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LABIOS HELADOS, LENGUA CALIENTE por takeohigurashi

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Notas del capitulo:

uhhh... cambio en la historia, ya lo tenia planeado, pero queria que fuera perfecto, aunque no se si lo habre logrado.

perdon.  ¿que les parecieron los miembros de la Guarida? no soy el mejor dibujante, lo mio son crear ciudades de fantasia.

sus comentarios me han emocionado demasiado, por eso continuo pegado a la laptop por ustedes. muchos se sorpreran con este capitulo, perod debo decirles que esto ya estaba escrito en PIEDRA.

http://takeohigurashi.blogspot.mx/2013/07/miembros-de-la-guarida-charlie-kaden.html

 

http://takeohigurashi.blogspot.mx/2013/07/labios-frios-lengua-caliente-capitulo-6.html

sin mas que decir disfruten del capitulo de hoy, y COMENTEN.

 

recuerden visitar mi BLOG.

[Guarida – Parte 3]

Era casi más de media noche, pero aun escuchaba que alguien estaba en la cocina. El aroma de la carne sobre las brasas era delicioso para sus fosas nasales. Debía de admitirlo que ser un lobo ponía un énfasis en ser un completo carnívoro. Las luces del comedor estaban apagadas, a excepción de la cocina. Donde se veía movimiento de un lado a otro, el aceite flameando hasta el techo, podía escuchar la carne cociéndose, casi haciéndole agua la boca, pasó su lengua regresando la saliva dentro de su boca.

Camino a través de la hilera de mesas, con mucho cuidado para pasar desapercibido. A lo mejor alguien trataba de tener preparada la comida del día siguiente, pero ¿Quién? Olga estaba completamente dormida, los ronquidos que salían de su habitación le indicaban eso fuerte y claro. Así que ¿Quién?

El aire tenía impregnado una dulce fragancia, haciendo que el aroma de la carne se viera debilitado, parecía que esa esencia era más fuerte para los sentidos olfativos de Randolph. Por una fracción de segundo, juraría que había olfateado algo mas como hierbas, un olor similar al de las hojas en otoño, pero eso era imposible. Lo que más debería de olor seria a tierra y a carne cocida.

-         Huele delicioso, ¿Qué estas preparando? – vio como el humano saltaba de la impresión, casi soltando el gran cucharon entre sus manos. Suspiro profundamente, controlando su palpitación, paso su mano por sus cabellos café avellana y miro a Randolph con ese par de ojos verde manzana, no tan oscuros como los de Charlie.

-         Ah, hola Alfa Randolph. Las chicas de la manada atraparon un ciervo y me pidieron si podría cocinarlo. No querían probar vísceras de nuevo.

-         ¿sabes cocinar? – eso era algo nuevo, ¿Cuántas otras cosas más sabría hacer este chico? Era una caja de sorpresas.

-         Unas cuantas cosas. Además, hoy me tocó trabajar en la cocina, junto a la cocinera Olga y sus dos fortachones pela papas. – una sonrisa se dibujó en su infantil rostro. A pesar de saber muy bien la edad de Jason, aun parecía ser menor de 2o años, rebosante de energía y carisma juvenil.

-         Eso es un nuevo apodo. ¿y que preparas? – tratando de echar un vistazo a lo que había en el fuego. Jason se giró, dándole la espalda, aun sonriendo.

-         Estoy haciendo un estofado. – respondió, metiendo nuevamente el cucharon dentro de la olla de barro, la movió lentamente al ritmo de las manecillas del reloj.

-         Se me hace agua la boca. – dijo el Alfa, acercándose un poco más para inhalar el delicioso aroma del guisado, pero sintiendo perder el control de sí mismo se detuvo a pocos centímetros del cuello del humano. La misma esencia dulce se presentó frente a su aguda nariz, mareándolo un poco por el suave tufo, era el aroma natural del humano. Su cuerpo era el que despedía ese aroma a hojas secas y humedad, el cual estaba volviendo loco al instinto animal de Randolph. Cubrió el cuerpo del humano, por ambos lados, colocando ambas manos sobre el borde del fogón, dejándolo sin escapatoria.

-         Tranquilo, Alfa. Estará listo en poco tiempo – trato de empujarlo un poco hacia atrás, para apartarlo, pero cuando lo hizo sus cabellos se movieron levemente, liberando más de esa cautivadora fragancia, no pudo evitarlo, su cuerpo reacciono solo y enterró su nariz entre las hebras castañas, inhalando profundamente hasta sentir la punta de su nariz tocando la suave piel del cuello de Jason, haciendo que se estremeciera ante el aire que soltó de sus pulmones - ¿estas oliendo la comida o a mí? – su voz tembló, no de pánico, sino por el toque de Randolph.

-         ¿estoy en problemas? – diciendo juguetón, sin apartarse por un segundo de ese suave y exquisito pedazo de piel blanca que le pedía fuera mordida por sus dientes.

-         Dependiendo de tu respuesta.

-         Creo que a ti. – respondió honestamente, algo que Randolph jamás hacia era andarse por las ramas y esta no sería la excepción, sinceridad ante todo. Acariciando lentamente, trazando una línea por todo el cuello de Jasón con el arco de su nariz, sin desperdiciar ni un segundo en inhalar su aroma, hasta donde llegaba la nuca.

-         ¿en serio? ¿te gustaría probarme un poco? – su voz se escuchaba diferente, pero al igual que eso, el aroma que salía por todo el cuerpo del humano era más fuerte todavía, lamiendo sus labios, Randolph beso tiernamente la parte trasera de la oreja de Jason, haciéndolo estremecer aún más, estas se pusieron completamente rojas, hasta el lóbulo. Algo que le indico al gran hombre que estaba haciendo un buen trabajo y que su compañero era muy sensible. ¿Qué otras partes de su cuerpo eran sensibles? Quería conocer cada punto oculto, sin excepción.

El chico se movió en el poco espacio que tenía, contando que no fue mucho con el enorme cuerpo de Randolph detrás de él, bloqueándole las salidas, solo giro entre sus talones. Su respiración estaba agitada y su corazón palpitaba más rápido de lo normal, su pecho subía y bajaba con rápidos movimientos. Antes de que pudieran decir algo, Randolph se dio cuenta que sus pupilas estaban dilatadas, como si pudiera ver algo dentro de ellos.

Hambre, era el único nombre que se le podía dar. Un hambre voraz, y esa hambre era de deseo, placer. Atrayendo el cuerpo del chico, sus bocas hicieron un sonido hueco cuando se juntaron en un apasionado beso. Sus labios eran suaves y se sentían como si hubieran sido para hacer pecar a cualquiera que los probara.

Era delicioso, embriagante, excitante. No había palabras para describirlo, las sensaciones que estaba experimentando eran demasiadas, que inclusive podía verlas convertirse en pequeñas chispas azules cada vez que parpadeaba, cosa que no hacia porque estaba besando con los ojos cerrados. No veía el rostro de Jason, pero podía sentir sus emociones a flor de piel, inundándolo de una enorme satisfacción al saber que él era quien las provocaba.

Felicidad, anhelo, deseo, placer, vergüenza, miedo, lujuria.

Enredo sus brazos a través del cuello del enorme hombre, casi parándose de puntitas para alcanzarlo por completo. Randolph se inclinó un poco, envolviéndolo entre sus brazos, lo elevo del suelo, depositándolo sobre la pequeña mesa donde habían picado los vegetales el día de ayer. Ambos cuerpo chocando, frotándose mutuamente, la fricción generaba calor y el calor los estaba consumiendo centímetro a centímetro ambos cuerpos comenzaban a arder en las llamas de la pasión.

Su piel hormigueaba, como pequeñas descargas eléctricas recorriendo su cuerpo, hasta llegar a su miembro, podía sentir un calor a través de su ropa aumentando gradualmente, afectando sus capacidades mentales. No tenía control de su cuerpo, el deseo lo tenía dominado.

Acaricio la suave piel de Jason con sus grandes manos. Era un cuerpo pequeño y el un hombre montaña, tenía miedo de lastimarlo, quería ser cuidadoso con él. Jamás había sentido algo así antes. Parecía tan frágil, que si tan solo lo abrazaba podría partirlo por la mitad.

Todos esos pensamientos tiernos y protectores desaparecieron de su mente al recordar la resistencia del cuerpo de Jason al enfrentarse a los 4 weres, y todo un grupo de Reconocimiento de Vampiros. Podía decir cualquier cosa de él, pero frágil no era una de ellas. ¿Por qué ese pensamiento solo le hacía ponerse más duro al pensar cuanto podría resistir su cuerpo al ser poseído por Randolph? ¿Gemiría su nombre? Eso esperaba, porque solo eso necesitaba para poder llegar al clímax en esos instantes.

-         No deberíamos hacerlo. Estamos en la cocina. – dijo entre gemidos, su voz entrecortada, con ese sensual tono hizo que su pene saltara dentro de sus pantalones, alzándose como una carpa entre sus piernas.

-         Tienes razón. Deberíamos hacerlo en la mesa. Ahí es donde se debe comer, ¿no?

-         ¿uh? – su expresión inocente al no darse cuenta del significado detrás de esas palabras era invaluable.

No sabía que le aterraba más, la debilidad que sentía por el cuerpo del humano o que le gustara un hombre, incluso menor que él.

Por alguna razón, eso no importaba demasiado. No había vuelta atrás. Su espíritu animal pedía a gritos ser liberado y que le dejara disfrutar de un suculento humano jadeante sobre la mesa para empezar.

Lo tomo entre sus brazos, cargándolo como un orangután carga a sus crías colgadas de su cuello y sus piernas alrededor de su cintura, aferrándose contra él. Caminaron fuera del cuadro que delineaba a la cocina y saliendo por la pequeña puertecilla, llegaron hasta donde estaba una de las mesas.

Colocándolo sobre su espalda con mucho cuidado contra la mesa. Hizo a un lado las sillas que estaban ahí y se lanzó encima del humano. Como un depredador encima de su presa, olfateando su miedo, pero en este caso, lo que olfateaba era su excitación.

Hurgando dentro de la camisa, sus manos acariciaron gentilmente su lampiño pecho, y con sus pulgares rozo ambos pezones, que rápidamente se pusieron duros y sobresalieron como pequeños puntos en la superficie de la camisa. Un gemido salió de los labios de Jason, cubriendo su rostro con el antebrazo, tratando de ocultar su vergüenza. Randolph no lo permitió, lo descubrió y lleno su rostro con dulces besos, que ayudaron a disminuir la tensión del cuerpo de Jason. Cediendo ante las caricias de Randolph se recostó sobre la mesa, expandiendo las piernas como un compás, indicándole a Randolph que prosiguiera. Y Randolph iba a hacerlo, iba a consentirlo como nunca nadie lo había hecho, lo llevaría a un mundo de placer, mediante un orgasmo.

Un nuevo aroma llamo su atención, algo que hacía que su boca comenzara a hacerse agua, pero ¿Dónde? Era un aroma almizclado. Buscando con su olfato de dónde provenía semejante aroma afrodisiaco, levanto las piernas de Jason sobre sus hombros. Algo delicioso estaba envuelto debajo de la ropa.

Desabrochando el cinturón marrón de hebilla, comenzó a deslizar el pantalón de mezclilla fuera de las largas y delgadas piernas de Jason. Era una vista hermosa el poder verlo en ese estado tan apetecible. Su respiración era acelerada y casi no lo había tocado para ponerlo en ese estado. Su expresión quitaba el aliento a cualquiera, y a Randolph solo lo ponía más como una roca, estaba completamente duro, sus bolas dolían por ello.

Una mancha de un líquido se marcaba sobre la abultada carpa de su ropa interior. Se acercó un poco más, sin dejar de mirar el rostro enrojecido de Jason. Trazando un camino con sus labios por su entrepierna. Su miembro se estremecía con cada caricia que provocaba cuando lamia su piel, hasta llegar a donde estaba el saco. Este era el punto donde se generaba ese aroma almizclado, un poco agrio, por alguna razón que solo se limitó a ignorar esto lo ponía aún más duro y su pene vibraba contra el cierre de su pantalón. Bajo su mano, acariciando su miembro sobre la tela de la mezclilla, haciéndole gruñir. Abrió el cierre de su bragueta y dejo salir su pene. Tomándolo en su enorme mano, la longitud no era cubierta por completo y el pre semen brotaba por la punta, escurriendo por todo el largo de su eje.

El sudor corriendo por su rostro, suspiro profundamente. Manos a la obra, se dijo a sí mismo, mientras bajaba hacia las caderas de Jason, enterrando el rostro dentro de la mata de vello oscuro, donde estaba el erecto miembro del chico. Lamiendo la ranura donde un líquido transparente brotaba como pequeñas gotas, probando un sabor dulce y a la vez salado. No era desagradable como pensaba seria probar el miembro de otro chico, así que continúo.

Descubriendo la cabeza del pene de Jason, haciendo hacia atrás la piel del prepucio. Tenía un color rojo y chorreaba como una fuente, el simple movimiento de muñeca sobre el eje lo hacía estremecerse. Envolvió su lengua alrededor de la cabeza del miembro, comenzó a introducirlo dentro de su cavidad bucal. Lentamente, centímetro por centímetro.

Tal vez no era un experto en tener sexo con otro hombre, pero ser uno le daba algunos tips sobre cómo y qué hacer para satisfacer a uno. Considerando que a todos les gustaba lo mismo, una buena mamada antes de empezar a tener sexo.

El pene de Jason apenas cabía dentro de su boca, podía decir lo que fuera de él, pero no era nada pequeño de la cintura para abajo. Guardaba un arma grande, pero que no sabía cómo usarla. Bueno, él le podría enseñar que uso darle.

Engulléndolo hasta la raíz, el vello púbico acaricio la parte delantera de su nariz. Toda estaba dentro, el pene de Jason era suave y tenía un sabor salado, pero eso se debía al pre semen que estaba soltando. Su lengua se movía de diferentes formas, alrededor de la longitud del órgano sexual. Chupaba con una fuerza como si su vida dependiera de ello, subiendo y bajando, sin despegar sus labios de la carne de su sexo.

Sus manos subían por todo su pecho, acariciando sus tetillas, en movimientos circulares con sus pulgares. Los gemidos que salieron de Jason eran incitantes, animándolo a que continuara su trabajo. Y Randolph no se opondría si eso significaba que podía seguir tocándolo por todas partes y probándolo.

Sacando el miembro de su boca, que ahora estaba cubierto de su saliva, y parecía más sensible. Lo acaricio, con movimientos de arriba abajo, bombeando fuerte. Jason se contorsionaba ante su tacto. Su libido en aumento. Basta de caricias. Quería probar esa blanca piel con sus dientes, lamer cada centímetro de su cuerpo, y sobretodo poseer ese bello y redondo trasero como suyo. Ahora mismo.

Alineando la cabeza de su miembro contra el agujero de Jason, acaricio levemente  este con la punta de su glande, esparciendo el líquido pre seminal por toda la superficie y que esto hiciera más fácil la penetración. Miro a Jason, en busca de que este quisiera detenerse.

-         ¿puedo? – preguntar a tales extremos era algo estúpido, pero quería asegurarse de no lastimarlo. Aunque pudiera pelear, eso no se podía comparar con ser penetrado en un rincón tan íntimo.

-         Sino lo haces, te matare por dejarme en este estado.

-         Pídemelo.

-         ¿Qué?

-         Pídemelo. Dime que quieres que haga con mi amigo. – frotando la cabeza de su pene contra la grieta del agujero de Jason, con movimientos circulares.

-         Randolph.

-         No te oigo.

-         Tómame.

-         No es suficiente motivación.

-         Cielos, sí que sabes arruinar la atmosfera.

-         Solo dilo. Por mí.

-         Bien. Por favor. Quiero sentir tu pene dentro de mí. Quiero que me penetres, que me hagas experimentar un orgasmo, que me llenes con tu virilidad de macho. AHORA.

No tuvo que decir más palabras para convencerlo, desde el momento en que había dicho “por favor” lo había decidido. Aunque de cualquier manera lo habría hecho. Tomando las caderas de Jason con la mano derecha, acariciando la suave piel de estas, con la otra coloco su pene sobre el botón rozado. Respiro varias veces antes, tratando de encontrar la calma, tenía que ser cuidadoso o lastimaría a su compañero, no debía meterla toda en un segundo.

Cuando decidió que estaba listo, comenzó a empujar un poco con su cabeza el agujero, se resistió cuando se introducía, pero esa era la parte difícil. Lo más fácil sería deslizarse dentro. Y después de eso todo sería placer absoluto. Viendo que la cabeza de su pene había sido recibida comenzó a deslizar el resto de su miembro. El pequeño agujero de Jason se abría a su larga longitud, alrededor de la piel de su pene.

Dios, el calor que lo envolvía, dentro de Jason era caliente, demasiado caliente. Y su sensible pene sentía todo ese calor tragándolo profundo, hasta que entro por completo, chocando con la próstata de Jason, este gimió al sentirlo tocando ese punto tan íntimo. No pudo contenerse más, y comenzó a moverse, metiendo y sacando, a un ritmo constante.  Jason trataba de apartarse, pero lo tono de las caderas y le impidió huir, acercándolo más hasta enterrar toda la empañadura de su pene. Embistiendo fuerte, el pene de Jason se movía en el aire, rozando contra el vientre de Jason cuando empujaba, su rostro cubierto por un rojo tenue en las mejillas.

Mientras lo sometía bajo de él. Su pene se hundía dentro del húmedo agujero de Jason. Era como una mujer, tan húmedo, casi como si su cuerpo se lubricara para evitarle sentir dolor. Sin embargo el sonido que provocaba cuando embestía era gracioso. Y a la vez, tan obsceno, música para los oídos del gran hombre.

Las uñas de Jason rasgando la piel de su espalda, ¿Por qué eso lo hacía sentir más excitado? ¿Alguna clase de nuevo fetiche? Solo sabía que mientras fuera Jason quien lo hiciera no protestaría por aquello. Solo alimentaba sus ganas de enterrarlo más fuerte contra la mesa. Tomando sus caderas para controlar un ritmo más rápido y profundo, el interior de Jason lo estaba tragando por completo y su miembro se sentía como en casa, los anillos de su agujero se tensaban y lo envolvían en el calor de su grieta.

Su saco se contraía, estaba a punto de llegar al clímax. Solo un poco más y su semilla saldría. Quería tan desesperadamente llenar el interior de Jason con ella, marcarlo como suyo. Con ese pensamiento en su cabeza, sintiendo su pene brincar, al chocar nuevamente contra la próstata de Jason, comenzó a vaciarse dentro del apretado agujero. Jason gimió al sentir el calor de su semen deslizarse por todo su interior y también termino corriéndose. Dios, la vista era exquisita. Jason se retorcía de placer, su pecho subiendo y bajando, cubierto por una espesa capa de semen y sudor. Randolph se dejó caer sobre él.

Su respiración agitada y su corazón a punto de salir de su pecho por la velocidad con la que latía. Al igual que Jason, estaba exhausto, pero se sentía completo; satisfecho.

Acaricio el cuello de Jason con su gran palma, este tenía la vista hacia arriba. Respirando profundamente, sus manos se envolvieron alrededor de su cuello y lo apretó contra su pecho. Se separó un poco al escuchar el pequeño gimoteo del pequeño hombre bajo él. Sus ojos llenándose de lágrimas, acaricio su mejilla, limpiando la pequeña gota que se deslizaba por su rostro.

-         ¿escuchas eso? – refiriéndose a su acelerado corazón a punto de estallar. Randolph sonrió ante la pregunta.

-         Sí. – respondió, sintiendo las manos de Jason jugueteando con sus cabellos que cubrían su nuca, había dejado crecer demasiado su cabello.

-         Tú eres el responsable. ¿tomaras partido por ello?

-         Siempre y cuando lo pueda volver a repetir y después disculparme por ello. – una sonrisa se dibujó en el infantil rostro de Jason y el corazón de Randolph se aceleró.

-         Te amo, Randolph.

-         Yo… también te amo, Jason.

Acercando un poco su rostro, Jason deposito un suave beso sobre su frente, haciendo que Randolph se sonrojara por eso. A lo que después le siguió un profundo beso en los labios. Metiendo su lengua dentro de la boca de Randolph, este se dedicó a dejarle libre entrada. Ambas lenguas chocaron y el dulce sabor de los labios de Jason comenzó a marearlo. Sintiendo el aire faltándole, sus bocas no se separaron ni un segundo, se apartó bruscamente sintiéndose sofocado. Todo comenzó a desvanecerse y un molesto dolor en el vientre le llamo. La escena se volvió humo frente a sus ojos y el cuerpo que sostenía de Jason desapareció.

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-         ¿Qué demo…? – dijo, casi gritando, quedándose sin aliento al instante. Tuvo que tomar una enorme bocanada de aire para recuperar el aliento. Su cuerpo estaba bañado en sudor y su respiración acelerada, completamente agitado. ¿Por qué? ¿Por qué? Tenía tanto en la cabeza como para estar pensando en ese tipo de cosas, en especial con un humano y que lo peor de todo era un HOMBRE.

Había tratado el no acercarse demasiado a cualquier persona existente por razones obvias, no estaba listo para tener una pareja. Era una pérdida de tiempo y ponía en riesgo a todos. Pero ahí estaba el poderoso Alfa Randolph con una erección que se asomaba por debajo de la fina sabana a causa de cierto chico humano. Dios, además de hombre también humano. Molesto, se deshizo de la sabana.

Llevo su mano a donde estaba el bulto, una pequeña mancha de humedad sobre su ropa interior, ya que no dormía en pantalón, prefería sentirse libre durante las noches. Al sentir sus caricias sobando su pene, su pene brindo dentro de la tela, pedía a grito ser liberado y necesitaba tocarse pronto, hacía ya 2 semanas desde que lo había hecho y estaba más que urgido por correrse.

Aunque en sus pensamientos solo podía aparecer la imagen jadeante de un Jason completamente presa del placer, sumiso y vulnerable. La suavidad y el sabor de su piel. Tan solo recordar la textura de la misma entre sus manos lo ponían cada vez más duro. Su respiración agitada y su rostro cubierto por el placer de ser poseído. Su excitante voz que retumbaba como pequeñas campanillas en sus tímpanos cada vez que gemía o pronunciaba su nombre, rogando por más.

Tomo su pene entre sus manos y comenzó a bombear, Jason, fue lo único que pudo decir, no necesito demasiado para correrse, solo pensar en todas esas imágenes fueron suficientes para tenerlo listo, solo necesito ayudarse un poco con su propia mano. Su semen deslizándose por toda la longitud de su pene, inclusive había salpicado un poco de su mano.

Mierda, todo esto estaba fuera de control, ¿Qué debería hacer? Era un alfa por Dios, tenía que comportarse como tal y dejarse de jugar al adolescente enamorado.

Exactamente, se dijo, levantándose de la cama, limpiándose con un pedazo de tela que estaba cerca y lo metió dentro del bolsillo de su pantalón. Era momento de comenzar el día y como alfa tenía obligaciones. Un mal sueño, así sería como lo llamaría.

Aunque en el interior, sabía que lo había disfrutado. Eso era peor. DIABLOS, JASON SNYDER. Todo era su culpa, después de que se desmayara en el pasillo y Randolph lo salvara de no caer al suelo. Desde ese momento, cuando inhalo el aroma del humano su cerebro dejo de pensar, teniendo que encargárselo a Alo. Solo huyo de la escena como un cobarde. MIERDA.

 

Notas finales:

¿que les parecio? comenten. de ahora en adelante La Guarida cambiara completamente, creanmelo.

 

Saludos, y hasta el proximo capitulo, que sera pronto porque ya no tengo CLASES DE VERANO. soy libre, casi.


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