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El Error que Cometí por AniBecker

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Notas del capitulo:

Perdón por haber estado tanto tiempo sin actualizar, pero estuve la semana pasada con dolor de cervicales y apenas podía ponerme a escribir... y este fin de semana que estaba ya bien estuve de viaje, por lo que me fue imposible...

Normalmente, como este fic es la "adaptación" del "original" para el fandom de Kuroko no Basket, suelo escribir primero la otra versión y editar el capítulo para esta, pero esta vez quise hacerlo directamente para esta y editarlo después para la otra, para no retrasar más la actualización :)

Nuevamente, un súper millón de gracias a todas las personitas que leen este fic y que me dejaron sus tan súper lindos comentarios, que no se pueden ni imaginar lo feliz que me hacen. 

Sin más distracciones, aquí traigo el capítulo, espero les guste. Saludos ^^

El tiempo pasó completamente rápido, y sin darse cuenta, ya habían pasado cinco años desde que se marchó de Los Ángeles. Todo ese tiempo, no obtuvo ninguna llamada de Naruto, ni nada sobre él, cosa que en el fondo, agradeció, y Menma tampoco es que le contase algo sobre su hermano.

Menma se había quedado en Japón, aun pudiendo haberse ido a América para trabajar en la empresa familiar, tal y como su padre le había pedido, pero prefirió estar al mando de la nueva sucursal que abrieron en el país nipón.  

Desde que regresó de Estados Unidos, había cumplido lo que le dijo Sasuke, que se pondría en contacto con él y estar pendiente de Mamoru. La verdad que el pelinegro no pudo evitar no encariñarse con el pequeño, ya que era una auténtica preciosidad, aparte de que era su sobrino. Dijera lo que dijera su hermano y las pruebas, era su hijo.

Por supuesto, se autoproclamó padrino del niño, y tuvo que competir en una pequeña disputa con Sakura, que terminó en que ambos serían el padrino y madrina del pequeño. Por su parte, a Sasuke le proclamaron el padrino de Mizuki, la primogénita hija de Itachi y Shisui, que apenas se llevaba cuatro meses de diferencia con Mamoru.

Su vida era tranquila, terminó el último año de su carrera, y realizó su residencia en un hospital privado, que dio la casualidad que se trataba dónde precisamente estaba trabajando Sakura también.  

La pelirosa se había especializado en médica de urgencias, al igual que él, y llegó incluso a ser su médica adjunta cuando él estuvo realizando su residencia.

Después de ir ahorrando, alquiló un apartamento no muy lejos del barrio dónde vivía su hermano, así estaban cerca, y Mizuki y Mamoru podían verse muy seguido, aparte de estar en el mismo jardín de niños. Como auténticos primos, se llevaban a las mil maravillas.

Miró el reloj que había en la pared de urgencias, apenas le quedaba media hora para que su turno terminara, si ningún caso urgente lo requería. Iría a recoger a Mamoru del jardín de niños y pasaría el día con él, ya que justo hoy, era su cumpleaños número cinco.

—¿Te queda mucho para terminar? —oyó a Sakura a su espalda, llevando algunos expedientes de unos pacientes para archivar.

—Media hora, si no hay algo urgente. ¿Y a ti?

—Ni que fueras nuevo, sabes que en urgencias es un no parar —rio—. Uhm… todavía me quedan dos horas, hoy estoy de guardia. ¿Tienes pensado algo especial para el cumpleaños de Mamoru-chan?

—Pues la verdad es que tenía pensado en pasar el resto del día con él en el centro comercial, ya que hasta el fin de semana no tendrá su fiesta con los amiguitos de clase —explicó, tomando un expediente de un paciente que una enfermera le extendía para que lo revisara y firmara.

—¡Mi regalo le va a encantar! —dijo con felicidad—. Para algo soy su madrina y tía favorita.

—Aquí todo el mundo os adjudicáis el título de tío o tía favorito.

—Es que soy su tía favorita —sentenció. Después fijó su verdosa mirada hacia la recepción de urgencias y sonrió—. Creo que te solicitan, Doctor Uchiha —le susurró sonriendo, para saludar y a la vez marcharse. Sasuke no sabía a qué se refería su amiga, hasta que se giró y vio que se trataba de Menma.

—¿Qué haces aquí, te pasó algo?

—No. ¿Debía pasarme algo? —preguntó, con una sonrisa.

—Normalmente la gente va a los hospitales para que los curen, o a visitar enfermos.

—También pueden ir para esperar que el Doctor más famoso de urgencias termine su turno —respondió de forma coqueta—. Te queda media hora, ¿verdad?

—¿Cómo sabes mi turno?

—Bueno, digamos que tu jefa es conocida mía —dijo refiriéndose a Sakura—, y sabe todos tus horarios.

—Ya veo —desvió la mirada, algo avergonzado—. ¿Por eso estás aquí?

—Hoy es el cumpleaños de Mamoru, y venía a proponerte que lo llevemos al parque de atracciones, y después os invito a cenar, ¿qué me dices? —en ese momento entraron en el muelle de urgencias los paramédicos, trayendo a un herido en un accidente de tráfico.

—Creo que tendrás que esperarme más de media hora —respondió acercándose al paciente para atenderlo.

—No tengo prisa —le sonrió, viendo como el azabache entraba en la sala de urgencias y él mientras lo esperaba en la cafetería.

No podía negar que se sentía completamente atraído por ese hombre, y desde que empezó a mantener una relación más cercana con él debido a Mamoru, quería intentar por todos los medios enamorarlo.

Aunque el Uchiha era alguien difícil de tratar. Dentro de él pensaba que seguía enamorado de su hermano, ya que aunque llevaban años sin verse o sin tratarse, eso no quitaba de que tenían un hijo en común, y estaba seguro de que ver al pequeño Mamoru le hacía recordar cada día a Naruto.

Menma no se acercó a él con la intención de aprovecharse de la situación, porque mismamente ellos dos no es que tuvieran mucho contacto antes de que pasara todo aquello, ya que él incluso no se solía llevar muy bien con su propio hermano, menos iba a tener un trato con quién era su pareja.

Él sólo quería lo mejor para su sobrino, y quería hacer que Sasuke olvidara todo el desplante que le hizo el idiota de Naruto. Se acercó de forma sincera y desinteresada a él, pero terminó completamente enamorado.

Durante estos cinco años, no quiso intentar nada con él, por miedo de ser rechazado, pero ya hacía mucho tiempo que esperaba que sus heridas hubieran cicatrizado y le diera una oportunidad.

Pasaba mucho tiempo con él, lo invitaba al cine, a pasear, a cenar, adoraba a Mamoru y veía que a su querido sobrino también le agradaba. Y hoy quería invitarlo y pasar el día con él y el pequeño por su cumpleaños.

Dos horas es lo que tuvo que esperar para ver cómo Sasuke aparecía por aquellas puertas metálicas que daban a urgencias, completamente ya cambiado.

—Perdona por hacerte esperar, pero ya se sabe cómo es esto.

—No te preocupes, primero está el deber, y después el placer —sonrió—. Todavía Mamoru no sale de clase, nos da tiempo para ir a por él. ¿Vamos? —se levantó del asiento, esperando que el otro lo siguiera.

Fueron hasta el estacionamiento y se subieron en el auto color gris de Menma, quién condujo hasta el jardín de niños dónde estaba Mamoru. Ahí se encontraron a Shisui que había ido a recoger también a Mizuki.

—¡Tío! —exclamó feliz el pequeño pelinegro, al ver que su tío también había ido a recogerlo.

—Hey, campeón, feliz cumpleaños —lo cogió en brazos, mientras el niño sonreía—. ¿Quieres ir a algún sitio en particular? Hoy mandas tú.

—¡Quiero ir al parque de atracciones! —Menma le pasó el infante a los brazos de Sasuke, que también lo saludó con un gran abrazo.

—Me has leído la mente entonces, porque tenía pensado que fuéramos ahí.

—¿Los tres? —preguntó, mirando a su padre, que asintió—. ¡Bien! —exclamó feliz.

Se despidieron de Shisui y de Mizuki, quiénes lo felicitaron otra vez más antes de marcharse, diciéndole el mayor que el fin de semana tendría su regalo en su fiesta de cumpleaños.

Después, pusieron rumbo al parque de atracciones. Los ojitos azules de Mamoru brillaban de felicidad al ver cada atracción, sin dejar de indicarle a su padre y a Menma en cuáles se quería montar.

Se sentía completamente feliz de estar ahí, pero más aún de pasar el día con su papi y que con ellos estuviera su tío Menma. Le encantaba estar con él. Le parecía una persona genial, que le compraba cuanta cosa quisiera, jugaba con él, y hacía que los peluches hablaran.

Pero, sobre todo, veía lo bien que no sólo lo trataba, sino también a su papi. Él no sabía ni conocía quién era su otro padre, tampoco es que le hayan contado mucho de él, sólo que vive en otro país con su familia, por lo que no le desagradaba la idea de que su tío Menma se hiciera novio de su papi y así fuera su papá.

Durante toda la tarde, no paró de recibir llamadas de sus padres, pero las rechazó con molestia, hasta que, cansado de tanta insistencia, apagó su teléfono móvil, no quería que su buen momento, se viera estropeado, sólo le importaba que Mamoru se lo pasara bien.

Luego de aquella fabulosa tarde en el parque de atracciones, fueron a casa a cambiarse y recogidos nuevamente por Menma, que los invitaba a cenar en uno de sus restaurantes favoritos.

—¡Yo quiero pizza! —vociferó con entusiasmo el pequeño, desde el asiento trasero del coche.

—Ahí no hay pizza, no vamos a una pizzería, Mamoru —le dijo Sasuke—, la próxima vez vamos a una.

Nada más entrar, el pelinegro pidió su reserva, y rápidamente los llevaron hasta su mesa. En el camino hasta ella, alguien lo llamó, y todo su cuerpo se tensó de tal manera, pero no era el único.

—¿Menma? —nada más y nada menos que quién lo llamaba era su padre. Se giró y vio en una de las mesas a sus padres, junto a su hermano y aquella mujer. No le dio tiempo de reaccionar, porque recibió un golpe en su cabeza por parte de su madre.

—Te estuvimos llamando todo el día-dattebane —dijo Kushina molesta—. Pero tú has pasado de nosotros, ¿te parece bonito ignorar de esa forma a tus padres?

—Estaba ocupado —fue cuanto dijo. Miró de reojo a Sasuke, y sabía que se moría por desaparecer de allí lo más rápido posible.

—¿Tan ocupado para contestar ni tan si quiera a tus padres? —los ojos azules de Naruto se posaron sobre el azabache, y después pasaron hacia el pequeño infante, agarrado a la camisa de su papi, escondiéndose detrás de él—. Era importante lo que teníamos que decirte.

—¿Por qué no os adelantáis hacia la mesa? En seguida voy yo —el Uchiha asintió y agradeció que se diera cuenta de que se quería alejar de ellos. Tomó a Mamoru de la mano y con rapidez, se marchó.

—¿Qué haces con él? —cuestionó con molestia el rubio.

—No te debe importar en absoluto, hermanito. ¿Qué es lo que hacéis vosotros aquí? Mejor dicho.

—Si nos hubieras cogido el teléfono, sabrías de nuestra llegada y el motivo del por qué estamos aquí —habló su padre—. ¿Por qué no te sientas con nosotros y te explicamos?

—Tengo algo de prisa, como veis, estoy acompañado —Minato suspiró.

—Tu hermano llevará junto contigo la sucursal de aquí.

—¿Y a qué se debe eso y por qué no había sido informado? ¿Es que estás descontento con mi trabajo tal vez?

—Nada de eso hijo, sólo que, como hablamos, si vamos a realizar la expansión, lo mejor es que los dos estéis aquí para ayudarse mutuamente, mientras yo seguiré dirigiendo la de Los Ángeles, hasta que consigamos trasladarla completamente aquí, ya iba siendo hora de volver a Japón, y de ese modo, estaríamos también más cerca de ti —explicó el rubio mayor.

—No hacía falta que él viniera, yo me basto y me sobro —se cruzó de brazos, indignado—. Pero ahora no tengo ganas de hablar sobre esto, hablamos en otro momento, me están esperando.

—¿Por qué no te quedas a cenar con nosotros? —propuso la pelirroja a su hijo.

—Como ya dije, me están esperando, estoy ocupado.

—Por si no lo sabes, hoy es el cumpleaños de mi hijo, por lo tanto, tu sobrino-dattebayo —respondió Naruto, enfatizando en los posesivos. Su mirada se posó en el pequeño rubio de ojos azules, sentado entre su hermano y Kurama.

Lejos de todas las broncas que tenía con su mellizo, ese pequeño no tenía la culpa de nada, y estaba claro que era su sobrino y no debía echar en él todas las diferencias que tuviera con su familia.

—Muchas felicidades, ya cumples cinco años, eres todo un niño mayor —le dedicó una pequeña sonrisa al niño, que se la devolvió tímidamente con un gracias apenas susurrado—. Es cierto, hoy es el cumpleaños de tus hijos —contraatacó, haciendo énfasis en ese posesivo en plural.

—Que yo sepa, el único hijo de mi esposo es Keiichi —habló por primera vez Kurama—, nuestro hijo.

—Si ya no tenéis nada más que decir, me retiro entonces —espetó, molesto.

—Menma… no te vayas así, sólo queremos estar contigo también, celebremos el cumpleaños de Kei-chan todos juntos-dattebane —propuso su madre, queriendo tener a su familia reunida, después de tanto tiempo.

—Me están esperando, hoy también es el cumpleaños de mi sobrino, y quiero celebrarlo con él. Mañana hablaremos con calma sobre la empresa, porque no estoy para nada de acuerdo con eso —echó una mirada a su hermano, y después al pequeño, que se sobresaltó al tener esos azules sobre él, pero al ver que le dedicaba una sonrisa, se la devolvió nuevamente—. Cuando te vea la próxima vez, te daré tu regalo de cumpleaños, ¿vale campeón?

—¿Ahora quieres ejercer de tío? Mi hijo no necesita nada que venga de ti.

—Las diferencias que tengamos tú y yo no deben afectarle al niño, por si no te das cuenta.

—¿De verdad me lo dices, después de cinco años sin haber venido ni una sola vez a Los Ángeles para verlo-dattebayo?

—Déjalo, ¿no ves que sólo le importa el hijo bastardo del Uchiha?

—Ni los nombres —encaró a la mujer pelirroja—. Lávate la boca antes de hablar de Mamoru y Sasuke. Mamoru… Ese nombre no dejaba de resonar en la mente de Naruto.

Sin más, se despidió de su familia y volvió con rapidez a la mesa dónde los dos azabaches lo esperaban.

—Perdona, te prometo que no sabía que iban a estar aquí, sino por nada del mundo te hubiera traído —se disculpó Menma.

—No te preocupes, tú no tienes la culpa de nada —trató de sonreírle, sin dejar de mirar de reojo hacia aquella mesa dónde se encontraba el rubio, que tampoco le apartaba la mirada.

—¿Sabes Mamoru? —llamó la atención del niño, que se mantenía demasiado callado—. Es cierto, aquí no hay pizza, y se me apetece a mí también ahora pizza, ¿te parece si nos vamos mejor a una pizzería?

—¿En serio? —preguntó, dudoso.

—Es tu cumpleaños, tú mandas, y si lo que tú quieres es comer pizza, nos vamos a una pizzería —sentenció, sonriéndole. Llamó al camarero, y se excusó diciéndole que se marchaban, no sin antes pagar las bebidas que ya habían pedido.

Sasuke agradeció en el alma que Menma dijera de marcharse. No se iban porque Mamoru prefiriera una pizza, pero era la excusa perfecta para irse de allí y no tener que seguir incómodo. Tampoco quería que su hijo supiera que, a escasos metros de ellos, se encontraba su padre, celebrando el cumpleaños de su otro hijo, mientras que el de él no, porque ni si quiera quería saber de su existencia.

—Tío Menma, ¿quiénes eran esas personas? —el nombrado miró a Sasuke, preguntándole con la mirada si debía responder o no. Éste le hizo un gesto afirmativo con la cabeza.

—Bueno… ellos son mis padres y mi hermano.

—¿Ese niño es el hijo de tu hermano?

—Así es—observó de reojo al Uchiha, que prefirió mirar por la ventana.

—¿En serio? ¿Y podré ser amigo de ese niño? —preguntó con inocencia.

—Pues… no lo sé, no sé si se queden a vivir aquí —mintió. Sabía que eso sería doloroso si supiera que se trataba de su propio padre y hermano.

Ambos adultos, decidieron olvidarse por el momento de ese incómodo encuentro, y centrarse en celebrar el cumpleaños de Mamoru, que estaba feliz de comer en la pizzería que él tanto quería.

Después de dicha velada, los acompañó hasta su apartamento. El infante se había quedado durmiendo en el camino en auto, y fue cogido en brazos por Menma, que en la puerta de la casa, se lo pasó a Sasuke.

—Siento que hayas tenido que pasar un momento incómodo —volvió a disculparse.

—No te preocupes, de verdad. Con que no lo vuelva a ver, me quedo tranquilo —el de orbes azules se llevó su mano al cabello, frotándolo.

—Bueno… a mi padre se le ha ocurrido la brillante idea de que Naruto se viniera aquí a dirigir la empresa conmigo —hizo una mueca de disgusto—. Y estaban todos reunidos para celebrar el cumpleaños del niño…

—Qué irónico, ¿verdad? Él celebrando el cumpleaños de su hijo y en cambio ni se preocupa por su otro hijo, que también es su cumpleaños hoy —dijo con tristeza.

—Tú no te preocupes, que aunque esté aquí, yo mismo me encargaré de que ni se le ocurra molestarte.

—Sé defenderme por mí mismo —respondió con sequedad—. Gracias por lo de hoy, Mamoru se lo ha pasado muy bien.

—Haría cualquier cosa por él —sonrió, acariciándole tiernamente los cabellos del pequeño, que dormía tranquilamente en los brazos de su padre.

Por unos segundos, se quedó mirando al niño, y después pasó sus ojos azules hacia Sasuke, para después, acercarse lentamente hacia él, hasta posar levemente sus labios en los ajenos, hasta convertirlo en un beso.  

—Será mejor que… entre a acostar a Mamoru —susurró el azabache después de separarse—. Hasta mañana.

—Hasta mañana entonces… —sólo le dio tiempo a levantar su mano para despedirse, porque el de ojos oscuros se adentró con rapidez en el apartamento—. Lo tengo decidido, trataré de conquistarte.

.

.

Sasuke se quedó por unos segundos como idiota detrás de la puerta cerrada. Se llevó su mano libre hasta sus labios, y no pudo evitar sonrojarse. Llevó a Mamoru a su habitación, y lo empezó a desvestir para acostarlo.

—Papi… —habló con somnolencia.

—Hey… —susurró con ternura—. ¿Tú no estabas durmiendo?

—Papi… —volvió a decir—. Ya sé que me diste mi regalo de cumpleaños, pero ¿me puedes dar otro que quiero?

—¿Otro? ¿Y qué es lo que quieres ahora?

—¿El tío Menma puede ser mi papá? —. Sasuke se le quedó mirando, para después desviar la mirada, nervioso.

—¿A qué viene esa pregunta?

—Es que me gustaría mucho que el tío Menma fuera mi papá. ¿Crees que él dirá que sí?

—Eso no es así de fácil de preguntarle y ya, es algo más complicado.

—No sólo le preguntaría a él, por eso te lo estoy también preguntando a ti, porque para que sea mi papá, tiene que estar contigo. ¿Tú quieres casarte con él? —en ese momento, no sabía qué contestar o cómo salir de la situación.

—Será mejor que te duermas, hablaremos de eso en otro momento, venga duérmete ya —le pidió, dándole un beso en la frente y arropándolo. El pequeño se resignó a que la conversación terminó, pero él no desistiría tan fácilmente, le gustaba mucho su tío Menma, y él quería que fuera su papá.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer :) 


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