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Pan con Limón por arcasdrea

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Notas del capitulo: Disfruten de la lectura tanto como yo al escribirlo, porque créanme que quedé con desestabilidad emocional después de todo esto.

De repente el sonido del timbre atrajó la atención de todos en la casa, incluso Neko había dejado de ladrar.

- Yo abro Hanako – señalo Rukawa, indicando con un gesto de mano a la niña que tomará del collar al perro, pues era muy dado a lanzarse encima de extraños y por la reacción de hace solo unos segundos era lógico que estaba nervioso y tal vez lo intentaría.

Se encontró de frente con Hanamichi al abrir la puerta, por lo que quedó pasmado con el picaporte en la mano. Ni siquiera se dio cuenta que detrás de él estaban Liho y Sekai sonriendo de manera tonta.

Por su parte el pelirrojo, tenía las manos en los bolsillos y rehuía la mirada del pelinegro. Evidentemente estaba nervioso y algo ansioso por lo que iba a hacer.

- Sa.ku.ra.gi... – balbuceo Kaede cuando logro sobreponerse de su sorpresa.

- Buenas noches... – contesto éste con la voz baja y timida. Cuando alzo por un instante la vista, vio el conjunto de malestas que reposaba a un costado de la puerta de entrada, por lo que un escalofrio recorrio su espalda.

Rukawa no entendio cómo, pero en cosas de segundos Hanamichi lo arrastraba escaleras arriba, jalándolo de un brazo, escuchando detrás los gritos de Hika, Sekai, Hanako, Liho y los ladridos de Neko. Tampoco fue conciente de cuando Hana lo metio dentro de la primera habitación que vio y que resulto ser la de su hija, cerrar la puerta con seguro, para luego arrojarlo sobre la cama y montarsele encima.

- ¡¿Qué mierda haces Sakuragi?! – le grito a como le era costumbre reaccionar cuando peleaban en preparatoria. Y los que estaban detrás de la puerta más golpearon la puerta y gritaron exigiendo que les abriera, pensando por obviedad que el pelirrojo reaccionaría de forma violenta contra Rukawa.

- No te vayas... – el pelinegro se detuvo de todos sus retorcijones para intentar liberarse del agarre del pelirrojo y para poner mas atencion a los murmullos que decía éste y saber que si lo que creyó oir era verdad... ¿le estaba pidiendo que no se fuera?

- Sakuragi...

- No te vayas... kitsune... – Hana temblaba ligeramente, pero respirando hondo, finalmente se armo de valor para decirle lo que tanto había esperado - ¡No te vayas maldito Kitsune!

Liho y Sekai se golpearon la frente al escuchar semejante grito por parte de su amigo, mientras Hika alzaba una ceja y Hanako movía la cabeza desaprovatoriamente.

- ¡A eso llamas una declaración, cabezota! – gritó Liho al tiempo que golpeaba la puerta para atraer la atencion de los de adentro – ¡Hazlo decentemente, pelirrojo idiota!

Iba a seguir golpeando, cuando la puerta se abrió abruptamente para dar paso a un apresurado Sakuragi que iba con la cabeza gacha para no mirar a ni uno de los espectadores del pasillo.

- ¿A dónde vas tú? – Sekai tomó su brazo para detenerlo.

- No puedo... – murmuro apenas, tanto que Sekai debió acercar su oreja a la boca.

- Habla más fuerte... no te escuché bien.

- ¡Dije que no puedo! – grito con rabia, mostrando que estaba sonrojado hasta las orejas cuando levanto la cara - ¡No puedo decirle que lo amo!.

- Pues acaba de informarlo a todos los vecinos, genio – acotó Hika con tono sarcástico.

- ¡Aquí están las llaves! – informaba Nadeshko, la nana de los Rukawa, que venía apareciendo por el umbral del pasillo.

- ¡Métanlo dentro! - ordenó Hanako, apareciendo detrás de la mujer. La niña se había ausentado de escena durante la discusión del pelirrojo con sus amigos, para ir por las llaves de las habitaciones, pues se le había ocurrido un plan.

Sekai, Hika y Liho obedecieron en automático, cada quien tomó al pelirrojo y lo empujaron dentro de la habitación. Cerraron la puerta y Nadeshko le puso llave.

- ¡No saldrán de ahí hasta que hablen! – grito Hanako para hacerse oir por los dos hombres.

- Y más les vale que sea antes de la cena, porque tengo hambre – aportó Sekai, pero recibio un golpe en la cabeza de parte de Hika por impertinente.

- Aish! Es un tonto... – murmuro Hanamichi para si, pero pronto recordó dónde y en qué situación se encontraba.

- ¿Así que... me amas? – la voz de Rukawa provocó que un escalofrio le recorriera desde los pies hasta la nuca, donde se le erizaron los cabellos. Miró de soslayo al pelinegro, quien seguía recostado en la cama, pero medio incorporado sobre sus codos, mirándolo de manera inquisitiva e intimidante, enfatizando el gesto con una ceja elegantemente alzada más una media sonrisa entre burlona y malvada. Era la perfecta representación de un Kitsune disfrutando de torturar a su victima.

Hanamichi optando por algo más sano que la mirada del pelinegro, enfocó sus ojos en la alfombra rosa de la habitación, mientras metía las manos en sus bolsillos adoptando una aspecto de total desamparo.

- ¿Y bien?... - exigió Kaede con voz fría esta vez – mañana abordo un avión a primera hora, no tengo tiempo para perderlo en ti.

El pelirrojo quedó boquiabierto ante ese comentario tan frio y punzante, sorprendido del tono indiferente y de la actitud tan soberbia de Rukawa.

- Mira... si creiste que con venir aquí y decirme que no me fuera, ibas a lograr que cambiará de opinión... estás muy equivocado – se sentó en la cama sin apartar su mirada fria del impactado Sakuragi – menos aun por como me trataste la última vez.

- Pero yo... – balbuceo el pelirrojo.

- Aun no respondes mi primera pregunta... porque ni siquiera eso haces bien... le dices a los demás – y señalo con su mano la puerta – que me amas, pero cuando te lo pregunto solo balbuceas como un bebe.

El pelirrojo se mordía los labios y empuñaba las manos para controlar el temblor de los nervios y la impotencia que palabra a palabra dicha por Rukawa se estaban apoderando de él.

/ Ya dicelo Hanamichi... ¿Para eso vinimos no? / se escucho gritar a Liho desde el exterior de la habitación.

/ Yo no manejé a más de 100 por hora, aguantando los gritos de la loca de Liho, para que a ti te dé pánico escenico... / le secundo Sekai, pero inmediatamente después se escucho un “¡Ay!”, pues la rubia le había pegado al galeno por lo de “loca”.

- ¡Pueden callarse! – les reprochó el profesor rojo de la ira por esos entrometidos.

/Lo sentimos/ se disculparón a coro.

- ¿Contestarás o no? – habló esta vez Rukawa, ya de pie a un lado de la cama con los brazos cruzados sobre el pecho – estoy esperando.

- Eh... pues... sí... hoy descubrí que te amo... después de todo – trato de mostrar una sonrisa, pero el resultado fue grotesco producto de los nervios.

- Aaaaa... – exclamó Rukawa con sárcasmo – pues te felicitó... lástima que lo descubriste tarde... “después de todo” – los ojos entrecerrados y fulminantes que le dedico al final hizo que el pelirrojo retrocediera por instinto de protección.

/Eso Rukawa... no se la des fácil... ¡vamos jefe!/

/Oyeeee... ¡¿A quién estás apoyando tú?!/

/A mi jefe... ¿acaso no ves?/

/Pero acaso no quieres lo mejor para él/

/Claro que quiero, pero no porque ande todo baboso por Sakuragi, se le tiene que arrojar a los brazos con solo chasquear los dedos... mi jefe tiene dignidad/

/¡Pero solo ayudas a hacer mas díficiles las cosas!/

/¡¡¿Sabes cuanto nos costó convencer al idiota de Hana para que se decidiera a venir?!!/

/¡¡¡¿Y ustedes saben cuántas estúpidas depresiones tuve que aguantar yo por que su amigo rechazaba una y otra vez a mi jefecito?!!!/

- ¡¡¡¡ CALLENSE !!!! – gritaron Rukawa y Hanamichi al mismo tiempo, rojos de la vergüenza, para callar la pelea que sostenían Hika, Liho y Sekai al otro lado de la puerta.

Nadie más habló por varios minutos, ni los de afuera ni mucho menos los de adentro.

- Eto... Rukawa... – le llamo en un murmullo, agazapando la mirada un poco, y refregándose el brazo con la mano contraria – sé que me porté pésimo contigo, pero quiero reivindicarme... estoy dispuesto a hacer lo que sea.

Rukawa le miraba de medio lado, con ceja alzada y cara de incrédulo.

- ¿Cualquier cosa? – Hana asintió con la cabeza timidamente - ¿cualquier cosa que yo consideré necesario? – otro asentimiento – bien... entonces... deseo que imites a una gallina.

- ¡¿QUE?!

/¡Papá!/

/¡Jefe!/

/¡Rukawa!/

/Éste es más idiota que el otro... tal para cual/

/Sekai!!/ gritaron las dos mujeres más la niña. Nadeshko solo miró al cielo pidiendo clemencia.

- ¿Quierés que imite a una gallina?

- Ya lo escuchaste... comienza a cacariar.

- Estás demente...

- Pues yo tuve un mes de humillaciones de tu parte, sin contar con todo lo anterior, así que lo que te pido es nada en comparación.

- Pero tambien es tu culpa... me corres mano en un partido y casi me violas en un ascensor... ¿y querías que te tratará bien? – ironizó al final, poniendo sus brazos en jarra.

- Por lo menos yo nunca oculte mis intensiones, fui claro desde un principio... no debí DESCUBRIR nada... DESPUES de todo.

Hanamichi chirriaba los dientes de la impotencia ante toda la prepotencia con que lo estaba maltratando el pelinegro. El muy maldito Kitsune se estaba vengando con alevosía de todo el desprecio que él demostró hasta la fecha. Sakuragi ya se había resignado a que la cosa no sería fácil, pero no creyó que Rukawa exigiría una humillación tal... solo para disfrutar verle sufrir. Bien se conocían como para saber que el orgullo estaba sobrevalorado en ambos y que el ataque directo a éste sería la perfecta venganza.

Pero bien sabía, tambien, que el pelinegro tenía razón. Lo había tratado pésimo, al grado de golpearle a la más minima provocación, tal cual un niño de primaria que es molestado por una compañerita que gusta de uno. Así que como decía su madre, debería tragarse su orgullo, después de todo alguien siempre debe ceder y por su propio accionar todo había fallado en su contra.

Lentamente puso sus manos pegadas a los flancos de su tronco, sin despegar la vista de los analizadores ojos de su rival en ningún instante... alargo el cuello pronunciando así la curvatura de su manzana de Adán, moviendo la boca para gesticular un venidero gorjeo... todo, sin despegar la vista de los analizadores ojos de su rival en ningún instante.

Sin embargo una estruendosa carcajada lo detuvo en su intento de imitar a una gallina.

Rukawa reía a mandibula batiente, conteniéndose el estómago con una mano y enjugándose las incipientes lágrimas con la otra.

- Eres un do’aho con todas las de la ley.... – y siguio riendo hasta casi jadear por la falta de aire, cayendo sentado en la cama, rendido por el esfuerzo de tener un ataque de risa.

- ¿Te diviertes? - pregunto con mal humor.

- ¿Realmente lo harías? – respondio con otra pregunta mientras se limpiaba la nariz con la manga de su camisa.


/¿Lo iba a hacer?/ la voz quejumbrosa y alborotada de Liho llegó amortiguada desde el otro lado de la puerta. Todos los otros se miraban entre si perplejos por lo que estuvo a punto de suceder.

- Dije que haría lo que fuera... aunque ahora...

- ¿Te arrepientes? – pregunto serio, pero bien Hanamichi pudo descifrar un poco de dolor y desepción en el tono de su voz.

- ¿Qué deseas que responda? – sabía que jugaba con fuego al tentarle de esa forma, pero bien sabía tambien que el pelinegro anhelaba tanto como él un acercamiento. De lo contrario no habría mendigado tanto por su amor, hasta el limite de desesperarle.

- No juegues conmigo... por favor – pidió en un susurro, al tiempo que se refregaba la sienes con actitud cansada, sentado en el filo de la cama.

- No es mi intensión hacerlo... ahora si voy en serio – estaba arrodillado frente a él, tomando su manos entre las suyas, mirándole anhelante.

- No sé si creerte – confensó finalmente después de varios minutos, en que sus ojos buscaron ansiosos la verdad en cada rincón de ese rostro compungido.

- Dime que debo hacer... y lo haré – musito apremiado, casi desesperado – incluso si debo imitar a una granja completa, lo haré.

Una media sonrisa se dibujo en el rostro de Rukawa.

- Esto es mejor que una telenovela de la tarde – murmuro Sekai, con los dedos metidos en la boca y las tres mujeres adultas que le acompañaban asintieron ausentes. Hanako bufó al tiempo que rodaba los ojos, concentrándose después en afirmar bien el vaso que tenía contra la madera de la puerta para escuchar mejor.

Adentro las cosas estaban en aparente calma. Aun con Rukawa sentado en el borde de la cama y con Hanamichi postrado a sus pies, sosteniéndole la mirada.
Pero repentinamente el pelinegro se incorpora deshaciendose de las manos de Sakuragi, para caminar hasta un punto equidistante en el cuarto.

- ¿Qué sucede? – pregunta Sakuragi, temeroso de la respuesta.

- Ya te lo dije... no sé si creerte. Y...

- ¿Y...? – sentía que el oxigeno se le escapaba de los pulmones, producto del miedo y la inquietud al no saber que respuesta le daría.

- Y... y en realidad... no sé si deseo creerte.

Sintió que algo muy pesado y helado viajó a través de su cuerpo rápidamente hasta a sus pies, para después volver de golpe a su cabeza, produciéndole una jaqueca y un mareo aturdidor. Sus ojos se abrieron desmedidos y su rostro debe haber tomado un gesto y color tal que Rukawa lo miró extrañado y hasta asustado, cuando su cuerpo se desplomó sentado en el suelo.

Se vió preso de la desesperación y la incertidumbre, sus ojos como desquiciados deambulaban en todas direcciones, mientras su mentón temblaba más y más a medida de que sus jadeos se hacían más fuertes. Sintió la imperiosa urgencia de llorar, pero no fue así, su mirada se volvio borrosa y acuosa, pero ni una lágrima brotó, por lo que, para aplacar todo esta fluctuación de reacciones incordes de su cuerpo, cerró los puños sobre la alfombra, enredando algunas fibras fuertemente entre sus dedos.

- ¡¿Cómo quieres que reaccionara?! – comenzo a balbucear nervioso – de un día a otro apareces en mi vida... de golpe y porrazo... poniéndolo todo patas arriba... apareces siete años después... tan liviano y ufano como si nada hubiera pasado entre nosotros. ¡VIVI SIETE AÑOS DE MI VIDA CREYENDO QUE ME ODIABAS! – algunas fibras de la alfombras fueron desprendidas producto del movimiento violento de sus manos – creyendo que no era nada para ti, un simple ser que no merecia la más mínima atención del Ice King – siseó el apodo con saña – nosotros no ERAMOS nada, no eramos nada más que compañeros dentro de la duela, pero afuera no había NADA... nada... – la última palabra salió de su boca como un susurro, pero luego tomando una gran bocanada de aire comenzó a gritarle - y después de todo este tiempo apareces, diciéndome primero que quieres saber de mi vida como si un viejo AMIGO fueras, luego me dices muy tranquilo que eres homosexual, rematando con que YO te gustaba desde preparatoria, me besas dejándome perplejo, después me toqueteas hasta las orejas en frente de todo el colegio, donde YO imparto clases y donde estudia TU hija. No conforme con eso, me sigues y acosas como un ANIMAL en celo, hasta el punto de casi violarme en un ascensor, enfermo y demente por un ataque de CELOS injustificado hacía Sekai, cuando a tu hija la operaban de apendicitis en el MISMO recinto. Por tu culpa me ocasiono una descompensación que me manda al hospital, donde me visitas a hurtadillas para desafiarme a un juego tonto de seducción y al que yo, muy imbecil, aceptó. Pasas un mes tras de mi, como sombra, acechándome, con un y mil trucos para tratar de cautivarme, hasta el maldito paseo a la playa donde mi paciencia se acaba... ¡¿ Dime cómo querías que reaccionará?!.... estaba aterrado, confundido, ERES EL KITSUNE, POR DIOS!... – grito negando enérgicamente la cabeza y con voz chillona como si ese argumento englobara y justificara todo – el kitsune que siempre me trato como basura y que después de siete años me trata como si fuera un premio que hay que conseguir. ¡¿ DIME COMO MIERDA QUERIAS QUE REACCIONARA?!.... – grito finalmente exigiendo fiero una respuesta con sus ojos, enérgico y serio, jadeando fuerte, con el pulso acelerado y rojo de rabia.

Rukawa parado frente a él, le miraba de manera seria e indecifrable, mas ninguno se aparto del choque de miradas por bastantes minutos. Una furiosa y descontrolada, otra serena y ocultando sus pensamientos.

- Pues para mi tampoco fue fácil – Rukawa tomaba asiento calmadamente en posición de loto frente a Hanamichi – a los 15 años debí aceptar que estaba enamorado de un chico, con el que siempre peleaba, con quien nos ignorabamos y nos tratabamos mal – el pelirrojo mostró un leve sonrojo al comprender que hablaba de él – desde un principio fue confuso y díficil el tener que aceptarlo, sin embargo después de tu lesión en la espalda y de no verte por unos cuantos meses comprendí cuán importante y necesario eras para mi, lamentablemente nunca dejaste de estar enamorado de la hermana del capitán – el nombre de Haruko estalló en el cerebro de Hanamichi, desencadenando una serie de recuerdos de aquella época - por eso me aleje de ti, por sanidad mental – el pelirrojo adoptó un gesto desconcertado – entiende Hana, estaba enamorado de un hombre, pero éste estaba enamorado de una mujer... recien descubría que podía sentir algo por alguien, pero era un amor imposible, no podía ser correspondido... dejando de lado los prejuicios... ya era demasiada tortura para solo ser un adolecente.

Hanamichi bajo la cabeza apenado, ante la explicación.

- Cada quien siguió con su vida. Dejé el basquetball, estudié una carrera universitaria, me gradué con honores, adquirí un puesto en una empresa disquera y rápidamente ascendí, seguí con mi vida amorosa, pero nunca nadie me provocó esa sensación de miles de mariposas en el estomago como cuando te vi entrar en el salon de clases, el primer día de colegio de mi hija – la mano del pelinegro descansaba en una sonrojada mejilla de su oyente, a la vez que la acariciaba delicadamente con el pulgar – fuiste como una revelación para mi, fue solo verte y saber que estaba tan enamorado de ti como la primera vez... la insistencia de mi hija, más las revelaciones que supe después me dieron el impetú para luchar por ti, pero nada surtía efecto, me vi desesperado, no supe como actuar, no supe sobrellevar tu rechazo. Y lo más angustiante, es que nunca entendí el por qué, siempre me dabas explicaciones vagas, que me dejaban insatisfecho, descontento... hasta que llegamos al colapso...

- Per.do.na.me – sollozo Hanamichi, tapándose la cara con las manos.

- Perdoname tú a mi, por ser un animal inconciente, por ser un energúmeno, por ser un descerebrado sin tacto... debí acercarme de otro modo, menos brutal y desquiciado. Te humillé, te acosé... en ningun momento demostré cuán importante eras para mi, solo te mostré el lado feo de la seducción, de una manera enfermiza, sicótica, demente. El único que debe perdonar aquí eres tú, Hanamichi.

- Pero yo te traté pésimo, siempre te rechacé... no quise ver... estaba ciego... yo... – no pudo seguir hablando producto del sollozo.

- ¿Hika? – llamó el pelinegro a su secretaria sin quitar la vista de Sakuragi.

/¿Si?/ la voz preocupada de su secretaria le contesto en el acto.

- Llévate a Hanako a tu casa... ¿Nadeshko?

/Digame, señor/ la voz de la mujer era un manojo de nervios.

- Vete con Hika... ayúdala en todo... – la respuesta afirmativa de la mujer no se hizo esperar.

- ¿Sekai, Liho? – se puso de pie, mirando hacia la puerta para que fuera escuchado con mas claridad.

/¡No lo dejaremos!/ respondio el galeno anticipándose a la petición que seguramente les haría el pelinegro, logrando una media sonrisa de éste al ver tanta preocupación hacía el pelirrojo.

- No le haré nada. Con Sakuragi debemos hablar, pero a solas. No con fisgones como ustedes

/Si le llegas a hacer.../ pero la amenaza de Liho murió en su garganta, cuando de un solo rugido Rukawa les ordeno marcharse.

Después de eso se escucharon algunos cuchicheos detrás de la puerta y una que otra alzada de voz que pronto Rukawa entendio como una pequeña discusión entre su secretaria y el galeno, pues éste se negaba a abandonar a su amigo, pues estaba inquieto al no saber a que llegarían ellos dos, argumentando que cuando estaban juntos por más de diez minutos la cosa era golpiza segura. El pelinegro bufo molesto, pues el hombre no dejaba de tener razón. Con Hanamichi todo era dinamita pura, un leve chispaso cerca de la mecha y todo explotaba con un caotico ¡BOOM!.

De repente escucho la voz de su hija, pero no entendio ni media palabra, pero si supuso que dio un buen argumento, pues luego se escucharon pasos por el pasillo, de aquí para allá y unas cuantas puertas abrirse y cerrarse, para finalmente escucharse un solo y estruendoso portazo. La puerta que daba a la calle. Todos se habían marchado como él ordenara.

Sus talones se giraron, posicionándose ante Sakuragi, que era un hobillo sobre su propio cuerpo, arrodillado, abrazándose a si mismo por el estomago, con la frente pegada a la alfombra.

Le rodeo lentamente, como analizándolo, para después acunclillarse tras él y abrazarle por la espalda.

- Hanamichi – le llamó despacito besándole después la nuca – Hanamichi...

- A.lé.ja.te.de.mi... – balbuceo entrecortado con voz ahogada.

- ¿Quién te entiende do’aho? – Hanamichi sintio que una sonrisa se dibujaba en la boca que presionaba contra la piel de su nuca.

- Y quién te entiende a ti Kitsune ¿Eh?

- Somos un par de estupidos y complejos hombres, que cuando abren su corazon la vida les da un portazo en la cara.

- Tú serás el estupido... yo solo soy complejo – y una risilla queda, hizo que el corazón de Rukawa se acelerará.

- No quiero pelear más contigo, Hana

- Yo si quiero seguir peleando contigo... – y desprendiéndose del abrazo de un desconcertado Rukawa, se movio lentamente hasta quedar frente a él - ... porque si sigo peleando contigo, es porque soy parte de tu vida – junto sus manos una al lado de la otra, adelantándolas un poco, mientras posicionaba mejor su cuerpo sobre sus rodillas y talones, a la vez que inclinaba su cuerpo hacía adelante, escondiendo la cabeza entre sus brazos. Rukawa fuera de si, miraba sorprendido como Hanamichi le pedía disculpas y una oportunidad, adoptando la misma posicion sumisa y llena de respeto que usaban las consortes del emperador cuando estaban ante su señor. Postrado a sus pies y mendigando indulgencia de su parte.

- Párate, idiota – lo tomó bajo las axilas, impulsándolo bruscamente para que se incorporará. Hanamichi iba a protestar, pero su boca fue callada por los labios del pelinegro, que le masajearon con demandante fervor – ¡nunca más hagas algo así! – le exigió impetrador, mordiendo con alevosia su labio inferior, separándose después de golpe para mirarle como un dictador – nunca más te postres ante mi humillándote de esa forma ¡¿me escuchaste?! – a cada palabra lo zamarreó firme.

- Ru.Ka.Wa... – musito el pelirrojo aturdido por el desencajo emocional del pelinegro, quien en segundos presionó su pelirroja cabeza contra su pecho, abrazándolo firme con un brazo por la cintura y su mano libre vagando entre sus cabellos.

- ¿Por qué nos maltratamos dos de tres? – murmuro Rukawa escondiendo el rostro en la coronilla de su cabeza.

- Lo mismo me pregunto yo – las manos de Sakuragi recorrían sinuosas la espalda fuerte de Rukawa.

- Es una pregunta sin respuesta.... – lo tomó de los hombros para separarlo un poco y mirarlo fijamente – entonces, deberiamos tratar de cambiar la pregunta. Por una que sí podamos responder.

- ¿Por qué nos amamos dos de tres? - conjeturó el pelirrojo, dibujando una sonrisa ladina.

- Porque eres todo para mi... – respondió Rukawa acortando la distancia que los separaba, hipnotizado por esos labios que se curvaban caprichosos... incitándolo a enviciarse con su sabor.... más de lo que ya estaba. Pero un dedo en su boca, detuvo su andar, a lo que alzo una ceja ofuscado y demandante de una buena justificación.

- Perdoname... – pidió el pelirrojo bajando la mirada – necesito saber que me perdonas...

De golpe su espalda fue a dar contra el suelo, para después sentir la presión del cuerpo de Rukawa sobre el suyo, meciendo sus labios contra su boca en un beso demandante y húmedo. Cuando se separaron, un hilillo de saliva resfalaba sugestivo por el mentón del pelirrojo, por lo que Rukawa se encargo de dar fin a su existencia de un solo lametón.

- Te perdoné... te perdoné todo desde el primer momento en que te vi – susurro sensualmente a contra labios, mientras su nariz rosaba juguetona la de su pelirrojo.

Hanamichi sonrió agradecido, mientras le rodeaba el cuello con sus brazos, enredando una pierna por sobre su cintura.

- Me crearás un trauma psicológico – protestó burlón para después besarle profundamente, abriéndose paso entre sus labios, delineando cada rincón con su traviesa lengua, que se encontró con un mayor e incansable rival. Sus dedos se enredaban inquietos en las hebras negras, mientras su cuerpo se contorsionaba lujurioso, por las caricias de Rukawa bajo su camisa.

- Do’aho – ronroneó en una exhalación de aire, entre beso y beso.

- Teme Kitsune ¿A quién le dices do’aho? – gimeó cuando una de sus tetillas fue pelliscada sutilmente.

- Al único que veo por aquí – deslizo la camisa de Hanamichi hacía arriba, no quería perder tiempo desabrochando uno a uno los innumerables botones.

- Te haré pagar... – mordió un pedazo de clavícula que tuvo al alcance cuando le abrió la camisa de un jalón disparando botones a todas partes, para después sacarse los porpios zapatos, pujando del talón con la punta del otro.

- Yo estoy arriba... creo que voy ganando – sus labios se dirigieron al cuello, que instintivamente el pelirrojo arqueo para darle mayor acceso.

- Pero mis manos están mejor posicionadas – sonrió con malicia y Rukawa abrio enorme los ojos al tiempo que lanzaba un jadeo ahogado, cuando las manos de Sakuragi desabrocharon en un dos por tres el cinturón, dos botones y bajaron la cremallera, colándose dentro de su ropa interior.

- Bueeh... naahh... estra.te.giaahh ssssol.da.doooh – esa mano fría sobre su piel caliente, era deliciosamente atormentadora.

- Gracias, General – rió divertido al ver todas las morisquetas de placer que se dibujaban en el pelinegro.


Kaede comenzó a mover las caderas al ritmo que le marcaba la mano de Hanamichi... éste desde abajo miraba embelesado como el pelinegro disfrutaba de la masturbación, era una imagen erótica y sublime, meciendo su cuerpo a un solo pulso, su piel comenzando a brillar por el sudor, mordiéndose estoico el labio inferior, tratando de contener sus jadeos sin mucho resultado, azorado y con los ojos cerrados, ido en el placer...

/Pues como ya empezaron con las manitas, ahora si nos retiramos/ la voz de Sekai retumbó clara en la habitación, parándolos en seco.

/Hay una menor de edad aquí, menos mal le estoy tapando las orejas... podrían crearle un trauma/ Hika habló esta vez con una voz entre reprochadora y burlona.

/¡Hika, suéltame! ¡¡Que quiero escuchar!! ¡¡¡HIKAAAA!!!/ esa indudablemente era Hanako.

/Adios, pórtense bien... no nos hechen de menos/ se despidió Liho, mientras los pasos de todos se escuchaban yendose por el pasillo.

/Acuérdense de usar protección/ y todo la gritadera murió después de un portazo.

Ambos hombres dentro de la habitación estaban blancos como papel y petrificados como piedras. En un segundo el cuarto se había convertido en un iceberg.

- Si que saben cortar la onda... – murmuro Rukawa, aun no creyendo lo que había pasado, se suponía que estaban solos en la casa.

- Son unos matapasiones – masculló enojado el pelirrojo cruzándose de brazos sobre el pecho y haciendo pucheros.

- Iré a ver si realmente se fueron, no quiero sorpresitas de nuevo – le dio un topón en los labios y se paró de encima de él, dirigiéndose hacia la puerta.

- Nos encerraron con llave – se sento en el suelo de un solo impulso – cómo harás para... – pero sus palabras murieron al ver la puerta abierta.

- La llave permite que nadie entre, pero este seguro en el picaporte permite que se abra desde adentro... ¿no recuerdas que lo pusiste cuando me metiste aquí a la fuerza? – señalo Rukawa la perilla con una mano mientras con la otra se afirmaba los pantalones que pugnaba por caersele al estar totalmente desabrochados. Hanamichi sonrió tontamente ante su propia ignorancia.

Como si de un espia se tratara, el ojiazul se asomo sigiloso al pasillo, constatando que no había nadie. Después se dedicó a recorrer la casa, buscando en cada rincón, para evitar el ser sorprendidos por esos entrometidos... satisfecho con no encontrar a nadie, volvio al cuarto donde el pelirrojo le esperaba sentado en el borde de la cama, descalcetinado, solo con el pantalón puesto y afirmado hacía atrás con sus brazos.

- Se han ido, incluso se han llevado a Neko – comunicó aparentemente calmo, pues esa pose sexy y despreocupada de Hana era una divinidad de imagen para su libido.

- Excelente – esboso una sonrisa lujuriosa que hizo temblar ansioso al pelinegro de pies a cabeza. Rápido se quitó los guiñapos que quedaban de su camisa y se descalzo mientras avanzaba hacía Hanamichi, que le habia hecho una seña de mano invitándolo a acercarse.

Cuando lo tuvo a su alcance, el pelirrojo agarró el borde de su pantalón y tironeo hacía si, cayendo él sentado a horcajadas en su regazo.

- Es el cuarto de Hanako – sonrió Hanamichi barriendo con su mirada toda la habitación.

- Será incómodo hacerlo, teniendo a Max y Kent mirándonos siempre – y señalo a los muñecos que descansaba uno afirmado sobre el otro en una repisa.

- Me dan escalofrios sus ojos – se sacudió ante la sensacion de esos ojos de plástico mirándolos fijamente. Después sus manos recorrieron las caderas de Rukawa, deslizándose hasta su trasero – afirmate – le ordenó al tiempo que agarraba firme cada nalga y se ponía de pie. Rukawa obediente, cruzó las piernas entorno a su cintura y abrazo su cuello, como un tierno koalita afirmado a un grueso árbol.

- Adios, voyeristas – por sobre el hombro de Sakuragi, con una risa burlona y con el tamborileo de sus dedos en el aire se despidio cantarinamente de los muñecos que le siguieron observando hasta que desaparecieron por el umbral de la puerta.

 

 

 

 

Notas finales:

La frase final de Rukawa en realidad es para todas las voyeristas lectoras que se quedaron con las ganas de ver un lemon.... muajajajajajajajaja.

Hoy mi muso amaneció inspirado (tiene nombre, se llama Sanosuke...le digo Sano de cariño) , juro por Dios que soñé la escena cuando comienzan a besarse mientras discuten mimosos y como tenía la idea tan fresca me dediqué  escribir, llevándome reto de mi madre, por no levantarme cuando ya eran las 12 del día. Tengo Laptop, me acuesto y amanesco (los fines de semana) con él. 

 Ella no entiende mi frustrada vocacion de escritora de yaoi... y tampoco soy quien para decirle, por que si no me deshereda. juajauajuaajauajuaa... es homofóbica. 

En fin, muchas gracias a esas dos personistas que son mis lindas Betas... Liho e Hika... (si las mismas del fic) queridas amigas, sin su apoyo no daría rienda suelta a mi muso. 

Tambien quiero dar las gracias a todos quienes se dieron el tiempo de mandarme un fic... traté de responderles a todos, pero la escacez de tiempo y el evitar peleas con la páginas no me ayudaron mucho... pero sepan que los quiero en demasia. 

Cariños, Andre... Hasta el proximo... que se viene con lemon... (BABA)

 


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