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Etéreo (Riren/Ereri) por Tesschan

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Notas del capitulo:

Descargo: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

Tema del capítulo: Durmiendo.

8 DE OCTUBRE:

AURORA BOREAL

 

Deja que el viento corra

coronado de espuma,

que me llame y me busque

galopando en la sombra,

mientras yo, sumergido

bajo tus grandes ojos,

por esta noche sola

descansaré, amor mío.

(Pablo Neruda, El viento en la Isla).

 

 

 

La octava noche que Eren y tú comparten es extraña. Una noche cargada de ansiedad y secretos, con el chico encerrado en aquel mutismo en el que cae a veces, y el cual siempre has asociado con su infancia espinosa y su adolescencia sangrante.

Eren habla poco y dibuja menos, y cuando finalmente te dice que se irá a la cama, asientes en silencio.

Las horas pasan y el cielo de aquel octubre nocturno se tiñe de renegrido terciopelo, con Orión brillando lejos y desafiando el tiempo en su lucha constante, antes de que el alba vuelva a asomar y el sueño se rompa.

Sentado en el alfeizar de la ventana de tu cuarto, contemplas la noche y te pierdes en ella, sumergiéndote en el respirar pausado del bosque dormido y tu corazón anhelante.

Ya han cumplido una semana viviendo juntos y jugando a ser la pareja que el mocoso quiere que sean. Ocho días arrastrados en los que cada mañana, al mirarte al espejo, te preguntas por qué te sigues haciendo aquello si sabes que sufrirás hasta desangrarte. Aun así, le ves y vuelves a caer en sus ojos imposibles y su sonrisa rota, incapaz de decirle que no ni terminar con aquello, porque sabes que, aunque acabes destrozado, de no tenerlo ahora igualmente te acabarás rompiendo.

El gemido del viento entre los árboles te trae recuerdos de años atrás y tu dolor por ese entonces, porque si amar es complicado, amar y perder duele el doble. Por eso huiste a ese pueblo perdido en la nada deseoso de fundirte con ella, de olvidar, de dejar de sentir; pero la vida, cabrona como ella sola, puso ante ti a ese chico de verano y sonrisas fáciles que robó tus fresas y llenó tus tardes de pláticas; aquel chico de escarchado invierno lleno de sueños rotos y una vida totalmente quebrada que durante años has intentado reparar.

Observas tu cama y rechazas el sueño, o puede que sea este quien te rechace para resguardarte, para protegerte, porque esa noche habrá pesadillas, lo presientes. Una noche de batallas, sangre y dolor pese a no querer sufrir más porque te sientes incapaz de soportarlo. Otra noche en la que tan solo observarás fuera hasta que Morfeo te venza y la llegada del alba parezca solo un breve parpadeo.

El sonido de pasos te alerta y la sorpresa muere en tus labios cuando Eren entra al cuarto sin aviso alguno, todo largos cabellos revueltos y pies desnudos; todo ojos de bosque velado y gesto ceñudo.

—Malos sueños —dice llegando a tu lado y sentándose frente tuyo. Compartiendo aquel espacio estrecho donde los pies de ambos apenas se rozan y crean un contacto perturbadoramente íntimo.

El tictac del reloj marca los latidos de ambos, constante y doloroso arrastrando el tiempo. Sientes su mirada buscar la tuya y sus pies vuelven a tocarse, y es entonces que algo en ti se quiebra, porque comprendes por primera vez que no es un juego, que Eren ya no es un niño y que tú no serás capaz de dejarlo ir sin romperte. Y aquel descubrimiento te aterra hasta lo imposible, te muele los huesos y fractura tu corazón, porque lo amas como no creíste volver a amar otra vez y otra vez deberás ser lo suficientemente fuerte para soltar y dejar ir.

«No te vayas» es lo que deseas decirle, porque aquella cuenta atrás es una espada que se clava cada día en tu corazón como un castigo. No obstante, le observas y él te observa, y comprendes que para Eren allí no hay nada más que dolor y malos sueños; aquellas pesadillas que destrozaron sus alas y lo encerraron en aquella jaula espinosa y estrecha de la que has deseado tanto liberarle.

Tragando tristeza y melancolía como si fuese un licor hecho de vidriosos fragmentos, te pones de pie y tomas su mano, tirando de este hacia la cama.

Eren duda como lo hace a veces, con pestañas revoloteando sobre sus pómulos morenos y sus verdes ojos de mar volviéndose hierba nueva antes de recostarse allí, contigo; observándote de frente, con el viento rugiente agitando cristales y tu corazón a su paso; con tus dedos trazando los contornos de su rostro llenos de la sorpresa del descubrimiento a pesar de ser un paisaje tan conocido.

Cierras los ojos un instante al sentir los dedos de Eren rozar tus labios, volviendo tu respiración inexistente cuando finalmente te besa con la ligereza de una mariposa.

Le miras y él te mira, notando la vergüenza y el anhelo que tiñen sus iris, así como el reflejo de tu propio amor desbordante, sabiéndote perdido.

Besas sus párpados y lo oyes soltar un suspiro, sintiendo tu corazón doler como si hubiese recibido un latigazo, porque sabes que aquel chico es tu sueño más preciado, aquel que se desvanecerá como la aurora boreal al llegar el verano para convertirse solo en una ilusión etérea que perdurará a lo largo del tiempo.

El silencio de la noche vuelve a romperse por el viento aullante y el tictac del reloj que marca el tiempo como una condena, y cuando notas que la cadencia de la respiración de Eren es suave y constante, sabes que se haya dormido.

Y cierras los ojos y respiras su sueño, y sientes su mano bajo la tuya sabiendo que aquello es efímeramente correcto.

Han transcurrido siglos desde que compartiste tu dormir con alguien más, en otra vida y otros sueños, los cuales acabaron por desbaratarse como un castillo de naipes ante la fuerte ventisca de la muerte; pero ahora, por esa noche al menos, aquel chico de verano es real y está allí. Por esa noche al menos, sabes que te ama de la misma forma en que tú lo haces y son luz y son sombra, todo entremezclado. Y son pesadillas y sueños truncados, y aquella etérea esperanza que no se apaga a pesar de saber que lo que comparten desde un principio ha tenido fecha de caducidad.

Notas finales:

Lo primero, como siempre, es agradecer a todos quienes hayan llegado hasta aquí. Espero de corazón que la viñeta de hoy fuese de su agrado y valiera la pena el tiempo invertido en ella.

Por lo demás, con esta viñeta ya comenzamos oficialmente la segunda semana del Ererictober y confío en que este capítulo de alguna manera haya resultado más bonito que triste, y que ya más o menos se puedan ir haciendo una idea del pasado de Levi, aunque todavía sean solo indicios muy leves sobre este. Además, a pesar de que creo que ya debe ser más que evidente de que todas las citas del encabezado pertenecen a poemas de Pablo Neruda, la de este capítulo en particular ha resultado especial ya que pertenece al poema de él que más me gusta, El viento en la Isla, así que egoísta y caprichosamente tenía muchas ganas de utilizarla, jaja.

Dato aparte, y aunque supongo que todos tienen una idea de lo que es la aurora boreal, o las luces del norte, el título del capítulo hace referencia a Eren como este fenómeno natural, el cual solo es visible por un tiempo determinado e indefinido, pero es inolvidable por lo mismo. Además de que a pesar de que no puede ser ya detectado a simple vista, eso no significa que las auroras boreales no sigan estando allí, donde no pueden verse ni alcanzarse, pero sí existiendo. Es un fenómeno natural que siempre me ha parecido muy lindo, romántico y poético. La naturaleza sorprendiendo y maravillando siempre en su esplendor.

Y esto sería todo por hoy. Ya para mañana el capítulo correspondiente del evento es «playa», así que espero que igualmente les parezca interesante.

Una vez más muchas gracias a todos quienes leen, comentan, envían mp´s, votan y añaden a sus listas, marcadores, favoritos y alertas. Siempre son el mayor incentivo para continuar.

Un enorme abrazo a la distancia y mis mejores deseos para ustedes. Hasta mañana.

 

Tessa.


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