Makoto tomó suavemente la barbilla de Haruka, mirándolo con adoración. Haruka no podía apartar los ojos, era tan fácil perderse en las preciosas orbes de Makoto, y al mismo tiempo era su perdición, era sumamente difícil negarse a algo cuando las veía más de lo debido.
Como ahora, que estaba amarrado de forma en que nunca se hubiera imaginado estar, extraños nudos le apretaban en lugares interesantes, y sí, estaba algo incómodo, pero apenas empezaban.
Para Makoto se veía absolutamente sexy y a la vez adorable, aunque para él Haruka siempre se veía adorable. Lo besó con dulzura, conteniendo su emoción por que Haruka accediera a esto, por supuesto sería todo atento y delicado, para que lo disfrutara tanto como él y siguiera diciendo que sí a cada nueva idea para explorar en pareja (aunque no era como si Haruka no tuviera ideas también, que Makoto apoyaba siempre).
A Makoto le había tomado mucha práctica aprender a hacer los nudos, y agradecía que nadie hiciera demasiadas preguntas cuando hacía «prácticas extras» con el muñeco de primeros auxilios en la escuela, pero todo valía la pena al mirar su obra: Haruka atado de tal manera que sólo podía permanecer de rodillas, con las manos firmemente en la espalda, la cuerda roja incluso rodeaba sus genitales a la perfección, no demasiado apretado para lastimarlo pero lo suficientemente firme. Deslizó sus manos por la piel y cuerda y lo masturbó hasta que estuviera duro.
Rodeó a Haruka y contempló el bonito tapón dorado que sobresalía de su entrada. Lo movió un poquito oyendo los deliciosos sonidos que producía Haruka y que ponían ansiosa a su propia erección. Solían usar tapones, especialmente cuando jugaban y Makoto no quería entretenerse en prepararlo después de los juegos previos.
Lo sacó con cuidado y se acomodó detrás, empujó a Haruka haciendo que cayera de cara en la cama, los pies se elevaron al igual que su agujero favorito, sujetó firmemente la cadera y entró sin más preámbulos. Haruka gimió alto y Makoto pudo oír a la cuerda tensarse por los movimientos. Haruka lucha por soltarse para poder aferrarse a las sábanas como acostumbraba y sus ruidos frustrados no hicieron más que excitarlo más. Haruka siempre se retorcía, encogía y estiraba por el placer, provocarle esta restricción era perversamente excitante y le hizo llegar al orgasmo rápido pero satisfactoriamente.
Se vació dentro de su novio y se inclinó sobre él, lo rodeó con un brazo para masturbarlo otra vez, en esta ocasión buscando hacerlo terminar. Con la otra mano lo obligó a alzar la vista, al espejo de cuerpo entero que estaba en la pared, y así poder verse a los ojos de nuevo aunque fuera a través del reflejo. La intensidad en la mirada de Makoto ayudó a que Haruka terminara, la cara orgásmica de Haruka era algo que Makoto odiaba perderse y al verla instintivamente volvió a empujarse dentro de él.
Finalmente la experiencia terminó, Makoto salió y desató a Haruka, besando dulcemente la piel marcada por la cuerda a medida que la liberaba.
Volvió a mirar a Haruka a los ojos y se sonrieron, entonces Makoto supo que podía repetir la experiencia.