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Zodiaco (Riren/Ereri) por Tesschan

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Notas del capitulo:

Descargo: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

CAPÍTULO 12:

(ACUARIO)

AZUL PROFUNDO

 

Ahogarse… en un vaso de agua.

 

 

 

Nada más salir de la tienda, la puta décima tienda que visitaban esa tarde, Levi contempló el cielo oscuramente nuboso que presagiaba tormenta y maldijo para sí y cualquier divinidad que se estuviese riendo de él. Era increíble que alguien pensase que aquel era un buen día para celebrar un cumpleaños. Un buen día su culo.

Aun así, observando al chico que iba cogido de su mano —y el cual parecía a punto de estallar a causa del nerviosismo que lo embargaba—, parte de su malhumor se atemperó como por arte de magia. Era aterrador el poder que Eren parecía tener siempre sobre él, pensó. Ciertamente ese mocoso tonto y problemático era su debilidad y su ruina.

—Solo espero que a tu madre le guste el obsequio —dijo a su novio mientras quitaba los seguros del coche, deseoso por subir a este y guarecerse del frío.

—Ah, sí, yo también lo espero… —respondió Eren lacónicamente; tanto que Levi no pudo evitar sospechar.

—Oi, ¿cómo es eso de que lo esperas? ¿No me dijiste antes de que el condenado collar le gustaría? —Inclinándose hacia el asiento de su novio para poder verlo directamente a los ojos, lo miró ceñudo—. Joder, Jaeger, me has mentido.

—¡Claro que no! Tan solo es que mi seguridad es del setenta por ciento… Cuarenta —admitió Eren con las orejas enrojecidas ante su fría y escrutadora mirada—. Verá… lo que ocurre es que mi madre no suele ocupar muchas joyas, ¡pero eso no significa que no le gusten! Además, usted estaba ilusionado.

—¿Y eso que mierda importa? ¡Si no quiero el jodido collar para mí!

—Ah, quizá tenga algo de razón en eso; pero es que parecía tan infeliz al no hallar nada —le explicó—. Y no puede culparme, todo es cosa del día y su suerte. No quise decirle nada antes para no asustarlo, pero su horóscopo para hoy no es bueno. Acuario es quien rige, y siendo usted Capricornio…

—¿Vuelvo a ser el último? —preguntó Levi con resignación, sin decidirse del todo en creer esas tonterías o no.

—No, no, solo penúltimo —lo tranquilizó Eren con una sonrisa, como si aquello mejorara el asunto—. Y no se preocupe, por favor. Lo que mamá más desea es conocerlo, así que tenerlo en su fiesta será más que suficiente para ella.

Honestamente, Levi dudaba mucho que conocerlo a él fuese el mejor obsequio de cumpleaños para nadie, pero dado que el mocoso había tenido que soportar a su familia —e incluso pasar unas horas detenido en la estación de policía con ellos—, era justo que ahora fuese su turno de conocer a los padres de este. Carla Jaeger estaba de cumpleaños aquel tempestuoso viernes de enero, y que le hubiese pedido encarecidamente a su tonto hijo que lo llevase a la fiesta, era motivo más que suficiente para que Levi hiciese el esfuerzo de acompañarlo, aunque la idea lo aterrase.

—Si a tu madre no le gusta el puto obsequio, será culpa tuya, mocoso. Estás advertido —dijo a este, tirando de un rebelde mechón de castaño cabello que caía por su frente.

—Mamá no reclamará, créame; y si lo hace, prometo compensarlo muy bien después —le aseguró Eren, siendo todo sonrisa coquetamente sugestiva y peligrosos ojos verdeazulados al rodear su cuello con sus brazos, atrayéndolo hacia sí para besarlo.

No obstante, justo cuando Levi estaba comenzando a pensar que besarse en un aparcamiento público no era del todo malo, los dedos del chico tiraron con saña de su cabello y un siseo de dolor fue audible.

—¿Otra vez te ha ocurrido? —preguntó preocupado a su novio, apartándose lo suficiente para poder verlo al rostro.

Eren asintió, sobando el centro de su pecho.

—Pero creo que no fue tan terrible como otras veces.

Él frunció los labios con molestia, sabedor de que este le estaba mintiendo. Llevaban todo un maldito mes con lo mismo; un mes completo rompiéndose la puta cabeza para encontrar respuesta al problema de Eren y sin hallar nada, joder.

—Debería haber sospechado que esta cosa traería problemas al tratarse de un consejo de Hange —protestó Levi, recorriendo con sus dedos la pulsera que había obsequiado al chico por Navidad—. Quizá deberías quitártela, mocoso.

—No —soltó de inmediato Eren, lleno de testarudez—. Usted me la obsequió, así que es mía; no puede quitármela. Además, Hange aseguró que todo se debe a que me estoy purificando.

—¿De tu mala suerte?

—De las suya en realidad. Ella insiste en que todo lo que nos ha pasado es por culpa suya.

Meses atrás —y bajo otras circunstancias—, Levi habría protestado nada más oír semejante ridiculez; sin embargo, luego de todo lo que había vivido junto a Eren, la mala suerte ya casi le parecía una ciencia exacta.

Demonios, ¿cómo era posible que en menos de un año perdiera de un plumazo su tranquila y escéptica vida?, se preguntó desconcertado. Aun así, ahora tenía al chico junto a él, y eso al menos compensaba todo lo demás.

—Pues esperemos que esa cuatro ojos demente tenga razón —dijo a Eren, inclinándose para dejar otro beso sobre sus labios y posar una mano sobre su pecho, intentando aliviar parte de su dolor.

En cuanto sus dedos tocaron la suave y cálida lana del suéter, notando la dureza del colgante y la piel debajo, una sensación extraña recorrió la mano de Levi.

Oyó a Eren inspirar profundo y apretar los labios, pero antes de poder preguntarle si volvía a dolerle, el fuertísimo impacto tras el coche los lanzó de cabeza el uno contra el otro.

Joder con su suerte de mierda.

 

——o——

 

—No quiero entrar. Quizá deberíamos dejar esto para otro día.

Contemplando al asustado mocoso que acababa de bajar del coche, tan aterrado como un hámster tembloroso, Levi tuvo la leve tentación de darle una colleja para meterle algo de valor en el cuerpo, pero se contuvo. El enrojecido bulto en la frente de Eren no era poca cosa, y lo cierto era que él no estaba mucho mejor. Temía que, de seguir golpeándolo, las neuronas funcionales que este poseía acabasen colapsando, ¿y qué sería de ellos entonces? El chico como un ser medianamente pensante era complicado de llevar; idiotizado, no quería ni imaginarlo.

—Es el jodido cumpleaños de tu madre, dudo mucho que se tome a bien que no asistas —soltó, sujetando la bolsa con su obsequio.

Eren gimoteó bajito.

—¿Y si le decimos que tuvimos un accidente? Eso sería verdad, ¿no? Mire como quedó su coche.

Al recordar el incidente que acababan de sufrir una hora atrás, Levi sintió como la tensión volvía a bajársele a cero. No solo habían pasado un susto terrible debido al impacto que produjo el otro coche chocando con el suyo, sino que Eren y él terminaron contusionados, adoloridos y enfadados cuando el maldito culpable se dio a la fuga nada más verlo bajarse. Si volvía a encontrar alguna vez a aquel bastardo, le haría desear no haber nacido jamás, se prometió.

—Pues demasiado tarde, mocoso; ya nos han visto —señaló, indicándole la puerta de la casa donde una mujer morena y de largo cabello negro acababa de hacer acto de aparición, apresurándose a salir para ir a recibirlos con una sonrisa en el rostro que a Levi se le hizo inmensamente familiar.

—Eren, ¿por qué han demorado tanto en…? ¡Oh, por Dios! ¡¿Pero qué te ha pasado?! —preguntó la mujer, Carla seguramente, pasando sus dedos con preocupación por la frente de su hijo; dedos que de repente agarraron con saña la oreja del chico, acompañados de un ceño fruncido—. ¡¿Te has metido en una pelea, Eren?!

—¡Mamá, no! ¡Suelta, déjame! —protestó su novio, intentando liberarse—. ¡Claro que no tuve una pelea! ¡Nos chocaron en el coche!

Los ojos ambarinos de Carla se abrieron llenos de pánico al oírlo.

—¿Un accidente de coche? ¡¿Cuándo?! ¡¿Cómo?! ¡Hay que llamar inmediatamente a tu padre y…!

—No es necesario que se preocupe, señora Jaeger. No fue nada demasiado grave —intervino Levi, intentando calmarla.

Recordando que él también se encontraba allí, Carla soltó finalmente a su díscolo hijo, volviéndose en su dirección con una abochornada sonrisa.

—Levi, ¿verdad? —le preguntó, sonriendo todavía más cuando él asintió—. Realmente me alegra mucho, muchísimo que hayas podido venir. Eren nos ha hablado tanto de ti que ansiábamos conocerte.

—Tanto que me coaccionaste para traerlo hoy a la fiesta —masculló el chico por lo bajo mientras sobaba su oreja, no captando el peligro hasta que su madre lo miró amenazante, haciéndolo callar en el acto.

El resto de la presentación —gracias al Cielo— fue mucho menos caótica, con Carla agradeciéndole a Levi por su obsequio y visita, e invitándolos a pasar mientras esperaban a que llegasen el resto de los invitados.

La madre de Eren era agradable y parecía realmente encantada de por fin poder conocerlo, por lo que sin darse cuenta de cómo, Levi comenzó a sentirse extrañamente cómodo en su presencia, algo muy poco habitual para él; aun así, supuso que el enorme parecido que esta compartía con su hijo influía, y por ello le resultaba tan familiar.

—¿Y papá dónde está? —preguntó Eren a su madre, mientras terminaban de sacar algunas cosas desde la cocina hacia el patio, donde estaba la piscina y se llevaría a cabo la fiesta.

—Tuvo una urgencia médica a la que acudir, pero prometió no demorar mucho; él también tiene muchas ganas de conocer a Levi —le aseguró a su hijo antes de volver a posar su atención en él—. Por cierto, Levi, ¿sabes que me resultas muy familiar?

La llamada del timbre interrumpió la explicación de Carla, por lo que esta se disculpó mientras iba a abrir a los nuevos invitados, dándole a ambos un ínfimo instante de falsa paz que duró hasta que vieron a estos y él estuvo a punto de morir atragantado por té.

—Oh, joder, ¿qué demonios hacen Mikasa y mi madre aquí? —masculló por lo bajo a su novio, quien lo observó con sus enormes y verdes ojos lechuciles.

—¡No lo sé! Supongo que mamá habrá invitado a Mikasa porque es mi amiga, ya que también vendrán Armin y su abuelo; pero su madre…

Al ver como Kuchel saludaba efusivamente a la madre de Eren, tal como si ambas se conociesen de toda la vida, una idea terrible asaltó a Levi, haciéndole temer la razón de aquella visita.

—Son amigas. Tú madre y la mía son amigas —soltó en un susurro aterrado a su novio, intentando llevárselo lejos de allí—. ¿Pero cómo demonios no conocías a mi madre de antes, mocoso?

—¿Y cómo demonios no conocía usted a la mía? —replicó Eren con mordacidad, sobando su muñeca adolorida—. No entre en pánico, por favor; debe haber otra explicación para esto. Además, ¿tan terrible sería que ya se conocieran? Eso nos evitaría muchos problemas, ¿sabe?

Tras pensarlo un poco, Levi tuvo que reconocer que Eren tenía razón. Si la relación de ambos se convertía en algo más serio en un futuro, que sus respectivas familias se llevasen bien sería importante; mucho. No era que él ya estuviese planeando su vida con el chico, claro que no; joder, si ni siquiera sabía si lograría sobrevivir un mes más, pero la perspectiva no era mala y…

—¡Eren!

La voz de Mikasa, clara como una sirena en medio de tanto jaleo, llamó la atención de las otras dos mujeres sobre ellos, quienes al verlos juntos sonrieron como si acabasen de ganar un premio.

—Ya es tarde para huir —le advirtió el mocoso, tomando su mano fuertemente para asegurarse de que él no lo dejase en la estacada—. Le prometo que una vez mi padre llegue y lo salude, nos marchamos.

—¿Y eso tardará mucho?

—No estoy seguro. Supongo que lo que dure el paciente —admitió el chico con una juguetona sonrisa, la que a pesar de todo aceleró su corazón.

—Eren, ¿por qué no has devuelto mis llamadas? —preguntó Mikasa nada más llegar junto a ellos, lanzando luego una mirada rencorosa a Levi—. ¿Y qué haces tú aquí?

—Soy el novio de este mocoso, ¿lo has olvidado? —replicó, enseñando sus manos unidas y sintiéndose infinitamente satisfecho ante el enfado celoso de su prima.

—Novio —dijo esta con desprecio—. Aún no puedo creer que fueras capaz de engatusar a Eren para que saliese contigo.

—Bueno… técnicamente fui yo el que le pidió salir; y no fue nada fácil, Mikasa —lo defendió el mocoso, logrando que su amiga abriese la boca como un pez a punto de morir; pez que fue salvado con la oportuna llegada de las madres de ambos.

—Levi, ¿así que es el hijo de Carla con quien estás saliendo? —le dijo su madre en cuanto llegó a su lado, besándolo en la mejilla para saludarlo—. Con razón Eren me resultaba tan familiar. ¡Qué sorpresa!

—Bueno, pues a mí me sorprendió que ustedes se conocieran —masculló él.

La madre de Eren rio al oírlo.

—Es que solo hace una semana atrás Kuchel y yo nos reencontramos en una librería, ¿verdad?

Su madre asintió, igual de sonriente.

—Antes de mudarnos a Stohess, Carla y yo trabajábamos juntas. De hecho, conocí a Eren cuando era apenas un bebé, ¡y tú también Levi! Siempre lo hacías llorar tanto.

—Aún sigue haciéndolo… a veces —admitió Eren contento, comprendiendo que acababa de meter la pata al ver las miradas de conmiseración que las tres mujeres le lanzaron.

—Pero también era bueno contigo en algunas ocasiones, cariño —lo consoló Carla—. De hecho, Eren, el colgante que siempre usas te lo obsequió Levi cuando cumpliste un año.

La palabra «colgante» hizo que su cerebro inmediatamente se activara, lanzando una mirada a su novio, a la pulsera que le había obsequiado por Navidad y al famoso colgante de llave que jamás se quitaba; algo similar a lo que debió pensar Eren, porque nada más llevarse la mano al pecho, un estremecimiento lo recorrió; uno que se vio interrumpido por la llegada de un alto y castaño hombre de gafas que hizo su entrada al patio de la casa, sonriendo al verlos.

—Lamento mucho la tardanza, pero ocurrió que tuve un pequeño inconveniente con el coche y…

—¡Tú, bastardo! —soltó Levi, logrando que el padre del mocoso, Grisha, abriera los ojos con espanto al reconocerlo—. ¡Te haré pagar por lo de mi coche, desgraciado!

El cielo, igualando su furia, tronó y un aguacero épico cayó sobre ellos sin darles tiempo a escapar. Él se lanzó contra el otro hombre para arreglar cuentas, pero resbaló debido a la lluvia y Eren —que intentó sujetarlo—, terminó cayendo a la piscina congelada, arrastrándolo consigo.

Y en medio de aquel profundo azul de agua gélida, con el mocoso riendo y tiritando a más no poder, Levi maldijo la mala suerte de Eren o, mejor dicho, la mala suerte que al parecer él le había obsequiado a Eren tiempo atrás.

Qué cosa jodida era el destino y sus misteriosos designios, pensó. Putos, putos astros.

Notas finales:

Lo primero, como siempre, es agradecer a todos quienes hayan llegado hasta aquí. Espero de corazón que el capítulo resultase de su agrado y valiera la pena el tiempo invertido en él.

Y seguidamente, les deseo un muy feliz cumpleaños a todos los acuarios que haya por aquí, ya sea que hayan cumplido o estén por cumplir añitos en estos días. Espero que este nuevo año que comienzan a recorrer esté lleno de cosas buenas, de momentos divertidos, nuevos aprendizajes, mucho amor y salud. Para todos ustedes, un enorme abrazo y ¡muy, muy feliz cumpleaños!

Y por lo demás, lamento este pequeño retraso en la actualización de este capítulo, pero lamentablemente el calor del verano me hace ir más lenta y no pasar tanto tiempo frente al pc. Aun así, espero que este les gustase, aunque creo que fue más aclaratorio que divertido. Zodiaco ya está a solo dos capítulos de finalizar, así que ha llegado el momento de atar cabos en esta historia tan absurda, jaja.

Para quienes siguen el resto de mis historias, aviso que en estos días subiré el capítulo 40 de In Focus, el 6 de Tú + Yo = Allegro, el 3 de Love in Four Season y para el domingo 14, una historia por San Valentín. Todo para el fandom de SnK.

Una vez más muchas gracias a todos quienes leen, comentan, envían mp´s, votan y añaden a sus listas, marcadores, favoritos y alertas. Son siempre la llamita que mantiene encendida la hoguera.

Un abrazo a la distancia y mis mejores deseos para ustedes.

 

Tessa.


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