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Capítulo XXI: Felicidad, qué bonito nombre tienes

Pasaron los días, y por fin, el pequeño Taiki se recuperó y lo dieron de alta, pero aún debía seguir vigilado de que no recayera. Kagami sugirió que ambos se fueran con él a su apartamento y, para sorpresa de él, Aomine dijo que sí.

Taiga, en tiempo récord, compró una cunita para el niño, que la instaló en su habitación, y Daiki llevó varias cosas del bebé de su casa, que su madre le compró.

Se encontraban en la sala, estar en el hospital los había agotado por completo, por no decir, que el pequeño estuviera internado y enfermo apenas los hacían dormir tranquilos. Aomine se dejó caer cansado en el sofá, mientras Kagami tenía al niño en brazos.

—¿Quieres cogerlo? Aún no lo has hecho —le preguntó dudoso, lo último que quería era que volviera a rechazarlo.

—Yo… no sé cogerlo, ¿y si me rechaza? Seguro que él es consciente de todo lo que pasó.

—No digas eso, seguro que está encantado de que su papi lo coja en brazos. Sólo cuidado con su cabecita, sujétala, verás que por instinto sabrás hacerlo —el peli azul, dudoso y temeroso, extendió sus brazos, para que el alfa, le pusiera al niño en ellos.

Sus manos le temblaban, se sentía nervioso. Una vez que lo tenía entre sus brazos, su miedo de esfumó, y se relajó. El pelirrojo se sentó al lado de él, observándolos. Sintió un cariño y conexión especial al sentirlo.

—¿Ves? Está feliz de que lo cargues —le sonrió—. ¿A que no es tan difícil?

—Es que es tan pequeño que parece que con mi torpeza le pudiera hacer daño —confesó sin apartar la vista de él. Se acomodó un poco mejor en el sofá, haciendo que el pequeño despertara y abriera los ojos, viendo cómo esos orbes zafiro tan iguales que los suyos, lo miraran atentamente.

—Vaya, parece que alguien se despertó —dijo suavemente rozándole tiernamente la carita. El niño se movió un poco inquieto, aferrando una de sus manitas a la camiseta del moreno y llevando su boquita también a su camiseta, babeándola.

—Hey, ¿qué estás haciendo?

—Tiene hambre. ¿Por qué no pruebas a alimentarlo tú?

—¿Yo? Pero… no lo he hecho desde que nació, ¿seguro que podré? —preguntó, ya que dudaba de que tuviera alimento para él aún.

—Pues por intentarlo no pierdes nada, recuerda que al menos los omega hasta los seis meses pueden alimentarlos, y Taiki tiene sólo un mes.

—Ya, eso lo sé, pero como no lo había alimentado antes —murmuró—. Voy a probar.  

—¿En serio? —le inundó una felicidad inmensa —. ¿Te ayudo?

—Cógelo un momento para que me coloque mejor—Taiga cogió al niño, mientras Daiki se acomodaba mejor en el sofá y, con timidez, se levantaba una parte de la camiseta.

—Ya —le volvió a dar a Taiki, y lo acercó a su pecho descubierto que, por instinto, el niño lo tomó, haciendo que Aomine soltara un pequeño quejido—. Parece ser que sí, que puedo alimentarlo sin problemas.

—¿Duele? ¿Te hace daño?

—No, es más cómo extraño —dijo avergonzado. Sintió un calor interno difícil de explicar, un cariño, amor y protección hacia él. Para Kagami, era la más bella de las imágenes ante sus ojos.

Después de que el bebé terminara de comer, le explicó que tenía que darle unos golpecitos en la espalda para evitar que tuviera algún cólico. Poco después, el pequeño Taiki entró en un profundo sueño.

—Hay… hay muchas posibilidades de que sea omega… —murmuró Daiki mirando dormir a su pequeño.

—¿Y qué problema habría que lo fuera?

—No quiero que pase por nada malo, que le toque de destinado a alguien que no quiera, que le llegue a pasar algo por culpa de algún alfa, que sufra, que lo discriminen…

—Ya, deja de pensar en eso. Antes de ser alfa, beta u omega, es un niño, nuestro hijo, y, sea lo que sea cuando le hagan el examen de género, nosotros lo apoyaremos y le enseñaremos todo lo que tiene que saber —habló Kagami sujetándole de la barbilla.

—Aun así, no puedo evitar sentir miedo, preferiría que se ahorra todo lo que involucra ser omega —el pelirrojo le dio un tierno beso en los labios, que el moreno no rechazó.

—Voy a llevar a Taiki a su cunita —cogió con cuidado a su hijo y lo llevó hasta su habitación, Aomine se levantó también y le siguió.

—Pensé que dormiría en la habitación que está decorada para él.

—De momento que duerma con nosotros, es pequeño, cuando tenga unos meses más, lo pasamos a su habitación.

—Me parece bien.

Aomine se acercó hasta dónde estaba el pelirrojo, que se encontraba apoyado en la cuna de Tai, y lo abrazó por la espalda. Al sentir la acción, se giró sin romper el abrazo, para él también rodearlo con sus brazos.

Se quedaron mirando por unos minutos, haciendo que los orbes zafiro se perdieran en los rubís, hasta que, lentamente, se acercaron para besarse, Daiki subió sus brazos, hasta enroscarlos en el cuello del alfa, y Taiga, lo atrajo más hacia él, para ir intensificando el beso poco a poco.

El as de Seirin empezó a caminar lentamente, haciendo que el moreno se topara con el borde de la cama y cayera en ella y él sobre su pareja, sin cortar en ningún momento el contacto con el otro.

—Taiga… —susurró—… márcame —el nombrado abrió grandes los ojos.

—Pero no estás en celo, no se quedará la marca —explicó, con desconcierto ante tal pedido.

—Lo sé, pero durará al menos unos días —desvió su mirada hacia un calendario en la mesita, y se puso a hacer sus cuentas—. El celo, después de un embarazo tarda en venir dos meses, por lo que sólo quedaría un mes.

Mientras explicaba, las caricias no abandonaron en ningún momento el cuerpo ajeno, recorriendo cada lugar, a la vez que era memorizado.

—Márcame ahora, aunque sea una marca temporal y acabe desapareciendo, pero en mi celo, ¿me marcarías? —cuestionó con algo de miedo, ya que eso significaba estar enlazados para siempre, y temía de que Taiga se replanteara ser su alfa, por mucho que tuvieran un hijo en común.

Los orbes rubíes, empañados de amor y lujuria, se cruzaron con los zafiro. Se apoderó de sus labios, besándole lentamente, llevando su mano detrás de la nuca ajena para profundizar ese beso, que no fue roto hasta que, por falta de oxígeno, se separaron.

—Te marcaría para el resto de mi vida —dijo sobre sus labios, para volverlo a besar y volver a separarse—. Porque tú eres mío, yo soy tuyo, ambos somos de Taiki, él es nuestro, y la marca únicamente de los dos. Me muero por enlazarme contigo.

El peli azul no respondió, ya que Kagami no lo dejó, atrapando nuevamente sus labios. Eran ellos dos, y estaban dispuestos a amarse hasta la eternidad.

.

A la mañana siguiente, un pequeño golpe lo despertó, y cuando abrió los ojos, se encontró al pequeño Taiki acostado a su lado, rodeado por la otra parte de la cama con la almohada para evitar que cayera.

Sonrió levemente, el chibi Taiga lo había despertado. Le hizo una pequeña caricia en la carita, que hizo que el bebé se revolviera sonriendo, haciendo así que soltara de su boquita el chupete. Terminó por acercarlo hacia él para abrazarlo, mientras el niño movía sus bracitos y piernas.

Por instinto, al tener tan cerca a su mamá, y tener hambre, se enganchó a él para comer. Daiki se tumbó un poco mejor para que el bebé tuviera más comodidad y fácil acceso y comiera con tranquilidad.

—Hasta que te despiertas —oyó la voz de Kagami desde la puerta de la habitación, que los miraba embelesado y sonriente.

—¿Qué hora es? —preguntó sin levantar su vista de su hijo, sabía que el pelirrojo lo estaba mirando atentamente.

—Las doce de la mañana. ¿Quieres desayunar, aunque sea esta hora? —sonrió.

—Por supuesto, me muero de hambre, sólo espera que termine Taiki —respondió dulcemente, que hizo que a Kagami le invadiera un calor en su interior.

—Te puedo traer mientras aquí el desayuno, y así no interrumpes al niño —el moreno asintió, y su pareja fue hasta la cocina, que no tardó en llegar con el desayuno.

Después de tan delicioso manjar, Taiga cogió al niño, para llevarlo a cambiar, y de paso, Daiki aprovecharía para darse una ducha.

—Mira lo que trajeron a primera hora, me costó un poco montarlo, pero quedó perfecto —el peli azul, que acababa de aparecer en la sala, buscó con la mirada a la cosa a la que se refería su pareja, encontrándose con un pequeño parquecito lleno de peluches, con una mantita color azul, dónde estaba el pequeño Tai despierto moviendo sus manitas, haciendo unos movimientos graciosos con su chupete.

—¿No es muy pequeño para que esté ahí? ¿No tendrá frío? Acaba de salir del hospital —se preocupó Aomine.

—Está bien, Estamos en verano, no creo que tenga frío, pero de todas maneras, está encima de una mantita sobre el colchón. Es que dejarlo en su cuna… pareciera que estuviera en una celda, rodeado de barrotes —hizo un tierno puchero.

—Pues ahí está igual sólo que en vez de barrotes está rodeado de una red.

—Bueno, me da igual, aquí al menos puede estar en la sala junto a nosotros —dio por zanjado el tema, el pelirrojo.

—¿Y esto te costó mucho montarlo? Pero si es de apenas dos piezas —alzó la ceja mientras estaba apoyado en el parque, mirando al niño sonreírle.

—Pues sí, porque no sabía cómo iba eso, ¿vale? —se defendió.

—¿Vas a salir? —preguntó mientras su alfa lo abrazaba por la espalda.

—Sí, tengo turno de tarde en el cuartel, te dejé preparado el almuerzo, no creo que regrese tarde, ¿te apañas bien solo o si quieres llamo a Momoi para que te ayude?

—Estaremos bien, puedes irte tranquilo.

Taiga le dio un beso a su pareja y después a su pequeño hijo. Cuando estaba cerca de la puerta, el timbre sonó, sorprendiéndose de ver ahí justamente a Hanamiya Makoto.

—Eh… hola, ¿está Aomine? —el pelirrojo se extrañó, de ver preguntando por Daiki, la pareja de su senpai. Recordó cuando lo rechazó, que se encontraba con él, pero ni siquiera sabía que ellos dos ¿eran amigos o cercanos?

—Claro, sí, pasa —se echó hacia el lado, permitiendo entrar al azabache. Se inclinó un poco hacia el hijo de su senpai, para hacerle unas muecas graciosas y acariciarle los cabellos—, estás en tu casa. Daiki, me voy, estaré pronto aquí.

—Que te vaya bien. Hola, no esperaba verte aquí. Siéntate.

—Gracias. Teppei me dijo dónde vivía Kagami, y cómo también me dijo que estabas aquí, me pasé para ver cómo estaba el niño, supe que estuvo ingresado —tomó asiento al lado de Aomine, con el pequeño Ichiro sobre sus piernas—. No quise ir al hospital porque se trataba de un tema delicado y el idiota de Teppei me dijo que no era prudente.

—Tranquilo, no te preocupes, lo entiendo, de todas formas, pasó casi todo el tiempo que sólo podíamos entrar a la habitación Kagami o yo —el castaño extendió sus bracitos hacia el peli azul, y éste lo cogió—. Ya está recuperado, pero me dio un buen susto aquella noche.

—Me imagino, una infección pulmonar no es cosa leve, y menos si se trata de un bebé de apenas semanas. Me alegro que ya esté mejor. ¿Cómo se llama? —inquirió, ya que no sabía el nombre del pequeño.

—Gracias, sí, menos mal que se recuperó y salimos de allí, odio los hospitales. Se llama Taiki, es una mezcla del nombre de los dos, se le ocurrió a un compañero mío, que fue quién me acompañó a la clínica, y que hizo que no abortara.

—Me alegro entonces que hubiera sido él y lo haya conseguido. Es un bonito nombre, aunque más que ser la mezcla del nombre de ambos, es más bien el tuyo, sólo cambiándole la primera letra —Daiki rio por la deducción del azabache—. Parece que ya tienes todo arreglado con tu alfa, por lo que se ve, para venirte a vivir con él —habló tranquilo Hanamiya.

—Bueno, es más cómodo estar aquí, y así Taiga puede estar cerca de Taiki siempre.

—¿Y dónde está ahora? —Aomine señaló el parque al lado del sofá dónde estaban ellos—. ¿Se supone que está ahí? ¿No es demasiado pequeño?

—Eso le dije yo, pero bueno. Es grande, si quieres Ichiro puede estar ahí jugando, tiene ahí muchos peluches —dijo al ver cómo el nombrado se revolvía en sus brazos y Makoto lo volvía a coger, pero el niño protestaba.

—¿No le dará algún golpe?

—No creo, es grande —nuevamente, el bebé fue tomado por Daiki, quién se levantó y lo soltó en el parque, en el lado opuesto dónde estaba Taiki, para que no le diera mientras dormía—, aquí tiene varios juguetes y peluches que seguro que lo entretienen.

—Pórtate ahí bien, ¿eh, mocoso? —le regañó, pero de forma dulce—. Vaya, vaya, más que tener todo arreglado con tu alfa, más bien está todo estupendamente, ¿no? —dijo burlón al percatarse de la marca en la nuca morena.

—Eh… bueno… —se llevó su mano hacia la marca, mientras desviaba la vista avergonzado—. Ayer le dije que me marcara. Aunque no estaba en celo, por lo que es sólo temporal, dijo que me marcaría el próximo mes para que ya sea permanente.

—Interesante —sonrió de forma burlona—, ¿para cuándo la boda?

—Qué gracioso —chistó—, primero deberías ser tú.

—¿Eh? Nah, eso de las bodas no son lo mío. ¿No era primero el noviazgo, después la pedida, la boda, la marca y por último el niño? Pues para qué ya, si se empezó al revés —Daiki rio por el comentario.

—Bueno, en eso tienes razón, pero seguro que cuando Kiyoshi se aparezca con un anillo de pedida, no dudarás ni un segundo en decirle que sí.

—¿Ah, sí? Pues tú no le dejarías ni abrir la caja.

—Sí, ya —los dos bufaron, pero después rieron—. Por cierto, ¿no te preocupa que Ichiro cuando le hagan el examen de género fuera omega?

—Me da igual, total, le enseñaré a que le patee las bolas a cualquier alfa que sea capaz de meterse con él —respondió con una sonrisa sádica, muy típica de él—. ¿Es que a ti sí te preocupa?

—Bueno, un poco —suspiró—. Kagami me dijo que no importa qué fuera si le enseñas a valerse por sí mismo y a saber respetar lo mismo de hacerse respetar… pero no sé, si llegara a ser omega y él no acepte la idea cómo yo y me eche la culpa a mí por serlo yo…

—¿Tu madre es omega? —él asintió—. ¿Y le echaste o echas la culpa de serlo tú también?

—Claro que no, nunca le echaría la culpa de eso.

—Pues entonces es lo mismo, él no te la echaría a ti.

—Quizá tienes razón —medio sonrió.

Siguieron hablando, incluso Daiki le ofreció a Hanamiya que se quedara a comer junto a él. En la tarde, el azabache regresó a su casa, que fue recogido por Kiyoshi.

Después de que su visita se marchara, se extrañó de recibir otra más. Se trataba esta vez de Wakamatsu y Hikari, quién este último se tiró a sus brazos.

—¡Dai-chan! —el moreno lo cargó, mientras dejaba al mayor entrar, indicándole que se sentara—. ¿Dónde está mi hermanito?

—Está en su cunita durmiendo, ¿por qué no vas y lo vigilas? Pero procura no despertarlo —el niño asintió y se marchó a la habitación del bebé—. ¿Y a ti qué te pasa, con esa cara? —cuestionó, al ver a su amigo como queriéndole contar algo pero sin atreverse.

—Esto me pasa —suspiró, colocando encima de la mesa un aparatito de plástico, que abultaba un poco más que un bolígrafo.

Aomine frunció el ceño, mirándolo y tomándolo, tratando de procesar la información.

—Positivo —murmuró—. Un momento, ¡has dejado embarazada a Satsuki, bastardo! ¿Cómo puedes ponerle una mano encima? —una pequeña vena saltó en la frente del mayor.

—¿Eres imbécil? Ni que durante todo el tiempo que llevo con ella no hubiera hecho nada.

—Joder, pero es como mi hermanita pequeña —se frotó los cabellos, con desesperación—. Bastardo, más te vale hacerte responsable —lo amenazó, con mirada desafiante.

—Claro que pienso hacerme responsable —se cruzó de brazos, indignado, para después sonrojarse—. Más bien… es ella la que debe hacerse responsable…

—¿Qué?

—Joder, Aomine, bastardo, no me hagas decirlo —se quejó, subiendo de nivel su sonrojo. Los ojos azules se abrieron con asombro.

—No sabía que… lo hicierais de esa forma… pensé que serías tú el que… ya sabes, por ser ella una chica.

—¡Y siempre ha sido así! —exclamó, tratando de serenarse—. Sólo fue una vez, mi celo fue demasiado fuerte la vez pasada, y a Satsuki se le ocurrió la idea de… ¡Arrgg! Menudo problema.

—Pensé que las únicas mujeres fértiles capaces de embarazar eran las alfa.

—Pues ya ves que no —susurró.

—Bueno, entonces ¿felicidades? —vio que su amigo volvió a suspirar—. ¿No queríais tener aún un hijo juntos?

—No es eso, claro que sí, si precisamente estábamos en la búsqueda de uno, pero… Satsuki era la que quería embarazarse, ella quería un hijo de los dos.

—Y de los dos será, ¿no?

—No lo entiendes —se removió el cabello, con desesperación—. Ella era la que precisamente quería ser madre, quedarse embarazada, dar vida. ¿Lo entiendes ahora? —Daiki asintió—. Se va a sentir triste, porque ella no fue la que quedó embarazada.

—Piensa que tampoco es el fin del mundo, en esta ocasión eres tú, en la próxima será ella.

—Visto así… —suspiró—. Espero que no se sienta triste por la noticia.

—Claro que no se sentirá triste, todo lo contrario, se sentirá feliz de saber que va a ser mamá. Y Hikari también de saber que tendrá un hermanito.

—¿Tendré un hermanito? —preguntó entrando en la sala, ladeando su cabecita con intriga. Aomine le extendió la mano, indicándole que fuera hasta ellos, y lo sentó sobre su regazo.

—Así es, ahora sí serás un hermano de mayor oficialmente —le sonrió. El pequeño no entendió, y entonces el moreno le señaló el vientre del rubio, que se avergonzó.

—¿Mi hermanito está dentro de la barriga de mami? ¿Cómo Dai-chan tuvo a su bebé?

—Ajá. ¿Tú quieres ser hermano mayor?

—¡Sí! —exclamó feliz—. ¿Y cuánto tengo que esperar? ¿Falta mucho para que nazca? —ambos suspiraron.

—Pues sí que nos espera nuevamente un largo periodo preguntándonos cuándo nacerá…

.

.

.

6 años después…

Como era tradición desde hacía un tiempo, el primer domingo de cada mes se reunían en casa de Akashi y Murasakibara, para pasar el tiempo juntos mientras comían y se divertían. Todas las parejas estaban en unos momentos felices de sus vidas, juntos, con sus hijos y sus trabajos.

Aquel miedo que tuvo el ex Rakuzan de que aquellos síntomas pudieran ser el resurgimiento de su enfermedad que al final resultó un positivo embarazo, dieron fruto a una preciosa niña de cabellos rojizos, y ojos color violetas, llamada Sai, tan idéntica a Seijuro en todo. Dos años después, tuvieron al par gemelar, también con el físico heredado del omega, y los ojos de su padre alfa, llamados Keiji y Eiji, que contaban con cuatro años.

Seijuro estaba al mando de una de las sucursales de la empresa de su padre, mientras Atsushi abrió una cafetería-pastelería, dónde trabajaba y le ayudaba Sakurai.

Por otra parte, Kuroko era maestro de jardín de infancia, por dónde pasaron la mayoría de los hijos de sus amigos. Mayuzumi, se abrió paso en el mundo de la literatura, siendo un escritor que si bien no era de los más reconocidos del país, desapercibido tampoco lo era.

Por ser ambos omegas, se quisieron someter a la vez a unos procedimientos de fertilidad para poder tener hijos inseminados por el esperma del otro, para así, si a alguno de los dos no le resultara el tratamiento efectivo, no tener que realizar y pasar nuevamente por el procedimiento.

Cuál fue la sorpresa de que a ambos le había resultado positivo ese tratamiento, quedando así a la vez embarazados. Kenta, un niño curioso y observador, de cabellos grisáceos y ojos celestes, y Risa, una niña que había heredado en muchas ocasiones, la poca presencia de ambos padres, de cabellera larga celeste y ojos del mismo color. Ambos tenían tres años, y se llevaban apenas una semana de diferencia.

Kise y Kasamatsu fueron los segundos en contraer matrimonio, y ambos tenían de momento solamente a Kouta, que era el segundo mayor del grupo con seis años, ya que Yukio se encontraba embarazado de casi nueve meses. Sería una niña, y esta vez, el rubio esperaba que la niña saliera a él físicamente.

Ryouta dejó el modelaje, estudiando aviación, trabajando ahora de piloto de una reconocida aerolínea, mientras que el pelinegro tenía un bufete de abogados junto con su socio Hanamiya.

Midorima trabajaba en la clínica de su padre, siendo un reconocido doctor, especializado en neurocirugía, y Takao, que también trabajaba junto a él, siendo enfermero, ahora encontrándose de baja por tener cinco meses de embarazo.

Ambos fueron los primeros en casarse, y justamente la noche de bodas, fue el paso dónde dejaron de ser solamente ellos dos. Tenían dos mellizos, dos niños, tan iguales al pelinegro en color de cabellos, pero con orbes esmeraldas. Curiosamente, tenían el entusiasmo por los horóscopos. Tenían cinco años, y se llamaban Kazuki y Shino.

Himuro trabajaba para las empresas de Kagami Tora, al igual que su padre. Él llevaba toda la contabilidad de la empresa, mientras que Izuki se dedicaba a profesor de primaria dando matemáticas.

Tenían a la pequeña Tatsumi, de seis años, de cabellos negros como la noche, y ojos curiosos grises, con un tierno y coqueto lunar bajo su ojo. Cuál fue la sorpresa de ambos que, cuando la pequeña tenía medio año, Shun volvió a quedarse embarazado de Satoru, de cuatro años, copia exacta de Tatsuya.

Kiyoshi y Hanamiya también fueron invitados, siendo unos integrantes más de esa peculiar familia que iba creciendo cada vez más. Tenían a Ichiro, de seis años, idéntico a Teppei, pero con la personalidad de Makoto, quién se encargó que así fuera. También tenían otro hijo, de un año de edad, Shinki que, aunque también se parecía a su padre, al menos heredó los ojos verdes de su madre.

El ex corazón de hierro trabajaba en el cuartel de bomberos junto con Kagami, y el ex de Kirisaki junto con Kasamatsu en el bufete de abogados.

Momoi y Wakamatsu tampoco faltaron, llegando junto con Hikari, quién era el mayor de todos los niños con nueve años, y con el pequeño Momo, de cabellos rosados y orbes marrones, de cinco años. Después de que por una vez invirtieran los papeles y Kousuke resultara embarazado, la peli rosa no desistió de ser ella quién se quedara también embarazada, encontrándose ahora de tres meses.

El rubio era compañero de Aomine, mientras que la fémina tenía su propia consulta de psicología.

También estaban Hyuga Junpei, quién había arreglado diferencias y pidió perdón a Izuki por todo lo que le hizo pasar, quién le perdonó sin rencores, y Sakurai Ryo. Ambos tenían un niño de 4 años llamado Ryoichi, de cabellos castaños y grandes ojos verdes, adornados por unas lindas gafas. El ex escolta, se encontraba embarazado de siete meses.

El ex capitán de Seirin se dedicaba a la informática, y Ryo trabajaba en la cafetería-pastelería de Murasakibara, haciendo junto a él unos deliciosos pasteles, reconocidos ya en toda la capital.

Y, por último, se encontraban Kagami y Aomine, con el travieso e incansable de Taiki, un niño que había heredado el carácter de ambos, idéntico a Kagami en todo su físico menos en los ojos.

Taiga, quién su padre y Masaomi les habían dicho de que entrara a encargarse una de sus sucursales como había hecho Seijuro, él se negó, diciendo que quería seguir trabajando de bombero. Por su parte, Daiki consiguió lo que tanto anhelaba, entrar a la academia de policía, trabajando junto con Wakamatsu.

Los niños, en la cancha de baloncesto, jugaban sin parar, mientras los mayores hablaban entre ellos vigiándolos.

—Bien, os voy a enseñar a jugar bien al baloncesto, si queréis ser tan buenos cómo nuestros papis —se ofreció Hikari —. Yo seré el profesor.

—¿Y por qué tú? —respondió cruzándose de brazos el pelirrojo.

—Porque soy el mayor —dijo inflando su pecho con orgullo.

—Eso no es justo, porque yo sé jugar mejor que tú —volvió a quejarse Taiki.

—¡De eso nada!

—Oh, venga, Taicchi, Hikaricchi, no peleen —intervino un niño pelinegro, poniéndose entre ellos —, siempre estáis igual. 

—Kouta-chan tiene razón —acotó ahora un niño de cabellos rosados—, juguemos todos sin que nadie enseñe a nadie.

—Además, no debéis pelearos, sois primos y los primos se llevan bien —habló ahora Shino, ajustándose sus gafas color blanco.  

—Hikari no es primo de Taiki, es mío —protestó la pelirroja de ojos violetas, tajante—, y como vamos a hacer equipos, Taiki está en el mío.

—¿Eh? Yo no quiero, mandas demasiado —se quejó el pequeño—, yo quiero estar en el mismo equipo que Ichiro-kun.

—¡Sí! Taiki y yo siempre en el mismo equipo, juntos siempre os ganamos. ¿Algo que objetar, mocosos?

—¿Por qué nos insultas? Bueno, a ellos vale, porque son más pequeños, pero a mí no, tengo la misma edad que tú —se molestó Tatsumi—. Dile algo, Sai-chan, es tu casa.

—Así es, es mi casa y juguemos a mi manera. Haremos dos equipos, Tatsumi-chan, Kouta, Kazuki y Momo-chan van en uno, Taiki, Shino, Ichiro y yo en el otro. ¿Todo bien? —los demás niños asintieron, sin ninguna objeción, sabían que, si los genes Akashi intervenían, nadie en su sano juicio llevaría la contraria a la niña, aunque uno sí protestó.

—¿Y yo qué? —se quejó Hikari—. ¿Soy el mayor y me dejáis fuera? De eso nada, enana.

—Por eso mismo, tú eres el árbitro. Al ser el mayor nos ganarías fácilmente.

—Eso no es justo, marimandona, me debéis respeto por ser el mayor, yo he cuidado de todos vosotros —se cruzó de brazos, indignado.

—Yo quiero que mi oni-chan juegue, yo soy el árbitro y él juega en mi lugar —propuso Momo, sujetándose de su brazo.

—Mi querido Momo-chan, el único que me entiende —fingió llorar, conmovido. La pelirroja meditó por unos segundos.

—Vale, de acuerdo, Momo-chan, tú eres el árbitro, Hikari, tú juegas con ellos. Ahora todos a jugar.

—¡Sí! —exclamaron todos.

Después del pequeño partido que disputaron, los padres les indicaron que se sentaran a la mesa, era hora de comer, ya tendrían tiempo de jugar más tarde.

—Hay que ver, Akashi, tu hija ha heredado tus mañas, siempre mandando —bromeó Makoto.

—Pues anda que el tuyo, que tiene el mismo carácter que tú —se defendió el pelirrojo—, además qué tienes tú que decir de mi niña, ¿eh?

—Que es la consentida de la familia —intervino Aomine, hacia su cuñado.

—¿Celoso de que sea el ojito derecho de sus abuelos, tal vez? —rio para intentar molestarlo.

—Más quisieras.

—Mi Momo-chan precioso será el mejor entrenador de todos —dijo Satsuki, abrazando al pequeño.

—Pronto serán más para jugar, en cuanto crezcan nuestros pequeños —habló Shun, mirando a los niños de cuatro años y más pequeños, incluidos los que estaban aún por llegar.

—El año que viene ya podrán jugar sin problemas Satoru-kun, Eiji-kun, Keiji-kun y Ryochi-chan —comentó Ryo—.Después le seguirán Risa-chan y Kenta-kun.

—En cuanto crezca mi Shinki, junto a su hermano le dará una paliza a todos —volvió a hablar Makoto, mirando a su hijo pequeño de un año, mientras le daba el biberón. Nuevamente, pareciera que él no había participado en ese bebé, porque él también se parecía a su padre, con la única diferencia que agradecía que al menos, tuviera el color de sus ojos.

—Taiki puede con todos de sobra —dijo con orgullo Daiki—. El único que puede ganarle a mi hijo, es él mismo.

—Oh, vamos, Aomine-kun, no hagas que tus frases se conviertan en las palabras favoritas de tu hijo —resopló Kuroko—, no hagas que Taiki-kun se convierta en un arrogante cómo tú.

—Si es el mejor, es el mejor y punto.

—Contigo no se puede discutir —todos los presentes rieron por eso.

—Oye, Daiki, ¿y cuándo piensas darle otro primito a mis hijos? —cuestionó el emperador.

—No tengo en mente todavía —desvió la mirada, no quería que empezaran con una charla que no tenía ganas de oír.

—Y… ¿vuestros niños se han puesto celosos de tener un hermanito? —preguntó Ryo a sus amigos que ya tenían dos hijos—. Porque cuándo Junpei-san y yo le dijimos que tendría un hermanito, se lo tomó un poco mal, diciéndonos que no quiere uno —agachó su mirada, con preocupación.

—Bueno, Tatsumi sí estuvo de acuerdo en tener uno, se alegró mucho, aunque sí confieso que cuándo nació Satoru, se molestaba y decía que no le prestaba a ella atención y sólo a su hermanito —explicó Shun—, pero después se le pasó. Se llevan muy bien.

—Kazuki-chan y Shino-chan ni se inmutaron, esto de que tengan la personalidad de Shin-chan… aunque no creo que tengan celos al ser ellos dos los mayores a la vez —intervino Kazunari, acariciando su vientre de cinco meses—. Tú dile que ser hermano mayor es de niños mayores y responsables, y que jugará con él mucho cuando crezca y se llevarán muy bien.

—Ichiro no quería, es más, decía que en cuánto su hermanito llegara a la casa, le diría a alguno de sus amigos para darlo en adopción —los demás rieron por la ocurrencia del pequeño—. Pero cuando lo vio y cargó por primera vez, ahora es celoso, pero no de su hermano, sino con su hermano.

—Quién tendrá problemas serás tú, Yukio-san, Kouta-chan tiene el mismo carácter que Ki-chan, y está muy apegado a vosotros, puede que los tenga —Kazunari miró ahora al ex capitán de Kaijo, embarazado de casi nueve meses.

—Mi bebé puede tener el mismo carácter que su estúpido padre, pero ya hablamos con él y le dijimos que tendría una hermanita con quién jugar, y que la querrá mucho —dijo con seguridad el peli negro.

—Sai, como una diga Akashi, ni siquiera sintió celos de los gemelos —comentó con orgullo Seijuro.

—Nosotros como Kenta-kun y Risa-chan nacieron casi a la vez, no hubo problemas de celos, pero sí suelen molestarse en muchas ocasiones, ¿verdad? —objetó Kuroko, mirando a su pareja, quién asintió.

—Hi-chan se puso muy contento cuando le dijimos que tendría un hermanito —recordó Satsuki—, aunque ahora el de la idea de tener un hermanito sólo le agrada a Momo-chan —la peli rosa miró ahora a su amigo—. Dai-chan, eres el único que queda entonces.

—No empecemos, eso es algo que tendría que hablar con Taiga, no con vosotros —dijo molesto y algo avergonzado—. Además, si todo el mundo tiene más de un hijo, ¿yo también?  

El día transcurrió con tranquilidad, hasta el momento de que cada familia, regresara a sus respectivos hogares.

..

Era de noche, y Daiki estaba a punto de dormirse solo en la cama de matrimonio, ya que Taiga tenía esa misma noche guardia en el cuartel de bomberos, aunque eso duraría poco tiempo.

—Mami, ¿puedo dormir contigo? —como cada noche en la que el pelirrojo tenía guardia, el pequeño Taiki se iba a la cama de sus padres para dormir con Daiki.

—Anda, ven —le hizo un gesto, abriendo el edredón para que el niño se metiera en la cama, que lo abrazó.

—Oye, mami, ¿qué es eso de alfa, omega y beta? —preguntó con curiosidad, levantando su rostro hacia su padre, pero sin separarse de sus brazos.

—¿De dónde has oído eso?

—Es que hoy un niño del colegio empezó a decir que su padre le dijo que los alfa son los mejores, y por eso su papá tenía una profesión genial, porque es alfa.

—Claro que no es así, todos son geniales, sean alfa, beta u omega.

—Entonces, ¿qué diferencia hay entre ellos?

—Eres aún un poquito pequeño para entenderlo, los alfa y los beta hombres, por ejemplo no pueden tener bebés, pero los omega, sean hombres o mujeres, pueden tener bebés.

—¿En serio? ¡qué genial!  ¿Y qué sois tú y papá?

—Tu papá es alfa, y bueno… yo soy omega —dijo en apenas un susurro.

—Entonces tú eres más genial que papá —respondió sonriendo y abrazándole más fuerte.

—¿Y eso por qué? —preguntó con curiosidad.

—Porque has dicho que, aunque todos son geniales, sólo los hombres omega pueden tener bebés, y los demás no pueden, eso los hace más geniales todavía, porque tú me tuviste a mi —sonrió mostrando todos sus dientes, y Daiki lo abrazó con fuerza, sonriendo también.

—Tai…

—Mami, ¿y yo qué soy?

—No lo sé, aún estás pequeño para que lo sepas. Cuando estés en tu último año de secundaria, te harán un examen y entonces lo sabrás.

—¿Un examen? ¿Y tendré que estudiar mucho para poder aprobarlo? —el peli azul sonrió ante la inocencia del niño.

—No, no es un examen para el que debas estudiar, si no que te hacen un análisis de sangre —le explicó mientras le acariciaba el cabello.

—Ah, ya entiendo. ¿Y por qué se hace a esa edad y no antes? Yo quiero saberlo ya.

—Porque se tiene que hacer a esa edad, que es cuándo ya se está más crecido y pueden entender con más facilidad y antes del examen se les dan a los alumnos una charla extensa sobre eso.

—Pues vaya —durante unos minutos, los dos se mantuvieron callados. Daiki con los ojos cerrados intentando dormirse, y el pequeño Taiki, sólo pensando— ¿Mami? —por respuesta, obtuvo un ruidito de parte de su padre—, yo quiero un hermanito.

—¿Un hermanito? —el niño asintió—. Bueno, ya veremos, ¿vale? —Taiki respondió con un sonoro y feliz sí—. Y ahora, mejor durmamos, que cómo sigamos hablando, al final nos pillará papá despiertos cuando venga de trabajar.

—¡Vale! —el pelirrojo se acomodó mejor entre los brazos de su padre y cerró sus ojitos, para dormirse abrazados.

.

A la mañana siguiente, Taiga llegó cansado de estar toda la noche de guardia en el cuartel. Al menos agradeció que sólo tuvieron una salida de emergencia, y que fue un pequeño incendio. Soltó sus cosas en la sala y fue hasta la habitación, encontrándose cómo era costumbre cuándo le tocaba guardia, a su hijo durmiendo en su habitación.

Sonrió y se cambió, haciéndose hueco junto a las dos personas más importantes de su vida. Les dio un beso en la frente a los dos, y los abrazó para dormir todo lo que pudiera así, que se sentía muy bien.

Unas horas más tarde, despertó solo en la habitación, ya que era medio día. Había dormido estupendamente. Se levantó y salió a la sala, encontrándose a Taiki que se divertía tumbado en la gran alfombra blanca y mullida que había en mitad de la sala, viendo videos infantiles en su Tablet mientras cantaba animadamente las canciones.

—¡Papá! —exclamó el niño al verlo.

—Qué tal campeón, ¿qué haces? —recibió el abrazo de su hijo, cargándolo y llevándolo junto a él al sofá.

—Estaba viendo dibujos, ya me sé muchas canciones en inglés.

—Vaya, eso está genial —le revolvió los cabellos con ternura—, ¿y papi? —preguntó al no ver a su pareja.

—Aquí estoy —respondió el nombrado apareciendo en la sala.

—¿Dónde estabas? —al ver se acercaba lentamente a él, soltó al niño a un lado suyo en el sofá y se levantó hasta llegar a él—. ¿Todo bien? —el peli azul le extendió algo y acto seguido lo abrazó.

—Lo has vuelto a hacer, imbécil —Taiga no comprendió hasta que no miró lo que tenía en su mano.

—Espera… no me digas que… —lo abrazó más fuertemente, sonriendo—. Daiki, amor, gracias. 

—Bueno… parece que Taiki se pondrá muy contento, anoche me dijo que quería un hermanito —suspiró, pero sonrió—. Al menos espero que sea niña, creo que hace falta alguien de diferente sexo en esta casa —Kagami estalló en carcajadas, abrazándolo por la espalda.

—Bueno, no vendría mal una pequeña princesa, que sepa ponernos a los tres a raya en un abrir y cerrar los ojos

—Algo me dice que sí sería capaz —los dos se miraron y se rieron—, sólo espero que Taiki no se ponga celoso, aunque diga que quiere un hermanito.

—Ella sabrá mantenerlo a raya, ya verás.

—¿Por qué dices todo el tiempo ella? A lo mejor no es niña. Es más, algo me dice que, aunque quisiera que fuera una niña, será un niño.

—Ya verás cómo si es. ¿Verdad? —posó ambas manos en el aún vientre plano de su pareja y lo besó. Aomine puso ambas manos sobre las de él, haciendo que el pelirrojo volviera a incorporarse y mirarle.

—¿Sabes? No entiendo por qué, en aquel tiempo, escondía y detestaba ser un omega, avergonzándome.

—¿Sigues avergonzándote de serlo? —él negó con la cabeza.

—No, me siento afortunado de estar junto a ti y de haber formado una familia contigo, de haber tenido a estos niños que son lo más importante para mí —el ex del Seirin lo abrazó más fuerte, no sin antes darle un amoroso beso.

—El que se siente afortunado de que estés conmigo y me hayas dejado formar parte de tu vida, soy yo. Creo que eres el omega más difícil de conseguir que he visto en mi vida, me costó lo mío poder tenerte a mi lado.

—Más bien fue Taiki quién consiguió que eso pasara —rio por lo bajo —, pero no me arrepiento de nada. Te amo, mi estúpido alfa.

—Te amo, mi omega quisquilloso —se volvieron a besar con todo el amor que se profesaban.

Aunque eran destinados, les había costado trabajo estar juntos, pero por fin, dejando de lado los alfa, omega, las malas hablas, los rechazos de la sociedad, las dificultades y los prejuicios, eran una familia feliz, llena de felicidad y amor, porque se tenían a ellos y a sus hijos, porque el amor, pudo con cualquier barrera.

Notas finales:

Bueno... pues he aquí el último capítulo de esta historia... No sabía si tendría dos más o sólo uno, pero al final preferí hacer este más largo para que fuera así el último. 

Hablé un poco de todas las parejas de la historia, sus trabajos, si habían tenido más y cómo eran, pero tenía que cerrar la historia con una escenita KagaAo, ya que son la pareja protagonista xD 

Este, es el primer LongFic de este fandom que concluyo, ya que los demás aún están sin terminar o si están terminados es porque son One-Shots xD, por lo que para mí, lo hace especial, y le tengo mucho cariño. 

Sin más, agradezco a las personas que hayan seguido, leído, votado y comentado este fic hasta el final. Un millón de gracias :) 

Nos leemos en algunos extras cortitos que iré subiéndole de los hijitos de nuestras parejitas, que espero tenerlos pronto ^^ 


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