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Lo no vivido por Yae

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Notas del capitulo:

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4.- Ser alguien

 

 

Sasuke jamás se consideró bueno para mentir, no con aquella maestría que su hermano mayor parecía exudar cada vez que alguna palabra salía de su detestable boca.

Es por eso que desde que podía “recordar”, siempre le pareció más fácil omitir palabras, ignorar a todo aquel con quien no quisiese interactuar, soltar escasas sílabas que por más mordaces sonasen, fuesen lo que pensaba en aquel instante.

Empaparse en su única motivación para tratar de no volver a forjar lazos con nadie, nunca más…

 

No lo consiguió…

 

Así como no consiguió si quiera cumplir el cometido que lo mantuvo espabilado cada día de su vida, desde aquella noche. Porque no pudo matar a Itachi, porque no fue capaz de materializar sus fantasías de venganza, de regodearse con sus manos embarradas en su sangre mientras le gritaba a su inerte cadáver que “lo había hecho”

No fue solo debido a su debilidad…

Porque no importaron los años en que Sasuke se preparó, en todo lo que tuvo que hacer para conseguir un poco más de poder, para asegurarse de que la próxima vez Itachi no fracturaría uno de sus huesos, que no lo sometería a algún genjutsu de pesadilla que lo enloquecería un poco más… un poco más

 

Sasuke no estuvo a la altura, ya que cuando vio que su hermano se derrumbaba porque había llegado a su límite, lo hizo con una sonrisa.

 

Porque el maldito de Itachi no podía ni siquiera permitirle disfrutar aquella patética victoria, como si necesitara incrementar su insanidad mental aun después de muerto, aun luego de que Sasuke creyó dejar de percibir por completo su respiración. Tuvo que ahogarse en incertidumbre, en dudas del porqué el maniático asesino de todo su clan debía morir sonriéndole así…

Como lo odió por eso.

Debió suponer un último delirio de un lunático que pudo matar mujeres y niños. Sin embargo, allí estaba aquel espejismo de “Madara” abogando por Itachi, soltando una historia fantasiosa que colocó a su hermano mayor como el mártir más detestable que Sasuke llegaría a conocer. El odio arremolinado en su interior pareció sacudirse en todas direcciones, embarrando todo rastro de lucidez que pudiera quedar en su conciencia, Sasuke sintió un dolor tan agudo en su cabeza, que si esta llegaba a explotar le parecería de lo más normal.

 

“Incluso si me odias”

 

Oh y como lo odiaba, Sasuke ya no estaba seguro de si deseaba revivirlo para hundirle sus propios dedos en el pecho, abrir sus costillas para extirpar un maloliente corazón y comprobar con ello si es que Itachi poseía uno. O si deseaba tenerlo en frente para oír de sus propios labios, la razón real que tuvo para lastimarlo tanto…

¿No era más fácil sacarlo de Konoha?

¿Confiar por una vez en que Sasuke le creería?

 

Hubiera preferido vivir en alguna miserable aldea, escondido de todo el mundo, viéndolo quizá una vez al año, pero con la certeza de que Itachi podría matar a todos menos a él, antes que repetir aquel delirante camino que tuvo que recorrer. Pero al parecer, a los ojos de quien decía amarlo, no merecía aquello, no merecía ni el menor ápice de misericordia, tan solo mentiras alimentando su odio durante años por mero placer… porque para alguien que todos elogiaban por su brillante inteligencia… Itachi había escogido el camino más estúpido.

 

Y Sasuke tuvo que vivir con las consecuencias.

 

Así que no, nadie podría pedirle un poco de cordura, cuando fue empujado hasta el límite, cuando lo único que pudo hacer fue odiar todo lo que conocía y desear empapar sus manos con algo de sangre justificada…

Por ello el momento en que el aún vivo cuerpo de Itachi fue puesto delante, Sasuke tembló, quizá de rabia, quizá de dolor…

 

“Es tu elección… sus ojos evitaran tu ceguera”

 

Obito siempre fue demasiado condescendiente con Sasuke y este nunca pudo entender del todo la razón. Pero aprovechó aquella benevolencia cuanto pudo, sería tan fácil arrancar los ojos y dejar que su hermano se desangrase, esta vez reír como el maniático agradeciéndole ser “su nueva luz”. Pero no pudo, dejarlo morir sería demasiado fácil para Itachi, librarlo de todo aquello que torturaría a Sasuke hasta el último de sus días, porque si, Sasuke quería vivir, siempre quiso hacerlo, fue por ello que se aferró desesperadamente a todo lo que pudiese para mantenerse con vida, por más patético que llegase a parecer.

 

Entonces Itachi merecía vivir con todas las culpas, ahogar su conciencia con todo lo que había ocasionado, el mayor tiempo que su tullido cuerpo le pudiese permitir…

Si, quizá aquella sería una buena retribución.

 

Por eso lo protegió hasta que su debilitado cuerpo pudiese mantenerse por sí mismo, oyendo lo poco que tuvo para contarle, para confirmar que lo amaba, que todas sus estúpidas decisiones fueron para protegerlo. Sasuke siguió cuidándolo, incluso después de que la guerra terminara, después de que Kabuto fuese derrotado, sintiendo enferma satisfacción cuando Itachi pareció llegar de nuevo al límite de sus fuerzas, mostrando lo que siempre quiso ver, un vulnerable shinobi que su espada podría atravesar con facilidad.

 

¿Usaría el sussano para defenderse? Esta vez Sasuke también contaría con uno.

 

Fue después de la guerra que Sasuke sintió a su conciencia reactivarse, luego de que Naruto fuese su último objetivo, agradeciendo en lo profundo de su ser el no haber sido capaz de derrotarlo, porque fue por ello que pudo empujar un poco más hondo las olas de odio y demencia dispuestas a comerse todo lo que quedaba de él. Siendo capaz de regresar a Konoha con su moribundo hermano a cuestas, plantarse delante de Tsunade y con la ayuda de Naruto pedirle que lo mantuviese con vida, accediendo mansamente a ser encarcelado solo para complacer a esos detestables ancianos, que gustoso degollaría sin tan solo le presentaban la oportunidad.

 

Le dijeron entonces que Itachi también estaba en prisión, que ambos debían responder por sus crímenes. Sasuke quiso soltarse a reír como un enfermo, pero la presencia de Naruto lo detuvo, ver como esa persona intercedía a favor de ambos reactivó la culpa en sus resquebrajados huesos, tanto como para aceptar lo que le proponían.

 

“Todo lo que aceptes te favorecerá a ti y a Itachi, queremos sacarlos de aquí”

 

Entonces Tsunade le propuso terapia, como si ella pudiese leer algo en sus ojos, quizá las evidentes pesadillas que lo asolaban, en las que revivía la masacre de su clan y despertaba con el ferviente deseo de degollar a Itachi, clavarle a chokuto en todo el cuerpo hasta que la sangre salpicara las paredes como una vez pintaron la sala de su casa. O los instantes enfermizos en que deseaba saltar a su cobijo, como un borrego herido esperando las caricias de su hermano mayor, como el niño desolado que hace años dejó.

 

Sasuke accedió, no solo porque deseaba sacarlos a ambos de prisión, fue porque necesitaba que aquella negra flama que no parecía extinguirse en su interior fuera aplacada lo más posible. Detestaría convertirse en lo que Itachi quiso convertirlo.

 

Cuando lo pusieron en aquel consultorio tuvo que agradecer que esa persona no fuese de Konoha, que se tomasen la molestia de buscar a alguien de alguna alejada aldea, con afán de hacerlo sentir mejor.

Funcionó.

Pudo prestar la suficiente atención para no ignorar o mofarse de las alternativas que le propusieron, sin embargo, el considerar crear una lista de personas a quienes compensar fue descartado de inmediato.

 

“Cosas simples, puedes cuidar una planta o una mascota, necesitas nuevas metas. Así sean ínfimas”

 

Sasuke no quería tener que velar por el bienestar de otro, por el momento, arrastrarse una vez por día para asegurarse de que su hermano estaba vivo y que continuaría de esa forma y hablar con Naruto ya requería demasiada de su energía. Tampoco se creía capaz de cuidar de un brote, aunque el pequeño tomatero captó algo de su atención en el mercado. No se sorprendió cuando fuese Naruto quien colocase la maseta en frente de su puerta al anochecer.

 

Naruto…

 

El inquebrantable lazo que lo mantuvo a flote así no quisiera, la mayor parte del tiempo Sasuke detestaba deberle tanto, una infinita deuda que no pagaría nunca. Naruto era magnifico para convertirse en alguien primordial para cualquiera, sus exasperantes palabras y desinteresadas acciones podían fácilmente transformarse en motor de quien sea. Sasuke lo sabía, una sana manera de motivación que funcionaba muy bien y ante la que jamás podría volver a levantar su espada con odio.

 

Pero no podría jamás hacer lo mismo por nadie, así que cuando visitaba a Itachi y veía en su deplorable estado, las ansias por morir. Una parte de Sasuke deseaba cumplir aquel deseo, la otra parte más presente con el paso de los días, se colocaba cínicamente como razón para atarlo a esta vida, Itachi le debía tanto y era consciente de ello y a diferencia de Sasuke, haría lo que se le pidiera para saldar aquel pago. Un sobreentendido “te quiero vivo, vas a estar vivo hasta que yo decida lo contrario” flotando en el aire cada vez que hablaban. Habría momentos en los que desearía apartarlo del todo, que Itachi pudiese hallar otra motivación que lo forzara a estar vivo…

Quizá… 

Quizá…

 

Con el paso de los días, sus pensamientos fueron ordenándose, los deseos por lastimar y el odio, apagándose lentamente.

Podía escuchar a su hermano y pasar más tiempo a su lado sin sentir aquel delirante eco susurrándole, sin sentir que perdería los estribos que obligarían a Kakashi a regresarlos a prisión. Itachi saturaba su débil organismo con fármacos para cicatrizar cada monstruosa herida y cubrir cada fea lesión…

Y Sasuke…

Sasuke solo necesitaba dopar la parte más ennegrecida de sí mismo, hasta que pudiese controlarla por completo.

 

Solo una vez preguntó si su hermano también recibía aquellas terapias, si toda la sangre Uchiha en sus manos merecía al menos algo de su atención como para turbar su semblante.

 

“No me dieron la orden” ella dijo con simpleza, pasando del asunto que, aunque la mayoría de lo que discutieran fuera su rencor hacia Itachi. Porque Sasuke no estaba obligado a ser comprensivo, a perdonar por magnánima superioridad.

Itachi pudo haber pedido perdón, pero eso no significaba que se lo concedería.

 

Cuando al fin pudieron vivir juntos Sasuke disfrutaría los altibajos de su hermano, como no podría dormir sin sobresaltarse ante cualquier ruido, como si no pudiese distinguir el riesgo, aunque no lo creía posible. Sasuke no tenía aquel problema, años cuidando cada instante de guardia baja para que una serpiente no aprovechase su cercanía y terminase por perderlo todo, lo habían adiestrado a la perfección para reaccionar cuando era necesario. Así que podía despertar en medio de la noche y oír a su hermano deshacerse en arcadas en el baño.

 

No lo deseaba muerto, así que en silencio dejaba alguna píldora y un vaso de agua para cuando este saliera. Sasuke ya no estaba seguro de lo que deseaba, a veces se sentía sofocado con su sola presencia y en ocasiones anhelando poder recomponer algo de su fracturada hermandad.

Es entonces que Naruto los visitaba, aligerando el ambiente y permitiendo que ambos pudiesen llevarse algo mejor…

Nunca se lo diría…

Pero Sasuke agradecía cada una de sus visitas.

Y esperaba que Itachi también las agradeciera, que su roto hermano mayor pudiese mostrar algo más que hipócrita cortesía.

Sasuke debía presentarse a la aldea con frecuencia, para continuar con su tratamiento y para recolectar la medicación de su hermano, así que cuando se le dio la oportunidad de retomar su vida shinobi y salir a esa misión… se negó de inmediato, no podría abandonar a Itachi y contar con que siguiese vivo al regresar. Pero fue claro que cuando él aceptó acompañarlo, que el plan de quien idease todo eso, estaba funcionando…

 

“Si quieres mi opinión, creo que es algo totalmente político”

Fue de lo último que habló con la terapeuta antes de dejarle la pequeña planta de tomates a su cuidado, tendría a Naruto incordiándolo todo el día si es que al regresar solo quedaban tomates secos y marchitos.

 

Aún consciente del peligro de aceptar aquella misión se sintió satisfecho de poder al fin contarle a Itachi pocas de sus preocupaciones, y la molestia que le producía ese tipo de control, de vigilancia.

Aquel fue un gran avance.

Sasuke se sabía progresando, recomponiendo su vida para que en el momento que lo necesitara, pudiese proteger sin temor lo que le importaba.

 

Su cerebro y su conciencia tratando de mantenerse y funcionar al unísono otra vez. Quizá por ello reaccionaba irritado cuando percibía a Itachi en un constante estado famélico, Sasuke estaba apostando todo para mejorar y lo estaba consiguiendo… 

Pero Itachi…

Había días en los que parecía más una marioneta desprolija, a la que era necesario imbuir energía vital para que actuase como un ser vivo.

 

Y Sasuke no sabía cómo hacerlo.

 

Así que, si lo pensaba bien, quizá era menester que Naruto se mantuviese cerca, porque si Sasuke debía ser honesto, al rubio se le daba de manera muy natural el relacionarse con otros. Tal vez… tal vez…

Luego de un viaje poco interesante y demasiado lento, hubieron llegado a aquel pequeño poblado en construcción… oh, Kakashi había sido un completo desgraciado para llevarlos a realizar trabajo manual. Aquello pudo ser lo de menos, fueron los ANBUS sin embargo, los que despertaron toda su desconfianza, no es como si pudiese confiar con facilidad en alguien.

Algo irritante había en la mirada de la mujer, nada parecido a lo que percibía en Sakura o Karin.

Molestia, quizá.

Poco hábil se mostraba para disimularlo a diferencia del sujeto, de quien no conseguía adivinar las intenciones. Así que Sasuke les devolvió la vigilancia, tomando nota mental de todo lo que hacían, de los momentos en que “desaparecían” por completo… o al menos lo intentaban. Pudo hallarles enviando mensajes de manera repetida a través de aves pequeñas, resultaría sencillo interceptarlas, pero no deseaba darle motivos a nadie en Konoha para que enviasen a más ninjas de los que ya estaban apostados en las afueras del poblado.

Tampoco es que Itachi o él estuviesen haciendo algo que pudiese considerarse… peligroso.

 

 

 

—¿A dónde iras?

—Solo necesito revisar los alrededores, ayer vi a unos sujetos sospechosos cerca de la entrada oeste —resopló explicando a Naruto, intentando persuadir al otro de que no quisiese perseguirlo.

—¿Solo eso? —hizo otra pregunta, viéndole de soslayo. Naruto se hallaba a unos pasos, de pie apoyado contra un árbol y de brazos cruzados.

Sasuke no respondió, solo chasqueó la lengua, seguro de que entendería que no iba a contestarle así insistiera.

—¿Puedes recoger a Itachi? Ya casi es medio día.

Entonces usó a su hermano, no sería la primera vez que de manera tacita solicitase ayuda para aquello, en los momentos en que Sasuke se sintiese agotado y tuviese que relegar una ilusoria responsabilidad a alguien más…

Como si se tratase de una mascota…

Su estómago se revolvió…

—De acuerdo —Naruto habló bajo— pero si no estas allí para cuando lleguemos, iré a buscarte dattebayo.

 

 

Aquel primer día pudo escabullirse por momentos, deambular memorizando la ubicación de los refuerzos ANBUS, sin necesidad de tener que alejarse demasiado pudo darse una idea aproximada de aquellos.

Los días siguientes dejó pasar tanto como pudo, concentrarse en el cultivo que debía labrar, en interactuar lo menos posible, apostando a que nadie lo reconocería, porque los alias inventados por Naruto ya eran demasiado ridículos como para acompañarlos con algún tipo de disfraz. Sasuke se mantuvo tan centrado como le era posible, pese a que los nudillos picaran de tanto en tanto, o solo desease vociferar en contra de su hermano. Pretender serenidad era demasiado difícil cuando aquellos dos pares de ojos solo conseguían exasperarlo.

Ojos…

Puede que por eso cuando Itachi mencionó que podría cederle aquel único ojo que conservaba, Sasuke estuvo tentado a gritar y reclamar nuevamente, pero haciendo acopio de todo lo que estaba aprendiendo, se negó del modo más considerado que pudo. Oh, su hermano era sin duda exasperante sin proponérselo y no en una manera que Sasuke pudiese lidiar.

Tan distinto a cuando Naruto lo llegaba a irritar.

 

 

 

Sasuke se consideraba paciente, lo suficiente como para esperar ocho años hasta acumular el mayor poder posible, pese a innumerables fracasos. Sin embargo, aquella paciencia palidecía cuando se trataba de Itachi, tan despreocupado por su propio bienestar que conseguía enervarlo, una sensación muy distinta a cuando Naruto lo incordiase con comentarios bobos y acciones aún más bobas.

Y no tenía idea de cómo definirlo.

No quería llamarlo odio, de hacerlo era como admitir que todo su esfuerzo en esos meses estaba resultando infructuoso y no era así. No odiaba a Itachi… ya no… tal vez nunca lo hizo en verdad.

—A la más grande voy a ponerle Cuca´ttebayo.

Solía envidiar a Naruto, sin atreverse a decirlo, como podía ignorar la vigilancia de los ANBUS que también recaía en él. Pretender que la guerra fue como un cierre definitivo de tragedias, que nada malo debería suceder de nuevo, Sasuke lo observaba con desinterés fingido, como el rubio aquel escogía a tres gallinas en ese pequeño negocio. Con intenciones claras de comprarlas y criarlas quien sabe dónde.

—Si vas a terminar comiéndotelas, no veo porque nombrarlas —dijo casi en un susurro— solo hará que te encariñes con ellas.

—Oh, pero si los nombres funcionan bien. ¿Qué de malo tiene encariñarse, teme? —

Sasuke rodó los ojos ante la evidente provocación, si Naruto quería convertirse en granjero bien podía comprar vacas y cerdos también. Montarse un zoológico si prefería, así que cuando el rubio llevaba en manos una caja con las tres gallinas elegidas y estas revolotearon picoteándolo y escapando, Sasuke sonrió satisfecho.

—Eres estupendo para cuidar animales.

—¡Podrías ayudarme! —se quejaba haciendo malabares con la caja en donde apenas una gallina aún se mantenía dentro —¡Clarisse, Gertrude, vuelvan aquí dattebayo!

En vano extendió sus manos, un par de gallinas huyeron entre las callejuelas ante la mirada extrañada de algunos transeúntes. Naruto permaneció con el cabello lleno de plumas y soltando un hondo suspiro.

—¿No iras por ellas? —cuestionó, Sasuke no creía que fuese a dejar a las aves y más cuando ya les había escogido nombres tan cuestionables.

—¡Claro que sí! ¡Cuida a Cuca!

Quiso entregarle la caja con la última gallina, pero Sasuke dio un pequeño y elegante salto hacia atrás. No iba a quedarse vigilando la cena.

—¡Sasuke! —le reclamó adivinando sus intenciones.

—Buena suerte.

Y no dijo más, alejándose en un par de brincos e ignorando los reclamos de Naruto que aun llegaron a sus oídos. Sasuke no iba a regresar, porque estaba seguro de que ambos ANBUS no estaban en la pensión donde se supone aguardarían con la cena caliente como un par de amas de casa cariñosas. En pocos movimientos precisos logró salir de la aldea, asegurándose de que su firma de chakra fuera lo menor baja posible. Así que tuvo que caminar, atento a cualquier emboscada donde un grupo de ANBUS aparecerían y lo interrogarían por su salida.

No obstante, por más que caminó no halló nada, el pequeño grupo que se supone aguardaba a las afueras como refuerzo no parecía haberse movido de su ubicación, así que Sasuke se detuvo. Una leve sensación de sentir estar errando lo hizo devolverse algunos pasos, lo más seguro es que hubiese alguna barrera puesta a cierta distancia del poblado, algo bastante sutil que los delataría si rebasaban su “límite”.

Entonces decidió regresar, tan solo caminando. Si los ANBUS no se habían movido pese a su salida imprevista del poblado, debía encontrar otra manera de extender aquel linde sin que sospecharan.

 

 

Aquella noche descubrió que era más sencillo hablar con su hermano en penumbras, dejarse guiar solo por el sonido, con una opaca imagen delante, podía sentir algo más de química, incluso hasta poder dejarse caer sobre sus piernas, aguardando por una caricia… que nunca llegó. Itachi aun incapaz de coordinar deseos y acciones.

Probablemente porque todavía estuviese demasiado perdido en los recovecos enlodados de lo que quedase de su conciencia.

Y Sasuke no pidió más.

No tendría por qué hacerlo, ya era demasiado codicioso con cualquier muestra de afecto dada como para exigirla de otra persona, de otra persona…

 

 

.

 

—¿Fue un paseo divertido?

Elevó sus negros ojos ante la pregunta hecha por ella, Arisa sonreía en tanto lo observaba desde el otro lado de la mesa, bastante temprano se había levantado esa mañana, obviamente por el afán de hallarlo a solas antes de que Naruto e Itachi bajaran a desayunar.

—Divertido —respondió parco, volviendo a ignorarla, si ella deseaba algún tipo de confrontación debería ser más directa.

—Por favor, no lo vuelvas a hacer. No quiero tener que informarlo —siguió sonriendo dulce, al menos intentándolo, inclinándose un poco sobre el kotatsu para que Sasuke no pudiese ignorar su gesto.

—Entonces hazlo.

No fue un desafío, simplemente Sasuke le facilitaría lo que ella quisiese usar de amenaza, como si un absurdo informe pudiese detenerlo de querer en realidad marcharse de allí.

Ni Naruto lo detendría llegado el caso…

La mujer afiló la mirada, torciendo su suave sonrisa, parecía a punto de rebatir, sin llegar a hacerlo cuando Naruto apareció. Quizá debería aclarar algo con ella, era demasiado evidente que su molestia estaba parcializando la misión que la trajo aquí.

 

Un ninja poco útil en opinión de Sasuke, así que aquel día no salió del lugar, le dijo a Naruto que se encargaría de construir un gallinero para la única ave que había llegado, ver rondar a esa gallina y picotear cerca de la habitación de Itachi supuso sería molesto.

Y era una buena excusa.

La mañana pasó de manera tan monótona que fue arrepintiéndose de su decisión, la kunoichi ni siquiera había salido de la cocina, donde al parecer estaba tomándose todo el tiempo del mundo para preparar la comida, Sasuke creyó que lo increparía en cuanto estuvieran solos, al parecer la ausencia del otro ninja era la razón. Ni el hecho de que fuese de manera deliberada a buscar agua hizo que ella voltease en su dirección.

Un vistazo fugaz a las ollas en cocción, fue lo único que consiguió un diminuto respingo por parte de ella.

Oh, Sasuke se encargaría de deshacer la amenaza con total justificación y al instante de tan solo encontrar el más mínimo rastro de algo que no debería estar en los alimentos. No serían tan estúpidos como para darle aquel margen de maniobra y más estando Naruto junto a su enorme apetito también allí. Salió de nuevo al jardín donde su precario gallinero aún se veía demasiado incompleto, de todos modos, nunca había hecho uno y el emplear un solo brazo retrasaba todo el proceso.

Chasqueó la lengua.

Desafortunadamente no tuvo tiempo de seguir evaluando su creación cuando un clon de sombra llegó a toda prisa y sin la menor intención de ser sutil. Sasuke frunció el ceño cuando los ojos azules que estaban en frente se vieron bastante preocupados.

 

 

.

Notas finales:

Saludos, muchas gracias por el apoyo. Ya tenía este capitulo avanzado hace mucho y pude completarlo la semana pasada.

Espero les haya resultado interesante, cuídense mucho.


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