Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Enredados por AniBecker

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capitulo XV

Los días fueron pasando, y por fin Kasamatsu junto con su bebé, pudieron regresar a casa. El pequeño estaba completamente sano, y ya podía estar lejos de aquella incubadora que por unos días, fueron su seguridad.

Takao se ofreció en ir a ayudarlos a instalarse, y Midorima fue junto a él. El ojo de halcón era el más cercano al pelinegro, y éste completamente agradecido con él.

Kise ayudó a acomodarlo en el sofá, la herida de la cesárea aún estaba fresca y le molestaba, haciendo que le costara moverse con total normalidad, y Kazunari, con el pequeño bebé en sus brazos, complemente perdido en aquellos ojitos que se predecían serían azules, se lo entregó a Yukio.

—Aquí, un regalo para el bebé —dijo Midorima, entregando un conejito de peluche—, es el lucky ítem para virgo, para que le de suerte en su llegada a este mundo.

—¡Qué tierno, Midorimacchi!

—Muchas gracias —lo tomó Kasamatsu, poniéndolo al lado del niño en sus brazos—, seguro que será su peluche favorito, y dormirá con él todas las noches —sonrió, y el peli verde desvió su mirada, avergonzado pero a la vez agradecido.

—¿Qué nombre habéis pensado al final, Kasamatsu-san? —preguntó Takao, sentándose al lado de él.

—Así es, Yukiocchi, me dijiste que entre los dos nombres que habíamos pensado, lo decidiríamos cuando llegáramos a casa —habló el rubio, ocupando el otro lado libre de su pareja.

—Bueno… es cierto que pensamos Keiichi y Seiichi.

—Son iguales, sólo cambiando la primera letra —intervino Midorima—, os habéis quebrado mucho la cabeza.

—¿Y qué? A nosotros nos gustaron esos —se defendió Ryouta, para después mirar a su pareja—, ¿verdad?

—He estado pensando en ponerle otro —susurró, con ternura, pasando su dedo con delicadeza por las facciones de su pequeño.

—¿Otro? ¿Y cuál es?

—Kouta —sonrió, levantando sus zafiros del bebé, hasta la altura de los dorados ajenos, que lo miraba esperando una respuesta—. Es que… físicamente se parece a mí, por lo que quiero que también lleve algo tuyo que me recuerde a ti, en este caso, Kouta se parece a tu nombre.

—¡Yukiocchi! —chilló conmovido el rubio, abrazándolo.

—Sinceramente, me gusta más el nombre que acabas de escoger —confesó Kazunari sonriendo—, ¿verdad, Shin-chan?

—Te doy la razón —respondió, ajustándose sus lentes.

—¿Te gusta tu nombre? Se parece al de tu papá —le habló al pequeño, que luchaba por no dormirse nuevamente—, sólo no saques su carácter, ¿sí?

—¡Yukiocchi, no es justo! Koutacchi se parece a ti, deja al menos tenga algo mío.

—Ya lleva algo de ti, tu apellido, y su nombre que se parece al tuyo, ¿qué más quieres?

—Tenía la esperanza que al menos, tuviera mis ojos, pero los tiene azules.

—Ki-chan, aún es pronto para saber su color, no tienen por qué ser azules, ya que los ojos de los recién nacidos luego cambian.

—Seguro que la genética juega en mi contra otra vez y se quedan azules —hizo un puchero, que enterneció a su pareja.

—¿Y qué pasó con la maldita asesina? Porque no se le puede llamar de otro nombre. 

—Por suerte, está entre rejas de por vida —respondió con enojo Kise—, testifiqué en su contra con lo que había hecho con las fotos, y dije lo obsesionada que estaba conmigo, por lo que eso jugó en su contra. 

—Me alegro que pague por lo que hizo, pudo haber hecho demasiado daño —dijo Kazunari, recibiendo el estrechón de Midorima en su mano—. Aunque... lo siento mucho, Kasamatsu-san, por mi culpa...

—De tu culpa nada, no me vuelvas a pedir perdón porque no lo pienso aceptar nunca. Escúchame bien, gracias a ti, tanto mi hijo como yo estamos vivos, y eso te lo voy a agradecer eternamente. Aquí la única persona culpable de ello es la maldita de Miyu, quién me alegro que esté pagando por lo que hizo. 

—Y yo también te estaré completamente agradecido, Takaocchi, gracias a ti, las dos personas que más amo, están sanas y salvas, y junto a mí —besó la frente de su pareja, con ternura. 

Midorima observaba como Takao miraba con ojos brillosos al pequeño Kouta en toda la mañana que se encontraban en casa de sus amigos. Era un omega a fin de cuentas, es algo que suele pasar, y es que su omega maternal estaba apareciendo.

—Takao —habló rompiendo el silencio que había camino a casa. No era normal que el ojo de halcón se mantuviera tan callado—, ¿te ocurre algo? —por respuesta, obtuvo una sonrisa que sabía que era forzada, mientras negaba con la cabeza. Suspiró—. Seis meses más. 

—¿Seis meses más, qué Shin-chan?

—Pues eso, a que esperes seis meses más, hasta que sea marzo y nos graduemos de la preparatoria —se detuvo, y el otro al ver que no caminaba el peli verde a su lado hizo lo mismo—. Sé lo que estás pensando, puedo oler tu aroma y saber qué es lo que te pasa. Tú también quieres un bebé, ¿verdad?

—Bueno… llevo tiempo que quiero uno… yo no tengo culpa, es mi instinto omega, después de todo, pero tranquilo, no voy a intentar hacer lo de aquella vez, si es lo que temes —las manos de Midorima se posaron en sus mejillas.

—Sé que no vas a volver a hacer eso, pero te conozco y sé que eso era lo que te rondaba por tu mente. Por eso te digo que esperes seis meses más y nos graduemos, después, te marcaré y cumpliré tu deseo, ¿de acuerdo?

—¿En serio? —los ojos platinos se abrieron hasta su límite—. Pero ¿y nuestros padres? Les prometimos que no me marcarías hasta acabar la preparatoria, pero que no tendíamos hijos hasta terminar la universidad y tengamos un trabajo.

—Lo sé, pero lo que tú quieres, tiene más peso que una promesa. Los dos iremos a la misma universidad, tú estudiarás enfermería, y yo medicina, nos iremos a vivir juntos, y buscaré un trabajo de medio tiempo.

—Estudiar medicina y tener un trabajo de medio tiempo es algo complicado, no quiero que tus notas bajen por mi culpa —respondió, bajando su mirada—, mejor es que hagamos como teníamos planeado, no quiero arruinar tu futuro por un capricho mío.

—No es ningún capricho tuyo, Takao, porque es algo que nos concierne a los dos. No hay nada más que discutir, esperemos a marzo para formar una familia, ¿vale?

—Shin-chan… ¡gracias! —se abalanzó, con los ojos vidriosos. No veía el momento en empezar a formar una nueva vida junto con Midorima.

Tan rápido cómo pasó el verano, llegó el invierno. Momento ideal de muchos para tomar revancha en la que sería su última Winter Cup y, justo como la del año pasado, se volvieron a ver las caras la Academia Too y el Instituto Seirin, pero en esta ocasión, en la mismísima final.

Lo orbes zafiro se cruzaron con los rubíes en la formación, iba a ser un encuentro de vértigo, en el que no sólo estaba la tensión de rivalidad entre ambos ases. En las gradas, los demás integrantes de la Kiseki, con sus parejas y demás amigos, no querían perderse ningún detalle de dicho partido.

El pitido sonó y el balón se elevó en el aire, iniciando el encuentro. Rápidamente, la pelota pasó a posición de Seirin, quién no dudó en empezar con su ataque. Este año, había notado bajas importantes, como los sempai, pero el equipo que lideraba el tigre junto a su sombra, no tenía nada que envidiar al Too. Aomine, por su parte, capitán también de su equipo, junto con Sakurai, no iba a dejarse vencer tan fácilmente.

Satsuki, con su rostro preocupado, analizaba el transcurso del partido y el marcador. Kagami había entrado en la zona, y estaba completamente imparable. Asombrados, los espectadores podían ver la abrumadora diferencia de puntos entre ambos equipos.

Daiki se sentía frustrado, no entendía por qué no podía meterse en la zona, si él poseía esa habilidad de hacerlo cuando él quisiera. Necesitaba estar en ella para poder detener el ataque de Kagami, sólo él podía detenerlo, pero no en esas circunstancias.

Sentía su cuerpo pesado, y cansado, sin entender la razón. El ritmo de su respiración era inusual, y él no era el único que se dio cuenta que su velocidad no era la habituada. Se plantó delante de Kagami, quién tenía el balón.

Pestañeó dos veces, al sentir que veía borroso. Respiró hondo, tratándose de no desconcentrarse. Taiga lo había notado, los movimientos del moreno no eran normales, y no entendía por qué no entraba en la zona para jugar en igualdad de condiciones.

Su respiración se paró por unos segundos, a la vez que un fuerte dolor apareció por todo su cuerpo, haciéndolo doblarse hacia delante, para acto seguido, sentir como si los focos del pabellón se apagaran y caer al suelo inconsciente.

—¡Dai-chan! —gritó la peli rosa, entrado a la cancha en cuanto el árbitro paró el tiempo.

—¡Aomine! —se unió a la desesperación Kagami.

El árbitro, en cuanto se acercó, pidió que entraran las asistencias médicas y se llevaran al hospital al peli azul. Después, pidió que se reanudara el partido y que Too hiciera un cambio de jugador. Satsuki, completamente preocupada, se fue junto a él. Taiga estaba por hacer lo mismo, pero un brazo lo detuvo.

—Kagami-kun, el partido aún no terminó.

—¡Me vale el partido! —respondió, iracundo, soltando el agarre de su sombra—. Aomine está mal, no sé qué es lo que le ha pasado, quiero ir junto a él.

—¡De eso nada! —exclamó Aida Riko, que aunque ya no estuviera en la preparatoria, seguía siendo la entrenadora de Seirin—. Entiendo que es tu pareja, pero el partido continúa, no puedes irte.

—Allí tampoco vas a hacer mucho, Kagami-senpai —intervino un jugador de primero—, no te dejarán entrar con él y hasta que no sepan qué es lo que tiene y lo traten, no podrás saber nada de su estado.

—Vas a estar sin saber nada tanto allí cómo aquí —volvió a insistir la castaña—, tienes que jugar, estamos a poco de ser campeones.

—Por eso mismo, no me necesitáis, ya tenemos muchos puntos de ventaja, dejadme marcharme —suplicó.

—Kagami-kun… te entiendo, yo también estoy preocupado por Aomine-kun, pero tenemos que terminar el partido, aguanta este último cuarto.

A regañadientes, el pelirrojo cedió de terminar el partido, aunque su cabeza no estaba precisamente en el juego. Y no era el único, ya que Too también estaba preocupado por su capitán, al igual que la Kiseki, que justo cuando iban a irse hacia el hospital, Satsuki los paró, pidiendo que fueran más tarde.

La peli rosa se encontraba nerviosa en la sala de espera. Wakamatsu se encontraba junto a ella, dándole ánimos, mientras el pequeño Hikari leía un cuento sentado en una silla. Su infantil mente podía entender dónde se encontraban, y que estaban allí por Daiki, pero no podía comprender que se trataba de algo grave.

—Ya, tranquila, seguro que no será nada, ya verás que estará bien —trató de  consolarla, mientras la abrazaba.

—Pero se encontraba muy mal… yo lo vi… tenía… tenía… —hipó, sollozando.

—¿Qué tenía?

—Sangre… —el rubio cerró los ojos, y la abrazó más fuerte.

—No te preocupes, confiemos en que todo esté bien —murmuró, tratando de consolarse también a él mismo—. ¿Has avisado a sus padres?

—Sí, su madre trabaja aquí, estaba en una cirugía, le he dejado el aviso en recepción, y su padre viene de camino.

Poco tiempo después, apareció el señor Aomine, preguntando por su hijo. No había pasado mucho tiempo, cuando también llegó la señora Aomine. Los minutos se hicieron eternos, hasta que una doctora salió para darles noticias.

—¿Cómo está nuestro hijo, doctora? ¿Se encuentra bien?

—El chico ha sufrido una amenaza de aborto —las dos féminas se llevaron ambas manos a la boca, sorprendidas.

—Mi hijo estaba…no nos lo dijo…

—¿Y jugó el partido de hoy? ¡Qué irresponsable!

—Lo más seguro es que ni él lo supiera —habló la mujer—, por eso en el partido su cuerpo colapsó. Tiene un poco de anemia, y hemos podido controlar el sangrado que tenía, evitando que perdiera el bebé. Su tensión también se normalizó. Le hicimos un ultrasonido abdominal para comprobar el desarrollo del bebé, que está fuera de peligro. Ahora mismo se encuentra en observación, y debería guardar reposo al menos hasta que finalice el primer trimestre.

—¿De cuánto está? —preguntó Satsuki.

—De nueve semanas. No se preocupen, en cuanto nos aseguremos que no hay peligro para ninguno de los dos, podrá ser dado de alta, guardando reposo absoluto hasta que pase el primer trimestre, después deberá ir a su ginecólogo para que le lleve el embarazo con seguridad.

—¿Podemos pasar a verle?

—Sí, pero sólo una persona —todas las miradas fueron hacia la señora Aomine, quién asintió y agradeció a la doctora, para pasar a ver a su hijo.

Por fin terminó el partido, pero ni se quedó a recibir el título de campeón. Salió todo lo rápido que pudo, sin ni siquiera cambiarse de ropa. Kuroko lo imitó, y no fue el único, ya que Sakurai también lo hizo, al igual que la Kiseki.

Pero una vez en el hospital, Satsuki les habló, diciéndole que sólo había sufrido una pequeña anemia, que había ocasionado que se desmayara. Recalcó que Aomine se encontraba bien y que sólo estaba en observación, y que podían marcharse tranquilos a casa.

Kagami fue el que más se rehusó en marcharse, hasta que no viera por sus propios ojos a Daiki, no se quedaría tranquilo, pero la peli rosa le insistió en que nadie que no fuera sus padres no podían visitarlo, debido a que se encontraba en observación, aunque en el fondo, fuera mentira.

A regañadientes, se marchó junto con los demás, pero pidiendo que la chica le mantuviera informado de todo a cada momento. Por fin, pudo respirar tranquila, aunque algo se sentía con algo de culpa.

—¿Por qué le has dicho que se marchara? —le preguntó Wakamatsu, que había hecho el que se marchaba para volver después y no levantar sospechas.

—Conozco a Dai-chan y sé que ahora mismo, no querría ver a Kagamin —respondió, con tristeza.

Cuando se comprobó que no había ningún peligro para él ni para el bebé, pudo abandonar el hospital.

En su casa, por fin, descansaba, sin ánimos ni ganas de nada, la noticia recibida fue demasiado fuerte para él. En la habitación, la señora Aomine junto con Momoi, trataban de entrar en razón al moreno, a quién le había sobrepasado dicha noticia.

—Hijo… Ya sé que es cosa vuestra, pero él tiene todo el derecho a enterarse de esto —dijo la mujer a su hijo, quién estaba metido en su cama.

—No mamá, no quiero decirle nada. Y ninguno de los dos le vais a decir, ¿está claro? —se refirió a ambas.  

—Pero Dai-chan…

—¡Que no! Dije que no. Por favor, dejadme tranquilo —gritó enojado —. Esto no puede estar pasándome…

—Daiki, ¿cómo estás? —entró su padre a la habitación, quién aún vestía su traje de oficial.

—Bien —contestó sin girarse en la cama para verlo.

—¿Necesitas algo, quieres que te traiga algo? —preguntó su madre.

—No. ¿Podéis dejadme solo, por favor? No me siento con ganas de estar acompañado.

—Está bien, dejémosle descansar, ha sido un día de emociones fuertes —salieron ambos padres de la habitación, pero cuando la peli rosa lo iba a hacer, Daiki la llamó.

—Satsuki, te pido por favor que no le vayas con esto a nadie, y mucho menos ya sabes a quién.

—Dai-chan, él te vio perfectamente en la cancha, va a saber que algo no está bien y, aunque se le negó la visita a todo el mundo cuando estuviste en urgencias, aquí no dudarán en venir a preguntar por ti, al igual que llamar —dijo la chica apretando ambas manos sobre su pecho.

—Me da igual, tú no vayas a soltar nada, si aprecias mi amistad, te prohíbo que digas algo. Y ya me encargaré yo que mis padres no permitan la entrada a nadie.

—No podrás ocultarlo por mucho tiempo, no podrás huir de él tan fácilmente. Descansa —murmuró antes de salir de la habitación.

—Por esta razón, odio más ser un maldito omega —lloriqueó con frustración debajo de las mantas.

En la sala, sus padres junto a Satsuki, hablaban sobre el asunto.

—Lo importante es que el bebé está bien —dijo su padre.

—Sí, está bien, afortunadamente, y él también, pero… —bajó la cabeza la mujer mientras sujetaba con sus manos una taza de té.

—¿Pero qué? Los dos estarán bien, ¿no?

—Lo que pasa es que Dai-chan… no quiere saber nada de ese bebé… —dijo Satsuki.

—¿Qué, por qué?

—Bueno…precisamente él no tenía intención de buscar un bebé, es estudiante, muy joven aún y, bueno, dice que quisiera ser jugador profesional de baloncesto, tenía pensado irse junto con Kagamin a Estados Unidos, y ahora ya no podría.

—Pero eso hay que quitárselo de la cabeza —dijo inmediatamente el señor Aomine—. Precisamente ahora no tiene que pensar ni en él, ni en su supuesto futuro que quiere, sino en su bebé.

—Ese es el caso, querido, pero él no tiene en mente eso.

—Bueno, y digo yo, el padre está de acuerdo con lo que quiere hacer Daiki, o en contra.

—Kagamin no sabe nada, y ni quiere que se lo digamos —murmuró la peli rosa agachando la cabeza —. Me prohibió que le dijera algo, ni a él, ni a nadie.

—Él tiene el derecho de saberlo.

—Eso mismo le hemos dicho nosotros, pero no quiere entrar en razón.

—Quizá, si lo dejamos primero que asimile la noticia, cuando tenga la mente fría pensará de otra manera —propuso la mujer.

—Pienso lo mismo, será mejor que por hoy, no le digamos nada —apoyó la chica.

.

Pasaron varios días, en los que Aomine ni había ido a clase ni daba señales de vida. Sus amigos se preocuparon, por lo que, viendo que, aunque llamaran a su amigo o le mandaran mensajes, éste no contestaba, decidieron preguntarle a Satsuki, que dijo que se encontraba con un poco de anemia y muy cansado, que, en parte era verdad, porque la anemia es lo que había provocado el aviso de aborto.

Quién menos se creyó ese cuento fue Kagami, que, después de suplicarle a Satsuki qué era lo que tenía el peli azul, consiguió averiguarlo. Claro está que la noticia le dejó muy asombrado. No sabía qué decir o hacer.

Se dirigió a casa de los Aomine, que lo recibió muy amablemente la madre de su amigo, dejándole pasar hacia la habitación del chico. Llamó a la puerta, y cómo no obtuvo respuesta, decidió entrar. Estaba entre extraño, contento y molesto.

—¿Se puede saber por qué no me dijiste nada? —el chico ni se volteó a mirarlo, seguía en la misma posición que siempre; mirando hacia la pared y tapado.

—¿Para qué tenía que decirte nada? —dijo de lo más tranquilo.

—¿Cómo que para qué? Hombre, se supone que en este asunto tengo que ver algo, digo yo. ¿Y cómo pudiste ser tan irresponsable y jugar tan tranquilamente al básket? Mira lo que pasó casi…

-—¡Yo no lo sabía! ¿Vale? Jugaba porque no lo sabía —se incorporó—. Pero, de todas formas, hubiera sido mejor.

—¿Cómo que mejor? ¿Es que hubieras preferido perderlo? —se asombró de las palabras del chico.

—Por favor, Kagami, hubiera sido lo mejor para los dos.

—¿Hubiera sido lo mejor para los dos, o para ti? ¡No me puedo creer que quieras eso! —gritó furioso.

—Kagami… no quiero tenerlo, ¿tan difícil es de entender?

—¡Pero por qué no quieres! Sí, por lo menos para mí es difícil de entender. Es que no sé en qué cabeza cabe.

—Que yo sepa aquí decido yo, que para algo es a quién le está pasando esto —dijo muy fríamente.

—Ah, que sólo tú cuentas para la decisión, muy bien me parece —se le entrecortó la voz —.  ¿Es que yo no pinto nada ni siquiera para tomar la decisión de si quiero o no que mates a mi hijo? Se supone que somos una pareja.

—¿Una pareja? Kagami, tú y yo nunca hemos sido una pareja —eso terminó por herir al chico.

—Ya veo, durante todo este tiempo has estado jugando conmigo, porque ni me consideras tu pareja. Yo no tengo ni derechos ni voz ni voto para ti. —se dirigió hacia la puerta—. Muy bien, te digo una cosa, y grábatela en la mente; si decides hacer eso, olvídate para siempre de que existo, ¿te queda claro? Para ti estaré muerto, al igual que ese bebé —abrió la puerta y salió, sin ni siquiera mirarle ni despedirse de él.

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Ya sé que hay demasiado drama, pero quería poner cómo se sentía Aomine al respecto, recordemos que él siempre odiaba ser un omega, y en la vida de los omegas está la posibilidad de gestar... 

También sé que estos últimos capítulos sólo salen KiKasa y KagaAo, pero ya irán saliendo las demás parejas sus historias a debido tiempo, no todas tienen que ser de golpe, quiero seguir un orden cronológico con ello. 

Estaba deseando llegar a estar parte, ya que a apartir de aquí tengo muchas partes ya escritas. 

También va a salir otra pareja nueva... 

Espero siga gustando el fic, gracias por leer. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).