Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Longines Watch por Yoshita

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Volví luego de tanto tiempo, ni crean que lo único que hago es escribir, ni mas faltaba.

Steve había encontrado como alimentar su talento secreto y se sentía bastante satisfecho por eso. Supo, por los carteles en el campus principal de la CUNY, que ofrecía cursos de dibujo para las personas que quisieran y que, si tenían un vínculo con la universidad, era casi que gratis. Steve no lo dudó ni un momento y se anotó en la lista. Cuando, a mediados de agosto, le llegó el aviso de que había sido aceptado, su felicidad no se hizo esperar y, dando brincos por todo su apartamento, se sintió agradecido de volver a pintar. Nada le hacía más feliz.

-Hay que ir mañana por todos los implementos- murmuraba mientras se servía un tazón del cereal con la cara de Tony- necesito un block de dibujo grande, lápices de diferentes puntas, borrador, un buen sacapuntas, un estuche para todo, un buen bolso, impermeable… ¡necesito mi cámara! La dejé en casa- recordó- si en algún momento Bucky aparece, le pediré que venga a Manhattan de visita y de paso traiga mi cámara.

Terminó su tazón con cereal y lavó el plato.

- ¿Será que en esa tienda venden implementos de arte? Porque no recuerdo haber visto…

Su teléfono sonó.

- ¿Hola?

- ¿Muy ocupado en Broadway como para recordar a tu mejor amigo?

- ¡Bucky!

- ¿Qué hay, Steve? ¿Aún me recuerdas?

-Justo pensaba en ti.

-Vaya casualidad, yo pensaba en ti, ¿me regresarás mis guantes?

Steve rio.

-También es bueno saber de ti, Buck.

- ¿Cómo va todo por allá? ¿Qué se siente tener una vida de civil?

-Realmente es muy tranquilo- contestó mientras salía al balcón de su apartamento. El piso 54 ofrecía una preciosa vista de la ciudad- tengo un buen empleo, un buen sitio para vivir y comenzaré un curso de dibujo, todo es perfecto.

- ¿Y el amor? ¿Ya me olvidaste?

-Eres un idiota- Steve rio y oyó como Bucky reía al otro lado de la línea- no me he puesto a pensar en el amor.

-Vamos, capitán, creo que viene siendo hora de que te establezcas con una linda rubia de Broadway y tengas muchos hijos para que el tío Buck no deba hacerlo.

Steve suspiró.

-No me preocupa tener novia o hijos, Buck, estoy feliz así… aunque…

- ¿Te sientes solo?

-Sí, he pensado en…

-No se diga más- Bucky se oía extasiado al otro lado de la línea, de verlo, Steve hubiese observado cómo su mejor amigo bailaba ante una canción inexistente mientras se preparaba un sándwich- alistaré mi maleta. Te veo en tres días.

- ¿Vendrás?

-Estoy en descanso- comentó- y llevamos bastante sin vernos, además te ayudaré a conseguir una linda novia y de paso, que ella tenga una amiga para mí.

Steve suspiró derrotado, no podía detener al hombre de ser un idiota.

- ¿Y? ¿Me vas a tener una habitación o tendré que pagar un hotel?

-Está bien que te quedes aquí, es un gran sitio, muy central y tiene todo lo necesario, además, mi vecino es un idiota, pero quiero que lo conozcas.

- ¿Y quién es esa persona tan interesante que parece haber llamado la atención?

-Tony Stark.

Bucky guardó silencio.

-¿Tony Stark? ¿EL Tony Stark?

-Sí, el del cereal.

- ¿¡El hombre con más porcentaje en innovación tecnológica es solo reconocido por ti por su línea de cereal!?

-No solo por eso- rio- Tony está trabajando con los estudiantes de la CUNY en prácticas universitarias, es un hombre grande.

- ¿Y tiene hermanas?

- ¡Buck!

-Ok, ok, solo lo mencionaba. Es un hombre muy importante en el mundo actual, ese sujeto tiene el desarrollo en la palma de sus manos. Es mejor tenerlo de amigo que de enemigo.

-Lo tengo de vecino y de chofer, creo que es el mayor y mejor avance hasta ahora.

- ¿Bromeas? ¿Te has subido a uno de esos autos a los que llega a sus entrevistas?

-A casi todos- bostezó, ya estaba comenzando a caer dormido- va todos los días a recogerme a la universidad luego de terminar de trabajar, como vivimos en el mismo lugar, parece hacerle gracia esperarme y traerme.

Bucky pareció pensarlo un largo rato

- ¿Ustedes dos están saliendo?

- ¡Por dios, no!

-Yo oigo que sí.

-Déjalo ya. Hablamos cuando vengas. ¡Ah! No olvides mi cámara, por favor.

- ¿Para fotografiar a Stark?

Colgó.

 

 

-El Señor Stark ya puede recibirlo- mencionó la recepcionista al nervioso muchacho que estaba sentado en el enorme sillón de cuero negro de la recepción de Stark Industries- último piso. El elevador se encuentra al fondo del pasillo. Necesito por favor que me deje un documento de identificación para registrar su entrada.

Sus ojos brillaron.

-Oh, claro, si, si, por supuesto- el muchacho rebuscó en su mochila y encontró su credencial universitaria dentro de un paquete de galletas a medio abrir. Lo limpió con disimulo y se lo entregó a la muchacha- tenga, aquí está.

La mujer lo recibió y tecleó unas cuantas cosas en su ordenador, luego archivó el documento y le entregó al chico un pase con el membrete de Stark Industries.

-Ya puede seguir.

-Muchas gracias, muchas gracias- sostuvo su mochila con una mano mientras que con la otra recibía el pase- gracias, gracias- siguió diciendo hasta alejarse del mostrador.

Comenzó a caminar en dirección al elevador, saludando de manera cordial a toda persona que se encontraba en el camino. Casi llegando al final, la puerta del ascensor se iba cerrando.

- ¡No, espere! - exclamó- ¡detenga la puerta, por favor, deténgala!

La puerta se abrió de nuevo. El chico entró agitado.

-Muchas gracias señor, yo no sé qué hubiese hecho, tendría que haber esperado mucho…

-Calma, chico, está bien- el hombre le habló, amable- dime, ¿qué piso?

- ¡Ah, sí! El último. Voy a hablar con el señor Stark- el chico lo dijo con orgullo y una enorme sonrisa en el rostro.

- ¡Oh! Entonces tú eres el chico que tiene la cita con Tony, uno de los practicantes, ¿no es así? Un gusto conocerte- le extendió la mando para estrecharla- Bruce Banner.

-¿Usted es el Dr. Banner? ¡Pero qué gusto!- estrechó con entusiasmo la mano del hombre- es un honor, señor, lo admiro mucho, su aporte a la mecánica cuántica fue uno de mis artículos favoritos. Oiga, Doctor, si traigo el artículo impreso, ¿lo podría firmar, por favor?

-Claro chico- Bruce rio de buena gana- claro que sí.

La puerta se abrió dejando ver un largo pasillo de color blanco.

-Bueno chico, hasta aquí llego. Suerte con Tony.

-¡Sí, señor! Muchas gracias Doctor, Señor… ¡Suerte!

La puerta se cerró. El chico se dio bofetadas internas.

-¡No le dije mi nombre!

 

 

Tony miraba por la ventana mientras pensaba en qué auto extravagante debía ir a recoger al bobo capitán en la tarde para causarle una de esas expresiones de disgusto que tanto disfrutaba. ¿Usaría la vieja camioneta de su padre? ¿O sería acaso ese deportivo verde lima que relucía bajo la luz del sol? ¿Y si mejor usaba el Smart rojo que había adquirido recién? Oh, hacer caber al gran capitán en ese pequeño auto iba a ser fantástico. Se decidió. Usaría el Smart.

Cuando más embebido en su pensamiento estaba, tocaron a la puerta.

-Sí, pase.

La enorme puerta de madera se abrió para dejar ver a un muy nervioso muchacho de cabello castaño.

-Así que tú eres el chico, ¿no?

-Oh, sí, sí. Soy yo, un placer señor Stark, me llamo Peter Parker, señor.

-Entra chico y deja ese bolso en algún lado, suelta tus manos y relájate, estás hablando conmigo.

-Woah, señor Stark, no puede pedirme eso, me pone más nervioso.

-Entonces siéntate chico, ¿agua?

-Oh, sí, sí, por favor.

Tony se acercó a su pequeña nevera personal y sirvió dos vasos de agua.

-Cuéntame chico- bebió un sorbo y le dio el otro vaso al muchacho- ¿de qué querías hablar conmigo?

-Oh, bueno, yo, pues tuve una idea, ¿sabe? Yo soy practicante aquí y…

-Al grano, niño, deja de dar tantos rodeos.

-Sí señor- el muchacho tomó aire profundo- señor, creo que debería abrir una nueva rama de trabajo en Stark Industries.

Tony miró fijamente al muchacho y terminó su vaso de agua. ¿Una nueva rama? ¿Para Stark Industries? ¿Qué había pasado por alto? ¿Qué había pasado su padre por alto? Entrecerró los ojos, pensando.

-Explícate.

-Oh, sí, sí. Verá, soy estudiante de…

-Al punto, chico, al punto.

-Usted necesita innovar en biomecánica… Señor.

Tony miró al muchacho. Tenía razón. Se había enfocado tanto en el desarrollo de tecnologías para el entretenimiento y la industria que había olvidado que la salud también podía jugar un papel importante en el desarrollo.

-Continua.

-Verá, señor Stark, he estado leyendo de prótesis optimizadas y órtesis de alto rendimiento y pensé que, si lo hicieran con toda la tecnología que usted desarrolla, tendrían un mejor desempeño ante las exigencias, además que serían aún más confiables y contarían con tecnología de punta.

Tony le dio la espalda al muchacho. Era brillante. BRILLANTE. Una de las mejores ideas que había podido llegar a Stark Industries desde que él tomó el mando. Y eso que él había hecho a la compañía lo que era actualmente. Ese chico era especial y él se iba a encargar de formar esa roca en bruto. Ese muchacho…

-¿Cómo es que te llamas, niño?

-Peter Parker, señor.

Ese muchacho Parker sería creación suya.

-Lo haré.

-¿Señor?

-Abriremos la nueva rama de Stark Industries y tú estarás al frente, conmigo.

-¿¡Es en serio, señor Stark!? ¡Oh, es el mejor día de mi vida! Pero señor, no quiero trabajar solo, tengo una compañera que también pensó lo mismo. Juntos desarrollamos la propuesta que le pasamos, señor.

-¿Los papeles en el sobre café? Pensé que era un informe de Bruce y lo boté.

La cara de Parker era un poema.

-Pero es lo de menos, ya escuché la propuesta. ¿Dónde está tu compañera?

-Ah, bueno, ella volvió a su país de origen por unos días, pero volverá en menos de nada.

-Bien. Necesito tus datos y los de tu novia, puedes dejarlos con mi secretaria.

-No es mi novia, señor.

-Chico, no desaproveches tu oportunidad. Ahora vuelve al jardín de niños antes de que noten que perdieron a uno.

-Pero ya soy mayor de edad, señor Stark.

-Eres menor que yo. Eres un niño. Fin de la discusión- sacudió las manos, indicando que debía irse- anda, fuera, fuera, yo te avisaré de lo que hagamos.

-Sí, señor. Muchas gracias señor.

Una vez fuera de la CUNY y mientras esperaba al rubio capitán    , Tony hizo una de las muchas llamadas que debía hacer para comenzar ese nuevo y ambicioso proyecto que el chico Parker le había propuesto.

Natasha contestó la llamada con una sonrisa de suficiencia en los labios.

-¿Número equivocado?

-Tampoco me place oírte, Romanoff, pero necesito tu ayuda.

-¿El gran Tony Stark pidiendo mi ayuda?

-Tenía una agenda viviente que me ayudaría con lo que necesito, pero me dejó el día de mi boda y no sé por qué, pero eso no importa. Necesito que contactes a Strange.

Natasha omitió el humor negro de Stark.

-¿Strange? ¿Stephen Strange? ¿El médico cirujano?

-El mismo, sí.

-¿Puedo preguntar por qué?

-Tengo planes, Natasha, y ese hombre me sirve.

Natasha suspiró profundo.

-Bien, lo haré, pero me debes una, Stark.

-¿Y si te cuadro una cita con el rubio capitán?

-No seas idiota- bufó.

-¿Y con Bruce?

Al otro lado de la línea se hizo un silencio sepulcral. Casi se arrepintió del comentario. Casi.

-Te llamaré de vuelta cuando tenga información- cortó la llamada.

Tony sonrió satisfecho.

-Jarvis, ¿a cuánto estamos de que el capitán salga de su entrenamiento?

-Más o menos 10 minutos, señor.

-Bien. Dile al Corvette que venga, manda nuestra ubicación actual- Tony lo sabía. Sabía que Steve no iba a caber en ese auto y que de ninguna manera se iba a dejar engañar para hacerlo, incluso él sabía que no iba a dejar que Rogers arruinara su precioso Smart, ni siquiera por gastarle una broma, así que por eso mandaba por el Corvette favorito de su padre, para que el capitán no tuviese oportunidad de evadir su medio de regreso a casa.

-Como diga señor.

 

Steve caminó resignado, ya sabía que fuera estaba su insoportable vecino esperándolo en uno de sus muy lujosos autos, que siempre llamaban la atención, para volver juntos al edificio del hombre que era dueño de todo. De todo.

Así como era dueño de todo, esperaba de todo con él, menos eso. Stark lo estaba esperando fuera, como usual, en uno de sus autos, lo usual. Lo que no era usual, realmente, era el auto. ¿Pero qué era eso? ¿De qué tienda infantil había ese hombre comprado ese… ese… ese auto?

-¡Oh, capitán!- lo llamó, sentado en el, casi único, asiento que tenía. Era una cosa de absolutamente nada, de color rojo, en donde cabían dos personas de estatura promedio, como Tony Stark- ¿quieres una dona? Están increíblemente buenas- dijo mientras se acababa la caja que tenía en la mano y tomaba otra de la, diminuta, parte trasera del coche.

-Yo no voy a caber allí, Tony.

-Eso dije de la primera caja de donas y mira- sacudió el empaque vacío- me las he comido todas, ¿no es fabuloso? Vamos Rogers, no sabrás hasta que lo intentes, ¿no te causa curiosidad?

-¿Qué es esa cosa diminuta?

-Oye, trátalo con respeto, ¿sí? Esta belleza es un Smart Pure Coupe, un auto eléctrico diseñado para proteger el medio ambiente. Tiene un motor sincrónico de tres fases, una velocidad máxima de 130 kilómetros por hora, mucho más que tú, capitán, puede hacer tu ejercicio matutino en menos de una hora, ¿qué te parece?

-Me parece, Tony, que trotaré hasta mi casa, ya que mi chofer ha decidido venir a recogerme en un auto donde, claramente, yo no quepo. Y muchas gracias, señor Stark, pero te dejo comer tus donas en paz y yo, yo trotaré.

Estaba comenzando a calentar cuando el Corvette parqueó frente al campus, justo detrás de ellos.

-Steve, Steve, Steve, creo que aún no me conoces bien- reía- claro que no voy a meterte en un auto así, dios- reía con tantas ganas el hombre- Steve, ¿crees que un genio como yo no tendría en cuenta el magnánimo tamaño de tu cuerpo? Y no quiero hablar de tu trasero, dios, ¿lo has visto? ¡Ocuparía ambos asientos delanteros! No, capitán Rogers, usted y yo- caminó hasta el Chevrolet rojo y le abrió la puerta del asiento delantero- usted y yo nos vamos en este hermoso descapotable rojo del año 58, completamente restaurado, con piezas originales, por todo Manhattan. Luego, iremos a cenar a un sitio, yo invito, y luego dejaré que me lleves a un bar y me invites un trago, ¿qué te parece?

-¿Que qué me parece? No me agrada tu plan, Stark.

-Ay, Rogers, es viernes, vive, sal, moléstame, pero no me digas que no- lo miró fijamente a los ojos. Steve estaba confundido, ¿qué ese color de ojos no lo había visto ya? Suspiró, completamente derrotado, había algo en ese moreno millonario que lo persuadía a tal punto de que se iba a sentir culpable si rechazaba la oferta.

-Está bien, Tony- subió al auto y Stark llegó dando saltitos de alegría hasta el lado del conductor- me rindo. No puedo decirte que no.

- ¿Lo ves, Cap? ¿No te parece eso divertido? Jarvis, manda al Smarty a casa, hoy me voy de fiesta.

-No es cierto, solo vamos a dar un paseo y luego a comer.

-Eres tan aguafiestas…- Tony arrancó el auto y tomó camino- ¿a dónde?

- ¿A dónde debería?

-Eres un tonto, Rogers. ¿Qué quieres ver?

Steve lo pensó, pero tenía claro qué quería conocer de esa ciudad.

-Arte.

-¿Arte?

-Quiero ir a un museo, Tony, a ver pinturas.

-Entonces, el MET será.

 

 

Una vez en el Metropolitano, Tony seguía a Steve, que parecía un niño pequeño en una dulcería. Iba de un lado a otro, mirando las obras, pasando de sala en sala, preguntando a los guías y obteniendo tanta información de los artistas y sus técnicas como fuera posible.

-¿Por qué arte?

-¿Eh?- le dijo el rubio, ensimismado ya en una obra de muchos colores que a Tony Stark le traía sin cuidado.

-¿Que por qué una exposición de arte? Pudiste haber elegido Broadway o Times Square.

-Me gusta dibujar- admitió- siempre me ha gustado.

-¿Qué tipo de arte?- se interesó.

-Con lápiz o carboncillo, no suelo poner color, solo a veces. Me gusta el realismo, en paisajes y personas y animales y objetos. En realidad de todo, pero con realismo.

-Entonces también eres artista- murmuró desviando la mirada del atractivo, porque es que si era atractivo, rubio con quien estaba.

-Bueno- soltó una ligera risa que se le quedó en los labios- podría decirse que sí, si, lo soy.

Tony estaba pasmado, ¿cómo era posible que Steve sonriera así? Es decir, ¿así, así? Lo miró con los ojos entrecerrados, intentando descubrir cómo hacía el sujeto para hacerlo.

-¿Pasa algo, Stark?

-Estoy tratando de descubrirte.

-¿Perdona?

-Hay algo en ti que me confunde, Rogers, y odio sentirme confundido- se dio la vuelta y caminó hasta otro cuadro, de colores más apagados- así que me lo pensaré.

El rubio lo miró confundido, pero luego de tanto tiempo ya se había acostumbrado a que el moreno era un excéntrico.

-¿Te parece si seguimos?

-Por favor, Rogers- se adelantó- estoy con unas fervientes ganas de ver este pasillo, mira- señaló un lugar en el mapa al azar que resultó ser la sección de exposiciones temporales- quiero verlo, tengo muchas ganas de verlo, por eso fue que vine...

-No soy tan tonto, Tony- rio y comenzó a caminar en dirección a la sala que el millonario quería ver- no necesitas ser tan sarcástico.

-¿Entonces que puedo ser? Soy 100% sarcasmo.

Steve solo cerró los ojos por un momento y comenzó a caminar, admirando las salas de exposición, una por una, y sus pinturas. Miró sobre su hombro al hombre que lo acompañaba, parecía tratar de adivinar un cuadro que estaba colgado cerca de una banca, se veía confundido y algo interesado. Steve sonrió. Qué ingenuo puede parecer un hombre que ve el arte por primera vez.

-Esto- lo señaló con el dedo mientras movía la nariz- ¿en qué pensaba cuando lo hizo? Es decir, yo hubiese hecho una recta aquí- dibujó sobre el aire, frente a la pintura- y por aquí un poco de verde y menos azul- fingió pintar sobre una de las esquinas de la obra- y luego, una línea roja aquí, surcando este pedazo de gris.

-Eso sería pintar un cuadro nuevo- se carcajeó- pero puedes intentarlo.

Tony le alzó una ceja, incrédulo.

-¿Enloqueciste, Rogers? No puedo pintar sobre esto, está en un museo por algo.

-No hablo de eso- se giró para mirar a Tony de frente- digo que puedes pintar algo tú.

-No soy un pintor, Rogers, eso no es lo mío.

-Entonces escribe una canción con los colores que describiste. Eres músico, ¿no? También eres artista- repitió las palabras previas del millonario, logrando que diera una risilla ligera.

-Aprendes rápido, Rogers.

-No me quejo- de alzó de hombros y sonrió- ¿qué te parece si vamos al ala que tanto quieres visitar?

-Oh, por favor- dijo mientras seguía al rubio- No puedo irme sin verla.

-¿Por qué eres tan sarcástico?

-¿Por qué no puedes solo disfrutarlo?

Steve dio un bufido y comenzó a alejarse.

-Ey, Cap, era una broma, una broma- corrió hasta quedar justo al lado del rubio.

-Lo sé- sonrió.

-Ugh, eres insoportable, Rogers.

-Lo sé.

Tony refunfuñó, Steve lo estaba haciendo perder el control y ser un niño pequeño, no le extrañaba que en cualquier momento estallara con una rabieta caprichosa de esas que a veces le daban.

-Y dime- comenzó el rubio mientras buscaban la sala que el moreno deseaba, no realmente, visitar- ¿qué se siente ser un empresario millonario, filántropo y Playboy? Seguro te llueven chicas.

-Para tu desinformación, las chicas me llueven porque soy guapo e inteligente, no importa si soy millonario o no.

Steve lo miró fijamente. Tony le alzó una ceja.

-¿Qué me dices de ti? Andas por ahí como si alguien hubiese tenido el descaro de decirle a una de esas estatuas de dioses griegos que tomara vida.

-¿Perdona?

-¿No entendiste la referencia?

Tony tomó a Steve del brazo y lo arrastró hasta el ala de arte Griego y Romano.

-Mira las esculturas, Rogers- Tony señaló a los esculturales y perfectos hombres de mármol y piedra que se hallaban inmóviles en la exhibición- en algún momento te hicieron así, te vieron y dijeron: “a este hay que darle vida”. Y bam, llegaste tú al mundo. Vamos, que bien pareces el molde de esas esculturas.

Steve torció los ojos y soltó una risa suave.

-¿Es un cumplido?

Tony se acercó a él.

-¿Y tú qué crees?- lo miró y le alzó una ceja. La sonrisa del rubio no se hizo esperar.

-Que sí.

Steve se giró y miró a su acompañante, era un hombre sincero, gracioso y extrovertido. Le había dado un cumplido bastante remarcable y parecía impasible, sin llegar a sentir vergüenza de lo que dijo. En cambio él sentía que le subían los colores al rostro, todo culpa de ese hombre que parecía confundido leyendo un letrero en griego antiguo. Tony se fijó en la penetrante mirada del capitán y le correspondió con una sonrisa enorme, un gesto pícaro de saber que había ganado y le habían dado la razón. Tony Stark amaba tener la razón.

 

 

-Si no hubieses hecho tu carrera militar, ¿a qué te hubieses dedicado? - le preguntó Stark mientras cambiaban de ala de exposición, toda esa conversación sobre arte y el capitán siendo una escultura que camina (comprobado por los miles de ojos que lo estudiaban mientras caminaban por el museo) y artista le hizo dudar de si el hombre tenía el deseo profundo y frustrado de pintar.

-Fotógrafo- dijo sin dudar un momento.

-Vaya- se sorprendió- pensé que dirías algo así como pintor.

-No me gusta la pintura como para ser profesional en ello, en cambio la fotografía ha sido una pasión desde pequeño, desde que mis padres compraron su primera cámara.

-Vaya, Rogers, no era lo que esperaba de un hombre como tú.

- ¿Y cómo es un hombre como yo, Tony? - era hora de devolverle el favor, era tiempo de su venganza. Se detuvo justo en frente del millonario y lo encaró, con ojos directos y el prospecto de una enorme sonrisa de satisfacción.

Logró su cometido. Observó divertido como Anthony Stark se atragantaba con su saliva mientras buscaba, en su mente, la respuesta correcta. Porque Tony Stark siempre tiene la respuesta correcta para todo. Incluso para ese reto del capitán. O eso pensaba.

- ¿Olvidaste hablar, Tony? - Steve estaba ahora más cerca de su rostro, a unos cuantos centímetros, no tanto como para considerarlo un ataque a su espacio personal, pero si lo suficiente como para hacerlo tragar fuertemente la saliva que se había almacenado en su boca.

- ¡Déjalo, Rogers! ¡Tú ganas! – exclamó molesto y se alejó del capitán. Caminó hasta la siguiente ala mientras refunfuñaba y resoplaba el nombre de su vecino.

- Con que así se siente ganar, ¿eh? ¿Por eso te gusta tanto?

- ¡Supéralo, Rogers! - gritó, ganándose una amonestación por parte del guarda de seguridad del ala precolombina a la que acababa de ingresar- ¡y no permito que usted me diga algo como eso! – señaló al vigilante, que lo miró con cara de extrañeza- ¡yo pago sus sueldos! ¡Yo pago las exposiciones del MET! ¡Yo…!

-Perdónelo- Steve se acercó al guarda- hace mucho no lo saco de casa, al arte lo vuelve así, lo llevaré a casa y le daré la medicina, disculpe las molestias.

El confundido hombre asintió ante la disculpa del capitán.

-Vanos, Tony, hay que volver…

- ¡Yo digo cuándo hay que volver…!

Steve rodó los ojos, ¿en qué momento había aceptado a ese hombre en su vida?

 

 

La única solución racional que encontró para hacer que el magnate de la ingeniería se callara fue comprarle donas con café. ¿Quién lo diría?

Estaban sentados en la barra de una cafetería. Tony lo miraba con reprobación mientras se embutía una dona tras otra y las pasaba con café negro, absurdamente cargado. Steve lo miraba encantado, ¿cuántos hombres había dentro de Tony Stark?

- ¿Puede darme un emparedado sencillo, por favor? Y un café con leche, gracias. Ah, el emparedado cortado en triángulos, por favor.

La muchacha tomó su pedido y antes de que la chica se alejara, añadió:

-Tres donas más, por favor, para el caballero aquí presente.

Agradeció que el hombre no lo hubiese escuchado, estaba completamente ensimismado en la tercera dona que había comenzado a tararear alguna cancioncilla y eso lo tenía en el cielo.

Miró la hora, las 8:15. No había notado en qué momento se había pasado el tiempo tan rápido. Ya era de noche.

- ¿Podemos regresar, por favor? Ya quiero irme a dormir.

-Abuelo- murmuró mientras terminaba la dona.

-Tony…

-Este no era el plan que tenía para esta noche, ¡en absoluto! Quería ir a cenar en un restaurante de comida oriental y luego ir por tragos, ¡es viernes!

-Todavía puedes hacerlo, yo tomaré el metro a casa.

-No…- tragó el bocado- … te atrevas, Rogers. Te llevaré y luego me iré de fiesta.

-No tienes por qué…

- ¡Cállate, Rogers! Déjame ser feliz.

- ¿Qué, de todo eso, te hace feliz?

-Tu cara cuando te llevo al edificio.

Steve rodó los ojos.

-Está bien, pero vamos ya.

Tony resopló.

-A ver. Andando.

Steve pagó la cuenta y pidió las otras donas para llevar.

-No me estés comprando con comida, Rogers.

- ¿Eso hago?

Lo miró con los ojos entrecerrados. Steve sonrió con inocencia.

-Súbete ya al auto, Rogers, no puedo con tu maldito rostro perfecto.

Steve estalló en carcajadas.

- ¿Qué sucede, Tony? – subió al auto y encaró al multimillonario- te ves perturbado por mi cara.

-No es mi culpa que seas tan bonito, miserable.

- ¿Gracias?

-Rogers, llevo halagándote desde que te conozco, ya deberías haberlo notado.

-Sí, eso creo. ¿Por qué?

-Me pareces bastante atractivo, Rogers, y me llamas mucho la atención.

- ¿Estás enamorado de mí, Tony?

Ahora el que estalló en carcajadas fue el moreno.

- ¡Oh, por favor Capitán! Nadie va a volver a atrapar a Tony Stark. tenlo por seguro. Eres atractivo, Rogers, pero hasta ahí, no más.

El resto del camino Tony estuvo hablando de lo que pensaba hacer en la compañía con ayuda del niño ese que había llegado a su oficina.

-Ese chiquillo fue a mi entrenamiento a preguntarme por ti- Tony pareció interesado en la anécdota- dijo que como tú y yo nos veíamos tan cercanos, yo podría ayudarle a acercarse a ti porque tenía algo de lo que hablarte. Dijo que era importante, pero yo le dije que él mismo debía hacerlo, no valía nada si lo hacía yo.

- ¿Dijo que éramos cercanos?

- ¿De todo lo que dije eso fue lo único que se te quedó en la mente?

Se encogió de hombros y miró al frente.

Steve suspiró profundo.

-Dijo que, como todos los días ibas a recogerme luego de los entrenamientos, debíamos ser muy cercanos, que teníamos mucha confianza, que debíamos conocernos bastante y esas cosas.

- ¿Y qué le dijiste al chico?

- ¿Qué querías que le dijera? Le dije que hablara contigo directamente y que yo no tenía nada que ver con tu compañía o contigo o… bueno, somos vecinos, algo amigos, pero no lo sé, ¿somos tan cercanos?

Ninguno contestó la pregunta. Ninguno la quiso contestar.

Tony parqueó frente al edificio.

-Llegamos.

El tono impasible de Tony le indicó que había dicho algo malo.

-Te considero alguien cercano, Tony. Solo que no sé qué tipo de cercanía insinuaba el muchacho o qué tipo de cercanía quieres tener conmigo o…

-No estoy enamorado de ti, Rogers.

Steve entendió la despedida. Se bajó del auto y vio al deportivo rojo alejarse en la autopista.

Steve sacudió la cabeza, rendido. Lo único que podía recordar con mucha claridad eran los ojos color café cargado de Tony en todo momento.

Entró en el edificio arrastrando los pies, saludó al portero e ingresó al ascensor ensimismado en la extraña tarde que acababa de pasar con el excéntrico multimillonario. Sin notarlo, caminó hasta su departamento, entró a la cocina y se sirvió un plato de leche con cereal, regando la leche por el mesón como era de costumbre.

Cuando tomó la primera cucharada, sintió la realización golpearlo en toda al frente. Ese color de ojos que había visto ya era el mismo color de su cereal de café de Tony Stark. El cereal de Tony tenía el color de sus ojos.

 

 

Jarvis volvió a reproducir esa lista de reproducción que no ponía desde que Tony había estado deprimido.

- ¿Sucede algo, señor?

- ¡Lo escuchaste, Jarvis! Dijo que éramos algo amigos. ¡Algo! ¡¿Cómo se atreve?! Y yo que…

- ¿Qué cosa, señor?

- ¡Yo no estoy enamorado de Rogers!

-Hace mucho no mentía de una manera tan descarada, señor.

Notas finales:

Gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).