Mi padre cree que trabajo como mesero, no quiero seguir engañándolo al respecto. Estaba pensando en pedirle un préstamo y proponerle al dueño del bar una sociedad, así ya no sería más su empleado.

-Draco no es necesario que sigas en este Londres muggle, ya eres libre.

-Sirius, fui absuelto, pero sé que nadie confiará en mí y mucho menos para darme un empleo, tendría que vivir el resto de mi vida del oro de mi padre y no quiero eso.

-¿Y entonces qué planeas hacer?

-Sé que mi padre aceptaría prestarme una suma de oro y no sé tal vez inclusive podría ofrecerle al dueño del club comprárselo.

-Veo que te acostumbraste a vivir de noche.

-La verdad he pensado en otra cosa y me gustaría que me ayudaras.

-¿De qué se trata?

-Me gustaría estudiar medicina muggle.


Sirius abrió la boca pero no dijo nada, estaba algo confundido.


-Draco si eso de curar a los demás te atrae, puedes estudiar para sanador.

-Sirius, quiero estudiar medicina muggle para ayudar a la gente de aquí. Creo que esa será una forma de redimirme un poco por todo el daño que les causé mientras fui mortífago.


Sirius guardó silencio un par de segundos, le asombraba esa decisión del muchacho rubio, pero estaba dispuesto a darle toda la ayuda que precisara.


-Si estás decidido y crees que es lo que necesitas hacer, pues cuentas con todo mi respaldo; y estoy seguro de que Lucius también estará feliz y orgullo con lo que has decidido.


Draco finalmente sonrió. Era importante para él que Sirius comprendiera sus razones y le apoyara.


-Eres un hombre increíble Sirius, soy muy afortunado de tenerte a mi lado.

-Es cierto, eres muy afortunado muchachito así que cuídate mucho de poner tus ojos en otro, porque tú eres solo mío.

-Así es no voy a negarlo, soy sólo tuyo y además completamente feliz -dijo el muchacho rubio besando finalmente los labios de Sirius que se entregaron de inmediato a ese maravilloso contacto, nunca se cansaría del amor del chico rubio.


*~*~*~*~*~*~


Ese mes de octubre finalizaba con gran acumulación de nieve en los jardines de la mansión Malfoy. Los días eran fríos, pero el corazón de Harry y Lucius estaba lleno de calor y felicidad, especialmente ese día en que unirían sus vidas para siempre ante la leyes mágicas. Harry estaba feliz de que Draco pudiera estar presente en la boda de su padre, sabía que ese había sido el gran sueño de Lucius.


Apenas una semana después de que Draco fuera absuelto en la mansión se celebraba un importante acontecimiento. La boda de Harry y Lucius.


La ceremonia se llevó a cabo esa mañana de sábado en el salón principal de la mansión donde se reunieron el pequeño grupo de invitados. Sirius y Draco presenciaron emocionados el enlace matrimonial e intercambiaron miradas que decían que también esperaban una ceremonia igual de hermosa.


Los invitados eran varios, entre ellos los profesores de Hogwarts y unos cuantos amigos de Harry. Además de todos los magos más cercanos a Lucius durante la guerra, entre quienes se contaban a Arthur Weasley y toda su familia. Kingsley, éste último estaba bastante asombrado de presenciar la boda de Lucius con Harry Potter, pues siempre habían creído que era Remus Lupin quien ocupaba desde hacía años el corazón de Lucius. Sin embargo, le veían tan feliz y tan enamorado de Harry que decidió no hacer conjeturas. Por lo demás el estado de Harry le dejó bien claro que Lucius no había perdido el tiempo mientras tuvo al muchacho de ojos esmeraldas en su casa, de seguro que por ese motivo Remus se había marchado y nadie sabía nada de su paradero.


Florian seguía siendo el sanador de Harry, ya que el muchacho se había negado a que otro le tratara durante su embarazo.


Florian sabía que Harry ya estaba en los últimos días de gestación. Pero esto era un secreto, pues todos los demás creían que el chico apenas tenía siete meses. Harry disimulaba su abultado estomago con las túnicas, nunca le dejaría saber a nadie que al escapar de la fortaleza de Voldemort aquella noche en que acabó la guerra él ya llevaba una vida dentro suyo y que por supuesto aquello había sucedido en contra de su voluntad. Todos estaban convencidos de que el hijo que esperaba Harry era de Lucius, sólo Draco y Sirius sabían la verdad.


El sanador ya había advertido a sus colegas en San Mungo, que en cualquier momento Harry tendría a su bebé. Para todos los casos el bebé nacería antes de tiempo debido a que el padre era primerizo y su salud había estado algo quebrantada luego de su secuestro. Harry en esos últimos días pensaba en algo que antes no le preocupó, deseaba con toda su alma que el bebé se pareciera a él, pues que se pareciera a Lucius era imposible. El hombre rubio lo tranquilizaba diciendo que en último caso si el bebé no heredaba sus ojos esmeraldas, cosa que le parecía casi imposible a Lucius, pues aquellos ojos tenían una fuerza e intensidad que sería muy extraño que no los heredara el bebé, simplemente le cambiarían el color de los ojos, pues era algo que se podía lograr con facilidad.


Harry decidió por fin dejar de preocuparse por eso, en realidad lo más importante era que su hijo naciera sano y fuerte, el aspecto físico no era lo más importante. Sin importar que no pudiera tener los ojos de Lucius, éste era su padre porque el mismo bebé lo había aceptado como tal la primera vez que habían hecho el amor.


*~*~*~*~*~*~


A media tarde los únicos que aún acompañaban a los recién casados eran Draco y Sirius. Ellos pensaron en marcharse con el resto de los invitados, pero Lucius insistió en que los acompañaran un poco más. Harry y Lucius no necesitaban intimidad porque la tenían a diario, desde que el chico se mudara a la mansión y compartían la misma habitación, en realidad ya se consideraban esposos desde hacía un buen rato; así que no existía esa necesidad apremiante de intimidad.


Draco aprovechó de contarle a su padre de los proyectos que tenía para su futuro. Y naturalmente que Lucius estuvo de acuerdo con las decisiones que había tomado su hijo. Estaba seguro que era lo mejor para Draco continuar donde estaba y llevar a cabo ese proyecto de estudiar la medicina de los muggles. Para ellos como magos la línea tiempo espacio no era un problema, además ahora no había ningún impedimento para pedir al Ministerio que conectaran la chimenea del apartamento de Draco a la red Flu, de ese modo podrían visitarse sin mayor problema.


Sirius decidió no continuar con su trabajo de profesor en Hogwarts. Draco y él ya hablaron con el dueño del club nocturno donde trabajaba el chico rubio y le habían ofrecido una fuerte suma de dinero para comprar el lugar. A Sirius le encantaba la idea de reformar aquel sitio, pero Draco le suplicó que no despidiera a los bailarines, pues todos eran muchachos muy esforzados que necesitaban el trabajo. Sirius luego de pensarlo con bastante detención finalmente cedió, aún le constaba eso de aceptar que muchachos se quitasen la ropa para divertir a unos idiotas; pero Draco le dijo que él ya no estaría entre esos bailarines así que no debía molestarse por eso.


Sólo algunas partes de estas ideas las compartieron con Lucius y Harry. Aunque a Lucius le parecía demasiado raro eso de tener un club nocturno, en el mundo mágico ese tipo de cosas no se conocían. Harry que estaba enterado de cómo funcionaban esos lugares gracias a las explicaciones de Sirius le pareció divertido, pero se guardó muy bien de darle muchos detalles al rubio, pues era mejor que nunca se enterase de que su hijo le había mostrado sus atributos a los muggles. En ese sentido Lucius era muy conservador.


*~*~*~*~*~*~


Pasaron las semanas que le restaban al embarazo de Harry y por fin la hora de que su hijo naciera llegó. Los nervios se apoderaron de Harry, aunque había tenido un buen embarazo en general temía que algo no funcionara bien. Lucius hizo todo lo posible por tranquilizarlo, pero no tuvo mucho éxito. Sólo la llegada de Florian logró calmarlo un poco.


Por supuesto que la presencia de Sirius y Draco ayudó en algo a calmar a Harry. Ellos le daban una sensación de tranquilidad.


Harry fue prontamente trasladado a San Mungo. Todo ya estaba preparado para el momento. Florian en este caso sólo asistiría al sanador que se encargaría del parto de Harry, pues en realidad esa no era su especialidad.


Lucius, Draco y Sirius totalmente nerviosos esperaban en la sala de urgencias que todo saliera bien con Harry. Y la verdad que el resto del hospital también estaba algo revolucionado por el suceso, pues un nacimiento de un mago fértil naturalmente no era muy común. Así que la noticia de que Harry daría a luz un bebé se expandió con rapidez. Eso sí la mayoría lamentaba que el nacimiento se hubiese adelantado, pero claro no sabían que el bebé estaba naciendo justo en el momento en que debía.


El parto de Harry no tuvo inconvenientes y Florian celebró que el bebé naciera sin ningún problema. Harry no quiso conocer de inmediato al bebé y esto causó algo de nerviosismo en Florian, pues temió que esto fuera un indicio de que Harry no estaba aceptando al bebé como se suponía que ya había hecho. El chico de ojos esmeraldas dejó correr sus lágrimas cuando escuchó el llanto de su hijo, deseaba con todo su corazón que se pareciera a él.


Florian salió de la sala y se fue en busca de Lucius. El chico necesitaba a su esposo en ese momento, sólo el hombre rubio podría calmar el llanto de Harry. Lucius respiró aliviado cuando el sanador anunció que el bebé había nacido sin contratiempos, pero sí se preocupó al escuchar que el chico no había querido ver de inmediato al bebé y había roto a llorar sin consuelo. Lucius de inmediato comprendió lo que sucedía y fue hasta la sala donde estaba Harry.


Cuando se acercó a su esposo el chico ya estaba algo más calmado, pero aún había huellas de sus llanto. El bebé había sido sacado de la habitación para hacerle la revisión necesaria.


-¿Dónde está el bebé? -preguntó el chico en cuanto vio en entrar a Lucius.

-No te preocupes mi amor, lo llevaron para hacer el control necesario.

-No pregunté si fue niño o niña -dijo el chico -, tampoco quise verlo.

-No te preocupes por eso mi amor…

-Quiero recibir de tus brazos a mi bebé.


Lucius sonrió feliz de comprender los sentimientos de Harry.


Esperaron tomados de la mano. No pasó mucho tiempo hasta que la puerta de la habitación se abrió otra vez. Ahí estaba Florian cargando al bebé de Harry con cierto aire preocupado, pero al ver que el chico sonreía sintió un gran alivio.


Lucius se levantó y se acercó para tomar al bebé. Lo miró emocionado y sonrió feliz. Luego se volvió a mirar a Harry y lentamente se acercó para ponerle el bebé en los brazos. El muchacho recibió por fin a ese pequeño que había crecido dentro de él y las lágrimas rodaron más abundantes por sus mejillas.


-Es un niño -dijo Florian alegre.

-Tiene tus ojos, Harry -dijo Lucius con la felicidad golpeándole el pecho.


Harry besó al pequeño en la frente.


-Es cierto, pero aunque no los tuviera de todas formas lo amaría -dijo el chico -. Hola mi amor, estoy feliz de que estés por fin con nosotros.

-¿Ya pensaron en el nombre? -preguntó Florian.

-Sí. Su nombre es James Lucius Potter Malfoy. Y será el mejor mago del mundo, tan inteligente y dulce como su padre -dijo Harry mirando amorosamente a Lucius.


Florian sonrió. Se sintió feliz de que el dolor de Harry hubiese quedado en el olvido y que ahora estuviese viviendo el momento más feliz de su vida junto a su hijo y esposo.


-Iré a darle la noticia a Sirius y Draco, de seguro que están muy nerviosos -dijo el sanador saliendo de la habitación.


Harry y Lucius observaron con ternura al bebé.


-Jamás imaginé que fuera posible tanta felicidad.

-Yo me encargaré de que esta felicidad dure toda nuestra vida.

-No tengo ninguna duda. Estoy seguro que así será, no podría ser de otra forma siendo como eres, mí Lucius, mi dulce señor.

-Así es, soy tuyo para siempre.



FIN

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