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BAJO LA PIEL por Lady_Calabria

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Notas del capitulo:

HOLA.

He vuelto a escribir después de muchísimo tiempo sin hacerlo. Tengo que pedir disculpas por dejar tantos fics a medias, me perdí dejando a un lado lo que me gustaba por motivos personales, mala utoestima y relaciones dañinas. Y drogas, para ser sincera.

Ahora que estoy recuperada conseguí volver a activar esta cuenta y me hice una nueva en wattpad  https://www.wattpad.com/user/Lady_Calabria donde también subiré historias nuevas y terminaré las antiguas.

https://www.wattpad.com/story/217681313-bajo-la-piel-bl

Espero que disfruten del Epílogo. ¿Qué fue de los chicos 10 años después?

Una década.

Tres mil seiscientos cincuenta días que habían pasado en un pestañeo para el grupo de amigos, que pese al tiempo transcurrido no habían perdido el contacto. Y por eso, cuando a todos les llegó una invitación de boda ya sabían la noticia desde hacía meses.

David elevó la mirada para ver pasar a Max, que acababa de salir de su ducha con una toalla amarrada a su cintura. Su amigo, que ya era un hombre atractivo a los diecisiete años (cuando nadie es atractivo deformado por la adolescencia) se había convertido en un hombre de veintiocho años que se llevaba todas las miradas a su paso

Sabía que cuando Max entraba en una reunión para venderle una idea millonaria de marketing de publicidad a un empresario la mayoría del trabajo lo hacía su atractivo. Era un buen empleo, desde luego, Max era un embaucador nato.

-¿Es que no vas a arreglarte, David? -le dijo cuando pasó a su lado de camino a su habitación para molestarle.

El niño que se sentaba en su rodilla izquierda se rio tapándose la boca por lo que acababa de decir su padre. David aspiró aire sonoramente fingiendo estar muy ofendido y se llevó la mano al pecho como si le hubiesen golpeado.

-¡Papá, pero si el tío David ya está vestido! -le dijo riendo, defendiéndolo con su inocencia infantil.

-No le hagas caso, Daniel -le dijo al niño con un mohín- Tu padre está tonto.

Max se asomó por el marco de la puerta mientras se colocaba los pantalones.

-No pongas al niño en mi contra, que ya bastante tengo con su madre -le dijo señalándolo con un dedo acusador.

-Mamá dice que papá es gilipollas -le informó Daniel a David. El rubio rio mirando con una exagerada actuación de ojos sorprendidos al niño de cabello castaño y luego le hizo un gesto con la mano para decirle "más o menos". El niño soltó una risa cómplice disfrutando de su broma privada, con la maldad propia de un niño que hace algo prohibido.

David disfrutaba siendo ese "tío guay" que llenaba de sonrisas el rostro de diablillo de aquel niño cuando iba de visita. Daniel había heredado los ojos claros de su padre y su sentido del humor, a medida que crecía David iba descubriendo más y más de Max en él. Por ejemplo en la manera de elevar una ceja cuando algo le resultaba extraño, su expresión traviesa o su mandíbula marcada.

-Dile lo que te ha dicho tu madre antes de venir -le dijo Max desde la habitación abotonándose la camisa.

Daniel suspiró y con los ojos en blanco, un gesto muy de su madre, se giró hacia David para decirle en voz baja.

-Mamá me ha dicho que esa boda va a ser una convención de maricones -le dijo el niño en voz baja, que era lo suficiente inteligente para saber que eso no estaba bien.

David le quitó importancia con una mano.

-Solo te dice eso para molestar -le dijo a Max elevando la voz para que le oyese bien, que hizo un ruido exasperado desde el dormitorio. Alicia sabía bien como molestar a Max. David se giró hacia el niño que era su ahijado- Daniel, tú sabes que ser maricón no es malo ¿A que sí? Lo mismo da que una persona sea gay, hetero, lesbiana o bisexual como el tonto de tu padre. Tú puedes ser lo que sea que seas, y da igual lo que tu madre diga porque te vamos a querer igual.

El niño asintió pensativo y se marchó a jugar.

A David le parecía importante que creciese sabiendo que tenía la libertad de ser él sin sentirse mal por ello. No quería que viviese lo que él había tenido que vivir.

Cuando su gran secreto salió a la luz la familia de su madre le repudió completamente y David se había refugiado en los brazos de su padre, que se comportó como un pilar fundamental para su desarrollo personal. Tenía la enorme necesidad de ahorrarle esa experiencia al niño.

David se levantó y fue a ver a Max a su vestidor, donde ya estaba vestido con un elegante traje gris.

Su amigo se giró para mirarle bien, y David se dejó mirar.

-Estás guapo.

-Y eso que no me he arreglado -le dijo recordando su broma. David también llevaba traje, de color azul oscuro, y sabía que le quedaba bastante bien. Por las miradas de Max él también lo sabía.

Max, en efecto, lo sabía. Oyó el ruido que hizo su hijo jugando con la pelota en el jardín y sintió un reconfortante calor en en pecho pensando que tenía a las dos personas más importantes de su vida bajo su techo en aquel momento. David y él no eran una pareja convencional, ni siquiera eran pareja. Pero se amaban, se deseaban y se respetaban mucho más que algunos matrimonios.

David siempre había estado allí, junto a él. Quizá yendo y viniendo intermitentemente de su vida, pero nunca desapareciendo durante demasiado tiempo. David viajaba mucho. Impulsado por la ayuda de su padre actor, había encontrado trabajo en una empresa de organización del show business. Y gracias a su personalidad y su carácter en poco tiempo era el encargado de planificar y estructurar decenas de encuentros de personalidades de la industria del espectáculo con los medios de comunicación por orden directa de sus agentes y managers. Era un trabajo que a Max le parecía aburrido y estresante, pero a David parecía gustarle.

David se acercó para colocarle bien el nudo de la corbata, y él se quedó mirando sus ojos pardos. Cada vez que David estaba en la ciudad le llamaba y le preguntaba si podía dormir en su casa, y Max por supuesto le decía que sí. Después de unos cuantos años con esa misma costumbre había dejado de preguntar si podía ir y simplemente llamaba para avisar de que iba.

Su propio hijo le llamaba "tío David", aunque supiese perfectamente qué había entre ellos. Siempre le habían explicado la mecánica de aquella relación suya. Nunca le pareció raro que durmieran juntos aunque no fuesen novios. De pequeño Daniel se quedaba a dormir en su casa los días que dictaba la custodia compartida y siempre les despertaba saltando sobre los dos por la mañana.

Tan ligado estaba David a su hijo que cuando Alicia se había empeñado en bautizar a Daniel David fue su padrino en la pila bautismal.

-No puedo creer que vayan a casarse -le dijo David sonriendo.

-Ni yo.

************************************

Cuando David, Max y Daniel llegaron al lugar de la ceremonia se encontraron con un pequeño hotel rural decorado para una gran boda al aire libre.

-Papá -le llamó Daniel colocándose su camisa con tirones incómodos- Papá.

-Dime, campeón.

-¿Hay más niños? -le preguntó Daniel mirando con ojo crítico a la mayoría de invitados que rondaban los sesenta. Max rio y se giró hacia él.

-¡Oh, no! Estamos rodeados de momias, Daniel, huye, yo te cubro.

El niño rio y saltó a su alrededor con entusiasmo. Era la primera vez que iba a una boda.

-Pues niños... por aquí tiene que estar Joao -le dijo David mirando a su alrededor- Bueno, y Alex.

Max rio.

-Te he oído -dijo una vocecilla suave tras ellos y cuando se giraron se toparon con dos enormes ojos azules. Alex les miraba con el ceño fruncido por la ofensa- Ni cumpliendo veintiséis dejaréis de llamarme niño.

-Lo siento Flipy.

-Prefería lo de niño, Chicoduro.

Tras él llegaba Nick con paso tranquilo, su mejor amigo llenaba completamente un traje que le hacía parecer todavía más ancho de espalda. Se había dejado barba desde la última vez que le vio.

Miró a Alex, el chico había cambiado poco en una década, como si se hubiera hundido nadando en la fuente de la eterna juventud.

Alex llevaba traje, Max no le había visto tan bien vestido desde su propia boda.

Aquellos dos se habían casado impulsivamente hacía ya ocho años. Casarse a los dieciocho y veinte años le parecía una locura incluso para aquel loco, pero él no era nadie para juzgarles después de haber sido padre accidentalmente a los diecisiete.

Y de todas formas aquel era verdadero amor, del que Max creía que solo existía en las películas. Amor contra viento y marea. Cuando Max veía sendos anillos luciendo en sus dedos se sentía bien, como un recordatorio optimista de que el amor seguía existiendo.

Miró de reojo a Daniel, que permanecía a su lado como un pequeño hombrecillo en construcción. Quizá su final feliz no era tan obvio, y su relación con David no había salido del todo bien, pero Max también había descubierto el verdadero amor. Pese a las circunstancias Daniel era lo mejor que le había pasado en la vida, y nada se podría comparar al sentimiento de cariño que sentía por ese cabroncete que de pequeño no era más que una bolita de carne que le vomitaba encima.

David y ellos se abrazaron por el tiempo sin verse. Nick y Alex vivían juntos en el centro de la ciudad, por lo que Max solía verles con más frecuencia que a los demás.

-¿A-a mí no m-me abrazáis?

Ryan se acercaba con los brazos abiertos y una sonrisa. Alex se apresuró a estrecharle contra su cuerpo con entusiasmo.

Ryan llevaba unos años viviendo en Madrid con un tal Santiago y de todo el grupo era el que daba menos señales de vida.

Cuando se reunió con ellos Max se acercó para susurrarle al oído.

-Cuando el cura diga "Si alguien tiene algo que decir" no digas "protesto".

Ryan sonrió negando nerviosamente.

-Se casan por lo civil, no van a preguntar eso.

-No puedo creer que vayan a casarse- repitió David. Todos asintieron riendo diciendo que era de lo más sorprendente.

-Papá, mira. Es Joao -exclamó Daniel antes de salir corriendo al encuentro de la cabellera pelirroja que se acercaba corriendo a trompicones inestables pero rápido como una bala. Su carita maliciosa estaba salpicada de pecas.

-¡Joao, ven aquí! ¡Te vas a manchar y a ver quién aguanta a tu madre!- oyeron que gritaba una voz ronca.

Ryan se giró al instante. Su sobrino corría entre los grupos de invitados, veloz como un atleta para sus cuatro años de edad y se lanzaba agarrado a su pierna para que le cogiera en brazos gritando "Tío Ryan".

-¡Que llega el novio! - gritó Max burlonamente. Dante fue a su encuentro. Estaba vestido con un traje nupcial negro decorado con una bonita corbata. La cara de Dante era una mezcla de tremenda vergüenza, nervios, emoción y alegría.

Ryan dejó al niño en el suelo, que se marchó jugando con Daniel al instante y abrazó a su hermano gemelo.

-Te he echado de menos.

-Y yo a ti.

Max decidió interrumpir aquel bonito encuentro familiar por si resurgían viejos sentimientos y se quedaban sin boda.

-Dante, si Laura te está obligando y te tiene secuestrado pestañea dos veces para pedir ayuda -le dijo. Y Dante se giró hacia él para abrazarle y besarle. Sintió la presión de sus labios en los suyos. Como era costumbre para saludarse.

-A ti también te he echado de menos, cabronazo.

-¡Ni nos hemos casado todavía y ya estás besuqueando a tu amigo! ¡Dante, por favor, nuestra reputación! - bromeó una voz escandalosa desde la entrada del hotel con tono burlón. La mayoría de invitados se giraron a mirarles desaprobando aquella conducta y ella les ignoró completamente. Les saludó a todos con la mano y con un gesto les dijo que ahora iba cuando terminase de hablar con el dueño del hotel.

Max se giró hacia sus amigos.

-¿Está pestañeando? Estad atentos, chicos.

Dante rio avergonzado y se rascó la cabeza distraído vigilando a su futura esposa.

Laura iba vestida con un precioso vestido blanco sencillo, que podría usarse tanto para una boda como para una fiesta. Era largo y tenía un enorme escote que contenía sus grandes pechos. El embarazo de Joao le había hecho meter unos cuantos kilos haciéndole parecer más exuberante.

Llevaba el cabello recogido.

-La culpa de esto es de esos dos -dijo señalando a Nick y Alex que fingieron sorpresa.

-¿Nuestra? No sé de qué me hablas -dijo Alex riendo- Yo invité a mi boda a mi mejor amiga, igual que a todos vosotros. Que tú te quedases bobo completo por ella es cosa tuya.

-Parece verdad eso de que de una boda siempre sale otra boda.

*********************************************

Alex se acercó a los niños que jugaban tirados en el suelo, pese a que Laura( o Cio como él le seguía llamando) les hubiese dicho que se iban a manchar los caros pantalones.

Dejó a Nick y a sus amigos hablando de sus respectivos empleos, él no tenía empleo. Era difícil encontrar un oficio para alguien en sus circunstancias. Y de todas formas, Nick insistía en que no lo necesitaba.

Joao levantó sus bracitos en cuanto se acercó a él con aquella sonrisa traviesa de diablillo pelirrojo. Alex lo cogió en brazos y lo levantó en el aire oyendo la risa del niño.

Que Dante y Cio se gustaban era algo que sabía desde casi el primer día que les vio juntos, aunque ellos tardasen casi dos años en darse cuenta de eso. Lo que Alex no hubiese pensado nunca es que se gustarían tanto como para querer fabricar un bebé y casarse cuatro años después.

El niño en sus brazos le contaba que sus papás se iban a ir de viaje porque se iban a casar como los papás normales y Daniel frunció el ceño, tal y como lo hacía su padre, y le dijo al niño muy ofendido que los papás que no estaban casados también eran normales.

-Aquí todos somos normales -les dijo Alex conciliador y se puso bizco sacando la lengua arrugando la nariz- Yo también.

-¡Tú no!

-¡Yo también!

-¡Tú no! -le dijo el niño abrazándole. Los niños rieron y dejaron su disputa.

-Tengo una idea -les dijo Alex como si fuese un secreto excitante- ¿Y si dejamos a estos viejos y nos vamos a buscar un trozo de tarta?

-¡Sí, tarta!

-¡Sí!

-¿Qué estáis tramando? -preguntó Laura acercándose, quizá extrañada de que los tres parecieran tan felices. Los chicos se pusieron serios al instante.

-Nada- dijeron Daniel y Alex a la vez.

-Nada mamá -dijo Joao con unos segundos de retraso.

Cio estaba preciosa y Alex le saludó con un beso en la mejilla para no estropearle el maquillaje.

No fue un saludo tan emotivo como con los otros porque a ella le había visto apenas el día anterior para preparar los últimos detalles de aquella función concebida para contentar a los familiares más tradicionales de Dante.

"Pues yo creo que no está bien, os deberíais casar por amor" le había dicho Alex cuando ella le dio la noticia tomando un café.

Ella se había inclinado y le había dicho "He sacado de mi coño una personita del tamaño de un melón, y sin epidural ¿Tú quieres más pruebas de amor?"

La familia de Dante, tanto por parte de padre como por la italiana de su madre, insistía en que debían formalizar su relación. Ellos odiaban a Cio, no les parecía más que una mujer entrada en carnes que no entraba en sus canones de modelo esquelética, pobre y vulgar, escandalosa y con mal carácter. Pero a pesar de creer que solo era una caza fortunas insistían en que ese niño debía crecer en un matrimonio. Y al final ellos habían accedido, aunque creyesen que era una estupidez, con la excusa de montar una fiesta que les reuniera a todos.

Miró a sus amigos. Había funcionado.

-Oye -le dijo Cio obligándole a prestarle atención con un chasquido de dedos. Alex creía que si el bruto de Dante se iba a enamorar perdidamente de alguien iba a ser de una personita sumisa como lo había sido Ryan, no que iba a beber los vientos por la mujer con más carácter que conocía, por no decir mala hostia- Ni se te ocurra darle dulces al niño, el azúcar le pone nervioso, se pone histérico ¿Me oyes?

-Vale, vale.

-Nada de chucherías.

-Nada, que sí.

Cio se marchó para saludar a una anciana que acababa de llegar en un Audi.

-Tío Alex -le llamó Daniel contrariado cuando Alex comenzó a caminar con Joao todavía en brazos- ¿Dónde vamos?

-A por tarta - le dijo tranquilamente. Los niños gritaron triunfantes haciendo movimientos victoriosos con los brazos.

********************************************

-¿Qué cojones le pasa al niño? - gruñó Dante viendo como su hijo corría alterado de un lado a otro del jardín sin que se le acabasen las pilas. Alex, esperando a su lado se encogió de hombros inocentemente. Dante le miró burlón- Alex, no le habrás dado drogas a mi hijo.

-Eso no tiene gracia -le regañó Nick. Pero Alex solo se giró tranquilamente con expresión impaciente.

-Sí, Dante, le he metido MDMA en el biberón.

Nick rodeó con los brazos a Alex en un ademán orgulloso, como un padre que exhibe las buenas notas de su hijo. Le zarandeó bruscamente.

-¡Alex lleva diez años limpio! - les dijo exultante de felicidad. Sus palabras estaban tan llenas de orgullo que Alex se sonrojó visiblemente.

Sus amigos le dedicaron una ovación digna de algún futbolista ganando un mundial. Y él les hizo una reverencia tímidamente.

Alex llevaba diez años, dos meses y tres días sin consumir ni un solo gramo. No había sido un camino fácil, eso sin duda. Pero Alex, se sentía realmente feliz. Llevaba tres años en un estado neutro de su trastorno y por primera vez sentía que su vida le pertenecía.

Vivía al día, siguiendo sus rutinas, esperando a no recaer y de momento le estaba saliendo bien.

La mayoría del tiempo que Nick estaba ocupado dirigiendo la cadena hotelera de su familia Alex estaba en casa entretenido con varias redes sociales. Había descubierto que podía contar sus sentimientos en postcast que, para su sorpresa, la gente quería escuchar.

-¡Dante! -Gritó la voz malhumorada de Laura entrando en la habitación como un tornado. Dante abrió los ojos sorprendido y puso cara de "¿Qué he hecho ahora?". Ryan tuvo que morderse un labio con fuerza para no reírse en como el dominante Dante estaba completamente domado por aquella chica de mal genio.

-¿Qué pasa ahora?

-Tú tía Victora. Que me tiene harta. Me dice... ¡Ay, Ryan cariño! No te había visto ¿No ha podido venir Santiago?

Se acercó y Ryan le dio un cariñoso beso.

-No, está trabajando.

Alex frunció el ceño viendo en un mirada el atisbo de una mentira, pero no dijo nada en aquel momento.

-Oh, pero dale recuerdos. Bueno, pues VUESTRA tía Victoria me ha vuelto a preguntar de qué familia soy. Otra vez. ¡YO SOY DE LOS MARTÍNEZ! Mi padre es carnicero, y mi madre era cajera de supermercado. Los tengo ahí sentados y no voy a permitir que nadie se ría de ellos.

Max y David apretaban los labios para no sonreír viendo como Dante levantaba las manos en son de paz para tranquilizar el genio de su mujer.

-Y ME HAN VUELTO A LLAMAR GORDA -dijo ella, y de pronto estalló en risas -Dante, me han preguntado si tengo planeado hacer algo con este culo.

-No sé tú, yo tengo algo planeado.

Ella se señalaba el trasero redondo frente a todos y con un rítmico movimiento de twerk bajó hasta el suelo rebotándolo de arriba abajo.

-¡Este culo gordo va a heredar vuestro imperio tabacalero! -les dijo riendo con la lengua fuera y los brazos extendidos. Dante asintió con los ojos puestos en el movimiento de su esposa. Ryan rio sonoramente. Pero cuando ella fijó su vista en algún punto del jardín se le acabó el buen humor. Alex abrió los ojos cuando vio como Laura miraba como corría su hijo y luego clavaba su mirada en él. Alex salió corriendo como temiendo por su vida- ALEX, VEN AQUÍ QUE TE VOY A MATAR.

Dante rio meneando la cabeza cuando ambos salían corriendo por la puerta hacia el jardín.

-Nick, me tienes que dar clases para aguantar a una esposa loca -le dijo Dante y el más alto de los amigos se encogió de hombros con simpleza.

-Tú déjate llevar -le aconsejó bebiendo un trago de su botellín de cerveza.

Ryan suspiró y bebió también. Sí, ese era un buen consejo. Debía dejarse llevar y no pensar. Pero cuando se vino a dar cuenta Alex había vuelto a entrar en la habitación y le observaba fijamente con aquellos ojos azules que parecían atravesar la carne. Sabía que aunque su actuación fuese de Oscar a su amigo solo le había hecho falta una mirada para saber que no estaba pasando su mejor momento.

Alex le hizo una seña con la cabeza discretamente y él obedeció. Se escondieron en el baño para poder hablar tranquilos.

-¿Qué ocurre, Ryan?- le preguntó Alex severamente, sin que en su tono hubiese el más mínimo chance de mentirle e intentar convencerle de que no ocurría nada- ¿Es Santiago?

Justo en el grano. Alex fruncía el ceño frente a él y Ryan asintió. Le daba vergüenza decirle todo lo que había pasado, se sentía culpable y estúpido.

-No ha venido porque habéis roto- aventuró Alex y Ryan asintió de nuevo- ¿Qué ha pasado?

-Yo... Yo m-me he ido... Con la e-excusa de la boda... -le dijo con voz temblorosa.

-¿Por qué?

-N-no me trataba bien - le logró decir Ryan escuetamente. El ceño fruncido de Alex se acentuó y Ryan vio en sus ojos una rabia y una madurez que no pegaba con su habitual expresión alegre- Me fui y ahora estoy viviendo en un hotel p-pero no sabía como contarlo...

-¿Te ha pegado?

Ryan asintió lentamente, sentía ganas de llorar pero la vergüenza no se lo permitía. Se dejó caer deslizando su espalda por la pared hasta el suelo.

-Me hacía sentir mal y yo... -le intentó explicar nerviosamente- siempre me pasa lo mismo. M-me vendo a quién me folle fuerte y luego me tratan como basura. Y si me t-tratan bien me dejan de interesar... Pero... No tenía trabajo y... P-pero hay un límite y él m-me...

-Te pega - completó Alex entendiendo por qué Ryan había desaparecido durante tanto tiempo de sus vidas. Sumido en su relación de maltrato se mantenía aislado por miedo y por vergüenza. Por eso cuando habían podido hablar con él siempre se había mantenido distante fingiendo ser muy feliz para ocultar lo que vivía.

-No se lo puedo decir a Dante -le dijo agarrándole de la muñeca- Si lo sabe le matará. Y n-no puedo hacerle eso. Él está con su hijo y su mujer...

Alex se arrodilló frente a él. Y Ryan pudo ver la determinación en su cara. Por algún motivo se sintió mucho mejor.

-Ryan, Tú te vienes a vivir conmigo -le dijo simplemente con una sonrisa. Ryan le miró sorprendido.

-No, no. Tú y Nick... Yo no quiero molestar.

Alex apartó sus palabras con un movimiento de mano.

-Escúchame. A Nick le va a parecer bien -le dijo mirándole a los ojos- Y de todas formas, si no quieres que lo sepa... Nosotros vamos a cuidar de Joao en la luna de miel de tu hermano. Les digo a todos que te vienes con nosotros para estar una temporada con tu sobrino y arreglado.

-Pero...

-Ryan, hazme caso. Tienes que alejarte de ese tío, y mientras te recuperas te vienes a mi casa. Buscas trabajo, un piso y cuando te apetezca te vas.

-Gracias, Alex.

-No hay que darlas- le dijo ayudándolo a levantarse del suelo y empujándole por la espalda hacia la puerta- y ahora vamos a divertirnos. Tenemos que celebrar que vuelves a ser un soltero de oro.

-Y que Dante deja de serlo -añadió Ryan sonriendo.

*********************************************

Tras una aburrida pero escueta ceremonia frente a un oficial del ayuntamiento y de un banquete donde el vino y la cerveza habían corrido fuerte en la mesa de los chicos comenzó a sonar música cuando ya había anochecido.

Y allí estaban, bailando borrachos frente a la enorme familia de Dante; la flor y nata de la alta sociedad empresarial de Portugal e Italia viendo a Cio bailar reguetón del viejo y del nuevo como si estuviera en un garaje oscuro de un mal guetto.

-El quiere una sata que le baile toda la noche- cantaba ella levantando su vestido de novia para poder perrearle mejor a su marido. Moviendo el culo como le apetecía delante de todos aquellos ojos mojigatos-Quiere que lo bese, que lo apriete, que lo roce.

El nuevo matrimonio se rozaba sin pudor mientras bebía cerveza.

Alex bailaba dando saltos cogido de las manos de Ryan, moviéndole los brazos al ritmo para intentar animarle y hasta que no acabó sonriendo e intentando bailar con torpeza no paró. Joao corrió hacia su tío y Ryan le levantó haciéndole dar saltitos entre sus brazos.

-¡Rebota el bum bum bum!- cantaba Cio señalando a su cuñado y a su hijo. Y los tres se fundieron en un abrazo con el niño riendo en medio. Saltando sin importar la opinión de nadie.

Alex se quedó mirando la escena. Ryan recuperaría el ánimo fácilmente rodeado de su familia.

David y Max estaban algo apartados bailando juntos con Daniel, imitando movimientos anticuados para hacer reír al niño que les imitaba intentando parecer Travolta.

Sintió los fuertes brazos de Nick rodeándolo desde atrás, y con un suspiro de satisfacción apoyó la cabeza en su pecho.

Se giró y simplemente le dijo:

-Te quiero.

 

FIN. 

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado. Les quiero.


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