Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Siempre Te Amaré por AniBecker

[Reviews - 44]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Esa misma tarde, Sasuke tenía que presentarse en la oficina de Kushina, para entregarle el contrato y hacer las pruebas de vestuario y fotografía antes de realizarle el reportaje de la nueva colección.

La mujer se sentía encantada de tenerlo como modelo de su colección, lo veía demasiado lindo y encantador, aparte de disfrutar de poderlo vestir, ya que con Naruto nunca pudo dejar volar su imaginación de diseñadora debido a que su hijo se negaba vestirse con la ropa que ella diseñaba.

El azabache no es que le encantara sentirse como un muñeco, ni llevar dicha ropa que, aunque era para el género masculino, tenía diferencias específicas para un hombre doncel, siendo la ropa más pegada y ajustada, para resaltar las pocas diferencias que un hombre varón y uno doncel tenían.

Pero lo que no podía negar Sasuke es que le gustaba el diseño de esa ropa y que, nunca había podido permitirse comprársela ni él ni su hermano debido a lo costosa que era, y lo más importante,

—Muy bien, Sasuke-kun, ahora ponte ésta-ttebane —le mostró con emoción otra prenda más—. Quiero ver si necesito hacerle unos retoques o no.

Naruto se sentía aburrido, no es que no le quisiera prestar atención a Sasuke, obviamente había levantado su mirada de la pantalla de su móvil para echarle más de un vistazo al Uchiha vestido con cada prenda, pero sí era cierto que todo lo que tuviera que ver con las vestimentas que diseñaba su madre, a él nunca le había interesado la moda.

—¡Naruto! Ve tú también a probarte esto. ¡Y ten un poco más de educación, baja los pies! —el rubio, que tenía los pies apoyados sobre una mesita, los bajó con rapidez.

—¿Por qué debo ponerme estas cosas? Yo no quiero participar en esto-dattebayo —protestó, cruzándose de brazos.

—Porque te lo digo yo, ve ahora mismo al vestuario para poder ver si tengo que hacer arreglos o no para la sesión fotográfica —no volvió a rechistar, ya que a su madre estaba rodeada por un aura rojiza que lo hizo huir hacia el vestuario por temer por su vida.

Entró tan rápido al lugar, que no se acordó que Sasuke se encontraba también ahí dentro cambiándose, encontrándoselo únicamente con su ropa interior.

—¡Se puede saber qué haces, Usuratonkachi? —se mal cubrió con las prendas, con un sonrojo razonable en su rostro.

—¡Perdón! —se avergonzó—. Pero, ahora que lo pienso, ¡si ambos somos chicos! ¿por qué protestas? —trató de encontrarle lógica al enfado, sin conseguirlo.

—Aun así, antes de entrar debes llamar —desvió la mirada, a la vez que se ponía con rapidez la ropa con la que debía salir, pero antes de abandonar el vestuario, la mano de Naruto lo detuvo—. ¿Qué estás haciendo, Dobe? —cuestionó al ver cómo era retenido, además de acorralado contra la pared y al Uzumaki acercarse peligrosamente—. ¡Dobe!

Fue callado con un beso que, empezó siendo tierno y algo torpe, ya era sabido que ambos sólo habían besado anteriormente una vez nada más, y fueron entre ellos, por lo que aún eran inexpertos en besar.

Naruto podría ser inexperto en la práctica, pero la teoría se la sabía muy bien, por lo que se acercó más al azabache, tomándole ambos brazos para que los pasara sobre su cuello y él, posar sus manos en la cadera ajena mientras profundizaba el beso.

No pudo evitar mover las manos de dónde se habían quedado en un principio, abriéndose paso curiosas, por debajo de la ropa del Uchiha, acariciando toda la piel que podía dejar expuesta.

Sasuke sintió cómo su camisa era desabotonada botón a botón, por esas manos que, aunque estaban temblorosas, parecían expertas y con la fricción que estaba haciendo el rubio contra su cuerpo, pudo notar como cierta parte del contrario estaba empezando a endurecerse, por lo que, con algo de esfuerzo, lo separó de él.

—¡Ya! ¿Qué estás haciendo, Dobe? ¡Compórtate! —exclamó entre avergonzado y molesto—. Si crees que soy fácil, la llevas clara.

—Yo no pensé nada de eso-ttebayo—. Yo solo…

—Pensé que tú podrías ser diferente, pero todos sois iguales, sólo pensáis en llevarse a la cama a cualquier mujer o doncel —escupió con resentimiento—. Creéis que somos vuestros juguetes y podéis hacer lo que queráis con nosotros, sin importar lo que lleguemos a sentir.

—Sasuke-kun, Naruto, ¿estáis ya? —se oyó la voz impaciente de Kushina.

—Espera —volvió a detenerlo—, nunca sería una persona tan ruin como para jugar y herir a otra persona, y mucho menos por pura diversión. Sé que después de lo que le hicieron a tu hermano pienses eso, pero nunca, y te lo digo muy en serio, nunca te dañaría —dijo con completa sinceridad—. Tú me gustas, y quisiera que fueras mi novio. ¿Qué me dices-dattebayo?

El azabache se volvió a soltar del agarre, pero no de forma brusca.

—Yo…tu madre nos está esperando —sin más, Sasuke abandonó el vestuario.

¿Qué había sido eso? ¿Acababa de ser rechazado? Sí, Sasuke le acababa de rechazar a su proposición de ser novios. Vale que no había sido para nada romántico, pero su declaración de amor iba muy en serio, por lo que obviamente le dolía haber sido rechazado.

Cuando oyó un grito proveniente de su madre diciéndole que apareciera de una vez, fue cuando reaccionó y salió con rapidez para evitar un regaño de la Uzumaki, ya que cuando se enfadaba, era temible.

Durante toda la prueba de vestuario, y la posterior sesión fotográfica de alguna de las prendas, no volvieron a dirigirse la palabra, ninguno de los dos era capaz de mirar a los ojos al otro. El rubio por miedo a otro rechazo, y el azabache por sentirse mal y avergonzado a la misma vez.

—¡Perfecto! Ha quedado perfecto —se alegró la pelirroja—. Has estadio fabuloso, Sasuke-kun —lo estrechó entre sus brazos—. Cómo me alegra haberte elegido como mi modelo, te queda toda la ropa estupendamente, pareciera que cuando la diseñé estuviera pensando en ti-ttebane.

—Para nada, el talento es todo suyo, Kushina-san. Sus ropas son tan perfectas, que a cualquiera le quedaría su ropa.

—¡No seas tan molesto! ¿Podría contar contigo para los demás diseños? Dime que sí, por favor —suplicó esperanzada.

—Será un placer llevar sus diseños, Kushina-san —fue apresado nuevamente por otro eufórico abrazo.

—¡No sabes lo feliz que me haces!

.

.

Obito se encontraba en la sala junto con Itachi, que estaba sentado en el sofá con una manta sobre él, mientras el Uchiha mayor revisaba el caso del de cabellos largos, la doctora Tsunade se los había dado para que él les echara un vistazo, obviamente, sin poder llevarlo, ya que ni era su especialidad, ni podía debido a que se trataba de un familiar.

—¿Todo bien? —cuestionó Itachi después de un tiempo—. Puedo oír cómo golpeas la mesa con los dedos —Obito se sorprendió cómo se percató su sobrino de lo que estaba haciendo. Ahora entendía que se le agudizaban los otros sentidos.

—Sí, sólo estaba pensando. ¿Necesitas que te traiga algo?

—No, estoy bien, gracias. Pero tú no lo estás, ¿verdad? —el mayor soltó un sonoro suspiro.

—Tú… ¿tú conoces a Kakashi? Quiero decir, de antes.

—Lo había visto un par de veces en el instituto, pero nada más. ¿Por qué la pregunta?

—Sólo era por curiosidad —respondió.

—¿Te gusta o estuviste con él en el pasado? —se revolvió los cabellos con algo de incomodidad.

—No estuvimos juntos, sólo éramos amigos, pero algo pasó entre nosotros, él se marchó y yo me casé con la chica de mi vida… pero ayer lo vi con una persona, y con ambos iba un niño.

—Y te cuestionas si tiene una familia, ¿no es así? —Obito no respondió, sólo se levantó del suelo junto a la mesita y se sentó junto a Itachi.   

—Sí, bueno, no sé… hacía mucho tiempo que no sabía de él, y ahora lo vuelvo a ver y no sé qué pensar.

—¿Por qué no le preguntas?

—¿Qué? —exclamó, que hasta asustó al menor que no se esperaba el grito—. ¿Cómo voy a preguntarle?

—Así saldrás de dudas.

La puerta de la casa se abrió y Sasuke entró, soltando de mal modo su mochila y dejándose caer en el otro extremo del sofá, al lado de su hermano.

—¿Y a ti qué te pasa, que vienes como si estuvieras enfadado? ¿Ha pasado algo malo en esas fotos? No me digas que te han hecho hacer algo que no quisieras —se alarmó el Uchiha mayor.

—Claro que no, todo ha ido muy bien. Tanto, que me ha pedido que siguiera siendo el modelo de sus diseños.

—¿Y entonces? —preguntó Itachi.

—¿Podemos hablar un momento a solas? —pidió a su hermano.

—¿Qué tienes que hablar tú a solas con él que yo no puedo enterarme?

—Cosas de hermanos —se levantó y le tomó la mano al de cabellos largos para que se levantara también y lo siguiera hasta su habitación. Le extendió su bastón para que pudiera guiarse por la casa, y ambos desaparecieron dejando a un Obito enojado por haber sido excluido.

—¿Qué es lo que te tiene así? —cuestionó acomodándose en su cama y dejando que su hermano menor le ayudara—. ¿Estás así por la sesión de fotos?

—Más o menos —respondió, metiéndose en la cama junto a Itachi—. La culpa es de ese Usuratonkachi.

—¿Quién? —no entendió a quién iba referido ese mote.

—Naruto —vagamente y con algo de dificultad, recordó quién era el susodicho—, se me declaró.

—Vaya, ¿y eso no te gustó?

—Es que… yo sé que él no es mala persona, pero siento que no debo confiar en nadie —se removió en la cama.

—Sasuke, ¿a ti te gusta Naruto? —el azabache se incorporó.

—Bueno, él se ha portado muy bien conmigo y, aunque es algo cabeza hueca, es buena persona y…

—Te gusta, ¿sí o no? Responde —lo interrumpió.

—Creo que sí… —susurró con vergüenza.

—¿Y entonces? ¿Por qué le rechazaste?

—Es que…me siento intranquilo, ¿y si él es como los demás?

—Escúchame, Sasuke —suspiró el mayor—, no debes ser confiado con nadie que no conozcas, pero tampoco desconfiado de quién se ve buena persona. Si también te gusta ese chico, no deberías haberle rechazado.

—¿Y si me pasa a mí también?

—Hey —estiró su mano buscando a su hermano, para atraerlo hacia él y abrazarlo—, que haya gente desgraciada en el mundo no significa que todos sean iguales, y que me haya pasado a mí, no significa que te tenga que ocurrir a ti.

—Ya lo sé, pero…

—No sientas miedo si de verdad sabes que ese chico te quiere. Sasuke, escúchame, seguro que Naruto-kun es buena persona, por lo que, si a ti te gusta y te ha pedido ser su novio, ¿por qué no lo piensas con más tranquilidad? Luego podrías arrepentirte de haberlo rechazado. 

—Pero, es que… ¿y si lo que quiere es…. ya sabes? 

—No creo que ese chico sea así. Y, en todo caso que quisiera eso, tú le puedes poner un alto. Pero no pienso que Naruto-kun sea de esos —el menor le contó lo que pasó en el vestuario—. Bueno, sólo fue un beso, Sasuke, tampoco es para tanto, o caricias subidas de tono. ¿Qué hizo cuando lo detuviste? 

—Se disculpó y me dijo que no era su intención, que él no quería herirme. No volvió a intentarlo otra vez, ni se molestó porque lo detuviera —confesó. 

—Entonces él no es de esos, a él le gustas, y no haría nada que tú no quisieras. No tengas miedo de él ni desconfianza por lo que me pasó a mí —dijo con voz pausada. 

 

—¿Y tú? Si a ti te viniera un chico pidiéndote de salir, ¿qué le responderías? 

 

—No es lo mismo tu situación que la mía, Sasuke. 

 

—¿Qué hay de ese rubiales, el hermano de Naruto, que vino el otro día? ¿De qué lo conoces para que viniera a visitarte?

 

—Sólo era un antiguo compañero, trabajaba también en el bar. 

 

—¿Fue él? ¿Por eso te pusiste nervioso de tenerlo cerca? ¿Por miedo de que te volviera a atacar?

—¿Qué? ¡No! —rápidamente, se dio cuenta que así se delataba él. 

 

—Entonces sabes quién fue. ¿Por qué lo encubres? ¿Por qué no quieres decirlo? 

 

—No sé de quién se trata —susurró. 

 

—Pero si has dicho que el rubiales no fue, es porque sabes quién fue. ¿Por qué no quieres decirlo, Nii-san? Ese maldito desgraciado se merece que el tío y yo le golpeemos, y luego acabe tras las rejas. 

 

—Sólo no creo que Deidara haya sido capaz, no parece mala persona. No que eso signifique que sepa quién lo hizo —volvió a murmurar. Claro que sabía que se trató de Hidan, pero sentía miedo que, por represalias por haberlo delatado, fuera capaz de herir a Sasuke, tal y como lo amenazó. No quería que ese maldito violara también a su hermanito, por eso, prefería callar. Eso era algo de él, no quería que encima por su culpa, su hermanito pagara las consecuencias. 

 

—Yo sé que tú sabes quién fue, sólo que por algún motivo lo quieres encubrir.

 

—Ya, Sasuke por favor, me duele la cabeza. ¿Puedes pedirle al tío que me traiga la medicación? Quisiera descansar un poco. 

 

El azabache hizo un puchero, y salió de la cama de su mayor, yendo a avisar a su tío. 

 

—Está bien. 

.

.

 

Al día siguiente, Obito quiso que Itachi se empezara a familiarizar a utilizar su bastón no sólo por la casa, sino también en la calle. No quería que saliera mucho así de indefenso, pero sabía que si lo retenía en la casa, es cuando lo hacía indefenso, debía saber interactuar con gente ajena a él y a aprender a desenvolverse en la calle. 

 

Itachi no estaba de acuerdo, no se sentía seguro querer salir a la calle y a exponerse en su condición, pero el Uchiha mayor lo convenció. 

 

—¿Podemos volver ya? —pidió el menor. 

 

—Estemos un poco más, ya mismo nos volvemos. ¿Por qué no vamos al parque un poco? Hay uno justo en la acera de enfrente —lo tomó de uno de sus brazos para guiarlo.

 

Al doblar la esquina, un chico de cabellos rubios que se encontraba fuera de un establecimiento los divisó y se acercó a ellos. 

 

—¡Ah, Itachi! ¿Qué haces por aquí? —se alegró de verlo—. ¿Te encuentras mejor? Me preocupaste por la reacción del otro día. 

 

Para Obito no pasó desapercibido que a lo primero el menor se sentó, pero que en cuanto reconoció la voz, se relajó un poco. 

 

—Tú eres el del otro día —entrecerró sus ojos—. ¿No eres estudiante, qué es lo que haces aquí? Deberías estar en clase. 

 

—Formo parte del club de arte, por lo que los integrantes tenemos permiso de faltar para terminar de preparar y organizar los últimos preparativos para una exposición de nuestras obras —explicó Deidara. 

 

—Ya veo. Tenemos prisa, así que nos vemos —tiró levemente del brazo de su sobrino con la intención de cruzar la calle y alejarse del joven Uzumaki, pero éste los detuvo.

 

—¿Ya se van? ¿Por qué no entran y echan un vistazo? —el Uchiha puso mala cara—. ¡No me malinterpreten! No soy una persona estúpida y no estoy siendo malo. El arte es como la música, no hace falta verlo para sentirlo —comentó con una sonrisa.

 

En ese momento, el teléfono de Obito empezó a sonar, yendo éste a atender con urgencia la llamada ya que se trataba de Tsunade, por lo que al final Deidara consiguió que Itachi lo acompañara dentro del local junto a él.

 

—¿Qué tipo de obras haces tú? —preguntó el Uchiha.

 

—Yo suelo hacer esculturas con arcilla, aunque a veces me gusta incorporarles un pequeño detonador para que terminen explotando —explicó riendo.

 

—¿Y para qué las haces explotar después de tomarte el tiempo en hacerlas? No tendría sentido, estarías rompiendo tu propio trabajo.

 

—Porque el arte, cuando es efímero, es hermoso —se abrazó a sí mismo con una sonrisa—. Aunque apenas me dejan usar mi arte de esa forma, así que estas esculturas no explotan —el rubio hizo un puchero que, aunque Itachi obviamente no pudo verlo, por lo que dijo, le hizo sonreír.

 

Era extraño, el otro día cuando lo visitó, se sintió asustado, en cambio, ahora se sentía a gusto con él. No comprendía por qué no se asustaba de su acercamiento, o le inquietaba cuando le tomaba del brazo para que lo siguiera.

 

—No son esculturas muy grandes, pero esta es mi favorita, aún no la ha visto nadie, hasta la tarde no iba a ser mostrada, pero al ser muy especial, te la muestro —hizo que el de cabellos largos extendiera sus manos para que le pudiera poner en ellas dicha escultura—. Sólo tienes que pasar tus manos sobre ella para reconocerla.

Y así fue, con lentitud, fue pasando sus manos por toda la escultura. Con rapidez descifró que se trataba de una escultura de una persona. Siguió tratando de reconocerla, comprobando que en su rostro estaba esculpida una sonrisa, y que su cabello largo y recogido pareciera como si el viento lo estuviera meciendo. También que se encontraba sentada sobre algo, una roca quizá, y que en una de sus manos tenía una especie de flor, como si estuviera oliéndola y disfrutando de su dulce aroma.

 

Pero lo que le sorprendió, fue una característica que poseía el rostro de la figura, una muy conocida por él, y era precisamente la expresión de sus marcas de ojeras. ¿Podía ser posible?

 

—Esto es… soy… ¿por qué?

 

—Parece que lo reconociste. Fue una vez en un descanso, estaba pensando qué pudiera esculpir, y fue cuando te vi. Estabas regando los rosales de la entrada del patio, te veías muy lindo, cómo te agachaste y cortaste una de las rosas, a la vez que el sol y el viento te hacían ver cómo si de una sesión de fotografía se tratara, y no pude evitar hacerte una foto, tenía claro que tal belleza tenía que esculpirla —confesó con sinceridad y algo de vergüenza. El Uchiha se sonrojó por dicha confesión, nunca se esperaría algo así.

 

—¿Por qué yo? Es algo que no logro comprender.

 

—¿Por qué? Ya te lo dije, porque no pude resistirme a tu belleza —el moreno apretó sus labios antes de responder.

 

—Me gustaría que no jugaras así conmigo, y menos ahora —le devolvió la figura.

 

—¿Jugar? No estoy jugando contigo ni mucho menos, nunca lo haría —dijo con seriedad—. Me atrajiste desde hacía tiempo.

 

—Por favor, tú estás ese pelirrojo, Sasori, ¿y me dices que no estás jugando conmigo?

 

—¿Estar? Por supuesto que no estoy con él, nunca hemos sido novios ni lo seremos. No te discuto que en más de una ocasión hemos estado juntos, pero nunca saliendo como pareja. Porque quién me gusta, eres tú.

 

—Por favor, llévame con mi tío, me quiero ir.

 

—¡Eh, Deidara! —lo llamó uno de sus compañeros del club—.  Ven un momento a ayudarnos con los últimos preparativos, ahora sigues hablando —el rubio resopló, su compañero era un inoportuno.

 

—Ahora seguimos hablando, ven —lo llevó hasta unas sillas de color blanco que había a los lados de la sala del local de exposición para que la gente que llegara esta tarde, si se sentía cansada pudiera sentarse—, vuelvo en seguida y seguimos hablando, ¿de acuerdo?

 

—Yo no quiero hablar, quiero ir con mi tío —insistió.

 

—Está bien, atiendo a mi compañero y vamos con tu tío, ¿está bien? No tardo —lo guio para que se sentara en una de las sillas. Con resignación, se quedó ahí quieto deseando que su tío terminara la llamada y entrara a por él lo más pronto posible.

 

Sasori entró al local, había tenido que salir en busca de unas últimas cosas dejadas en el instituto, cuando vio a quién menos esperaba y deseaba ver allí, a Uchiha Itachi, y a Deidara despidiéndose de él.

 

La sangre le hirvió. Se fijó que con sus manos jugueteaba con un bastón de color blanco, y que su cabeza la tenía un poco agachada. No se esperó para nada que se encontrara ciego. ¿Tan grave fue lo que supuestamente le había hecho Hidan?

 

Pero, ciego o no, no iba a permitir que se interpusiera en su relación con Deidara.

 

Con sigilo, se acercó a él, y con su pie, golpeó el bastón haciendo que el objeto cayera al suelo, haciendo un sonido metálico.

 

—Oh, perdón, no me fijé por dónde iba, lo siento —tratando de parecer preocupado por la situación, se agachó y le entregó dicho bastón—. ¿Qué es lo que estás haciendo aquí?

 

Itachi, que había reconocido la voz de Sasori, se sintió algo cohibido y temeroso, sujetando con más fuerza con ambas manos su bastón.

 

—Yo ya me iba, sólo estoy esperando a Deidara.

 

—¿A Deidara? ¿Y qué tienes que ver tú con mi novio? —su voz sonó molesta, llena de celos—. Ni creas que porque estás así vas a conseguir quitármelo, él es mío, ¿te queda claro? ¿No me digas que sientes algo por él? ¡Por favor! Esto parece de telenovela mala, el cieguito enamorado del galán… —se burló el pelirrojo—. Pero eres un iluso, ¿sabes? Porque ¿qué te hace pensar que Deidara se iba a fijar en alguien cómo tú? ¡Por favor! ¿no ves que eres demasiado poca cosa para él? ¿Qué puede aportarle una persona tan inútil cómo tú? Entre pobre, sin estudios y ciego… no estás a su altura para que se fije en ti, y mucho menos para ser mi rival, así que, lo mejor es que dejes de soñar con que Deidara se fijará en ti.

 

Con algo de dificultad, el Uchiha se levantó del asiento, encarando al recién llegado.

 

—Puede que esté ciego, que no tenga estudios o que sea pobre, pero no voy a permitir que una poca persona cómo tú me diga esas cosas y me reclame. Ya me cansé de que gente de tu calaña me humille. Y, si tan seguro estás de tus cualidades y del amor que Deidara siente por ti, ¿por qué estás reclamándole con tus celos a una persona invidente? ¿Es que acaso puede ser que quién se ha montado un cuento de hagas eres tú?

 

Cuando los instintos más bajos en Sasori quisieron aparecer para golpearle el rostro al de cabellos largos por lo dicho, Deidara y Obito aparecieron a la misma vez.

 

—Sasori, ¿qué estás haciendo? ¿Te estaba molestando, Itachi? —le sujetó una de sus manos. éste negó.

 

—Sólo estábamos hablando —para Obito no le pasó desapercibido que el pelirrojo estaba increpando a su sobrino, y que el rubio tenía algo qué ver precisamente.

 

—Vámonos, Itachi —lo tomó del brazo, rompiendo así el contacto con el joven Uzumaki, con dirección a la salida—. Aquí no tenemos nada qué hacer.

 

—Itachi, yo…

—Te lo repito, no te quiero cerca de mi sobrino, ni a ti, ni a tu hermano. ¿Todo bien? Vamos a casa a descansar.

 

—Sí —mintió. Puede que le haya encarado a Sasori, ya estaba cansado de que la gente lo ninguneara, lo hiriera y lo humillara. Pero no podía quitarse de la cabeza las palabras del pelirrojo, y es que tenía razón.

 

¿Por qué había sentido a su corazón latir cuando reconoció la escultura que Deidara hizo de él y le confesó que le gustaba? Seguro estaba jugando también con él, era como todos, dispuestos a jugar con sus sentimientos y a herirlo.

 

Claro que fue un iluso, ¿qué le podía aportar una persona que no tenía estudios ni podría trabajar en nada y estaba ciego? ¿Por qué iba a fijarse en él, pudiendo fijarse en una persona que no sería una carga para él? Era una persona inútil.

 

Debía asumirlo, y no debía permitir ni ilusionarse tan fácilmente, ni dejar que alguien pudiera entrar en su zona de confort ahora, y menos alguien dispuesto a hacerle daño y jugar con él.

 

Notas finales:

Gracias por leer :) 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).