Encuentro LII:
Un amor Cálido
Eren, siendo alguien tan impulsivo como lo es la mayor parte del tiempo, no pocas veces ha acabado arrepentido de sus actos. Algunas más, algunas menos, por supuesto; pero siempre sintiendo que podría haber hecho las cosas mejor, de otra manera quizá, si tan solo controlara mejor su temperamento desenfrenado y la sangre no le nublase el buen juicio nada más subir a su cabeza; como en ese momento.
Mientras espera sentado en una de las camillas de la enfermería de la universidad, observando molesto su móvil sin batería, solo puede pensar en lo muy idiota que ha sido por haber caído de ese modo en las provocaciones de Jean; una vez más.
Su relación con este siempre ha sido complicada, debatiéndose en una delgada línea entre la amistad y el rechazo, el cariño y las palabras hirientes. Y esa tarde, justamente aquella maldita tarde, ha tocado mucho de eso último entre los dos.
Siendo honesto consigo mismo, Eren debe reconocer que gran parte de la culpa ha sido suya. La irritación por su discusión con Levi del día anterior acabó por agriar su habitual buen humor, y por lo mismo esa jornada se comportó como un auténtico tonto con sus amigos, desquitando con ellos su frustración a pesar de no tener culpa de nada de lo ocurrido.
Armin y Mikasa, como tantas otras veces, simplemente lo soportaron con estoicismo, mientras que Historia, atenta como siempre, se esforzó todo lo posible por ayudarle a resolver su problema, aunque él se negó a decirle nada. Por otro lado, Annie tan solo se limitó a dejarle claro que era un idiota, recordándole que sus problemas con Levi no se arreglarían solo por desquitarse con ellos. Jean, sin embargo, a causa de su poco tacto habitual, se comportó como el tonto que era la mayor parte del tiempo, incordiándolo con bromas y comentarios absurdos hasta que Eren, más que harto de este, acabó diciéndole algunas barbaridades en respuesta.
Todo debería haber acabado allí, ya que fue justo en ese momento que Levi lo llamó para decirle que iría a buscarlo a la universidad esa tarde, mejorando de inmediato su ánimo y replegando al olvido la oscura nube que pendía sobre su cabeza. No obstante, Jean, siendo de sangre tan caliente como él mismo, le devolvió los agravios antes de que Eren lograra siquiera disculparse, encendiendo nuevamente su rabia y logrando que ambos acabasen liados a golpes.
Y es por ese motivo que ahora él se encuentra tristemente sentado allí, notando las dolorosas punzadas en su tobillo derecho, como un recordatorio de su descuido durante sus vacaciones con Levi, y sintiéndose el ser más infeliz del mundo.
Su padre, que es quien irá a buscarle, ya le ha advertido que lo llevará a la clínica para hacerle una revisión más a fondo, pero Eren tan solo quiere llegar a casa y olvidarse por un rato del mundo. Está enfadado con todos, principalmente con él mismo.
Es apenas durante un respiro que finalmente lo nota: un momento breve, un suspiro en el tiempo; y en cuanto levanta la vista del móvil con el que juguetea entre sus dedos, lo ve de pie frente a él, pálido y oscuro, en aquel perfecto contraste de luz y sombra y con los ojos de tormenta entornados a causa de la preocupación.
Durante un instante Eren se queda en blanco, demasiado asombrado porque una parte de él comprende que Levi no debería estar allí, no cuando le pidió a Armin que le dijera que no fuese porque no deseaba que su reconciliación fuera en esas condiciones; pero, al mismo tiempo, la alegría lo desborda, junto con el remordimiento, lo que lo impulsa a entreabrir los labios para pedir perdón, pero este no llega. Levi lo ha rodeado entre sus brazos, posando sus labios sobre su frente, y ante eso él no puede más que agradecer y agradecer, a los Cielos, a quien sea, de no haber estropeado las cosas irreparablemente.
—Que mocoso más tonto eres al lastimarte así —le dice este, y Eren, entre el nervioso alivio y la vergüenza, ríe por lo bajo, sintiendo que el eje de su mundo vuelve a girar en el sitio correcto. Sin embargo, es cuando Levi le propone aquella cita que él tanto ansiaba y su novio no quería, el tonto motivo de su desacuerdo, que su corazón decide saltarse un par de latidos antes de proseguir su alocada carrera.
—Ahora —comienza Eren, mirando nuevamente su rostro— lo veo un poco difícil —explica enseñando su tobillo vendado—. En verdad lo lamento, Levi. Por todo.
Vuelve a echarle los brazos al cuello y su novio le da un par de palmaditas en la espalda, como si fuese un niño.
—No hay nada que perdonar —replica este con suavidad, tirando de uno de los mechones de sus cabello para que vuelva a mirarlo—. Y entonces, mocoso, ¿quieres esa cita o no?
Eren ríe contento, porque se siente feliz a pesar del dolor y lo malo de las circunstancias; porque esa tarde el sol está brillando un poquito más a pesar de que Jean es un completo cretino y que su propio comportamiento infantil siga logrando que muchas veces Levi termine hartándose de él. Es feliz y está contento, simplemente porque están juntos, porque son juntos; y con eso le basta.
—¿Y que harías si te digo que acepto? ¿Me cargarías? —lo desafía divertido, alzando una de sus castañas cejas y dejando que una pequeña sonrisa asome a sus labios.
Levi, inclinándose lo suficiente para que sus miradas queden una a la par de la otra, sonríe apenas de medio lado y entrecierra sus plateados ojos; una sutil advertencia ante su deliberada provocación.
—No me desafíes, Jaeger —responde antes de besarlo, haciendo que el mundo tras sus párpados explote en un sinfín de colores cálidos, como los del otoño. Otoño que desea compartir con Levi y que espera sea el primero de muchos más en su largo futuro juntos. Simplemente, un amor cálido.