Los labios de Ryo terminaban siendo la mejor recompensa al final del día.
Y aquel viernes por la tarde no sería la excepción.
Es más, ese día sus labios sabía más deliciosos de costumbre. ¿Habrá sido el zumo de fresa que se bebió previo al entrenamiento o la dulzura del ambiente que se creó tras esa empalagosa confesión?
Aomine no le importaba la respuesta, él seguía atacando esos rosados labios sin piedad.
Importándole poco que se hallaran en el gimnasio de la escuela, con todos sus compañeros de equipo y el entrenador mirándolos.
A Harasawa ya no le importaba nada de lo que hiciera Aomine siempre y cuando no fuera dentro de la cancha.
En cambio, Wakamatsu...
—¡DEJA A SAKURAI EN PAZ, AOMINE!
Dicho grito fue acompañado por un balón directo a la cabeza del susodicho. El impactó en los azules cabellos ocasionó que el beso se acabara. Sakurai agradeció, pues Aomine había comenzado a meter los dientes y la lengua a la ecuación.
Y eso lo prendía demasiado.
—¡Aomine-san!, ¿está bien?
Aomine tenía la cabeza inclinada de lado, en el fondo del escenario rebotaba la pelota siendo eso y la pregunta del escolta lo único que se escuchó en el gimnasio.
Los metiches del equipo hasta habían parado el entrenamiento cuando Wakamatsu ventiló su intimidad nada privada.
Sakurai sintió las manos de Aomine tomarle de la cintura y fue apartado del moreno regazo hasta el frío suelo.
Wakamatsu sintió la mirada de pésame por parte de Momoi y Sakurai cuando Aomine pasó a un lado de este último, en silencio, hacia el capitán.
Wakamatsu se encogió de hombros, fingiendo que le daba igual la mirada aterradora que tenía el As.
Todo sea por proteger la virginidad de Sakurai.
Si la seguía teniendo.
POR NORMA DE LA PÁGINA SE DUPLICA EL CONTENIDO
Los labios de Ryo terminaban siendo la mejor recompensa al final del día.
Y aquel viernes por la tarde no sería la excepción.
Es más, ese día sus labios sabía más deliciosos de costumbre. ¿Habrá sido el zumo de fresa que se bebió previo al entrenamiento o la dulzura del ambiente que se creó tras esa empalagosa confesión?
Aomine no le importaba la respuesta, él seguía atacando esos rosados labios sin piedad.
Importándole poco que se hallaran en el gimnasio de la escuela, con todos sus compañeros de equipo y el entrenador mirándolos.
A Harasawa ya no le importaba nada de lo que hiciera Aomine siempre y cuando no fuera dentro de la cancha.
En cambio, Wakamatsu...
—¡DEJA A SAKURAI EN PAZ, AOMINE!
Dicho grito fue acompañado por un balón directo a la cabeza del susodicho. El impactó en los azules cabellos ocasionó que el beso se acabara. Sakurai agradeció, pues Aomine había comenzado a meter los dientes y la lengua a la ecuación.
Y eso lo prendía demasiado.
—¡Aomine-san!, ¿está bien?
Aomine tenía la cabeza inclinada de lado, en el fondo del escenario rebotaba la pelota siendo eso y la pregunta del escolta lo único que se escuchó en el gimnasio.
Los metiches del equipo hasta habían parado el entrenamiento cuando Wakamatsu ventiló su intimidad nada privada.
Sakurai sintió las manos de Aomine tomarle de la cintura y fue apartado del moreno regazo hasta el frío suelo.
Wakamatsu sintió la mirada de pésame por parte de Momoi y Sakurai cuando Aomine pasó a un lado de este último, en silencio, hacia el capitán.
Wakamatsu se encogió de hombros, fingiendo que le daba igual la mirada aterradora que tenía el As.
Todo sea por proteger la virginidad de Sakurai.
Si la seguía teniendo.