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Singularidades por Dtzo

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El día del festival Yugi apenas trabajó, había pasado una noche más, llena de insomnio e incomodidad en su propio colchón sin mencionar que ya ni trasladarse al sofá ayudaba o la vieja confiable, leche tibia. Sí, había pasado un sin número de noches en vela, pero exclusivamente aquella resultaba poco más agotadora, menos agradable y un tanto aterradora. No sabía si atribuirlo a la emoción de poder finalmente usar el telescopio o a esos presentimientos que picaban en el fondo de su psique causando ligeros temblores en su cuerpo, aún a mediados de un caluroso y húmedo verano.

Todavía con más que suficiente tiempo de sobra para su rutina diurna por primera vez en meses se tomaba la molestia de admirarse frente a su espejo, no por ego u orgullo, la última vez que estuvo frente a un reflejo tan nítido quiso quebrar su propia imagen a base de un certero puño. La apreciación de sus círculos oscuros bajo los ojos, el cabello desalineado, una mirada perdida en el cristal aunado a una postura de gárgola no era algo bonito de admirar. Ahora era sólo él, un chico de complexión escuálida sin nada en especial más que aquel pequeño tatuaje en el hombro izquierdo; con un poco de nostalgia pasó sus dedos rozando la marca en su piel, tan ajena y propia que parecía mentira que un “chico como él” tuviera una marca permanente, tan prejuiciosa en su mundo. Con mano en cintura podría decir que, sin importar el costo, era de las pocas cosas que había hecho en su vida de las cuales no sentía una pizca de arrepentimiento.

-¿Qué rayos crees que hiciste?

Pegó un pequeño salto al escuchar la firmeza de aquella voz tan conocida.

-¿Quién te dio permiso de entrar a mi cuarto, Atemu? – No tenía caso ocultar la marca, la había visto y conocía perfectamente que era algo no aprobado por su “mentor” o que sea que fueran a esas alturas del partido.

-No creo que deba pedir permiso si la puerta está abierta. 

Tenía un punto por eso. Y aunque la curiosidad burbujeaba en sus ojos por saber la historia detrás de dichas líneas permanentes, su objetivo era otro.

-Necesitamos hablar.

Queriendo cambiar el tema y omitir la supuesta charla, Yugi tomó rápidamente su playera vistiéndose.

-Hablaremos luego tengo que…

Una mano se interpuso en su camino hacia la puerta bloqueando el paso abruptamente.

-Ahora. Yugi.

Detenido frente a su contrario lo pensó antes de levantar la mirada y confrontarlo ¿tenía que ser tan intimidante de vez en cuando? Recordaba la primera impresión, más narcisista y encantadora que imponente ¿qué demonios sucedía?

-Después, Yami.

- ¿Ya dejaste tu juego de niño bueno entonces, ¿eh? Esto no va a ser así de nuevo, Yugi. Si quieres pasar vas a tener que someterme, no tienes otra salida esta vez.

¿Someterlo? Era eso o zanjar de una vez por todas aquello de lo que insistía fervientemente en huir, tenía dos opciones y tal vez una tercera; uno, lanzarse por la ventana aún si terminaba con un par de huesos rotos, sí, muy suicida y descabellada; dos, hacer uso de todos sus aprendizajes en videos sobre artes marciales, aunque no supiera un carajo como ejecutarlo en un combate real; o tres, y la menos grata, hacer frente al problema… No, no, no y mil veces no.

-¿Qué esperas? Aquí puedo quedarme todo el día, pero por lo que recuerdo y veo, tu no.

Una sonrisa triunfante asomó a sus labios. Sí, Yami no perdía detalle de la agenda de Yugi, sabía que era una de las cosas a las que en verdad no renunciaría aquel día y precisamente por ello lo escogió para acorralarlo. Las sutilezas ya no estaban a discusión.

Por parte de Yugi el no hacer nada parecía una buena opción, no pensaría en verdad quedarse todo el día frente a la puerta ¿o sí?

-Sí, si lo estoy pensando. Y puedo, no me retes.

A veces olvidaba o quería olvidar que Yami podía hacer aquello de leerle un poco los pensamientos. Así que en su lapsus de encaprichamiento optó por callar y bajar la mirada buscando soluciones que no implicaran hacer lo que Yami buscaba.

-Oh no, no lo harás.

Yami se acercó tomando su mentón acorralando su cuerpo esta vez contra la pared más cercana; sus labios quedaron a centímetros del canal auditivo contrario.

-Esa actitud, esa faceta tuya, me molesta. Sabes.

-Y ¿por qué te importa tanto? N-no tiene que ver contigo…

Apenas audible su trémula voz emergió en un intento de defenderse en la tangente que la conversación estaba tomando.

-Tan molesto… ¿Por qué no tomas la responsabilidad de ti mismo? Sería un buen inicio. Siempre pretendiendo ocultarte tras una ilusión falsa de lo que eres en realidad; o me dirás que es mentira, cualquier idiota podría notarlo… - Sus provocaciones parecían pasar como si nada, resbalando por los costados hasta terminar pisoteadas indirectamente, no quería, pero debía llegar a Yugi sí o sí, era momento de usar su as – oh, ¿acaso no sabías que por eso Seto Kaiba jamás volteó a verte?

Yugi no se consideraba una persona sensible a la ira, pero con aquel comentario acababa de detonar una parte curiosa hasta para sí mismo. Su boca se llenó de bilis, de un lenguaje florido, que sólo escuchaba en películas de acción americanas, de fuego y de una hilera de dientes imaginarios similares al hocico de un animal furioso.

-Tú, maldito hijo de…

-¡Hey, Yugi! Trajimos algo de soba para desayu…nar.

Las palabras quedaron suspendidas en el aire ante la intromisión de Malik que no pudo leer tan bien el ambiente como su querido Ryou lo hubiera hecho.

-¿Interrumpo?

Una gran “facepalm” mental le reprochaba el poco tacto y discreción, aunque para Yugi fue el momento perfecto para zafarse de su captor e ir a extinguir su humor de mil diablos antes de recurrir a lo filoso de su lengua y el peso de una posible pelea cuerpo a cuerpo que iba a dejar más de una marca.

Sin perder tiempo ante la oportuna intervención de su amigo salió del encierro inerte que mantenía Yami.

-¡Claro que no, Malik! Bajemos, hoy hay mucho que hacer. Vamos

-D-e acuerdo, por cierto, hay una niña linda buscándote…

El volumen de la conversación disminuía a medida que bajaban al comedor y un silencio molesto llevaba al arrepentimiento de olvidar el factor externo, los amigos de Yugi estaban demasiado inmersos en su espacio. Había planeado todo tan bien que olvidó a uno; ¡ya lo tenía donde quería! Y así de fácil todo se fue al garete una vez más. Aún tenía una oportunidad antes de que Yugi lo odiara de por vida por echarle en cara uno de sus más grandes secretos. Tendría que esperar al anochecer para nuevamente tomarlo con la guardia baja y finalmente en la bendita paz de no tener nadie potencialmente molesto que los interrumpiera.

Conocía aquellos lugares secretos a dónde corría a ocultarse del mundo y pensar o sólo pasar el rato, la mayoría de ellos el mismo Yami se había encargado de mostrarle y a modo de corroborar sus sospechas visitó cada uno en señal de que eran frecuentados, evidentemente un par de mantas, cambios de ropa, libretas (las cuales no tuvo la suficiente curiosidad para hojear), un par de bolígrafos, termos y vasos.

En alguno de aquellos puntos pasaría la noche, debía ser un lugar alto para tener mejor rango de apreciación, y parecía que tuvo un lugar extra en mente.

Notas finales:

Chicos feliz año nuevo, no ha sido fácil llegar a este punto pero estoy segura que han estado luchando con todas sus fuerzas, les envio mis mejores deseos y vibras para este año. La situación de la pandemía aún tiene un buen tramo, pronto esperemos se pueda volver a la "normalidad", por mientras cuidense mucho. Y gracias por seguir con esta historia medio mafofa <3 

xoxo


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