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Etéreo (Riren/Ereri) por Tesschan

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Notas del capitulo:

Descargo: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

Tema del capítulo: Seducción.

 13 DE OCTUBRE:

ÍNTIMA MEDIANOCHE

 

Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros

y en mí la noche entraba su invasión poderosa.

Para sobrevivirme te forjé como un arma,

como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.

Pero cae la hora de la venganza, y te amo.

(Pablo Neruda, Poema I).

 

 

 

La noche de octubre trece cae sobre ambos como lo han hecho otras noches antes de ella desde la llegada del muchacho a tu rutinaria vida: silenciosa y oscura, cargada de la esencia de la leña quemada y el bosque profundo que los circunda. Una noche pesada y espesa, de vientos aullantes y risas ligeras, de pláticas profundas y miradas anhelantes que hablan de aquel amor necesitado que ambos sienten y apenas contienen. Una íntima medianoche.

Trece días has convivido con Eren y trece días han bastado para hacerte descubrir lo peligrosamente adictivo de aquella rutina sencilla y cómoda que comparten, porque lo de ustedes jamás ha sido una aventura de libro ni una historia imposible, sino que se ha forjado en cálidas tardes de pláticas y secretos no dichos; ha crecido en dolor profundo y sueños compartidos.

Tumbado sobre tu cama como si fuese suya, Eren te observa con sus verdes ojos marinos y el sutil rastro de una sonrisa en sus labios. Ha estado pintando esa noche, y pese a haber tomado un baño, manchas de pintura decoran sus morenos brazos desnudos y parte de su rostro, como si él mismo fuese una obra de arte. Su cabello, atado con el descuido de sus dedos hábiles, se desparrama sobre la colcha sin que le de importancia, y aunque a ti debería enloquecerte el desastre que representa, no lo hace porque es tu desastre, y Eren lo sabe. Por ese motivo su sonrisa se ensancha seductora al ver el filoso brillo de tus ojos grises y se estira como un gato revolviendo las mantas; por eso tienta el límite de tu paciencia una vez más con sus provocaciones, porque sabe que cederás como siempre lo haces; porque sabe que, a pesar de tus regaños y amenazas, es finalmente su voluntad la que siempre prevalece.

Te tumbas a su lado y dejas escapar un suspiro, y de inmediato sus dedos se enredan en un mechón de tu renegrido cabello negro, aun húmedo, y sonríe. Y te sientes como la polilla seducida por el fuego, porque por más que sabes que estar con él es desastre inminente, un total cataclismo, caes una y otra vez. Desde la primera ocasión en que le viste con tus fresas en las manos y aquella maldita boca llena de mentiras; desde que regresó a tu lado con sonrisas y obsequios, sin darte oportunidad alguna de escapar de su presencia.

«Te amo» deseas decirle, pero no lo haces porque comprendes que ninguno de ustedes necesita aquella cadena. Porque desde que Eren aceptó tu ayuda para escapar de su tormento y tú aceptaste concederle aquel último capricho, muchas de las cosas que ambos esperaron llegasen con el tiempo se volvieron innecesarias, y resquema un poco saber que aquella declaración es una de ellas.

Tu mano recorre los contornos de su rostro con la suavidad de la brisa de verano, permitiéndote observar con fascinación la diferencia entre su piel de tierra calentada por el sol y la tuya que siempre es fría escarcha invernal. Observas sus ojos y te pierdes en ellos, hasta que tu respiración se equipara a la suya y el corazón de ambos se vuelve un solo latido.

Tres años han orbitado uno alrededor del otro y tres años han tardado en romper las barreras impuestas, confiando en que siempre tendrían tiempo. Tres años de espera para besarse, para cerrar el círculo de lo que ambos sienten, para creer en la fantasía de que podrían ser algo más. Tres años para que el hilo que los ató desde un principio llegase a ese punto donde solo pueden estar unidos porque él es tuyo de la misma forma en que tú le perteneces, y que, aunque el futuro de los dos los separe, ese lazo seguirá allí, tan eterno como irrompible.

Y es tan injusto… Y duele tanto…

Tus dedos vagan por la suave curva de sus labios, que ya no sonríen, y se pierden en la cálida piel de su cuello donde su pulso retumba como la marea enfebrecida. Y sientes su mano rodear tu nuca y su boca rozar la tuya mientras piensas en lo ridículo que es estar temeroso por aquello que has hecho mil veces antes de este momento; pero tu corazón, tan idiota como caprichoso, comprende que no importa quien haya estado antes, porque esta vez es Eren, y eso por si solo lo vuelve por completo diferente.

Sus labios sonríen nuevamente pero aun así puedes ver la inseguridad de las primeras veces siendo ligero fuego verdeazulado en sus ojos. Besas sus labios y el contorno de estos como si así pudieses marcarle, y cuando tu mirada de invierno vuelve a enfrentarle, toda su provocadora arrogancia se ha esfumado y solo está Eren. Eren, quien siendo poco más que un niño, te permitió ser parte de su vida y compartió su dolor y sus sueños contigo; Eren que, casi siendo un adulto, decidió aceptar tu petición de marcharse lejos, lo suficiente para que todo el dolor de su pasado nunca vuelva a alcanzarle.

—Siempre supe que serías tú. Siempre soñé que fueras tú —murmura contra su boca en trémula confesión nerviosa.

Y mientras te pierdes en sus labios como si no existiera el mañana, lágrimas sangrantes se acumulan en tus ojos sin que puedan derramarse, tan solo entregándote a lo inevitable porque han esperado demasiado tiempo y el lapsus que les queda es demasiado corto.

El cuerpo de ambos se vuelve un solo enredo de piel, huesos y sentimientos; un enredo de corazones quebrados, dolor profundo, amor desbordante y aquel sinfín de palabras nunca dichas porque no hubo tiempo.

Y en medio de besos y caricias se va aquella íntima medianoche, donde octubre otoñal se ha vestido de oscuro y gimiente confidente. Una noche de sueños que no llegarán a ningún puerto porque todo a su alrededor siempre ha sido tormenta. Una noche de promesas que acabarán rotas porque el camino que les ha tocado recorrer es un sendero de espinas.

Notas finales:

Lo primero, como siempre, es agradecer a todos quienes hayan llegado hasta aquí. Espero de corazón que la viñeta de hoy resultara de su agrado y valiera la pena el tiempo invertido en ella.

Por lo demás, esta oportunidad, en vez de disculparme por la tristeza del capítulo, me disculpo por si este se sintió algo extraño. A pesar del tiempo que llevo ya escribiendo de forma regular, este tipo de escenas y situaciones siempre son un enorme desafío para mí, con la ansiedad atacándome al 99% y solo un 1% restante para darme valor y así no borrar todo antes de publicar. Mi beta me aseguró que no había nada de qué preocuparse, pero todavía así siento deseos de ir a enterrar la cabeza en la tierra como un avestruz. Pero bueno, solo espero que al menos se entendiese la idea del capítulo, porque honestamente, yo no sirvo para esto por muy sutil que sea, soy un desastre total, jaja.

El tema de mañana es uno de los favoritos de Levi «limpieza», y también uno de los míos, porque me gustó mucho escribir esa viñeta. Es de las que sentí fueron menos tristes y más bonitas, así que igualmente espero resulte un respiro para ustedes.

Una vez más muchas gracias a todos quienes leen, comentan, envían mp´s, votan y añaden a sus listas, favoritos, marcadores y alertas. Siempre son la llamita que mantiene encendida la hoguera.

Un enorme abrazo a la distancia y mis mejores deseos para ustedes. ¡Hasta mañana!

 

Tessa.


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