—Debes colocarlo así —dijo un castaño, usando sus manos para acomodar el pequeño aparato de la forma adecuada por encima de la bata de hospital —. Asegúrate que el pezón esté en el lugar correcto, sino solo te dolerá al prenderlo.
Tatsuya asintió y tomó el pequeño aparatito para inspeccionarlo. Ya lo había hecho cuando Ryō se lo dio, pero quería asegurarse de que estaba entendiendo del todo la explicación.
Era su segundo día de estancia hospitalaria y Ryō le acompañaba en ese momento con la excusa de enseñarle a usar un extractor de leche.
—¿Estás seguro de que puedo quedármelo? Nosotros tenemos uno en casa.
Su madre, suegra y hermana de Atsushi se encargaron de llenarlos de artículos para bebés nomás se enteraron de su embarazo. Agradecía mucho el gesto del chico, pero realmente no necesitaban un extractor de leche más, Atsushi regresaría por la tarde con el que compraron.
Pero Ryō negó y luego le vio con esa sonrisa tan maternal que siempre había tenido.
—Por favor, tómenlo como un regalo.
Tatsuya terminó aceptando, el castaño ya había tomado una decisión y, aunque le rogara, no aceptaría el extractor de vuelta.
Ryō sonrió victorioso tras el suspiro de resignación del azabache.
—Intentaré colocármelo, ya siento que me duelen los pechos.
—Avísame si necesitas algo, estaré fuera.
Tatsuya le sonrió mientras se colocaba el extracto por debajo del sujetador especial, siguiendo los pasos que antes le habían dado. Ryō salió de la habitación, dándole su espacio.
El día anterior, después de que Aomine y Kise regresaran con los dulces, las cosas comenzaron a mejorar.
Murasakibara comenzó a comer. Aunque fue una cantidad pequeña de dulces, fueron suficientes para que el titán tuviera algo en el estómago. Estaba más tranquilo después de la charla con Akashi, tanto que volvió a jugar con Yoshiki a ratos.
Aomine tenía razón cuando dijo que Akashi sabía tratar al centro de Yosen. Con solo verlo se sintió en un lugar seguro para abrirse, para llorar. Akashi representaba un pilar importante en la vida de Murasakibara, fungiendo como apoyo moral a falta de Tatsuya.
A las horas, Kazunari salió junto con Midorima del quirófano. La sangre en sus batas desechables azules había preocupado a todos, pero después de que Midorima le dijera al preocupado padre que ambos estaban bien un suspiro de alivio de oyó entre los milagros.
Y Murasakibara volvió a su brillo usual.
Aun debía esperar algunas horas para ver a Tatsuya, pues la anestesia debía pasar para subirlo a su habitación, pero Kazunari le indicó que su bebé estaba camino a los cuneros patológicos para estar en observación y si quería podía llevarlo a conocerlo.
Se despidieron de Murasakibara por la noche, volviendo a sus hogares con un peso menos encima.
Daiki estuvo particularmente amoroso por la noche, pero no era quien para quejarse de sus mimos y besos.
Al día siguiente Murasakibara compartió una foto del para nada pequeño Atsuya por el chat grupal de los milagros. Daiki, totalmente emocionado, le mostró al enorme bebé encerrado en una cunita de cristal.
Murasakibara solo había puesto como comentario:Bebéchin dice hola.
A medio día se organizó con las otras madres para visitar a Tatsuya. Como Yukio fue el primero, Ryō tomaría el rol del medio día. Yoshiki visitaría a Kōta en el hogar de los Kise hasta que Murasakibara llegase.
Por eso estaba ahí, esperando a que Tatsuya se colocara el extractor que le regaló. Un pequeño halcón le había dicho que Atsuya necesitaría leche y su madre no tenía extractor que usar. Atsushi llegaría tarde y el recién nacido no podía estar tanto sin leche materna.
No le dolía despegarse de sus cosas si eso ayudaba a alguien.
Escuchó por la puerta a Tatsuya gritar y regresó a la habitación.
—¿Te duele? —preguntó al ver las caras de incomodidad del otro.
—Solo se siente raro.
Rio. Entendía esa incomodidad. Las primeras veces que Ryō tuvo que usarlo también se sentía incómodo, era como tener a dos pequeños Daiki succionando y apretando sus pechos durante horas. Al final de la extracción se su espalda se sentía mejor y Yoshiki podía tener leche materna cuando no estaba con él.
Y el pervertido de su esposo se entristecía al ver pechos ya ordeñados por una estúpida máquina.
Tatsuya se acomodó en la camilla con cuidado, procurando no mover mucho la reciente herida de la cesárea en su vientre. Ryō le ayudó acomodando la almohada y las sábanas, cubriendo su pecho.
—Gracias, Ryō.
—No es nada, Tatsuya-san, es un regalo que Daiki y yo queríamos hacerle —comentó, de verdad les hacía ilusión, per Tatsuya negó suavemente y tomó la mano del castaño entre las suyas.
—No me refiero a eso —parpadeó confundido, ¿a qué se refería entonces? Los ojos azabaches de Tatsuya recorrieron la habitación, prestando atención cuidado a la bolsa de regalo del sofá, donde le habían traído los extractores —. Gracias por estar aquí para nosotros, para Atsushi.
—¿Huh?
Murasakibara le había pedido no decir nada de la platica que tuvieron con Akashi para no preocupar de más a Tatsuya y Ryō obedeció. No necesitaba que se lo pidieran, entendía que había situaciones que era mejor mantenerlas en secreto para el bienestar del otro.
Guardó el secreto por Murasakibara y por su amigo Tatsuya, pues no sabría qué diría él de que el pelirrojo animó a su esposo.
Sin embargo, de alguna forma Tatsuya estaba consciente de que algo había pasado. Miraba a Ryō con cariño, con agradecimiento.
—Atsushi es como un niño pequeño —dijo Tatsuya, aun con las manos de Ryō entre las suyas —, cuando me vio sangrar estuvo muy asustado y lloró camino al hospital. Por un momento pensé que él también tendría que entrar a urgencias por una crisis de ansiedad.
—Todos estábamos muy preocupados —acarició los negros cabellos de Tatsuya. No le sorprendía en nada que el titán hubiera llorado en el momento, en la sala de espera solo trataba de hacerse el fuerte ante los demás —, sabíamos que tu embarazo era riesgoso, pero jamás imaginábamos que terminaría así —Tatsuya le sonrió entristecido, temblando bajo su tacto, y le miró con ironía —¿Tú… sí?
—Shintarō me lo dijo en una cita a la que fui solo. Atsuya es un bebé grande, mientras más se acercara la fecha de parto más riesgo había de que fuera prematuro.
Tatsuya lo sabía. Su embarazo no sería nada sencillo, tendrían muchos problemas, pero no le importaba. Desde que supo que serían padres la idea se implantó en su corazón con fuerza, haciendo raíces en vez de venas. Quería tener un hijo de ambos, un hijo que representara todo el amor que le tenía a Atsushi.
El castaño, sorprendido, apretó con fuerza el agarre con Tatsuya. Ahora entendía porque Tatsuya solo sonreía cuando Kōki mencionaba que sus hijos nacerían por los mismos días, que incluso podían compartir habitaciones y cunas. Sonreía y se quedaba callado, pues eso no pasaría.
—No quería preocupar a nadie ni que me trataran diferente —continuó —, hasta que Shintarō tuvo que diagnosticarme como alto riesgo y me quedé encerrado en cama, preocupándolos a todos —un gracioso recuerdo del médico regañándolo le hizo reír.
Cada que iba a consulta, Midorima le regalaba su Lucky Item del día para que lo cuidara. Tatsuya lo recibía con gusto, como muestra de afecto de su parte. Cuando lo diagnosticó, Midorima le había dado dos Lucky Item, el suyo habitual y el de Libra, para Murasakibara. Estuvo 30 minutos enlistándole los cuidados que debería tener a partir de ese momento y otros diez restringiéndole comidas y actividades. Se veían tan enojado que fue inevitable no reírse. Entonces Tatsuya recalcó su preocupación y Midorima solo respondió:
“Odio cuando la gente que quiero no se cuida lo suficiente.”
Después de eso se sonrojó e hizo como si nada hubiera pasado.
¿Cómo no se iban a preocupar? Desde preparatoria Himuro había sido como un hermano mayor para todos, no solo para Kagami.
Recordó las incontables reuniones que tenían los milagros donde Kasamatsu y Himuro tomaban el papel de padres y cuidaban de los demás con cariño. Las veces en las que ellos, las parejas de los milagros, se reunían a pasar el rato y los azabaches procuraban el bienestar de todos como prioridad.
Cuando Furihata se enfermó en un campamento de Seirin y Yosen en Akita y Himuro se quedó cuidándolo la mayor parte del tiempo.
Cuando Kagami inició su entrenamiento de bombero y el primer día su hermano el acompañó para tranquilizar sus nervios.
El día en que Takao, durante una reunión, se quedó dormido en el hombro de Himuro y él, mientras contaba que estaba post guardia, lo acomodaba en sus piernas para dejarlo más cómodo.
O cuando acompañó a Kasamatsu durante su estadía en Akita para una investigación de campo para una materia de su universidad y le recibió en su hogar para que durmiera.
Incluso a él, que le dio todo su apoyo cuando mencionó que quería abrir una cafetería. Le ayudó con el proyecto, fue su empleado durante los primeros días y, cuando se vio necesitado de personal, recomendó al hijo de Alex, Araki-kun, como elemento.
Tatsuya se veía triste, pero profundamente agradecido con todos los gestos de amabilidad de sus amigos. Hubiera querido que fuera diferente, que en vez de asustar a todos con una emergencia recibieran a su bebé con alegría y emoción, no con alivio.
Sin embargo, que Ryō estuviera parado a su lado acariciando sus cabellos con esa actitud tan dulce que siempre había tenido lo reconfortaba.
—Aunque no lo quieras, Tatsuya-san, siempre nos vamos a preocupar por ti —sonrió, y rápidamente se corrigió —, por todos.
Los ojos de Ryō siempre habían sido tímidos, llorosos. Tatsuya se sintió viejo al verlos ahora con confianza y seguros, pero jamás perdiendo su brillo especial.
La puerta de la habitación siendo abierta les interrumpió. Murasakibara entraba cargando una maleta con ropa y cosas para el bebé, un peluche de osito blanco y un hermoso ramo de lirios blancos. Todas esas cosas quedaron el suelo cuando sus miradas se cruzaron, haciendo que el titán corriera a un lado de Tatsuya para abrazarlo.
Tatsuya lo recibió en sus brazos, ignorando el punzante dolor de su vientre por el impacto. No le importaba, tener a su pequeño gigante con él aliviaba cualquier dolor.
Ryō se apartó, recogió las cosas y las dejó en el sofá antes de tomar las suyas.
—¡Tat-chin, te extrañé!
Pasó por enfrente de la cama del azabache, despidiéndose en silencio, y abandonó la habitación escuchando como Tatsuya calmaba a su niño favorito. Ese que estaba por encima del pequeño Ryō y el pequeño Kōki, incluso por encima de Taiga.
Cuando bajaba a la recepción tomó su teléfono y buscó el contacto de cierto capitán.
“¿Podemos vernos todos en casa de Kōki-san?”