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Lo que amamos de ti por xMaiia

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Notas del capitulo:

Wattpad.

¡Lean las notas finales, por favor!

Yuri lloraba casi a gritos, removiéndose incómodo del pecho de su madre. Desde que había despertado había estado inquieto y llorando mucho, nada lograba calmarlo.

A Víctor le recordaba como cuando su bebé había enfermado y estaba necio por eso, pero por más que lo revisaba, no encontraba nada. No tenía temperatura, no tenía mocos, no tenía tos, su cicatriz estaba bien.

- ¿Qué pasa cariño? -Preguntó un poco desesperado, meciéndolo de un lado a otro, besando su mejilla e intentando hacerle cosquillitas en la pancita. Pero nada servía.

Se sentó en el sillón, sentando a su hijo en sus piernas, haciendo que el llanto comenzara a disminuir. Un poco aliviado, encendió la televisión en un programa infantil. Yuri siempre se quedaba viendo los brillantes colores de los dibujos animados, por lo que esperaba que funcionara esta vez.

- Papá… -Murmuró el bebé, apretando sus deditos alrededor de la mano que le sostenía de su pancita.

- Papá salió, cariño. Regresa en un par de horas. -Le dijo, como si el pequeño pudiera entender lo que decía.

- Papá… papá… -Hizo pucheros, comenzando a llorar de nuevo.

Maldecía mil veces a Yuuri, pues cuando había salido hizo tanto ruido que terminó despertando a Yuri.

Comenzó a cantar una canción de cuna, moviendo sus piernas para intentar calmar al niño. No se sentía bien, tenía náuseas, pero no podía dejar a su hijo solo.

La cirugía había sido hacía un poco menos del mes, Yuri estaba a punto de cumplir su primer añito y estaban preparando todo para que el día especial fuera completamente excepcional, era un motivo muy importante. Pero el problema era que Victor continuaba sintiéndose mal, a pesar de los medicamentos suministrados, los cuales tomaba completamente puntual.

Con el paso de los minutos el pequeño continuaba llorando como si algo le sucediese, por lo que Victor, completamente desesperado, comenzó a refregarse los ojos y el puente de su nariz, maldiciendo más y más a Yuuri, quien, como si fuese un acto de magia, iba llegando.

El pequeño rubio automáticamente giró la cabeza, estirando sus cortos brazos hacia el nipón, quien se acercó hacia ellos con muchas bolsas de compras, mirando a Victor, quien a su vez le miraba completamente molesto.

- Papá…

- Te voy a matar Yuuri Katsuki.

//

Los días pasaron rápido y el cumpleaños de Yuri por fin era el siguiente día. Primeramente habían planeado hacer una fiesta en grande, en un salón de fiestas infantiles, pero por la condición en la que se encontraba el omega decidieron cambiar la fiesta en la comodidad de su casa, con las personas más importantes en su vida.

Desafortunadamente los padres del alfa no podrían ir, pues el viaje era muy costoso, pero habían quedado en hacer una videollamada para ver a su nieto. Desde hacía un tiempo habían avisado que los regalos para el pequeño los mandarían por paquetería y en ese mismo instante estaban llegando a su destino, según la guía de rastreo que la familia del japonés les enviaron. No podían imaginar que cosas les habían mandado para su pequeño, pero estaban seguros que sería una enorme caja, si no es que fuesen varias.

Los abuelos paternos tenían tan consentido al pequeño que Victor agradecía que vivieran lejos, no por ser malas personas, al contrario, estaba completamente agradecido por el amor que les daban e incluso se los demostraban, pero sabía que si Yuri conviviera con ellos todos los días podría llegar a ser un niño malcriado.

- Victoru, ¿qué falta para la fiesta de Yuri? –Preguntó el nipón en medio de algunos jadeos. Se encontraba inflando los globos pero siendo tan inteligente había olvidado comprar la bomba para inflarlos y Victor, como castigo por haber despertado a Yuri, le obligó a inflarlos manualmente uno a uno. ¡Ya sólo faltaban 20 más! Se animaba internamente el chico.

- Todo está completamente listo. Tan sólo termines de inflar esos globos. Los guardaremos en unas bolsas para mañana simplemente acomodarlos, no podemos dejarlos libres, Yuri se volvería completamente loco y tendríamos pérdidas.

- Estoy cansado, no quiero continuar inflando globos, mis pulmones van a colapsar de tanto esfuerzo… -Gimió, tirándose de lado en el sofá. Yuri estaba arriba, tomando su siesta en medio de la cama de la pareja. Yuuri aprovechó en recargar su cabeza en los muslos de Victor, quien en automático llevó sus manos a sus cabellos azabaches para acariciarlos de forma suave.

Lo observó en silencio. El peliplateado se encontraba con unos pequeños lentes de lectura, mirando su celular de forma fija, concentrado, sosteniéndolo con su otra mano y con el pulgar arrastraba la pantalla. Estaba completamente perfecto, su tersa piel, sus ojos brillantes, sus labios sonrosados. Sabía que Victor estaba preocupado por varias cosas, unas importantes y dolorosas como la idea de no poder agrandar a su familia y otras meramente de belleza, como cuando mencionaba que se convertía en viejo y perdía su encanto.

- Estás cansado porque te lo mereces, es tu castigo y debes soportarlo, Yuuuuuuri. –Alargó el nombre de su esposo por unos momentos, bajando un poco el rostro con la intención de observarle por encima de sus lentes.- Todo sea por nuestro pequeño cachorro.

- Lo sé…

- ¡No te hagas el loco y continúa inflando lo que falta! –Le regañó, aunque tampoco hizo el esfuerzo por levantarlo de la posición en la que se encontraba.

//

1 de marzo.

El matrimonio escuchó la alarma del despertador sonando e incluso el llanto de su hijo a lo lejos. Estaban algo desorientados, se habían desvelado con los detalles finales de la fiesta y por una pequeña fiesta que armaron dentro de la ducha aunque no terminó como tal en un acto sexual, pues al japonés le preocupaba la salud del ruso.

Yuuri abrió los ojos, encontrando a su Vitya completamente renuente a despertar, lo que le hizo reír de forma baja mientras se disponía a levantarse para comenzar con el día tan atareado que se les venía encima, ¡pero antes debía ir a ver al pequeño que gritaba como si alguien le estuviese haciendo algo!

Con mucha pereza se levantó de las suaves cobijas y cama, despidiéndose de ellas mentalmente. Tenía frío, pero repetía que el frío era mental para así intentar despertar con más rapidez. El frío era un invento del gobierno, se decía mientras entraba a la habitación de su hijo.

Yuri estaba en la cuna, sentadito, llorando a todo pulmón.

- ¡Quién te viera llorando de esta forma! ¡Nadie creería que tuviste problemas en los pulmoncitos, cariño! Estoy seguro que todos los vecinos te escucharon y ya los despertaste también… -Murmuró el azabache, acercándose para tomarlo en sus brazos y así permitirse besar sus mejillas sonrojaditas, percatándose después de los despeinados cabellos rubios del pequeño.- Nos despertamos agresivos, eh. Buenos días, pequeño campeón. ¡Hoy es tu cumpleaños! Debemos ponerte más guapo de lo que estás para poder celebrar, cariño. ¡Vamos a despertar a mamá!

El nipón le hablaba al pequeño como si éste le entendiera y cómo no hacerlo si Yuri le observaba de manera fija antes de sonreír, mostrando así sus dos dientitos inferiores. Regresó a la habitación que compartía con su esposo, dejando a Yuri sobre la cama para que se acercara a él, mirando con ternura como lo abrazaba por el cuello, recargando su cabecita en su pecho.

Victor, por su parte, abrió los ojos asustado al sentir un peso sobre su cuerpo, aunque rápidamente se tranquilizó al ver la mata de cabellos rubios.

- ¡Feliz cumpleaños mi bebé! ¡Hace un año que llegaste para complementar la vida de papi y la mía! –Murmuró el peliplateado mientras se sentaba con cuidado en la cama, abrazando a su hijo contra su pecho mientras llenaba de besos todo su rostro.

El día apenas comenzaba y para media tarde ya todo estaba listo para recibir a los invitados, los cuales no tardaron en llegar. Christophe, cargando una enorme caja de regalo fue el primero, detrás de él iba Emil con Guang, el pequeño ahora de un año y cuatro meses era una dulzura, muy atento, siempre feliz y riendo, pocas veces le habían visto enojado o llorando. El suizo cargó a Yuri en sus brazos. Por una extraña razón Yuri lo adoraba, tal vez porque sentía el amor que Chris le daba o tal vez era la conveniencia de todos los regalos que le daba.

Minutos más tarde llegaron Phichit y Seung, con el pequeño Minami de tres años y YoungMi, la pequeña bebé de siete meses de nacida.

- ¡Llegamos a tiempo! Minami nos hizo un pequeño berrinche que nos atrasó un poco. –Informó el tailandés, meciendo a la bebé en sus brazos.

- Lo sentimos mucho. –Ahora habló Seung, sosteniendo la manita de Minami con una de sus manos mientras que en la otra llevaba una caja de regalo. El pequeño levantó la mirada y sonrió en automático al ver a Victor, estirando su bracito para saludarlo.

- No tienen nada que disculparse chicos, pasen, pasen. ¡Hola Minami! ¡Ya eres un niño muy grande! –El ruso, con sumo cuidado, se agachó un poco para darle un pequeño beso en la mejilla al niño, alborotando sus cabellos antes de darles el paso.

La gente fue llegando hasta cubrir la lista que Yuuri y Victor habían armado. Todos platicaban animadamente, Leo y Minami jugaban juntos mientras que los más pequeños estaban en sus sillitas especiales, aunque Yuri estaba de brazos en brazos de los invitados que lo querían felicitar y saludar.

Pasado un rato, Yuri se comenzó a desesperar en brazos de la gente y un claro llanto, donde clamaba por sus padres en medio del mismo, hizo que Yuuri decidiera que era momento de parar las felicitaciones por un momento mientras lo consolaba.

Todos decidieron sentarse a comer, escuchaban las anécdotas de unos, escuchaban las pláticas de otros y bromeaban entre todos.

Llegó el momento del pastel, por lo que al inicio de la mesa colocaron un pastel con decoración sencilla, pues sólo tenía un número uno y decía “Yuri” en letras coloridas antes de proceder a cantarle al pequeño mientras sus padres lo sostenían en sus brazos. Aplaudieron de forma feliz, celebraron por la vida del pequeño, deseándole mucha salud y más deseos buenos para después proceder a comer un trozo del pastel.

Cada uno de los invitados comenzaron a marcharse poco tiempo después, no sin antes darle un último beso de celebración al pequeño Yuri, quien estaba claramente cansado del agotador día.

Una vez que se quedaron solos, Victor comenzó a recoger lo que había quedado de basura, a lo que Yuuri se negó, diciéndole que limpiarían después.

- Mejor abramos los regalos de Yuri, Vitya. Antes que nuestro cachorro caiga rendido del cansancio. –Victor lo pensó por unos momentos para después asentir. Los regalos eran juguetes y ropita, pero lo que más le llamó la atención a Yuri fue un peluche en forma de tigre, muy bonito a vista de cualquiera. El material era suave al tacto y esa era una razón por la cual desde que Yuri lo tomó en sus brazos no lo soltó nunca, incluso cuando se quedó dormido.

Fueron a recostarlo a su cuna un poco más entrada la noche, notando como Yuri estaba completamente aferrado al peluche. Victor abrazó a su esposo, observando a su hijo dormir de una forma tan tranquila.

- Me siento completamente afortunado de tener a nuestro cachorro con nosotros. Llegó en el momento perfecto, nos alegra la vida, nos hace completamente felices. Sin duda siempre tendremos motivos para celebrar la vida de nuestro hijo.

Notas finales:

¡Hola, hola!


Ya sé, que vergüenza que aparezco por aquí después de meses de inactividad y no tengo una excusa para dar, lo mismo de siempre, ocupaciones universitarias y me quedé sin celular a finales del año pasado.


Espero que todos estén teniendo buenos tiempos en sus vidas, que este año que comenzó sea un nuevo comienzo para todo lo que se propusieron, que estén llenos de salud y que se sigan cuidando ante esta pandemia que vivimos mundialmente.


Por favor, en sus comentarios digan qué otras cosas esperan que el YuuVic ame de su pequeño Yuri, conforme vaya creciendo.


Muchas gracias a todos por su paciencia, por el amor que le dan al fic y por sus hermosos comentarios siempre. ¡Les mando un enorme abrazo! 


Cuídense, ¡besos!


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