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Pan con Limón por arcasdrea

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Notas del capitulo:

Hola a todas y todos, quisiera agradecer primero los reviews de:

Amaris 

Yoru

Nidia (Ndyga)

Sinideas

Paz 

Hika (Kiss)

Fuuu

Azumi-chan

Pay-chan

Galatea20403

Zafiro

Nearchan 

Julian (Kiss)

Liho (Kiss)

Sackis

Intente contestarles pero la página no me dejo, y en vez de pelear y enrabiarme con ella, preferí darles las gracias por aquí.  

 

 

Pan con Limón
Capítulo Noveno 

Pesadamente sus ojos comenzaron a abrirse, tardo bastante en enfocar su vista borrosa y en orientar su confundida mente.

- Se veía tan lindo durmiendo – esa voz se le hizo familiar, y guiando sus ojos se hallo con el rostro alegre y concentrado en su persona de Hanako – Hola profesor.

La niña tenía el rostro apoyado entre sus manitas, las cuales descansaban por medio de los codos en un borde de la cama. Estaba de pie, concentrada en observarle dormir al parecer.

- ¿Hanako? –intento preguntar él, pero la cánula de oxigeno que tenia inserta en la nariz logró que la voz le saliera algo gangosa. La risa de la niña, ante lo divertido que sonó la voz, no fue suficiente para apartarle del pensamiento repentino que tuvo, al darse cuenta de que estaba entubado, y que precisamente la habitación donde estaba era una pieza de hospital. – Hanako, ¿estoy en un hospital?

- Ajah! – asintio ella meneando la cabeza de arriba a abajo.

- Qué hagó aquí?

- La profesora Liho llamó a papá, ambos fueron a su casa y lo encontraron durmiendo, así que lo trajeron acá para que lo cuidaran mejor, pescó un resfriado... parece.

Gracias a esta básica explicación recordó que durante el baño de tina se habia quedado dormido bastante horas y que al levantarse se había recostado simplemente sin secarse. Una actitud negligente de su parte, pero el real motivo de transfondo no le dieron los ánimos suficientes para preocuparse de su persona.

- ¿Qué día es?

- Sábado..

- Tanto he dormido... – no evito admirarse de cómo en un abrir y cerrar de ojos (casi literal) habían pasado cuatro días.

- No más que mi papá –señalo la pequeña mirando hacia atrás, Hanamichi tambien llevó sus ojos hacía donde se posaban los de la niña, llevándose la sorpresa de ver a Rukawa sentado de brazos cruzados en un silloncito, tapado con la chaqueta de su traje y la cabeza colgando hacia un costado. Leves ronquidos daban mas ternura a la escena – desde el miércoles que anda en el hospital, se turna entre mi habitación y la suya... así que anda muy cansado. Como el doctor me dejo venir a verle, le obligue a dormir, y parece que lo hará hasta el lunes – sonrió maliciosa la niña, ante su propia burla.

Mas el pelirrojo, con solo ver al pelinegro rememoró la escena del ascensor, y sintió nacer un profundo repudio y malestar que sobrepasaban la ternura de ver a Kaede durmiendo, cansado de cuidar de él y a su hija.

- Cómo estás Hanako? – su mano se acerco hasta la cabeza de la niña para acariciar sus castaños cabellos.

- Muy bien, me lo he pasado de maravilla.

- Ya veo... te dolio mucho?

- Un poco al principio. Ahora no. Pasado mañana me dejan volver a casa. Pero al “cole” no volveré hasta el jueves.

- Te echaré de menos – señalo con sinceridad, no tener a su Terremoto en clases era una alegría menos en su día laboral. Ella poseía un ingenio y liderazgo que llevaba a su grupo curso a las acciones y situaciones más inverosímiles, pero que arrancaban la risa de todos cuando el comentario de la travesura diaria llegaba hasta el salón de profesores.

- Puedes venir a verme... jugaremos con Neko... le caíste en gracia.

- No sé cuando saldré de aquí – en parte era cierto, aun no sabia nada de su condición, pero tampoco podría ir a verla, porque eso significaba estar cerca de Rukawa. Su vista se poso en el durmiente solo leves segundos, para luego concentrarse en la pequeña otra vez.

- Despertaré a mi papá, para que llamé al doctor.

- ¡No, no lo hagas! – trató de detenerla, pero la escurridiza niña ya estaba al lado del hombre, acercándose peligrosamente a una oreja de éste.

- ¡DESPIERTAAAAAAAAAAA!

Rukawa se despertó de golpe, dando un salto que casi lo lleva al suelo, con todo y silloncito. La niña habia corrido a esconderse tras la camilla en donde Hanamichi miraba todo con cara de lagarto.

- Hanako, cuantás veces debo decirte que no me despiertes así???!!!!! – gruño el hombre poniéndose de pie y buscando con mirada asesina a la castañita por toda la habitación. Pero su cara de energúmeno pasó a una de sorpresa cuando su mirada azul se cruzo con la miel de Hanamichi – Hanamichi?

El pelirrojo no contesto nada, solo se limito a esconder la mirada de la del Kitsune, fijándola en algun punto del techo. Rukawa suspiro derrotado.

- Papá, debes llamar al doctor para avisar que el profesor despertó – anunció la nena, asomando solo los ojitos por sobre el borde de la cama.

El adulto asintió y encaminó sus pasos hacia la camilla.

El pelirrojo por su parte sintió su cuerpo temblar al verle acercarse, era involuntaria su reacción, más aún cuando cerro los ojos fuertemente, cuando el pelinegro alzo la mano.

- Permiso – musitó Kaede, tomando el cable de donde colgaba el comando para llamar al doctor o alguna enfermera, pero su vista y su mente estaban concentradas en la reacción del pelirrojo, que le estrujo el corazón. “Me aborrece” se dijo así mismo, auto torturándose.

- Profesor – el llamado de la niña, hizo que Sakuragui abriera sus ojos y se concentrara en ella. Su autocontrol le gritaba que por nada del mundo mirará hacia su izquierda... siempre, siempre a la derecha – quieres que te traiga algo rico, la comida de aquí es Puaj! – e hizo un gesto de asco muy gracioso.

- No gracias, esperaré a que llegue el doctor.

- Quieres que te preste mi Nintendo DS?... para qué no te aburras.

- Qué juegos tienes? – “Rukawa me estará mirando?”

- Sonic Crhonicles, Final Fantasy Tactics, Mario v/s Donkey Kong 2... ¡ese es mi favorito!

- Podrías traerlo después y hacemos competencias – “Estará parado aun a mi lado? No mires a la izquierda! No mires!!”

- Le ganaré en todo!

- Te llevó muchos años de ventaja – se mofó con sorna, aunque... “Aun siento que me mira... ¿por qué me mira? ¿por qué está aquí? ¿No tiene nada mejor que hacer?... me esta mirando lo sé.”

- Ustedes los adultos no saben nada de videojuegos!

- Habla, habla todo lo que quieras... ya verás que te derrotaré – “Tan callado que está... bueno es el zorro... pero estoy intranquilo... apuesto que sigue mirándome!!”

- Mi papá nunca me ha ganado... cierto papá? – “Por qué le tuvo que preguntar?”

- Cierto Hanako – respondio la voz del pelinegro distante en la habitación. Sorprendentemente para Hana y para su Delirio de Persecusión, Rukawa estaba unos cuantos metros retirado de la cama, mirando por la ventana el arjetreo de la ciudad.

- Mañana te traeré un dibujo... tengo crayolas en la pieza.

- Gracias – la nueva intervención de la niña le hizo apartar la mirada confundida de la figura del zorro – me servirá para decorar esta habitación – miro alrededor con despreocupación, esforzándose en no retener mucho tiempo la mirada en el rincón donde “él” estaba.

- Sí, está muy fome – concedio la niña, para luego abrir los ojos intepestivamente, feliz ante una idea – papá! – lo llamó en un gritito de entusiasmo – Por qué no le mandas a pedir flores al profesor... ¿cuales son sus favoritas? – sus ojitos brillosos se enfocaron en el rostros sorprendido y sonrojado del pelirrojo.

- ...

- Rosas? Maravillas? Girasoles?... a mi me gustan los Girasoles! – Hanamichi no sabía que responder, la niña con sus comentarios si que sabia ponerlo en aprietos. ¿Cómo era capaz de concebir solicitarle a su padre el traerle flores?... sobre todo después de lo sucedido entre ellos, pero “es obvio” le dijo su conciencia siempre calmada dentro de su cerebro ahora en alerta y descontrol total... “ella no sabe nada”.

- Me gustan todas... – sonrio a la nena con ternura - ... todas son bellas.

- Mmmm... será complicado traer tantas – acotó la niña poniendo una mano bajo la barbilla pensando ya a cuántas floristerias debería llamar su papá y en cómo meter todas las flores del mundo en la habitación.

- Pediremos un ramo con de todo un poco – señalo calmo Rukawa, tomando asiento en el silloncito en donde otrora durmiera, sacando el celular de su bolsillo.

- No es necesario... – trato de excusarse el pelirrojo, pero la mirada intensa y con un mensaje muy claro que le dirigiera el zorro, lo hizo callar, para sonrojarse y agachar la cabeza fijando la vista en la sábana, que estrujo entre sus manos.

(Mensaje en los ojos del Kitsune: “Claro que es necesario, son para ti”... kyaaaaaaa!!!! Que intenso!... lo adoró... aunque estoy enojada por todo lo que le ha echo a mi monito.)

- Que sea hermoso el ramo! - grito entusiasta la niña, dando saltitos hacia su padre, que ya daba las indicaciones de a quién iba dirigido y a dónde debían traer el ramo.

- Ya escucho a mi hija, debe ser hermoso... – sentencio serio en la voz Rukawa, mientras con su mano libre pelliscaba con ternura la nariz de Hanako – Gracias, hasta pronto. – despidio a la encargada de la floristeria, cortando después la llamada.

- Que bien! – Hanako se encaramo a las piernas de su padre, dándole un sonoro beso en la mejilla después como retribución por acceder a su idea.

- Llegarán en una hora

- Excelente... – se sento comodamente en el regazo de éste – pero dónde lo pondremos? – su mirada barreo el lugar, buscando el mejor espacio.

- En la mesa cerca de la ventana, le llegará luz, pero no excesivamente – le consulto Rukawa indicándole el lugar con el indice.

- Qué es excesivanoséqué? – miro a Hanamichi con cara de confusión.

- Excesivamente?... mmmm... que es demasiado, que hay mucho de algo – contestó lo más simple posible.

- Aaaaaaa, entonces está bien... lo pondremos ahí – he indico el mismo lugar que le dijera su padre.

Justo en ese momento se abrio la puerta, atrayendo la atencion de los tres ocupantes de la habitación.

- Ya despertó mi paciente favorito... – era Sekai que entraba calmadamente y con una gran sonrisa en los labios.

- Hola Sekai – saludo amablemente el pelirrojo.

- Hola doc! – saludo Hanako, bajándose de las piernas de su padre para ir a abrazar al doctor. Hanamichi alzo la ceja confundido, y Rukawa... bueno Rukawa miro con cara de asesino al doctor y se cruzo de brazos hundiéndose más en el sillón, con actitud de niño amurrado.

- Hola Castaña de Cajú!

- Desde cuándo son buenos amigos? – la risa de ambos confundio aun más a un liado pelirrojo.

- Ese es un secreto – señalo Sekai guiñando el ojo con complicidad a la castañita que se tapaba la boca para no seguir riendo – Buenos días, Señor Rukawa – el aludido respondio con una venia de cabeza, pero con cara de detestarlo.

El galeno esperando esa reacción, pues era la que recibia de parte del pelinegro desde el instante mismo de conocerlo, siguió hasta la camilla.

- Cómo te sientes Hana?

- Bien, algo confundido, pero bien – contesto al tiempo que alzaba los hombros – puedes mover la camilla para verlos mejor, es incomodo estar recostado... me duelen los ojos.

- Claro – concedio el galeno, apretando un comando detrás de la camilla, alzando al pelirrojo hasta dejarlo sentado prácticamente – es normal tu confusion, has dormido casi dos días.

- Qué tengo?

- Nada, solo fue una desestabilización de tu cuerpo, por tu negligencia – alegó con falso enojo, dándole un coscorrón de mentira – buen susto nos diste a todos.

- Lo siento – puso gesto de niño pillado en una fechoría – no quería quedarme dormido en la tina, pero el sueño me venció.

- Para la otra solo date una ducha rápida antes de dormir, sin lavarte el cabello.

- A sus ordenes doctor – saludo militarmente, al tiempo que le sacaba la lengua con burla.

Hanako había vuelto a sentarse en las piernas de su padre mientras reía divertida con la conversación que entablaban el doctor y su profesor, sin embargo su padre, agarraba con fuerza los bordes de los posabrazos, conteniendo así sus ganas de liarse a golpes con el galeno.

- Señor Rukawa – Sekai llamó su atencion con seriedad – debo pedirle que nos dejen solos, debo revisar y evaluar a Sakuragui – Rukawa tomó a Hanako de la cintura al tiempo que se ponia de pie, tomando una postura muy desafiante y adoptando su cara un gesto de desaprovacion total.

“¡¡Y dejarte solo con mi Hanamichi para que hagas lo que tú quieras!!... ¡NO SEÑOR!... ¡¡Al pelirrojo ni me lo miras, ni me lo tocas, doctor de cuarta!!” ( O como decimos aquí en Chilito Lindo: Ni cagando, weon!)

- Hanako quiere seguir aquí – la niña alzo una ceja mirando reprochadora al adulto por usarla como excusa para quedarse en la habitación.

Dos golpes en la puerta e Hika hizo acto de presencia, eso si, se quedó parada en la puerta al notar la densa atmosfera que había entre su jefe y el doctor.

- Hola Hika – se apresuró a saludar la niña bajando de su padre y tomándola a ella de la mano para jalarla hasta la camilla – mira... te presentó a mi profesor. Profesor ella es Hika, la secretaria de mi papá.

- Mucho gusto – extendio la mano éste, haciendo una mueca de medio lado en un intento de sonrisa.

- Un placer – concedio ella con un gesto aun más forzado, pues la pelea de miradas que los otros dos ocupantes de la habitación tenían cerca de la ventana, los tenían bastante incómodos – eh?...este... jefe – se atrevió a llamarlo recibiendo una fria mirada de medio lado – el doctor pidió que Hanako volviera a su habitación y desea hablar con usted tambien – tragó pesado cuando Rukawa la fulminó con la mirada. “Pero si yo no hice nada” lloriqueaba internamente al saber que la furia del pelinegro se volvería sobre ella más tarde por razones que desconocía.

- Ufa! – exclamó la pequeña con desepción – debemos irnos... hasta pronto Profesor – se arrimó a la camilla lo suficiente para darle un beso en la mejilla al pelirrojo, quien después le acaricio la cabeza mientras tambien la despedia – vamos? – después había corrido a donde su padre tomándolo de la mano.

- Vamos - concedió resignado, y mirando al pelirrojo se despidio con un Hasta Luego. Éste no le respondió nada, si le dio una venia de cabeza, pero sin mirarlo.

Ya de regreso en la habitación de Hanako, el doctor le hizo el chequeo diario de la pequeña y habló con Kaede. Rukawa casi se jalá los cabellos de desesperación, lo sacaban de la pieza del pelirrojo dejándolo a merced del lobo ese que se hacía llamar doctor, para hablar de algo que ya sabía: Que Hanako se iría a casa el lunes y que al colegio no podría ir hasta el jueves..

Ahora mientras la nena pintaba afanada, recostada en su cama e Hika leía una revista de chismes sentada a su lado, Kaede se paseaba de un lado a otro de la habitacion, con los brazos cruzados y mirando al suelo.

- Me estás desesperando!! – le reclamo la mujer lanzando un bufido. Él solo le echo una mirada de soslayo, parando cinco segundos su andar y luego siguió con su tarea.

- No querías dejarlos solos cierto?

- No – respondio categórico.

- Celoso... pero te lo mereces.

- Gracias por el voto de confianza – aludio con sárcasmo.

- Tú te lo ganaste! – Kaede rodó los ojos.

- El profesor te tiene miedo – comento Hanako como quien no quiere la cosa, sin levantar la vista de su dibujo, pero Rukawa se paró en seco.

- De verdad? – interrogo la secretaria a la pequeña.

- Sí, tembló y cerró los ojos cuando papá se acerco a la camilla para llamar al doc

- Y cómo sabes que era miedo... puede ser que le haya dolido algo – Hanako ahora si alzo la cabeza, mirando con tristeza a la mujer.

- Era miedo... hizo lo mismo cuando hay tormenta y yo me asusto muchos de los rayos – tambien temblo y cerro los ojos con solo recordar una tormenta.

- Jefe? – cuestiono la mujer, Rukawa esquivo la mirada con gesto culpable – Hanako te quedarás sola por un rato, tu padre y yo debemos hablar – dicho y hecho, lo agarró del brazo firmemente y lo arrastro a por pasillos, escaleras y más pasillos, hasta llegar a la azotea del edificio – No te irás hasta que me digas todo.

- No diré nada – miro hacia un lado y metio sus manos en los bolsillos.

- Ahhhhh!!!! Me dan ganas ganas de patearte bien pateado por terco!!!! – el pelinegro alzo los hombros dándole el mensaje claro de que no le importaba – eres un idiota!! Algo le hiciste a Sakuragui para que ahora te tenga miedo... y no te diriga la palabra – Rukawa clavo sus ojos azules, pero en ellos habia miedo por lo último dicho – acaso crees que no me di cuenta... tonta no soy, por si no te has enterado...

- Lo sé

- Entonces, me dirás o deberé torturarte?

Rukawa comenzo a caminar hacia la reja, que resguardaba el perimetro de la azotea, giro sobre sus talones caminando esta vez hacia la caseta de donde salían los caños de ventilación, mientras Hika de brazos cruzados y parada en el mismo lugar, esperaba impaciente la confesión que el pelinegro estaba meditando demasiado.

- Vas a decirlo o no?!!! – grito dando un golpe con el pie en el suelo.

El kitsune se detuvo en la reja, apoyando su espalda en ella, y luego de lanzar un gran suspiro, comenzo a contar, que lo había seguido hasta el ascensor, en donde detuvo el andar de la máquina para gritarle cosas sin sentido, incluso llamándolo mujerzuela, enfrascándose en una pelea a puñetes y patadas.

Hika a cada confesión abría más y más los ojos, pero el piso se le movio, cuando Rukawa le conto que besó a Sakuragui como un salvaje, dominado por los celos y las ansias de poseerlo y de ser su único dueño. Sonrio el pelinegro cuando contó que Hana le habia correspondido con igual impetú, eso si, sin no antes darle un poco de resistencia, terminando ambos masturbándose mutuamente. Para esta parte del relato, Rukawa había callado unos segundos, con la mirada fija en el suelo y la cara roja, en parte por recordar ese instante de pasión y en parte avergonzado por tener que contárselo a Hika. Pero su gesto cambio a dolor, cuando contó que Hana al terminar ambos, se arreglo de las ropas cerrándose en el silencio y hecho a andar el ascensor, dirigiéndole después las frias y cortantes palabras que aun le taladran la mente, cuando salía de éste.

Varios minutos después se atrevió a mirar a su secretaria, que seguía aun perdida en sus pensamientos.

Otra vez bajo la vista, avergonzado de sus acciones, sintiéndose culpable de lo que ahora su pelirrojo estaba padeciendo y él tambien, y arrepentido de merecer con justa razón el rechazo y silencio de Sakuragui.

Pronto escucho los tacones de su secretaria acercarse a él, pero la cachetada no la vio venir. Fue certera y dolorosa. La quijada le quedó palpitando y ardiendo de dolor. Hika le miraba con furia.

- ERES UN IMBECIL! UN INMADURO, UN CAPRICHOSO, UN IDIOTA!!! TE COMPORTA COMO UN ANIMAL, DOMINADO POR SUS INSTINTOS SALVAJES. AHHHH! ME COMEN LAS MANOS POR GOLPEARTE DE LO ESTUPIDO QUE ERES!!!... NO TE DAS CUENTA QUE LE ESTAS HACIENDO LA VIDA A CUADRITOS A SAKURAGUI!!... – Kaede abrió inmensamente los ojos ante esa revelación – EL AMOR ES MARAVILLOSO, PERO TU LE ESTAS MOSTRANDO UNA TORTURA. LO TOQUETEAS ENTERO Y CON DESCARO EN EL PARTIDO, QUE PERFECTAMENTE PODRIA HABER SIDO UN ENCUENTRO AMISTOSO Y ALEGRE. Y DESPUÉS LO ULTRAJAS EN UN ASCENSOR. BIEN MERECIDO TE TIENES EL QUE AHORA NO TE HABLE, HIJO DE PUTA – otra cachetada en la mejilla contraria – YO YA NO TE AYUDARÉ EN NADA – y ha agigantados pasos abandono la terraza.

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

- Ese hombre te quiere mucho – Hanamichi no contesto nada, su mirada estaba fija en la banda del baunómetro que se inflaba cada vez más a cada presión de la mano del doctor en la bombilla – y tú le quieres a él.

- No digas tonteras – respondio seco y con desdén.

- Si no lo quisieras, no estarías tan afectado.

- No es nada para mi

- Perfecto! – exclamo con inusitada alegría el galeno. La cara de duda extrema del pelirrojo le obligo a explicarse – así podré jugarmela yo – la cara de Hana se convirtió en un tomate gigante – el señor Rukawa es guapísimo

- QUEEEEE – la mandíbula del do’aho cayó al darse cuenta que a quién se quería ligar el doctor era al pelinegro y no a él como pensaba.

- Jajajajaajajajajajajajaja! Ves, te sale competencia y te pones como vieja histerica! Jajajajajajajaajajaja

- Idiota! – le sacó la lengua en un gesto infantil, para luego desviarle la mirada y cruzarse de brazos.

- Oh! Hana! Te ves tan lindo haciendo morros – le pellisco la mejilla hasta dejársela rojita, pero después se acerco lentamente a su oido para susurrar – No le perdones tan fácil, pero no lo dejes ir... te ama mucho, como nadie lo ha hecho.

- Se...Sekai...

- Buenos días, Hanamichi – le dio un beso en la frente y dejó solo al pelirrojo con sus pensamientos y con su corazón detenido.

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Ya era pasada la hora de comer, y Rukawa caminaba lentamente por un pasillo del hospital rumbo a la habitación de su hija.

Aun rondaban por su cabeza las palabras dichas por su secretaria, en la azotea había meditado por algunas horas sus acciones, evaluó las consecuencias, compenso los en contra que se ganó por idiota y lo mucho que retrocedio en su avance en la “disque” relación que había ido surgiendo con el pelirrojo, además de visualizar a Sekai como un pontencial rival que estaba ganando terreno sin hacer nada por exclusiva responsabilidad suya, por lo que finalmente craneo un plan para acercarse nuevamente a Hanamichi e intentar algo solido, haciendole ver que sus sentimientos hacia él eran sinceros y verdaderos y no una mera calentura. Aunque aun tenía aristas que mejorar, el plan le parecia suficiente, y ya mas calmo, pero no relajado, decidio bajar de la azotea e irse a ver a su hija.

Pero no conto, con que, apoyada en la pared contigua a la puerta, le esperaba la amiga del profesor.

- Buenas tardes , señor Rukawa.

- Buenas – contesto él, tratando de calmar el temblor en su voz que causo el susto de verla allí.

- Deseo hablar con usted.

- Lo suponía... en la cafetería?

- Me parece bien – concedio ella poniéndose en camino sin esperarlo siquiera.

Una vez allí, buscaron sin mediar palabra una mesa distante de todos los presentes, para así poder hablar en paz. Él pidió un café cargado con un sandwich de atún, pues tenía bastante hambre; ella no pidio nada, excusando con que ya había comido antes.
Una vez que la mesera le dejo los alimentos al pelinegro y este diera un primer bocado, fue que la rubia comenzo a hablar.

- Debe tener más que claro que lo detesto.

- Lo sé.

- Yo antes le apoyaba, sabe?... incluso traté de convencer más de una vez a Hana de qué le aceptará. Pero después de mandarlo al hospital...

- Sé que es mi culpa.

- Yo ya no sé que pensar de usted – confeso la mujer, afirmando su rostro en una mano y mirando hacia la nada.

- Qué quiere de mí?

- Que me haga cambiar de parecer... – señalo ella en un murmullo desafiandolo con la mirada.

- No tengo nada que probar – su gesto se transformo en adusto, mientras se echaba hacia atras, afirmandose en el respaldo de la silla.

- Y el amor que le dice tener?

- Sigue aquí – se señalo el corazón.

- Mentiroso

Se mantuvieron la mirada por bastante rato. La gente a su alrededor iba y venía, hablaba y reía, más ellos estaban solos, cada quien defendiendo lo suyo. Ella defendiendo a su amigo del aparente hombre que le hacía daño y él defendiendo a su corazón para que no lo alejarán de Hanamichi.

- Lo amo – sentenció finalmente Rukawa con la voz clara y la determinación en la mirada.

- Entonces demuéstrelo...

- Ya le dije que no le probraría...

- A mi no!... a Hanamichi... es a él a quien debe convencer... yo ya me di por satisfecha – y tomando su cartera de la silla en donde la habia dejado, se encamino hacia la salida.

Rukawa siguió el andar de la mujer hasta que desaparecio tras las puertas batientes. Luego bajo la mirada hasta su plato, donde el sandwich de atún ya no le parecio la gran cosa. Con un leve empujon de su mano corrió el plato hacia un costado.

- Si no se lo comera, lo haré yo – señalo Sekai tomando el emparedado y comenzando a mascar mientras se sentaba al lado del pelinegro.

- Sírvase – contesto con ironía a la desfachatez del doctor.

- Pero con Hanamichi no le pediré permiso.

- Es un desafío? – siseó molesto y tratando de amedentrar.

- Piense lo que quiera, pero si no soy yo, será cualquiera... Hanamichi es encantador... pretendientes no le faltan.

- Lo sé – bufó con mas rabia aún.

- No sabe nada, es un tonto.

- No me venga a ofender! – un golpe de puño en la mesa atrajó la atencion de toda la cafetería sobre ellos dos. Pero la mirada iracunda de Kaede, les hizo desentenderse de la situación y volver cada quien a lo suyo.

- Liho tiene razón... – continuo hablando el doctor cuando la mirada del pelinegro se volvio a posar en él - Hanamichi no sabe que usted le ama sinceramente... usted se ha encargado de darle una visión erronea de lo que siente por él.

- El mismo sermón que me han dicho todos – bufo con fastidio, cayendo sobre el respaldo de su silla.

- Entonces es más tonto de lo que pensé – espetó con cisaña el doctor.

- Oiga... – pero el agarre por la solapa de parte del doctor, más el tirón para acercarlo al rostro no lo dejo continuar.

- Usted se siente culpable y arrepentido por todo lo que le ha hecho y se siente desesperado al ver como lo trata con indiferencia, además todos le hemos dicho sus errores y aun así le seguimos apoyando... entonces si es realmente un gran tonto al no hacer nada para remediarlo... pero esto no es advertencia, es un últimatum... si no hace algo ahora, me encargaré de alejarlo de Hanamichi para siempre – y arrojándolo con desdén, casi haciéndolo caer de la silla, se retiro, saliendo por las mismas puertas batientes por donde lo hiciera la rubia.

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

El pelirrojo aparentemente dormía.

Estaba solo en la habitación, su amiga Liho se habia retirado hacía menos de diez minutos, cuando una enfermera le previno de que el horario de visita había terminado. Una hora antes, Sekai había venido para el último chequeo del día, aduciendo que ya se hallaba mucho mejor y que para el lunes ya estaría de vuelta en casa. Por lo mismo, le habían quitado la cánula de la nariz.

Poco faltaba para que el sol se escondiera, bien veía la llegada de la noche desde su ventana. Le había dicho a la rubia que dejará las cortinas abiertas para poder contemplar el atardecer.

El ramo de flores que Hanako le pidiera a su padre en la mañana había llegado a media tarde. Ahí estaba el perfecto y hermoso conjunto de flores pequeñas y grandes, descansando en una mesa cerca de la ventana. Todo aquel que entraba a la habitación admiraba tan hermoso arreglo y el detalle de quien se las hubiera enviado.

Un suspiro irrumpio el silencio de la habitación, cuando Hanamichi evoco la imagen del pelinegro.

Se sujeto la cabeza con ambas manos, sacudiéndola de un lado a otro, tratando así de dejar de pensar en él, en lo sucedido entre ambos... dejar de pensar en todo y en nada.

Hasta que el abrir y cerrar de la puerta, le abstrajo de su lucha interna.

Solo pudo visualizar una silueta acercarse a grandes pasos hasta él, por la oscuridad de la habitación.

- Necesito hablar contigo – hablo una voz ronca con desespero latente.

Solo cuando el rostro de Rukawa estuvo a dos palmos del suyo, cayó en cuenta quien era su visitante

Notas finales:

Estaba pronosticado que este capi sería el final, pero pensándolo mejor era tonto que las cagadas de Rukawa tomaran casi cuatro capis del fic y el "ya te perdono todo por que te amo con el alma, asi que vamonos a la cama" fuera en un solo capis. POR FAVOR NI QUE FUERA TELENOVELA.

Así que la lectora que llevo dentro me hizo ver lo absurdo de la idea, y me llevo a alargarla un poco mas, para desarrollar de mejor manera el cómo Kaede se ganará el esquivo coranzoncito de mi monito pelirrojo.  

Se aceptan propuestas... por que ya ven que use lo de darle celos al pelirrojo, aunque muy someramente, pero fue efectivo...jojojojojojojo... este Sekai se las trae

Y lo de que soy mala... sí, lo soy y a mucha honra. muajajajaja!

Un beso a todas y todos. 

Arcas

Hasta el proximo. 


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