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Pan con Limón por arcasdrea

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Notas del capitulo:

Disculpen la demorá, pero tuve una semana bastante compleja, recien el viernes pude sentarme a realizar algunos parrafos, todo lo demas lo realice entre ayer y hoy.

Desde ya pido disculpas por no haber en este capi sueño cachondo de Kaede, pero para cuando lleguen al final del capi entenderan el por qué. Y tal vez algunas me odien luego de leerlo, pero creanme que después de este capitulo, se viene lo mejor del fic.

Espero lo disfruten.

Pan con Limón

Capitulo cuatro

Estaba durmiendo profundamente, calientito y acurrucadito en su gran cama, cuando un “terremoto” le hace despertar abruptamente.

- Hanako, ten piedad con tu padre... no dormí bien – suplico dejándose caer pesadamente en la cama y tapándose completamente con el cobertor.

- Por - qué? –So-ñas-te- con- el –pro-fe-sor –o-tra -vez? – pregunto sin dejar de saltar.

- SAL DE AQUÍ... AHORA!!! – señalo enérgico la puerta asomando solo su brazo desde debajo de la cobija. La niña entre risas traviesas le dejó solo.

Pero la paz no le duró mucho, pues su celular comenzo a sonar.

- Un padre abnegado, pero incomprendido al habla... – contesto medio dormido aun, pero la voz al otro lado de la linea le hizo despertar completamente.

- ¿Rukawa?

- Sakuragi! – de un golpe se sentó en la cama – eh! eh!... hola!

- Estabas durmiendo?

- S... SI!... quiero decir... no, no estaba durmiendo – estaba desorientado y realmente complicado, por lo que para el final de su frase habia bajado bastante la voz pues se sentia muy avergonzado.

- Lo siento, no quise despertarte...

- No, no me has despertado... fue Hanako quien lo hizo... eh... etto... ¿sabes qué hora es?

- Las diez y media de la mañana.

- Dios... que tarde...

- No dormiste bien?

- “Que va!, dormí excelente soñando en como me hacias el amor”... No muy bien... ¿para qué me llamas? – prefirió cambiar de tema, pues las imagenes de su sueño se estaban agolpando en su mente.

- Para citarte... te parece que nos encontremos en el restorant a las ocho?

- Me parece bien... espera alcanzar un papel y lápiz para anotar – rodó al otro lado de la cama, para buscar en el cajón de la mesita de noche lo antes mencionado – listo – se acomodó rápido para anotar con precisión la dirección dictada por el pelirrojo.

- ... bueno eso era todo, nos vemos a la noche Rukawa.

- Hasta la noche Sakuragi – aunque el tono de colgado le indico que el pelirrojo hubo cortado, el permanecio bastante minutos con el aparato pegado a su oreja. Estaba en las nubes, con el corazón acelerado, parecia una quinceañera ansiosa y nerviosa por su primera cita.

Después de pasado algunos minutos resolvio levantarse, por lo que silbando una tonadita se metió en el baño para darse una corfortable ducha.

Hoy sería un gran día.

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

En la mañana, después del desayuno fueron con la niña al supermercado para hacer algunas compras. Volvieron a tiempo para el almuerzo, luego de eso se encargo que la niña hiciera las tareas escolares enviadas para el fin de semana, posteriormente, y como recompenza por haberlas hecho tan bien, fueron al cine. Además tambien era una treta para que la pequeña aceptará quedarse en la casa de Hika, pues la señora Pepa tenia su día libre obligatorio, pendiente desde hace bastantes fines de semana, por lo que tuvo que darselo sí o sí.

- Por qué no puedo ir con ustedes? – de brazos cruzados Hanako le hacia pataleta a través del espejo retrovisor.

Ya eran pasadas las seis, y Rukawa estaba preocupado por no llegar atrasado a la disque cita y así dar la mala impresión de impuntual.

- Porque es una cena solo de adultos – respondía una vez más bastante hastiado ya de la insistencia de la pequeña.

- Mmmm... por lo menos espero que hoy le des un beso.

- Hanako! – el frenazo fue abrupto, el conductor de atrás le tocó la bocina furioso por la maniobra tan imbecil.

Pidiendo disculpas con gestos a través del espejo lateral, prosiguió la marcha.

- Mon dieu!... al paso de tortugas que vas... otro te lo va a ganar – comentó como quien no quiere la cosa, ganándose una mirada azul de reproche, adornada con un bonito sonrojo.

- Hanako, puedes dejar tus comentarios, por favor – derrotado intentó otro medio de sacarle las ideas (no tan descabelladas, según su inconciente) a la niña – a mi y a tu profesor nos molestan bastante – trató de entenderse con ella.

- A él te creo que sí... a ti... lo dudo... – se recargo hacia el asiento delantero, mirando el perfil de su padre no tan concentrado en el camino – viste! Estás rojo como un tomate! – le señalo acusadoramente.

- Chiquilla loca, te castigaré una semana!

- Desde cuando a una la castigan por decir la verdad! – otra vez de brazos cruzados se dejo caer en su asiento.

Contó hasta diez para calmarse, al paso que iban, soltaría el seguro automático de la puerta para que en una curva, la castañita saliera disparada del auto. Si lo detenian, acusaría que fue accidental y hasta lloraría para que le creyeran.

- Por qué deseas tanto que tu profesor y yo nos hagamos novios? – quiso entender de una vez por todas la insistencia de la niña.

- Porque las mamás te abandonan, un papi como el profesor no lo haria... – contesto mirando con tristeza a través de la ventana, Rukawa sintió recogersele el corazon cuando la observo por el espejo.

Su madre la habia abandonado con su abuela materna cuando ella tenia solo un año, a los seis meses ésta murió, por lo tanto la custodia de la niña quedó a cargo del gobierno, al no dar con el paradero de la madre. El padre biologico y su familia no quisieron reconocer a la pequeña, por lo que así fue a dar al orfanato donde se conocieron.

- Además yo sé que tú estas muy enamorado de él... – su rostro se volvio hacia él con una sonrisa radiante.

- Pero él no de mi... – murmuró en un suspiro.

La niña no era nada de tonta, siempre le demostró una madurez muy impropia de los niños de su edad, por eso siempre le hablaba como a un igual, aunque a veces debia ser su padre, su trato generalmente era de buenos amigos.

Los brazos de su pequeña desde atrás le rodearon por los hombros, libró una mano de la conducción para corresponder a la caricia, posandola en las manitas que se juntaban en su pecho. Ambas miradas a través del espejo se encontraron. Una de las grandes cosas que habian ganado encontrándose en la vida, era el amor que se profesaban.

- Él te querrá mucho, como igual tuve que aprender yo – y cerrando sus ojitos afirmo la barbilla en el hombro de su padre, quien con una sonrisa tierna siguió manejando hasta casa de Hika.

Allá la mujer les recibio dichosa, la niña podía ser un terremoto, pero era un terremoto muy gracioso a su parecer, por lo que ella se divertia bastante teniéndola en casa.

En un principio la relacion entre ellas habia sido tirante, mas que nada por el caracter arisco de la pequeña con todo adulto que se le acerque, pero con el tiempo la mujer se ganó el cariño de ésta, haciendose bastante amigas y, para desfortuna del pelinegro, muy complices.

- Gracias Hika por cuidarla, yo te llamo antes de pasar a buscarla – le decia el moreno con un pie ya bajando por la escalinata que le llevaba hasta su auto.

- Si quieres me la dejas toda la noche, así solo te dedicas a tu pelirrojo – y con picardia le guiña un ojo.
Rukawa se limito a solo mirarla con reproche. La mujer se rió levemente de su sonrojo enternecedor.

- Chao Papá! – Hanako a un lado de la mujer y con su Max Steel aferrada a su pecho, le despedia con la mano libre en alto – juegatela con todo para darle un beso al profesor!

Hika rió a carcajada limpia.

Rukawa se transformo en un tomate gigante y que hasta echaba humo.

- Después hablaremos muchachita – le señalo cuando ya repuesto inicio su descenso hasta su vehículo. Pero su verguenza fue mayor cuando ambas, desde lo alto de la escalinata y en plan de cheerleader comienzan a cantarle a todo pulmón.

- Un beso! Un beso! Soolooo un beso!... Un beso! Un beso! Soolooo un beso!

- Cállense! – les grito al tiempo que le tocaba la bocina como reproche y arrancando el motor y huir de ahí antes de que las cancioncillas de ambas feminas tomaran otro matiz.

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Con algo de demora llegó a su casa, solo contaba con 45 minutos para ducharse, vestirse y dirigirse hasta el restorant donde habian acordado juntarse.

Corriendo entró en su casa, sin prender las luces a su paso siquiera, corrió al baño para dar el agua, y mientras ésta se temperaba, fue a su pieza y dispuso rápidamente la ropa, que le llevo todo el día definir como la adecuada para lucir. Una chaqueta de cuero café, una camisa blanca (que estrategicamente dejaría abierta en los primeros botones), un jeans oxidado y recto más unos zapatos a tono con la chaqueta y formales. Nada demasiado llamativo, pero sí impactante en él, aunque lo suficientemente sútil como para no hacer notar la intensión primordial, dejar impresionado al pelirrojo.

Regreso al baño dejando la ropa que llevaba puesta desperdigada en el suelo. La ducha fue rápida, eso si, se preocupo de refregarse bien, incluso ocupo un gel de ducha que su “amigo secreto” le hubo regalado en la última fiesta navideña de la empresa.

Estaba saliendo de la ducha, cuando recordó su sueño cachondo de anoche, pero sacudiendo la cabeza y diciéndose que era bastante tonto que se hiciera realidad, se envolvio con una toalla la cintura y salió a su habitación.

Estaba tomando sus boxer dispuestos en la cama, cuando el timbre de la casa sonó.

Extrañado y preguntándose quién podía ser, caminó hasta ella, pues la insistencia de quien llamaba rayaba ya en lo desesperante.

En el camino nuevamente tuvo que espantar la idea de que fuera el pelirrojo con un “cambios de planes”, pero al abrirla sintió la cara arder, frente a él Hanamichi vestido elegante, pero informalmente, le sonreia con cara de alivio.

- Que bueno que te encuentro, ya pensába que te habias ido – señalo el profesor, parado en el umbral con las manos en los bolsillos de su pantalon de tela negra y corte moderno.

- Qué haces aquí? – fue lo unico que pudo gesticular el pelinegro, y al hacerlo se sintió en un “Deja vû”

- Cambio de planes – señalo para dejar atonito al dueño de casa, quien como automata le cedió el paso al interior. Sus ojos buscaron las bolsas plásticas donde el pelirrojo deberia traer la crema y la miel, sin embargo, no habia nada.

- ¿ca-ca-cambio de pla-planes? – los nervios se apoderaron de su cuerpo, si esto era como en el sueño, pronto el pelirrojo le acorralaria contra la pared.

Inconscientemente volteó la espalda hacia la pared libre del corredor, que importaba que no trajera la crema ni la miel, ya encontrarian algo en las alacenas de las cocina.

- Sí... – el mono le miró con cara de justificación, eso no le gusto nada – es que debí prestarle el auto a una amiga por una urgencia – definitivamente no le gusto nada – te llamé toda la tarde para ver otro modo de juntarnos, pero nunca me contestaste... debes tener muchas llamadas perdidas mias ahora en tu celular... así que le dije a Liho, mi amiga, que me dejará aquí para irnos juntos al restorant – Rukawa se sintió un tantillo molesto. No era su sueño hecho realidad, sino una mala broma de la vida.

Miró al cielo con cara de enfado y diciendo maldiciones mentales a Kami, por jugar así con sus sentimientos.

- Y por qué no tomaste un taxi? – si Hana no hubiera estado preocupado de otra cosa, perfectamente se hubiera dado cuenta del tono con que Kaede le dijo eso.

- Créeme que cuando ya estaba frente a tu puerta, recien se me ocurrió eso.

- Mmmmm – “idiota” – esperame aquí, iré a vestirme y nos vamos – y giro sobre sus talones para ir a su habitación.

Recien aquí cayó en cuenta el pelirrojo de la facha que se gastaba el pelinegro, y debía reconocer que aunque, según le comento alguna vez, hubiera dejado la práctica del basquetball, seguía teniendo buena tonicidad muscular, incluso le encontro mas ancho y fuerte a lo que era en preparatoria.

Su mirada repentinamente se enfocó en el recorrido de una gotita que traviesa y sinuosa se deslizo por la línea de la columna hasta perderse en el borde la toalla.

Pronto desvio su mirada a otro punto focal cuando se dio cuenta que le miraba descaradamente el trasero. Habia estado como hipnotizado siguiendo ese andar felino, sus ojos habian seguido a Rukawa hasta que se perdió escaleras arriba.

Dándose una cachetada mental y sin siquiera cuestionarse el por qué hizo eso, se dejo caer en uno de los sofás de la sala, para esperar a Rukawa.

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Cuando ambos entraron en el restorant atrajeron más de una mirada lasciva. Estaban de infarto, y muchas feminas esbozando sonrisas de satisfacción así lo hicieron notar; y uno que otro hombre, giró su cabeza siguiendo el recorrido de ambos hasta la mesa que le señalaba una mozo.

Hanamichi se sacó la chaqueta de terciopelo negro para dejarlo en el respaldo de su silla, junto a su pequeño bolso de cuero y arremangándose su sweater azulino tomó asiento. Toda la acción fue seguida en cámara lenta por muchos en el restorant, pero especialmente para unos ojos azules.

- Traíganos vino, para empezar – señalo Hanamichi después de consultar la carta – mientras decidimos que ordenar... todo se lee delicioso – y dedico una sonrisa que logró un tierno sonrojo en la mozo, quien se retiro presurosa.

- Es un buen sitio – comentó Rukawa mirando alrededor, notando al paso cómo llamaban la atención, aunque lo interpretó como que quien acaparaba todas las miradas disimuladas era Hanamichi. Así que los celos no se hicieron esperar. Una mirada asesina bien dada, y nadie se atrevió a mirarlos en toda la velada.

- Lo descubrí un día por casualidad... con una ex nos protegimos aquí de una repentina lluvia y al final nos tuvieron que echar... luego a las diez presentan música en vivo y el subterráneo se abre a las doce como discoteque, donde tambien hay salones de Karaoke. Puedes cenar, tomarte unos tragos, bailar y dartelas de rockstar sin moverte de aquí, es muy original la idea. Llegue a ser asiduo, pero hace meses que no vengo... el trabajo y no tener con quien venir... jajajajaja – se excuso divertido.

- Vaya!... vendré para cuando tenga cenas de negocios, me gusto mucho – justo llegaba la mozo, sirviéndole sin pausa el vino. Luego de eso, y mientras ambos lo degustaban, ordenaron su pedido.

- Con Liho intentamos venir muchas veces, pero siempre pasaba algo, que hechaba todo para atrás – comentó una vez la mozo les dejara solo nuevamente.

- Liho? Quién es Liho? – benditos celos.

- Es mi mejor amiga y colega en el colegio. Su novio tambien quiere conocer este lugar, pero como te dije siempre nos tiene que pasar algo que nos lo impidé.

- Mala suerte – exclamó sintiendo como el alivio le recorria completo, destensando todo su cuerpo.
-

Pero no faltará alguna ocasión – contesto optimista.

La cena continuo con trivialidades, anécdotas pasadas y actuales de ellos o de Hanako, opiniones políticas, de la sociedad, basquetball, etc, etc, bla, bla. La conversación fue fluida, sin travas, y Kaede puso lo mejor de si para mostrarse como un gran conversador y lo logro con creses pues Hanamichi en un comentario le dijo lo gratamente sorprendido que estaba de este cambio en él.

- Estas muy hablador esta noche zorro – sonrio burlonamente – Hanako te ha cambiado para bien.

- He debido hacerme a la idea. Además con el trabajo que tengo, donde la mayoria de la negociación es verbal, el que Hanako hablé hasta por los codos me ha servido bastante.

- Bueno, habla como Lora cuando entra en confianza... porque he notado que es bastante renuente con los adultos.

- Todos los adultos la decepcionaron apenas llegó al mundo; su madre la abandonó con su abuela materna cuando solo tenia un año, la mujer murió a los seis meses después y su padre biológico la negó, así fue a dar al orfanato en donde la conocí, por eso es bastante desconfiada de todos... siente que todos la abandonarán alguna vez, incluso yo... muy pocas personas tienen el privilegio de tratar con ella... debe haber sentido en su corazón que no la decepcionarías para haber congeniado tan rápido contigo – Hanamichi se sorprendio bastante de la cruda historia de la niña y aún más de la última declaración.

- Te debe espantar a todas las novias – comento divertido un rato después, imaginando a Hanako haciéndole pasar las situaciones más embarasosas con tal de deshacerse de las supuestas novias que Rukawa alguna vez habrá llevado a casa.

Rukawa rió un tanto incómodo por el comentario, y no porque no fuera verdad, sino por que no eran mujeres las que espantaba Hanako.

Ella estaba muy bien enterada de los gustos de Rukawa, y le entendia muy a su modo eso si.

Cuando se convirtió en su hija, Rukawa tenia una relación estable, aunque en un principio se lo presentó como un “muy buen amigo”, la agudeza de la niña le hizo confesarle toda la verdad un día. Para su sorpresa la niña le apoyo inmediatamente, aunque ninguna pareja le habia gustado tanto como Hanamichi. Algo de él habia logrado encantar a la pequeña de sobre manera.

- Ahora entiendo por que siendo tan exitoso, no te has casado aun... Hanako te las espanta a todas jajajajajajajajajajajajaja – la risa fresca y estereofonica del pelirrojo atrajo nuevamente las miradas del restorant sobre ellos, haciendo que Rukawa se sonrojara, Hanamichi entendió esta reacción como que Hanako realmente le espantaba a las novias – creo que le atiné...

- No necesariamente – respondio él bebiendo un sorbo de vino para pasar el bochorno.

- Oh! Vamos! – exclamo dudoso – tienes más de 25 años, con un trabajo estable y bien remunerado, eres guapo y exitoso, siempre tuviste mucho arrastre con las mujeres y ¿aun no te has casado?!... es para preguntar por qué... y la unica razon que encuentro es Hanako. A menos que tengas algo que ocultar – se hubo recargado insinuante sobre la mesa al decir esta ultima frase. Estaba intrigado y queria saber todo la verdad.

El pelinegro se sintió entre la espada y la pared, estaba en una encrucijada de si decirle toda la verdad respecto a su solteria. Estaba la probabilidad de espantarlo o de abrir una puerta hacia algo mas profundo.

- Bueno, en realidad, si hay algo... – confeso finalmente, desviando la mirada de la castaña, que le observaba ansiosa.

- Vamos cuentamé... no le diré a nadie tu secreto – insistio curioso el pelirrojo sin saber que se “estaba metiendo bajo las patas de los caballos”.

- Soy Homosexual.

El sonido de los cubiertos chocando en los platos y las conversaciones diversas y difusas de todo el restorant se acentuaron aun más, cuando el mutismo se apodero del pelirrojo. Su cuerpo quedó en pausa, no así su rostro que mostró consternación, ante semejante revelación, por unos cuantos segundos, pero después paso a una neutralidad que asustó un tanto al pelinegro.

Rukawa no perdía detalle, su yo interior estaba desesperado en saber cuál sería la reacción definitiva, aunque su rostro se mostrara inmutable. Incluso llegó a pensar en huir rápidamente de ahí, sin esperar a lo que le dijera Hanamichi, pero su orgullo le exigio quedarse y averiguar que diría el pelirrojo, fuera malo o bueno para él.

El movimiento del pelirrojo cogiendo su copa y tomando un sorbo aparentemente tranquilo, le hizo poner todo su cuerpo en estado de alerta, incluso vio el inicial movimiento de labios en una torturante cámara lenta.

- Eso definitivamente es una mejor explicación.

¿Esa era toda su opinión?, ¿ni un reproche?, ¿ni una exclamacion?, ¿nada más que esa frase?. Ahora era Rukawa el consternado, él esperaba muchas más reacciones por parte del pelirrojo, conociendo lo impulsivo que era en la preparatoria. Pero esa frase le pillo tan de sorpresa como si hubiera pasado atrás de Hanamichi una vaca bailando tango con un toro en smoquin.

- No dirás nada más? – hablo en voz alta, castigandose después cuando los ojos extrañados de Hanamichi se posaron en él – es que esperaba otra reaccion de ti.

- Querias que me pusiera a gritar o chillar? – cuestiono mirándole con una ceja arqueada.
- Era lo minimo que esperaba – confeso avergonzado, fijando su vista en el tenedor con el cual jugaba para contener su nerviosismo.

- Te confieso que me sorprendes bastante – hablo luego de algunos minutos de silencio que se hicieron eternos para Kaede – pero no por eso te crucificaré, no soy quien para hacerlo. Mas ahora, me explicó el por qué no se te conoció ninguna novia en la preparatoria, teniendo a más de media escuela tras de ti.

- Creí que te enojarías... – murmuró fijando su vista en el rostro de Hanamichi, quien estaba bastante serio, por lo mismo no se atrevio a sostenerle mucho rato la mirada.

- No me has engañado si ese es tu sentimiento. Nunca fuimos amigos, como para sentir que me has mentido todo este tiempo. Pero sí te puedo decir que desde ahora te miraré de manera diferente, no puedo mentirte, no me sentiré cómodo a tu lado, no hasta que me acostumbre a la idea de que gustas de los hombres. Te puedo comprender, sin embargo me costará aceptarlo.

- Gracias por ser tan franco – complemento el agradecimiento con una sonrisa sincera.

- Te lo mereces, después de todo... tú fuiste franco conmigo primero.

Rukawa para distender un poco el ambiente, alzo la mano llamando a la mozo que les atendia y solicitó dos whisky dobles con hielo.

Ya para esa hora de la velada, la musica en vivo estaba a cargo de un guitarrista solitario que cantaba canciones clasicas, y que más de alguna mesa seguia con alegria. Ellos solo se limitaron a observar todo en silencio, disfrutando de los tragos que le trajeron diligentemente.

Cada quien estaba en lo suyo, en su mundo propio, tal vez tratando de adivinar en qué pensaba el otro. Se dedicaron miradas furtivas sin que el otro se diera cuenta, pero no intercambiaron más palabras. Después de acabar con el whisky, el pelirrojo solicitó la cuenta y como puestos de acuerdo se pusieron de pie, sin esperar siquiera el vuelto. En el mismo mutismo, llegaron hasta el auto del pelinegro. Aquí reaunudaron la comunicación, pero solo fueron pequeñas indicaciones por parte del pelirrojo para guiarle en el camino, hasta que estacionó frente al conjunto de departamentos, donde estaba su casa.

- Gracias por traerme – señalo con voz neutral, afirmando la clavija de la portezuela, ya presto a descender.

- Gracias a ti por la cena... – de brazos cruzados se afirmo en el manubrio y le dirigio una mirada agradecida.

- No faltaba más, después de toda la amabilidad que tuviste conmigo ayer – su mirada se concentró al frente. Estaba nervioso y sabia muy bien por qué. Desde que Rukawa le confesará ser gay, no podía dejar de lado la idea de que el pelinegro podía intentar algo con él. Aunque otro lado de su mente, le reprochaba por lo estupido que sonaba eso, no porque Rukawa fuera Homosexual, precisamente intentaria conquistarle... solo estaba siendo amable e intentando establecer una amistad entre ellos que nunca existio en su época de instituto... aunque precisamente era “eso” lo que mas le confundia y le preocupaba.

- No te preocupes... tú hubieras hecho lo mismo... no? – respondio como quien no quiere la cosa... aunque estaba haciendo acopio de todas sus fuerzas para seguir así de calmado. Queria decirle miles de cosas, pero por ahora habia que ser prudente, ya habia avanzado lo suficiente al confesarle su condicion sexual sin que éste arrancara despavorido.

- Por supuesto... – moviendo la clavija abrió la puerta – bueno... Buenas Noches, Rukawa.

- Buenas noches, Sakuragi – incoscientemente le clavó la vista con intensidad, sorprendiéndose bastante cuando el rostro del pelirrojo se tiño levemente de rojo. Rápidamente se regaño señalándose que eso no era nada de importancia, solo era la reacción natural de un hetero al verse mirado de esa manera por un homo, muchas veces ya le habia pasado. Pero aun así, no pudo evitar pensar que Sakuragi se veía adorable.

- Alguna vez te gusto alguien del equipo? – la pregunta le descoloco un poco. Hanamichi miraba sus piernas un tanto avergonzado, pero esa era una duda que no podía aguantar mas. Desde que dejaron el restorant que la tenia danzando perversamente en la mente y sabia que si no la decia, no podria dormir bien. A veces odiaba su curiosidad.
La carcajada de Rukawa le obligo levantar la mirada un tanto enojado. Él estaba realmente complicado haciendo esa pregunta y el otro se reia a costa de él.

- Si te parece gracioso, no respondas – señalo haciendo morros.

- Lo siento... es que no me esperaba esa pregunta – decia el pelinegro tapándose la boca para contener la risa – no me estaba riendo de ti.

- Vas a responder o no? – se cruzo de brazos, estaba realmente molesto.

- Pues... si me gustaba alguien...

- Aaaaaaaa... se puede saber quién? – su enfado menguó bastante ante su curiosidad.

- Pues no es algo que me sea fácil confesar, pero... – se recargo otra vez sobre el manubrio, sin embargo esta vez, su mirada se concentro plenamente en el pelirrojo - ... acaso no es obvio.

La cara de Hanamichi fue memorable, sorpresa y turbacion total. Todos los colores se le subieron al rostro. Después de unos segundos trato de decir algo, pero solo logro balbuceos. Rukawa disfrutaba aquello, aunque igualmente estaba bastante nervioso, habia confesado haberle amado en el instituto, una declaracion magnanima y abrumadora... otro pequeño atrevimiento de su parte... sabia que estaba tentando a su suerte, pero no podía dejar pasar la oportunidad, tal vez cuando podría decirle esas cosas al pelirrojo. Tal vez no se declaró completamente, pero ya con lo avanzado se sentia aliviado.

- ¿yo te gustaba? – Rukawa asintió – no sé que decir – señalo después de pasado un rato, con la mirada baja.

- No tienes que decir nada... – por hoy era suficiente. La cabeza del pelirrojo estaba abrumada de tantas declaraciones comprometedoras, debia darle un descanso.

- Es que yo... yo... no sé... yo – comenzo a hablar el pelirrojo sin logica alguna.

- En serio, Sakuragi, no tienes que decir nada – Rukawa sonriendo con ternura, le posó una mano en el hombro a modo de tranquilizarle, atrayendo con esto la mirada castaña. Craso error, pues se perdió en ella.

Esos ojos le miraban con tal turbacion y debilidad, con tanta confusión y verguenza, que sintió que debia protegerle. Con presteza le tomó el rostro por la barbilla y se apoderó de sus labios.

No pensaba, solo se dejaba llevar por el impulso de poseer esos labios. En una caricia furtiva y fuerte, acaparó todo rincón, le deseaba por entero. Su pasion se desbordo sin frenesi apenas los rozo, eran dulces, suculentos y suaves, tal cual como tantas veces los soño. Succionó y mordisqueó todo la piel tibia que sintio bajo sus labios, sin importarle la manos del pelirrojo que en su pecho le empujaban para separarle.

Sin embargo el empellón que le dio Hanamichi, para después escapar del vehiculo, le hizo ver que su impulso habia sido el más grande error de su vida.

oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

- Qué sucedio? – no pudo evitar preguntar, cuando frente a su puerta apareció Rukawa con la mirada vacia, su rostro seguia siendo el mismo serio de siempre, pero sus ojos estaban opacos y frios.

- Nada importante – señalo caminando hacia el interior, precisamente hasta la habitación de su amiga, donde Hanako dormia desparramada bajo la manta – la llevaré a casa así, no la despertaré.

- Rukawa...todo salio bien en la cena? – su jefe estaba demasiado extraño, cuando dejó la casa estaba radiante, mas ahora parecia un muerto en vida.

- Claro que sí, conversamos, comimos, fue una velada agradable – comento al tiempo que cargaba con el cuerpo durmiente de su hija – ayudamé – señalo con la cabeza la mochila roja que descansaba en una silla próxima, para después salir rápidamente hacia la puerta de entrada.

Hika le acompaño hasta el vehiculo, sin poder evitar preocuparse por el extraño comportamiento del pelinegro. Algo habia sucedido en la cena, nada podría sacarle esa idea. Pero el lunes tendría que averiguarlo.

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Sus piecitos la llevaron hasta el cuarto de su padre. Era muy temprano en la madrugada, así lo hacia notar la luz blanca del alba que se colaba por las cortinas.

De puntillas se acerco hasta la cama, donde el bulto que era su padre bajo las cobijas no mostraba signos de vida. Todo estaba demasiado tranquilo.

- Papá? – le llamo bajito y dudativa – papá... estas despierto? – ninguna reaccion obtuvo de su padre.

Rodeando la cama, se acercó por el lado donde podria tal vez mirar mejor a su padre, pero este estaba muy escondido bajo las mantas – papá... papito... estás bien?

- Si, Hanako, estoy bien – la voz apesadumbrada de Kaede se escucho.

- Quieres que te traiga algo?

- No, gracias pequeña – una mano blanca y grande asomo para desordenarle los cabellos castaños – vete a tu cuarto, aun es temprano para que estes levantada.

- Estas triste, verdad? – no habia nada que se le escapara.

Su hija era demasiado aguda e inteligente. Con pereza finalmente se sacó de encima las cobijas, apoyando su espalda en el respaldo de la cama. Hanako pudo notar las ojeras que estaban bajo los somnolientos y enrojecidos ojos de su padre – no has dormido nada – declaro ante lo evidente.

- Creo que tengo insomnio – señalo desviando su rostro hasta la ventana oculta por las cortinas.

- Algo malo paso con el Profesor? – pregunto muy preocupada, Kaede no podia mentir ante esa carita.

- Nos hemos peleado – confenso al cabo de algunos minutos de silencio.

- No te quiere? – se refregó los ojos para espantar el sueño, Rukawa sonriendo quedo, con la mano le señalo que se acostara a su lado. La niña se apego a su costado, al tiempo que éste le arropaba.

- Hanako... tu profesor no es igual a mi, por lo tanto no me puede querer...

- Yo dormiré contigo para que estes mejor... bueno?

- Gracias Hanako – Rukawa le dio un beso en la frente mientras se acomodaban mejor, para así finalmente, al cerrar los ojos, sentir el confort que le daba su pequeña hija al aferrarse a él.

Notas finales:

Como dije arriba sé que algunas me odiaran, pero traten de negarme que la escena final fue muy tierna.

Tambien aclaré de una vez por todas el por qué Hanako quiere a Hana como su papi... espero que la historia haya sido convincente.

Y tambien espero haberlas engañado con ese pequeño Deja Vû del sueño cachondo del capi tres.

Un beso a todas y muchas gracias por leer, nos vemos en la siguiente actualización.


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