Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Fugitivos II: ¿Una razón para vivir? por diidi1897

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola! <3

Un mes después

 

Narra Johann

Al principio creí que lo que Lucy me había dicho sobre Tom hace exactamente un mes, fue más como un comentario, pero terminó siendo una especie de advertencia camuflada.

“Que no te engañe. Por ahora está cansado, pero él de verdad que es alguien imparable; es solo que varias cosas se nos han juntado y… es complicado”

Lucy y Tomás eran completamente diferentes a Sean o a James.

Del mes que llevaba conviviendo con ellos, había descubierto algunos aspectos generales sobre sus personalidades que resultaban ser, bastante obvios

Por un lado, Sean y James eran personas reservadas y silenciosas; les gustaba estar en su propio espacio mientras realizaban sus respectivas actividades. A Sean casi no lo veía porque la mayor parte del día se encontraba en el segundo piso, pero últimamente, cuando Lucy o Tom estaban en casa, Sean salía y regresaba instantes antes de que yo me marchara.

A James, siempre me lo encontraba sentado en la sala leyendo algún libro o revisando su celular.

James conversaba más que Sean pero, se sentía una pared invisible frente a él en todo momento.

Por el otro lado, teníamos a Lucy y a Tomás. A ambos les gustaba participar en todo y estar enterados de todo y sobre todos. En tan solo un mes ya habían hecho amistad con alguna que otra vecina o vecino y ya estaban al tanto de las papillas que le gustaban a Daniel y las que no. Eran extrovertidos y hablaban mucho.

Yo no tenía ningún problema en ese aspecto, pero lo que sí pasaba era que, como yo también era así, mis actividades se salían un poco de ritmo. Me consideraba trabajador, pero si alguien empezaba una plática conmigo, me resultaba difícil no distraerme

-Con cuidado, con cuidado por favor-pedí nervioso al ver cómo Tom iba soltando lentamente a un Daniel que desde hace una semana había empezado a levantarse de la cama.

No fui yo, ni el mismo Daniel quien se animó en empezar a caminar, fue Tom.

De mi parte, aún no consideraba oportuno el momento para que Daniel se separara por completo de la cama porque la misma debilidad podría generar malestares como náuseas y mareos, además de que el doctor Otis recomendó que primero se debía empezar con algo muy ligero como enderezarse por su cuenta; también mencionó que lo importante era que antes de que Daniel diera más de 5 pasos, se instalaran soportes a un lado de su cama o en el baño para que él mismo controlara el soporte y el equilibrio. Todo lo anterior se lo mencioné a Tom y lo primero que me dijo fue:

-Dany puede hacerlo-

Y por supuesto que Daniel podía hacerlo, podría hacer todo lo que quisiera con solo proponérselo, pero todo debía ser poco a poco. Paso a paso y no hacerlo abruptamente como Tom, que llegó y de inmediato ayudó a Daniel a levantarse de la cama para después ponerlo a dar pasos cortos por su habitación.

¿Por qué no lo detuve? Porque eso sucedió antes de que yo llegara en la mañana y fue Daniel quien me lo platicó mientras le ayudaba en aligerar las náuseas.

Me encargué de decirle a Daniel que se lo tomara con calma, que no había prisa, pero él me respondió “Se sintió bien volver a caminar”. No tuve intención de reprimirle esa emoción, así que me encargué de comentárselo y explicárselo al doctor Otis que, si bien tampoco estuvo de acuerdo con esas acciones, mencionó que ahora iba a ser imposible regresar a Daniel a la cama y que lo único que podíamos hacer por el momento, era mantenerlo vigilado.

Daniel volvió a tambalearse y tuve el reflejo de acercarme, pero Tom lo ayudó momentáneamente

-Está bien. No pasa nada-dijo Tom con un tono de voz demasiado vago. Y sumándole la sonrisa que tenía en su rostro, sus palabras no me dieron confianza.

Daniel dio un paso hacia el frente y la palma de mis manos sudaron cuando de nuevo lo vi tambalearse. Tuve otro reflejo de sostenerlo, pero de nuevo, Tom se encargó de hacerlo cuando empezó a tambalearse aún más

-Cuidado…-repetí con los nervios a flor de piel-Cuidado…-Daniel dio otro paso más y como se tambaleó aún más, Tom lo tomó de un brazo y, siendo su soporte, Daniel consiguió dar más de 10 pasos lejos de su cama.

Se acercó a la ventana y por un momento lo vi concentrado en el exterior. Desde su habitación, lo que quedaba a la vista era el pequeño patio trasero de la casa en el que solo había unos cuantos árboles ornamentales, dos pinos y los arbustos frondosos que delimitaban a la acera con la propiedad. Por suerte era una buena temporada para que Daniel disfrutara de la vista, porque cuando el otoño y el invierno estaban cerca, los árboles empezaban a perder sus hojas al igual que el color; y si bien era otro tipo de belleza, no todo mundo la encontraba.

Daniel continuó durante unos cuantos minutos más ensimismado observando el exterior, mantenía un pie adelante y el otro atrás para un mejor equilibrio y soporte, pero aun así se veía tambaleante y se le notaba el temblor en las piernas

-¿Quieres que abra la ventana?-Tom se acercó a Daniel y estuvo a nada de quitar el seguro de la ventana para que el aire fresco entrara por completo, pero antes de que yo le advirtiera sobre los posibles riesgos de abrir abruptamente la ventana, Daniel negó

-Ya me cansé-dijo en un murmullo demasiado bajo, pero consiguió detener los movimientos de Tom. Daniel dio un paso hacia un lado para girar, pero los pies se le enredaron y estuvo a nada de estrellarse contra el piso, pero Tom y yo conseguimos movernos rápidamente para sostenerlo

-Eso estuvo cerca-dijo Tom con una sonrisa nerviosa.

Ambos lo ayudamos a enderezarse y después retornamos a su cama. Cuando Daniel tomó asiento en el borde, suspiró profundamente

-¿Cómo te sientes?-me acerqué y de inmediato le ofrecí agua porque tal vez tenía náuseas. Él empezó a beber con ayuda del popote hasta terminarse casi todo el líquido de su vaso-No te sobre esfuerces, esto debe llevarse con calma-le sonreí y noté que su ceja se fruncía y sus labios se apretaban.

Al parecer quiso decir algo, pero no lo hizo

-¿Cómo te sientes?-repetí

-Estoy cansado-suspiró y su mirada se enfocó en el piso

-Voy a preparar tu comida y después debes descansar ¿De acuerdo?-Daniel asintió-Ya regreso, por favor sostenlo-le pedí a Tom mientras salía de la habitación, pero antes de que saliera por completo, conseguí escuchar a Tom

-Creo que estuviste muy bien, Dany-de reojo vi que se sentaba a un lado de Daniel y ya no alcancé a escuchar la respuesta.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------ 

-¿En una semana?- Sean preguntó y asentí.

Hace unos instantes le había dado a conocer la fecha en que Daniel iba a ser sometido a la cirugía de ptosis palpebral, o comúnmente conocida como cirugía del párpado caído.

Los avances en la recuperación de Daniel iban por buen camino, pero en la última revisión que le había hecho al retirarle por completo el parche, me encontré con su ojo entrecerrado. Le había pedido que intentara elevar el párpado, pero como no lo consiguió, le tomé unas cuantas fotografías y las llevé al hospital para que las analizaran. El oftalmólogo que trabajó con Daniel en un principio me dijo que el músculo estaba atrofiado y que revisara si no había un quiste o alguna protuberancia cerca del ojo.

Me alegré de no encontrarle nada de protuberancias porque eso quería decir que no había quiste y mucho menos un tumor que fueran los culpables del párpado caído. Solo se trataba de una ptosis neurogénica que podía ser tratada con una cirugía que involucraba técnicas mínimamente invasivas

-La cirugía ya está programada para el miércoles 27 a las 12 de la tarde-Sean asintió-Allá le darán de comer y además aprovecharemos la ida al hospital para que le den una revisión detallada a las heridas de sus muñecas-saqué unos documentos de mi mochila y se los entregué-Estas son algunas recomendaciones generales para antes de la cirugía; en el hospital te entregaré las recomendaciones posteriores a la cirugía-suspiré y después tomé aire-También vienen los datos de la cirugía y todo lo administrativo-lo observé y lo encontré con su mirada en los papeles-¿Tienes alguna duda?-

-¿Yo lo voy a llevar?-cerró el folder y me observó.

Días atrás cuando lo había puesto al tanto sobre el problema con el párpado de Daniel, le mencioné que tal vez no íbamos a poder transportarlo en una ambulancia, pero le aseguré que iba a preguntarle al doctor Iván sobre esa posibilidad

-Las ambulancias son para emergencias y al principio se utilizó para traer a Daniel porque su estado todavía no nos permitía moverlo con total libertad-Sean asintió mientras le decía las mismas palabras que el doctor Iván me dijo-Pero ahora se encuentra mejor y podemos maniobrar más para acomodarlo en un asiento convencional-expliqué-Además de que es una cita que cuenta con fecha y hora, no hay porqué utilizar una ambulancia-elevé ambos hombros-Pero no te preocupes, el doctor Iván me dijo que podría pedir ayuda de otros enfermeros, pero, no sé qué opines…-

-¿Crees que pase algo si lo cargo?-preguntó y me observó de reojo.

Pensé durante un momento y después le sonreí

-Sería lo mejor, pero debemos cubrirlo muy bien para no exponerlo a la intemperie-él asintió-¡Ah!-exclamé al recordar otro asunto que debía tratar con Sean en ese momento

-¿Qué pasa?-me preguntó

-Te recuerdo que una semana después de la cirugía, asistiré a un congreso de medicina que se llevará a cabo en Berlín-expuse mientras tomaba con nerviosismo mis manos. No era como si estuviera haciendo algo malo o como si le estuviera pidiendo permiso a Sean, pero me sentía nervioso porque dejaría de lado momentáneamente mis obligaciones con Daniel, aunque no era por ir a divertirme, bueno sí, pero la diversión venía de la mano mientras aprendía sobre lo nuevo en el mundo de la medicina y de otros temas que eran de mi interés

-No lo he olvidado-sonrió y fue como si me quitara un peso de encima.

Pero todavía debía pensar en todo lo que debía dejar arreglado para que el tratamiento de Daniel continuara durante esa semana sin mi presencia.

------------------------------------------------------------------------------------------------------ 

-¿Estás seguro?-pregunté mientras ayudaba a Daniel para que se enderezara de la cama

-Sí, estoy aburrido y…-dejó de hablar al realizar un gran esfuerzo por levantarse de la cama-Quiero conocer este lugar-trastabilló un poco, pero ambos conseguimos mantener el equilibrio.

Desde el día anterior, Daniel me había pedido que lo ayudara en salir de su habitación porque quería conocer el resto de la casa y me sorprendí de sobremanera al saber que él no conocía más allá de su habitación

-Antes vivía junto a Sean en una fábrica abandonada que estaba en medio de un bosque enorme-dijo Daniel aquella vez en la que era uno de esos días en que tenía mucha energía y estaba muy platicador gracias a que había tenido un descanso reparador-Me gustaba mucho vivir ahí, pero después…-él guardó silencio y noté una gran tristeza en la expresión que puso-

-¿Después?-murmuré mientras frotaba su espalda para consolarlo

-Tuvimos que irnos-se recuperó-Cuando llegué a este lugar le pedí a Sean que regresáramos, pero me dijo que la fábrica ya no es segura-me observó y continué frotando su espalda

-No te preocupes. Sean te cuida mucho y tal vez fue la mejor decisión-le sonreí y me sentí victorioso cuando Daniel sonrió apenas un poco-Tal vez si después le dan un buen mantenimiento puedan regresar-le dije para animarlo aún más. Sabía que las estructuras de las fábricas eran muy buenas, así que tal vez solo le faltaba un poco más de atención para que fuera habitable.

Daniel continuó platicándome más cosas sobre su día a día en ese lugar y aunque su historia me pareció interesante, no pude dejar de preguntarme del ¿Por qué vivirían en una fábrica?

Como se me hizo un poco imposible creerle y temí que Daniel tuviera cierto afecto hacia las mentiras, recordando que tampoco era muy sincero al decirme sobre su estado de salud, le pregunté a Sean para sacarme de dudas y primero me preguntó en dónde había conseguido esa información; cuando le respondí que había sido Daniel, Sean suspiró y después dijo que era verdad.

Me sorprendí aún más cuando me comentó el problema que los llevó a vivir en una fábrica; buscaban a Daniel y por eso se mantuvieron escondidos en ese lugar durante unos cuantos meses. Sean no me platicó más y yo no insistí porque era consciente de que, saber menos era lo ideal.

Aunque claro, yo ya sabía más de lo normal sobre todos los antecedentes de Daniel. Leer sus informes y expedientes me hacían comprender un poco más la situación.

Pero pensar que convivía casi a diario con un fugitivo me provocaba un poco de incertidumbre sobre lo que podría suceder y… sucederme, así que preferí no pensar mucho en ello

-¿Por qué no vinieron Lucy y Tom?-le pregunté a Daniel mientras, a pasos cortos, nos dirigíamos a la puerta de la habitación. Daniel era el que avanzaba, yo solo me mantenía cerca de él en caso de algún posible incidente; ambos avanzábamos mientras éramos acompañados por varias melodías de Chopin que se escuchaban a un nivel moderado

-Lucy me dijo que estaban arreglando el lugar en donde van a quedarse a vivir…-cuando llegó al marco de la puerta, con ayuda de sus antebrazos, Daniel se sostuvo momentáneamente de él, pero no pasó mucho tiempo cuando reanudó su camino.

Por el momento, él no podía dejar todo su apoyo en sus manos porque sus muñecas continuaban frágiles. Por eso una caída era peligrosa, si él no conseguía poner sus manos en frente para detener el golpe, le dolería mucho; en cambio, si colocaba las manos, no le servirían de nada y solo conseguiría lastimarse aún más.

No había más opción que cuidarlo. Y precisamente, el que saliera de la cama en ese momento, estando solo nosotros dos, porque ni Lucy, James, Tom y Sean se encontraban en casa, me ponía un poco de nervios

-¿No van a quedarse aquí?-pregunté porque algunos días Lucy y James utilizaban la habitación de invitados mientras Tom dormía en el sofá de la sala

-No lo creo-asentí y no quise continuar con la conversación porque me pareció que no era de mi incumbencia saber tanto sobre los planes de los demás.

Daniel y yo continuamos juntos con nuestra “excursión” por la sala de la casa y si bien trastabilló unas cuantas veces o tuvimos que detenernos para que él recobrara el aliento o se le calmara el mareo que amenazaba con incrementar, conseguimos que conociera la sala, en donde aparte de la puerta de la entrada, había una en el otro extremo que era una puerta doble con marcos de metal y vidrio en su totalidad, fue ahí en donde se quedó ensimismado observando lo poco que se veía de la calle y del patio trasero

-Si quieres, puedo abrir un poco la puerta-ofrecí y Daniel me observó con duda

-¿Estaré bien?-le sonreí

-Solo un poco, no te hará daño-en cuanto entreabrí una de las dos puertas, fue justo como si tuviera 10 años y hubiera presenciado el mejor acto de magia del mundo porque, esa pequeña hendidura fue suficiente para que el fresco aire del exterior entrara a la casa y cuando observé a Daniel, el Opus 9 número 2 de Chopin que sonaba en el fondo, tuvo un nuevo significado para mí.

Por un momento creí que podía ver las ligeras corrientes de aire que se estrellaban con ternura en el rostro de Daniel, fue como si gracias a lo que estaba viendo, estuviera recibiendo una nueva dosis de alegría y de amor. Daniel cerró su ojo sano durante un momento y fue la escena más preciosa que jamás pude haber presenciado en lo que llevaba de vida.

Me pareció concebir toda la alegría que Daniel emanó al sentir el fresco aire después de 7 meses de no hacerlo; o tal vez era más tiempo porque no estaba agregando el tiempo que lo mantuvieron encerrado mientras lo lastimaban físicamente. Fue algo reconfortante. Fue algo que casi me hace llorar porque no lo había considerado de esa manera; Daniel extrañaba el exterior, lo extrañaba muchísimo.

Sentí esa profunda añoranza como si fuese mía.

Si antes el Opus 9 número 2 para mí significaba un baile entre amantes que estaban viviendo sus mejores momentos antes de tener que enfrentar la inminente separación, ahora significaba una eterna melancolía que se terminaba con un nuevo y refrescante respiro.

Fue un momento bastante acogedor e increíble.

Parpadeé en cuanto Daniel tosió un poco y fue como si regresara a la realidad de golpe

-Hace frío-dijo y dio un paso hacia atrás. De inmediato cerré la puerta.

El que Daniel estuviera en pijama de algodón y llevara puestos solo los calcetines, no ayudaba en nada a mitigar el frío

-El día está soleado, pero las corrientes de aire son frías porque estamos dejando atrás el verano-le expliqué y tuve una duda-En Rusia hace más frío que aquí ¿No? He leído que incluso allá se encuentra el lugar más frío del mundo ¿Es verdad?-le pregunté con suma curiosidad. Tal vez como él había vivido en Rusia, sabía uno que otro dato curioso que podría compartirme.

Así también podríamos empezar una conversación que lo distrajeran momentáneamente del tratamiento en el que vivía

-¿En serio?-su expresión de curiosidad me desconcertó un poco ¿Por qué se mostraba curioso? Acaso…-No lo sabía-sonrió de lado y me observó-Vivíamos en San Petersburgo y sé que ese no era el lugar más frío del mundo-su sonrisa incrementó y le sonreí.

Claro, Daniel no podía saberlo todo

-También leí que, si avientas al exterior un balde con agua hirviendo, ésta se congelará de inmediato-expuse otra curiosidad porque, al parecer, yo no era el único que estaba interesándose en la conversación

-Ha de ser increíble verlo-murmuró y le sonreí

-Después lo intentaremos aquí. Tal vez Alemania no sea tan fría como Rusia, pero no nos quedamos tan atrás-me reí y la mejilla visible de Daniel se coloreó un poco gracias a una muy pequeña risa que tuvo

-Sí, hay que intentarlo-sonrió otro poco más-Dime más cosas sobre Alemania-pidió y escuchar esas palabras me hizo empezar a platicar como si estuviéramos a 10 minutos del fin del mundo.

Platicamos mientras nos movíamos rumbo a la cocina y una vez que estuvimos ahí, le preparé su papilla y empezamos a comer juntos. Por supuesto que nuestra conversación fluyó de gran manera; ambos reímos y me encantó ver a Daniel muy interesado sobre todo lo que se me ocurrió platicarle.

Al parecer él era una de esas personas que escuchaban absolutamente todo con sumo interés; era una persona curiosa. Además, le gustaba más escuchar que platicar porque solamente hablaba cuando hacía una pregunta para que el tema continuara o para que se extendiera hacia otros rubros.

Sin tener que hablar tanto, podía definir a Daniel como un gran conversador. Era una persona bastante única.

-Sí voy a poder-dijo mientras ambos nos encontrábamos frente a las escaleras que nos llevarían al segundo piso.

Ahora Daniel quería continuar con su exploración, pero en el segundo piso de la casa. Un piso que, si bien yo sabía que existía y que siempre veía, nunca había recorrido

-Si puedes, pero es un poco arriesgado-repetí

-No pasará nada porque tú estás aquí-dijo con bastante obviedad que no pude contradecir porque estaba en lo correcto. Yo estaba ahí como su apoyo, pero también estaba ahí para prevenir

-Mejor esperemos unos cuantos días ¿Bien?. Por ahora ya estás cansado y lo mejor será que empieces a subir escaleras sin antes haber caminado tanto ¿Te parece?-intenté darle una mejor opción para que desistiera de lo que a mi parecer era algo descabellado

-Está bien-suspiró-¿Pero que hay allá arriba?-lo tomé del antebrazo e hice que regresara al piso de la sala. Sí, Daniel ya había subido el primero y como se había tambaleado al momento de querer subir al otro, tuve que detenerlo

-Creo que es la habitación de invitados y la de Sean, pero no me creas tanto porque yo tampoco he subido-le dije con total sinceridad

-¿Y por qué no has subido?-me observó con suma atención, por lo que me sentí un poco cohibido y tuve que crear un poco de espacio entre los dos; fue algo extraño

-Solo debo cuidarte y atenderte a ti-le sonreí-No tengo porqué subir y tampoco lo he requerido-expliqué y Daniel asintió

-Entonces después descubriremos ese lugar-su actitud de explorador me hizo reír a carcajadas-Estoy cansado-dijo de un momento a otro

-Regresemos a…-volví a tomarlo del antebrazo

-Quiero sentarme un momento aquí-él me detuvo con sus palabras y lo observé en silencio

-Pero…-

-Solo estoy cansado, pero no tengo sueño-su rostro denotó tristeza-No quiero acostarme-suspiré. Yo no podía con la tristeza que había en los rostros de mis pacientes, siempre que los veía tristes, intentaba contentarlos con todo lo que estuviera a mi alcance

-Solo por un momento ¿Bien? Pronto va a oscurecer y el frío va a empeorar-Daniel asintió con la sonrisa de vuelta-Vamos al sofá-volví a tomarlo del antebrazo

-Aquí, en las escaleras-dijo y de nuevo me detuve. Lo observé y él sonrió mostrando sus dientes.

Me pareció como la sonrisa de un niño que acababa de hacer una travesura, pero una de esas travesuras que enojaban durante un instante, pero después daban risa

-Bien-alargué la palabra-Voy por un cojín para que te sientes y prepararé algo para que comamos ¿Quieres manzana hervida?-propuse y el asintió primero con un poco de duda

-¿No puedo comer otra cosa?-sus cejas se distorsionaron

-Zanahoria hervida-elevé ambas cejas y Daniel hizo una mueca

-Me quedo con la manzana-sonreí disimuladamente y procedí a realizar lo que le dije.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------ 

-¿Te gusta?-le pregunté a Daniel mientras lo ayudaba en sostener una manzana para que la mordiera

-Sí-respondió mientras masticaba-Está dulce-pasó el trozo y dio otra mordida mientras yo también comía un poco de mi manzana. Él llevaba dos manzanas y yo estaba en la primera. Continuamos comiendo en silencio hasta que tuve que levantarme para encender las luces de la sala y mientras lo hacía, consideré ese momento como bueno para hacerle algunas preguntas sobre lo que iba a pasar en unos días.

Daniel había sido el primero en enterarse de que se le iba a realizar una cirugía en el párpado porque solo si él estaba cooperativo, podíamos proceder

-¿Estás nervioso por la cirugía?-encendí unas luces que había en cada escalón de las escaleras y me gustó esa postal. Daniel sentado en medio del primer escalón y con esas luces… tuve ganas de tomarle varias fotografías, pero como podría ser algo extraño para él, desistí de mi idea

-Un poco ¿Va a ser rápido?-

-Es algo muy sencillo. Solo un muy pequeño corte-le sonreí mientras encendía la luz del pasillo que llevaba a su habitación-Será como una hora y media, no más-regresé a su lado y tomé asiento sobre el cojín

-No quiero estar en el hospital-mencionó en voz baja mientras se contraía un poco

-Solo te quedarás una noche y al día siguiente regresarás. Si sigues al pie de la letra las indicaciones, pronto podremos quitarte este parche y no tendrás que regresar para nada-le sonreí y empecé a frotar su espalda. Me había dado cuenta de que, tanto él como yo, disfrutábamos de ese pequeño contacto.

Daniel suspiró

-Y además vas a irte una semana…-volvió a hablar entre murmullos

-Pero voy a regresar-entendí que se refería a mi inasistencia de una semana por el evento al que iba a ir en Berlín. Daniel también había sido el primero en enterarse-Cuando regrese podremos quitarte el parche y evaluar tu progreso-lo animé-Pero todavía tendremos una semana para arreglar todo ¿Si? Debes cuidarte y ser responsable-mi lado de enfermero salió a relucir. Algunas veces eso pasaba con mis pacientes seniles porque ellos eran más difíciles de tratar y debía tener firmeza en mis palabras para que estuvieran al tanto de que su salud no era ningún juego y no debía tomarse como tal, jamás

-Voy a cuidarme-me prometió-Quiero aventar el agua hirviendo para ver cómo se congela-sonrió y le devolví la sonrisa.

Y estuve seguro de que, ante la adversidad y la complejidad de los problemas, Daniel tenía un muy buen camino por delante.

Debía asegurarme de que así fuera.

 

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).