Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

In Focus (Riren/Ereri) por Tesschan

[Reviews - 32]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Descargo: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

CAPÍTULO 38:

MÁS QUE VALOR

 

Ser amado profundamente por alguien te da fuerza, mientras que amar a alguien profundamente te da valor.

 (Lao Tze)

 

 

 

La trepidante serie de timbrazos en la puerta —imitando malamente el tema principal de una película cuyo nombre no recordaba—, bastó para que Levi frunciera el ceño y apretara los labios con disgusto, suponiendo ya quien mierda era su indeseado visitante a pesar de lo mucho que había insistido para que no se apareciese por allí. Morgana, de seguro presintiendo también quien les hacía una visita, bajó las escaleras corriendo como una auténtica demente, casi resbalando en el pulido piso de madera en su apuro por llegar a la puerta y comenzar a ladrar.

Si Levi hubiese estado solo en casa, no habría tenido ni el más mínimo remordimiento en fingir sordera prematura para no abrirle la puerta a esa maldita mujer indisciplinada; pero, conociendo a Hange como lo hacía, sabía que esta insistiría al menos una media hora en aquella tarea, suponiendo que él no deseaba abrirle —porque también lo conocía bien—, y como hacía nada que Eren acababa de caer dormido tras tomar su medicina, prefirió no tentar la suerte, interrumpiendo su descanso.

Puta vida.

Abrir la puerta le tomó a Levi toda su fuerza de voluntad, pero entre los endemoniados timbrazos que daba su amiga y los gemidos desesperados de Morgana, no tuvo más opción que hacerlo.

Nada más abrir un pequeño resquicio de esta, la perrilla salió hecha una enloquecida mancha negra y marrón para tirarse encima del pobre Ludwig, quien tuvo que soportar, valientemente, como esa cosa diminuta y peluda lo mordisqueaba sin tregua, ignorando por completo que este la quintuplicaba en peso y porte con facilidad. Del mismo modo que, también ignorando que con tacones le sacaba un mínimo de quince centímetros de altura, Hange le echó los brazos al cuello, ahogándolo entre la gruesa tela del anorak verde musgo que llevaba ese día.

—¡Suelta, Hange! ¡Manos fuera, joder! —protestó él, quitándose a esta de encima con poca delicadeza—. ¡¿Es que no comprendes el concepto de espacio personal?! ¡Sufro de TOC, retrasada!

—Espacio personal, espacio personal. Apuesto mi nariz a que con Eren no eres así de quisquilloso con tu valiosísimo «espacio personal» —replicó su amiga rodando los ojos y chasqueando la lengua en una perfecta imitación suya a modo de burla. Antes que Levi pudiera decirle nada, esta dejó un beso sobre su mejilla derecha que lo hizo contener el aliento—. Lo que necesitas es ser menos cascarrabias, enano, o te avejentarás antes de tiempo y dudo mucho que desees eso. Ya tienes treintaicinco, y no es que sea una edad tan avanzada, pero tu novio es un muchachito de veinte. No vaya a ser que te cambien por alguien más joven si dejas de cumplir bien. Recuerda lo que siempre te digo sobre el estrés.

—Lo único que deberíamos cambiar aquí es tu puto cerebro. Tanta fórmula matemática de seguro te lo ha fundido —masculló él, haciendo que la otra riera a carcajadas mientras ingresaban a la casa, seguidos de los perros—. ¿Y porque mierda has venido si te dije claramente que no lo hicieras?

Sonriéndole con demente malicia, Hange le tendió una blanca caja aplanada atada con un lazo rojo.

—¡Tadá! Tarta de manzana.

Observando con total recelo la ofrenda que esta tendía en su dirección, le preguntó dudoso:

—¿La has hecho tú? —Al ver que la sonrisa de Hange se hacía más amplia y desquiciada, la empujó de regreso en su dirección y negó—. No la quiero, gracias.

—Tranquilo, Enano paranoico, la hizo Moblit. Para Eren —señaló su amiga, depositando la caja en sus manos sin miramientos antes de comenzar a quitarse el anorak, tirándolo luego sobre el sofá de la sala, sin ningún respeto por su orden—. Pero yo pelé las manzanas, si eso te tranquiliza.

Soltando un bajo gruñido de disgusto, Levi se dirigió hacia la cocina para dejar la tarta sobre la isleta antes de arremangarse hasta los codos el blanco suéter y comenzar a lavarse las manos en el fregadero, increpando a la otra:

—¿Y me estás diciendo que solo has venido hasta aquí para dejar una tarta? Sí eso era todo, ya puedes marcharte por dónde mismo has venido. Gracias por la visita.

—¡Por supuesto que no! He venido a ver a Eren en representación de Moblit como la buena novia que soy. Él deseaba muchísimo poder venir hoy ya que estaba muy preocupado por el chico, pero lamentablemente ha tenido que resolver algunos asuntos de la exposición; así que, ¡aquí estoy yo! —exclamó esta muy contenta, tirando con total descuido de un suelto hilillo que asomaba por la manga de su negro suéter entallado—. Además, Ludwig quería ver a la pequeña Morgana. La extrañaba mucho, ¿verdad, bebé?

Al observar como el negro perro de Hange se encontraba echado frente a la chimenea encendida, ignorando con estoicidad que la cachorra no dejaba de morderlo, Levi pensó que probablemente Ludwig sufriera esa visita tanto como él mismo. Aun así, prefirió callarse por un rato al menos. La demente de su amiga podía ser una porfiada de lo peor, pero había ido hasta allí preocupada por el mocoso que ahora descansaba arriba, recuperándose, y eso lo valoraba más que cualquier otra cosa.

A diferencia del día anterior, en el cual Eren había amanecido sintiéndose morir, aquella mañana de frío sábado la mejoría de este fue tan aliviadora como evidente; tanto que el muy cabezota de su novio le insistió hasta lo imposible para que lo dejase ir a trabajar debido a que ya se sentía bien, no cejando en su empeño hasta que Levi se enfadó de verdad con él, aceptando seguir en cama luego de algunas cuantas protestas más.

Demonios, ni siquiera Isabel, con su energía desbordante, había sido nunca tan malditamente desobediente, pensó Levi. Aun así, saber que Eren estaba mejorando, aunque fuese un poco, realmente resultaba ser un enorme consuelo para él. Jamás imaginó que el preocuparse por una cosa tan simple y sencilla como una maldita gripe, lo podría descolocar tanto.

Durante los siguientes minutos, Hange, tan exultante de alegría como siempre, lo ayudó trasteando en la cocina mientras Levi preparaba algo de té para servirles. Como cada vez que se reunían, esta le habló de mil cosas diferentes sin pausa alguna, deteniéndose solo de tanto en tanto para recuperar aire antes de continuar con su incansable diatriba.

Desde que él podía recordar, su amiga siempre había sido de esa forma: parlanchina, caótica e invasiva, tanto que muchas veces Levi terminó preguntándose cómo era posible que acabaran encajando en aquella extraña amistad. Aun así, y con todos sus defectos, Hange había sido una constante en su vida, como también Erwin, permaneciendo a su lado en todos sus momentos buenos y, sobre todo, en los peores, abriéndole los ojos a la fuerza cada vez que fue necesario.

Y quizá por ese mismo motivo fue que una vez se sentaron frente a frente en la inmaculada isleta de la cocina, él notó algo extraño en ella; algo que no logró definir del todo ni darle una palabra específica, pero que le hizo sentir que ocurría algo que tenía a Hange rara. Bueno, más rara de lo normal.

El regusto un poco amargo del té de Ceylán se mezcló en su boca con el ligeramente agridulce de la tarta de manzana, la cual Levi tuvo que reconocer que estaba deliciosa, apuntándose mentalmente llamar más tarde a Moblit para agradecer y felicitarlo por ella. Oyó a su amiga comentarle sobre el último proyecto en el que estaba trabajando en la universidad —un asunto sobre núcleos atómicos que la tenía entusiasmadísima y en el cual algunos de sus alumnos la estaban ayudando—, no obstante, cuando su pálida mirada se encontró con la de ella y notó nuevamente esa emoción desconocida anidando en sus castaños ojos tras las gafas, no pudo seguir soportando más tanto secretismo.

—Oi, cuatro ojos, habla —soltó, dejando su blanca taza sobre la isleta, pasando con cuidado su índice por el borde de esta—. Puedo hacerte creer que soy malnacido desalmado y despreocupado por el resto la mayor parte del tiempo, pero en realidad ambos sabemos que no lo soy en absoluto, así que mejor dime a que has venido realmente hoy aquí. Sé que ver al chico ha sido en parte una excusa.

Hange pestañeó repetidamente al oírlo, como si le costase entenderlo, y cuando intentó sonreír para distender la situación, el gesto resultó casi una mueca en su rostro moreno.

—Realmente vengo a visitar a Eren. Ayer con Moblit nos preocupamos muchísimo por él cuando dijiste que se encontraba enfermo, enano. Más todavía porque lo estabas cuidando tú.

—Y me lo creo —respondió él, obviando por una vez su clara provocación—, pero llevas más de quince minutos explicándome sobre esos putos núcleos atómicos de los que no entiendo una mierda, sin haber probado para nada tu tarta, a pesar de que insististe en que querías que te sirviese un trozo cuando te dije que no te daría. Y por cierto, se te olvidó ponerle azúcar al té, cuando sueles bebértelo con una cantidad insana; y ya te has bebido la mitad.

La risita de Hange fue nerviosa y casi modesta, algo por completo extraño en ella que solía reír a carcajadas, casi como si el mundo fuese a acabarse de un momento a otro. La vio dudar un instante, apenas una fracción de segundos entre lo que esta demoró en beber un nuevo pequeño sorbo de té antes de meter la mano en el bolsillo trasero de sus vaqueros azules, extrayendo un papel muy doblado de estos para tendérselo.

Con algo de recelo —y cierto nerviosismo que intentó ignorar— Levi lo aceptó, notando como incluso su tonto corazón se aceleraba un poco al desdoblar y comenzar a leer aquel sinsentido, conteniendo el aliento al comprender lo que eso significaba.

—Hange… tú…

—¡Sí! Vas a ser tío, Levi. ¡Estoy embarazada! —exclamó exultante—. ¿Puedes creerlo?

Lo cierto era que no, no se lo creía, porque toda aquella noticia estaba resultando tan… repentina. No era que él nunca se hubiera planteado la idea de que tal vez algún día Hange y Moblit quisieran comenzar una familia, pero su amiga siempre había sido alguien tan llena de ganas de hacer cosas, de descubrir e inventar, que imaginársela en un rol más «maternal» no le pegaba para nada a sus ojos. Aun así, al ver lo inmensamente feliz que esta parecía, lo muy aliviada que esta parecía tras habérselo contado, Levi tuvo que reconocer que quizás ese tipo de sorpresas sí eran algo bueno después de todo.

—Y, ¿no dices nada enano? ¿Te has tragado la lengua a causa de la impresión? —lo apremió Hange, pinchando su mano con el tenedor aun intacto.

Volviendo a observar los exámenes de sangre donde se confirmaba que esta sería madre dentro de unos cuantos meses más, negó con un ligero gesto.

—Tu hijo o hija será un bicho muy raro —soltó él con sinceridad, teniendo el cerebro todavía demasiado afectado con la noticia como para poder procesar del todo bien.

Aun así, en cuanto comprendió lo que acababa de decirle, se arrepintió de inmediato del poco tacto de sus palabras; no obstante, la carcajada de Hange al oírlo fue tan estruendosa como siempre, y cuando su delgada mano se posó sobre la suya, la mirada que su amiga le dedicó estaba cargada de emoción cálida y profunda; la emoción de las cosas buenas y el amor sincero. De los vínculos que ni el dolor ni el tiempo podían destruir, porque se habían templado en estos.

—Lo será; por supuesto que lo será. No podría ser de otra manera siendo hijo mío, ¿verdad, Levi?

—No, no podría —reconoció él, apretando su mano en respuesta, y como si aquello fuese todo lo que necesitaba oír, el casi siempre entusiasta rostro de Hange se contrajo en una mueca y rompió a llorar.

Sin saber muy bien que hacer en ese tipo de situación, Levi agarró un puñado de servilletas de papel y se las tendió, ante lo que esta las aceptó agradecida, limpiándose los ojos y la nariz efusivamente.

—Lo siento, lo siento mucho —se disculpó Hange con voz llorosa, sus ojos por completo enormes y enrojecidos al estar sin las gafas—. No sé qué me pasa últimamente, pero supongo que se debe a que esto de tener un hijo es demasiado nuevo para mí. Estoy contenta y estoy aterrada, pero también muy emocionada y preocupada, y no comprendo cómo pasó. Estar embarazada es más complicado que intentar resolver una de las ecuaciones de Navier-Stokes.

Levi estuvo tentado de explicarle como exactamente había pasado aquello de quedarse embarazada, pero prefirió refrenar su lengua cínica y en su lugar solo sujetó la mano de su amiga a través de la isleta, tal como esta había hecho un poco antes. Al ver sus manos así unidas, como tantas veces en el pasado, y más aún en los últimos años, algo dentro suyo pareció quebrarse, alegrándose infinitamente de que el motivo que en ese momento los juntaba de aquel modo fuera de total dicha y alegría.

Y al verla allí llorando y moqueando como una niña pequeña mientras le explicaba —hablando en torrente— como había sospechado de lo que le ocurría y como fue saber que sus sospechas eran ciertas, Levi pensó en lo mucho que la vida cambiaba de un momento a otro y como entre tantas vueltas esta podía traer a veces algo bueno. Pensó en su madre, haciendo hasta lo imposible para que él estuviese bien durante su dura infancia, y en Frieda, que había sacrificado mucho por criar a su hermana contra los deseos de su propia familia. En Carla, que había seguido al lado de su hijo inamoviblemente, y en Isabel, que veía en la pronta llegada de su pequeño hermano la determinación necesaria para seguir adelante, superando así su terrible pérdida y dolor.

El amor se daba de mil formas diferentes con cada nueva vida que llegaba, probablemente porque para amar no existía una formula exacta y solo era. Y al ver allí a Hange, siempre llena de planes por hacer, de mil cosas por descubrir, inventar y aprender, supo que ella estaría bien. Su amiga ya no tenía que seguir preocupándose por él y su dolor, por no dejar que se hundiera. Había llegado también su momento de ser feliz.

—Oi, Hange —la llamó, interrumpiendo su diatriba, haciendo que esta se quedase callada mientras limpiaba su nariz—. Serás una madre estupenda.

Los ojos de ella volvieron a llenarse de lágrimas al oírlo, pero no lloró en esa ocasión, sonriendo totalmente radiante cuando le dijo en respuesta:

—¡Por supuesto que lo seré! ¿Es que acaso lo dudabas, enano?

Y al apretar más fuerte su mano entre la suya, Levi supo que no. Con Hange jamás nada estaba en duda.

 

——o——

 

Como si todo el mundo se hubiese puesto de acuerdo para hacer visitas ese día, Eren —tumbado en la cama junto a Levi mientras platicaban de todo lo acontecido con Hange y la noticia de su embarazo— oyó como el timbre sonaba por segunda vez, contemplando con una sonrisa la expresión de disgusto de su novio cuando este cerró los ojos y se hundió más en las almohadas, intentando fingir que aquello no estaba pasando.

—Si esa loca ha regresado por algo, no me importará en absoluto que esté esperando un hijo y la asesinaré. Luego ya me disculparé con Moblit —replicó Levi, sentándose en la cama para calzarse los zapatos—. Dijo que venía solo a darme la noticia y ver cómo te encontrabas, pero prácticamente se autoinvitó a almorzar.

—Pero fue entretenido, ¿no? Hange siempre es una buena compañía —replicó él, notando la garganta todavía un poco rasposa cuando rio, por lo que bebió algo de agua. Al oír que el timbre volvía a sonar, al mismo tiempo que un mensaje entraba a su móvil, Eren soltó un suspiro de resignación al ver de quien se trataba—. No es Hange, mira.

Volviéndose para ver por sobre su hombro, las negras cejas de Levi se arquearon al leer el mensaje.

—Tch, que mierda. ¿Ahora nos tocará lidiar con Carla y su preocupación por ti, mocoso?

—Yo le dije que ya me sentía bien y que no era necesario que viniese —se defendió Eren.

—Pero no has sido tú el que ha tenido que lidiar desde ayer con sus constantes llamadas telefónicas para saber cómo te encuentras, joder. Creo que tu madre me ha relatado con pelos y señales cada una de las veces que enfermaste desde que te parió.

A pesar de las protestas de Levi, Eren vio como este salía del cuarto y se daba prisa en bajar, de seguro ansioso por no hacer esperar más de lo necesario a su madre.

Morgana, que parecía algo indecisa entre seguir al otro hombre, para saciar su curiosidad sobre la nueva visita, o seguir junto a él, que la acariciaba, gimoteó bajito mientras mordisqueaba su ratilla, mirando con ojitos muy redondos hacia la puerta.

Al contemplar por la acristalada pared de la habitación, Eren vio como el gris mar a la distancia se batía lentamente entre una ola y otra, hasta morir en la oscurecida orilla con una suave caricia. El cielo de la segunda mitad de la tarde tenía un color blanco puro muy denso a causa de las nubes, pero ya las primeras sombras del anochecer amenazaban con teñirlo por los bordes. Al ver como una bandada de gaviotas sobrevolaban las frías aguas en espera de poder cazar, pensó que era una imagen realmente hermosa, y a pesar de sentirse algo incómodo al no tener su cámara a mano, se conformó con retratar aquella escena con su móvil.

Las voces amortiguadas y los pasos sobre la escalera alertaron a Morgana, quien ya no pudo aguantar más su emoción y se levantó de un salto para ir a recibir a su madre, quien sonrió al verla y de inmediato le entregó alguna golosina que traía especialmente para ella, oculta en el bolsillo del largo cárdigan beige que llevaba puesto sobre su azul vestido de lanilla.

—Hola, mamá, me alegra mucho verte —le dijo él en cuanto su progenitora llegó a su lado, posando de inmediato una fría mano en su frente para comprobar su temperatura antes de dejar un beso sobre esta—. Aun así, insisto en que no era necesario que vinieras hasta aquí hoy.

Las renegridas cejas de Carla se fruncieron en su habitual gesto de regaño y disgusto al oírlo.

—Como si eso fuera a detenerme. Especialmente porque Levi parecía muy nervioso cada vez que lo llamaba para preguntar por ti —protestó su madre, sentándose a su lado en la cama—. Decía tan poco todo el tiempo, que llegué a temerme lo peor.

—Oh, ¿Levi de verdad parecía tan preocupado por mí?

—Muchísimo —dictaminó esta, estirando cuidadosamente la colcha para cubrirlo bien.

Arqueando una interrogativa ceja en dirección a su novio, Eren sonrió apenas, tomándole el pelo. Levi en cambio —teniendo cuidado de que su madre no lo viese— le enseñó el dedo medio en respuesta.

—Nervioso y un demonio, mocoso. Tan solo no lograba comprender que era lo que tu madre deseaba saber —se defendió este, volviendo a ignorarlo deliberadamente para prestar atención otra vez a su progenitora, quien ahora los observaba con sus ambarinos ojos muy atentos—. Bueno, Carla, como podrás darte cuenta, a pesar de todos tus funestos pronósticos, tu hijo sigue vivo.

Eren tuvo deseos de molestar a Levi un poco más, diciéndole que si ese era el tipo de respuestas que había dado a su madre en cada llamada, le resultaba totalmente lógico que esta se hubiese aparecido por allí llena de preocupación; sin embargo, en mal momento le vino un repentino ataque de tos, el cual lo obligó a beber un poco de agua de la botella que tenía en la mesilla e hizo que ambos pares de ojos lo contemplaran con idéntica inquietud.

Una vez se encontró mejor, su novio, argumentando que iría a preparar un poco de té con tarta para ellos y algo de pudin para Eren —el cual su madre había traído especialmente para él—, los dejó a solas para que pudiesen hablar a gusto. Antes de salir Levi llamó a Morgana para que lo siguiese, pero fingiendo estar dormida, la cachorra se quedó acostada junto a él, observando con adoración a Carla, ya que esta le dio otra golosina en cuanto el otro hombre ya no estuvo a la vista.

La mano de su madre, tan querida como conocida, apartó de su frente algunos rebeldes mechones castaños, contemplándolo preocupada a pesar de intentar fingir que no era así. Lo cierto era que en ningún momento Eren había tenido intención de decirle que se encontraba enfermo, pues no deseaba inquietarla de manera innecesaria por algo tan pequeño; pero, angustiada por la discusión que su padre y él habían tenido dos noches atrás, esta acabó llamándolo a primera hora del día anterior, ante lo que Eren debió confesar la verdad. Al final, el gran responsable de que su progenitora hubiese bombardeado a Levi con llamadas durante aquellos días, era él.

—Me alegra mucho que estén cuidando tan bien de ti, cariño —le dijo esta con total sinceridad—. En verdad me preocupé enormemente al enterarme de que te encontrabas un poco mal, tanto como para no ir a clases ni a trabajar, con lo mucho que te gusta.

—¿Y por eso no has dejado a Levi en paz? —bromeó él, ante lo que su madre bufó en desacuerdo.

—Que él lo niegue no significa que no estuviera en verdad preocupado por ti. Cada vez que llamaba para saber cómo seguías, su mutismo era más pesado de lo habitual. Yo solo estaba intentando ser de ayuda.

Eren rio un poco al oírla, pero al caer en lo que esta acababa de admitir, abrió los ojos con espanto.

—¿Es que te telefoneas con mi novio a mis espaldas? —le preguntó con incredulidad, ante lo que su progenitora solo le dio un par de tranquilizadoras palmaditas en el brazo.

—Por supuesto que sí, y algunos días también nos juntamos para beber té o en la tienda de Frieda, ¿supongo que no pensarías que me iba a quedar por completo al margen? Además, Levi es muy paciente; siempre oye todo lo que tengo que decir sobre ti. Y tiene trucos muy efectivos de limpieza.

Aquello él ni siquiera lo dudaba, pero tampoco sabía cómo debía sentirse al respecto. Por un lado le agradaba mucho la idea de que su novio se llevara tan bien con la mujer más importante de su vida, pero por otro, de solo imaginar todas las cosas de su infancia y adolescencia que su madre de seguro habría hablado con este, Eren deseaba que la tierra se abriese y se lo tragara allí mismo.

—Apuesto a que la abuela nunca hizo esto contigo —protestó, sintiendo su rostro arder, y no precisamente a causa de la fiebre.

Siendo toda sonrisas, Carla acarició con suavidad su mejilla.

—¡Por supuesto que lo hizo! Y fue mucho peor, créeme. Tu padre realmente le tenía absoluto pavor.

Como si la mención de su padre fuese una nube de tormenta sobre ellos, el ambiente se ensombreció de inmediato, enturbiando los ánimos.

Durante la plática telefónica que mantuvieron el día anterior, Eren no le había dicho mucho a su madre sobre lo ocurrido con este, y ella, de seguro comprendiendo que él no se encontraba en las mejores condiciones para hablar del tema, tampoco insistió más; no obstante, al tenerla ahora allí, pudo ver claramente las señales que reflejaban su preocupación sobre aquel asunto, y no pudo culparla. Le gustase o no admitirlo, tanto él como su progenitor eran parte de la misma familia.

—Mamá, sobre lo ocurrido…

—No, permiteme hablar a mí, ¿está bien, Eren? —le dijo ella con delicadeza, percibiendo su evidente reticencia. Al ver que él asentía en aceptación a su petición, Carla se relajó, tomando su mano para enlazarla con la suya—. Lo que tu padre hizo y dijo esa noche, no estuvo para nada bien, y él lo sabe.

—Seguro —soltó Eren con total sarcasmo, ante lo que su madre lo observó muy seria.

—Sí lo sabe, cariño, aunque te cueste creerlo. Tu padre podrá ser terriblemente cabezota, pero no es idiota. Y con esto no estoy intentando disculparlo para que lo perdones; ¡Dios, si ni siquiera yo lo he perdonado del todo aun! Pero no me agrada que pienses que él no te quiere o te desprecia por tus elecciones.

—Lo hace —la contradijo Eren, notando un regusto amargo al recordar todo lo sucedido la otra noche con su progenitor—. Para papá soy una vergüenza en demasiados aspectos. Una completa decepción.

Su madre negó con un débil gesto.

—Creo que más que una decepción o una vergüenza, cariño, eres su mayor dolor, y no porque no seas lo que él desea que seas, sino porque siente que ha fallado en algo respecto a ti —le aseguró—. La vida de tu padre nunca fue fácil, Eren. Perdió a su propia familia siendo demasiado joven y quienes lo criaron no fueron del todo buenos con él. Desde pequeño supo que la única manera de escapar de ello era siendo alguien importante, sintiéndose alguien importante, y trabajó durísimo por ello. Todo lo que ha conseguido hasta ahora, lo ha conseguido a base de mucho esfuerzo; sin embargo, su problema fue pensar que con ese mismo esfuerzo, podría asegurar la felicidad que a él tanto le faltó para ti y tu hermana, pero lamentablemente la vida no funciona así.

Tras oír la explicación de su madre, Eren se sintió emocionalmente confundido. Seguía demasiado molesto con su padre por ser alguien tan cerrado, tan determinado a ver que sus elecciones eran las incorrectas; sin embargo el dolor por saber que lo estaba perdiendo debido a ello, simplemente no se iba, todo lo contrario. Durante años él había intentado hacer todo lo que este deseaba para agradarlo, para que se enorgulleciera y lo amara, y esa necesidad seguía muy arraigada en el fondo de su corazón, aunque la odiara. Levi le había dicho que tuviese paciencia, que esperara y se diera un tiempo para hacer lo que considerase mejor respecto a su padre en el futuro, ya fuera perdonarlo o no; aun así, de momento todo lo negativo que Eren sentía parecía seguir primando dentro suyo.

—Pues, si ese ha sido su objetivo, que sepa que lo ha hecho fatal —soltó finalmente pasados unos minutos, con cierto rencor. Hundiéndose un poco más en las blancas almohadas, miró obstinadamente por el ventanal para no contemplar la decepción que sabía hallaría en los ambarinos ojos de su madre—. No es que sus acciones me hayan hecho precisamente feliz durante los últimos años, ¿sabes?

—Lo sé, cariño. Por supuesto que lo sé. —Posando una mano sobre su barbilla para que volviese el rostro y la mirase nuevamente, esta prosiguió—: Eren, tu padre es simplemente un hombre, y por lo mismo, va a cometer miles de errores, va a fallar innumerables veces. Además, lamentablemente es un hombre terco, igual que tú, por lo que le cuesta mucho, muchísimo reconocer sus fallos; pero que no lo haga, no significa que no los comprenda.

—Y tú lo sabes porque lo conoces —replicó él con cierta sorna velada, ante lo que su madre asintió.

—Exacto, lo sé porque lo conozco. No por nada llevo más de veinte años casada con él —le recordó.

Durante unos instantes ambos guardaron silencio, tan solo mirándose en aquella amplia habitación que de pronto se sentía tan estrecha. Morgana, que había estado muy tranquila mordisqueando su ratilla, lloriqueó un poco para llamar su atención, por lo que Eren le acarició la peluda panza, haciendo que la cachorra suspirase feliz. Aguzando un poco más el oído, pudo oír como Levi seguía enfrascado en la cocina del piso inferior preparando las cosas que serviría; pero, conociéndolo tan bien como lo hacía, supo que este tardaría por lo menos un rato más en volver a subir, de seguro decidido a no interrumpir para que él pudiese hablar con su madre de todo lo sucedido como era debido.

Demonios, a veces odiaba que este fuera tan considerado. ¿Por qué simplemente no podía interrumpir y cortar todo aquel horrible momento con té, pudin y tarta de manzana?

—¿Qué te contó realmente papá de lo que ocurrió la otra noche entre nosotros? —le preguntó Eren al fin a su progenitora, bajando su verde mirada para contemplar a Morgana que ahora intentaba mordisquearle los dedos.

—Mmm… digamos que tu padre me contó su versión de lo que pasó entre ustedes.

—¿Y por eso has venido hoy? ¿Para saber la mía?

—No, te conozco lo suficientemente bien para saber cuál será tu verdad, Eren; aunque no me la cuentes —le dijo esta con una delicada sonrisa formándose en sus labios—. Solo he venido a verte y comprobar con mis propios ojos que te encontrabas bien, cariño. Y también para decirte que, pase lo que pase entre tu padre y tú, elijas lo que elijas hacer, yo siembre voy a apoyarte. Nunca lo dudes.

La mirada que su madre le dedicó, fue de aquel regaño suave que para él desde pequeño había significado el ir un poquito demasiado lejos, pero no lo suficiente para sacarla de sus casillas. Cuando era más joven, a Eren muchas veces le costaba calmar aquellos impulsos de autodestrucción y se lanzaba de cabeza a discutir con Carla para validar sus puntos, a pesar de saber con certeza de que perdería estrepitosamente. Ahora, ya un poco mayor, creyendo ser al menos un poco más maduro y sensato, se pensaba mejor las cosas antes de actuar. Tal vez porque estaba cansado de pelear con todo el mundo; quizá, simplemente, porque sentía que su madre no merecía más problemas de los que tanto él como su padre y hermana le habían hecho pasar.

—Lo lamento, mamá. En verdad lo lamento mucho, por todo. —Sintiéndose algo débil, probablemente debido a la enfermedad y la tensión vivida, Eren acabó dejando caer la cabeza sobre el pecho de su madre, quien lo abrazó y besó su cabello con ternura.

—Yo también siento mucho que tengas que pasar por todo esto, cariño, ¿pero qué se puede hacer? Tu padre es muy tonto a veces; demasiadas en realidad —le dijo con un resignado suspiro, haciendo que él riera—. ¿Sabes, Eren? Ser padres no es fácil, sobre todo cuando los hijos crecen y te lo cuestionan todo, por lo que tú mismo terminas haciéndolo también. ¿Qué has hecho bien? ¿El amor que les tienes y les has brindado bastará? ¿Por qué no comprenden que las cosas que haces o dices son solo porque deseas cuidarlos y protegerlos de todo mal? Incluso, a pesar de que ahora mismo te estoy diciendo todo esto, probablemente no puedas entenderlo por completo hasta que tú mismo tengas a alguien a quien amar y proteger de ese modo.

Eren bufó al oírla, pero no se apartó de su abrazo; después de todo, el confort que su madre siempre le ofrecía, no podía encontrarlo en ninguna otra parte.

—Si esa es tu manera de decirme que quieres nietos, te advierto que no está funcionando, mamá —le advirtió, divertido—. Mejor ve a pedírselos a Mikasa.

—Ya he hablado con ella, y dice que tendré que esperarme sentada a que al menos cumpla treinta años, ¡treinta años! ¿Puedes creértelo?

Él rio ante su evidente indignación.

—Creo que me gusta mucho el punto de mi hermana. Me adheriré a lo mismo.

—Ni lo pienses. En su caso puedo comprenderlo, ya que Jean es igual de joven, pero Levi ya no tanto. Si te esperas a los treinta, entonces él sería padre a los, ¿cuarentaicinco? —preguntó, ante lo que Eren asintió—. ¿No te entusiasma la idea de tener un niño, cariño?

—Te recuerdo que todo el tiempo tú misma me recalcas hasta el cansancio que yo aún soy uno, así que mejor dejémoslo pasar de momento, ¿está bien? —Levantando el rostro, Eren besó la mejilla de su madre, quien lo observaba con el moreno ceño fruncido—. ¿No te entusiasma a ti la idea de darme un hermanito, mamá? Aun eres joven, y así yo podría comenzar a practicar.

—No intentes pasarte de listo conmigo, Eren Jaeger. Tus trucos no funcionarán —le regañó esta, tirando suavemente de una de sus orejas—. Pero lo dejaremos pasar de momento. Por ahora tienes otras muchas cosas más importantes en las que enfocarte. Solo bromeaba contigo.

Al pensar en ello, él tuvo que reconocer que una vez más su madre tenía razón. Solo desde hacía muy poco tiempo que su vida había comenzado a avanzar nuevamente, a fijarse objetivos a futuro. La fotografía ya no solo era su refugio, su pasión y su sueño, sino que era a lo que dedicaría su vida, y había tantas cosas que deseaba hacer, tantas cosas que por demasiado tiempo se había negado y las cuales ahora deseaba intentar, que por una vez sentía que el futuro se le hacía pequeño. Cosas que solo tras conocer a Levi tuvo la fortaleza para intentar, porque desde un comienzo este insistió en que creía en Eren consiguiendo todo lo que se propusiese, y realmente había sido tan fácil como eso; saber que aquel hombre estaría allí para tomar su mano y acompañarlo si el camino era agradable o si, por el contrario, se volvía demasiado duro. Que estaría allí siempre que necesitara, simplemente porque había decidido que él valía lo suficiente para querer quedarse.

—Mamá, ¿por qué elegiste a papá?

La sorpresa de su progenitora ante su pregunta fue evidente, ya que sus claros ojos dorados se abrieron al oírlo y sus oscuras cejas formaron un arco lleno de desconcierto; aun así, una ligera sonrisa se formó en sus labios pintados de suave rosa, apoyando una mano sobre su mejilla para acunarla en una caricia.

—Porque a pesar de todo los errores que ha cometido en su vida, de lo muy tonto que a veces es, tú padre es un buen hombre, Eren —admitió con sincero cariño—. Lo bueno que yo veo en él, no tiene por qué verlo de igual forma el resto del mundo; mientras a mí me baste, estará bien. ¿Acaso tú no has hecho lo mismo con Levi? Lo has elegido por sobre todos los demás, por sobre todo lo que el resto pueda opinar al respecto, y eso es lo correcto, hijo. Lo que tú veas en él, aunque los demás no podamos, no está mal ni es un error. Mientras lo bueno compense a lo malo, jamás será un error.

—¿Y es eso lo que tú sientes con papá?

Su madre asintió.

—La mayor parte del tiempo, al menos. Cuando no hace alguna tontería como la que hizo la otra noche contigo, logrando que desee asesinarlo —admitió dejando escapar una suave risa—. Además, te tengo a ti y a Mikasa. Eso siempre compensa cualquier cosa.

Tal vez debido a lo muy débil que se encontraba todavía, Eren notó como sus ojos se llenaban de lágrimas tras oírla. Quería decirle a su madre que con la cantidad de problemas que su hermana y él le causaban todo el tiempo, no le parecía un pago demasiado justo; pero, tal como ella le había dicho antes, Eren no sabía lo que era ser padre ni criar un hijo, por lo que quizá su visión de esa parte de la vida era aún demasiado limitada. Seguía creyendo que su padre estaba equivocado en muchas cosas y había demasiado dolor entre ambos como para que pudiese perdonarle de la noche a la mañana, pero tal vez algún día ya no se sintiera así respecto a este, y respirar en su presencia le resultaría más fácil.

—Levi lo compensa, mamá —dijo finalmente, cuando las lágrimas apenas contenidas ya no fueron una amenaza, a pesar de aun poder sentirlas colándose traicioneramente en sus palabras—. Todo lo malo, todo lo negativo que el resto pueda pensar de mí, de nosotros, él lo compensa.

—Entonces, eso es muy bueno, cariño —respondió su madre inclinándose un poco para poder besar su frente—. Querer a alguien y luchar por ese alguien, a pesar de lo que los demás puedan opinar, requiere más que un poco de valor; es por completo una decisión de corazón. Y solo me basta con ver el cómo Levi te ve, para saber que elegirte ha sido la suya.

Y aquella certeza —vista desde los ojos de la persona que más le quería en el mundo—, fue la única confirmación que Eren necesitó para saber que en aquella oportunidad, al menos, había elegido bien.

 

——o——

 

Ya eran cerca de las nueve de la noche cuando Levi finalmente sintió que su paz mental regresaba. Las visitas de aquel día habían sido tan largas que se hallaba física y mentalmente agotado, aunque también era probable que su preocupación por la salud Eren siguiera teniendo una buena cuota de responsabilidad en ello.

La visita de Carla no había resultado ni de lejos tan invasiva y avasalladora como la de Hange, por supuesto, quien tras la noticia de su embarazo prácticamente había insistido en despertar a Eren para también poder contárselo, hablando sin parar de ello; no obstante, la madre del mocoso se empeñó —sin darle oportunidad a negarse— para ayudarle a preparar la cena y atender al malcriado de su hijo, el que a pesar de sus efusivas protestas ante sus cuidados excesivos, se notaba secretamente satisfecho.

Y solo fue por eso que Levi había soportado tanto, se recordó. Demasiada gente en su casa siempre lo ponía de los nervios ya que no lograba controlar por completo su entorno, pero si Eren estaba feliz con aquello, valía la pena. Solo rogaba porque a ningún otro descerebrado se le ocurriese aparecer allí a esas horas, porque si no, de seguro lo asesinaría.

Tras terminar de acomodar algunas cosas en la primera planta y extinguir el fuego de la chimenea, subió hasta el cuarto, encontrándose con Eren tumbado de cualquier forma sobre la cama, intentando fotografiar a Morgana con el móvil. El chico insistía con palabras dulces a la cachorra para que esta posara en diferentes ángulos —cosa que por supuesto la pequeña bestia no hacía—, regañándola muy serio cada vez que cerraba los ojos o fingía querer morderlo, a pesar de que era evidente lo muy divertidos que se hallaban ambos con toda esa situación.

—Oi, mocoso caótico, ¿qué te he dicho acerca del desorden? —fue su tajante sentencia, ante la que Eren alzó el rostro, sonriéndole juguetonamente antes de dejar en paz a la perrilla y volver a recostarse correctamente bajo las mantas.

Tras bajar la intensidad de la luz de la lamparilla y depositar una taza de té con limón, miel y jengibre para este sobre la mesilla de noche, Levi besó su cabeza antes de comenzar a reordenar un poco el cuarto, tragándose un suspiro de resignación. Cuando estaba solo en casa, nada en aquel lugar parecía salirse jamás de su lugar; incluso Morgana, con lo inquieta que era, se las arreglaba para no desordenar más de lo necesario; sin embargo, cuando era Eren quien estaba en la casa, parecía como si a su paso reinase el desastre. Aun así, Levi sabía bien que por consideración a él, el mocoso siempre intentaba ser especialmente cuidadoso respecto a su entorno, y por eso mismo, él intentaba mantener su ansiedad bajo control y no desesperar cuando el caos amenazaba con sobrepasarlo.

El timbre de llamada de su móvil, anunciando una avalancha de mensajes, fue seguido por la risa del chico, lo que bastó para saber que este acababa de enviarle todas las fotografías que recientemente había tomado a Morgana. Arqueando una ceja en su dirección, Levi se descalzó con cuidado antes de recostarse a su lado en la cama, quitándole a este su propio móvil de las manos para poder ver el trabajo que había hecho.

Mientras Eren bebía su té, él pasó una a una las imágenes de la cachorra en diferentes poses y ángulos, teniendo que reconocer que este había hecho un excelente trabajo después de todo. Meses atrás, Levi ni siquiera habría imaginado que tendría una mascota en su vida, mucho menos que estaría viendo fotos de dicha mascota como un tonto, pero allí estaba, se dijo, recostado junto a un mocoso que había llenado su casa de gérmenes y virus peligrosos —sin que él desease salir corriendo—, y compartiendo algo tan estúpidamente normal que hasta daba un poco de miedo.

—Son buenas —admitió, contemplando una de las fotografías de la bestezuela que le gustaba especialmente—. Siempre me sorprendes, Jaeger.

—Serían muchísimo mejores si tú fueras el que posase para mí; prometo esforzarme el doble —bromeó este, alzando sugestivamente sus dramáticas cejas—. Apuesto que hasta te encantaría hacerlo.

—Buen intento, Jaeger, pero no. Sigue pensando en mejores excusas para convencerme —lo picó Levi, pellizcando su mejilla izquierda antes de devolverle el móvil.

—Eres injusto —protestó su novio, amurrado.

—Totalmente.

Al contemplar con detenimiento al chico a su lado, se llenó de alivio al ver que este lucía mucho mejor que el día anterior. Eren —con el cabello atado para mantenerlo fuera de su rostro y una desgastada camiseta roja que le aportaba algo de color— todavía estaba algo pálido y ojeroso para su gusto, pero sus ojos ya no eran un verde mar vidrioso a causa de la alta fiebre y se mostraba mucho más animado que la noche anterior, cuando, tras darle algo de medicina, este había caído dormido casi de inmediato en un sueño inquieto que lo mantuvo a él despierto gran parte de la noche.

Realmente las visitas le habían hecho bien.

El ligero peso de la desgreñada cabeza de Eren sobre su hombro derecho lo hizo volverse a verlo, sintiendo como una emoción cálida le arañaba el corazón ante la visión de este a su lado. Levi llevaba demasiado tiempo solo antes de conocer a Eren, tal vez incluso antes de que Farlan falleciera, por lo que tener que reacostumbrar su vida para compartirla con alguien más, no siempre le resultaba fácil; pero cada maldito esfuerzo valía la pena.

Como si desease recordarles que ella también formaba parte de esa relación, Morgana se arrastró felizmente en medio de ambos, echándose allí con su fea ratilla babeada y destrozada, moviendo la cola llena de entusiasta felicidad.

El chico rio a carcajadas al ver como esta intentaba mordisquear sus dedos cuando él luchó por quitarle su asqueroso juguete para dejarlo en el piso, momento que Eren aprovechó para depositar un corto beso sobre sus labios, sorprendiéndolo y dándole así la oportunidad a Morgana para poner a salvo a su ratilla. Si Levi no caía enfermo luego de aquel fin de semana, sería solo debido a un enorme milagro.

—Ven conmigo a la inauguración de la exposición —soltó Eren repentinamente, manteniendo su rostro muy cerca del suyo y observándolo con aquellos intensos ojos verdeazulados, los cuales parecían aún más azules debido a la escasa luz de la lamparilla.

—Tch, ¿no se suponía que ya dábamos por hecho que iba a asistir? —preguntó él, un poco confundido, no estando demasiado seguro de si se había perdido de algo importante en los últimos días.

A pesar de lo oscuro que estaba el cuarto debido a la baja intensidad de la iluminación, todavía así Levi pudo notar como su novio se sonrojaba con violencia, evidentemente incómodo ante su pregunta.

—Bueno, sí, pero quería hacerlo de manera más formal, ya sabes. Pedirte que me acompañaras no como mi invitado, sino como mi pareja. De hecho, deseaba entregarte directamente la invitación, y pensaba hacerlo este fin de semana cuando me quedase aquí, pero…

—Lo has hecho igualmente el fin de semana, aunque la invitación me la debes —acabó él, reacomodándole tras la oreja un mechón de su largo cabello castaño que había escapado del agarre de la coleta—. Sé feliz, Jaeger, ya tienes pareja que te acompañe —le dijo, dejando a su vez un beso de respuesta en sus entreabiertos labios.

Volviendo a acomodar la cabeza sobre su hombro, con el ceño ligeramente fruncido, Eren protestó:

—Insisto en que a veces eres terriblemente injusto. Debería estar enfadado contigo por tomarte algo tan importante a la ligera.

Luego de alizar con el pulgar su entrecejo fruncido, Levi depositó un beso sobre este.

—Me lo tomo enserio, Eren, muchísimo; pero, ¿de qué mierda sirven esas formalidades entre nosotros? Creo que ambos somos mucho más que eso.

Los ojos del chico se alzaron para buscar los suyos al oírle decir aquello, y cuando su morena mano se entrelazó con la suya, él supo que algo importante estaba a punto de ocurrir.

—¿Sabes? Mamá me contó un poco sobre la vida de papá antes de conocerla, y fue extraño, porque él jamás habló de ello con mi hermana o conmigo. Bueno, tampoco es que mi padre hablara mucho conmigo aparte de algunas cosas sobre la escuela y mis objetivos para futuro; aun así, aquello me hizo pensar en Hange, Moblit y su bebé, y en cómo la llegada de este les cambiará la vida. Preguntarme como sería para mí de estar en el lugar de mi padre ahora mismo —confesó su novio, dejando entrever su nervioso malestar por la forma en que sus dedos aprisionaron con fuerza los suyos—. Mamá bromea y habla de nietos, pero en lo único que yo puedo pensar cada vez que la oigo hablar de ello, es que no y no. Si mi ejemplo a seguir ha sido tan malo, ¿entonces qué? ¿Seré igual a mi padre? ¿Cometeré los mismos errores si tengo un hijo? ¿Haré sufrir a alguien más como él me ha hecho sufrir a mí? Comprendo a mamá cuando dice que ser padre no es fácil, que uno puede equivocarse, pero ya me he caído tantas veces en mi vida, Levi, que no sé si pueda condenar a nadie más a eso.

Él guardó silencio por unos instantes, porque aquella confesión no era algo que esperase por parte de Eren; no en ese momento, al menos. No obstante, al notar la abrumadora tensión que invadía a este, comprendió perfectamente su miedo. Aparte de su madre, que lo crio durante sus primeros años, la única figura paternal que él conocido fue Kenny, y siendo sincero, debía reconocer que su tío no era un ejemplo a seguir para nadie.

Durante sus años de relación con Farlan, ellos jamás se plantearon formar una familia ni nada por el estilo, ¡joder, si él ni siquiera había pensado en la posibilidad de casarse! Sin embargo, cada vez que veía a Eren, sabía que para este todo sería distinto. El mocoso siempre había dejado claro que quería un hogar, mascotas y una vida familiar, por lo que Levi inconscientemente había supuesto que tal vez en algún momento querría hijos. Su vida, aunque fuese con el bastardo del doctor como padre, había sido la de una familia bien constituida, por lo que era lógico que aspirase a lo mismo para sí.

Por eso, ver ese miedo irracional en su novio, lo hizo llenarse de más ira hacia todos los que habían acabado por hacerle temer aquello. Eren no estaba dudando sobre si quería o no hijos en su vida, sino que asumía que debido a todo el daño que había sufrido, jamás podría amarlos correctamente.

—Ya sabes que Kenny fue un completo malnacido conmigo casi todo el tiempo que pasamos juntos —le dijo él tras unos minutos, sin soltar todavía su mano—. Maldecía por todo, bebía en exceso, era violento y terriblemente intolerante en algunas cosas. No era por completo un mal bicho, pero sí mucho de lo peor de él me lo acabó traspasando a mí, y sé que no es algo por lo que deba enorgullecerme; aun así, Eren, yo no soy él, por lo que me niego a cometer sus mismos errores. Kenny cuidó de mí, pero también me crio mi madre y vi lo mucho que se esforzó Farlan por proteger a Isabel cuando sus propios padres se convirtieron en un desastre; he sido ayudado y apoyado por personas con las que no me une ni una gota de sangre, y todavía así no dudaría en llamarles mi familia. No somos solo lo que tememos ser, mocoso, creo que al final, simplemente somos lo que decidimos ser con todo lo que hemos aprendido.

Tras asimilar sus palabras un momento, Eren inspiró profundo antes de dejar ir el aire y asentir.

—Mi madre me dijo que para tomar algunas decisiones, como el arriesgarse a amar a alguien, es necesario más que solo valor, porque más que cualquier otra cosa, es una decisión de corazón. ¿Crees que esto pueda aplicarse a lo mismo?

—Puede que sí; quien sabe —admitió con sinceridad—; pero hay tiempo, Eren. Tenemos todo el tiempo que necesites para hacer que esto funcione. Al ritmo que tú decidas.

—Podría ser uno muy lento, ¿sabes? —replicó el chico; su verdeazulada mirada cargada de velados temores y dudas.

—Entonces, que así sea, joder. Disfrutaremos del viaje, encontremos lo que encontremos en él.

Para su sorpresa, este le echó los brazos al cuello y lo besó, sonriendo contra su boca cuando él frunció el ceño y gimió al sentir el ligero golpe que acababa de darse contra la cabecera de la cama.

—Por favor, repite lo que acabas de decir y permíteme grabarlo para que pueda mostrárselo a mamá cada vez que hable de nuestro futuro en familia. Hoy acaba de recordarme que si no me doy prisa, tú te pondrás bastante viejo.

Levi gruñó ante aquel comentario, pero al oír la ligera jocosidad que teñía la voz de Eren, se sintió infinitamente más aliviado y tranquilo. Habían capeado la tormenta.

—Apuesto a que Carla ha sido mucho más sutil que tú al decir aquello, mocoso descarado.

—Por supuesto, mamá es una dama después de todo. Pero te aseguro que el sentimiento era el mismo.

Sin poder evitarlo, él también rio a su vez, apretando la mejilla del chico hasta hacerlo soltar un gritito, pidiéndole perdón. Morgana, entusiasmada, comenzó a ladrar como loca, tironeando de las mantas y saltando sobre uno y otro, llena de felicidad; de seguro esperanzada de que aquella fuese la hora de juegos que siempre esperaba con tantas ganas.

Y Levi, envuelto en todo aquel caos, pensó que tal vez la madre de Eren tuviese razón, porque dar el primer paso para aceptar que quería a este en su vida con todo lo que ello conllevaba, fue muy difícil.

Fue tragarse sus miedos, aprender a perdonarse y a creer que merecía una segunda oportunidad a pesar de todos sus errores. Fue mucho más complicado que enfrentar el horror constante de su trabajo o de tener que vivir una vida sin Farlan debido a sus equivocaciones. Fue un salto de fe al vacío, que requirió mucho más que valentía, porque fue solo confianza ciega en que esa vez podría hacer finalmente las cosas bien. Pero estando ahora allí con Eren, con Morgana y la nueva vida que se abría ante ellos, frente a su futuro, supo con total convicción que había valido por completo la pena el ser tan valiente.

Notas finales:

Lo primero, como siempre, es agradecer a todos quienes hayan llegado hasta aquí. Espero de corazón que el capítulo de hoy fuese de su agrado y valiera la pena el tiempo invertido en él.

Por lo demás, quiero disculparme enormemente por este retraso tan largo que ha tenido la historia, pero lamentablemente a comienzos de septiembre contaje covid y eso me dejó un mes sin poder hacer absolutamente nada, y como en octubre ya tenía planeado desde antes el participar en el Ererictober de este año, fue otro mes de vida absorbida al 100%. Aun así, ya voy retomando con normalidad el resto de mis historias, por lo que en dos semanas más debería estar actualizándose el capítulo 39 de In Focus.

Otra cosa por la que me voy a disculpar, es porque sé que muchos esperan la conversación de Eren y Jean. Lo cierto era que originalmente mi idea era que al menos una parte de ese encuentro saliese en este capítulo, pero ya era tan largo con las tres escenas que tenía escritas, que fue imposible incluirlo, por lo que me vi obligada a dejarlo para el siguiente. Lamento mucho esto, porque sé que a casi nadie le complican los capítulos extremadamente largos, pero mi beta está corrigiéndome dos historias a la semana, por lo que hemos tenido que poner un límite de palabras por capítulo para que eso le resulte posible y ambas podamos seguir teniendo vida fuera de los fanfiction, jaja.

Ya por lo demás, solo espero que la actualización les resultase bonita, ya que ha sido un capítulo muy lleno de amor, en diferentes formas. Este sigue siendo un capítulo bastante fluff, intentando asentar emociones antes de que las cosas vuelvan a complicarse un poquito para estos muchachos, creo. Espero que no, jaja.

Para quienes leen el resto de mis historias, aviso que las siguientes actualizaciones son para Tú + Yo = Allegro, que saldrá este siguiente domingo, y luego de eso entre lunes o martes el nuevo capítulo de Anonymous. Ya tras eso, regresamos a In Focus una vez más. Todo para el fandom de SnK.

Nuevamente muchas gracias a todos quienes leen, comentan, envían mp´s, votan y añaden a sus listas, favoritos, marcadores y alertas, siempre son la llamita que mantiene encendida la hoguera.

Un abrazo a la distancia y mis mejores deseos para ustedes en estos tiempos complicados.

 

Tessa.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).