Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Enredados por AniBecker

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo IX

Se sentía mal. Él pensó que era algo esporádico, llevaba días estresado con los exámenes, pero ya llevaba cerca de dos meses con ese malestar. Su cabeza no quería pensar en lo que no paraba de imaginarse una y otra vez, quería que fuera cualquier otra cosa que esa.

Cansado ya de la angustia y también de la duda, aprovechando que su pareja se encontraba en la tarde ocupado en los entrenamientos, decidió ir después de clases a una farmacia cercana.

Una vez en casa, sintió que toda su vida se estaba truncando demasiado rápido. No sabía si estar feliz o angustiarse por ello, ya que todo ahora cambiaría a partir de ese momento.

Guardó el objeto en el bolsillo de su chaqueta, se refrescó con agua en la nuca y en el rostro, y salió del apartamento, necesitaba ver a una persona y aclarar su mente antes de contarle a su pareja.

Llegó hasta la cafetería dónde se solía reunir cada sábado con los demás chicos, y al entrar, buscó con la mirada a su amigo, que alzando su brazo, le indicó dónde se encontraba.

—¿De quién es esta bebé? —se sorprendió, al ver al pelinegro con un bebé en sus brazos.

—Es mi hermanita pequeña, Kazumi-chan —sonrió y, cogiendo su pequeña manita hecha un puño, la agitó—, saluda a Kasamatsu-chan, dile hola.

—¿Tu hermana? No sabía que tuvieras una, y menos tan pequeñita —se sentó, mientras la miraba fijamente—. ¿Qué haces con ella?

—Mi madre está algo ocupado, por lo que me pidió que le diera un paseo. Tiene tres meses, ¿a que es una preciosidad?

—Lo es —sonrió.

—Bueno, y dime de qué tan importante querías hablar conmigo —el de ojos azules se tocó la sien, nervioso.

—Tengo un pequeño problemilla… —susurró, sacando el objeto del bolsillo de su chaqueta y poniéndolo sobre la mesa, para que el otro lo viera.

—Estás… ¡wow, felicidades! —exclamó contento por la noticia.

—De felicidades nada —suspiró—, que no sé qué hacer. Estoy en plenos exámenes, estoy en tercer año de preparatoria, tengo planes de entrar a la universidad, el equipo de baloncesto... Un niño requiere mucho tiempo, muchos gastos, apenas me llega para poder pagar el alquiler del apartamento y…

—Hey, cálmate, que te va a dar un ataque de ansiedad. Vamos a analizar todo; estás en el último año, para cuando se te note el embarazo ya se terminó el curso, además, vives con Kise, él cómo modelo cobra bien, y él es la otra parte del problema, por lo que podéis compartir todos los gastos que requiera el niño.

—¿Y el baloncesto? ¿y la universidad?

—Bueno… eso no se podría compaginar, tendrías que dejar el equipo, eso sí… Pero lo de la universidad sí puedes compaginarla.

—No sé qué hacer, la verdad, no me esperaba esto —suspiró, tomando de su té y llevándose ambas manos a la cabeza—, si siempre he estado muy atento, tomándome las pastillas, nunca ha faltado la protección…

—¿Puedes calcular de cuándo pudo ser? A lo mejor así consigues recordar si fue porque no te tomaste alguna pastilla —el capitán de Kaijo empezó a hacer memoria.

—Creo que tuvo que ser el día de la fiesta de la Winter Cup, aunque sí lo hicimos con protección —Takao tragó fuerte.

—Eh… creo que ya sé por qué… —dijo nervioso.

—¿A qué te refieres?

—Es que Kise me quitó un preservativo que yo iba a usar con Shin-chan, pero yo los dañé, porque yo quiero un bebé y Shin-chan se negaba…

—¿Qué? ¿Qué tú hiciste qué? ¡Imbécil, por tu culpa me está pasando esto! ¿Por qué tuviste que hacerles eso? —gruñó, enojado.

—Oye, oye, que ese preservativo era para mí, la culpa fue de tu noviecito que me lo quitó —se defendió, ofendido—. Yo sólo quería tener un bebé con Shin-chan.

—¿De qué estás hablando, Takao? —el ojo de Halcón se estremeció al oír esa voz.

—Shin…Shin-chan… ¿qué haces aquí? ¿oíste mucho? —preguntó, nervioso.

—Lo justo y necesario para escuchar que querías engañarme de la forma más rastrera —respondió, furioso.

—Shin-chan, espera, es que yo quería y pues tú siempre me decías que no.

—Te decía que no, porque sólo era un capricho tuyo sólo porque tu madre estaba embarazado, sólo por eso. Te he dicho muchas veces que aún es pronto para eso, y te recuerdo, que hicimos una promesa a nuestros padres.

—Lo siento, Shin-chan yo no quería que…

—Has jugado conmigo y has sobrepasado mi confianza, esto es una traición en toda regla.

—Perdóname, de verdad.

—Será mejor que no te vea por un tiempo, tengo que aclarar ideas —el de ojos platinados sollozó, abrazando a su hermanita—. Y tu próximo celo, lo vas a pasar solo, no quiero que vuelvas a intentar engañarme.

—¡Shin-chan, espera! —dejó de gritar cuando se alejó, estaban en un lugar público y no querían un escándalo mayor.

—Te has pasado, no me esperaba que hicieras algo así —le regañó Kasamatsu—, y encima, no funcionó tu plan contigo, sino conmigo, que ni tenía que ver en el asunto.

—Lo siento mucho, Kasamatsu-chan, no quería involucrarte —soltó a su pequeña hermana en su cochecito, ya que se había quedado dormida

—Al menos no te quedaste embarazado, porque si no, ahora mismo serías madre soltera —el otro hizo una mueca de disgusto.

—No lo estoy, pero no quiero que Shin-chan esté enfadado conmigo, sí que se enojó.

—Es normal, lo estuviste engañando, aunque para ti fuera algo sin dolo, él sí se sintió traicionado.

—Sí, tienes razón, lo hice mal…será mejor que me vaya, parece que va a llover, y no quiero que Kazumi-chan se moje y enferme.

—Claro, no permitas que eso pase, es muy pequeñita y le puede hacer mal, regresa a casa pronto —ambos se levantaron, pagaron la cuenta y salieron de la cafetería.

—Tú también, en tu estado también debes tener cuidado. ¿Se lo dirás a Kise? —el número cuatro suspiró.

—Sí, claro que se lo diré, él también forma parte de esto.

—Seguro se pondrá muy contento con la noticia.

—Si, lo sé, demasiado creo yo, por lo que tendré que patearlo seguro —el pelinegro estalló en carcajadas.

—Cuando nazca tu bebé, deberías dejar de golpear a su papá, mira que le darás mal ejemplo —bromeó.

—Mira que no estaría mal que su propio hijo también lo mantuviera a raya —los dos sonrieron, para después despedirse.

Cuando Kasamatsu le contó la noticia a Kise, éste se supo justamente como él pensó, completamente alocado y feliz por ello. Sonrió, porque sabía que, aunque fuera un exagerado y muy chillón, se alegraba por la noticia. Pero aún así, tenían que hablar de la situación.

—Escúchame, Kise, quitando que esto va a afectarme a mi vida estudiantil, también nos va a afectar en lo económico, a los dos —dijo con seriedad.

—Pero por eso no tienes que preocuparte, Yukiocchi, con mi trabajo de modelo podemos tener de sobra para todos los gastos que conlleve el bebé, tranquilo, yo me hago cargo.

—No, ese dinero es tuyo, no tienes por qué gastártelo todo.

—Pero es mi hijo también, es mi responsabilidad. Además, no me supone problema ni esfuerzo gastar mi dinero en mi hijo.

—Kise, en serio, serán muchos gastos…

—No te preocupes por eso, de verdad —le besó en la frente—, pero dime tú, qué piensas hacer.

—Por suerte para cuando acabe este último año apenas estaré en el quinto mes, por lo que el estrés del curso no me afectará mucho en los meses más pesados. Aunque no entraré en la universidad.

—¿Y por qué no? Eso no, no puedes quedarte sin estudiar, tú quieres estudiar derecho para ser abogado.

—Kise, la universidad supone una cuota muy alta de matrícula, con el niño será imposible. Además, cuando empezara la universidad aún estaré embarazado, y perderé muchas clases.

—Pues en ese caso, yo me busco otro trabajo aparte del de modelo, o cojo más comerciales.

—No, Kise, no. Tú debes centrarte en acabar este año y el próximo la preparatoria, demasiado tienes ya con el baloncesto y el modelaje.

—También es mi responsabilidad, no sólo tuya —se dieron un tierno beso—. ¡Ah, ya sé! —gritó, asustando al otro.

—¿Se puede saber qué te pasa?

—Sé que no te gusta el mundo del modelaje, pero podrías si quieres hacer comerciales para omegas embarazados.

—¿Qué? —se espantó. Sólo el pensar en que lo viera todo el país o toda la ciudad embarazado, le daba algo de vergüenza—. Como si en ese mundo hubiera omegas.

—Claro que los hay, en mi agencia hay tres. ¿Qué me dices? —preguntó, con una sonrisa.

—Bueno… de aquí hasta que se me empiece a notar, quedan unos meses… me lo iré pensando hasta entonces.

Kise le abrazó, se sentía feliz, iban a ser padres, ¿había algo más feliz que eso?

.

Después del pequeño incidente y gran susto que se llevó Sakurai, Aomine estaba muy pendiente de quién se le acercaba al escolta. En la preparatoria, la mayoría que los veían juntos pensaban que el peli azul, era el alfa del castaño, por lo que, cuando éste ponía mala cara cada vez que alguien se le acercaba.

Pero lo que vio, no le gustó nada. Cuando iba por los pasillos junto a Momoi, se encontró a Sakurai, hablando con el de gafas de Seirin, y estaba demasiado cerca del castaño, que estaba sonrojado.

—Hey, Ryo, vamos a almorzar —dijo con un tono molesto. El nueve lo miró, nervioso, y asintió.

—Eh… sí, ya voy —pero el capitán de Seirin no lo dejó, siguiendo hablando con él. El peli azul se molestó.

—¡Ryo, vamos de una vez! —eso hizo que el otro, también se molestara.

—Oye, ¿no estás viendo que está hablando conmigo?

—¿Qué tanto tienes que hablar con él?

—¿Y a ti qué te importa? —lo encaró, una vez que el cinco de Too se acercó—. Esto es un tema de alfa y omega, ¿o qué pasa, que te crees más que nadie y quieres acaparar todos los omega para ti?

—No me gusta que rondes a Ryo, ¿qué pretendes con él?

—Te vuelvo a repetir que a ti qué te importa.

—Me importa porque Ryo es mi amigo, y alfas cómo tú los hay a montones. ¿No que tú ya tienes a un omega marcado, qué buscas con Ryo, divertirte?

—Para que te enteres, Sakurai es mi pareja destinada —añadió, desafiándolo con la mirada.

—Tu pareja destinada dices… ¿Y entonces por qué marcas a otro omega?

—No es tu problema.

—Sí lo es, porque no voy a permitir que dañes a Ryo, porque te las verás conmigo.

—Vamos, Dai-chan, será mejor ir a almorzar, se nos acabará el tiempo de descanso, además, no te vayas a meter en problemas —el de ojos azules chistó molesto.

—En seguida voy, Aomine-san, no tardo, lo prometo —los otros dos se retiraron, dejando al moreno molesto por ello. Una vez que terminó de hablar con el de gafas, fue al lugar de siempre dónde almorzaba con sus dos amigos.

—Hasta que al fin llegas, ¿qué quería ese estúpido? —el castaño suspiró.

—Jo, Aomine-san, no seas así. Él es buena persona, no sé por qué te comportaste antes asi con él.

—¿Qué es lo que quería? —volvió a repetir.

—Sólo quería invitarme el domingo.

—Espero que no aceptaras.

—Dai-chan, ¿por qué eres así? —protestó la peli rosa—. Deja que Saku-kun que haga lo que quiera con su vida, Hyuga-san no parece mala persona.

—Ah, ¿no? ¿y entonces por qué tiene a un omega marcado?

—¿Cómo que a un omega marcado? —preguntaron los dos.

—Por favor, no me digáis que no lo sabéis. Hace un tiempo, uno de sus compañeros de equipo, el base número cinco, entró en celo, y él lo atacó, abusando de él y marcándolo. Y, por lo visto, ambas familias los obligan a estar juntos.

—No puede ser cierto… —murmuró el escolta, entristecido.

—Es completamente cierto. Ryo, esto no lo digo por molestarte, sino porque eres mi amigo y no quiero que nadie te lastime, ¿lo entiendes?

—Pero él es mi destinado… lo sé… eso se sabe…

—Eres libre de hacer lo que tú quieras, pero yo sólo te advierto de él —posó su mano en la cabellera castaña, revolviéndola—, si es tu destinado, ahí sólo debes interferir tú, pero que sepas que marcó a otro omega, y que le obligaron estar con él, sólo te aviso para que sepas de qué palo va, y estés alerta por si quiere jugar contigo, o no. Sólo te digo una cosa, no confíes en los alfa.

El castaño y la peli rosa se miraron entre sí, a las palabras que dijo su amigo, y no quisieron decir algo más al respecto.

.

Después de los entrenamientos, Satsuki se despidió de Aomine, ya que había quedado con unas amigas, por lo que el moreno se marchó solo a casa.

Recogió sus cosas y se dispuso a salir de la preparatoria, pero cuando pasó por el gimnasio dónde entrenaban los de la preparatoria Seirin, una mano lo agarró fuertemente del brazo, metiéndolo dentro de la instalación deportiva.

—Pero ¿Qué? —fue lo único que pudo articular el peli azul—. ¿Se puede saber qué haces? Me has hecho daño —cuestionó molesto, al ver que se trataba de Kagami.

—Oh, vamos, si no ejercí apenas fuerza —se defendió—, y no grites así, vas a llamar la atención de otras personas.

Aomine chistó —Como si fuera algo que te importara. ¿Qué es lo que quieres?

El tigre de Seirin no contestó, volviéndolo a tomar de brazo, para ir a parar a los vestuarios. Una vez allí, se acercó a él, arrinconándolo entre su cuerpo y las taquillas.

—Hey, ¿qué pretendes?

—Oh, vamos, tengo ganas de ti —hundió su rostro en la curvatura del cuello moreno.

—Ah, ¿sí? Pues te vas a quedar con las ganas, no pienso hacer nada aquí en el instituto.

—Pues en la fiesta no te importó mucho —alzó sus extrañas cejas—. Eres un omega quisquilloso.

—Y tú un alfa pervertido. Luego bien que dicen que los omega sólo piensan en sexo, pero los alfa no se quedan atrás —dijo molesto.

—Es que me pones demasiado —confesó, aspirando el aroma que tanto lo volvía loco, pero que por los supresores, no conseguía oler.

—Joder, ni que estuvieras en celo —protestó, alejándolo de su cuerpo—. Te he dicho que aquí no.

—Bien, si ese es tu problema, que alguien nos vea, ven esta noche a mi casa.

—¿Perdona, ir a tu casa?

—¿Por qué no? Sé qué tu cuerpo extraña al mío tanto cómo el mío al tuyo —susurró en su oreja, una vez que volvió a acortar la distancia entre ambos.

El moreno suspiró —Está bien, iré. Vive solo, ¿no? Bien, no quiero que nadie sepa de esto.

—Ya hay alguien que sabe de nuestra relación.

—¿Relación? —cuestionó—. De eso nada. Y la única persona que lo sabe, es Satsuki, y me da igual que sea ella quién lo sepa.

—Entonces, ¿te espero esta noche en mi casa, sí o no? —un suspiro oyó por respuesta, al morderle el óvulo de la oreja—. Tomaré eso como un sí —sonrió, satisfecho, para después darle un fogoso beso—, hasta la noche, precioso.

 

.

—¿Seguro que está bien que lleguemos sin avisar? —preguntó por cuarta vez el pelirrojo de menor estatura.

—Tranquilo, no habrá problemas, a fin de cuentas es mi apartamento, que para algo lo estoy pagando yo.

—Yo sólo digo que podríamos irnos a un hotel sin problemas, Taiga se va a enfadar por no avisarlo —el otro terminó de abrir la puerta, ingresando dentro del apartamento—. Mira, Taiga tiene visita, vámonos.

—Pero si no lo vamos a molestar, sólo vamos a dormir en la habitación de invitados —siguió insistiendo. Al pasar por el pasillo, la puerta de la habitación de Kagami se encontraba entreabierta, y por pura curiosidad, se asomó, viendo como el pelirrojo dormía plácidamente abrazado al peli azul.

—Ese muchacho estaba con Seijuro en secundaria —recordó Masaomi—, no sabía que era omega.

—Lo vi la otra ocasión que vine, y por el olor, me figuré que sí lo era y estaba con Taiga —los dos ingresaron en la habitación contigua y cerraron despacio la puerta—. ¿Aviste a Seijuro de que venga mañana?

—Sí, a primera hora toma un tren para venir hasta aquí.

Con un beso, ambos se metieron en la cama a descansar.

.

A la mañana siguiente, Kagami despertó con unos golpecitos en la puerta de su habitación. Aún completamente somnoliento, se incorporó en la cama preguntando con timidez con un ¿sí? Pero lo que lo terminó de despertarlo fue cuando vio la cara de su padre asomar por la rendija de la puerta entreabierta.

—¿Padre? ¿Qué es lo que haces aquí? —salió rápidamente, teniendo cuidado de que Aomine no se despertara. Al menos, no aún.

—Hasta que al fin te dignas a despertarte —se estremeció al oír la voz de Akashi, y efectivamente, el pelirrojo se encontraba sentado en la sala, pero no era el único, ya que también se encontraba ahí Masaomi.

—¿Qué hacéis en mi casa?

—Con esa pregunta, pareciera que no te gusta la idea de que estemos aquí.

—No, no es eso, sólo que… no me dijeron que vendrían, y despierto y los veo aquí… ¿pasó algo malo?

—Tranquilo, hijo, Seijuro llegó hace poco con el chófer, y nosotros llegamos anoche.

—¿Durmieron aquí?

—Sí, tuvimos una reunión que acabó tarde, y cómo hoy vamos a la empresa, nos quedamos aquí. Como llegamos tarde, no quisimos despertarte —explicó el hombre.

—Empresa, ¿qué pasa en la empresa?

—Vamos a fusionar ambas empresas, y para ello, tanto Seijuro cómo tú tenéis que estar presente.

—¿Ah? ¿Y me lo dices justo ahora? Me podrías haber avisado con algo más de tiempo —respondió molesto.

En ese momento, un Aomine somnoliento salía de la habitación, quedándose completamente sorprendido de ver a la familia del pelirrojo justamente ahí. No sabía dónde meterse, no era que mantuviera una relación con el diez de Seirin, por lo que un desayuno familiar, no era precisamente su pensamiento.

—Ah… Aomine… —los ojos de Akashi se posaron en el moreno, que se maldecía una y otra vez de haberse dejado convencer y quedarse esa noche ahí—. Lo siento, yo no sabía nada, te lo juro.

—Cuándo me insistías tanto en que me quedara… ¿este era tu plan desde un principio? ¿Hacerme una encerrona para que desayunara con tu familia, o qué?

—Claro que no, te lo juro, yo no sabía nada, mi padre llegó anoche y durmió aquí, por lo visto, pero yo no sabía nada.

—Daiki, no te preocupes, yo no diré nada sobre ti, si es lo que te preocupa —habló Seijuro.

—Mejor… mejor me voy, a mí no se me perdió nada aquí —y fue hasta la habitación para terminar de vestirse y coger sus cosas.

—Espera, Aomine, no te vayas, este no era mi plan, ni este ni ninguno, créeme —lo sujetó del brazo, para evitar que se marchara.

—Escúchame, me da igual si fuera tu plan o no, yo te dejé en claro que no somos nada, y yo no debía haberme quedado aquí —trató de soltarse del agarre, sin éxito—. Kagami, suéltame.

—No hasta que me escuches, perdona, ¿vale? Te prometo que no volverá a pasar, sé que no te gusta que nadie sepa que eres omega, pero…

—Pero nada, no me siento cómodo, además, es un desayuno en familia, yo no pinto nada.

—Está bien, te dejo ir, pero no te enfades, ¿vale?

—¿Por qué están entonces aquí?

—Mi padre dice que es por un tema de la empresa, quiere fusionar la suya con la del padre de Akashi, y para eso, dice que tenemos que estar él y yo. ¿Quieres acompañarme?

—¿Qué pinto yo allí? Kagami, ya, mejor me voy, despídeme de tu familia, vuelvo a mi casa.

No le dio tiempo de despedirse, porque el moreno salió del apartamento lo más rápido que pudo.

.

Llegaron hasta la empresa, y en seguida fueron hasta la sala de juntas, dónde los demás accionistas se encontraban reunidos esperando a Tora. Nada más entrar, Himuro Hiro, se acercó a su amigo y socio.

—Himuro, ¿qué es lo que pasa? La reunión no era hasta dentro de una hora, ¿por qué nos hiciste llegar tan pronto y más llegar todos? —preguntó al pelinegro.

—Es algo muy urgente —con la mirada le preguntó de qué se trataba, y con la mano, le mostró el motivo, indicándole a una mujer de cabello oscuro, largo y rizado, de voluminosos atributos.

—Tú, ¿qué es lo qué haces aquí? —preguntó furioso, al ver que se trataba de su ex mujer.

—Hola, mi amor, me alegro de verte —habló, con ironía en su tono.

—No puedo decir lo mismo. ¿Qué haces aquí?

—Taiga, mi bebé precioso, qué alegría verte —ignoró completamente al hombre y corrió a abrazar a su hijo, que ni le habló, ni correspondió—. Qué carácter, ¿esas son formas de tratar a tu madre después de tantos años sin verla? Te estás pareciendo a tu padre, mi bebé, eso no me gusta.

—Lina, te repito qué es lo qué haces aquí.

—Vine por algo muy simple. Me enteré que quieres fusionar la empresa con la de… —miró de arriba abajo a Masaomi—. Este señor, pero se te olvida algo, mi amor —cogió una carpeta azul, que estaba sobre la mesa, y se giró hacia él—, se te olvida algo muy importante, y es que yo, también soy accionista de la empresa, y me niego en rotundo a que la fusiones.

—De eso nada, tú no tienes ningún poder sobre mi empresa, me vendiste todas tus acciones en la sentencia de divorcio.

—Tora, lo mejor será hablar este tema en privado —propuso el pelinegro, a lo que el pelirrojo aceptó, pasando hacia su despacho él, junto a Masaomi, Taiga, Seijuro, Hiro y esa mujer.

—Bien, ¿a qué viene todo esto, Lina? ¿qué es lo que quieres?

—Ya te lo he dicho, me niego en rotundo a que fusiones la empresa, tengo acciones, y como accionista, si uno sólo se niega, no se puede realizar la fusión.

—Hiro, ¿esas acciones tienen algún valor? ¿son verdaderas? —preguntó, y el nombrado cogió de las manos de la mujer la carpeta, y comenzó a leer.

—Lo siento, Tora, son legales y verdaderas —comentó el pelinegro afligido—, y, aunque tenga sólo el 4% de las acciones, si se niega, no se puede con el procedimiento.

—¡Eres una maldita! ¿Qué es lo que quieres? ¡Dime! Lo único que quieres es fastidiarme y conseguir el dinero que te dé la gana.

—Uhm… en algo tienes razón… Sólo quiero fastidiarte. Me niego a que fusiones mi empresa, con la de tu amante.

—¡No es tu empresa, es mía! —estalló, enojado.

—Cariño, aunque seas el socio mayoritario, no tienes el poder completo para poder hacer esa operación. No voy a permitir que te salgas con la tuya, sólo por dos omegas, por favor —se refirió a los Akashi—. No me puedo creer que me dejaras, ¿por ellos? Sobre todo, ¿por otro hombre?

—Eso no es tu problema, ellos son mi familia, tú no lo eres.

—¿No lo soy? Estás menospreciando entonces a Taiga —dijo fingiendo tristeza, acercándose a su hijo y abrazándolo por el brazo—, él sí es tu hijo legítimo, no él, que es un bastardo.

—¡Óyeme bien! Te prohíbo que insultes a mi hijo.

—¿Es que acaso no lo es? ¿Lleva tu apellido? ¿Nació dentro del matrimonio? No, ¿verdad? Taiga es tu único hijo.

—Ya, madre, te estás pasando —intervino Kagami—. Asume que tú y mi padre no estáis juntos desde hace mucho, y ellos se quieren.

—Taiga, bebé, no te reconozco…

—No me digas así, cómo si de verdad te importara. Desde el divorcio no quisiste saber nada más de mí, ¿ahora te haces la indignada?

—Un momento —intervino Masaomi, revisando los papeles—, este porcentaje no te pertenece —todos lo miraron intrigados—, con el divorcio, estas acciones pasaron a ser de Taiga, que al ser menor, se te asignaron en poder, pero ahora, aunque siga siendo menor, está en completo uso de sus facultades, por lo que pasan a ser de su posesión.

—¡Imposible, eso es imposible! ¡Esas acciones son mías!

—Entonces eso quiere decir, que yo también soy accionista de la empresa —comentó el pelirrojo, mirando a su padre y Himuro, que asintieron—, y cómo accionista, doy mi aprobación para que la fusión de las empresas se lleve a cabo —dijo finalmente, triunfal.

—¡Taiga, bebé! ¿Es que vas a ponerte en contra de tu madre? ¿La persona que te dio la vida?

—También la persona que me abandonó. Lo siento, madre, pero no estoy de tu parte. Lo mejor es que te vayas y nos dejes con nuestras vidas.

—Lina, te ha salido mal la jugada, márchate.

—¡De eso nada! —de su bolso, sacó un arma. Tora, a modo de defensa, se puso delante de su pareja e hijos, por si esa loca le diera por apretar el gatillo—. Lo siento, pero no voy a permitir que seas feliz con él, si no eres mío, no serás de nadie más.

Taiga, que se encontraba detrás de su padre, se empezó a acercar lentamente a su madre, con las manos hacia delante para que no cometiera una imprudencia.

—Taiga, vuelve aquí —le ordenó su padre, pero el pelirrojo no le hizo caso.

—Madre, aunque estés dolida, tú no eres una asesina, tú no quieres que nadie resulte herido, ¿verdad? Dame esa arma, por favor.

—¡No! No quiero que estén juntos, quiero acabar con ellos.

—Vamos, eres una mujer joven, atractiva, puedes encontrar a otra persona con la que ser feliz, si aprietas ese gatillo, acabarás en la cárcel, y eso no lo quieres, ¿verdad? Ahí dentro no tendrás ya más libertad, ni tampoco podrás ser feliz. Venga, dámela.

Terminó de acortar la distancia con ella, pero cuando estaba a punto de tomar el arma y quitársela, la mujer volvió a echar un vistazo hacia su ex marido y su familia, viendo cómo las manos de los pelirrojos adultos, se entrelazaban, por lo que, con un movimiento rápido, se echó hacia atrás y volvió a apuntar hacia ellos, dispuesta a disparar.

—¡Taiga, cuidado! —gritó Seijuro, que con su ojo de emperador vio lo que pasaría, pero no sirvió de mucho, porque un sonido sordo, acompañado de varios gritos de terror, inundaron el despacho.

Kagami también lo vio venir, por lo que se puso delante para evitar que lo hiciera, pero ya era demasiado tarde, porque sintió cómo la bala proyectaba en él.

—Taiga, bebé… —observó la mujer con ojos llorosos cómo había disparado a su hijo. Debido a esa distracción, Hiro se acercó a ella, quitándole la pistola y sujetándola, para que no huyera o hiciera otra locura—. Yo te amo bebé… yo no quería dispararte, a ti no bebé… perdóname…

Masaomi llamó con rapidez a una ambulancia, mientras que Hiro llamó a la policía, a la vez que Tora se acercaba a su hijo, que se encontraba en el suelo, al igual que lo hacía Seijuro.

—Vamos, Taiga, hijo, aguanta, debes aguantar, sé fuerte, Taiga —le decía con él entre sus brazos—. ¡Loca, que eres una maldita loca! Espero que te pudras en la cárcel.

—Tranquilo, padre, esta no saldrá en su vida de la cárcel —habló Seijuro—, pero ahora lo importante es Taiga.

Los tres pelirrojos, agachados en el suelo, rodeando a Kagami, que hacía un esfuerzo por mantener sus ojos abiertos, a la espera de que llegase lo más rápido posible la ambulancia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).