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Pan con Limón por arcasdrea

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Notas del capitulo:

Me demoré más que los capitulos anteriores, porque la pega me exige mucho. No sé cuanto demoré con el siguiente, espero que no sea mucho tiempo.

Que disfruten la Lectura.

Pan con Limón

Capítulo tres

Viernes, último día laboral de la semana, siete treinta de la mañana. El sol asoma apenas iluminando la ciudad, anunciando así el inicio de un nuevo día.

Por una calle angosta, circulaba un sedan negro del año (No diré modelo ni marca, por que nadie auspicia este fic). Adentro un adulto, rojo como la grana, miraba enojado por el retrovisor a su hija, que sentada en el asiento trasero, juega divertida, y sin hacer caso aparente a las miraditas asesinas de su progenitor, con su nueva adquisición.

- “Max... quiero decirte algo importante desde hace mucho tiempo” – finjia una voz ronca mientras en su mano izquierda movia ligeramente un Ken de cabello negro, simulando que él hablaba – “tú me gustas, ¿quieres ser mi novio?”.

- “¡Oh Ken! Me haces el hombre más feliz del mundo” – sentenciaba el muñeco que tenia en la mano derecha. Le levanto sus brazitos articulados para que abrazara al Ken, y asi se dieran un beso – “muac, muac, muac .... con lengua Ken... muac, muac...”

- Hanako! – la llamó su padre que, arrepintiéndose hasta el último de sus días por ceder al capricho del Max Steel, apretaba las manos en el manubrio hasta dejar blancos sus nudillos – quieres dejar de jugar, por favor... deberias estar leyendo la lectura que te dio...

- EL PROFESOR SAKURAGI!

- Sí, el mismo, pero no grites en el auto.

- No tonto, el profesor Sakuragi – y arrimándose al asiento delantero con su brazito estirado le mostró a un costado de la calle el auto detenido del pelirrojo con el capo en alto. Parece que el profesor tenía una pana.

El frenazo hizo chirriar en el asfalto las ruedas, llamando la atención del pelirrojo y de los pocos transeuntes que circulaban por la vereda. Rukawa estacionó el auto con sorprendente habilidad, y apenas hubo detenido Hanako bajó rauda para ir al encuentro de su profesor.

- Sakuragi sensei... está bien?

- Hola Hanako – saludaba entre frustado por la pana y alegre por el encuentro con los Rukawa.

- Buenas Sakuragi – hizo la intención de darle un apretón de manos, pero Hanamichi alzo ambas manos mostrándolas embadurnadas de grasa.

- Buenas Rukawa – respondió con una sonrisa a modo de disculpa por el estado de sus manos, pero el pelinegro recien cayó en cuenta de las fachas del profesor; sin saco, con la mangas de la camisa arremangadas hasta los codos, la corbata desanudada y volteada hacia la espalda y el cuello de la camisa y dos botones más desabrochados, el cabello desarreglado y lacio cayendo en su cara... hasta con pinta de mecánico el Do’aho se veía sexy.

- Necesitas ayuda? – cuestionó después de darse un cachetazo mental por quedar en estado catatónico por la apariencia de su amor. Solo le faltó el hilillo de baba bajando desde la comisura y por la barbilla.

- Es la correa de distribución, se cortó... debí cambiarla hace dos semanas, pero postergé y postergé y ahora pago las consecuencias.

- Mmmmm... solo quedá llevarlo al taller... – indico mirando hacia el interior del motor – llamaste a una grúa?

- A eso iba... pero tengo las manos grasientas... – sonrio de nuevo como niño maldadoso.

- Hanako – se dirigio a la pequeña - saca de la guantera el paño amarillo para que se limpie las manos tu profesor.

- Sí papá – dicho y hecho, en segundos Hanamichi se limpiaba las manos, mientras Rukawa marcaba un número en su celular y se aparto un poco para conversar tranquilo. Pero tan tranquilo no fue, porque después de hablar pausadamente por unos segundos, repentinamente pego un grito de furia, para luego ponerse rojo como un tomate.

Esto atrajo la mirada curiosa de su hija y la extrañada del profesor, pero Kaede al darse cuenta de su atención, les dio la espalda para seguir peleando por teléfono, eso si, susurrando para no ser escuchado. Al parecer la persona al otro lado de la linea era bastante molesta.

- Con quién habla tu padre?

- Con Hika tiene que ser – levanto los hombros no dándole importancia al asunto.

- Quién es Hika? –preguntó inmediatamente llevado por la curiosidad según él, pero según mi criterio fueron los celos los que hablaron por él.

- Listo... – señalo con cara molesta, asesinando con la mirada a su móvil, cuando se acerco a los dos y dejando sin respuesta la pelirrojo - de la empresa lo vendrán a buscar y lo llevaran al taller, en la tarde ya tendrás tu auto estacionado en el colegio y como nuevo.

- No debiste molestarte – mencionaba como niño bueno, un tanto incómodo por el favor y lo servicial que estaba siendo el pelinegro.

- No es molestia, para qué están los amigos si no para ayudar – contesto éste dándole cero importancia al asunto, así que Hanamichi se sintió aliviado, pero por otro lado sorprendido de las palabras del pelinegro que lo catalogaba como un amigo. Repentinamente sintio una alegría inmensa, demostrándolo con una espóntanea y agradecida sonrisa.

Rukawa desvio el rostro hacia el motor del auto en cuestión, finjiendo estar muy interesado en él, para que el profesor y su hija, en realidad, no vieran su rubor .

A los 15 minutos, un empleado de la empresa de Rukawa llegó en compañia de una grúa. Hanamichi sacó sus cosas del vehículo y le entregó las llaves. En pocos segundos la grúa se llevaba su auto al taller.

El pelinegro le indicó que se subiera a su auto para ir al colegio, si se apuraban no llegarían atrasados; sin embargo, cuando estaba abriendo su puerta vió tirados en el asiento trasero, el Max Steel y el Ken de Hanako. Que por esas casualidades de la vida, aun seguían enlazados, acostado el pelinegro arriba del castaño muñeco. Los habia olvidado completamente, por suerte Hana y su hija aun no se dirigían al auto, pues el profesor le estaba pasando unas carpetas que la niña insistio en cargar para ayudarle.

Desesperado entró al auto y se arrojó al asiento trasero, para tomar a los benditos muñecos y meterlos en la guantera, justo a tiempo, pues el profesor ya abría la puerta del copiloto para tomar asiento.

- Qué sucede? – pregunto éste al ver tan inquieto al pelinegro.

- Nada!... – carraspeo un poco, para acotar mas calmado - es que estoy preocupado por la hora, en realidad.

- Es verdad, faltan poco minutos – dijo consultando su reloj pulsera – por suerte estamos cerca.

- Dónde están mis....?! – iba a preguntar Hanako, que miraba ya por debajo del asiento, pero la mano repentina de su padre le taponeo la boca justo a tiempo.

- Los guardé en la guantera... No protestes! – señalo severo cuando vio la intension en la niña - Ahora debes leer – sentenció clavando en ella una mirada fulminante.

La pequeña comprendiendo que no tenia ni voz ni voto, sacó de su mochilita roja, un libro de vivos colores y comenzo a leer en voz baja.

Hanamichi alzo una ceja extrañado por el arranque del Kitsune, pero prefirió fijar su vista en su agenda para ver qué tenía que hacer en la semana. Rukawa arrancó el auto dando gracias a Dios.

Viajaron a buen ritmo, por lo que llegaron al tiempo que el timbre anunciaba el inicio de clases. Hanamichi bajo echo un vólido del auto de Rukawa, llevando de la mano a Hanako, que prácticamente iba ondeando al viento.

ooooooooooooooooooooooooooooooo

El pelinegro se retiró al trabajo, feliz de tener impregnado en el auto el olor de su pelirrojo. Esa felicidad no paso desapercibida por su secretaria, que ya le esperaba en su oficina con su acostumbrado café negro, ansiosa de saber todos los detalles del encuentro.

- Qué paso? – pregunto ansiosa apenas le vio cruzar el umbral de la puerta – aunque esa carita lo dice todo.

- Como la grúa se llevo su auto, él debio viajar en el mio hasta el colegio.

- Ahhhh... ahora entiendo la cara de tonto enamorado que traías. Jejejejejeje.

- Tampoco te pases – le regaño – que te tenga confianza no quiere decir que me trates así.

- Y qué?!... Me acusarás con tu amado profesor acaso? – le desafio divertida.

- Peor... – sentencio con expresión traviesa – te encerraré un fin de semana completo en compañia de Hanako.

- AHHHHHHH!!... ESE CASTIGO ES MUY CRUEL!!!!! TEN PIEDAD!!!! – suplicó teatralmente ante su jefe que por más que trató no aguanto la risa.

ooooooooooooooooooooooooooooooooo

Hanamichi se llevo una reprimenda leve por parte de la inspectora por llegar tarde, pero aunque todo le salió mal, según él durante las primeras horas del mañana, ya para el almuerzo, todo estaba en calma.

- Sakuragi... no te vi en toda la mañana – le decia Liho, cuando el hombre se sentaba a su lado en el comedor de profesores.

- Y siempre ha sido un placer verte – comentaba una profesora sentada un poco mas allá, arrancando las risas picaras de todas las presentes.

- Y solo podrán mirar, porque este Tensai se mira, pero no se toca – respondia burlón, al tiempo que se llevaba un gran bocado de arroz, mientras todo el comedor le contestaba con un sonoro Uuyyyyy!. Después de esto y las risas obvias, cada grupito volvio a sus asuntos.

- Hanamichi... ¿qué te paso en la mañana que llegaste tarde?

- Mi auto quedó en pana. Por suerte pasaba Rukawa. Me ayudo llamando a una grúa, que se llevó el auto a taller y él me trajó al colegio.

- Que servicial... deberás agradecerle después.

- Ya lo creo... aún me siento extraño con la nueva relación que tenemos. A principios de preparatoria eramos como perro y gato y ya en tercero con suerte nos hablabamos. Ahora todo es distinto, incluso me dijo que me ayudaba por que yo era su amigo.

- Todas las personas cambian... – sentenció la mujer, mientras cuchareaba los ultimos vestigios de su flan de vainilla -... tú por ejemplo, hace unas semanas atrás estabas bastante molesto por la idea de Hanako de juntarlos como esposos, sin embargo en estos días no he escuchado ninguna queja.

- Ya me rendí con esa chiquilla...

- Mmmm... yo creo que ya te hiciste a la idea de que te gusta Rukawa.

- LIHO!!!!!! – todos las profesoras clavaron sus miradas curiosas en el par. Hana enrojecio hasta las orejas.

- Ahy! Hana que inocente eres!... te hago una broma en doble sentido y te alteras todo –fanfarroneo su amiga para que las demás volvieran a sus cosas.

- Liho, no digas esas tonteras – le regaño por lo bajo el pelirrojo, ya más repuesto de la impresión que le causo el comentario de su amiga.

- Ya... entonces dime... ¿Por qué te molestó tanto las insinuaciones o comentarios de una niña de seis años?... si realmente Rukawa no te interesara... no te afectaría tanto – y diciendo esto agarró su bandeja y se fue de la mesa, déjando tras de si a un confundido pelirrojo.

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Regañó a cuanto niño se le cruzo por delante, hasta Hanako, que solo queria recoger una goma, no se salvó de un grito alterado del profesor. Dando como resultado final que todo el primer año, estuviera de mal humor cuando ya era la hora de partir a casa.

- Hasta mañana – les despidió él con voz ronca y seño fruncido.

- Hasta mañana – respondieron de forma seca y sin el ánimo acostumbrado los niños, después de eso, todos corrieron donde sus padres sin darle el beso del adiós.

Para mas remate, debió aguantar algunas preguntas y uno que otro comentario de los padres respecto de sus hijos.

Hanamichi solo deseaba huir rápido a la sala de profesores, agarrar sus cosas e irse a casa. Estaba cansado, mal humorado y a punto de explotar, todo el día habia sido un chasco tras otro.

- Profesor Sakuragi – una voz le llamó por la espalda cuando ya se veia librado del último padre. Con vergüenza se volteo a enfrentarle, pues fue solo escuchar su voz, para que las palabras de su amiga retumbaran en su cabeza.

- Hola Señor Rukawa – trató de mostrarse lo mas calmado y normal posible.

- Le tengo malas noticias – sentenció un poco apenado el pelinegro. Hanako estaba cogida de la mano derecha de su padre, sin embargo tenia una mirada fiera sobre el profesor.

- Algo le paso al auto? – olvido todo el enojo, para preocuparse por el estado de su auto.

- En realidad no... es que me llamó recien el señor Yamasaki, mi empleado... y me dijo que el auto no estará listo hasta dentro de cuatro horas, el taller estaba copadisimo, así que demoraron en repararlo.

- Diantres – mascullo el pelirrojo – ahora deberé hacer hora aquí para poder irme a casa.

- Si quieres yo te llevó hasta allá.

- Es que las llaves de la casa están en el mismo llavero que las del auto.

- Eso es tonto... ahora estas puertas afuera.

- Mañana mismo las separaré... – un silencio incomodo cayó después de ese comentario.

- Te invito a mi casa, así pasas la tarde con nosotros. Pediré que te lleven el auto hasta allá – el pelinegro comenzo a caminar hacia la salida junto con su hija, sacando del bolsillo de su pantalón el celular en donde marcó rápidamente el número de su empleado.

Hanamichi alzo los hombros entendiendo que no le quedaba de otra, la invitación fue una orden en realidad, así que fue a dejar sus cosas, despedirse de todos y volvio al lado del pelinegro con su abrigo y maletin. Hanako le soltó la mano a su padre y corrió hasta el auto, tirando su mochila y luego saltando ella en el asiento trasero. Para cuando los adultos ya subian, ésta dio un portazo que retumbo feo.

- ¡Me quieres dejar la puerta como giratoria! – le regaño mirándola por el retrovisor - ¿Estás enojada? – pregunto girándose hacia atrás, cuando vio la cara de pocos amigos que traía su hija. Ésta solo se cruzó de brazos y desvio su vista por la ventana. Sí, estaba muy enojada, se cerraba totalmente cuando estaba en ese estado y nadie la podía sacar de ahí, solo quedaba esperar a que ella decidiera hablar.

Rukawa interrogó con la mirada al profesor para saber el por qué del enojo de su hija. Éste suspiró dando a saber que sabia muy bien el por qué, pero en vez de contestarle al pelinegro, se dio la vuelta y llamo a la pequeña para que le mirara, pero se hizo la sorda, aun así siguió hablando.

- Hanako sé que estás enojada conmigo, por eso te pido disculpas – el tono era de real arrepentimiento. El padre decidio no entrometerce en la charla, por lo que arranco el auto y comenzo a manejar.

- Hanako hablame por favor... – pidió solicito.

- En serio estás pidiendo perdón? – Rukawa abrio los ojos sorprendidos, el cambio en la niña habia sido bastante rápido, Hanamichi tenia un efecto especial en la pequeña.

- Por supuesto que sí, mi niña, desde el fondo de mi corazón te pido disculpas.

- Esta bien, pero que no se vuelva a repetir - advirtió sin llegar a ser amenazante, para luego extender su meñique en señal de sellar el pacto.

- Por supuesto que no se volverá a repetir – le guiño el ojo sonriente y engancho su meñique con el de la niña.

Desde allí no hubo quien la callara, habló hasta por los codos; preguntando una y mil cosas, y haciendo comentarios de las respuestas que pacientemente él contestaba. Rukawa un poco hastiado de la verborrea de su niña, abrió la ventana de su puerta y hablo con varias personas por su celular, eso si usando el manos libres.

Llegaron relativamente rápido. Cuando pasaron por la reja negra, que se abrió con comando a distancia, Hana quedó maravillado con la hermosura de casa que albergaba a los Rukawa, bastante grande y con cuidado y bello ante-jardin.

Hanako bajo apresurada, agarrando de la mano a su profesor y prácticamente arrastrándolo hasta el interior.
Rukawa cargó las cosas de ambos, sonriendo un poco por la cara de circunstancia que llevaba el profesor. Ya en la cocina saludo a Pepa, la nana de la casa desde que la niña llegara a su lado. Era una mujer de mediana edad, regordeta y de gesto tierno.

- Esta todo listo, tal cual como lo pidio... les sirvo? – pregunto dejando de lado el acomodar de platos en una de las gabetas.

- No, aun no, creo que Hanako querrá hacer de buena anfitriona mostrándole toda la casa.

- Es un buen hombre y muy cortés, se dio el tiempo de saludarme, aunque “mi niña” lo llevará a jalones escalera arriba.

- Sí... – dio como toda respuesta, entre celoso y sorprendido, Hanamichi caia bien a todos los que integraba su circulo familiar, demasiado rápido a su parecer.

Hasta Hika que no lo conocia personalmente declaraba adorarlo. Si tenia esa facilidad de encantar, no queria ni imaginar la cantidad de pretendientes que podria tener el pelirrojo, fueran mujeres o hombres.

- Vaya arriba señor, dispondré todo en el comedor.

El pelinegro le dio algunas indicaciones más y se dirigio al cuarto de la pequeña.

Cuando entró se encontró de enfrente con una escena de ensueño. Hanamichi sentado en el suelo, con Hanako sentada entre sus piernas, ambos de frente al televisor, marcando en el mismo jostick y exclamando por cada jugada bien echa en el video juego.

- UFAAAA! – gritaron ambos alzando sus brazos al cielo, cuando ya hubieron derrotado al enemigo en turno.

- Bajemos, Pepa nos tiene lista la merienda – habló Kaede con una media sonrisa y recargado en el marco de la puerta.

- Primero quiero que conosca a Neko – de un solo salto Hanako ya estaba al lado de su padre mirándole con ojos imploradores.

- No es buena idea, tu sabes como es Neko con los extraños – le recordó.

- Nah!... no le hará nada... Neko es buen perro – y de otro salto estaba al lado del pelirrojo, a quien tomó de la mano y arrastró otra vez a la primera planta de la casa.(Jura que Hanamichi es un muñeco de trapo. O.O Yo quiero un muñeco así... ¿Quién se anota? Alzen la mano para contarlas)

Kaede les siguio tratando de hacerle entender a su hija que lo que se proponia no era buena idea.

Como era de esperar, ésta no le hizo caso. Por la sala de estar, se dirigieron al ventanal que daba al patio trasero, abrió un poco la ventana de vidrio y aluminio, lo suficiente como para solo asomar medio cuerpo y llamó alegre al susodicho animal. Hanamichi intrigado sintió ladridos y el sonido particular de una cola de perro batiendo con energía, al parecer era bastante grande.

- Neko, te presentaré a mi profesor, pero debes comportarte como un perro bueno. Entendiste? – el pelirrojo sonrio enternecido por las palabras de la nena.

Rukawa un poco mas atrás, alzaba la ceja preocupado por el caracter que se gastaba el perro. Si bien no era fiero, a todos los no habituales de la casa, les ladraba constantemente, y a mas de alguien mordió, por ello Kaede prefería que cuando hubieran visitas, Neko se quedara en el patio trasero. Mejor prevenir que curar.

Sin embargo, una exclamasión de alegria le saco de sus pensamientos, por lo que apresurado salió al exterior para hallarse con Hanamichi riendo divertido por ser langueteado en todo el rostro por un alegre Neko.

- Viste papá, Neko es un buen perro – señalo feliz Hanako al animal grande, gordo y peludo. Mas parecia un oso que un perro. No era de una raza en especial, era un hibrido de pelaje negro, orejas largas y medias caídas, que recogieron del albergue de la ciudad, cuando a Hanako teniendo solo seis meses en la casa de Kaede, se le metio en la cabeza tener un perro.

- Ya me habias asustado con este perro, pero es muy simpatico – decia el pelirrojo al incorporarse mientras le rascaba tras la oreja al animal, que batia su cola con alegria.

- Mmm... porque no pasamos a la sala... el té se nos enfriara, Sakuragi -“Hanamichi tiene un efecto MUY especial en todos los de esta casa” pensó el pelinegro. ¿Sentía celos hasta del perro?... estaba mal, muy mal.

- Claro... chao Neko – una caricia en el lomo y siguio al pelinegro al interior.

- Te dije que era simpático... – Hanako abrazo al animal por el cuello, cuando ya los adultos hubieron entrado a la casa - ojala mi papá se apure y lo haga mi papi. ¿Te gusta la idea Neko? – el perro ladeo la cabeza, limitándose solo a menear la cola.

- Hanako, tu leche! – se escucho gritar a Pepa desde el interior.

- Ya voy! – respondio en un grito, para luego dirigirse al animal – portate bien Neko, quiero que le des una buena impresion a mi futuro Papi... no quiero que por tu culpa no quiera a papá – como si entendiera todo lo que le decia su ama, agacho sus orejitas dando a entender que no lo haría. Luego de eso, Neko se perdió en algún punto del jardín, cuando la niña entró a la casa.

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo


- Lo quieres con leche – ofrecio el pelinegro extendiendo la pequeña jarrita con el liquido blanco.

- No gracias, me gusta el té solo, sin azúcar ni nada más... – señalo el pelirrojo poniendo su mano extendida ante la boquilla de su tazon humeante.

- De acuerdo... Hanako – se dirigio hacia la pequeña. La mesa era rectagular, Rukawa ocupaba la cabecera, Hanamichi estaba su izquierda y la nena sentada a su derecha – te tomarás toda tu leche... no quiero que tu profesor te vea haciendo otros de tus escándalos.

- Pero tiene nata... – se excuso ella haciendo graciosos morros y señalando con su indice la pelicula de cremita que se le habia formado a su leche – es Puaj! – arrugo su naricilla con asco.

- Haber... – solicito el pelirrojo extendiendo su manos hasta ella – pásame tu taza.

Así lo hizo la pequeña, para que después él ayudado de una cuchara retirara toda la capa de nata.

- Listo... ahora sí... tomate toda la leche.

- Esta bien – acepto contenta.

Rukawa miraba embelesado la escena. Si no fuera por el detalle de que Hana es un hombre, se podría decir que como madre sería perfecta. Y no más lejos de la verdad, el cuadro que representaban en el comedor se podría apreciar como el de una familia feliz, reunida después de la jornada laboral y escolar, compartiendo juntos.

- Y dime Sakuragi... ¿has sabido algo de los chicos? – se apresuró en iniciar una conversacion amistosa, antes de que su imaginación se escapará a cuando el “papá” y la “mamá” van a hacer “cosas de adultos”, cuando sus hijos están acostados.

- Akagi está en Tokio... es abogado y ya está casado, tiene una nene de dos años y viene otro en camino – comenzaba a comentar mirando al cielo, pues estaba haciendo memoria – Ryota con Ayako se casaron hace dos años, pretendieron invitarte tambien pero no dieron con tu dirección ni teléfono.

- Que pena... me hubiera gustado estar allí – puntualizo al tiempo que le extendia una servilleta a Hanako para que se limpiará el bigote de leche que tenia sobre el labio superior.

- En mi casa tengo fotos, un día te las mostraré... ellos están viviendo en Londres, por que Ryota fue transferido hace un año por su empresa. Es Arquitecto y Ayako es su asistente, pues estudio Diseño Industrial, así que además ambos manejan una empresa de diseño y estética moviliaria. De Mitsui y Kogure no sé nada, según Akagi... Kogure se recibio de Médico el año pasado, pero no sabe más. Hemos perdido contacto con ellos.

- Mmm... que extraño, siendo que Kogure era el mas amistoso de todos.

- Sí, pero el mundo es pequeño y la vida da muchas vueltas... si no miranos ahora a los dos, sentados en tu casa tomando té como grandes amigos.

- Yo te considero mi amigo – puntualizo Rukawa arqueando una ceja con elegancia.

- Gracias – imperceptible paso el sonrojo de sus mejillas, pues agacho su cabeza. Toda su atención la concentro en revolver lo poco y nada que quedaba de su té.

Qué contestar ante semejante sentencia, cuando no tenia definido aún cuál era la relación que tenian con Rukawa. Si bien le trataba más que a cualquiera de los otros padres de sus alumnos, aun sus vinculos no eran tan estrechos como para considerarle como un amigo. Los escanones de Amistad para el pelirrojo eran los dictados por todas las experiencias, buenas o malas, vividas con Yohei y su gundam. Pero el pelinegro, durante la preparatoria fue considerado su enemigo en un principio, en la duela era su compañero, pero ya para el final, era uno solo mas de sus muchos conocidos. Hanamichi era firme al clasificar a la gente que pasaba por su vida. Muchas malas experiencias, le habian echo ser mas juicioso y perspicaz a la hora de establecer vinculos.

Sin embargo ahora, cómo debía responderle al Kitsune. Las palabras dichas por su amiga en la hora de almuerzo se le vinieron a la mente en un flash mental. De mucho no le ayudaron en su complicada reflexión, agitó la cabeza para espantar la idea de que gustaba del pelinegro. “Solo me agrada porque ahora es mucho más afable que cuando en preparatoria” se explico a si mismo. Un poco aplacó esta idea a su tormentada cabeza.

El pelinegro le miro por unos segundos, extrañado por el mutismo que de un momento a otro se apodero de su invitado. Prefirio después distraerse conversando de cosas de la escuela con su hija, pero aun así no pudo evitar el dolor que sintió en el pecho al no recibir una respuesta reciproca del pelirrojo. Anhelaba por lo menos que le considerará su amigo, pero no queria mendigar.

- Papá me das las llaves del auto? – solicito la pequeña para cuando ya todos estaban sentados en la sala a la espera de que llegará el auto del pelirrojo.

- Para qué las quieres? – pregunto inocente.

- Para ir por mi Max y mi Ken – señalo como quien no quiere la cosa.

- Hanako! – exclamo furibundo de que justo ahora que lo estaban pasando bien, si a "bien" se le puede llamar a que después de la merienda, casi toda la conversación la llevaban él y la pequeña, Hana solo respondia preguntas con monosilabos y comentaba una que otra cosa con frases cortas.

- Queeee!?... Quiero jugar a la boda antes de acostarme... Teddy los casará - Teddy era uno de sus muchos osos de peluche.

- Le compraste el Max Steel? – pregunto Hanamichi atonito y rojo hasta las orejas.

- Esta niña tiene un poder de convencimiento increible – alzo los hombros dando a entender que no le quedo de otra.

- Mangoneado! – es un termino muy usado en mi pais, para las personas que se dejan dominar, preferentemente por su pareja.

- Do’aho... no me insultes delante de ella.

El pelirrojo se cruzo de brazos evidentemente molesto con la situación. Encontraba horrible que el pelinegro apoyara semejante ocurrencia de Hanako, estaba bien que jugara a las muñecas pero era inconcebible que una niña de seis años jugara a que dos muñecos fueran novios. No habia que tener ni dos dedos de frente para darse cuenta de ello.

- Te molesta que juegue a los Novios? – no se dio ni cuenta de cuando la niña estaba ya sentada al lado suyo haciendole una pregunta incomoda.

- No me molesta que juegues, pero me pregunto por qué a los Novios. Segun vi en tu pieza tienes muchas muñecas hermosas. No prefieres jugar con ellas.

- No... – sentencio con una seriedad muy adulta – me gusta jugar a los Novios, por que así imagino que son Papá y Tú.

Rukawa se golpeo la cara con la palma abierta y arrastro la mano por todo el largo de su rostro. Hanako eran incansable cuando quería llevar sus planes hasta el fin. El pelirrojo por su lado, abrió la boca pero no emitio sonido alguno, esa niña le venció. Tan simple como eso.

- Hanako aquí están las llaves... – le señalo su padre con una cara que decia claramente “desaparece de aquí”.

La niña muy rápida tomó las llaves, besó al profesor en la mejilla y corrió hacia la cocina, ya que alli estaba la puerta de salida a la cochera.

- Disculpa a Hanako... – la vista estaba fija en la punta del cuchillo con el que jugaba a aniquilar una miguita de pan. No queria enfrentar esa mirada castaña.

- No te preocupes... me incómoda un poco, pero me estoy acostumbrando – respondió mirando sus manos quietas sobre la mesa. Tampoco deseaba enfrentarse a la mirada azulina.

La musiquilla del celular de Rukawa sacó a ambos hombres de sus cavilaciones, de aquel silencio incómodo que establecio la chiquilla con su comentario. Si bien era una bromilla infantil, por lo tanto, no habia que darle tanta importancia; los sentimientos y sensaciones que cada hombre estaba experimentando con esta incipiente relación provocaba que los dichos de la pequeña adquirieran un matiz diferente.

- Es Yamasaki, está afuera. Tu auto llegó – comentó Rukawa guardando el aparato en el bolsillo de su pantalón.

- Excelente – respondió Hanamichi, quien presuroso se dirigió al hall de entrada para calzarse su abrigo y tomar su maletin.

Rukawa le acompaño hasta la calle frente a su casa, donde el empleado le entregó sonriente las llaves a un agradecido pelirrojo con todas las molestias que se habia tomado. Más se sorprendio, cuando éste le indico que no debia pagar nada, pues todo habia sido cargado a la factura de la empresa. El kitsune calmó la insistencia del pelirrojo de pagar la reparación, una mirada bien dirigida y listo.

Al poco rato, y luego de tambien recibir las gracias de su jefe, el señor Yamasaki se retiró a su casa.
Hanamichi abordó su automovil, constatando cuando encendió el motor, que éste ronroneaba como un gatito manso. Estaba mucho mejor que antes.

- Gracias Kaede por toda tu ayuda y hospitalidad.... deberé agradecértelo de alguna forma – le dijo al tiempo que veia como el pelinegro se recargaba ayudado de su brazo sobre su puerta.

- Pues pagame mañana con una cena – solicito él con calma.

La cara de sorpresa del pelirrojo fue de antología, pero en segundos se vio bien respondido.

- Esta bien... dame tu número para acordar todo – señalo sacando su celular para anotar en la agenda. El pelinegro se lo dio y luego se alejo del vehiculo, para que el pelirrojo marchará al fin, no sin antes recalcar que le despidiera de Hanako.

Rukawa asintió al tiempo que alzaba su mano en forma de despedida.

Sakuragi no supo como interpretar la sonrisa que vio por el espejo retrovisor, su cuerpo tembló entero al darse cuenta que mañana estaría solo con Kaede.

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Venia saliendo de la ducha, caminando hacia su ropa, prolijamente puesta sobre la cama; cuando el timbre de su casa llamó. Su hija estaba en casa de Hika, para ser cuidada durante la cena. Se calzo una bata y se dirigio a abrir la puerta, tambien le habia dado el dia libre a la señora Pepa.

Se sorprendio bastante de ver al pelirrojo frente a su puerta, vestido informalmente, con dos bolsas plásticas en las manos. Según acordaron, se encontrarían en el restorant.

- Qué haces aquí?

- Cambio de planes – señalo mientras entraba a la casa – he traido la cena... bueno, solo el postre – y un tanto avergonzado mostró ambas bolsas levantándolas a la altura de su rostro y luego las dejo sobre la mesa ratona de la sala.

- Cambio de planes? – Rukawa se acerco, mientras se anudaba mejor el cinto de la bata.

- No hagas eso, pronto te la sacaré – sus manos fueron detenidas por las morenas. En un dos por tres, el pelirrojo le besaba con pasion, acorralandolo contra la pared.

- Qué haces? – pregunto agitado, cuando en un momento de descanso le dejo respirar.

- Tómelo como una clase particular, señor Rukawa – susurro insinuante en su oido. Acto seguido descendió dando de lametadas y besos por el cuello, que instintivamente arqueó el pelinegro para darle mejor acceso.

El cinto de la bata cedió, dejando que ésta y con ayuda de las manos tibias del pelirrojo hallara mejor vida en el suelo. Las piernas de Rukawa se enroscaron a la cintura del pelirrojo, mientras se besaban con mas pasión. En esa pose se dirigieron hasta la sala, ´para caer en el sofá mas largo de la estancia. Hanamichi medio incorporándose se desnudo rápidamente.

- Ahora si puedo dar la lección como corresponde – señalo rozando juguetonamente su nariz con la del pelinegro – cierre los ojos, señor Rukawa.

El pelinegro obedecio, pero no evitando dar un leve gruñido en protesta. Un beso libidinoso en el lóbulo de la oreja, cambio ese gruñido por un ronroneo.

- Otra manera de hacer el acto sexual más interesante, es usar comida – e inmediatamente Rukawa sintio en su pecho sudoroso y agitado, el frio contacto de lo que después constato como crema. Tan rápido como la puso allí, el pelirrojo la hizo desaparecer con su lengua y labios. El Kitsune arqueó su espalda y gimio del placer. Esa lengua humeda, caliente y suave era un delirio delicioso.

- Otra delicatessen que se puede usar es la miel – y sus abdominales fueron embadurnados de tan espeso liquido, que recorrió sinuoso cada músculo, cada grieta, cada borde, cada milimetro de piel que constituian tan definido abdomen. Esta vez su lengua dio circulos lentos, siguio cada uno de los bordes y cada gotilla escurridiza. La tortura fue lenta, pero hilarantemente agradable, la respiración de zorro era agitada y de vez en cuando no podia reprimir un quejido quedo. Finalmente, esa lengua recorrio el “caminito a la felicidad”, aquel que por en medio del torso, marcaba la ruta perfecta para llegar hasta el miembro erguido y solicito de atención.

Éste tambien se vio bañado en miel, y la lengua en un principio le delineo desde la base hasta la punta, las manos blancas aferradas a la cabellera pelirroja le dio de leves jalones, dándole entender al torturador que su victima disfruto tan provocativa caricia. Sin darle tiempo a reponerse, apresó todo su miembro con la boca, para succionar, lamer y jugar con tan dulce (ahora) manjar. Fue rápido, pero el placer y la congestión, provocaron que Kaede se viniera casi inmediatamente.

- Ah! Ah! Lo siento ah! – pidio disculpas avergonzado por no extender más el tiempo de placer.

- No te preocupes – Hana se relamio los labios con sensualidad – tenemos todo el tiempo del mundo para que aprenda bien, señor Rukawa – le tomó de las caderas y lo volteo poniéndolo en cuatro patas ante si. El pelinegro echo la cabeza hacia atrás, al tiempo que exhalaba un gemido gutural, cuando la lengua traviesa del pelirrojo invadió su orificio. Hizo circulos, tratando de entrar más y más, el pelinegro comenzo a mover las caderas con ansias, deseaba sentir más y más profunda esa intrusión.

- Listo zorrito – Hana le abrazaba por la cintura y su mano acariciaba lentamente su abdomen – entraré – el sobreaviso le hizo temblar del placer y la ansiedad, lo queria dentro... y ya.

Sintió al intruso entrar lentamente, palmo a palmo. Instintivamente apretó su entrada, arrancando un gemido de placer del pelirrojo, que inmediatamente mordiéndole el hombro le castigo por esa impertinencia. La risa que soltó el kitsune le relajo, haciendo que Hana desistiera de la lentitud, empujando de una sola vez. Y luego salió, nuevamente adentro, afuera y adentro. Cada vez más rápido y marcado. Más profundo, más agobiante. A cada embestida, Kaede jadeaba, empujando sus caderas al ritmo para sentirle mejor. Su miembro pronto fue tomado por la mano del pelirrojo, comenzándolo a apretar a cada embestida. El ritmo era apabullante, la sensacion única, sentía que el miembro del pelirrojo le partiría por la mitad, pero por nada del mundo se lo quitaría de dentro, era demasiado placentero como para desistir, además esa mano sobre su pene, le hacia sentir desfallecer en cualquier momento, sabia que su climax venia.

- Ha..ah! ah!... Hana ah! ah! – queria decirle que pronto se vendría.

- Calma ah! señor Rukawa ... ah! ya pronto acabaré tambien – embistió y apretó su miembro más rapido, ambos llegaron al climax, gritando sus orgasmos en un gran gemido ronco y ahogado.

- Excelente cena, señor Rukawa – le dijo después el pelirrojo mientras salia de él.

- Me ha encantado el servicio – se dio el permiso de bromear, mientras se daba la vuelta hacia su amante, pero grande fue su sorpresa al verle perfectamente vestido.

- Gracias por servir de ejemplo – agradecio sonriente el pelirrojo, pero mirando al frente. Rukawa siguio la dirección con su vista.

Inmediatamente se le cayó la mandibula y sus ojos se abrieron casi saliendo de sus orbes. Frente a los dos, todo un curso, les miraba sonrientes, pero esto no era lo peor. Todos los estudiantes eran un Max Steel.

- AAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!

Se incorporo de golpe en su cama, asustado y agitado por la visión de su sueño. Pero rápidamente se taponeo la boca con las manos, al percatarse que estaba en su pieza, en su cama y que Hanako dormia a solo dos puertas de la suya.

Ya mas calmado y luego de tomar un poco de agua del vaso dispuesto en una de las mesas de noche, se dejó caer pesadamente en la cama.

Algunos minutos después, la mano que descansaba sobre su pecho, debio meterse bajo la cobija y dirigirse hasta su miembro, que otra vez estaba erecto.

Lanzando un suspiro de cansancio, comenzo con su tarea de darse placer.


Notas finales:

Hanako se está tomando muy apecho que el pelirrojo sea la pareja de su papá. Por otro lado, por fin estos dos estaran solos y no con la nena de por medio, espero que no pase nada malo. Proximo capi el antes, durante y despues de la cena. XD

Hasta Pronto.


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