Victor suspiró, meneando el portabebé en el que Yuri dormía. Apenas tenían dos semanas de haber salido del hospital y debían estar al pendiente del bebé, pues les habían dicho que, debido a la operación, las defensas estaban bajas y enfermarse podría ser mortal.
Ese día Yuri había estado especialmente sensible. Lloraba por todo. Hasta lloraba porque Victor lo acunaba. Tenía que aprovechar cuando se quedaba dormido.
Sin hacer ruido se levantó, dirigiéndose a la cocina para servirse un vaso de agua, regresando a tomar el asiento que había ocupado, vigilando que su hijo siguiera dormido.
Unos minutos después escuchó ruidos fuera de su casa, escuchándose como metían las llaves en la cerradura para abrir. El pequeño perrito comenzó a ladrar.
Volteó su mirada con rapidez a Yuri, quien comenzó a removerse, haciendo pucheros. La puerta se abrió y el bebé comenzó a llorar. Dejó el vaso en la mesa, agachándose para atenderlo, intentando ponerle el chupón en la boca.
- Victor, llegué. -El nipón se dirigió hacia ellos, con una cara de fastidio latente.
- Bienvenido, Yuuri. ¿Cómo te fue en el entrenamiento? -Se enderezó, levantándose de la silla para acercarse a su alfa, envolviendo sus brazos en su cuello, para darle un beso en sus labios. El japonés corresponde, alejándose un poco después. Se queda viendo a su cachorro y suspira.
- Victor, calma a Yuri. -Murmuró molesto, caminando hacia la cocina para tomar un vaso y servirse un poco de jugo de frutas.
El nombrado se quedó parado, sin entender nada.
- ¿Qué dijiste? -Entró a la cocina detrás de él, alzando una ceja.
- Estoy harto de escuchar a Yakov regañarme todo el día como para llegar a casa y escuchar que Yuri no se calla y sigue llorando todo el maldito día. -Victor comenzó a negar con la cabeza, moviéndose para quedar enfrente de él.
- Yuri es un bebé ¿cómo se comunica un bebé? Llorando.
- ¿Y por qué no lo atiendes? Si es que tanto necesita algo. -Llevó el vaso a sus labios, tomando de el.
- Comenzó a llorar cuando recién llegaste y fue tu culpa, hiciste mucho ruido. Él estaba dormido muy tranquilamente.
- Todo era más tranquilo antes de que te embarazaras. -Victor se sentía enojado, no podía entender al japonés, ¿cómo era posible que se molestara con su propio hijo por llorar? Él había escuchado el llanto de otros bebés y el de Yuri era tranquilo.- Cálmalo, Victor. Enserio. -El nombrado salió de la cocina en silencio, agachándose para tomar a su cachorro en brazos, caminando a su habitación.
Le intentaría dar leche, pero había una probabilidad de que no fuera eso, no había pasado más de una hora desde la última vez que lo alimentó.
Se sentó en su cama, recargando su espalda en el respaldo de la misma. Acostó a su hijo entre sus piernas, mientras él se quitaba la camiseta. Desde que había podido darle leche, había dejado de darle completamente la de formula.
Lo tomó de nuevo en brazos y lo acercó a su pecho, pero Yuri no dejaba de llorar. Lo acercó un poco más y notó que su frente estaba muy caliente. Con rapidez lo dejó de nuevo recostado en el colchón, comenzando a quitarle el mameluco. Lo dejó en pañal y se estiró para buscar en su cajón el termómetro de su hijo.
Con el termómetro en mano, prosiguió a quitarle el pañal, tomando las piernitas de Yuri para alzarlas y meter la punta en su recto, hablándole para intentar calmarlo un poco.
- Sé que no te agrada mi amor, pero debo revisar tu temperatura para comprarte medicina si es que estás enfermito... -Ya no sabía si era su alucinación o no, pero creía que el llanto aumentaba. Escuchó el pitido del termómetro y lo sacó con cuidado, mirándolo.- 39.2 °C... -Colocó cuatro cojines alrededor de su bebé, levantándose para salir de la habitación y tomar su celular. Necesitaba sacar cita con el pediatra. Yuuri volteó a verlo desde la sala, se veía más calmado. Le extendió el celular y no habló hasta que el menor lo tomó.- Háblale al pediatra de Yuri y haz cita urgente.
- ¿Qué le pasa a Yuri? -Se levantó en alerta, marcando el número.
- Dile que tiene una fiebre de 39.2 C y... -El nipón le dio el teléfono y se dirigió a la habitación, tomando a Yuri entre sus brazos.
- Lo siento cariño... ¿estabas llorando porque te sentías mal? -Abrazó a su hijo contra su cuerpo, sobando su espaldita.
Besó la caliente frente de su bebé, mientras él se removía inquieto. No podía imaginarse lo mal que se sentía, recién operado y ahora con esa fiebre tan alta. Rogaba porque no le pasara nada malo.
-Ya está la cita...
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Yuuri no quería soltar al bebé y Victor sabía que era porque el japonés se sentía culpable. Terminando la consulta, salieron a la farmacia.
Yuri solo tenía un resfriado común, pero por lo mismo de sus bajas defensas fue que le dio mucha fiebre, su cuerpo estaba luchando contra la enfermedad.
Compraron los medicamentos y salieron directo a su casa, tenían que cuidarlo. En el trayecto, el bebé estaba tranquilo. Habían aprovechado para revisar la herida de la operación, viendo como estaba cicatrizando ya.
Llegando a casa, Victor vio el reloj, notando que era hora para que Yuri comiera.
- ¿Es hora de que coma? -El peliplateado asintió, aún estaba enojado con él por haber dicho lo que dijo.- Vitya... Lo siento... Estaba estresado y el llanto de Yuri... -Se comenzó a explicar, pero sabía que no tenía excusa.- Perdóname.
- Yuuri... -Suspiró el ruso, sentándose en el sofá para levantarse la camiseta y pegarse al bebé a su pecho, quien comenzó a succionar rápidamente, comiendo.- Tienes que trabajar para ganarte mi perdón. No me gustó absolutamente nada la actitud con la que te expresabas de nuestro cachorro.
- Me esforzaré por compensártelo, Vitya… A los dos, también a Yuri. Me arrepiento mucho de decir que todo era mejor antes de que llegara a nuestras vidas… Es una completa mentira, yo…
- Una persona enojada dice una parte de la verdad. ¿Estabas seguro de que querías tener cachorros? -El japonés suspiró. Amaba a su hijo, pero estaba seguro de que Victor no le creería… No en ese momento.
Ahora tendría que buscar una forma de contentarlo.
Y de pedirle perdón a su hijo, aunque él no lo entendiera.