Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Enredados por AniBecker

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo XIII

A Aomine ya le estaba empezando a mosquear las salidas misteriosas que tenía Satsuki por las tardes, después del entrenamiento y volvía en la noche. Temía que estuviera metida en algo malo, o estuviera viéndose con alguien en secreto.

No es que estuviera celoso, nunca sintió nada sentimental por la chica, porque para él era como su hermana, y por eso mismo, con sólo pensar de que pudiera estar con algún mal hombre, cualquier que la obligara a hacer cosas que ella no quisiera, o estuviera casado, ¡por Dios, si tenía hasta un hijo! ¿Con quién se había metido la peli rosa?

Por eso, esa misma tarde decidió seguirla sin que la chica sospechase nada. ¡Tenía que protegerla! Si estaba saliendo con alguien, él debía dar su visto bueno, porque el hombre que quisiera salir con ella debía antes tener las pelotas de plantarle cara y él, verificar si era digno de ella.

No parece que fuera a un sitio muy lejano, y hasta le sorprendió de que su lugar de encuentro con quién fuera que iba a quedar, fuera un parque infantil. Se escondió detrás de un árbol, al oír cómo una vocecita infantil la llamaba.

—¡Sa-chan! —vio que un niño rubio se acercaba a ella, con los brazos extendidos y una gran sonrisa.

—Hola, Hi-chan, ¿dónde está mamá? Sabes que no debes salir corriendo y soltarte de la mano de mamá, ¿verdad? —le regañó de manera dulce.

—Me dejó venir hacia ti —respondió el pequeño, señalando a una persona que se acercaba a ellos.

—Es cierto, yo le di permiso —aclaró el recién llegado, dándole un beso en la mejilla a la peli rosa.

¿Wakamatsu? Los ojos de Aomine se abrieron de sorpresa, al ver que se trataba de su ex compañero de equipo y sempai. Sin que se diera cuenta de ello, inconscientemente se acercó a la pareja.

—Dai-chan, ¿qué es…? —se sintió incómoda la fémina, pero no precisamente por ella, sino por Wakamatsu.

—Hola, Aomine —saludó su ex sempai, aparentando normalidad, mientras sujetaba las manos de su hijo, quién lo observaba.

—Así que él… era el chico con el que te veías.

—Lo siento por no habértelo contando, pero…

—¿Quién eres? —interrumpió el niño, mirando fijamente al moreno, quién se agachó a su altura—. ¿Eres el novio de Sa-chan?

—No lo soy, digamos que soy como su hermano —le acarició los cabellos—. Me llamo Aomine, ¿y tú?

—¡Hikari! —exclamó con efusividad el pequeño—. Entonces, ¿eres amigo de mi mami? —miró al rubio, y luego a su amiga. Ahora entendía todo.

—Se ve que eres un niño muy grande, así que tienes que ser bueno y portarte muy bien con ellos.

—Hikari los protegerá siempre —dijo alzando su puño con seguridad.

—Así me gusta, contigo, estarán a salvo de cualquier alfa —el rubio miró a su ex kohai, sorprendiéndose de sus palabras. Parece que no era el único que escondía su género a los demás—. Bueno, ¿cuándo vienes a casa a cenar?

—¿Cómo?

—Si se supone que estás saliendo con Satsuki, mis padres tendrán que conocerte, digo yo, ¿no? —respondió con naturalidad.

—Dai-chan… —sonrió la fémina, abrazándolo.

—Más te vale que la cuides, porque no me importa que seas quién seas, porque si la haces llorar sólo una vez, me bastará para mandarte al otro lado, ¿queda claro?

—No tienes por qué decirlo, eso nunca pasará.

—¡Dai-chan! Dile a tus padres que cuando quieran —habló con las mejillas sonrojadas—. Porque a ti no te importa, ¿verdad? —se dirigió a Wakamatsu, quién negó sonriéndole.

—Oye Hikari, ¿y tu madre te ha enseñado a jugar básket o ni eso?

—Bueno… un poco…

—Dai-chan, sólo tiene tres años, es muy pequeño.

—Tiene la edad perfecta para empezar a aprender, verás que en cuanto yo te enseñe, serás el mejor —tomó la pelota en una mano, y la otra se la extendió al niño, quién, primero pidiéndole permiso a su madre, la aceptó, marchándose con él—. Ustedes entreténganse mientras, cuando vayas a dejar a Satsuki a la casa, te quedas a cenar y después puedes recoger a Hikari, no te preocupes, lo trataré muy bien. Pasarla bien.

La pareja se quedó mirando cómo el peli azul se marchaba con el pequeño Hikari, quién sonreía emocionado.

Los padres de Aomine estaban encantados de que el pequeño Hikari estuviera pasando la tarde con ellos. No habían tenido más hijos que el moreno y, aunque ahora estuviera Satsuki con ellos, no habían vuelto a disfrutar de un niño pequeño en mucho tiempo.

Y, ahora que Satsuki había empezado a salir con el padre del pequeño, lo querían considerar como su primer nieto. La pareja no tardó mucho en llegar, y todos se sentaron a cenar. La peli rosa presentó a Wakamatsu, quién a lo primero se sintió cohibido, con miedo de ser rechazado por el simple hecho de ser omega y tener un hijo, pero luego, vio cómo eso no les importó a los señores Aomine y lo recibieron tanto a él como a Hikari como uno más en la familia.

Aomine salía de clases junto como Momoi, quién no paraba de sonreír y felicitarlo sin parar por su cumpleaños. Era una auténtica molestia.

—Hola, precioso —oyeron a sus espaldas, encontrándose con Kagami, apoyado en una motocicleta.

—¿De dónde sacaste esto? Y no me pongas motes raros, es vergonzoso —miró hacia los lados, para cerciorarse que nadie lo hubiera escuchado.

—Es mía —respondió, sonriendo— y vengo a llevarte a un lugar —le entregó un caso—. Venga, sube.

—¿Un lugar? ¿Para qué?

—¿Es que hay algo de malo que quiera llevarte a dar una vuelta en mi nueva moto?

—Vamos, Dai-chan, sube, tiene que ser genial —le animó la peli rosa, que no muy convencido, cogió el casco entre sus manos.

—¿Seguro que sabes manejar este este cacharro? ¿nos mataremos en el intento?

—Si nos matáramos los dos, sería muy romántico ¿no crees? —bromeó.

—Sería muy estúpido —se subió detrás del diez de Seirin—. Bueno, ¿dónde vamos?

—Primero ponte esto —le extendió una venda color azul. Fue a colocársela, pero Aomine se negó.

—Hey, hey, ¿de qué vas? ¿para qué quieres que me ponga esta mierda?

—Venga ya, Dai-chan, no seas así, acepta —insistió Momoi, y el moreno accedió a que le colocara la venda. 

—Como me caiga por llevar los ojos tapados, juro que te mato.

—Tú sólo agárrate fuerte a mí —le indicó, cogiéndole ambas manos para que las afianzara alrededor de él.

—Que lo paséis muy bien —sonrió la fémina, en complicidad con el pelirrojo.

—¿Me puedes decir a dónde vamos?

—So seas impaciente, ya lo verás. No vayas a hacer trampa y quitarte la venda, ¿eh?

—Que no, pesado —bufó.

Daiki calculó cerca de una hora de viaje, hasta que por fin, el vehículo se paró. Sintió como Kagami se bajaba, y le cogía la mano para ayudarlo a bajar también.

—No te la quites todavía, yo te guío, tranquilo.

Se sentía nervioso e impaciente, de saber por qué lo había llevado al lugar donde quisiese que estuvieran. Se estremeció al sentir las manos ajenas posarse en su cintura, y después ascender hasta quitarle a venda de los ojos.

—¿Qué es…? —no terminó la pregunta, al ver que estaba en el apartamento del pelirrojo, pero se encontraba diferente. Se encontraba en penumbras, adornado con pequeñas velas, una cena esperando en la mesa y pétalos por el suelo—. Eres un poco cursi.

—Pero ¿te gusta?

—¿Por qué has hecho todo esto? —eludió su pregunta con otra.

—Bueno… hoy es tu cumpleaños, y pues quise darte una sorpresa —respondió, llevándose su mano a la nuca, nervioso y algo avergonzado.

—Qué soy, ¿una tía para que hagas estas cosas?

—¿Por qué siempre estás a la defensiva? ¿Es que no puedes agradecer un gesto que te hacen?

—Lo siento —murmuró, desviando su mirada avergonzado—, es sólo que no me lo esperaba. Ni si quiera se me pasó por la cabeza de que te acordaras de mi cumpleaños.

—Pues ya ves que sí me acordé —le sonrió y extendió su mano—, ¿cenamos antes de que se enfríe? —el moreno asintió, aceptando la mano ajena—. Hasta un pastel de cumpleaños te espera en la nevera.

Se sentaron a cenar la deliciosa comida que había preparado Kagami, que Aomine no vaciló en degustar y saborear hasta no dejar ni una sobra. Después, el pelirrojo le mostró el pastel de chocolate y fresas, el favorito del peli azul, que apagó las velas.

—Esto… aún tengo otro regalo que darte —se levantó, yendo hasta un mueble de la sala.

—¿Otro? ¿No se supone que todo esto era el regalo?

—Bueno, quise hacerte otro —sonrió, extendiéndole una cajita de color azul, que sorprendió a Daiki.

—¿Qué es esto? —preguntó, abriéndola, encontrándose con un anillo de plata, con detalles en rojo, que colgaba de una cadena—. ¿Es que me vas a pedir matrimonio, o qué? ¿Se te va la cabeza?

—Claro que no, idiota. Es que como en una ocasión te molestó que tuviera este anillo que muestra mi hermandad con Tatsuya, pues quise regalarte uno a ti. Yo también me compré uno, para así ir a la par contigo.

—Idiota… —murmuró avergonzado. Kagami se entristeció al ver cómo Aomine le devolvía el anillo y la cadena—… No pongas esa cara, ¿me lo vas a poner o no? —los orbes rubíes se abrieron de sorpresa. El moreno se volvió, dándole la espalda, y el pelirrojo le colocó la cadena con el anillo.

Cuando terminó, posó ambas manos en los brazos ajenos, para después ir bajándolas hasta la cintura. Hundió su nariz en el cuello moreno, aspirando el aroma que tanto amaba a canela, que ahora, ya no era ocultado con inhibidores.

El omega se quedó inmóvil, dejando que el alfa se metiera en su mundo mientras atraía el cuerpo ajeno al de él. Se giró entre los brazos del tigre, llevando los suyos propios al cuello de su pareja, para dejarle acceder a sus labios.

Y Kagami lo hizo, aprovechó la invitación de Aomine. Afianzó su agarre en las caderas, y comenzó a dar pequeños pasitos hacia delante, guiándolo hasta su habitación. Siguió avanzando, hasta que el peli azul tropezara con la cama y cayera sobre ella.

El cinco de Too lo tomó de la camiseta, haciendo que el otro se posicionara así sobre él. Sus labios volvieron a unirse, intensificándose el beso por segundos, hasta que las caricias, haciéndose paso en la piel ajena, hizo que la ropa estorbara.

En igualdad de condiciones, las miradas roja y azul se cruzaron, a la vez que el rubor en las mejillas el ritmo de las pulsaciones y los jadeos, aumentaban de ritmo.

Las disputas por ganar la guerra de besos posesivos llevó a que ambos rodaran por el colchón, posicionándose uno y otro encima a cada rato. Kagami, con su instinto alfa, quería dominar la situación, tener bajo su cuerpo al cuerpo del moreno, poseerlo y hacerlo gemir su nombre.

Mientras que Aomine, aunque su instinto omega quisiera ser poseído y dominado por un alfa, no era de los que se dejaban hacer. A él le gustaba también dominar, por eso, se colocó encima del pelirrojo, a la vez que hacía que ambos miembros se rozaran, ocasionando un gemido por parte de los dos.

La lujuria y el deseo se podían ver reflejados en los ojos de ambos, que no tardaron en experimentar. Dos cuerpos perlados por el sudor se abandonaron al placer.

..

Oía entre sueños el insistente sonido del tono de llamada del móvil. Los brazos bronceados que lo abrazaban abandonaron la firmeza en su cintura, y ese calor y aroma que desprendía el cuerpo ajeno pegado a él se alejaba. La voz de su acompañante lo terminó de despertar.

—Oh, Alex, cuánto tiempo. ¿Algo importante? ¿El qué? —abrió sus ojos para enfocar a Kagami parado en mitad de su habitación, en ropa interior, hablando en inglés con alguien. Cuando oyó el nombramiento del nombre de la antigua maestra del pelirrojo, supo que se trataba de la rubia americana—. ¿Lo dices en serio? No, si ya sé que es una decisión para tomar con calma, pero es que es tan impresionante que acepto sin pensármelo dos veces.

Aomine se incorporó en la cama y lo observó con atención, no entendía nada de inglés, por lo que era imposible de que pudiera comprender la conversación, pero la cara de sorpresa y alegría de Kagami era lo que lo ponía ansioso por querer saber.

—Sí, claro, pero tendrán que esperarme al menos a que termine este último año de preparatoria. Sí, ya me quedan unos cuantos meses, sí, claro. Diles que muchas gracias por la oportunidad, no les defraudaré. Gracias, Alex, nos vemos pronto —el diez de Seirin colgó la llamada, y miró sonriente al moreno.

—¿Y esa sonrisa? ¿Alguna buena noticia tal vez?

—Buena no, lo siguiente. Era Alex, diciéndome que un equipo de la NBA quiere ficharme para la próxima temporada —dijo con efusividad y alegría—. Alex les mostró algunos vídeos míos y les llamé la atención —el pecho del peli azul se oprimió.

—¿Irte? ¿A América? —el contrario asintió, sentándose en la cama, tomando los labios contrarios en un tierno beso—. ¿Y entonces qué pasa con…? —se calló, quería terminar la frase con nosotros, pero terminó por decir otra cosa—… Con Seirin, y la universidad…

—Bueno, si ficho por un equipo de la NBA está claro que no me haría falta la universidad, yo siempre quise ser jugador de básket profesional, por lo que si se me presenta esta oportunidad, los estudios los consideraría secundarios.

—Ya veo… qué buena noticia entonces —desvió la mirada, intentando hacer una sonrisa forzada—. Me alegro por ti.

—Hey —lo llamó, moviéndole el rostro para tenerlo frente a frente—, no pongas esa cara, ¿piensas que me iría así cómo así?

—Bueno, claro que no, aún tenemos nuestro duelo en esta próxima Winter Cup —dijo fingiendo su típica prepotencia—, porque no huirás así cómo así de nuestro duelo, ¿verdad?

—No me refiero a eso. Me refiero a nosotros —al oír esa palabra, se puso nervioso—, porque está claro que no me iría así cómo así, porque obviamente yo quiero que vengas conmigo.

—¿Contigo? ¿Y qué pinto yo allí?

—Convertirte en otro jugador de la NBA. ¿Ese no era también tu sueño? Con lo bueno que eres, no dudarían en ficharte a ti también.

—A quién quieren es a ti, no a mí.

—Pero en cuanto te vean, te querrán a ti también. A los dos, juntos. Vente conmigo, y cumplamos juntos el mismo sueño —insistió, tomando el rostro ajeno con ambas manos y mirándole fijamente.

—No creo que sea buena idea.

—Claro que lo será, porque si tú no me acompañas, entonces no tiene sentido de que yo me marche.

—Eh, eso es hacer chantaje, ¿qué quieres, que me sienta culpable para así aceptar?

—No es así, mi intención es que veas que tú me importas más que el básket y que sin ti a mi lado, no me interesa cumplir mi sueño —esas palabras hicieron que el pecho del moreno se oprimiera, el color carmín apareció en sus mejillas, y sus ojos empezaron a ponerse vidriosos.

Lo dicho por el pelirrojo era demasiado tierno, pero con su típica personalidad, no hubiera reaccionado así, sólo su lado omega lo hacía.

—¿Vendrás entonces conmigo?

—Idiota… —esa fue su respuesta, que Kagami aceptó como válida y afirmativa. El cinco de Too rodeó el cuello bronceado y se echó encima de él, besándolo, acto que gustoso, recibió el pelirrojo.

Notas finales:

Si has llegado hasta aquí, gracias por leer :) 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).