Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Enredados por AniBecker

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Kaede, la hija menor de Kiyoshi y Hanamiya, preparaba con total emoción la sala de estar. Había quedado con Daiga, su novio, para ver unas películas por el día de San Valentín.

Llevaban medio año saliendo, y sabiendo que el peli azul era de todo menos una persona romántica, le propuso una tarde de películas en su casa aprovechando que sus padres estaban trabajando y no regresaban hasta la noche, y sus hermanos, andaban vete tú a saber por ahí.

Le costó mucho trabajo convencer a su papi de que le dejara invitar a Daiga a pasar la tarde en su casa, solos. Y, aunque los padres de ambos sabían de su relación y estaban de acuerdo, no dejaban de ser unos simples adolescentes de dieciséis años, por lo que dejarlos solos era algo que no estaba conforme Hanamiya, y más siendo su princesa una omega y el chico un alfa.

Kaede tenía el cabello negro como la noche, y unos preciosos ojos verdes. Por fin, Makoto sonrió satisfecho al ver como uno de sus tres hijos se parecía a él físicamente. Daiga, por su parte, era una copia completamente exacta de Aomine, en todos los sentidos.

Ambos habían ingresado en el primer año en Seirin, aunque pasaron también por Teiko como sus demás amigos y hermanos habían hecho. Se conocían desde la infancia, y era una relación muy peculiar como Satsuki tenía con Daiki, aunque ellos se acabaron por hacer novios.

Más por la insistencia de la chica hacia el moreno, que aceptó. No había sido tomado mal por sus padres, aunque un poco de inquietud sí una vez que se hicieron sus test de género y resultaron ser omega y alfa respectivamente.

Sonrió satisfecha al ver cómo había quedado la sala. Bajó algunos cojines del sofá hacia la alfombra, retiró un poco la mesa de cristal del centro, poniendo encima de ella refrescos, palomitas y chocolate.

A la hora acordada —cosa extraña en el chico—, su novio llegó. Le sonrió y le dio un beso en la mejilla, ya que la chica ladeó su rostro evitando la idea del moreno, que era besarle en los labios.

—Dai-kun, pasa —sonrojada, se apartó de la puerta para dejarle pasar a la casa—. Has sido muy puntual, qué raro en ti.

—¡Oye! Puedo ser puntual a veces —dijo con rostro ofendido, mientras bostezaba—. Oh, palomitas —fue a coger un puñado, pero la pelinegra se lo impidió.

—De eso nada, no te comas el género aún. ¿Qué películas has traído? —cuestionó, y el otro sacó de su mochila algunas, mostrándoselas—. ¿Eh? Pero si son todas de miedo —protestó. Nunca le gustaron ese tipo de películas.

—Son las que había por mi casa —respondió, con desinterés, con una actitud tal cual a su padre omega—. Además, capaz eres de ponerme alguna de esas pastelosas en las que hablan los animales o la gente canta y canta felices por el campo.

—Pero a mí no me gustan las películas de miedo —protestó, sentándose en el sofá. Daiga le quitó una película y la insertó en el DVD—. ¡No la pongas! No me gusta, por favor, veamos esta —y le mostró una de Disney.

—¿Ah? Venga ya, Kaede, hagamos una cosa. Vemos esta y después una que te guste a ti, ¿vale?

—Primero suelen ir las señoritas —infló sus cachetes, pero accedió.

—Ya se queda esa, que ya esta puesta —le dio al botón de reproducir y se sentó junto a ella, sonriendo.

Si su plan salía como él pensaba, tendría a su novia abrazada a él durante toda la película. A todas las chicas les daba miedo las películas de terror, o al menos, a la mayoría, y para eso estaba él, para que se aferrara a su brazo asustada y él la reconfortara y protegiera.

¡Quedaría como todo un valiente ante sus ojos!

La película dio inicio y, aunque empezó siendo algo suave al principio, después había escenas en las que había sobresaltos. Efectivamente, Kaede se tapaba con la manta el rostro en alguna que otra escena, para ya después no aguantar más y abrazarse al brazo de Daiga.

Una sonrisa ladina se dibujó en su rostro, y con disimulo, pasó por detrás de la espalda de la pelinegra, acercándola a él. Pero lo que no pasó por su mente, fue que a la chica al final el gustaran las películas de terror, y que una vez que terminó, quiso ver otra.

—¿Por qué no ponemos ahora esta? Parece que tiene que dar mucho miedo.

—¿No decías que no te gustaban de miedo? ¿No querías ver la pastelosa esa de Disney? —la de orbes esmeralda sonrió.

—¿No será que ahora tienes miedo?

—Claro que no —se apresuró a decir—, sólo me sorprendió. Está bien, pongamos esta.

¿Qué era una simple película de terror? ¡Por favor! Él no tenía miedo de cosas como esas. Si era su género favorito, ¿cómo sentir miedo? ¡Él encantado de ver esa y todas las que hiciera falta!

Su plan se empezó a ir al garete cuando Kaede dejó de abrazarlo por los sobresaltos de la película, pero terminó por fastidiarse cuando él empezó a prestar atención a pequeños golpes o crujidos que se oía en la casa.

—¿Qué fue eso? —exclamó, tratando de no sonar asustado. La fémina lo miró frunciendo el ceño.

—La puerta del pasillo cerrarse —se levantó y encendió la luz de dicha estancia, cerciorándose —. Parece ser que se levantó mucho viento y habrá alguna ventana abierta y con la corriente cerró la puerta.

—Pues cierra la ventana.

—¿Por qué? Dejamos la puerta cerrada y ya no puede dar más portazos —dijo como si nada, volviéndose a su lugar y sentándose—. ¿Tienes miedo?

—¿Miedo yo? ¡Claro que no! Sólo lo dije para que no se volviera a cerrar de golpe la puerta, pero si ya la cerraste, pues nada, no hay problema —mintió, a la vez que se llevaba un puñado de palomitas a la boca.

No entendía qué era lo que le estaba pasando, pero no paraba de oír ruidos extraños por todos lados, y no podía concentrarse en la película. Miró de reojo a Kaede, quién comía sin pestañear si quiera, viendo la película con emoción.

¿Qué se suponía que le estaba pasando? Cómo podía ser posible que estuviera empezando a sentir… ¿algo de miedo? Sólo por una simple película. Él era un chico valiente, y su orgullo no podía hacer parecer que tenía miedo.

Se apoyó mejor en el sofá, a la vez que se tapaba algo más con la manta.

—¿Qué te pasa? ¿Estás bien? —se preocupó la chica.

—Sí, sólo que me duele algo la tripa, y me dio algo de frío por ello.

—A ver si te vas a enfermar —posó su mano en la frente ajena para comprobar la temperatura—. Uhm… pues no, no tienes fiebre.

—No te preocupes, sólo fue algo de frío, ya se me pasará —mintió—. Cuando llegue a casa me tomo algo y listo.

No muy convencida, se volvió a apoyar en el sofá para seguir viendo la película. Daiga ya no aguantaba más, sentía ruidos por todos lados, sólo deseaba que terminara de una dichosa vez la película. Maldita la hora que decidió de verlas.

Decidió concentrarse en no verla, haciendo que la veía, pero a la vez pensaba en el baloncesto. Oh, sí, el baloncesto era lo mejor. No daba miedo y le gustaba. Tan concentrados estaban en la película, que no se percataron que alguien entró en la sala.

—¡Ahhh! —se oyó más el grito de Daiga que el de Kaede, a la vez que se tapaba el peli azul con la manta la cabeza—. ¡No me mates por favor, no me mates!

—¿Se puede saber a qué jugáis? —preguntó Hanamiya, que acababa de llegar.

—Jo, papi, no nos des estos sustos, podías avisar que entrabas —dijo la chica, parando la película y levantándose para encender la luz.

—Avisé, pero tenéis el volumen tan alto, que por lo que veo no os habéis dado cuenta. Con a mirada señaló al gran bulto que había debajo de la manta color marrón—. ¿Y a éste, qué le pasa?

—¿Dai-kun? —el mencionado se destapó lentamente—. ¿Qué haces?

—Eh… nada, yo nada. Hola, Makoto —saludó, como si nada.

—Un respeto, mocoso —gruñó, al ver que su nombre no llevaba el -san.

—¿No me digas que te has asustado, Dai-kun?

—¿Asustarme, yo? Por supuesto que no —los pares de orbes esmeralda lo miraron fijamente—. El único que puede darme miedo, soy yo mismo. Y a mí no me digas, que tú también te has asustado.

—Pero tú has grito más que yo y te has tapado con la manta —trató de excusarse. La pelinegra sonrió ladina.

—¿Dónde quedó el súper Daiga? ¿Quién no tenía miedo a nada ni a nadie? —empezó a burlarse.

—Oye, que yo no me he asustado, deja de decir tonterías.

—¿A que sí se ha asustado, papi?

—Una completa nenaza —rio Hanamiya—. Deja de hacerte el valiente. Venga, y recoged todo esto, se acabó por hoy. Anda que si tengo que esperar que protejas a mi niña… valiente alfa estás tú hecho.

—¡Hey! —señaló, molesto—. De aquí que esto no salga, sólo fue un pequeño susto.

—Bueno, y ahora recoged todo esto, se acabó la tarde de películas, ya habéis estado demasiado tiempo solos por hoy.

Entre risas, terminaron de recoger el salón, y ambos omega lo acompañaron hasta la puerta de la casa para despedirlo. Cuando se dispuso a marcharse, la puerta fue nuevamente abierta, y el omega lo llamó.

—Más te vale que no hayas posado tus asquerosas manos en mi preciosa hija, sino ibas a gritar más que antes, pero de dolor.

Daiga tragó seco y se marchó rápido a su casa, su orgullo había sido herido, había sentido miedo y cobardía delante de su novia. ¡Él, que no le tenía miedo a nada! Bueno sí, lo habían asustado un poco que lo pillaran de sorpresa cuando no se lo esperaba, pero lo que sí le daba miedo, y que ahora confesaba con total sinceridad, era Hanamiya Makoto, ese omega era de armas tomar y ahora porque era un adolescente y no podía atentar contra su vida, pero en cuanto fuera mayor de edad, su vida correría peligro.

No sólo por responsabilidad, sino por su seguridad, memorizó que no debía ni marcar ni embarazar a Kaede por nada del mundo, ¡al menos hasta que no estuvieran casados!

Notas finales:

Bueno, pues perdón por la tardanza, pero no conseguía tener alguna idea para otro extra... pero aquí hay otra pareja oficial, aunque es heterosexual. 

Kaede es la hija pequeña de Hanamiya y Kiyoshi, se lleva seis años con Ichiro, el primer hijo, y cinco con Shinki, el segundo. Con Daiga se lleva apenas unos meses de diferencia. Tiene aquí dieciséis años y es omega. Físicamente como Makoto y el carácter de Teppei. 

Daiga es el segundo -y último- hijo de Taiga y Daiki, que ya salió siendo un bebé en uno de los extras. Es idéntico a Aomine en todo -si hasta su frase usa xD-, y es alfa. También tiene dieciséis años y ambos van a Seirin. 

Si hay alguien esperando un extra de Hikari x Taiki... prometo hacerlo, sólo que será el último extra que haga, a modo de ¿sorpresa? :P

De todas formas, no sé si habrá muchos extras más, uno como mucho antes del de Hikari x Taiki. Quisiera poner todos los hijos que tienen y sus parejas (hasta pensé las edades para que fueran correlativas o cercanas, los subgéneros para que hubiera todo tipo de parejas y demás xD) pero son tantos que tendría como infinidad de extras el fic, además de las ideas, tantas no tengo xD 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).