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Nuestro maldito dulce pasado (Stony) por KaiLuShipper

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Seis.






 

Su promesa reciente había sido la de estar con él y lo primero que hacían era quitarlo de la habitación. Bucky se sintió realmente mal, culpable y mal amigo. 

 

Steve 

 

Ese era el nombre que no salía de su cabeza, ¿dónde estaría? El momento más importante en la vida de Anthony era hoy, y él no estaba. Las preguntas rondaban en su cabeza sin respuesta alguna, su mirada no salía de un repetitivo viaje desde la puerta donde estaba su amigo, hasta el aparato pequeño de su mano que marcaba insistente al número aquel.

 

“El número con el que usted intenta comunicarse se encuentra apagado o fuera del área de cobertura”

 

Ya se había aprendido de memoria esa oración repetida incontables veces por una máquina de voz femenina. Era inútil, jamás lograría dar con el paradero de Steve, y eso lo mataba.

James sabía lo que era vivir una vida con la ausencia paternal, su madre se había esforzado mucho para que el muchacho de mirada azulada tuviera una vida digna pase a no tener una figura masculina en la casa. Él vio todas las dificultades que atravesó su madre, y no quería que Tony pasara por lo mismo, no quería que Peter creciera sin un padre, sin embargo, el destino aparentemente era egoísta y buscaba hacer que justo eso fuera lo que sucediera.

—Barnes.

La voz masculina rompió con el silencio del pasillo, y el aludido levantó la cabeza, dando de pronto con el hombre de mirada verdosa frente a él. Una mueca que debía ser sonrisa se presentó en su rostro de forma fugaz, preocupando al recién llegado que terminó por acercarse y sentarse a su lado en el banco donde estaba.

—¿Cómo está él?

El silencio reinó un poco más, el castaño no tenía ánimos de hablar, así que la respuesta tardó un poco en llegar.

—Todo se complicó, ahora mismo le están realizando una cesárea. —dejó escapar un pesado suspiro mientras sus manos frotaban su rostro con lo que parecía frustración. —Tengo miedo... Tengo miedo por el bebé y él. Sí por esa puerta sale alguien a decirme que todo salió mal y que sólo se puede salvar uno, realmente no sé lo que haré, Strange.

El mayor posó una mano sobre su hombro en señal de conforte y apoyo, no obstante él también parecía algo preocupado.

—¿Sabes que la mayoría de las cesáreas siempre son exitosas? —cuestionó con voz tranquila mirando hacía la puerta. —Esta será una de ellas. Tú amigo y su hijo son muy fuertes.

—Espero que sea así. —murmuró sin quitar sus manos de la cabeza.

—¿Sam está allí dentro? —Stephen buscó la mirada contraria, pero la posición de Bucky no se lo permitía. Este simplemente asintió.

—Ella está ahí. —respondió haciendo referencia a una de las enfermeras. —De todas formas no importa sí Sam está o no está, sólo quiero que todo salga bien.

—Barnes —lo llamó obteniendo un murmuro como respuesta. —Tony no me quiso decir que pasó con el padre del bebé... ¿tú sabes porqué?

Con algo de curiosidad James se incorporó mientras bajaba sus brazos, se apoyó contra la pared, y sus ojos inspeccionaron determinadamente al mayor, en tiempo que este enarcaba una ceja confundido.

—Te gusta.

—¿Qué?

—Que te gusta Tony. —aclaró, una leve sonrisa se formó en su rostro ante la pronta negación ajena.

—No... No sé a qué te refieres. —desvió su vista otra vez hacia el frente y oyó una corta risa algo sarcástica de Bucky.

—Sí Tony no te lo dijo, entonces no me corresponde a mi decírtelo —empezó jugando con el viejo celular en su regazo—. Pero para que tengas una idea, él tiene el corazón roto.

Pronto todo quedó ajeno al ruido, nuevamente le silencio los atrapó. Stephen quería preguntar, pero no se animaba. James quería saber que era lo que tanto pensaba.

—Él... me refiero a Tony —murmuró—. Estuvo muy enamorado, supongo.

—Lo está —corrigió, y Strange asintió. —Se llama Steven, y fue- no, es el amor de su vida.

Todo aquello sólo intrigaba mucho más al Doctor quien no preguntó más nada. 
Por otra parte, lo minutos corrían y corrían, al punto que llegó un momento donde ya James era presa de la desesperación y el mayor de ansias. No podían afirmar sí los minutos pasaban lentos, o rápidos, ni siquiera sí es que había pasado ya una hora. Fue hasta entonces que del otro lado se dejó oír a penas un muy lejano llanto, y Bucky intentó agudizar su oído para verificar que no se trataba de su imaginación.

—¿Escuchaste eso? —preguntó. Ambos se pusieron de pie tratando de escuchar mejor, confirmando que se podía oír al bebé llorando. Una inconsciente sonrisa apareció en el rostro de los dos hombres. —Tony... —sin embargo poco después la misma sonrisa que embozó James, desapareció. —Tony... ¿Tony estará bien?

—Él lo estará, tranquilo Barnes.

La ansiedad volvió al ex soldado, quien ahora paseaba de un lado a otro en espera que alguien saliera así él saber del estado de su amigo y del hijo del mismo. 
Al cabo de unos minutos, la puerta se abrió dejando salir a algunos doctores y enfermeras. Uno de ellos, el mismo que había solicitado a Barnes que se retirara, fue el que se acercó a los dos.

—Por favor dame buenas noticias. —pidió Strange a su amigo y este asintió con una sonrisa relajando instantáneamente a los dos.

—El bebé nació sin complicaciones, y Stark está en perfectas condiciones. —el profesional dirigió su vista al castaño, nunca quito aquella expresión tan amigable. —Te prometí que lo cuidaría, ¿cierto?

James permitió que todo el aire retenido en sus pulmones al fin saliera dejando paso al alivio de saber que todo había salido bien, aunque su cuerpo todavía estaba muy tembloroso.

—Gracias... Muchas gracias, enserio. —murmuró en voz baja.

—Ahora mismo llevaran al bebé a Neonatología en lo que Stark despierta, ya que continua sedado. 



 _______________________

       

 

La piel se erizaba al compas del frío viento que chocaba contra su cuerpo, la nieve había humedecido bastante sus prendas, pero eran lo suficientemente gruesas para que no llegaran a su piel. La humedad de sus ojos no combinaba para nada bien con el helado aire que enfriaba su rostro a más no poder y pase a que estaba debajo de un techo protegiéndose lo más que podía, seguía bastante expuesto al clima nocturno de Rusia. 
Sus manos estaban cubiertas por guantes de lana muy abrigados; el hecho de que temblaran claramente no era por el frío, sí no por lo que sostenía entre ellas: una foto.

Un jadeo y más lágrimas, el contraste de su aliento húmedo y caliente con el aire frío formó una nube visible de vaho dejando en claro la baja temperatura que ahora mismo perduraba. A pesar de ello él no lo sentía, su atención no podía más que centrarse en aquel papel obstruyendo todos sus sentidos.

—Tony...

Una de las gotas que desprendió de sus azules ojos, cayó justo sobre la imagen de aquel castaño que tan bien había robado su corazón con simplemente existir, mojando la fotografía. El pecho dolía mucho, ¿qué era lo que ganaban al mostrarle eso? ¿Qué Tony ahora era feliz con otro que no era él?

Claro que había deseado que fuera feliz, pero verlo con sus propios ojos, dolía más que arder en el propio infierno.

—Mi amor... —su voz era quebrada y los labios temblorosos no podían cerrarse del todo. Sus ojos lagrimosos se cerraron, y no le importó caer de rodillas sobre aquel colchón de material solido y helado, hundiéndose de a poco en él.

El amor que sentía por él se estaba camuflando en agonía, quitándole lo único que le daba motivos a seguir viviendo. Sin familia, lejos de su único amigo y de su hogar, perdiendo ahora a la persona que amaba, ¿realmente algo tenía sentido en su vida?

Apretó aún más sus párpados e imágenes comenzaron a llegar a su cabeza.

 

 

 

 

 

—Rogers, que agradable sorpresa, ¿Deseas entrar?

—Sería muy amable de su parte, señor Stark.

El hombre mayor se abrió paso para permitir que el joven soldado ingresara, así posterior a esto cerrar la puerta. Solicitó a su mayordomo Jarvis que por favor le trajera algo de beber al Capitán, y pronto lo guio amablemente hasta la sala donde Rogers tomó asiento. La humilde morada se trataba de una mansión llena de lujos, sabía que allí a su prometido jamás le hizo falta nada.

—¿Cómo has estado, Rogers? —preguntó Stark sentado frente al mencionado.

—Muy bien, feliz de regresar y ver a Tony. —su sonrisa acompañó a la respuesta, viendo como la expresión de Stark cambiaba a una de confusión.

—Creí que Tony y tú habían terminado. —ahora el confundido era su yerno.

—¿A qué se refiere, Howa- perdón, señor Stark?

Notoriamente su entusiasmo ahora era remplazado por confusión, lo único que quería era terminar con ello y hablar con Tony.

—Capitán, ¿usted realmente está hablando enserio? —la expresión del millonario ahora reflejaba algo de tristeza, y culpa. —Yo enserio lo siento mucho, Rogers. Creí que Anthony había hablado contigo sobre esto, viniéndome a enterar ahora yo que no es así, y viéndome atrapado en una situación incomoda.

—Señor, no deseo ser alguien impaciente y descortés, pero realmente quisiera saber qué está sucediendo.

Sin más preámbulos Howard Stark depositó la copa con contenido rojizo en una mesa a su lado, y se dispuso a responder.

—Lamento ser yo quien te haga saber lo que Anthony hizo —comenzó algo decepcionado—. El hecho que ahora mi hijo esté con otro hombre, reemplazando una relación tan duradera como la que ustedes mantenían, la verdad no me enorgullece para nada.

—¿Qué?

—Así como lo escuchas, Rogers. Mi hijo tiene una relación con alguien más.

Así fue como Steve pudo conocer a lo que todos se referían cuando decían que el mundo se les venía abajo, porque realmente así lo sintió.

—Es mentira... Tony no es así... —negó con su cabeza, y se puso de pie. Stark mantenía su seriedad.

—¿No me crees? ¿Quieres verlo con tus propios ojos? —cuestionó el genio millonario imitando al menor.

—Realmente... Habíamos acordado que cuando yo volviera...

—Lo siento mucho, Rogers. Estoy totalmente avergonzado por lo de Anthony. De hecho sí quieres hablar con él, puedes hacerlo. Sin embargo dudo que sea apropiado por su nueva pareja.

Rogers agachó su cabeza, se detuvo a pensar un momento y definitivamente algo no terminaba de cerrar en su cabeza. Sabía que Tony no era así, lo tenía muy presente, y tenía que hablar con este.

—¿Dónde está él? —preguntó cauteloso levantando su mirada.

—En Venecia. —dio unos pasos lejos del rubio dándole la espalda y se acercó a un enorme ventanal que daba al jardín. —Está de vacaciones con su pareja.

La mirada de Rogers no era más que de tristeza y decepción, ¿realmente había perdido a Tony por su maldito trabajo? Entonces la culpabilidad lo atacó, y la angustia se apoderó de él. Aparentemente él jamás había sido una buena opción para la vida de Tony.

Soltó un suspiro, tenía ganas de llorar de la propia impotencia, pero no lo haría delante de quien ahora se podría clasificar como su ex suegro. 
Las rosas azules aún en su mano, fueron depositadas en una mesa, y se alejó de inmediato.

—Sí esa es su decisión... No me queda más que respetarla —murmuró con voz baja—. Sin embargo me gustaría que de alguna manera le hiciera saber que deseo de todo corazón que Tony sea feliz. Y que lo amé, lo amo y lo amaré hasta el último día de mi vida.

Ese mismo día luego de irse de la mansión Stark, el ojiazul fue en busca de Bucky, pero no lo encontró. Lo llamó pero jamás recibió respuesta alguna. Sólo tenía un día para estar allí, el cual había tomado sin lugar a dudas para ver al menos un poco a su amado, y explicarle el grado de importancia de la misión que trataba para ocupar tanto de su tiempo, pero no esperó nunca encontrarse con eso. 
No podía dejar de reprocharse a sí mismo todo mientras tomaba asiento en una banca debajo de un árbol en el parque, maldiciendo ahora entre lágrimas, repitiendo que todo era por su culpa. Que Tony no merecía eso, y que era cuestión de tiempo que se hartara.

—Al menos me hubiera gustado despedirme bien. —susurró con la vista nublada puesta en el aparato. —Eres un imbécil, Rogers.

Se puso de pie para acercarse a un puente, admiró momentáneamente el agua debajo de este, y con mucha frustración arrojó el pesado y viejo celular al río viendo como se hundía de inmediato. Oh, cuanto le hubiera gustado poder hacer eso con él mismo, ya que después de todo había perdido el sentido de la vida. 

 

Al otro día fue que partió nuevamente a Rusia.

 

Los meses pasaron y sólo volvió para vender su departamento. Por su mente pasó buscar a Tony, pero cuando llegó a la puerta sólo pudo dejar aquellas ultimas rosas y marcharse. Tampoco volvió a ver a Bucky, su mejor amigo, ni siquiera pudo contactarse raramente por ningún medio. Era como sí todo lo que alguna vez había tenido, desapareciera mágica y repentinamente. 
El volver sólo lo hacia sentir mal, así que pase a finalizar su trabajo en Rusia, optó por quedarse más tiempo allí, bastante lejos del dolor.

 

 

 

Pero ese día, justo ese día llegó ese sobre con una fotografía dentro, esa fotografía donde se podía apreciar a Tony con otro hombre, la misma que había terminado de destrozar el corazón del soldado.

Rogers rompió la foto por la mitad, tal como se había roto esa promesa en aquella tarde-noche donde le propuso matrimonio a Stark.

 


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