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Siempre Te Amaré por AniBecker

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Obito siguió hablando con la directora del centro, mientras Kisame se quedó en el jardín junto con Itachi.

—No me puedo creer que el maldito desgraciado de Hidan haya sido capaz de tanto. Ya sabía yo que esos acercamientos a ti eran peligrosos. ¡Le debería haber dado la paliza de su vida! —exclamó con claro enojo.

—Deidara ya le dio su merecido, lo golpeó que lo mandó al hospital unos días.

—¿Entonces por eso es que está desaparecido? ¿Por estar en el hospital? Pero, le habrás denunciado, ¿no? —disparó una pregunta tras otra.

—Estuve un tiempo sin denunciarlo, por miedo a la amenaza de que le haría lo mismo a mi hermano si lo hacía, pero justamente trató de hacerle lo mismo a Sasuke cuando fue a enfrentarlo. Del hospital salió, se encuentra desaparecido por la denuncia, su padre es político o algo así, por lo que, para evitar un escándalo, creemos que lo ha mandado a otro país.

—No me puedo creer que por tal de que no se sepa que su hijo es un gran hijo de puta que ha abusado de una persona y vete tú a saber de cuantas más, lo oculta evadiéndolo de su condena —estaba hecho una furia. Al ver el rostro triste del mayor, decidió cambiar de conversación—. Bueno, mejor dejemos de hablar de desgraciados. Me parece una gran idea que hayas decidido venir aquí, ya verás qué pronto aprendes todo lo básico.

—Gracias —respondió mientras apretaba su bastón—. ¿Siempre estás aquí?

—Sí, bueno, sólo algunas tardes cuando no tengo turno en el bar.

Siguieron hablando un poco más, hasta que Obito les dijo que volvieran a casa, ya que iban a recibir una visita. Sasuke también fue avisado y regresó de clases directamente.

—Pero, ¿a quién es al que esperamos? —se impacientó el menor de los Uchiha—. Todavía no sé qué es lo que está ocurriendo.

—A Kakashi, dijo que a las cinco estaba aquí —respondió nervioso—. ¿Qué tal éste? No, mejor éste otro —se preguntaba y respondía solo, frente al espejo cambiándose un jersey por otro, a la vez que se echaba unas gotas de perfume.

—¿Se puede saber qué le pasa? ¿Qué tiene de especial que Kakashi venga?

—Es cierto —habló Itachi—, que tú no sabes la historia. El tío y Kakashi-san tienen un hijo, y justo hoy, viene para presentárselo.

—¿Qué? ¿Y hasta ahora que se lo dice? ¿Eso por qué?

—No le juzgues, tiene sus motivos.

—Ya sospechaba yo que en un pasado habían tenido algo, pero no me habría imaginado esto.

No pasó mucho tiempo cuando el timbre sonó, y el Uchiha mayor le hizo un gesto a su sobrino, que iba a abrir la puerta, para que no lo hiciera, quería ser él quién abriera, encontrándose con Kakashi, igual de incómodo y nervioso, con ambas manos sobre los hombros de un niño de cabellera oscura y alborotada como la de él, unos ojos perezosos y un coqueto lunar en la parte izquierda inferior de la boca.

—Eh… hola, pasad —se apartó dejándole paso a los invitados.

El pequeño no quitaba sus curiosos ojos del lugar. Observaba a ese adulto que sabía que se trataba de su padre, y a los dos chicos que también se encontraban ahí.

Kakashi fue quién habló, y le presentó primero a Obito, quién estaba feliz por conocer a su hijo y temeroso a la vez por miedo a ser rechazado. Después siguió con Itachi y Sasuke, diciéndole que ellos eran sus primos.

Tobi, que así era como se llamaba el niño, miró fijamente al Uchiha —que se le podía notar cómo estaba temblando— por unos segundos que le parecieron eternos, para después, sin previo aviso, dar un pequeño salto y colgarse de su cuello.

Podía jurar como había oído en un susurro llamarle papá.

Sorprendido, levantó su mirada para cruzarla con la de Kakashi.

—¿Creías que no le había hablado de ti o que le había hablado mal? Sabe de sobra quién eres, sólo necesitaba explicarle el motivo por el cuál no habías estado presente.

—¡Papá! —demandó el niño. Sí, sus oídos no le habían jugado una mala pasada, había sido llamado así. ¡Y dos veces! —. Ya no te irás, ¿verdad? Mamá me dijo que te fuiste para poder salvar muchas vidas, pero aquí también hay gente que se pone enfermita, no hace falta que te vayas lejos.

—No pienso irme nunca más —lo abrazó nuevamente, dejando escapar lágrimas de felicidad.

Después se puso al día sobre cualquier cosa, por muy insignificante que fuera, de la vida de su hijo. Desde sus gustos y aficiones, hasta su postura de dormir. Estaba embelesado escuchándolo, su voz infantil era música para sus oídos. Una tarde completamente feliz para Obito, deseando de que se repitieran más.

—Yo no quiero irme —lloriqueó Tobi abrazado a Itachi, con quién había congeniado muy bien—. ¿Puedo quedarme a dormir?

—Mañana hay clase, y no traes tampoco ropa para cambiarte. En otra ocasión.

—¿Puede ser el fin de semana? —cuestionó esperanzado.

—Por mí te puedes quedar cuando quieras, pero tienes que hacerle caso a tu mamá, cuando él te dé permiso, te quedas aquí, ¿vale?

—¡Sí! —exclamó feliz.

Estuvieron un poco más, quedándose incluso a cenar por petición de Obito, para después, despedirse de los hermanos Uchiha y volver a su casa, acompañados por el mayor, ya que el pequeño se había quedado dormido con tanta emoción en un mismo día.

—Gracias por dejarme conocerlo —susurró para no despertarlo, ya que él lo llevaba cargando.

—Como te dije, confieso que no tenía intención de decirte nada, no por venganza u odio, sino por el miedo de que al tener tu vida y pensaba que tu propia familia, no quería que lo rechazaras.

—Aunque Rin siguiera viva y hubiera llegado a tener hijos con ella, por nada del mundo lo rechazaría, ya que también es mi hijo. Gracias, de verdad.

—Bueno, pues aquí es —llegaron hasta el apartamento donde vivía Kakashi junto a su hijo.

—Es un gran edificio —dijo al ver el robusto y alto edificio ante ellos—. ¿Vives muy alto?

—No mucho, en la décima planta —extendió sus brazos para que Obito le diera al niño—. Gracias por acompañarnos. Esto…no te preocupes, arreglaremos los papeles para que figures como su padre y lleve tu apellido.

—Gracias —sonrió—, aunque con verlo seguido, ya soy feliz.

—Puedes verlo cuando desees, y se puede quedar en tu casa algún fin de semana.

—Kakashi, yo… —se acercó lentamente, pero el de cabellos grisáceos ocultó su rostro en el cuello del pequeño, captando que había predicho lo que quería hacer y así evitar el contacto—. Quisiera que pudiéramos hablar con calma sobre nosotros.

—Escucha, Obito. No tenemos nada más de qué hablar, conoces a tu hijo, te dije que arreglaríamos los papeles, que puedes verlo cuando desees.

—Y agradezco eso, pero me refería a nosotros, nuestra relación.

—No hay ninguna relación, ni la hubo en el pasado, sólo pasó lo de aquella noche y ya está.

—Te equivocas. Sí es cierto que siempre he amado a Rin, y siempre soñé con poder curarla de su enfermedad y casarme con ella, pero lo que pasó aquella noche, nunca pude quitármelo de la cabeza, no ocurrió por casualidad, no fue un error. Siento algo aquí que…

—Dejémoslo mejor así —lo interrumpió—, no estás obligado a estar conmigo sólo por un hijo, no me vengas con que sientes algo cuando es imposible sentir algo de la noche a la mañana.

—Pero no es de la noche a la mañana, ya te digo que sabía qué fue lo que pasó esa noche, y que no dejaba de pensar en ello —insistió el Uchiha.

—No fastidiemos la relación, mejor así —colocó entre sus brazos mejor al pequeño Tobi, que dormido, era ajeno a lo que estaban hablando sus padres—. Buenas noches —sin más, se adentró en el edificio.

.

.

.

Y así pasó el tiempo, en el que Obito aprovechaba todo lo que podía junto a su hijo, que encantado, el pequeño se quedaba a dormir a su casa, iba con él al parque, a pescar, al cine, a ver cualquier espectáculo infantil o deportivo, o a cualquier lugar que lo llevara el mayor.

La relación de Deidara e Itachi iba poco a poco, en la que en muchas ocasiones Obito intervenía con su sobre protección y sus celos de ver cómo le quitaban a sus sobrinos. Kakashi decía que, si así se ponía con sus sobrinos, temía la hora que le tocara a Tobi tener pareja.

Por otro lado, la relación entre Naruto y Sasuke también iba por buen camino. Aunque no fueran oficialmente pareja, ya que en su momento el azabache rechazó la declaración del rubio, pero seguían viéndose y teniendo citas como las parejas. Era cuestión de tiempo que empezaran a salir oficialmente.

En más de una ocasión, todos se reunieron junto a la familia Uzumaki que, Minato estaba encantado de volver a ver a uno de sus antiguos estudiantes y de conocer al hijo de ambos. Pero más le encantó que el pequeño Tobi decidiera llamarle abuelito sin si quiera tener consanguinidad con él. De momento, era el niño mimado de esa extraña familia.

—He dicho que no —volvió a negar rotundamente, cruzándose de brazos.

—Deja de actuar de esa forma tan infantil —le regañó Kakashi—, ¿qué tiene de malo que los muchachos quieran salir?

—No quiero que vayan ellos dos solos, ¿es tan difícil de entender?

—Sólo vamos a un concierto de música clásica, ni que vayamos a hacer algo malo. Tienes un problema en tu mente, tío.

—Está bien, pero Sasuke tiene que acompañarlos, y es mi última oferta —sentenció.

—¿Y por qué tengo que hacerlo? —cuestionó el nombrado mientras miraba su móvil—. No me gustan esos sitios.  

—Papi, ¿puedo ir yo? —habló el pequeño Tobi, tomando del brazo a Itachi—. Yo quiero ir con Ita-chan.

—Eso, es genial, que Tobi-chan os acompañe.

—No, tú mejor te quedas aquí, en otra ocasión vas —respondió el de cabellos grisáceos, sabiendo que la pareja después de dicho concierto, seguro que querría de quería era intimidad, no que nadie tuviera que acompañarlos—. Te vas a aburrir, es para adultos.  

—Sasuke —habló por primera vez Deidara, viendo que la única oportunidad era que el azabache los acompañara—, vente con nosotros, mi hermano también viene, seguro le gustará que te nos unas.

—¿El Dobe en un concierto de música clásica? —arqueó una ceja—. ¿Acaso él entiende de eso?

—Bueno, no entiende, pero si le digo que nos acompañe no dirá que no.

—Perfecto. Tío, el Dobe los acompaña, ya tienes carabina para ellos.

—Pero Sasuke —intervino Itachi, que ahora sí quería que su hermanito los acompañase—, Naruto solo se va a aburrir, al menos acompáñalo.

—Qué pesados estáis, está bien, que sí que voy. Pero me debes una muy gorda, Nii-san.

—Gracias —sonrió. Deidara pudo respirar tranquilo, ya que ahora sí podía ir junto con Itachi a ese concierto.

Ya perdió la cuenta de cuantas veces vio a Naruto bostezar. Aunque no podía culparlo, él también se sentía aburrido. Quién parecía disfrutar del concierto eran Deidara e Itachi. Esas dos horas se les iban a hacer eternas.

Se sorprendió al sentir la mano del Uzumaki entrelazarse con la de él, y no pudo evitar esbozar una leve sonrisa. Cuando se le declaró, lo rechazó, y sabía que Naruto no volvería a insistirle de salir —de momento— no porque se hubiera rendido, sino porque quería darle su espacio para volvérselo a pedir. Por lo que pensó que debería ser ahora él el que diera el siguiente paso.

Y más aún cuando vio en la mañana a Naruto hablar con esa chica tímida que apenas podía mantener una conversación con el rubio. Se notaba desde lejos que le gustaba, y no iba a permitir que nadie le quitara lo que era suyo.

Porque sí, era suyo desde el momento que lo vio, aunque le rechazara por miedo y aunque de momento no eran nada.

Apretó la mano ajena y se levantó, haciendo que el rubio también lo hiciera, mirándolo extrañado. Sin decir nada, le hizo salir del palco dónde se encontraban, dirección hasta el baño.

Cuando Naruto iba a preguntar qué era lo que le estaba pasando al azabache, Sasuke se tiró a besar sus labios, mientras echaba el pestillo de la puerta.

—Sasuke, hey, Sasuke, ¡Teme! —consiguió separarlo de su boca—. ¿Se puede saber qué te pasa?

—Te estoy dando una respuesta a tu confesión —preguntó molesto—. ¿Es que acaso no quieres?

—Pues sí, pero no así. Y menos después de que pensaras que sólo quería eso, y justo tú ahora parece que es lo que quieres-dattebayo.

—Vale, lo reconozco, me molesté cuando esa insípida te llamó y fuiste a hablar con ella. ¿Se te confesó? Te entregó una carta.

—¿Qué? ¿Hablas de Hinata? ¡Claro que no se me confesó! Quién le gusta es Kiba, sólo me estaba dando la carta de confesión para Kiba. Como es muy tímida, le dije que yo se la entregaba de parte de ella, por eso es que me la dio a escondidas, pero no es para mí —explicó son una sonrisa—. ¿Es que estás celoso?

—Claro no, no estoy celoso —se cruzó de brazos desviando la mirada.

—Sí lo estás —le molestó, acercándose a él—. Y entonces, ¿aceptas mi confesión o me vuelves a rechazar?

—Idiota, sabes que sí —respondió avergonzado. Naruto se acercó a él lentamente, y cerró los ojos cuando vio que estaba por besarle.

—Gracias por aceptar mis sentimientos —lo besó y abrazó—. ¿Volvemos a ese aburrido concierto?

—¿En serio quieres volver en vez de quedarte aquí conmigo? —seguía avergonzado, por lo que se giró apoyándose en el lavamanos, para que el rubio no viera su sonrojo.

Teme, créeme que estar contigo es mil veces mejor que ese aburrido concierto y cualquier cosa de mi vida, pero aquí no debemos hacer nada. Alguien puede entrar y vernos-ttebayo.

—He cerrado con pestillo.

—Aún así, prefiero que nuestra primera vez juntos no sea aquí en un cuarto de baño —rio avergonzado—. Con que por fin hayas aceptado ser mi novio, me siento la persona más feliz. Por fin te has dejado querer, Teme.

—Cállate, Dobe —el nivel de sonrojo en su rostro iba en aumento. Por su parte, Naruto no podía estar más feliz, y lo demostró apretujándolo entre sus brazos llenándolo de besos y diciéndole cosas cursis por el camino hasta donde se encontraban sus hermanos.

.

—¿Qué? Después de hacernos tragar ese infumable concierto, ¿ahora nos dices que nos vayamos a otro sitio? —preguntó molesto Naruto hacia Deidara.

—Que vinierais no estaba en mis planes, yo sólo quería estar con Itachi, pero su tío no lo dejaba y tenía que venir por obligación su hermano.

—Pero habernos dicho desde primera hora que nos fuéramos y os quedabais solos en el concierto, no que ahora, después de aburrirnos, nos decís que os vais —protestó.

—Lo siento, lo siento, tienes razón… Pero entiéndeme, quiero quedarme a solas con Itachi, si lo entiendes, ¿verdad?

—Ten cuidadito con lo que quieras hacer, Dei-Nii, recuerda lo que le pasó y a ver si vas a hacer que te tenga miedo y te rechace.

—No pienso obligarle a hacer nada que él no quiera. No tengo en la cabeza únicamente estar con él, lo que quiero es estar a solas con él en un hostal que tiene aguas termales.

—Sólo sé bueno sino te las verás no sólo conmigo, sino también con Sasuke y su tío. Hasta con Kakashi-sensei.

—Ni se me ocurriría por la cabeza intentar lo más mínimo con él si no quiere. —los hermanos Uzumaki siguieron hablando un poco alejados de los Uchiha.

—¿Se puede saber qué están hablando esos dos tarados?

—No les llames así, Sasuke —lo regañó el mayor—, estarán hablando de sus cosas.

—Cosas nada buenas, seguro. Algo me dice que el rubiales quiere quedarse a solas contigo.

—¿Y eso es algo malo?

—Claro que sí —dijo cruzándose de brazos—. No me fío de él.

—Ya, Sasuke, deja de ser igual al tío, debéis confiar más en Dei, yo estoy seguro que no haría nada malo contra mí.

—No es que debamos confiar más en él, es que tú eres demasiado confiado. Ahí viene el Dobe, a ver con qué sale —dijo para que su hermano supiera que el rubio se acercaba a ellos.

—Sasuke, ¿vamos al Ichiraku?, me entró hambre.

—¿Qué? No, yo no quiero ramen.

—Venga vamos —lo tomó de la mano para que lo siguiera.

—Hey espera, mi hermano —quiso detenerse al ver que su mayor no venía con ellos.

—Ellos tienen cosas qué hacer, y no quieren ramen, así que nos vamos nosotros —sin dejarle despedirse o decir algo en contra, tiró de él camino a Ichiraku.

—¿Dónde van? —cuestionó Itachi a Deidara cuando sintió la presencia de él a su lado.

—Bueno, ya lo has oído, tienen cosas qué hacer.

—Esto es cosa tuya, ¿verdad?

—Quizá algo tenga qué ver —le tomó de la mano.

—¿Qué tienes planeado? ¿O es una sorpresa y no se puede saber? —sonrió.

—No sé si será una sorpresa, pero tenía pensado en que disfrutáramos de un hostal con aguas termales, cena y habitación incluida, ¿qué me dices?

—¿Esto lo sabe mi tío? Porque cuando no me vea volver en la noche, va a poner el grito en el cielo, temo que sea capaz de hacerte algo —se preocupó por cómo reaccionaría el mayor de los Uchiha.

—¿Hoy no se quedaba tu primito a dormir? Seguro estará más pendiente de disfrutar de su hijo, que de ver que sólo llega tu hermano a la casa. Entonces, ¿vamos?

—Sólo con una condición —Deidara prestó atención a lo que tenía que decir el de cabellos largos—, y es que me prometas que será especial.

—Eso no hace falta ni que te lo prometa, porque así tenía pensado que fuera —sonrió, y el mayor se dejó guiar por el rubio, encaminando hacia el hostal con dichas aguas termales.

Esa noche no iba a haber nadie más en sus mentes, sólo ellos dos.

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer :) ¡Feliz Navidad! ^^


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