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Sherlock Holmes sacó el celular de su bolsillo:
Wrong!
SH
Envió el mensaje y sonrió mientras volvía a ver la pantalla de su computadora y verificaba la hora, Diez en punto de la mañana, le había tomado menos tiempo de lo habitual resolver el caso del panadero de la Fleet Street.
Abrió una ventana en el computador y fijó su vista en el video en tiempo real, Lestrade estaba dando una entrevista sobre un caso y como siempre llenaba de datos erróneos a la prensa.
Solo por eso se dignaría anunciar la resolución del caso unas horas más tarde. Mejor empezar con otro por el momento e impresionar al doble.
Escuchó pasos y giró justo en el momento para ver la espalda de John salir por la puerta. Últimamente actuaba extraño. Tal vez un poco ‘alejado’ de él.
Se levantaba más temprano de lo normal y ya no desayudaban juntos. Ni siquiera se quejaba de los cadáveres que él llevaba a propósito para molestarlo.
Como si Sherlock Holmes ya no significara algo impresionante.
Como si ahora fuera nada.
Eso lo molestaba bastante. ¿No había sido John el que había dicho que él era impresionante? ¿Por qué ahora lo dejaba así?
No lo entendía.
Suspiró. ¿Por qué se estaba preocupando por él? Tal vez era algo sin importancia, quizá lo había dejado la novia en turno, o algo andaba mal con el trabajo.
Era solo John Watson ¿Qué de malo podría pasarle a una persona como él? Alguien tan SIMPLE como él.
Mejor ayudar en el segundo caso. O mejor dicho, resolverlo por Lestrade.
Tomó un folder amarillo pálido que reposaba sobre la mesa y lo abrió. Adentro Anderson había puesto el informe forense de la chica que habían encontrado colgando de un techo de iglesia, con la cabeza hacia abajo. Había sido algo interesante, por las cadenas que le ataban las muñecas al suelo. Parecía la crucifixión… invertida unos 180 grados.
Cerró los ojos, él había visto algo igual antes, así que seguro todo estaba en una habitación del ‘Mind Palace’.
Pero en vez de encontrar algo relacionado con una secta, o un asesino sacro y desquiciado solo vio momentos pasados con John. Como si el programa del Mind Palace se hubiera infectado con un virus extraño.
Abrió los ojos de golpe y se levantó del sofá. ¿Qué demonios estaba pasando?
—Tsk… -movió los labios mientras caminaba a su habitación- estúpido John.
Abrió la puerta de su cuarto y caminó hasta la cama. Si no podía pensar algo bien, y coherente se iría a dormir, como tantas otras veces. De todas maneras ¿Qué eran unas horas de atraso? Aunque pasara el tiempo, la muerta no se quejaría, y Lestrade no conseguiría nada.
No con personas como el idiota de Anderson o la ‘limpia pisos’ Donovan.
‘limpia pisos’ aun recordaba como lo había mencionado al ver las rodillas de la sargento. Sonrió, ese había sido el primer caso al que había llevado a John.
Las rodillas de Donovan… las rodillas de John sobre el piso del 221B, él en el sofá con el papel tapiz hoyado detrás y las manos de Watson sobre sus muslos, recorriéndolo todo despacio y suave, llenándolo de pequeños choques eléctricos, atrayéndolo lentamente…
¡NO! ¿Qué estaba pensando? ¿¡Él con John!?
Tomó la almohada y la puso sobre su cara, tratando de ahogar ese sueño absurdo, o por lo menos, desmayarse él mismo y ya no pensar en cosas tontas.
En eso estaba cuando escuchó pasos por las escaleras y como entraba alguien. Se levantó y se asomó por la puerta, John entró a la cocina con una bolsa del supermercado. No tardaría mucho en ver la cabeza en la caja de las verduras y gritarle algo.
Esperó pero no hubo nada. Solo John saliendo de la cocina y sentándose en su sofá correspondiente con un poco de helado y un libro, como si no hubiera visto absolutamente nada.
Como si de nuevo, Sherlock Holmes y sus actividades hubieran sido relegados al nivel de: ‘Nada Pasó Aquí’ y ‘Yo no vi nada que valiera la pena reclamar’ quizá hasta había tocado fondo con el ‘¿Sherlock Holmes? ¿Había uno aquí hace rato?’
¡Era el colmo!
— ¿se puede saber qué demonios te pasa? –soltó, viendo a un sorprendido John Watson girar la cabeza en su dirección.
El helado estuvo a punto de caer a la alfombra.