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Singularidades por Dtzo

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Notas del capitulo:

Holi, perdón x3 me perdí un fin de semana por prácticas de campo pero bueno, ahora si este fin estamos con la actualización del cap. 25 

Espero les guste.

Debía ser una broma, no podía creer todavía que aquella cámara llena de viejos recuerdos ya no estaba. Además de sentir como el pasado comenzaba a acecharle de a poco en medida que el tiempo avanzaba, para él estaba retrocediendo tortuosamente lento, como aquella mención de su amigo albino respecto a la memoria que había intentado metener oculta hasta que… eaxactamente ¿Hasta cuando seguiría corriendo de las circunstancias? ¿Ahora que necesitaba para deterner la cascada de acontecimientos? No quería saber sobre su mejor amigo y su amor platónico. Pero debía comenzar a saber que había pasado en la vida de Joey para haber llegado a comprometerse, si tan sólo pudiera hablar con él de nuevo. Sabía que las cosas entre sus padres se agravaron arrastrando consigo a él y Serenity, que tras la última pelea su madre tomó las riendas del asunto y los llevó a ambos a Portland. Ahí había sido el punto de corte. Ni siquiera sabía si había vuelto a Domino.

-¿Seguro que aquí estuviste?

Las palabras de su amigo lo sacaron de la melancolía en la que se había sumido por breves instantes.

-Sí, hasta donde recuerdo, este fue el útimo lugar en que estuve antes de conocer a Leon.

-¿No crees que donde la dejaste fue en la mansión?

Quería creer que no, no le apetecía ni tantito regresar a ese lugar.

-Puede ser…

-Deberíamos…

-¡No!

-¿Eh? Pero Yugi, tienes fotos importantes para ti ¿No? A todo esto ¿Por qué no quieres ir a preguntar? Apuesto a que Leon la encontró y estará esperando a que regreses por ella.

-Ryou, son casi las cuatro de la mañana, no iré a importunarlo. Y si la dejé ahí puedo ir cuando sea por ella. Regresemos, mañana tengo que llegar temprano a la cafetería y muero de sueño. Aunque sean tres horas, déjame dormir. Lo necesitaré.

 

La mañana fue fatídica tanto para Yugi como para Ryou. A primera hora de la mañana ambos eran llamados por el deber laboral, el primero en la cafetería y el segundo en una tienda de autoservicio y aún con unas bellas ojeras de mapache seguían dando su sonrisa radiante a sus clientes. Se la llevaron leve ya que ahora debían turnos dobles para su mala suerte.

-Estuvo divertida la noche ¿Eh, Yugi?

Le molestaba la camarera acercándose a la barra donde ya comenzaba a dormitar y a dejar ir un leve bostezo.

-Fue horrible a decir verdad.

-¿Quieres que te cubra un rato mientras echa una siesta en el almacen?

-Te lo agradezco, Bekki pero si pego el ojo ahora me quedaré en el limbo. Ya dormiré en cuanto salga.

-Bueno, si necesitas algo no dudes en pedirlo ¿Vale?

Rebecca Hopkins era la nieta el dueño de la cafetería, Arthur ya era un hombre de avanzada edad que no siempre podía dar la vuelta por los lares del negocio a mantener todo el orden, Rebecca de vez en cuando se tomaba en serio el papel de chica privilegiada, aunque fuera una empleada; además de ser la mejor amiga de Yugi gracias a la amistad que hicieron sus abuelos al conocerse por primera vez, parecían ser amigos dde la infancia. Tenían cientos de temas en común, ella fue quien le ofreció el puesto a Yugi cuando supo que estaba en busca de un empleo. Y a pesar de las malas rachas por las que pasó el establecimiento, ahí estaban ambos manteniendo a flote el negocio.

Fuera del recinto una figura encapuchada miraba al interior en busca de alguien sin atreverse a entrar. Un par de personas le vieron sospechoso, pero no dijeron nada, después de todo no parecía hacer mal a nadie salvo incomodarlos un poco, pero al reparar en que ni la vista les dirigía al pasar, lo pasaron por alto. Al menos la gente común, Yugi podía sentir una vibra incómoda, podía sentir la mirada hostigándolo sin saber realmente de dónde provenía, no se atrevía a observar detenidamente a los comensales aunado a que adjudicó su paranoia a la falta de sueño.

Su turno terminaba a las cinco de la tarde, justo a tiempo para regresar a su hogar, darse un bien merecido baño caliente y dormir como oso hasta el siguiente día que fuera a trabajar, pasaría con Ryou a comprar botana y un poco de despensa; el turno de su amigo terminaba poco después de las ocho de la noche, le dejaría un plato de cena para calentar. Sí, Ryou le encantaba quedarse a dormir en casa de Yugi cada que podía, no era que no tuviera un lugar donde quedarse, porque su padre le dejó los fondos para que construyera su propia casa. Cosa que no hizo, dejó todo su capital en la cuenta bancaría y prefirió ganarse por su cuenta esa vivienda.

-Yugi, no vengas a presumir tu libertad justo cuando bostezo.

Ryou se recargaba en el estante más cercano que tenía mientras se estiraba y agitaba ligeramente la cabeza ahuyentando la somnolencia.

-Disculpa, Ryou. No tardaré mucho.

-Sí, sí, como sea. Sólo déjame la llave bajo el tapete.

Yugi caminaba por los pequeños pasillos buscando los productos que escaceaban en la casa, un poco de salsa de soja, mirin*, azúcar y botana de calamar.

-No tenemos tapete, Ryou. No estamos en Inglaterra. Dejaré abierto, asegúrate de cerrar.

-¿Me dejarás comida, verdad?

-Claro ¿Prefieres frío o para recalentar?

-Frío, hace calor. Tenemos que hacer somen frío.

-Sí, tal vez el fin de semana. Por cierto ¿No ha pasado nada raro aquí hoy?

Esta vez su amigo pensó su respuesta un poco.

-¿Raro? Define raro.

Yugi ya llevaba con los productos al mostrador para pagar.

-Sí, alguna persona fuera de lo normal, sospechosa. Que te mirara insistentemente o algo por el estilo.

Ryou pasaba los productos por el lector de barras mientras el sonido de la computadora marcaba el número de productos en total.

-Ahora que lo mencionas creí ver a alguien caminando por los alrededores durante la tarde, tal vez hace un par de horas. Pero no entró ni nada ¿Por qué? Son 700 yenes.

-Por nada en particular, sentí que alguien estuvo mirándome hoy en la cafetería. Creí que la falta de sueño me tenía viendo alucinaciones, quería cerciorarme de que no estoy demente. Aquí tienes.

Ryou guardaba los productos de su amigo en una bolsa mientras abría la caja registradora para retornar el cambio.

-Bueno, supongo que no estamos del todo equivocados. Ten, y mucho cuidado de regreso ¿Quieres? Últimamente estás más distraído que de costumbre y no podemos fiarnos al cien de quienes nos rodean, sabes que, pasó en un par de minutos a tu casa por la llave. No abras a nadie.

-De acuerdo, avisa que eres tú.

Yugi encaminó a su hogar mientras las farolas la comenzaban a encender iluminando el sendero que transitaba tranquilamente dando un par de miradas a los alrededores, debió tranquilizarlo el verse sólo, pero eso sólo lo exaltó más de lo que ya estaba, quería echar a correr, las piernas le hormigueaban, pero a la vez le flanqueaban con no responder, la adrenalina comenzó a recorrer su cuerpo al tiempo que sentía una presión importante sobre él. Trató de verse lo más sereno posible pero sus manos ya comenzaban a sudar y no precisamente por el calor del verano que ya estaba a la vuelta de la esquina.

“Respira, Yugi, estás bien. No pasa nada”

De poco servía tratar de convencerse.

-Oye.

Mierda. Su cuerpo se tensó y detuvo su marcha sin voltear la mirada a quien le había llamado. Quería creer que no era a él a quien se dirigían.

-Eres Yugi ¿Verdad?

Carajo, si era a él. Tragó duro, respiró hondo y se dio vuelta lentamente para encontrarse frente a un espejismo que creía ya olvidado en el pasado.

-Vaya, has crecido, me alegra volver a verte.

 

CONTINUARA...

Notas finales:

=w= ... 

* Mirin:  es un condimento esencial en la comida japonesa con un sabor levemente dulce. Es una clase de vino de arroz similar al sake, pero con bajo contenido de alcohol.  Es usado para añadir un toque de sabor al pescado a la brasa o para eliminar el sabor a pescado. Una pequeña cantidad de azúcar y salsa de soja es usada para hacer salsa. El mirin es clave para la salsa teriyaki 


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