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Resplandor en la oscuridad por Helsic

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Esa noche, KangIn estuvo leyendo y releyendo el escrito, obsesionado con encontrar un significado oculto escondido tras esos floridos versos. ¿Lo habría escrito él? ¿Pero porque estaba en otro idioma? ¿Acaso ese chico sabría otro idioma aparte del Coreano? El joven monje comenzó a sentirse cada vez más y más intrigado por ese extranjero que le había salvado la vida. Su entrevista con él había sido fugaz y pobre, hubiese deseado decirle más cosas, pero se había ido demasiado pronto, probablemente tenía importante trabajo por hacer pues hasta el momento no sabía a que se dedicaba. Luego de leer por última vez el poema decidió que debía dormir y se prometió que lo primero que haría en la mañana al despertar, sería volverlo a leer.

Y así lo hizo, temprano en la madrugada, aún alumbrando con una vela, leyó de nuevo el poema y sintió unas irrefrenables ganas de pintar. Sintió la ansiedad carcomiéndole por dentro como el hambre o la sed, hacía mucho tiempo que no lo sentía tan fuerte, esa necesidad de expulsar lo que tenía por dentro, sus sentimientos quizás o sus pensamientos, expulsar todo lo que estaba profundamente guardado en él a través de trazos sobre un papel. Quería pintar sobre ese poema, quería…

Quería darle vida.

Durante la mañana, los monjes le dieron poco trabajo, compadeciéndose de su situación gracias a la herida y en la tarde la tuvo completamente libre. Emocionado, quitó la tabla de madera suelta de la pared , sacó los pergaminos, las tintas y los pinceles que mantenía escondidos. Su pequeño tesoro.

Y con todos esos objetos escondidos cuidadosamente bajo la túnica se adentró en el apacible bosque que rodeaba el templo. Era un precioso día soleado de verano y el sol se filtraba a través de las copas de los árboles adornando el suelo con heterogéneas manchitas de luz. El sendero que conducía al pequeño riachuelo en el corazón mismo del bosque, se mantenía iluminado suavemente acentuando los verdes de la vegetación a su alrededor y un olor a hierva tostada con madera reseca se filtraba por su nariz al compás de los cantos enardecidos de las chicharras.

Cuando llegó al final del sendero que terminaba con el riachuelo, KangIn encontró un enorme árbol cuya sombra brindaba frescura desinteresada a quien quisiera apreciarla y se sentó en la hierva, acomodándose contra la corteza, recogiendo las piernas con una mueca de dolor frente al movimiento realizado, pero pudiendo soportarlo, para poder ubicar el pergamino sobre las piernas y comenzar a pintar.

No supo cuando tiempo pasó allí perdido entre las pinceladas, escuchando sólo el cantar de los pájaros en las altas ramas de los árboles y disfrutando gorgoteo del riachuelo al correr libre varios metros bajo él. Estaba intentando dibujar una persona y ya le había dado forma al cuerpo, cuando escuchó una voz que por poco lo mata del susto.

- No sabía que pintara… - Dijo la voz y KangIn se giró sorprendido, soltando una exclamación y dejando caer el tintero peligrosamente contra el dibujo. LeeTeuk fue más rápido que la ley de la gravedad y en cuestión de segundos alcanzó el tintero evitando la catástrofe. KangIn parpadeó con sorpresa e intentó ocultar su pintura como si se tratara de un vergonzoso acto. - Wow… ten cuidado con esto - Finalizó arrodillándose a su lado aún con el tintero entre sus dedos.
- ¿Qué… que hace aquí? - Exclamó KangIn quien ya había volteado el pergamino ocultando así el dibujo.

- Paseaba - Respondió LeeTeuk poniendo el tintero sobre el pasto - Este lugar es demasiado hermoso y agradable como para ignorarlo - Agregó esbozando una sonrisa - ¿Y usted? Veo que pinta -

- En… realidad no es nada - Respondió KangIn alarmado - Sólo… -

- ¿No muestras tus obras sino hasta que están terminadas? - Preguntó esta ves LeeTeuk sin dejar de mirarlo a los ojos. KangIn alzó el rostro y enfrentó esa mirada. ¿Acaso LeeTeuk no le parecía que estaba mal que un monje se dedicara a esas cosas? Se preguntó por unos instantes.

- No es eso… nunca las muestro a nadie - Finalizó y LeeTeuk abrió los ojos con sorpresa.

- ¿Por qué? ¿No crees que sean muy buenas? - Preguntó extrañado. Y entonces con un movimiento de su cabeza, se percató de la hoja de papel que yacía cerca de los demás pinceles - ¡Hey! Esto… - La tomó con un grácil movimiento y descubrió que hacía parte del libro que anteriormente estaba leyendo. - ¡Esto es mío! -

- Discúlpeme, ¡lo siento mucho! - Exclamó KangIn inmediatamente su rostro nublándose por la preocupación, con dificultad intentó hacer una profunda venia chocando su cabeza contra el césped, pero el dolor en el hombro se lo impidió - Lo siento mucho, señor, discúlpeme, la otra noche en el bar, usted dejó la hoja sobre la mesa y la tomé… pero pensaba devolverla, se lo aseguro -

- ¿La leíste? - Preguntó LeeTeuk aún con el papel entre sus dedos, KangIn asintió tímidamente. Claramente avergonzado y LeeTeuk pudo percibir su sinceridad y el temor que sentía a hacerlo enojar, era un temor mezclado con vergüenza. LeeTeuk pudo leer la mente de KangIn tan fácilmente como un libro abierto sobre una mesa, escuchó sus pensamientos claramente y se sintió sobrecogido por el sentimiento de vergüenza y temor que embargaba a KangIn en esos momentos - ¿Y que te pareció? -

- ¿Perdón? - Preguntó azorado KangIn.

- Así es… quiero tu opinión ¿Cómo te pareció el poema? - Volvió a preguntar suavizando su mirada.

- Mi opinión… ¿Usted quiere mi opinión señor? - Preguntó KangIn con esa desesperante cortesía que caracterizaba a los de su época.

- Así es… y deja de llamarme señor… llámame sólo LeeTeuk - Agregó amablemente y KangIn asintió desviando su mirada hacía un lado.

- Bueno… me ha encantado el poema, creo que es especialmente bueno… sobre todo porque expresa un estado del alma, un sentir más allá de lo exterior, es como si narrara algo del interior, algo invisible y oscuro que nadie quiere conocer en realidad… pero que se mantiene ahí - Explicó KangIn tomando un poco de confianza sobre si mismo.

- Valla… pues es justamente lo que yo sentí al leerlo - Exclamó LeeTeuk gratamente sorprendido por las palabras de su interlocutor.

- Eso… ¿quiere decir que no lo escribiste tú? - Preguntó KangIn y LeeTeuk pudo notar inmediatamente el cambio al hablar, ahora sonaba más informal y de alguna forma le quitaba tensión a la situación.

- ¡Claro que no! - Negó LeeTeuk con vehemencia - No podría escribir algo tan hermoso… este poema pertenece a un buen amigo francés, gran erudito de la literatura, uno de mis favoritos cuando viví en Francia, Charles Baudelaire, colega de la Universidad de Bellas Artes y literatura de París - Explicó LeeTeuk y su mirada se perdió en un punto muy lejano.

- ¿Viviste en Francia? - Preguntó KangIn sin poder ocultar su sorpresa.

- Si claro, durante 10 años fui profesor de artes de la Universidad… - Comenzó a decir LeeTeuk.

- ¿Profesor? Estás bromeando ¿no? ¿Cuántos años tienes? - Preguntó KangIn con una mueca de broma. Entonces LeeTeuk fue consciente de que por poco y revela su verdadera identidad.

¿Cómo era posible que cometiera un error tan absurdo? Pensó de inmediato, debería parecer un loco mentiroso diciéndole esas cosas a ese monje ignorante.

- Quiero decir… esta bien, no fui profesor - Se rectificó con una sonrisita nerviosa - Fui estudiante de Artes… en la Universidad de Bellas artes y literatura de París… - Se explicó y KangIn se mostró más interesado aún.

Y esa era una de sus grandes habilidades. Mentirle a la gente. Como ángel, Jungsu había aprendido a mentir perfectamente y a ocultar sus verdaderas intenciones de una manera sorprendente, era digámoslo así, parte su trabajo y frente a un humano jamás podría ser sincero, pasara lo que pasara. La verdad era que había sido profesor de pintura durante 10 años en esa Universidad Francesa, había sido enviado allí en una de sus tantas misiones y para esa ocasión tuvo que tomar el papel de un ‘profesor’ para seguir de cerca a un enemigo que se movía por esos lares.

- Entonces… ¿Hablas Frances? - Preguntó KangIn emocionado, LeeTeuk asintió levemente - ¡Wow! ¡Eres tan increíble! Cada vez me sorprendo más -

En realidad, no era que LeeTeuk supiera Frances, en realidad, todos los ángeles, demonios y algunos vampiros tenían lo que se llama ‘Don de lenguas’ y que les permite entender cualquier idioma y hablarlo de manera natural sin haberlo aprendido previamente en un procedimiento cognitivo normal como el aprendizaje de los humanos. Así que se podría decir que LeeTeuk sabía ‘todos los idiomas’ pero no los sabría hasta el momento en que estuviera en contacto con humanos que lo hablaran, estando sumergido en un país, el don de lenguas se activaría de inmediato permitiéndole interactuar con la gente.

- Si… hablo Frances - Aceptó LeeTeuk cautelosamente, no debía revelar más información de la necesaria.

- Realmente… debe ser increíble… salir hacía otros lugares - Comentó KangIn y miró el suelo con tristeza - Yo… por el contrario me quedaré eternamente aquí… en este pueblo - LeeTeuk percibió los sentimientos de su interlocutor de nuevo y se sintió afligido por la impotencia que este sentía frente a esa realidad que vivía.

- ¿Pero que hay de malo en vivir aquí? - Preguntó a su vez LeeTeuk - Puedes exponer tus pinturas en alguna galería y vivir decentemente - Opinó y KangIn soltó una carcajada larga y sonora.

- Eres un gran bromista - Exclamó luego de dejar de reír y enjuagarse una lagrimilla. - Si hago eso… seguro me destituirían de mi investidura como monje - LeeTeuk alzó la ceja y comprendió que KangIn debía estar hablando de alguna especie de regla de esa cultura que él desconocía, haber vivido en una sociedad tan abierta y libre (inclusive para la época) como la francesa le hacía ver las cosas desde una perspectiva muy distinta.

- Pero… pintar te hace feliz - Afirmó LeeTeuk, haciendo que KangIn le observara avergonzado, desviando su mirada hacía el pergamino que había escondido. - Haremos una cosa - Agregó LeeTeuk y tomó el pergamino de KangIn quien se mostró alarmado cuando el mayor lo observó - Voy a enseñarte a pintar -

- ¿Co…como dices? - Exclamó KangIn azorado.

- Voy a enseñarte a pintar, eso dije, te enseñaré lo que se - Repitió LeeTeuk y luego se volvió para mirarle a los ojos - Porque así… de alguna forma estarás más cerca de tus sueños -

KangIn lo observó atónito, una extraña sensación se revolvía en la boca de su estómago, se sentía emocionado y a la vez sentía mucho miedo frente a esa loca idea. ¿Tomar clases? ¿Tomar la pintura en serio? Era una completa locura. Pero la sonrisa de LeeTeuk era amable y le hacía sentir que si confiaba en él todo iría perfectamente. Así pues que asintió con la cabeza despacio.

- Bien… primero que todo vas a tener que aprender un poco de perspectiva - Comenzó LeeTeuk señalando el cuerpo del dibujo que KangIn apenas había comenzado a hacer - Este cuerpo no está bien proporcionado, según los cánones estéticos de Leonardo Davinchi, para lograr una buena figura llena de vida y expresividad es necesario mantener una proporción coherente - Explicó señalando varios puntos del dibujo. KangIn lo miraba absorto en su fascinación. – Olvídate de todo lo que haz aprendido hasta ahora… comenzaremos desde cero – Explicó a su emocionado interlocutor, tomó el pincel con delicadeza y lanzó un par de trazos libres dándole forma pero sobre todo, vida, al personaje que anteriormente había dibujado KangIn.

- Es increíble – No paraba de decir el mortal absorto todo ese nuevo conocimiento que le era revelado – Es casi mágico… - Finalizó.

LeeTeuk se sintió incómodo frente a la devoción casi divina que KangIn sentía hacía él, sus ojos negros denotaban emoción, curiosidad y miles de sentimientos más cuando lo miraban al hablar, podía sentir la pasión desbordada que sentía el mortal frente a todo ese nuevo conocimiento que le ofrecía. Oh mi pequeño…¿Quién iba a imaginarlo? ¿Quién iba a imaginar que serías un pintor?

Y es que la coincidencia casi lo aterraba tanto como el hecho mismo de tener que quedarse en ese pueblo por un tiempo, estando allí bajo ese árbol, hablándole sobre las diversas tendencias y estilos que el arte había atravesado a través de la historia, sintió como si el hecho de haberle salvado la vida, 17 años atrás hubiera sido parte del destino. Una oleada de cariño paternal lo envolvió, era como ver a un hijo crecer y descubrir las cosas que lo hacían feliz, sentía un irrefrenable deseo de ayudarle a alcanzar sus sueños. De alguna manera, como si quisiera exhumarse de su culpa por haberle abandonado en ese templo cuando sólo tenía 3 años.

 

Esa noche al llegar a su casa y luego de comprobar los sellos mágicos en el perímetro, LeeTeuk se recostó en la cama sin dejar de pensar en la tarde compartida con Kangin y en su primera clase de pintura. Si Kangin realmente quería avanzar en composición, pero sobre todo teoría del color, tendría que conseguirse unas mejores pinturas, comprar lienzo y óleos, también pinceles más sedosos y nuevos. Pero en ese pueblo, eso sería completamente imposible. No podría nunca conseguir ese tipo de material en ese pequeño lugar en donde el arte era prácticamente inexistente. Por unos instantes, LeeTeuk se dejó tentar por la idea de ir a Francia y comprar los materiales que necesitaba KangIn. La idea lo aterró ensimisma, aunque pudiera ir a Francia y volver en poco tiempo, el hecho de contemplar tan siquiera la posibilidad de hacer ese viaje en contra de las reglas sólo por ver feliz a ese joven mortal le helaba la sangre.

Todas las puertas de acceso a los ‘otros mundos’ estaban constantemente reguladas y vigiladas por agentes del departamento de regulación de viajes ínter dimensionales y era completamente comprensible que lo fuera, así podrían evitar que locos como él, quisieran efectuar viajes inoficiosos por motivos personales. Si LeeTeuk deseaba ir a Francia, tendría primero que pedir un permiso (como una especie de visado para cruzar una frontera) y explicar las razones de su visita en dicho país. Por el simple hecho de que su presencia podría modificar de alguna manera aunque fuera muy pequeña, el equilibrio social de la ciudad o de la región y era por esta razón, que los ángeles planeaban muy bien su introducción en la sociedad cuando iban a efectuar una misión, todo estaba casi completamente calculado de tal manera que la presencia de los intrusos inmortales no modificara la continuidad del tiempo. Particularmente, LeeTeuk no creía que ir a Francia por unas pinturas podría modificar el curso de la historia de alguna forma drástica, pero si constituiría un desacato imperdonable a la autoridad, en este caso concreto al Arcángel de su jurisdicción, Choi Siwon, quien en su infinita indulgencia le había ‘perdonado’ su equivocación dejándolo como vigilante temporal de los sellos mágicos que habían conjurado por toda la ciudad. Otro en su lugar, lo habría destituido del cargo en la misión y LeeTeuk habría terminado volviendo con el rabo entre las piernas al mundo paralelo de los ángeles.

Pero continuaba ahí y eso significaba que era una segunda oportunidad que se le estaba otorgando para reivindicarse. Por esta razón intentó alejar la absurda y loca idea de ir a Francia por las estúpidas pinturas. El pequeño KangIn tendría que aprender a pintar con lo que tenía a su mano.

LeeTeuk se durmió muy tarde, sumergiéndose en un sueño intranquilo y discontinuo, en su mente la imagen de Kangin se mantenía presente de manera casi fastidiosa, metiéndose en su subconsciente como el estribillo de una pegajosa canción.

***

Kangin se despertó ardiendo en deseos de volver a ver al forastero. Tenía la impresión de que su corazón palpitaba con más fuerza y sentía también que ahora la perspectiva de su vida comenzaba a cambiar. Una semana antes, KangIn no pensaba en otra cosa que no era ejercer correctamente sus tareas como monje, desenvolverse en ese medio como una persona normal. Sin buscarse problemas y sin ninguna otra expectativa de vida, que terminar sus días en el mismo lugar que lo había visto crecer. Pero con la llegada de LeeTeuk, todo había cambiado por completo, esa pasión escondida que había ocultado por tanto tiempo finalmente se la había revelado a alguien, le había compartido a alguien (aunque en pequeña medida) su más recóndito secreto y esa persona lo había aceptado tan fácilmente que todo parecía una especie de sueño. Y es que LeeTeuk era demasiado perfecto como para ser real, primero le salvaba de morir y luego resultaba saber de pintura. Era como si el mundo quisiera transmitirle un mensaje oculto.

Con estos pensamientos, KangIn se perdió en sueños en donde se veía así mismo pintando y exhibiendo sus creaciones en la plaza pública, ante las atónitas miradas de los ciudadanos. Luego se besaba con LeeTeuk como para concluir el desafiante cuadro y huían del lugar en caballos color caramelo.

Notas finales:

Estoy escribiendo esto desde mi casa en Pereira, vine este fin de semana a cuidar de mi hermanita y pues casualmente había un portátil en mi casa lol en realidad es el portátil de la oficina de mi mamá XD así que aproveché para escribir mientras escucho Mirotic! Muahaha


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