Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Ciudad de Polvo por Dedalus

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

James aquél día se levantó más temprano que nunca en toda su vida escolar, la luz del sol aún no desteñía el cielo violeta de la madrugada, los gallos de su vecino chillaban. Los párpados le pesaban pero aquel día no deseaba volver a la cama, los nervios de igual manera no lo dejarían dormir, se puso el traje gris y salió con su mochila en el brazo hacia el paradero del colectivo. Ya en el colegio el profesor Manú lo esperaba en la dirección conversaba con el auxiliar principal y la sub directora (para variar el director llegaría tarde), apenas vio a James se puso de pie, los pliegues de su traje azul marino desaparecieron y su rostro inexpresivo hasta ahora se vio alterado por una de aquellas sonrisas que traía a medio salón embobado. "Vamos, James, que se nos hace tarde, la ceremonia comienza a las diez y ya sabes que el tráfico en esta ciudad es terrible, más aun considerando que tenemos que ir a la otra punta de Ciudad de los Reyes. Ambos salieron y afuera ya se encontraba esperando un taxi negro, James subió atrás con Manú y el auto arrancó dejando  una polvareda en medio de la pista.

James aún no podía creer que era uno de los finalistas del concurso de ensayos, le resultaba extrañísimo que alguien como él haya llegado a causar todo aquel revuelo, un taxi ficho, ropa elegante y todo el colegio a la expectativa de que ganase el primer lugar. Era una lástima que la Hermana María no se encontrase allí para ver todo eso, sobretodo tomando en cuenta que fue ella quien en un primer lugar lo animó a participar en aquél concurso.

El auto avanzaba y Manú le comentaba los progresos que había hecho en la investigación de Miguel, "Ya voy unas treinta páginas, James, creo que definitivamente esto se presta para mucho más que un simple artículo, estoy pensando centrarme en la poética de Miguel para mi tesis de Maestría, es lo menos que le debo en retribución a todos esos años en los que ha permanecido en anonimato, vaya, un autor tan extraordinario, en fin, con Isabel estamos comentando la posibilidad de llevar a cabo una reedición de Flores de Aguas Negras, pero eso todavía está por verse. Hablé con su hermano, ¿Sabes? Me confirmó lo de aquel tal Oscar, tal parece que meses antes de que Miguel desapareciera ambos tuvieron una relación, él piensa que fue el que lo introdujo al Partido, lógicamente la última persona de la que sospecha es de su padre, a diferencia de Isabel…" James escuchaba recordando las anotaciones en el poema diecinueve.

— ¿Entonces aquella cita la escribió ese tal  Oscar?

—No, la escribió el mismo Miguel, comparé la letra con la de su firma en un artículo y son idénticas.

Así Manú continuo todo el viaje, hablándole de un  amigo de la familia Arrué llamado Tony con el que Miguel también había tenido una relación bastante cercana y que había muerto asesinado  por el partido "Irónico, ¿eh?" le dijo Manú. James le preguntó por el destino de Oscar, su última pareja de Miguel las anotaciones en el poema 19 se repetían en su cabeza. "No lo sé, le respondió, hasta hora no he encontrado nada de él, solo que también fue reportado como desaparecido en el mismo incidente en el que Miguel Ortega y que al parecer estuvo relacionado con los motines en los penales de fines del 88, nada más, ni siquiera hay registros que lo señalen como terrorista, claro que no es de sorprender, muchos de los partidarios del SL murieron en el anonimato y sus cuerpos nunca se encontraron. Es bastante extraño si uno lo ve en perspectiva, estamos hablando del allanamiento de una local comunal que recibía ayuda del estado, y de la muerte de un profesor el cual además venía de una familia acomodada, es realmente extraño que no hayan investigado el caso más a fondo, y más aún que la familia no haya presionado para seguir con las investigaciones, su hermano mismo no pudo explicarme por qué nunca persistieron en las indagaciones, solo me dijo que él se encontraba distanciado de sus padres desde que dejó el país, que desde allá no podía hacer mucho y que al menos se hallaba satisfecho de que hubiesen podido hallar su cuerpo."

El automóvil al fin llegó al enorme colegio privado en donde se llevaría a cabo la premiación del concurso de ensayos, la fachada del edifico era verde oliva y las ventanas de lunas oscuras reflejaban el cielo blanco, apenas entraron fueron separados y guiados cada uno a sus lugares, al parecer los concursantes iban sentados en las primeras filas mientras que los profesores y las familias en la parte trasera. La ceremonia comenzó, en un primer momento cantando el himno nacional, luego el director de aquella escuela dio un pequeño discurso y finalmente los organizadores y representantes del gobierno dieron también algunas palabras, luego un hombre en traje negro trajo los sobres con los resultados y el presidente de la comisión organizadora leyó los nombres en voz alta, James ocupó el tercer lugar.

Desde el estrado Manú se veía bastante emocionado, sin embargo James aún sentía algo de fastidio por no haber alcanzado al menos el segundo puesto, ya sabía lo que el profesor Manú le diría, "es un gran logro", "no te desanimes ", " muchos de esos muchachos son gente adinerada, de educación particular", "es igual un gran honor para el colegio", pero no había excusas, él sentía en el fondo que tal vez no dio todo lo que debía dar. En aquel instante llamaron al primer puesto, es así que subió al estrado un alto muchacho de cabello castaño y rostro colorado, sus ojos eran redondos y sus labios delgados, se movía de tal manera, James lo veía, con tal soltura que era imposible ignorarlo, era imposible ignorar su pasos fuertes, seguros pero con tal gracia que se hacía hasta cómico el verlo subir las escaleras con los pliegues de sus pantalones tensándose, el vaivén de sus manos al caminar, su rostro altivo pero a la vez su mirada humilde. Agradeció el premio y luego de unas breves palabras se paró junto a él y la muchacha que ganó el segundo puesto a esperar que los organizadores terminen la ceremonia. James se sintió algo avergonzado de que aquel chico lo hiciera sentir tan incómodo.

La ceremonia concluyó y los primeros puestos fueron invitados a un almuerzo de celebración, en el trayecto a los autos apenas tuvo tiempo de ver al profesor Manú quien luego de darle un espontáneo abrazo le dio dos palmadas en el hombro y le dijo que lo seguiría de cerca. El camino fue corto, pero incomodo, no podía dejar de jugar con sus dedos y el muchacho del primer puesto, a quien habían llamado por el nombre de Samuel Heredia , no paraba de ver su nerviosismo de cuando en cuando mientras la muchacha en medio de ambos conversaba con él, James solo se encogió más hacia la ventana avergonzado.

Al bajar de los autos llegaron a un restaurante de aspecto bastante costoso, la fachada era de corte minimalista y cubierta de hiedra y algunas otras flores que James pasó de alto, porque lo único que quería es superar aquel incómodo momento. Sin embargo, adentro la dinámica fue la misma, los profesores y organizadores se sentaron en un extremo mientras que los ganadores a otro más apartado, era extraño, casi parecía que eran ellos los que habían sido premiados.

 Finalmente trajeron la comida, al parecer el menú ya estaba pactado desde antes, el mozo sirvió una especie de tarta que James quedó observando extrañado, miró los cubiertos y no tenía la menor idea de si emplear el más pequeño, el más grande o el intermedio. Ahora miró en busca de ayuda a Manú quien se encontraba conversando con otro profesor en el extremo opuesto de la mesa, las manos le empezaron a sudar. Alzó la vista, intentando mantener la compostura, reteniendo el aliento e intentando lucir serio, en aquel instante se percató de la mirada de Samuel, este lo veía fijamente, la compostura se le desvaneció por un instante en el que pensó haberse puesto en evidencia, pero inmediatamente este le sonrió mostrando sus grandes dientes  que ante la luz de los lamparines tenían un reflejo nacarado, "haz lo mismo que yo" le dijo casi susurrando mientras desdoblaba la servilleta y la extendía  sobre su regazo, James, ahora algo más calmado, hizo lo mismo.

El almuerzo transcurrió lento, por momentos Manú le sonreía desde el otro extremo de la mesa, el sonido de los cubiertos se mezclaba con los pasos de los mozos y la charla de los comensales, James procuraba seguir comiendo con particular cuidado para no perder la cabeza en aquel lugar tan ajeno a lo que  estaba acostumbrado.

—Eres del 0041 de St Ana, ¿cierto? —le dijo Samuel, haciendo una pausa de su plato de ragout y escrutándolo con sus ojos verdosos. James pasó la comida y asintió mientras dio un trago del jugo que le habían servido.

—Así es, ¿de qué colegio eres tú? —Samuel sonrió ligeramente ante su distracción.

—Del Inmaculada —respondió. James asintió, sabía que era uno de los colegios más caros de la ciudad, lo había escuchado mencionar varias veces en la tv a actores y políticos.

—Debe ser... bonito —dijo luego de una breve pausa, Samuel estalló en risas.

—Es un colegio solo de varones, bonito no es el adjetivo que usaría —le respondió con la sonrisa aún en los labios. — ¿Qué edad tienes, James?

—Dieciséis —respondió.

—Oh, pensé que eras menor, tipo como uno de esos muchachos a los que los adelantan de grado, te echaba catorce o quince a lo mucho. Soy Samuel, por cierto. —James sonrió ligeramente asintiendo.

—Sí, lo sé—le dijo, pensando en lo despistado que debió haber parecido al preguntar por su colegio a pesar de que lo habían dicho durante la premiación.

 —Escribiste sobre la moral, suena como un tema bastante interesante, ¿en qué te centraste?

—Bueno, no es tan amplio como parece, simplemente quería hacer una reflexión sobre la moral en las relaciones humanas, ya sabes, relaciones filiales, de amistad o...

— ¿de pareja?

—Exacto, mi idea era hablar de todas las relaciones humanas en general, claro, las relaciones positivas. —Samuel solo asentía, frunciendo un poco el ceño.

—Explícame—le dijo, a lo que James continuó.

—Bueno, es bastante sencillo realmente, la tesis es que todas las relaciones positivas implican de por sí a la moral, porque el mismo hecho de querer a alguien más acarrea una ética, o una manera de actuar juzgada como correcta. El amor en ese sentido va condicionado por la idea de hacerle bien a alguien más. —Samuel pareció algo confundido.

—Entiendo tu idea, bastante platónica, de hecho, suena  lógico lo que dices, pero no te parece que es algo... ¿Idealista?—James dejó de comer y lo escuchó — verás, no siempre las relaciones, particularmente las románticas son benevolentes para ambos, digo, hay veces en que por distintos motivos uno de ellos es lastimado conscientemente por el otro, lo cual no necesariamente significa que el otro lo odie o no lo ame sino... Es que simplemente a veces las situaciones se dan y uno no lo puede evitar, somos humanos después de todo, muchas veces el miedo rebasa a él amor. —la imagen de Francisco insultándolos a él y a Fred se cruzó por la cabeza de James fugazmente, el rostro desfigurado de odio que le vio a Franco aquel día y la furia con la que se agarró a golpes con Fred.

—Sí, tienes razón, muchas veces el miedo rebasa al amor, pero, ¿eso no significaría la debilidad del mismo más allá de una natural superioridad del primero? Si el amor por una persona es verdadero en todos los sentidos, no sólo como una simple sentencia del tipo "te amo" para hacer sentir bien, sino un sentimiento verdadero, pues en tal caso dudo mucho que las circunstancias puedan llevar a alguien a lastimar conscientemente a alguien a quien ama.

—vaya, ahora eso suena más desesperanzador aún, porque cuales son las posibilidades de encontrar una persona promedio un amor así, tanto más fuerte como el vínculo madre-hijo, de que alguien pueda sentir algo tan intenso por uno, ¡hasta se me escarapela la piel! —Franco sonrió y James le correspondió la sonrisa.

El almuerzo terminó alrededor de las tres de la tarde luego de que todos tomaron café y los profesores brindaron con champaña (los premiados tuvieron que conformarse con otra copa de  jugo de manzana), finalmente la movilidad del evento los llevó a él y a Manuel hacia el colegio donde luego de las felicitaciones del director al fin pudo ir a casa alrededor de las seis de la tarde. James no salía aún de su ligero letargo luego de todos los lugares nuevos que había visto aquel día, pero sobre todo una cosa quedó grabada en su cabeza, el rostro de Samuel, tan calmado pero a la vez seguro de lo que hacía, su voz sin un ápice de agresividad, pero sin ningún rastro de duda, por un instante sonrió y el pecho lo sentía rebosante de felicidad.

Al llegar a casa una silueta lo esperaba hendida en una de las fachadas, Franco lo veía cruzar la avenida en dirección a su barrio, él le hizo una seña desde el frente. James no salía aun de su ensoñación y le contó todo, desde el auditorio enorme repleto de hombres trajeados, hasta el restaurant de amplios vitrales y, por supuesto, también le hablo de Samuel, una de las personas más formidables que había conocido. Él pareció incomodo ante su entusiasmo al hablar de aquel muchacho y James, al notar la repentina ausencia de la sutil sonrisa que Franco siempre llevaba cada vez que se veían, simplemente se detuvo de hablar y le pregunto por lo que él había hecho durante el fin de semana.

Más tarde aquel día aun sentía cierto hormigueo en los brazos, una vitalidad en el pecho que no lo abandonaba y que ya preveía, no lo dejaría dormir. Había estado un par de horas con Franco y luego había vuelto a casa a cenar con su abuela. Abrió las mantas y se metió a la cama, unos minutos luego su celular vibró y sacando un brazo desde el calor de las frazadas lo tomo y abrió el mensaje de texto. "fue un gran día el de hoy, pero sin duda la mejor parte fue conocerte, que descanses. Samuel H." James leyó el mensaje dos veces más y se volvió a meter entre las mantas intentando olvidarlo todo.

***

CDRY 1988

Aquella tarde Oscar había ido al mercado a comprar el almuerzo, él solo había salido afuera y parecía el fin de semana perfecto para no hacer nada. Uno podía ver las partículas de polvo suspendidas en el brillo solar emergiendo de los muebles por sacudir y las mantas revoloteadas sobre la cama. Miguel se puso de pie, recorriendo la habitación vio con una sonrisa el lugar en el que Oscar había puesto su poemario, un rincón de su librero que parecía casi un altar con una instantánea enmarcada al costado en la que aparecían ambos en el malecón. Recorrió con la vista habitación entera y en su cabeza aún retumbaba el sonido del auricular al ser colgado y luego aquel aterrador silencio.

Isabel ya le había dicho que aquello de haberle dicho todo a su padre fue una pésima idea, una terrible idea y es que Miguel no le prestaba tanta atención; qué podía saber ella después de todo, él era su hijo y sabía que tras aquel cascarón de militar taimado había un viejo bonachón que buscaba lo mejor para su familia como para su país, era el tipo de persona que los llevaba orgulloso a la parada militar durante las fiestas patrias o los hacia cantar el himno nacional los domingos antes de desayunar.

Claro, debía equivocarse, no podía ser él, no podía haber sido él. Pero qué sentido tenía aquello que había dicho justo luego de la larga charla telefónica que habían sostenido la semana  anterior, no le sorprendía qué, además de expulsarlo de la casa y enviarle sus maletas con uno de los empleados se empecinase en controlar su vida tanto, al fin y al cabo, sabía lo testarudo que era, siempre con ese afán de controlarlo todo. Pero ahora, de ahí a intentar hacer algo contra él, o peor aún, contra Oscar. "No creas que dejaré que uno de mis hijos se pierda así como así, lo del otro día solo fue una advertencia, vuelve a casa y enderézate, yo estoy enterado de todo lo que haces" le dijo, y él no supo que contestar, no supo que decir hasta que fue muy tarde, el auricular crujió y colgó el teléfono. Lo peor era que el partido ¡ presionaba cada vez más para que les cediese el comedor durante las noches, sabe dios que querían hacer allí dentro, las cartas de amenaza no dejaban de llegar y Oscar ya sospechaba, no podría ocultárselo por mucho, pero se sentía tan cómodo así, teniéndolo cerca, cenando con él, escuchándolo hablar. Miguel dio un suspiro, Oscar abrió la puerta con dos bolsas de chifa (comida china) y su habitual sonrisa plasmada en el rosto.

                                                              ***

CDRY 2007

Las teclas del computador no dejaban de sonar a medida que Fred recorría de página en página buscando la información que necesitaba, "Estoy extraviado, Fred, lo que tengo sería suficiente para escribir un trabajo sobre Miguel Ortega, pero ahora esto… estamos hablando de alguien muy probablemente inculpado injustamente por terrorismo, las personas lo siguen recordando así, se me hace muy difícil dejar las cosas como están ", Fred continuo moviendo el cursor hacia otro lado, Manú le nublaba la vista, destellos de su rostro aparecían en su memoria optando sus pensamientos. De pronto ahí estaba, en un informe en pdf subido por la Comisión Fiscalizadora de los Crímenes de Guerra, Raúl Ortega-Arrué Vera, acusado de mandar a asesinar a decenas de detenidos durante su periodo como jefe de la división norte de Wilka.

Fred se incorporó en su silla y recordó lo que aquella señora, Isabel, le había dicho a Manú "siempre desconfíe de su padre, a pesar de que nunca tuvo nada contra mí, incluso en algún momento pretendió que me casara con Miguel, lógicamente yo lo conocía y sabía que eso era imposible, sin embargo, teníamos un amigo muy cercano, bueno, un amigo mío, él cayó embobado por Miguel apenas lo conoció en la academia. Ambos comenzaron a salir juntos y con el tiempo fueron novios, uno los veía juntos por el campus de la universidad y la mayoría creía que eran hermanos, al señor Raúl esto no le causaba ninguna gracia, por supuesto. Creo que siempre sospechó la verdadera naturaleza de su relación y por lo tanto, nunca le permitieron entrar a la casa de Miguel. En fin, Tony era un muchacho pobre, a veces no tenía ni pasaje para volver a casa de sus tíos,  nunca nos pedía dinero, era muy orgulloso, por lo que luego de ver el ambiente en casa de Miguel nunca iba ahí. Le estoy hablando de comienzos de la década del ochenta, profesor, como sabrá comenzó en varias provincias por esos años con intervenciones en pequeños caseríos,  la situación en el pueblo de la familia de Tony se puso complicada, él iba por algunas temporadas a ayudar a su madre con sus cultivos, todos pensamos que aquella vez en la cual de improviso tuvo que ir luego de una llamada de un tío suyo sería igual, que luego de una semana regresaría, pero no fue así, pasó casi un mes y no se supo nada de él. Hasta que se llegaron a la capital las noticias de la masacre en su pueblo."

Todo cobraba sentido, pensó Fred, los datos encajaban, no hubiera sido extraño que un personaje como aquel mandase a matar a cualquiera que se interpusiese en su camino, y aun así, ¿Matar a su propio hijo? Seria alguien en su sano juicio, a pesar de todos los prejuicios, la ignorancia, el odio, ¿sería alguien capaz de mandar a asesinar a su propia familia?

Fred se apoyó en el respaldo de la silla, al otro extremo de las cabinas de Internet la encargada mascaba su goma de mascar con una expresión rancia y desanimada. Fred cerró los ojos por unos instante y recordó la curvatura de los labios de Manú al sonreír, aquellos hoyuelos que se formaban en sus mejillas y como la luz los lamparines, aquella noche luego de conversar con la señora Isabel, le iluminaban el rostro.

No sé hasta qué punto sea ético en lo que nos estamos metiendo, Lara, le decía mientras desmenuzaba un poco del algodón de azúcar entre sus dedos. No te diré que no me da curiosidad el saber que paso realmente, pero hay muchas cosas en esta historia... esta época en general, dejó muchas heridas sin cerrar, ¿sabes?

Fred asintió levemente aletargado, como siempre que lo tenía frente a él, Manú continuó. Mi hermano mayor fue soldado, De esos de vocación, mi madre trató a toda costa de impedir que entrase al cuartel a hacer el servicio, pero el igual se fue, recuerdo que en sus días de franco me llevaba a pasear junto con su novia, me hacía subir a todos los juegos mecánicos del Parque central y luego me llevaba a comer algo. Luego la guerra encrudeció y los mandaron a todos al interior, por aquellos años aún la gente en la ciudad no creía que fuese una amenaza seria, hasta que estallo la primera bomba en la capital.

Fred intuía lo que proseguía, sabía lo que Manú le contaría y no sabía cómo debería reaccionar, que debería decir, las manos empezaron a su darle y podía escuchar los latidos de su corazón en las pausa que hacía el profesor Manú para cogerme con los dedos otro poco del algodón de azúcar y metérselo entre los labios.

Tomaron por asalto una de las bases del ejercicito en un distrito en el borde de la selva, no recuerdo muy bien el nombre, te soy sincero, hay muchas cosas que no recuerdo de lo que sucedió posterior a la noticia, sé que todos murieron decapitados, tengo aun vividas las imágenes de mis padres quebrando se frente al ataúd y de la novia de mi hermano abrazada a mi madre, ambas con los ojos hinchados y las narices rojas y mocosas. Pero no recuerdo que es lo que hacía yo, no recuerdo el dolor, no recuerdo haber llorado siquiera, solo que todo aquello me parecía tan extraño, era casi un sueño, uno muy malo pero el cual percibía lejano, ajeno.

Fred intento tranquilizarse, pero el silencio que se había asentado entre ambos lo empujaba a hablar, sin embargo un nudo en la garganta le imposibilito de decir algo, así que solo atinó a deslizar su mano del bolsillo de su polera y la puso sobre la de Manú, que se encontraba apoyada sobre el césped, haciendo una ligera presión, cayó en cuenta lo pequeña que era su mano en comparación a la suya y lo suave del dorso de esta. Manú observó el gesto y le sonrió algo divertido. Eres un buen muchacho, Fred.

                                                            ***

CDRY 1988

Las calles del barrio de la cruz, un intrincado recodo del distrito de santa Ana que se extendía en una loma empinada elevándose abruptamente en un cerro de mediana altura, se encontraban vacías, solo una eventual jauría de perros callejeros deambulaba por los pequeños parques repletos de maleza o las calles angostas retorciéndose entre ellas. Lester avanzó entonces por una de las aceras con total tranquilidad, tenía las manos dentro de los bolsillos, las zapatillas de deporte lo hacían sentir que levitaba sobre aquella calle auxiliar de fachadas largas y pista terrosa. Iba a tiempo, sabía que lo que más detestaba el camarada Cesar era la impuntualidad, ya lo había censurado de una reunión por haber llegado veinte minutos tarde, pero no volvería a pasar, al menos eso le dijo, doblo una esquina y frente a él apareció la escalera metálica de caracol que le había dicho, subió hasta el tercer piso y toco la puerta cuatro veces, dio la clave— esta era el título de una cumbia muy de moda — y automáticamente la improvisada puerta de madera prensada se abrió.

Adentro ya se encontraban todos, al parecer estaba condenado a ser siempre el último en llegar, la reunión comenzó. El camarada Cesar fue el primero en ponerse de pie y dar un informe detallado de la comisión central y de las siguientes acciones que había decretado el  partido, los próximos ataques contra el gobierno y las nuevas medidas que se tomarían con la organización de las bases estratégicas, ello se encontraban en la base este y debía asegurar el distrito de Santa Ana a más tardar para fines de año. Lester miró al camarada Cesar de reojo este le devolvió la mirada con aquellos ojos penetrantes que incomodaban y hacían poner nervioso a Lester desde que se incorporó al partido hacia unos meses. Este tomo asiento.

Pronto la  camarada Sonia se puso de pie y empezó a leer las acciones que había llevado a cabo en el colegio en el que trabajaba, la implementación de una clase buscando formar a nuevos partidarios, todos la escuchaban mientras ella continuo con las obras en el comedor popular que el profesor Miguel Ortega dirigía, era el lugar ideal para realizar las reuniones coordinación de la facción urbana este, además, también era el lugar idóneo para esconder armamento y conseguir provisiones para enviar a los camaradas en provincia. Sin embargo aquel tipo se resistía a colaborar, pese a los dos voceros que ya habían enviado a hablar con  él y a los posteriores avisos. No había de otra, debían proceder, la gente de aquel lugar tenían que entender que iban en serio y que la revolución no pide, exige lo que le pertenece.

El camarada Luis entonces tomó la palabra y luego de felicitar a la camarada Sonia por su trabajo dio una autocrítica al grupo por la lentitud con la que habíamos manejado el tema del comedor popular. "... Hagámosle una última visita al tal Miguel Ortega, y esta vez que el camarada Cesar sea quien hable con él y le dé un ultimátum, una última oportunidad de apoyar a la revolución popular, de lo contrario se debe proceder con el ajusticiamiento.

Lester lo miro algo asombrado por su la inusual seguridad con la que hablo el camarada Luis, quien hasta ahora, nunca había escuchado intervenir en las reuniones logísticas semanales que tenían. El camarada Cesar, por otra parte parecía incomodo, incluso sintió que vaciló por un instante antes de hablar concediéndole la razón a Lucho y reconociendo las falencias del manejo de aquel tema.

Así, luego de unos últimos comentarios y de decidir las próximas acciones que se llevarían a cabo, entonaron el himno del partido y se dio por concluida la reunión, prendieron la radio y uno por uno, dejando intervalos de quince minutos, abandonó el pequeño apartamento.

Notas finales:

Aquí les dejo uno corto, pero importante para los siguientes capítulos, buen domingo! :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).