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Singularidades por Dtzo

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Serenar sus emociones nunca le había sido tan difícil como aquella ocasión.

¿Quién se creía Yami para sacar el tema de esa manera?

Más importante ¿cómo diablos sabía sobre Kaiba?

 

Estaba mil porciento seguro que jamás lo mencionó, era uno de sus más grandes secretos bajo siete llaves, la única respuesta lógica era su habilidad, debió de haberlo visto en sus sueños; imposible, desde que se mudó de Domino no lo había vuelto a soñar, era algo similar a una auto restricción. Decidió anular todo lo que involucrase el nombre de Seto en su nueva etapa de vida, Kaiba fue sólo su primer amor no correspondido que aún sin una confesión de por medio terminó en un desastre por el cual rezaba a cada deidad, habida y por haber, cada noche poder olvidar. Sumado el desliz que experimentó con su hermano menor, aquel pequeño y sutil beso que para Mokuba fue el mundo entero, además su primer y tierno roce de labios, para él había sudo un regalo misericordioso del destino en su vida por no poderle dar a su querido Seto, regalo que sin pena ni vergüenza aceptó resignado con los brazos abiertos antes de que la realidad tomara aquel instante y lo desbaratara sin piedad frente a sus ojos. Si bien sentía que dicho episodio quedó zanjado y sanado, las palabras de Yami fueron un golpe duro.

 

Fue su propio karma, nadie más fue el responsable y creía que al aceptarlo el mundo pasaría de página, el pasado pisado.

¡Así era! no tenía la menor idea de todo por lo que había pasado tras su ausencia, no tenía ningún derecho de sacar sus trapos sucios al sol.

¡No era justo! si quería su atención no debió conseguirla de esa manera tan cruel. No pensaba perdonarlo esta vez.

Ahora si lo había hecho enfadar a niveles estratosféricos, apenas y toco la comida, le daba mil y un vueltas con el tenedor, tomó el té a quema lengua dejando que su sensación de fuego fuera más tangible. Tampoco platicó mucho con sus amigos que estaban emocionados por el festival y la fogata, al menos el caso de Ryou y Malik tendría un momento especial.

No tenía trabajo realmente ya que cerrarían antes de mediodía y poder montar el "stand" correspondiente en el festival, todos excepto él, al menos no el tiempo que se supone debería mantenerse con su equipo. Rebecca estaba despampanante de energía, corría de un lado a otro siempre al pendiente de cualquier cosa que se suscitara, gran mérito de su actitud era gracias a su "darling", sabía de antemano que su tiempo en el puesto era limitado, por ello hacía su mayor esfuerzo en terminar las labores y tener un diminuto momento a su lado.

-Yugi~ por favor dime que te quedarás un poco más.

Rebecca volaba en su pequeño mundo en el que alrededor del tricolor cantaba un coro de ángeles cubiertos por nubes rosadas y miles de corazones revoloteaban como mariposas en primavera. Las tardeadas que logró colarse en casa de Yugi fueron lo más cerca que había logrado estar y aunque el ambiente varonil no era muy su estilo logró sentirse bienvenida, sus amigos eran interesantes, todos excepto aquel de mirada inexpresiva ¡por todos los cielos! ¿por qué siquiera era amigo de su querido?

-Lo siento, Bekki. Tengo una cita pendiente con el telescopio y las estrellas. De todos modos, me ves toda la semana.

Un pequeño puchero de la pequeña chica rubia no se hizo esperar, era obvio, lo que Yugi no dimensionaba era el significado de pasar tiempo juntos en el festival del Tanabata, igual ya encontraría otra oportunidad, como cada 14 de febrero que le entregaba cajitas de un rico chocolate casero con un toque de café; esa era otra de las tantas maneras de que no supiera tan terrible el grano. Sin calcular la dimensión de su idea, desde entonces, se convirtieron en una especialidad más en el menú de la cafetería. Su gesto romántico terminó siendo un rico postre popular.

De ser por ella podría acompañarlo, para su mala suerte él fue el primero que solicitó el permiso.

Así fue el transcurso del día y la tarde cuando Yugi se despidió de sus compañeros y Rebecca. Volvió a casa rogando que Yami no estuviese ahí esperando por él o algo peor ya que no dudaría esta vez en darle un certero golpe en la quijada. No había rastro de alguien, ni Ryou o Malik, mucho menos de Yami e internamente agradecía que asi fuera, cambió su atuendo por uno más cómo y frecso, tomó su telescopio, un termo con té helado y una linterna.

En los pocos minutos de luz que restaban al atardecer pudo recorrer poco más de la mitad del sendero que lo guiaba a su lugar destinado, ya entonces tuvo que encender la linterna y andarse con cuidado por el tipo de terreno y aunque fuera familiar para su memoria muscular, nunca faltaba un paso en falso, un resbalón y una caída; de eso sus rodillas y antebrazos ya tenían suficiente.

Era un lugar perfecto, un relieve plano sin mucha grava, arenisca y un poco de cesped.

-Desde aquí la vista será de postal ¿No crees, Yugi?

¡Yami! Mentiría si dijera que no esperaba que lo tomara desprevenido, pero no tenía tiempo para sorprenderse. Ni siquiera se tomó la molestia de buscar su silueta, tenía cosas más importantes en las cuales centrar su atención, como montar el telescopio y calibrarlo.

-Ni se te ocurra acercarte. Sigo enojado contigo, si quieres conservar tu rostro intacto sabes de que hablo.

Yami no se había acercado, estaba apenas visible desde detrás del tronco de un árbol, le servía de soporte y escondite, Yugi apenas sabía dónde estaba y a pesar de que la voz sonaba a un par de metros en la oscuridad.

-No vengo a importunar, sólo a... disculparme por -

-¡No me digas! Que considerado de tu parte el haber buscado en mis secretos armas para poner en mi contra a modo de chantaje emocional.

Ok, tenía todos los puntos a favor, no iba a negar nada.

No se alejó y tampoco se acercó, ni una palabra, silbido o suspiro hubo de su parte. Estaba presente en modo inerte sin perder un solo detalles de los movimientos de su compañero que seguía consciente de su entorno enfocado en su telescopio y una guía de la bóveda celeste que observaba bajo la luz tímida de una linterna.

El tiempo transcurrió hasta que por fin dio con sus estrellas, una sonrisa oculta para Yami denotaba genuina alegría y auto realización. Lo que no pasó desapercibido fue la tensión del ambiente, se disipó así como vino y entonces la barrera que Yugi había instalado a su alrededor cayó sin él darse cuenta, para cuando recordó que no estaba precisamente solo Yami ya estaba a su lado sin perturbar su paz.

-Son hermosas ¿No es así?

Yugi tampoco iba a hacerse el denso, su enojo no era tan palpable, pero si que seguía muy ofendido.

-¿Quieres ver?

Se alejó un paso atrás del telescopio invitando a su ex mentor a echar un ojo al cielo. Sin el aparato era complicado gracias a la luz terrestre del festival. Atemu aceptó la invitación incluso había más estrellas de las que podía ver a simple vista y el ángulo que Yugi tenía era más que perfecto. Sonrió, la historia de los amantes tenía más sentido en su imaginación y el espectaculo visual.

-Puedo enseñarte más. Si quieres, claro. No voy a obligarte a nada, pero puedo prometerte respuestas.

Se separó del telescopio para encarar a Yugi.

-Cometiste muchos errores, creíste que podrías resolverlos por tu cuenta y lo cierto es que tal vez comparto culpa contigo por no haber sido un mentor ejemplar. Tuve poco tiempo y no profundice en tus habilidades, fui descuidado.

Para entonces Yugi se sujetaba los brazos mirando a la nada.

-No eres un criminal, Yugi. Te dejaste guiar por el miedo, no es algo de lo que avergonzarse.

Aunque permanecía en silencio escuchaba cada palabra sin saber de que modo responder, no podía huir o no quería, Yami estaba siendo condescendiente con él, tanto, que algo dolía en cada fibra de su ser, ya era cuento pasado y sí, aun tenía miedo de volver a ensayar y fallar, de salirse de control, ya había causado suficiente daño. Como si Yami leyera su pensamiento, le interrumpió ese hilo mental devolviendo su rostro, guiado con el índice bajo su barbilla.

-No voy a irme esta vez, Yugi.

Su orgullo se quebrantó, bajo el rostro y solo se inclino a recargar su peso en Yami casi como un abrazo, pero sin rodearlo con los brazos. Atemu entendió el gesto y pasó una mano a su cabello y otra a su hombro en busca del consuelo que buscaba el otro.

-Promételo.

Finalmente, una voz dolida, lúgubre y tenebrosa emanó de Yugi.

-Voy a intentarlo, haré mi mejor esfuerzo y tú tienes que prometer que vas a interceder si lo arruino de nuevo o no voy a perdonarte jamás. Esta vez hablo en serio. Me estas llevando de vuelta a eso y si das marcha atrás en cualquier momento, te juro, Atemu que puedes olvidarte de que quiera verte o hablarte de nuevo.

No iba a tomarlo a la ligera de nuevo, Yugi traía consigo un potencial tremendo que requería de trabajo y apoyo. Conocía los riesgos, lo casos que terminaban mal eran contados pero todos tenían una raíz no cultivada.

-Es un trato, a cambio promete que vas a confiar en mí.

Esa era una promesa que jamás se había atrevido a hacer con o por alguien, pero también requería respuestas y conocerse más. Tenía mucho que le importaba en juego por recuperar, por arreglar y esa sería su mejor manera de redimirse.


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