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La banda: El inicio por TeaPartyWriters

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—¡Scotty! ¿Puedo llevarme tu tabla?

 

—¡Claro, Mitch! Está en el garage.

 

—¡Gracias! —Los pasos por la escalera continuaron y otra puerta fue abierta. —¡Luke! ¿Me prestas tu canasta?

 

—¡Sí, está en la cocina! Te preparé unos dulces anoche.

 

—¡Oh, genial! ¡Gracias!

 

Nuevamente pasos, subiendo y bajando, golpeando cosas, seguidos de disculpas en voz alta.

 

—¡Randy! ¿Tienes bloqueador?

 

—Nope, lo tiene Keith. 

 

Pasos, pasos, pasos. Golpes en la puerta, entrar sin esperar respuesta. —¡Oye, Keith…!

 

—¡CÁLLATE, MITCH, SON LAS SEIS DE LA MAÑANA! ¿¿QUÉ MIERDA TE PASA??

 

—Pues… es que voy a la playa y no podía dormir y… ¡Keith, es un día tan lindo, mira este sol!

 

Al intento de abrir las cortinas por parte de Mitch, le siguió recibir un fuerte golpe en la espalda con un envase de bloqueador. —Ok, gracias. Te dejo dormir —cerró cuidadosamente la puerta y tomó aire. —¡¡VOY A PASEAR A POLLY!! —gritó. Se demoró un segundo en recordar que su hermano lo quería matar. —Oops… ¡¡PERDÓN KEITH, QUE DUERMAS BIEN!!

 

El castaño apretó los labios y caminó en puntillas, hasta que un enorme golden retriever le saltó a los brazos, sacándole risas. —¡Polly, vamos a pasear! 

 

—Te acompaño —anunció Scott, trayendo la correa. Mitch le sonrió y asintió.

 

¿Podría ponerse todavía mejor ese día? Apenas empezaba y ya hacía algo que le encantaba: pasear a Polly con su hermano mayor. Desde que se mudara eran pocas las oportunidades que tenían de hacer cosas juntos, pues no visitaba mucho. Ese fin de semana su padre se encontraba fuera de la ciudad, en un viaje de trabajo, lo cual les daba la instancia de visitar a su madre sin peleas ni discusiones. ¡Incluso Keith apareció! Aquello era lo más inusual, le daban pocos días para salir estando en el ejército y también era el que menos quería volver a casa.

 

Scott era el mayor de los cinco, tenía veintiún años y vivía con un roomate a media hora de allí. Trabajaba como modelo y con sólo darle una mirada, se entendía por qué: medía más de 1,80m, tenía el cabello rubio y suave, ojos celestes como el cielo más despejado y el cuerpo bien ejercitado y levemente bronceado. Encajaba perfecto en el estereotipo de surfista californiano.

 

—Te ves muy feliz hoy. ¿Es una cita lo de la playa?

 

—¿Eh? Ah, no, no —contestó Mitch, acompañando con la cabeza la negación y las mejillas levemente rosadas. —Es sólo con un amigo. ¡Tú lo conoces! Dexter Wells.

 

—¿Dex? ¿Quién no lo conoce? —rió el rubio. —Sí, es muy simpático. Me alegro que sean amigos.

 

—¿Puedes creer que nunca ha ido a la playa? Le voy a enseñar a surfear.

 

Scott vio a su hermano de reojo. Era pésimo ocultando cualquier cosa, no sabía mentir, aunque se imaginaba que en esa ocasión al primero que le mentía era a sí mismo. No parecía que Dexter fuera sólo un “amigo” y aunque el chico fuera excelente haciendo amistades, también sabía que era bisexual. Sólo esperaba que aquello no terminara en otro drama familiar.

 

Sin embargo, lo más importante era la felicidad de Mitch y decidió compartir un poco, con la esperanza de que le ayudara eventualmente.

 

—Mitch, yo… estoy viviendo con mi novio. No había tenido ocasión de decirte. Sólo Randy lo sabe, es secreto por ahora.

 

—¿Mamá y papá no saben…?

 

—No —negó Scott, riendo leve. —¿Te imaginas si supieran que tienen no uno, sino dos hijos gay? 

 

—Cierto… Papá no ha vuelto a dirigirle la palabra a Keith. 

 

Polly se detuvo a oler un arbusto y ambos tuvieron que seguirla, manteniendo una pausa poco usual entre ellos. Aunque no quisiera, Mitch sospechaba algo así de su hermano mayor, era como una corazonada que ahora se confirmaba. Y no sabía qué pensar al respecto, únicamente deseaba mantener la poca paz que tenían en casa y le parecía egoísta de su parte. Quizás Scott sí quería compartirlo.

 

—Estamos bien sin contarlo —aclaró Scott, leyendo con demasiada facilidad a su hermano. —No es necesario ser tan abiertos con todo. Es decir, no es lo ideal tener que mentir, pero hasta que nuestros padres empiecen a… ser más tolerantes, prefiero que sea así a perder la relación. 

 

Mitch asintió. Entendía, en parte. Le parecía algo grande que esconder, un hito en la vida de Scott que incluso él resentía no conocer antes. Vivir con su novio implicaba una relación seria y…

 

—Espera, ¿no estabas viviendo con Mr. Summers? —recordó súbitamente a su profesor. Scott contuvo la respiración. —¿Están viviendo los tres juntos? —ladeó la cabeza.

 

Scott no se contuvo de reír. Su hermano seguía siendo muy inocente y no quiso ser él quien le rompiera la burbuja. ¿Qué era un secreto más, a esas alturas…? —Sí. Steven, mi novio y yo. Ya nos arreglaremos.

 

—Bueno… Mientras estés feliz, yo también —sonrió el chico.

 

—Gracias, Mitch. Puedes ir a vernos cuando quieras. Y trae a Dex, hace mucho no lo veo.

 

***

 

Dexter se pasó la mañana armando un bolso para prepararse a lo desconocido. Era uno de esos viajes lo suficientemente cortos como para hacerlos, pero lo suficientemente largos como para que no valiera la pena volver el mismo día, así que buscaron un lugar en el que pasar la noche y el baterista se mantenía ocupado en un intento de evitar que su mente creara expectactivas en torno a lo que parecía la trama de un fanfic.

 

¿Y si había sólo una cama…?

 

—Jejeje —rió por lo bajo, para sí mismo, pese a que estaba en la cocina con sus padres empacando bocadillos que le prepararon. Por supuesto los padres de Dex estaban acostumbrados a su peculiar conducta.

 

Cuando Mitch llegó, en la van de su mamá, Dexter estaba en la puerta con Lydia y Oliver, sus padres, que lo despedían. Él le decía que usara mucho protector solar y que no le causara problemas al chico. Su madre lo llenaba de besos y le daba otra bolsa, antes de alzar la vista al auto que había llegado. A simple vista los padres del chico eran un espectáculo andante. Ella tenía un cabello larguísimo enrulado y de color rosa. También usaba una falda diminuta, botas altas y corset. Él era alto y delgado con ropa que gritaba a los cuatro vientos estilo punk.

 

—Bueno, ahí está mi transporte —bromeó Dexter, ondeando la mano a Mitch. Su madre lo siguió para ver al castaño de cerca y tomar su rostro entre sus manos.

 

—¡Pero mira a esta lindurita, mira qué bebé más lindo! —celebró, apretándole un poco las mejillas, y su padre tras ella gruñó algo inentendible.

 

—¿¿Verdad que sí??—rió Dexter. Mitch se limitó a sonrojarse.

 

—¡Por favor cuida mucho a mi pastelito! ¡Les hice algunos cupcakes para el viaje, disfrútenlos!

 

—S-sí, señora. Lo traeré mañana temprano, en una pieza. Gracias.

 

Dexter se despidió de sus padres entre risas por ver el lado tan robótico y correcto de Mitch. Tendría que darle las gracias a su madre luego por avergonzarlo de esa forma tan adorable. —¿Estás bien? Te ves nervioso —hizo notar, por supuesto. Si podía sonrojarlo más, debía hacerlo.

 

—No, estoy bien —sonrió Mitch, mirándolo un momento antes de poner la vista en su celular, que estaba apoyado cerca del tablero con la ruta marcada. —¿Tú cómo estás?

 

—¡Emocionado! —celebró el baterista, acomodándose en el asiento luego de dejar su bolso atrás. —¿Trajiste dos tablas de surf?

 

—¡Sí! Scotty me prestó la suya. Te mandó saludos, por cierto.

 

—¡Ah, gracias! —En el primer semáforo que hubo se acercó a besar su mejilla ligeramente con una sonrisa. —Y gracias por invitarme, de verdad me hace ilusión conocer el agua —y la posibilidad de que hubiera sólo una cama en el lugar. Si no, iba a hacer lo posible para meterse a la de él... y eso podía o no traer resultados de índole sexual.

 

Mitch se sonrojó, mucho, Dexter se preguntó si acaso le estaba leyendo la mente, pero era sólo su reacción a ese mínimo beso. Era un caos preguntarse qué sentía por Dex; todos los días pensaba un poco en eso, se convencía de que estaba mal y de que no sabía cómo podría corresponderle y luego, su cabeza se dedicaba a hacerlo soñar con la noche de la fiesta. A veces ni siquiera eran recuerdos, sino cosas nuevas que nunca había hecho con el chico y le producían exactamente lo mismo, que era despertar con la ropa húmeda.

 

Por ir pensando en cosas similares y aventurando la idea de que el otro lo supiera, ambos se sonrojaron e intentaron no mirarse. Mitch ignoró el tema. Era lo que hacía mejor.

 

—Oh, no te preocupes, también me hace feliz venir —sonrió sin más. —Es un viaje un poco largo, pero juro que vale la pena. ¡Te enseñaré a surfear!

 

—¡Aaaagh, ya quiero que lleguemos! —expresó el muchacho, ilusionado por quemar energías aprendiendo aquello. Se preguntaba si era como en las películas y habría fiestas en la playa, porque adoraba las fiestas, y conocer gente. Claro que iba a disfrutar de todo bien pegado a Mitch, ya que tenía la resolución mental de que no dejara de pensar en él todo el tiempo luego de ese fin de semana. —¿Sabes hacer esos trucos tan sexys de la tele? —se rió entonces. Daba igual si lo sabía o no, Mitch le parecía sexy sin la necesidad de ningún truco.

 

Estiró la mano para poder encender la radio y poner una de sus estaciones donde pasaban únicamente rock del que le gustaba.

 

—Sé trucos, pero... no sé si sean sexys —contestó, riendo un poco. Nunca le habían dicho que lo fueran. —Te enseñaré. 

 

Dexter sonrió grande murmurando un "cool" que se quedó en el aire un rato mientras veía el camino. Iba a pasar un día excelente, de eso estaba seguro. El día empezaba con un sol espectacular, y a medida que se acercaban a la playa Dexter miraba fascinado el agua de lejos, la arena dorada y las casas alrededor que estaban sobre tarimas de madera hinchada para que las crecidas del mar no fueran un problema.

 

Pasaron el viaje hablando de la escuela, la banda, sus amigos en común y rumores de la escuela que resultaban entretenidos. Ambos eran muy amistosos y se notaba que eran del estilo que podía unirse a cualquier lado y hacer pasar a la gente un buen momento. El baterista siempre estaba dispuesto a aprender cosas nuevas, razón por la cual lo invitaban a juegos de lacrosse, soccer, basket, ajedrez y lo que fuera que hubiese intentado al menos una vez.

 

Al llegar a la playa el chico salió rápido del auto y miró lo vasto del mar frente a él. Era realmente la primera vez que lo veía en vivo, estando tan cerca.

 

—¡Mitch, mira! ¡Barcos! —gritó, apuntando a lo lejos. 

 

El castaño se acercó a él, sonriendo. Entendía que debía ser emocionante ver el mar en persona por primera vez y él estaba emocionado por ser quien llevara a Dex a tener esa experiencia. Sabía que le gustaría el surf por todo lo que le había contado que hacía, sonaba a algo que le encantaría tanto como a él. 

 

Comenzó a sacar las cosas del auto: las tablas, los trajes de surf, los bolsos y la comida extra que envió la madre de Dexter. Arrastraron todo por la arena, riendo y comentando que debían unirse después a los juegos de volleyball que vieron al pasar.

 

Acomodaron las toallas y Mitch comenzó a quitarse la ropa hasta quedar con su traje de baño, que le llegaba a las rodillas y era de color azul. Notó entonces que Dexter sólo se sentó a mirarlo desvestirse y volvió a sentir calor en el rostro, pero se agachó a tomar un traje negro de surf y se lo aventó.

 

—Ponte eso. Es de Randy, debiera quedarte bien.

 

—Jajaja, gracias —contestó Dex, quitándose el traje de la cara para verlo en sus manos. 

 

Tenía puesta ropa más liviana que de costumbre: una polera de una banda y una camisa de mangas cortas encima, con sus infaltables baggy jeans. Se levantó entonces, mirando a Mitch con una sonrisa llena de picardía y comenzó a quitarse la ropa con lentitud, moviendo las caderas seductoramente. Le gustaba jugar a aquello, los stripstease se le hacían de lo más divertido y sabía que de no ser baterista posiblemente se hubiese metido a bailar a un club o algo así, porque era muy inquieto y gastar energías seduciendo parecía una idea coherente para él. Mitch quiso apartar la mirada, pero la verdad es que se quedó mirándolo con cara de idiota todo el tiempo que duró ese espectáculo.

 

Al final quedó en shorts negros. Su piel era increíblemente pálida y tenía muchos lunares repartidos en el cuerpo y un par de tatuajes tribales: uno de lobo en la cadera derecha y un dragón en el omóplato izquierdo.

 

—Okay, mamá dijo que usara bloqueador, así que ayúdame —pidió, sacando el frasco de su bolso para pasárselo al castaño y ponerse de espaldas a él, atándose el pelo.

 

—Eh… claro —contestó Mitch, tras darse cuenta de que tenía la boca abierta. Recibió el envase y colocó un poco en sus manos, que temblaban las puso en los hombros de Dexter. Era tonto, le había puesto bloqueador muchas veces a sus hermanos, ¿de qué estaba nervioso?

 

Y es que la piel de Dexter no era lo mismo. Se sentía... distinto. Mientras pasaba los dedos por su espalda, la mirada se le iba hacia abajo. Su trasero se veía muy bien en esos shorts... Argh. Se apresuró a pasarle las manos por los brazos para quitarse lo que le quedaba de bloqueador en las manos.

 

—Ya, ahora necesito ayuda con esto —se giró y le señaló el cierre del traje, que estaba en la espalda. Pensó que era una buena excusa para que no viera su cara roja. Aunque era cierto que necesitaba ayuda.

 

Dexter se quedó unos segundos admirando su espalda, la cual besó antes de levantarle el cierre lentamente, lamentándose internamente por no ver su piel. Mitch apretó los labios y pensó en baseball, volviendo a pedirse a sí mismo ignorar el calor que le producía tener al otro chico tan cerca y tan… confianzudo.

 

El baterista se alejó para ponerse su propio traje, además de bloqueador en la cara. Tuvo que moverse el parche un momento, de espaldas al castaño para que no viera la cicatriz, y lo colocó de regreso en lo que Mitch subía el cierre de su traje, girándose con una sonrisa.

 

—¡Vale, estoy listo! Enséñame tus secretos —anunció, tomando la tabla para analizar la forma, el peso. Todo era nuevo y excitante, y la idea de ir al agua fría, que no fuera una piscina, le agradaba mucho. También veía curioso a todos lados. Quería comer helado, jugar volley, bailar con la gente que había más lejos, hacerse un tatuaje en la tienda que había frente a la playa, ¡todo!



Mitch lo detuvo entonces, mirándolo al rostro.

 

—Tu parche se va a mojar, ¿no hay problema? —preguntó. Conocía a Dexter desde hacía una semana, pensaba que tendría alguna herida reciente y luego se lo quitaría.

 

—Nah, no me preocupa que se moje —respondió de buen humor el chico, ajustándolo levemente. Sí le molestaba que se le saliera, no había pensado en eso... bueno, no era como si realmente fuera un gran secreto, sólo le incomodaba un poco que Mitch lo viera, porque la gente ponía esa cara que no le terminaba de gustar cuando veía la cicatriz y el ojo blanco.

 

Comenzó a caminar hacia el agua, sintiendo el calor de la arena y la textura tan curiosa bajo sus pasos. Se rió aunque le quemaba un poco las plantas de los pies, pero qué podía molestarle ese día. Al llegar al agua, se quedó maravillado un momento sintiendo lo fresca que estaba y las olas que provocaban cosquillas. 

 

—Oye, no te rías si me caigo mucho —advirtió en broma, antes de dejar la tabla en el agua flotando y sentarse encima de piernas cruzadas.

 

—No, no puedo prometerte eso. Me voy a reír, y mucho, pero no le diré a nadie —bromeó, acercándose a Dexter. —Lo primero es tratar de mantener el equilibrio de pie. Puedes intentar en la arena antes del agua, pero no es tan gracioso. Digo, divertido. 

 

—¡Malvado! —se quejó, salpicándolo con agua. Mitch sostuvo su tabla sin perder la sonrisa, así que intentó ponerse de pie en ella. Estaba resbalosa, pero logró pararse con cuidado, usando sus manos para mantener el equilibrio; aún así se notaba que en el momento en el que lo soltara iba a caerse. —Ok, estoy listo para hacerte reír. ¿Qué hago ahora?

 

—Encuentra un punto en la tabla donde se distribuya bien tu peso, mueve los pies hasta que lo logres —explicó. Dexter lo miró como si le hubiese hablado chino básico pero intentó sentir lo que le decía, observando la tabla y cómo se movía bajo su peso, aunque claro era como ver la rueda de la bicicleta al andar. Mitch lo observó hasta que le pareció que lo encontró. —Y ahora... ¡depende de ti! —bromeó, soltando la tabla. Probablemente caería a la primera.

 

Dexter sostuvo la respiración e hizo todo lo posible por mantenerse allí, aunque terminó aleteando con los brazos y cayendo de espaldas. Atinó a gritar y cubrirse el parche con la mano para que no se saliera de lugar en lo que terminaba totalmente sumergido en el agua y al sacar la cabeza estaba riéndose tanto como Mitch y tosiendo agua, volviendo a salpicarlo.

 

—¡No me sueltes! —se quejó, nadando a su tabla una vez más para poder sentarse. —Mejor muéstrame cómo lo haces tú, aprendo mejor así, copiando.

 

—Perdón, bro… —murmuró, acercándose a ver que estuviera bien, aunque le costaba contener la risa. —Pero tienes que caerte un par de veces antes de entender cómo no caer —explicó en lo que él pensó eran las mejores palabras para describirlo. —Yo me caí quince veces seguidas. QUINCE. 

 

Y habían personas que se caían por horas antes de entenderlo, o se rendían e iban por las olas sentados.

 

—Vale, mira entonces… —accedió después, tomando su propia tabla. Se sentó en ella para mostrarle a Dexter, sujetándola entre sus manos mientras apoyaba los pies, el derecho adelante y el izquierdo atrás. De un momento a otro se soltó y quedó de pie, con los brazos extendidos a los lados y parecía que sus pies se movían siguiendo las ondas del mar para no caer. —Algo así. 

 

Dex observó atentamente para no volver a cometer el mismo error. Mitch tenía las piernas más separadas y no se trataba de fuerza, sino de captar el cómo se movía el agua alrededor, lo que parecía ser el punto importante. Desde luego iba a tener que caerse un par de veces antes de lograrlo, pero empezaba a encontrarle un sentido.

 

Cuando lo tuvo junto a él una vez más se arrodilló en la tabla y le estiró las manos para que lo ayudara a alzarse.

 

—Vamos juntos, llévame, así no me caigo tanto —y en caso de que cayeran se iba a asegurar de llevarse a Mitch con él. 

 

—Bueno, te ayudaré —sonrió el chico, lo cual hizo que el baterista decidiera atreverse a más.

 

—Dame un beso de buena suerte.

 

Era estirar bastante el elástico, hasta la fecha Mitch no había hecho ningún avance hacia él, lo único favorable en su perspectiva era que tampoco lo rechazaba. Sabía que al menos le gustaba físicamente y quería empezar a probar cuánto más estaría dispuesto a aventurarse. 

 

El chico se veía contrariado e incómodo, dejó de sonreír ante la petición. No parecía contrariado por la idea en sí, sino… nervioso. Una vez más sonrojado. Su inexperiencia lo seguía delatando, aunque a Dex le parecía adorable. 

 

Finalmente, Mitch eerró los ojos y le besó rápido los labios, como esperando que nadie hubiera visto y luego apartó la mirada. —Te… daré uno mejor si no te caes —murmuró, como si hubiera sido adrede el darle un beso tan malo. 

 

Y entonces avanzó en el agua, llevándolo, intentando pensar en algo más.

 


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