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Longines Watch por Yoshita

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Notas del capitulo:

Siguiendo con nuestra historia, Tony no va a ser un triste idiota siempre.

Steve había logrado terminar de arreglar su departamento el domingo en la noche, antes de que dieran las 9. Se sentía satisfecho y podía garantizar que le había tomado menos tiempo del esperado.

-Ahora solo queda conseguir empleo.

Se sentó en su poltrona mientras tomaba un vaso de leche, ¿qué le depararía la vida como entrenador de un equipo de baseball universitario? ¿Lograría que también fueran exitosos al igual que su equipo cuando se encontraba en el ejército? Aunque dependía de los jugadores también, Steve no podría hacer volar un gato, así que dependía de las habilidades personales de cada jugador y de cómo funcionaban en conjunto.

-Iré mañana en la mañana hasta la universidad- se decidió.

Repentinamente se volvió a acordar de su triste vecino, Tony no parecía dar señales de vida, no importaba cuantas veces él y otros hubiesen tocado a su puerta. Había visto a varios hombres acercarse, tocar y gritar hasta más no poder, también hacían llamadas, pero no había señal del multimillonario idiota. Quizá si estaba muerto como había dicho.

-No, no es tan idiota como para morir.

O eso esperaba, realmente eso esperaba.

 

 

Luego de dar la entrevista, Steve se sintió aliviado. Le habían dado el empleo porque no había nadie más que quisiera tomar el puesto y porque realmente tenía unas muy buenas referencias personales, no cualquiera lograba sacar del caño a un equipo al que toda la armada tenía en el peor de los conceptos. Podía suceder lo mismo con ese equipo universitario aparentemente en una peor situación que la de su vecino. O quizá la situación de su vecino fuera peor, no lo sabía.

Pasó por un supermercado, necesitaba comprar cosas para su casa y para poder comer algo decente, no había hecho sino comer pizza desde el día en que llegó y todo porque era lo más fácil dado que estaba de mudanza.

-Creo que debería llevar leche… pero no tengo nevera… al menos huevos, café, pan, galletas… bueno, al menos eso podría funcionar.

Pasó con la canasta por los estantes, añadiendo cosas que seguro iba a necesitar.

-Necesito urgentemente una nevera.

Terminó en la sección de aseo y cuando fue a pagar, la cajera estaba sorprendentemente interesada en sus datos.

-¿Está registrado ya en nuestra plataforma?

 -No.

-¡Ah! Es nuevo en la ciudad.

-¿Cómo lo sabe?

-No hay nadie en Nueva York que no se encuentre en nuestro sistema. ¿Desea registrarse?

-No, yo…

-¿Seguro? El registro le garantiza un 10% de descuento cada 10 compras si el monto supera los 100 dólares. Además, participa mensualmente por un bono de 150 dólares para redimir. Puede, también, gozar de parqueo gratis luego de dos horas y demás beneficios.

Steve resopló.

-Está bien, deseo hacer el registro.

-¡Bien!- la chica le dio una hoja en blanco y un esfero- anote, por favor, su nombre completo, su dirección, su documento de identidad y su número telefónico.

Steve asintió, no perdía tampoco su tiempo, era una buena oferta la que le ofrecía la muchacha acerca del sitio y era un almacén cerca de su apartamento, valía la pena.

-Tenga, aquí están todos mis datos. Gracias- tomó las bolsas y salió del almacén.

-¡Que tenga buen día, Steven!

 

 

-¿Barton?

-Sigue sin contestar- colgó- apuesto 10 dólares a que ya se murió.

-Cállate.

Los tres hombres estaban sentados en una bonita sala de recepción.

-¿Y si volvemos a tocar la puerta?

-¿Cuántas veces lo hemos intentado ya? Eres un genio, Banner, actúa como tal.

-Y tú eres un yo-no-sé-qué del ejército, ¿no puedes allanar el apartamento de Tony al menos para saber si respira?

-Lo más fácil es espera a Nat y que ella patee ese trasero de millones de dólares hasta que vuelva a ser un ser humano decente.

-Barton tiene razón, por muy cruel que suene, Natasha tiene el poder, todos lo sabemos.

Los tres hombres suspiraron al tiempo. La recepción de la Torre Stark llevaba días recibiéndolos a diferentes horas. Los tres esperaban el momento en que el dueño apareciera, pero habían pasado tres días y no había señal alguna del moreno. Solo gente. Un hombre con niños. Una pareja de muchachas. Dos abuelitos. Un hombre fornido. Pero ninguna señal de Stark.

-¿Sigue sin contestar su teléfono?

-Sigue reproduciendo el mismo mensaje deprimente y si sigo insistiendo, Jarvis se disculpa y dice que Stark no está disponible. Lo mismo si toco a la puerta.

-¿Quién lo ha intentado?

-Yo, tu, Rhodey, Happy…

-El hombre está destrozado.

-Dime algo que no sepa, Rhodes.

-Lo siento, señor genio.

-Vamos, señores, no es momento de pelear.

Rhodes y Banner volvieron a sentarse en los sillones de cuero negro de la recepción.

-¿Cuándo llega Natasha?- preguntó el hombre que respondía al nombre de Banner.

-Mañana al medio día.

-¿Confirmado, Barton?

-Totalmente.

-Entonces esperemos. Nat es nuestra última oportunidad.

 

 

Steve ingresó al edificio cargado de bolsas. El hombre de la recepción lo saludó y le preguntó si sabía algo de Stark.

-Disculpe, Señor Rogers, pero el Señor Stark vive en frente suyo y esos caballeros- señaló tres hombres que estaban en la recepción- lo necesitan. Preguntan por él todos los días desde el viernes.

-No sé de él realmente. Intenté tocar a su puerta y llamarlo, pero no hay respuesta.

-También nosotros- los hombres se acercaron a Steve- no sabemos nada de Tony desde el viernes en la mañana cuando… lo perdimos de vista.

-Yo hablé con él- dijo Steve- me ayudó con mi mudanza y me contó lo que pasó. No estaba muy bien que digamos y lo último que me dijo antes de encerrarse en su apartamento es que esperaba no morir mientras lloraba. O algo así.

-Pero, ¿Tony si está en su departamento?- preguntó uno de los hombres.

-Sí, sí está. O hasta donde yo supe, ahí iba a estar.

-Al menos no está vagando sin rumbo fijo.

-Espero que no- murmuraron todos los presentes.

 

 

Natasha volvía en el vuelo del medio día y Clint Barton le había asegurado ir a recogerla. Lo que la muchacha no sabía era el panorama que le esperaba al volver.

-¡Clint! ¡Qué alegría verte!

-¡Hey Nat!- saludó.

-Bueno, ¿cómo van las cosas por aquí? ¿En dónde están nuestros recién casados? Qué lástima haberme perdido la fiesta. Estuvo excelente, ¿no es así? Debes mostrarme fotos… ¿qué sucede?

-Nat… Pepper no se presentó a la boda. Dejó a Tony plantado en el altar.

-¿Que esa mujer hizo qué?

-Bueno, luego de una hora de tardanza, todos nos dimos cuenta. Ni siquiera sus padres sabían dónde estaba. Ella solo se desvaneció, desapareció.

Caminaron hacia el estacionamiento del aeropuerto mientras hablaban.

-¿Me dices que Pepper, la Pepper Potts que conocemos, abandonó a su prometido el día de su boda?

Clint asintió.

-¿Cómo está Tony?- suspiró. No era la noticia que esperaba al volver de viaje.

-No lo sabemos- contestó mientras le ayudaba a Natasha a guardar su equipaje- no contesta llamadas  y tampoco nos abre la puerta de su departamento.

-¿Siquiera saben si se encuentra allí?- preguntó con tono sarcástico. Ella conocía muy bien al multimillonario.

-Sí. Su vecino de en frente garantizó que Tony volvió a su apartamento el viernes en la noche.

La muchacha lo meditó. Sabía cómo debía estarse sintiendo el moreno, pero ella no iba a permitir que Tony Stark se volviera un manojo de nervios por culpa de una mujer que no lo sabía apreciar.

-Clint, vamos donde Tony, hay muchas cosas que arreglar.

El hombre sonrió. Habían hecho bien en esperar a Natasha.

 

 

-Tony. Tony, soy yo, Steve- intentó probar suerte de nuevo luego de almorzar. El hombre no había dado señales de vida a nadie, ni siquiera a sus amigos- ¿Stark? Vamos, sé que estás ahí.

La puerta del elevador se abrió. Los tres hombres del día anterior, en compañía con una mujer, se bajaron y avanzaron en dirección a la puerta del departamento de Tony Stark.

-¿Quién eres?- preguntó la mujer, desafiante.

-Soy Steven Rogers- respondió de igual forma.

La muchacha lo miró fijamente, algo sorprendida.

-¿Capitán Rogers?

Steve se sorprendió de igual forma.

-¿Sí?

-Esto debe ser una broma. Natasha Romanoff, servicios especiales.

-¡Romanoff!

-¿Quiere alguien ponerme al día?

-Luego- habló la mujer. Se acercó a la puerta y dio un golpe sordo- ¡Stark! ¡Sé que estás ahí! ¡Abre, ya! ¡Es una orden!

-Señorita Romanoff, que gusto tenerla de vuelta- habló Jarvis- el Señor Stark se encuentra indispuesto, por favor, vuelva…

-No me importa cómo se sienta el Señor Stark, Jarvis. Déjanos pasar.

-Lo siento, Señorita Romanoff, no puedo…

-¡Jarvis!

Se hizo silencio.

-Jarvis.

-No puedo permitirles el ingreso, Señorita Romanoff…

-Voy a tirar la puerta, Jarvis, y sabes que soy capaz de hacerlo.

-Le pediré gentilmente que se abstenga, Señorita Romanoff…

-Puedes pedirlo todo lo que quieras- se colocó unos auriculares y reprodujo una canción. Subió todo el volumen- ¡puedes decir lo que quieras que no te oigo!- la muchacha se estaba preparando para arremeter contra la puerta.

-Nat, esto no es una buena idea, detente.

-Nat, escúchalo.

-Nat…

Justo antes de que la muchacha hiciera algún movimiento salvaje, la puerta del departamento se abrió.

-Es usted muy convincente, Señorita Romanoff.

-Gracias Jarvis.

Entraron al departamento. No estaba tan desordenado como pensaban que iba a estar, sin embargo, el dueño no daba señales de estar en ninguna parte. Steve no dejaba de mirarlo, ese departamento era impactante, muy sobrio, muy elegante.

-¿Por qué está helando aquí? Jarvis, sube la temperatura. ¿Dónde está Tony?

-El Señor Stark se encuentra en el bar.

Natasha chasqueó la lengua.

-Andando.

-¿El bar?- dijo Steve- ¿no deberíamos salir a buscarlo?

-Steven, Steven, querido Steven- uno de los hombres le palmeó la espalda- no sabes con quién tratamos, ¿o sí?

-¿Tony Stark?- le dijo al hombre- ¿y usted…?

-Ah, sí, no soy tan genio. Bruce Banner.

-Si dejaron de fraternizar, ¿vienen?- Natasha los llamó desde el ascensor.

-Espera- Steve caminó lento hasta el elevador- ¿tiene uno de estos dentro?

-Por eso pregunté si sabías con quién tratabas- Banner entró y presionó el 3- Tony no es cualquier idiota genio. Es el multimillonario idiota genio. Y vive en la mitad de los últimos once pisos del edificio.

-Preguntas al final del recorrido- dijo Natasha cuando la puerta se abrió.

Bajaron todos y ojearon el salón. Había varias botellas abiertas sobre la barra, música metal a todo volumen y un bulto amorfo justo en medio del enorme sillón rotatorio blanco en una de las esquinas. Ese bulto era, seguramente, el dueño de la torre.

-¡Stark!

-Realmente no me place oír tu voz, Romanoff.

-Estoy de acuerdo contigo.

-¿Buscaban algo?

-A ti, Tony- uno de los hombres se adelantó unos pasos- no sabemos de ti desde el viernes. Vamos, ¿no crees que el padrino debería saber al menos qué ha sucedido con el novio? Todos están cuestionándome: “Rhodes esto, Rhodes lo otro”… vamos amigo, no quiero volver a decir que te escapaste al Amazonas.

-Aunque odio admitirlo, el laboratorio no es lo mismo si no vas. Tengo a todos los equipos haciendo lo que quieren y no oyen lo que les digo. La compañía saldrá de control si no vuelves. No puedo seguir siendo el Dr. Banner que está al mando. Ese no es mi estilo.

-Yo solo estoy preocupado. Tan pronto volvió Nat, fui a buscarla al aeropuerto para que ella pateara tu trasero fuera de este lugar.

-Todos son inmensamente amables, pero estoy bastante bien.

-Stark- llamó Natasha- sal de ahí.

-Aquí estoy bien, gracias.

-Stark- repitió- sal de ahí y habla con nosotros.

-¿No lo hago?

-Jarvis…

Hubo un silencio.

-Personificación de voz inhabilitada. Es usted muy inteligente, Señorita Romanoff.

-Ya conozco al hombre.

-Eres una arruina planes, Natasha- la voz grave y pastosa salió de detrás de la barra- yo quería convencerlos de que estaba bien.

-Si no fuera por Nat, nunca lo hubiera notado.

-Es porque eres un idiota, Barton.

-Mira, Stark- dijo Barton mientras caminaba hacia el sitio de donde provenía la voz- te golpearía, pero…

Se detuvo.

-Dios, Stark.

Barton se acercó al moreno. Estaba tirado en el suelo, aun con la misma ropa del día de su boda, completamente sucio de café, galletas, licor y mugre. Sus ojos estaban enmarcados por unas ojeras absurdamente grandes y se notaba que había perdido peso. Barton lo levantó del suelo con una facilidad abrumadora.

-Tony…

-No digan nada- dijo. Su voz sonaba rasposa y cansada.

-Clint, ayúdalo a tomar un baño. Rhodey, llama a limpieza, hay que ordenar este lugar. Banner, necesitamos que coma algo, encárgate. Yo buscaré algo para que se cambie esos harapos.

-¿Y yo?

-Steve, tu puedes sentarte en el sofá de la sala y ver una película. Esto no te incumbe.

-Claro que me incumbe. Soy…

-¿Su vecino? Te agradecemos que trataras con él el viernes, pero ya estamos aquí, podemos encargarnos.

-No- dijo reacio.

-Ugh, los rumores eran ciertos, eres testarudo a mas no poder.

-Hago lo que tengo que hacer por el bien de los demás.

-Eres imposible. Bien, bien, ayuda a Clint, tenemos que hacer que este hombre vuelva a relucir como antes.

-Bien.

Steve se acercó a Tony por el lado contrario al que lo sostenía Clint.

-Oh, capitán Rogers, ha vuelto. ¿Aun come pizza con piña?

-Para tu disgusto, si, sigo comiendo pizza con piña.

-No es la mejor opción.

-No ando criticando que lleves 4 días con la misma ropa y a base de café y licor, ¿o sí?

-Qué sensato, Rogers.

-Tampoco elegiste la mejor opción, ¿o sí, Stark?

-Culpable. Vamos señores, llévenme al baño, no hagamos esperar a la jefa.

-¡Una palabra más y te patearé todas las escaleras de aquí a la recepción!- Natasha exclamó antes de que el ascensor se cerrara.

-¿Quién le dio a esa mujer permiso para amenazarme?

-Nat no necesita permisos de nadie y lo sabes.

-Créeme, Barton, que incluso aunque alguien le diera permisos o no a Romanoff, ella simplemente le alzaría los hombros y seguiría su camino hasta apuñalar a alguien con un estofado de carne congelado porque sí, porque esa es Natasha y si algún día se enoja conmigo, dios se apiade de mi alma.

Steve rio con las extrañas ocurrencias del moreno. Apenas estaba conociéndolo, pero era un hombre tan extravagante y singular que seguramente lograría reponerse en unos cuantos días y volvería a ser el magnate extrovertido y petulante que veía siempre en los reportajes de tecnología de las noticias.

Clint pidió el elevador.

-Sigo sin creer que tienes un ascensor privado.

-¿Qué querías, capitán? ¿Que subiera y bajara escaleras por once pisos?

-¿Once pisos?- subió al ascensor y vio los botones. Eran once en total.

-Mira, capitán- presionó el diez- soy el dueño de la torre. ¿Crees que iba a vivir en un apartamento común y corriente? No, no señor, los últimos once pisos del lado izquierdo de la torre son solo míos.

Clint rio.

-Es un idiota, pero es cierto. Tiene, dos parqueaderos…

-Dos parqueaderos, un salón, un bar, un gimnasio, tres pisos de taller, el departamento, la terraza y una sala de proyecciones. Once pisos.

-¿Tres pisos de taller?

-Oh, Steven, tu sorpresa me divierte- Tony parecía muy satisfecho con la expresión de estupefacción de su rubio vecino- ¿recuerdas que te dije que no podías llamar a esto “apartamento”?  Es más una casa alargada o un pedazo de edificio solo para mí. Tienes que admitir que soy generoso y no tomé los 55 pisos completos de la torre. Porque ya viste que están las galerías y el museo de la tecnología y…

-Sí, sí… lo vi. Impresionante- murmuraba.

-Déjalo ir, Steve, es solo un lujo de millonario.

-No lo puedo creer- el ascensor timbró y las puertas se abrieron, mostrando el piso del departamento- es demasiado ostentoso, ¿no lo crees?

-No realmente- negó Tony- hay tres pisos que son de taller, que es como si me trajera la oficina a casa, dejando eso, quedan ocho pisos, de los cuales, dos son parqueaderos, lo que nos deja seis pisos.

-¿Vivir en seis pisos no te parece demasiado?

-Bueno- habló Clint- uno de los pisos es el bar, que lo usamos siempre para reunirnos todos. Eso es bastante conveniente, porque significa que nos ahorramos en bares y de paso, podemos dormir aquí si nos pasamos de copas. Seguro, confiable y un excelente servicio. Y el último piso es una terraza con piscina y BBQ, para fiestas de otro tipo, más informales y relajadas.

-Lo que, capitán, nos deja cuatro habitaciones. Mi departamento personal, donde estamos, el gimnasio, una sala de proyecciones y un salón- dijo Tony mientras lo sentaban en la taza del baño.

-Sigue siendo demasiado para mí.

-Es bueno que no seas tú quien vive aquí, Rogers.

-Vamos, Stark, quítate esos harapos y date una ducha de al menos tres horas, hueles peor que Banner en sus peores días.

-No sé qué quieres decir, Barton, pero le diré a Bruce sobre esto.

-Ven, Steven, dejemos al señor yo-sé-lo-que-hago que se dé un baño.

 

 

Cuando Tony salió de la ducha, había estofado de pollo encima de la mesa, con papas fritas y una extraña ensalada con arándanos que Bruce había improvisado. El departamento y el bar estaban limpios y la temperatura del ambiente ya era agradable. Los cinco invitados estaban a la mesa, conversando.

-Veo que ya conocieron a mi nuevo vecino, Steve.

-Bueno, en eso estamos. Aunque Nat ya conocía a Rogers, ¿no es así, Nat?

-Bueno- comenzó la pelirroja- cuando hice parte de las fuerzas especiales de Washington, tuve que verme involucrada con un equipo de soldados que habían sido compañeros de Steve. No dejaban de hablar del testarudo capitán que había llevado al equipo de baseball a la victoria y había evitado unos cuantos atentados en la Casa Blanca. Nunca tuve contacto directo con Rogers, pero leí todo su expediente.

-No me hace gracia realmente- rio el rubio- pero siempre tenía una furia latente hacia Natasha. A ella le asignaban las operaciones más interesantes, mientras que a mí me trataban como un soldado.

-Eras un soldado, Rogers.

-Sí, pero era capaz de más. Al final nunca pude colaborar con las misiones especiales y me retiré sin gozar de la adrenalina que aportaban.

-Lo siento- murmuró Rhodes riendo- eso es culpa mía. Los archivos de las misiones llegaban a mi departamento y nosotros éramos quienes asignábamos las misiones. Básicamente, mi equipo y yo nunca te dimos esas misiones. Pero no era porque no quisiéramos, sino porque eras mejor en otras.

-¿Coronel Rhodes?

-James Rhodes a tu servicio.

-Bien, bien, bien- Tony corrió una silla y se sentó- ¿hay alguien en esta habitación que no haya sabido de mi rubio vecino antes de hoy?

Clint y Bruce alzaron la mano.

-Bueno, Clint, Steve. Steve, Clint. Bruce, Steve. Steve, Bruce. Punto final.

-Era mejor cuando te estabas ahogando en alcohol.

-Era mejor cuando estabas en Rusia y no molestabas a nadie, maldita bruja.

-Solo tienes celos de que conozcamos a tu vecino primero que tú, porque eres un playboy que no puede soportar no conocer a alguien.

-No te equivocas, Natasha- dijo el moreno mientras caminaba a la cocina por un vaso de café- me molesta sobremanera que no quisieron presentarme al apuesto Steve antes.

-¿Disculpa?

-No te hagas el ingenuo, Rogers- se sentó en la silla de la cabecera y colocó los pies sobre la mesa- ¿te has visto en un espejo?

-Muchas veces, ¿por qué?

-¡Alguien que golpee a este hombre!- se puso de pie y comenzó a dar vueltas en sus pies- ¡alguien golpéelo! ¡Mírate, Rogers!- se detuvo- apuesto a que a ti no te abandonarían en el altar.

Se hizo un silencio pesado. Todos evitaban el contacto visual y uno que otro carraspeaba de momento. Steve no sabía que decir.

-Anímense- se sentó de nuevo donde había estado y bebió un sorbo de su café- no me hagan sentir como en un funeral. Oh, vaya, estofado- tomó un plato y se sirvió una enorme cantidad de pollo, papa y ensalada- oh, huele a gloria, luego de cuatro días sin comer, incluso la receta casera de Fury tendría un sabor fascinante- probó un cucharada- está buenísimo- dijo con la boca llena- realmente bueno.

-No quiero desperdiciar nada de pollo- Natasha tomó asiento y se sirvió también- además, tengo mucha hambre, la comida del avión es un desastre total.

-Veamos, Doctor Banner- habló Clint mientras se servía la tercera cucharada- si sus habilidades culinarias son tan buenas como las científicas. Espero no nos decepcione.

-Me tengo confianza- murmuró mientras se comía una taza de arándanos- más de la que me tengo en un laboratorio.

-Vamos, Doctor- Rhodes limpiaba el plato con los dedos- esto está sabrosísimo, ¿pero cómo lo hiciste?

-Un poco de tiempo libre y programas de cocina para mujeres mayores.

-Debería darte mucho tiempo libre- Tony se relamía los labios- y un nuevo empleo como chef. Y quizá yo debería deprimirme más seguido. ¿Van a comer más? ¿No?- se sirvió otro plato lleno, con más papa y ensalada- está buenísimo. Rogers, tienes que probar esto, no puedes desperdiciar un buen plato y menos cuando es gratis. Vamos, Rogers, no vas a engordar, si eso te preocupa.

-Oh, no, no me preocupa eso… siento algo de pena, vine sin ser invitado y…

-Cállate, Rogers y come.

-Steve, quiero aclararte una cosa- habló Banner con la boca llena de frutos secos- o comes por tu voluntad o Stark va a embutirte la comida y todos sabemos cuál es la mejor opción.

El rubio preció intentar buscar la manera correcta de declinar, pero la mirada incesante del dueño de casa no lo dejó pensar con claridad. Maldita sea la terquedad de ese hombre.

-Está bien- se resignó- comeré- tomó asiento al lado de Tony, en la única silla libre.

-¡Bien!- aplaudió el millonario- estás en tu casa, Rogers, siéntete como en ella. Y ahora- se dirigió a los demás- ahora que están aquí, ¿cómo van a hacer que me sienta mejor?

-¿Qué?

-Vamos, Barton- se limpió la barba llena de salsa- estuve peor que la depresión del ´29, algo deben hacer por mí.

-¿Qué tal dejarte con tu rubio vecino mientras lo intentas seducir y nosotros nos reímos viendo todo por las cámaras? Es broma, Steve- le susurró la pelirroja al implicado- no haríamos eso, pero bien que me encantaría verlo.

-Por muy apuesto que me parezca nuestro querido nuevo capitán, no es de mi gusto- Tony miró de arriba abajo a su vecino. Entrecerró los ojos, el hombre si era de su gusto, pero, ¿qué tanto?- lo siento, Steve. Te ves muy… anticuado.

-¿Anticuado?- cuestionó el rubio. Los demás trataban de ahogar una carcajada.

-Sí, Rogers, lo lamento. No tienes oportunidad conmigo.

Steve estaba confundido. Días antes, el moreno estaba llorando en su piso, entre cajas de mudanza y ahora coqueteaba con él.

-Es una broma, capitán- rio Tony- ¿creíste que…? ¡Oh, por Isaac Newton, pensaste que hablaba en serio! Lo siento, Rogers, hasta ahora me conoces, pero siento que te conozco de toda la vida, ya te considero como un amigo- el moreno estalló en carcajadas- te dije que me las cobraría.

-No lo escuches- Bruce puso una mano en su hombro y le sonrió de manera tranquila- luego de un tiempo uno se acostumbra, créeme.

 

 

Para el viernes, Tony Stark estaba casi al 80% de ser el mismo idiota de antes. Ya iba al trabajo, molestaba a Bruce Banner, se había enterado que  su vecino lo habían aceptado como entrenador del equipo de la universidad, Natasha había logrado que saliera con otras mujeres y Barton le había hecho prometer que le arreglaría la mirilla de su arco, que, lamentablemente, había caído en desgracia gracias al nuevo perro que sus hijos habían adoptado.

-Carla, necesito que llames a Inglaterra, habla con el Señor Morrison y pregúntale para cuando necesita el lector que me encargó- la secretaria anotaba rauda los pedidos del moreno.

-Sí, Señor Stark.

-Gracias Carla- se colocó el saco y antes de salir, llamó a la muchacha- Carla, ¿aún tenemos activo el programa de pasantes?

-Sí, Señor.

Tony lo meditó por un momento.

-Escribe una cara para The City University of New York, es hora de darle una oportunidad a la educación pública.

-Como diga, Señor. ¿Cuántas vacantes?

Tony lo meditó de nuevo.

-Quinientas vacantes.

La muchacha abrió los ojos, sorprendida.

-¿Quinientos puestos?

-Sí- se arregló el cuello y las mangas- me siento generoso. Necesito la carta lista para antes del mediodía.

-Sí, Señor.

 

 

Steve terminó el entrenamiento matutino temprano. Los chicos parecían desmotivados y con falta de ánimo. Como su trabajo había sido acordado para ser de tiempo completo, almorzaba en la cafetería, en una esquina, mientras leía el periódico. En la primera plana estaba su vecino, el afamado Anthony Edward Stark, anunciando que volvía a la vida cotidiana y que Stark Industries tendía una sorpresa para la comunidad. Steve sacudió la cabeza, el tipo no era malo, solo era un idiota con buen corazón y gustos extravagantes, pero era alguien con sentimientos y un propósito.

-¡Está en las noticias!- oyó que gritaban bastantes voces femeninas.

-¿Debería adivinar?- se dijo y miró de reojo. Efectivamente, ahí en la pantalla grande estaba el mismísimo Tony Stark, hablando de innovación y tecnología.

Se sentía rodeado por el hombre, le salía el nombre del moreno hasta en el desayuno, porque si, porque había comprado ese dichoso cereal con la cara del millonario y, efectivamente, ahí estaba, en la sección de los más vendidos. Al principio pensó que era por tratarse del moreno, pero maldijo al mundo cuando lo probó. Eran hojuelas de arroz con sabor a café amargo. Eran absurdamente deliciosas. Pero Tony Stark no necesitaba saberlo, no iba a funcionar como helio para inflar el ego del hombre, no señor.

Cuando salió de la cafetería para el entrenamiento de las 2 de la tarde, un gentío acumulado en la entrada principal de la universidad hizo que su camino se desviara por un momento. No estaba acostumbrado a jóvenes hormonales y ruidosos, por tanto, ese comportamiento tan exagerado le parecía muy extraño. Arrugó el gesto, ¿qué podía desestabilizar a tanta gente? La respuesta no se hizo esperar.

-¡Rogers!- esa inconfundible voz.

-Stark- saludó por encima del gentío, aprovechando su altura, logró que el moreno viera como le saludaba con la mano extendida y una sonrisa.

-Oh, vaya, aceptaste mi sugerencia, ya estás aquí- dijo el moreno mientras se hacía paso por todo el mar de gente que lo rodeaba- así que te aceptaron, ¿eh?

-Sí, digamos que sí, igual nadie más había querido tomar el puesto, así que era su primera y única opción. Era yo o la desaparición total del equipo y no parecían dispuestos a que la universidad se quedara sin equipo.

-Vaya, entonces eres un héroe, Steve- se refirió al rubio- primero me salvas a mí y luego a la universidad, buen trabajo.

-No soy un héroe- negó- solo hago lo correcto.

-Lo que digas, capitán- se dio la vuelta para seguir su camino- espera- se volvió- ¿a qué hora sales?

-A las 4, ¿por qué?

-Te recojo, nos vemos- el moreno le dio la espalda y caminó por el amplio pasillo hasta desaparecer de su vista, seguido de todo el tumulto de estudiantes interesados en el multimillonario.

-¿Qué le sucede a ese hombre?

-Es un caprichoso mimado- murmuró un hombre a su lado.

-¿Perdón?

-Oh, sí, lo siento, soy Happy, el chofer/asistente personal/hacedor de absolutamente todo del Señor Stark. Lo conozco desde hace bastante rato. Es un idiota, pero tiene buen corazón, al menos el corazón que le queda.

-¿Entonces conociste a su ex-prometida?

-Completamente. Pepper era una chica buena y trabajadora, siempre dispuesta a ayudar a Tony en cualquier sentido, ella siempre estaba para él. Y él, luego de un tiempo, descubrió en su asistente un amor incondicional. Era de esperarse, supongo, pero se veían tan bien juntos, que cuando anunciaron su matrimonio, no había visto a dos personas más felices con la vida que ellos. Se tomaron un descanso de la empresa para planear la ceremonia, los invitados, el lugar, la fiesta, el viaje, absolutamente todo lo hicieron entre ambos, Tony no dejó que nadie le ayudara porque es un idiota terco y solo Pepper podía con él.

-¿Y por qué lo dejó?

-Nadie lo sabe- suspiró- nadie sabe del paradero de la señorita o de por qué desapareció. Ni siquiera sus padres tienen razón de ella. Es como si se hubiese esfumado del mundo.

Steve meditó. Stark era todo lo que quisieran y dijeran, pero no era alguien que mereciera el trato tan desinteresado que su ex-prometida le había dado.

-Afortunadamente, Tony se ha recuperado- dijo contento- volvió a la compañía y anda retomando todos los negocios que dejó en stand by antes de la boda, lo cual lo mantiene ocupado y genera ganancia a la empresa. Está incluso planeando asociarse con la universidad, por eso estamos aquí.

-¿Qué clase de asociación?

-Quiere llevar pasantes a Stark Industries. Es la mejor manera de ayuda mutua con la sociedad. Sin embargo, nunca antes había incursionado con una universidad del estado, siempre buscaba entidades privadas, dado que era más sencillo generar la alianza, pero parece que está cambiando de pareceres. Al menos esto da más acceso a los jóvenes de acercarse a la industria.

-Es bastante bueno, ¿a que sí?

-Es un idiota, pero sabe lo que hace- dijo con seguridad- tenga confianza en eso, señor Rogers.

-¿Cómo…?

-No es un secreto para nadie el que Tony tiene un nuevo vecino.

-¿Entonces soy famoso?

-No realmente, pero todos conocemos al tímido rubio del 5401 que lo alimentó con pizza mientras lloraba hasta el alma.

-Entonces si soy famoso- suspiró resignado- ¿es que no puede guardar secretos?

-Puede. Que quiera es una cuestión muy diferente.

-Entonces…

-Tony hace lo que le viene en gana. Fin de la cuestión. Hasta ahora lo conoce, pero tenga por seguro que llegará un momento donde descubrirá que Tony Stark es impredecible. Oh, capitán, mire la hora, lo siento, debo irme y seguro usted también. No olvide que el señor Stark lo espera al finalizar su turno. ¡Adiós!

 

Un mes después, el 100% de Stark estaba de nuevo en el ruedo y el programa de pasantes de la universidad había alcanzado mucho más del resultado esperado por la compañía, tanto que Tony había decidido ampliar los cupos a 1000, de manera que se cubriera la demanda. Había conseguido todo lo que se proponía, incluso molestar al capitán, recogiéndole todos los días de su trabajo como entrenador.

-Es en serio, Tony, no tienes que seguir haciendo esto- dijo mientras salía del campus. El moreno estaba justo en frente, esperándolo apoyado sobre el convertible negro de dos puertas.

-Steve, Steve, Steve- dijo mientras daba la vuelta y se subía al asiento del conductor- yo hago lo que me venga en gana y amo ver tu cara de fastidio siempre que estoy esperándote. Me relaja luego de una mañana estresante en la oficina. ¿A ti no?

-Sinceramente, Stark- dijo mientras abría la puerta del asiento delantero- por más que te divierta ver mi cara de fastidio, en realidad me causa mucha gracia. Me ahorro en transporte y puedo enterarme del programa de pasantes del que tanto se habla en el campus. Es informativo, mejor que leer el periódico de la universidad. Entonces, lamento destrozar tus ilusiones y tu diversión pero, no, no me siento tan molesto por esto.

Tony se quedó sin palabras por un momento.

-Entonces, ¿disfrutas de mi compañía?

-Más que eso, disfruto de la información que me das, es como oír un noticiero- rio.

Tony frenó en seco en el semáforo, haciendo que Steve tuviera que sostenerse de su silla. El moreno rio.

-Mira nada más, capitán- se carcajeó- que inestable.

-¡Lo hiciste a propósito!

-No lo hice- silbó- Jarvis, reproduce…

-¿Titanium steel?

-No, Jarvis. Preguntemos a nuestro invitado de todos los días: ¿qué música desea escuchar, Capitán Rogers? ¿Algún artista en especial?

-Pues…

-Anda Rogers- el semáforo cambió y Tony arrancó- no tengas miedo, todos los gustos musicales son respetados en este lugar.

-¿Frank Sinatra?- dudó al decirlo.

-¡Qué gran elección, Rogers! Eres anticuado hasta para la música, pero- lo detuvo antes de que el rubio protestara. Alzó el dedo y lo señaló- nada mal, Steve.

El rubio se encogió de hombros y sonrió, Tony podía ser amable cuando lo quería.

La música comenzó a sonar suavemente, inundando el ambiente y bajando los humos de ambos hombres.

-Entonces, Rogers- comenzó- ¿te adaptaste ya a Manhattan? ¿Pudiste conocer la ciudad? ¿Times Square? ¿Broadway? La vida al máximo.

-No realmente. Voy en metro todos los días hasta el campus principal, aquí en Manhattan, y vuelvo a casa contigo. En las mañanas corro hasta Central Park y le doy unas cuantas vueltas…

Tony tosió.

-¿Unas cuantas vueltas?

-Sí. 5, 10 cuando me siento generoso.

Tony tosió de nuevo.

-¿Pasa algo?

-¿Qué si pasa algo? ¡Son 9,6 kilómetros de perímetro, Rogers! ¡Por vuelta! Si corres unas 5 serían 48 kilómetros y si te sientes generoso, serían 96 kilómetros.

Steve pareció meditarlo.

-Nunca lo había visto de esa forma, yo solo corría y corría. Es divertido. Luego de eso hago gimnasio en la torre…

-Rogers- suspiró- ¿corres hasta Central Park, luego corres al menos 5 veces Central Park, luego corres de vuelta a la torre y luego… gimnasio? ¿Eres un súper-humano? Además, ¿cómo te queda tanto tiempo?

-No es que sea un súper-humano, solo que me gusta entrenar. Y usualmente salgo a las 4 de la mañana…

Tony soltó un audible quejido.

-¡¿4 de la mañana?! ¿Qué eres?

-¿No te gusta hacer ejercicio?

-Sí, si me gusta, tengo un gimnasio privado para ello… pero no viene al caso, son casi 100 kilómetros de ida y vuelta al parque en los días que te sientes generoso… y no contemos el gimnasio. Rogers, eres una bestia. ¡Lo peor es que no se te nota nada de nada! No eres un musculoso enorme y deforme, solo… tienes un buen cuerpo trabajado y ejercitado.

-¿Gracias?

-Rogers, no tengo la más mínima idea de cómo lograste tener ese aguante… espera un momento… ¿cuánto tiempo duras corriendo?

-Salgo a eso de las 4:30...- pareció pensarlo por un momento- unas 4 horas. A las 9:30 debo estar en la universidad, así que vuelvo a las 8:30, me baño, me alisto y salgo.

-Rogers…- Tony o miró con condescendencia- tienes todos mis respetos.

-¿Por qué?

-Porque haces que la rutina de cualquier hombre sea un juego de niños.

Steve rio.

-Cada hombre tiene su propia rutina- murmuró- cada quien se siente cómodo haciendo lo que puede, así que cada hombre debería sentirse satisfecho con ello.

Tony resopló, el rubio tenía razón, pero también tenía un físico muy, muy, muy envidiable.

-No pienso preguntar más sobre tus súper-poderes, Steve, me doy por bien servido con saber que puedes correr 100 kilómetros en cuatro horas.

Steve rio. Le gustaba Tony, era un buen hombre, carismático, gracioso y muy idiota, era un buen amigo para él, afortunadamente.

 

 

Para mitad de Julio, lo que menos esperaba Steve era al diminuto muchacho de cabello castaño interrogándolo sobre su vecino.

-¿Entrenador Rogers?- el muchacho se acercó al rubio.

-¿Si?

-Bueno, señor, yo quería preguntarle, señor, si, pues usted conoce al señor Stark bastante... yo quería saber si...

-Espera, espera, chico- Steve lo detuvo- ¿de dónde sacaste que yo conozco mucho a Tony?

-Pues, señor, verá, yo me fijé que hace un tiempo, cuando el señor Stark vino, habló con usted e incluso ahora lo recoge algunos días en el campus... señor.

Steve suspiró, los chismes volaban.

-¿Quiere eso decir que el Señor Stark y yo nos conocemos bastante?

-Pues, con todo respeto, señor...

-Para ya con el “señor”, me hace sentir muy viejo.

-Sí, señor... eh... entrenador...

-Dime Steve, ese es mi nombre después de todo.

-Con todo respeto, entrenador, pero no puedo decirle Steve, eso significa que tenemos mucha confianza, como usted y el señor Stark, y no es cierto.

Steve suspiró completamente derrotado, ese chico se parecía mucho a Stark de alguna forma.

-Dime como te parezca, pero no me digas señor.

-Sí, entrenador.

Bueno, entrenador era mejor que nada, igual ese era su cargo.

-¿Qué necesitas, chico?

-¡Oh, sí, sí! Verá, es que la pasantía del señor Stark…

-Chico, no puedo ayudarte a eso, debes conseguirlo tú mismo…

-¡Oh, no, no! Yo ya estoy en la pasantía con Stark Industries

-¿Entonces qué quieres?

-Verá, entrenador, estuve revisando las áreas de desempeño de la compañía y vi que están desperdiciando mucho potencial con la rama de la bioingeniería, ¿sabe? Entonces quería proponerle al señor Stark que, si desea, yo le puedo ayudar, porque a mí me gusta mucho y estuve en un grupo de investigación y…

-Alto ahí, chico- rio el rubio- ¿cómo te llamas?

El muchacho pareció meditarlo por un momento.

-¡Oh, sí, sí! ¿Cómo pude olvidarlo? Soy Parker, Peter Parker.

-Mira, Parker, ese tipo de cosas debes hablarlas con Tony directamente, en la compañía, y exponer todas tus razones, eso seguro hace que él se interese.

-¡¿Es en serio, entrenador?! Oh, es usted increíblemente amable, por eso el señor Stark debe tenerle tanto aprecio para venir a recogerlo…

-Chico, vete ya, ¿quieres? No pierdas el tiempo y habla con Tony, de seguro le interesa tu idea.

-¡Muchas gracias, entrenador!

-¿Tony y yo cercanos?- se encogió de hombros- quizá.

Notas finales:

Gracias por leer.

Comentarios bien recibidos, gracias por el apoyo.

Nos leemos luego,

Y


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