-¿Qué haces Hookfang?- camino el morocho a lado de su amigo.
No era algo especial ver a esos dos juntos durante todo el santo día. Ellos eran como uña y mugre y los dragones del pueblo lo agradecía. Si no fuera por el pelirojo ellos sufrirían las eternas travesuras del menor.
-voy a entrenar- comentó feliz mientras se adentraba aún más en el bosque.
¿puedo ir a verte?- menciono emocionado el esmeralda.
-no lose, aun eres muy pequeño-
-solo me ganas por dos meses, no exageres Fang- se quejó el chico.
Sabia de la extraña obsesión de su compañero por tratar a todos como niños, incluso a sus padres los tomaba por igual. Eso sí era raro.
-bien- aceptó. El morocho no se daría por vencido hasta lograr su cometido- pero solo puedes observar. De acuerdo-
-de acuerdo- sonrió feliz. Su amigo siempre caía.
Cuando Toothless quiso apresurar su paso para quedar nuevamente a lado del rojizo, la trompeta de la tribu sonó fuertemente por todo el lugar.
-¿qué habrá pasado?- se interrogó a si mismo Toothless.
-hay que ir a ver- hablo Hookfang.
La trompeta no sonaba específicamente para avisar de una amenaza, en realidad había muchas cosas que representaba ese sonido; como juntas, reuniones familiares, avisos de último momento y claro la llegada de visitantes.
Los chicos corrieron lo más rápido que sus piernas les permitieron, se hubieran transformado en dragones, pero eso hubiera llevado mucho tiempo.
-¿qué pasa?- hablo Toothless preocupado al llegar a la sala de juntas.
No habían entrado aun al salón, se habían detenido fuera al ver a su amigo.
-tu viejo convoco a todo los jóvenes de la aldea- hablo Barf despreocupado.
-¿para qué?, ¿o qué?- se cruzó de brazos Hookfang. Odiaba perder horas de entrenamiento.
-es el gran día- llego Belch- tu padre nos dará la piedra.
-¿qué hacen ahí chicos? Entren- hizo una seña la dragona.
-si-
Al entrar los cuatro tomaron asiento, uno al lado del otro.
-Seguro que la mayoría ya saben porque están aquí. Están aquí para que entiendan los que es; la responsabilidad, el respeto, la tolerancia, el amor, pasión y entre muchas cosas más- hablo despacio Cloudjumper.
Todos prestaban total atención. Este ritual era sagrado para el pueblo.
-ahora que poseen una edad adecuada para comprender esto, es mi responsabilidad explicarles cada detalle- camino por el pequeño escenario.
Estaba un poco nervioso, su niño estaba ahí observándolo con demasiada admiración. Le llenaba el pecho de orgullo, pero igual se sentía nervioso.
-esto es una piedra preciosa- mostro la piedra a los jóvenes- ha sido hechizada para parecer solo una piedra ante nuestros ojos. Sera su deber cuidarla y convertirla en joyería- alzo su brazo para que la presenciaran más la piedra- y dársela a la persona que ustedes crean correcta-
Los ojos verdes tóxicos del morocho brillaron con intensidad.
Amaba esas pláticas.
-deben tener cuidado, si se la dan a alguien que no los ama con la misma intensidad estarán atados a ella por siempre - medito un poco sus palabras- así que sean exigentes al escoger a ese alguien-
Los jóvenes asistieron.
-ahora las damas les entregaran un par de estas piedras-
-¿qué joyería harán?- preguntó Barf emocionado.
La platicaba había acabado hace media hora y ahora los chicos se encontraban sentado en unas bancas en medio del pueblo, bueno a excepción de Hookfang, él prefirió ir a entrenar un rato.
-yo haré unos aretes- sonrió Belch.
-yo me quedare con lo tradicional, los collares me gustan más que otra cosa- hablo Toothless mientas miraba las piedras- y tú Barf, ¿qué harás? -
-unos anillos. Así transmitiré más la idea de unión-
-eso es lindo- jamás creyó que su amigo pensara tanto estas cosas.
-no puedo creerlo- rio Belch- estamos tan emocionados por estas pequeñas rocas. Somos unos hormonales-
- no es nuestra culpa- se cruzó de brazos ofendido el gemelo.
-es normal que actuemos así, estamos en plena pubertad- se defendió Toothless.
-digan lo que quieran, pero parecemos chicas enamoradas- comento Belch.
-creo que peor- comento su gemelo mientras ambos veían a Toothless. El morocho estaba embobado viendo las rocas.
-sí, estamos peor-
-¿quién creen que será su alma gemela?- Meatlug llego de la nada espantando a los chicos.
Los tres la miraron enojados y esta solo rio.
"Sean hombres, bebés" fue lo que pensó la castaña.
-pues yo... me voy por Stormfly - hablo Barf.
-sigue soñando- contestó su hermano.
-es lo que hago- respondió- ¿y tú Meatlug?-
-me gustaría quedar en una cita con Hookfang, pero lo dudo- su cara se tornó triste- veo que hace más química con Stormfly-
-vamos anímate- hablo Toothless- si no es él, habrá alguien mejor, ¿no?- lo comento como si fuera lo más obvio.
Y es que lo era, si esa persona no te ama no vale la pena aferrarse.
-lo dices como si fuera fácil. Además te veo con más posibilidades de quedarte con Hookfang que cualquier otro dragón de la isla- se cruzó de brazos la hembra mientras hacía pucheros.
-¡No homo!- frito enojado el morocho.
-con que no sea un humano- se acercó la hembra Nadder al escuchar la plática de sus amigos. La verdad ya llevaba un buen rato escuchando y ya quería opinar algo.
-¿humano?-
Voltearon a verla extrañados por su comentario.
La hembra siempre sacaba temas raros y extraños, eso era la especialidad de Stormfly, pero eso era aún más extraño.
¿Un humano? Y un ¿dragón? ¡JUNTOS!
-¿por qué lo dices?-
-no han escuchado la leyenda del gran Giganticus maximus y el hombre llamado Hipo- sonrió de oreja a oreja. Era hora de que sus amigos conocieran un poco más sobre la leyenda más romántica jamás contada... bueno, hasta ahora.
-¿Hipo?- miraron confusos a su amiga.
-¿qué clase de nombre es ese?- rio la pecosa.
-los humanos les ponen nombres feos a sus crías para protegerlos de los trollas- explicó Barf.
-cierto y ahora silencio que les contare la leyenda.
Hubo un humano y un dragón.
Ambos se amaban con pasión.
Pero pronto todo se tornó...
Gris y frio sin razón.
Hipo no sabía que su amado era un dragón.
Y el día que se lo confesó... se desmayó.
Cuando despertó, solo a él lo vio.
Un joven apuesto y con su sonrisa ideal.
Se asustó, no lo negó, pero pronto se olvidó.
Lo amaba y él a él, pero lo suyo no podía ser.
A ambos se les prohibió.
Consumar su amor y se les separó.
Ninguno quiso aceptarlo y escaparon tomados de las manos.
Humano y dragón.
Dragón y humano.
Fue raro para ambos pero lo aceptaron.
Y eso es todo- amaba esa leyenda. Parecía más canción y poema.
-parece poema- hablo Meatlug.
-puedes tomarlo como quieras, pero es hermoso. Los humanos no son mi primera opción, y para ser sincera no creo que llegue a congeniar con uno, pero sin duda sería interesante encontrar un humano con sentimientos tan fuertes y leales como los de un dragón- medito Stormfly un momento.
-lo dudo- comento fastidiado el esmeralda- los humanos son las criatura más egoístas e interesadas del mundo- giro su cabeza enojado- no me interesa emparejarme con uno-
-di lo que quieras ogro, pero ten por seguro que te terminaras enamorando de uno- se burló la zafiro.
-ni en mil años- la miro enojado.
-¿cuál era el nombre completo del humano Stormfly? - hablo Belch.
-Hipo Horrendo Abadejo, si mal no lo recuerdo-
-pobre chico, espero que haya sido atractivo porque su nombre no llama mucho la atención-
-lo era Meatlug. Su cabello como el fuego y su linda cara llena de pecas, era una belleza-
-parece que estas más enamorada de él que el dragón que si es su pareja-
-no seas tan gruñón Toothless- se defendió la zafiro- es interesante-
-más bien excitante- contra atacó Barf.
-como sea los dejo, mamá quiere que recoja unas moras, hará pastel mañana, por si quieren ir- se despidió. Y se fue rápido de ahí.
Uno por uno los adolescentes se despidieron y se marcharon a casa. Ya se había puesto el sol y el cielo estaba forrado por la inmensa oscuridad de la noche.
Toothless se sentó un momento fuera de la casa. Amaba contemplar la oscuridad y ver el resplandor de las estrellas.
Se quedó pensando asustado, y si Stormfly tenía razón. Y si su alma gemela era un humano, ¿qué haría?
No quería estar unido a una de esas cosas, preferiría morir solo que estar con uno de ellos.
Lo rechazaría, definitivamente eso haría si eso le llegará a pasar.
Respiro profundo.
No debía pensar mucho en eso, se estaba haciendo un lio el solo.
Con ese pensar entro a su casa para descansar.