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Lo que amamos de ti por xMaiia

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Notas del capitulo:

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El reloj marcaba las 4:27 am y en la casa de los Katsuki Nikiforov todos dormían.

Victor, quien ahora tenía cinco meses y un vientre abultado de embarazo, se removió en la cama, buscando una posición cómoda para volver a dormir, haciendo un puchero mientras se llevaba una mano a su vientre, acariciándolo con suavidad al momento que giraba su rostro al reloj, suspirando derrotado.

El bebé tenía antojo de algo.

- Yuuri… Yuuri… Amor -Movió con cuidado a su esposo, intentando despertarlo, sin éxito. Haciendo de nuevo un suave puchero se levantó de la cama, derrotado por no haber podido hacer que su pareja abriera los ojos, buscando sus zapatillas para después tomar su albornoz, caminando hacia afuera de la habitación sin hacer ruido.

Bajó las escaleras y se dirigió a la cocina, encendió todos los focos y comenzando a buscar entre los estantes una bolsa de arroz japonés precocido, su bebé tenía antojo de katsudon en ese mismo instante y no sería feliz hasta que lo comiera, aparte ¿qué tan difícil sería preparar un tazón?

Su suegra le amaba y después de saber que le gustaba mucho el katsudon, había mandado desde Japón los ingredientes, incluyendo el tonkatsu congelado, lo único que debía hacer era calentar los ingredientes y freír la carne empanizada. Nada peligroso.

Tomó una de las bolsas de arroz precocido y leyó las instrucciones con cuidado, no quería equivocarse. Preparó el paquete y lo metió en el microondas, colocando los cuatro minutos y presionando el botón “start”. Después colocó un sartén con aceite en la estufa, sacando una pieza de carne empanizada para después ponerla en el sartén.

Escuchó sonidos en el microondas y casi grita cuando vio la bolsa completamente inflada y con chispas saliendo, comenzando a incendiarse después. Con miedo, desconectó el enchufe de la pared, soltando un jadeo cuando después volteó al sartén y vio que su tonkatsu se estaba quemando gracias a la gran llama que se encontraba debajo del sartén y el aceite caliente.

Sus hormonas alborotadas hicieron que se sintiera mal, comenzando a llorar cuando se dio cuenta que no podría preparar el antojo para su pequeño cachorro en su interior.

- ¿Victor? ¿Dónde estás? -Escuchó la voz de su esposo y eso lo puso peor, haciendo que los sollozos se escucharan más fuertes, poniendo en alerta a su alfa, que no tardó en llegar a la cocina.

Al verlo sentado en el piso y llorando como si la vida se le fuera en ello, se acercó y lo abrazó, dándole pequeñas palmaditas en la espalda para calmarlo.

- Vitya, llorar no le hace bien a nuestro bebé… Cálmate mi cielo. ¿Qué sucedió? -Levantó la mirada y tardó poco en entender lo que su esposo intentaba hacer.- ¿Nuestro cachorro tiene antojo de comer katsudon? -Y sintió como su amado peliplateado asentía contra su cuello, haciendo que soltara una pequeña risita.- Te lo prepararé.

- E-esque Y-Yuuri, no despertabas y e-el bebé me lo pedía con muchas ansias y-y… cr-creí que podría p-prepararlo como tú -Respondió Victor entre sollozos e hipidos, sintiendo sus hombros levantarse por lo mismo.- Pero no pude pr-prepararle a mi bebé su antojo -Comenzó a llorar de nuevo, haciendo que Yuuri lo ayudara a levantarse del suelo y lo abrazó, consolándolo.

- Mi cachorro… Mi bebé -Se agachó frente a la pequeña pancita de su amado, levantando su camiseta para poder acariciarlo directamente, besándolo después de pocas caricias.- No hagas llorar a mami, pronto papi te preparará katsudon ¿sí? -Murmuró el japonés, pegando su mejilla al vientre, cerrando los ojos para disfrutar la cálida piel, aspirando las dulces feromonas que su amado emanaba, sintiendo como poco a poco se volvía a calmar su esposo.- ¿Mejor, Vitya?

Recibió un asentimiento y se levantó, depositando un suave beso en la frente del mayor, para después darle otro a la punta de su nariz, haciéndolo sonreír.

- ¿Limpiaremos el desastre?

- Tenemos que limpiarlo, cariño. Por cierto, estás radiante -Susurró enamorado, haciendo que el otro se sonrojara, enamorándose más de ese rostro con toques rojizos y pequeñas lágrimas mojando sus largas pestañas y el rabillo de los ojos.

Se pusieron manos a la obra, dejando la cocina limpia para que después el japonés comenzara a preparar dos tazones de katsudon con rapidez, porque él sabía que su amado no sólo comería uno.

Al terminarlos de hacer, se los sirvió a su esposo, sentándose él con una taza de café entre sus manos para acompañarlo, viendo como el mayor se deleitaba con el sabor.

- ¿Has pensado en los nombres para nuestro cachorro? -Preguntó el japonés, antes de darle un sorbo a la taza.

- Aún no dicen el sexo del bebé, pero podríamos pensarlo -Contestó el ruso, llevando una de sus manos a su mentón en una expresión pensativa, antes de volver a su plato a seguir comiendo.

- Pensaba que, si era niño, podríamos llamarlo Yuri… -Murmuró con algo de pena el menor, dirigiendo su mirada a otro lado que no fuera su esposo, con miedo de que se fuese a enojar por el nombre.

- Me gusta. Y si es niña podríamos llamarla Yulya. -Hizo su sonrisa en forma de corazón ante las dos ideas, sus ojos destellaban de emoción.

- Entonces tenemos los nombres de nuestro futuro hijo o hija.

Ambos asintieron felices, Victor terminó de comer sus dos tazones de katsudon y se llevó una mano a su vientre, sonriendo satisfecho.

- Nuestro bebé está feliz -Susurra Victor, haciendo figuras invisibles con sus dedos sobre su piel.

- Me alegra escuchar eso, Vitya. Ya son las… -El menor lleva su mirada al reloj de pared, soltando una exclamación en voz baja.- 5:40 am. Tengo que prepararme, el entrenamiento comienza a las siete.

- Yuuri… El bebé quiere dangos…

- ¿Qué? Pero Victor, aquí es imposible encontrar dangos… Ni en el barrio japonés los hacen -Soltó un pequeño puchero por el pedido que no podría cumplirle a su esposo.

- El bebé quiere dangos Yuuri y más te vale que los consigas o los prepares, porque si no, me voy a enojar contigo. -Contestó el peliplata molesto, dándose media vuelta para dirigirse a las escaleras y subir a la habitación, con el fin de dormir un poco.

El japonés soltó un suspiro, contando hasta diez para irse a preparar rápido, sabía que las alborotadas hormonas de su Vitya no le perdonarían el incumplirle su antojo. Después de quince minutos, salió de su casa para recorrer el barrio japonés que no quedaba lejos, con la intención de encontrar un maldito lugar de 24 hrs abierto. Y encontró dos, donde no vendían dangos.

- Victor me torturará si no encuentro esos dangos -Susurró casi con miedo, sacando su celular con la idea de hablarle a su mamá por teléfono, al fin y al cabo era mediodía allá. Sonaron dos timbres y escuchó la alegre voz de su madre.- ¡Mamá! Necesito tu ayuda. ¿Tienes la receta de cómo preparar dangos?... Sí, Victor tiene antojo… No, el bebé no se ha dejado ver… Serás la tercera persona en saber el sexo del bebé cuando lo sepamos, mamá… No, está creciendo muy bien… Sí, le diré a Victor que te mande una copia del vídeo de la última consulta a tu correo electrónico para que puedas ver a tu nieto… No mamá, el dr. Pavel siempre hace los ultrasonidos en 4D, podemos apreciar la cara de nuestro cachorro… Te aseguro que están ganando los rasgos rusos… Mamá, nos desviamos del tema, Victor me golpeará si no le preparo dangos… ¡No quiero que mi bebé salga con cara de dango! -Respondió, ganándose una risa por parte de su madre, quien comenzaba a dictarle los ingredientes que ocuparía.- Espera, espera, los anotaré en el celular, te pondré en altavoz… Continúa… -Después de una larga lista de ingredientes y el modo de preparación, por fin se pudo despedir de su madre, mandando saludos a su papá y su hermana.

Con la larga lista de super por delante, se dirigió al que siempre frecuentan para hacer las compras, sin revisar siquiera la hora de su celular. Compró los ingredientes necesarios y regresó a casa con el fin de prepararle a su embarazado esposo el antojo, poniéndose manos a la obra.

Después de un muy buen rato, terminó, notando el desastre que había hecho, agradecía que Victor estuviera dormido, si no, lo estaría ahorcando por apenas terminar de hacer su antojo y por ensuciar la cocina.

Escuchó que su teléfono sonaba con insistencia, así que lo tomó, despegándolo de su oreja unos centímetros.

- ¿DÓNDE ESTÁS, KATSUKI? -Gritó Yakov del otro lado de la línea.- Me prometiste entrenar temprano para poder estar todo el día con Victor ¡Y NO CUMPLES! -Se acercó de nuevo el teléfono al oído, disculpándose con rapidez.

- ¡Lo siento Yakov! Victor tenía antojo de un dulce japonés y tuve que prepararlo, porque no lo encontré en ninguna tienda -Se intentó justificar, ganándose más regaños por parte de su entrenador antes de que le colgara la llamada.

Continuó limpiando la cocina y cuando justo terminó, escuchó los pasos de Victor a su espalda.

- Mira Vitya, preparé los dangos para nuestro cachorro -Señala el platillo japonés, haciendo que el rostro de Victor se iluminara.

- Amazing, Yuuri -Se acercó a tomar uno, pero a la primera mordida fue corriendo al baño, vomitando un poco, haciendo sentir un poco mal al menor, quien comenzaba a pensar que los dangos sabían mal.

- ¿Tan mal quedaron? -Susurró, tomando el que su esposo había probado, deleitándose con su sabor.- Pero si está muy bueno…

El mayor regresó del baño, sobándose el vientre.

- Yuuri… El bebé quiere fresas con chocolate, crema batida y helado de vainilla.

Casi se le caían los lentes, le acababa de cumplir el antojo de los dangos y resultaba que ahora su cachorro tenía antojo de otra cosa.

Y lo único que pudo hacer fue asentir.

- Victor, te terminaste las fresas ayer… -Murmuró, besando la mejilla de su esposo y dando una suave caricia en la pancita abultada, dispuesto a salir de la casa para conseguir los antojos de su cachorro.

Pero aun así lo amaba con toda su vida.

Notas finales:

¡Hola! Ya casi es sábado y es momento de actualizar "Lo que amamos de ti" 

Cada vez falta menos para que nazca. <3 

Muchas gracias a las personas que leen, espero que les agrade. <3

¡Nos leemos en el siguiente capítulo!


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