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La banda: El inicio por TeaPartyWriters

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A la hora de salida, Tarik acompañó a Dex por el pasillo y tuvo una nota de nostalgia al cambiar roles con Mitch y dejar que entraran juntos a hacer su hora de detención por el anuncio de su relación. Normalmente era el guitarrista quien lo acompañaba, pero las cosas empezaban a cambiar con cada uno aceptando a otra persona en su vida.

 

Le hizo un gesto a Mitch para advertirle que lo tenía en la mira y decidió dejarlo ir. Si había alguien que sabía sobre enmendar errores y mejorar como persona, era él. Tenían que poder obtener una segunda oportunidad.

 

Continuó su camino. Sugerirle a Darren que aprovecharan ese tiempo extra para hacer algo, venía con una fuerte carga: ¿podrían al fin estar a solas? Aún tenían pendiente llevar su relación al siguiente nivel, con muchos intentos fallidos y duchas frías de por medio. De hecho, parte de él sospechaba que el tío de Darren había intervenido sus teléfonos para enterarse de cuando estuvieran a punto de hacerlo e interrumpirlos de la peor manera que se le ocurriera. 

 

No entendía por qué, si Darren no era virgen, ni tampoco existía riesgo de embarazo. Ambos tenían además dieciocho años, ya eran adultos, así que… ¿sería hora de asumir que sólo lo detestaba particularmente? 

 

Al llegar al estacionamiento, divisó a Darren a lo lejos, apoyando la espalda en un costado de su automóvil mientras revisaba su celular sin prestar atención alrededor. Su corazón comenzó a latir más fuerte, como siempre hacía cuando lo veía, e intentó contener una sonrisa mordiéndose el labio inferior. Podría con 12 meses más de duchas frías si era por seguir siendo su pareja. 

 

Apresuró el paso, ignorando que algunos compañeros se rieron de él por ir tan entusiasmado con su novio, haciéndole gestos de látigos y otras cosas por el estilo. También hizo oídos sordos a los gritos de “SON MI OTP” y “LEMON PLS” de su club de fans. 

 

—¡Listo! —anunció feliz al peliverde, acompañado de un beso en la mejilla. El chico guardó su celular y abrió el automóvil.

 

—¿Dónde quieres ir?

 

Tarik jugó con la argolla en su labio inferior, lo cual Darren vio de reojo. Había una tensión especial, ambos sabían perfectamente lo que querían hacer, pero Tarik aún no se atrevía a decirlo en voz alta. Buscó justificaciones, como que Darren debía estar cansado por todo el trabajo que le tocaba últimamente y que sería mejor dejarlo para otro día…

 

—¿Al cine? O a un café quizás… O… eh… ¿algún museo? 

 

En el siguiente semáforo, Darren desabrochó su cinturón y se acercó a él, tomándolo por el cuello de la camisa para atraerlo y besarlo profundamente. —¿Dónde quieres ir? —insistió.

 

—Algún lugar vacío —confesó Tarik. —Y a prueba de sonido. 

 

Darren sonrió satisfecho, volviendo a su postura de conductor responsable. —Mi casa está vacía —mintió a medias. Necesitaba enviar un mensaje para darles la tarde libre a todos los sirvientes. Sus padres estaban de viaje, como era usual.

 

—¿Y tu tío?

 

—En reuniones.

 

El rubio respiró profundo, obligándose a mirar por la ventana. Ya tenía la cara roja, sentía el cuerpo caliente y miraba el velocímetro como si quisiera matarlo. —¿Cuánto falta?

 

—Poco. Cálmate —indicó el manager, acelerando sutilmente cada vez que podía. Por supuesto estaba igual de impaciente que su novio, pero adoraba verlo sufrir de esa manera. ¿Estaría mal? 

 

Estacionó en uno de los ocho lugares afuera de su mansión. Tarik bajó de inmediato y prácticamente corrió a la puerta, mientras que Darren hacía todo tortuosamente lento. Sacó su mochila, se la cargó al hombro y se detuvo a conversar con uno de sus sirvientes, confirmando su orden de salir más temprano. También aprovechó de asegurarse de que ninguno de sus familiares fuera a interrumpirlos con una visita.

 

Dedicó una sonrisa calmada a su novio al abrirle la puerta y una vez que estuvieron dentro tiró de su mano sin prestar atención a los pocos sirvientes que salían por el pasillo hacia la puerta de entrada. Al llegar a su cuarto entró primero, dejando la mochila a un lado y dándole la espalda al rubio.

 

—¿Quieres algo de comer o tomar? —preguntó.

 

El rubio entró tras él, mirando con detenimiento su habitación, como si esperara que saliera alguien de detrás de cualquier mueble. "Thor, Loki, cualquier divinidad menos ridícula que dios, por favor que Lio--Mr. Hunt no tenga ganas de venir a ver su sobrino", pidió en su cabeza al acercarse a esa espalda tentadora y rodearla con los brazos.

 

—Quizás después—respondió, apartándole el cabello para besarle el cuello.

 

Llegaría Lionel, estaba seguro... en cualquier segundo.

 

Pero Lionel no llegó, no en ese momento ni en el siguiente cuando Darren comenzó a desabrocharse la camisa blanca que tenía lentamente, dejándola deslizarse por sus hombros y quedando únicamente una camiseta sin mangas debajo, blanca y ajustada. Sobre su omóplato izquierdo, tenía un tatuaje diminuto de una ballesta, el símbolo de los Hunt, lo único que destacaba en su pálida piel y que Tarik inmediatamente rozó con los labios.

 

Darren se giró para poder atrapar la boca de Tarik con la suya y pasó sus manos por sus brazos fuertes y sus costados, metiéndose curiosamente por debajo de su polera para poder sentir su espalda y suspirar un poco, erizándole la piel a su novio. Retrocedió de espaldas a la cama donde se sentó y se encontró frente a la entrepierna del rubio. Miró hacia arriba y le indicó con la mirada que se desabrochara la ropa. Tarik obedeció de inmediato, descubriendo su torso lleno de tatuajes, siendo el más notorio uno de Audrey Kawasaki que ocupaba su costilla izquierda. El resto eran gárgolas, demonios y máscaras japonesas, en su espalda y piernas. Y además de eso, tenía un piercing en una tetilla y otro en el ombligo.

 

Por la mirada de Darren, asumió que no esperaba que se detuviera allí, así que se desabrochó los pantalones, dejándolos caer por sus piernas tatuadas y se quedó en unos briefs negros. 

 

A pesar de ser amigos de infancia, nunca hicieron ese tipo de cosas como bañarse juntos o comparar sus cuerpos. Era primera vez que se veían con tan poca ropa, aunque Darren pensó que Tarik había cambiado mucho; no era sólo la altura y la notoria musculatura, sino esos tatuajes y piercings de los que no tenía idea. Se dio cuenta que dejando de lado la promiscuidad, era una imagen que le gustaba mucho. Pasó las manos por su pecho, acariciando sus perforación y lamió el del ombligo.

 

Lo miró a los ojos un momento, ahí de pie frente a él con sólo una prenda puesta, tan obediente. ¿Alguien podría imaginar a Tarik Presley haciéndole caso a alguien? Bueno, sí, a Darren. Únicamente a Darren Hunt. 

 

El pensamiento lo hizo sonreír y decidir que quería ver más. Quería verlo todo. Estiró el elástico de sus briefs con un dedo y comenzó a bajar la prenda con lentitud, llevando la otra mano a sostener su miembro cuando estuvo a la vista, observando su forma y tamaño. Captó su atención entonces el tercer piercing allí, justo frente a sus ojos, y sonrió de lado; tuvo que imaginar que Tarik haría algo como eso... Sin embargo lo que le importaba era su glande, con ese color tan tentador, su superficie que se veía suave y cálida. Le dio un simple beso a la punta y se separó para volver a recostarse a la cama.

 

—¿Estás conforme con ser el único desnudo? —murmuró, buscando provocarlo.

 

—Por supuesto que no —alegó Tarik, sonriendo, apresurándose a apoyar las rodillas en la cama, desabrochándole el pantalón a Darren para apartarlo de su camino. Acarició sus blanquecinas piernas con los dedos, mientras su boca se quedaba en su entrepierna y lamía sobre la tela que quedaba.

 

Dio una leve mordida y se levantó, buscando quitarle la camiseta. Sus tetillas... eran hermosas, perfectas, apenas las tuvo al alcance de sus labios las tomó, una con su boca y la otra con los dedos, mientras su miembro desnudo rozaba entre sus piernas.

 

Suspiraron hondo cuando sus miembros se tocaron y el peliverde pudo sentir el roce del piercing contra su piel, logrando excitarlo. Cerró los ojos y apretó los labios, buscando con su mano tirar del piercing del pecho de Tarik ligeramente, para llamar su atención.

 

Le alzó el rostro con la mano libre y lo hizo enfocarlo, manteniendo su dedo en su mentón para verlo a los ojos y luego besarlo, mientras que Tarik sólo quería seguir recorriendo su cuerpo. Seguramente no lo entendía, cuánto lo... necesitaba a esas alturas. Ciertamente no salía con él para conseguir sexo, pero después de un mes de caricias que prometían ser más, lo necesitaba. Quería dar ese paso en su relación, el de conocer sus cuerpos, saber qué haría que el peliverde le regalara una expresión de placer. Quería conocer todos sus puntos débiles.

 

—Supongo que… no entenderás cómo me siento ahora… después de desearte por tanto tiempo —comenzó a decir, mirándolo a los ojos mientras tocaba con el pulgar su labio interior —Así que… te lo haré saber sin palabras —sonrió, bajando una vez más por su abdomen para quitar esa última prenda, que lo dejó de frente con su miembro.

 

Darren ssinitó, permitiéndole continuar con lo que hacía, y se apoyó en sus codos para verlo desnudarlo por completo. Sus ojos decían tanto, cuando lo vio desnudo... pero no pudo concentrarse en leerlo cuando empezó a sentir sus lamidas y en especial ese piercing que tenía en la lengua. Diablos, no se imaginó que se sentía así. Sus ojos se cerraron con tranquilidad, pero su cuerpo comenzaba a reaccionar con pequeños temblores y un rosado anormal en sus mejillas.

 

Un par de suspiros lo traicionaron junto con otro rebelde gemido leve que pudo perderse con facilidad. No se imaginó que con simples lamidas pudiera tenerlo tan duro en poco tiempo... Era cuando recordaba que tenía mucha experiencia, pero lejos de pensar en cómo había tenido esa experiencia, disfrutaba mucho de ser receptor de ella.

 

—Tarik… —llamó en un suspiro, volviendo a recostarse y abrió un poco más las piernas. —Detente —ordenó, quitándose el brazo de los ojos. —Acuéstate.

 

El rubio lo miró aún con su erección entre los labios y dio una última lamida en la cabeza de su miembro, sintiendo su sabor antes de alzarse y acercarse al rostro de Darren, pasándose la mano por el mentón para remover el exceso de saliva. —¿Por qué? ¿Qué tienes en mente?

 

—Eres muy curioso —se quejó el peliverde, levantándose en sus codos para poder ponerle una mano en el pecho y separarlo de él ligeramente. —Sé un buen chico y acuéstate—volvió a ordenar, entonces cambiando de posiciones cuando comenzó a besarlo para poder dejarlo de espaldas a la cama.

 

Se paró en ella, sin temor alguno de mostrarse ante él de esa forma tan expuesta y se giró para poder ubicarse sobre él y arordillarse a horcajadas sobre su rostro, estirándose hacia adelante para poder llegar a su miembro y suspirar encima.

 

—¿Te parece bien? —murmuró contra su piel antes de comenzar a lamerlo.

 

La mejor parte de esa idea de Darren fue quedar de frente a ese perfecto trasero que tenía. Tarik alzó una mano, tras apoyarse en el antebrazo opuesto, y movió una de sus nalgas, sintiendo cómo le ardía la cara al ver aquella bonita y rosada entrada. Bueno, él se había posicionado así, suponía que no le molestaría lo que hiciera.

 

—Pues… sí, bastante bien —contestó, sin saber si excitaba más sentir su lengua o la visión que tenía en frente. Daba igual, al instante había llevado el rostro a la entrepierna de Darren, lamiendo breve sus testículos antes de subir a lo que más quería lamer, rozando el punto entre sus nalgas con el piercing.

 

Aquello sí logró sacarle un jadeo y el Darren tuvo que detenerse un momento para no lastimarlo, porque apretó los labios bastante. Apoyó la frente en su muslo, e intentó moverse hacia adelante para escapar del éxtasis de su lengua entre sus nalgas y ese piercing entrando a ratos, logrando que todo él comenzara a perder lentamente el control.

 

—Tómalo… ah… —esa diminuta expresión fue un gemido completo, y en ese momento sí se alejó, estirándose hacia adelante para verlo a la cara con una expresión algo ofendida, y las mejillas rojas. —Tómalo con calma… 

 

—Perdón —contestó, mordiéndose el labio con una sonrisa que demostraba lo nada que se arrepentía de haberlo hecho gemir. 

 

Darren buscó venganza, dispuesto a sacarle aún más ruidos a él metiéndolo por completo en su boca, jugando con el piercing debajo de su lengua. Claro que no necesitaba hacer demasiado para causar estragos en Tarik, a quien tan sólo la idea de estar recibiendo sexo oral de parte de él era suficiente para hacerlo sentir al borde del orgasmo. Ni siquiera fue disimulado al respecto, echó la cabeza hacia atrás y jadeó con gusto.

 

Pero no podía quedarse quieto, por mucho que estuviera disfrutando su miembro, endureciéndose ante cada roce de Darren. Levantó las manos y tomó las caderas de su novio para atraerlo a su cara una vez más. En otra ocasión tendría más paciencia con lo que quisiera hacer, pues en ese momento sólo podía pensar en su entrada tentadora y en lo mucho que había disfrutado lamerla, así que se volvió a alzar e introdujo su lengua en él, piercing y todo, moviéndola alrededor mientras una de sus manos apretaba en su muslo y la otra continuaba acariciando su miembro, húmedo por la saliva.

 

La expresión compuesta y triunfante del peliverde se quebró en total placer y logró hacerle abrir la boca y apretar los párpados con fuerza, adoptando una nueva expresión que posiblemente nadie le había visto antes. Intentó volver a escapar, pero su cuerpo se hizo una vez más hacia atrás, ¿o sería esa su intención desde el comienzo? Moverse con deseo siendo penetrado por su lengua y esa maldita cosa metálica que estaba volviéndolo loco.

 

—¡Tarik! —jadeó, o gimió, ¿cómo podría saberlo? Sólo supo que no pudo sostenerse más en sus brazos y cayó sobre él, con el rostro junto a su miembro erecto, que intentó seguir lamiendo, pues no sería el primero en correrse.

 

—Darren... quiero seguir —susurró con la voz cargada de deseo, mientras acariciaba con los dedos el punto que había dejado tan húmedo con su lengua. La pregunta la hizo al comenzar a introducir un dígito en él.

 

—Sí… —contestó, separando más las piernas, súbitamente dócil al sentir los dedos rasposos de Tarik entrando en su cuerpo, sumado a su lengua que continuaba lamiendo donde pudiera.

 

Darren entonces no podía evitar deshacerse en gemidos cuando recorría su interior con esa facilidad obscena, con esa confianza como si hubiesen pasado tantas noches juntos haciendo eso. Se aferró de las sábanas a los lados de las piernas de Tarik y abrió más las piernas. No podía ni seguir lamiéndolo. No podía hacer otra cosa que no fuera gemir contra su pierna. De haberlo podido ver seguramente no lo hubiese reconocido.

 

Era como sentirse inexperto e hipersensitivo. No lograba controlar sus reacciones, su rostro, su calor, ¡nada!

 

—¡Basta ya! —se quejó. No podía soportarlo más, realmente no podía, e hizo acopio de toda su fuerza para poder escapar de sus dedos intrusos en su cuerpo, girándose a verlo. Estaba con el ceño muy fruncido y se veía a punto de reclamarle algo, pero sólo volvió a ubicarse sobre él, de frente. Estaba molesto porque el idiota de Tarik lo hacía perder el control y expresar... tanto. 

 

—Te ves tan sexy así… —murmuró Tarik, sin hacer un solo intento por disimular todo lo que le producía, menos al tomar su rostro con una mano para juntarlo de forma bruta con el suyo y alcanzar sus labios, que besó y mordió sin reparo alguno, en lo que movía su cadera para rozar con su miembro el trasero de Darren.

 

Y nuevamente su expresión cambió de inmediato a una débil y desesperada cuando tuvo su glande dentro y... mierda, quería sentir ese piercing rozando todo dentro. No pudo ni morderse los labios para contenerse. Sus rostro estaba totalmente entregado a mostrar lo mucho que disfrutaba aquello y comenzó a bajar muy lentamente alrededor de él, apoyado en su vientre.

 

—Mmnnn... Tarik…

 

—Darren... —gimió a su vez, cerrando un momento los ojos para grabar en su memoria la sensación del cuerpo de Darren rodeándolo. Se sentía palpitar dentro de él... nunca lo había hecho sin condón, no pensó que fuera a ser así de... caliente. Darren tampoco había tenido sexo sin condón antes, pero sabía que Tarik no tenía nada (habiendo hablado del tema antes), ni él mismo tampoco, por lo cual se decidió por sentirlo de esa forma, demostrarle algo, que era precisamente que Tarik era el único para él ahora, su primera relación seria.

 

Una vez que estuvo con él totalmente dentro, tan hondo en su cuerpo respiró profundo un par de veces aún con ese gesto de placer totalmente lascivo y entreabrió los ojos para ver a Tarik disfrutándolo tanto como él. Sentía cada palpitación y podía jurar que el piercing estaba haciendo cosas ahí dentro también.

 

El momento que se dieron fue más para asimilar la sensación que para dejar que Darren se acostumbrara, aunque también sirvió para eso y se sintió infinitamente cómodo dentro de él, sintiendo sus piernas en las caderas y viendo esa expresión. Comenzó a empujar la cadera suave dentro de él, ayudándose con las manos en sus piernas para moverlo también, lo cual se sentía delicioso, mas pronto se hizo poco.

 

—Perdona, Darren… Sé que te gusta estar en control, pero… —dijo en voz baja, sonriéndole al empujarlo hacia atrás, saliendo de su cuerpo tan sólo un instante para volver a entrar al posicionarse sobre él. —Déjame estar arriba un rato. Sigo a tus órdenes —aseguró, aunque sus caderas se movían buscando tocar con su hombría el punto en que más lo hiciera temblar.

 

Darren gimió entrecortado, queriendo decirle que eso no era tener control... pero daba igual porque estaba otra vez demostrándole lo muy bueno que era en aquello porque no podía concebir un placer mayor que aquel...

 

Se mordió el labio inferior y comenzó a pasar las manos por su cuerpo, por su rostro y el piercing de su labio, el de su tetilla, el cual tiró un poco y su ombligo hasta que sus dedos llegaron entre las piernas de ambos y comenzó a acariciar lentamente su propio miembro con movimientos muy lentos, jugando con la punta y dando un pequeño espectáculo porque pasaba sus ojos de su miembro a los de Tarik.

 

—Ahí… —balbuceó con deleite cuando logró rozar esa parte tan perfecta. —Ahí, ahí…

 

Sujetó su cadera con una mano para moverse contra el punto que le decía, empujando con su cuerpo y realmente concentrándose en seguir allí. —Darren... —volvió a llamar, en un extasis permanente.

 

—Más fuerte… 

 

Apoyó una rodilla en la cama y el pie de la otra pierna para poder impulsarse con más fuerza. —Mierda, Darren... —gimió, mordiéndose el labio nuevamente. —Es tan bueno… —le encantaba incluso cómo sonaban sus cuerpos al volver a chocar juntos, en tanta humedad.

 

Era el sonido más obsceno y pervertido del mundo pero Darren no podía concebir algo mejor que eso, mientras era movido de aquella forma magnífica que lograba darle vueltas la cabeza. Ya no podía sostenerse de nada y se pasó las manos por el cuerpo, su miembro hasta su cuello, echándose el cabello hacia atrás, ahora sí gimiendo y medio gritando sin ninguna vergüenza.

 

—¡Tarik...! ¡Tarik! ¡Aaah!

 

Dios, era demasiado bueno, demasiado intenso. Calor, humedad, presión... su cuerpo iba a tener el mejor orgasmo de su vida, y estaba tan preparado para ello... el rubio no fallaba en darle a ese bendito lugar, rozándolo con aquella perforación y pronto se volvió demasiado para soportarlo. Sería la primera vez que se venía antes que su pareja, pero de verdad era mucho.

 

Gritó, porque eso fue exactamente lo que se escuchó en ese cuarto y probablemente en los demás alrededor de él, y se vino en su pecho abundantemente. Su cuerpo ardía, sudaba y palpitaba como si hubiese corrido muchísimo y el orgasmo lo chocaba de tal forma que no podía dejar de sentirlo desde la punta de sus pies hasta el último de sus cabellos.

 

Para Tarik era perfecto; no sólo había podido explorar a gusto el cuerpo del peliverde, sino que además logró cambiarle la expresión tan compuesta que tenía al inicio y hacerlo gritar su nombre. Darren estaba allí, con su hombría dentro, gritando su nombre y gritando al correrse. Lo había hecho tener un orgasmo, por primera vez.

 

—Nnh... Darren... —gimió a su vez y sólo escucharse decirlo en voz alta, en frente de él, fue el detonante para eyacular en su interior, tras sentir cómo se contraía y seguía contrayéndose por alcanzar el clímax. Fue increíble, casi al mismo tiempo... quizás la próxima vez podría lograr que se sincronizaran y todos sus sueños se cumplieran.

 

Bueno, el de pasar toda la vida con Darren tomaría más tiempo de cumplir.

 

Aún agitado, se dejó caer sobre Darren, aunque intentando que no cargara con todo su peso. Estaba agitado de la emoción, no del ejercicio. Realmente... lo había hecho, Darren estaba ahí abajo suyo cubierto de ambos orgasmos y nada ni nadie le quitaría la sonrisa a Tarik en días.

 

El peliverde seguía gimiendo despacio, ansioso, porque jamás había tenido semen dentro de su cuerpo y se daba cuenta de que era la mejor sensación del mundo. Cuando Tarik resbaló de él al caerle encima lo miró de reojo y le acarició el cabello ligeramente. Había sido tan bueno... 

 

Suspiró hondo y puso una mano en su espalda. La otra la utilizó para apartarse el cabello de la frente.

 

—Nada mal —sonrió. Había sido excelente, pero no sería Darren aceptando tan fácilmente aquello.

 

—Gracias —contestó, levantando entonces la cara para besarle el cuello y los labios, mientras ambos calmaban su respiración. —Dios, te amo tanto… —murmuró y era bueno mencionar que Tarik era ateo.

 

De la misma forma que Darren imaginaba que él lo había pasado bien, el peliverde podía notar por lo que decía que también estaba muy feliz... y realmente pensó en que no podía dejar de mostrarle un poco de afecto, por lo cual le alzó el rostro con las manos para verlo a los ojos largamente y besar su frente, bajando a la boca donde rozó un par de veces.

 

—También te amo—lo quería mucho realmente. Claro que le faltaba tiempo para decirle que lo amaba, con ese tono tan intenso con el que Tarik le enunciaba eso. —Okay, bájate. Pesas.

 

—No digas eso, estoy seguro que el entrenamiento me está haciendo subir de peso... —se quejó, apoyándose en su costado sobre la cama para poder darle espacio a Darren. Jecht lo estaba haciendo subir de peso para que tuviera más masa muscular y era raro, estaba acostumbrado a ser muy delgado.

 

Pero tampoco era malo si de verdad podría cuidar de Darren.

 

Se sentó en la cama, apartándose el cabello mojado del rostro. —¿Quieres que me quede? Aún podría volver a mi casa… 

 

—Ah, parece que tuviste suficiente con una sola vez. Bien, puedes irte —respondió, girándose en la cama para darle la espalda. Se cubrió con las mantas.

 

—Aaah… No me tientes, Darren —se quejó, metiéndose bajo las mantas para abrazar su cintura. Apoyó la frente en su hombro, al tiempo que se acercaba un poco más y sus cuerpos se tocaban, en especial ese bonito trasero que tenía el peliverde contra la entrepierna del rubio.

 

Darren sonrió para sus adentros, aunque por fuera lo miró con aburrimiento, mientras simulaba acomodarse a gusto y el miembro del rubio quedaba atrapado entre sus muslos. Darren se llevó una mano a los labios y simuló bostezar un poco. —Tienes razón, mejor dormir, ¿no?—fingió, pues si era totalmente sincero, estaba disfrutando mucho de ese roce de pieles desnudas bajo las mantas, nunca lo había hecho con nadie más, y se sentía tibio y delicioso, húmedo y resbaladizo.

 

—Mh… No creo que puedas dormir así.

 

—Quizás no —rió en voz baja al verse descubierto, alzando una mano para acariciar la mejilla del rubio. —Tarik, escúchame… 

 

Se giró muy a su pesar y lo observó un momento a los ojos.

 

—Te amo.

 

Tarik reparó en que era raro aún escucharlo... a lo más esperaba un "te tolero", en serio, después de conseguir que le dijera "me gustas", no esperaba más. 

 

—Me… amas —repitió, porque si estaba seguro de algo, era de que Darren no diría algo así para darle en el gusto. Eso lo hizo sonreír.

 

Por fuera el peliverde sonrió de lado, girando los ojos como encontrando especialmente tonto que se pusiera feliz por ello, aunque realmente estaba bien decírselo. Podía entender que Tarik tenía dudas, porque después de tanto rechazarlo por años completos ahora decirle que lo quería era... bueno, suponía que iba a ponerse así. No sólo lo toleraba, ni le gustaba... lo quería porque se esforzaba, y nada le gustaba más que una persona que se esforzara.

 

—Así es —confirmó, mirando a sus ojos. Quizás si se lo decía bien firme entonces lo comprendería por un buen tiempo, como un refuerzo hasta necesitar otra ocasión donde dudara especialmente o lo necesitara. —Y… estoy listo para otra ronda.

 

Se quitó las mantas de encima y volvió encima del rubio, mientras buscaba en su cajón una cinta para atarse el cabello, algo pegado al cuerpo.

 

—Lo haremos hasta que no dudes más —. Sí, le iba a demostrar que lo quería de la única forma que se le ocurría estando ambos en una cama sin ropa.

 

—Muy bien… —contestó divertido, mordiéndose el labio al poner las manos en sus caderas. 

 

Bueno, por él que pasara toda la noche probándoselo, aunque no fuera realmente necesario, no podía poner objeción a sus muy buenos métodos. El peliverde se inclinó ligeramente para morder su labio inferior, trasladándose a su mentón.

 

Esperaba que fuera lo que fuera que había visto el rubio en él nunca se terminara, porque era una sensación sobrecogedora, saberse así de amado. Suponía que no podía esperar toda la vida a que interpretara sus miradas, o más bien, debía dejarlo que aprendiera con el tiempo qué significaba cada una para que supiera cuándo preocuparse y cuándo no.

 

Iba a darle tanto poder... pero no sentía miedo como pudo pensar en que le sucedería, sino fue extrañamente satisfactorio. La sonrisa que se alojó en su rostro quizás pocas veces la habría compuesto así de natural, sin darse cuenta. Su ceño se había relajado y se veía entre fascinado y alegre. No le duró demasiado, ya que una mirada más consciente y lujuriosa se posó sobre el guitarrista y su cuerpo lleno de tatuajes, antes de abrir nuevamente lo que fue una larga, muy larga tarde y noche juntos.

 


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